Pasándola bien con mis amigos

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Todo empezó como una simple broma. Después del largo confinamiento, mi amiga y yo decidimos salir de noche juntas por primera vez en muchos meses. Lo necesitábamos después de tanto tiempo encerradas.

Las 2 salimos muy arregladas, como pedía la ocasión. Ella con una blusa blanca muy abierta y una falda azul de tubo que remarcaba sus buenas curvas. Mi amiga Ana siempre había tenido buen cuerpo y además se cuidaba y le gustaba lucirlo. A pesar de sus años de casada y sus 2 hijos, aun se hacía mirar.

Yo también iba bastante provocativa, con un vestido de noche de tirantes, abierto por la espalda y escotada también. La verdad es que me había engordado durante el confinamiento y me costó meterme dentro. Por supuesto yo iba sin suje y con unas braguitas azules.

Las 2 con nuestros zapatos con tacón para lucir nuestras piernas como siempre habíamos hecho. La noche empezó tranquila con una cena en un chiringuito de playa y alguna copa, para acabar juntas en una disco llena de gente. La música era moderna y nos dimos una buena sesión de baile las 2 juntas. Como nos acostumbra a pasar, nos entraron varios hombres. Nosotras no habíamos salido para ligar, sino para divertirnos y bailar, así que más o menos educadamente nos los fuimos quitando de encima. Pero había un grupo de 3 chicos jovencitos que insistían a pesar de nuestras negativas. No paraban de bailar pegados a nosotras incluso rozándose descaradamente por detrás. Tanto mi amiga como yo les dijimos de todas las maneras posibles que no estábamos interesadas, pero ellos no nos hacían caso y seguían insistiendo en ligar con nosotras. Supongo que las cuarentonas ejercemos una atracción especial en los jóvenes de hoy en día y reconozco que nuestra indumentaria ayudaba a que se fijaran especialmente en nosotras.

Al final de la noche, cuando ya nos íbamos a retirar los 3 chicos seguían insistiendo en ir con nosotras. Al final ya les dijimos que nos dejaran tranquilas que nos íbamos ya.

Ellos empezaron a decir: “no sabéis lo que os perdéis” “Nos divertiríamos mucho los 5 juntos” “nosotros 3 tenemos mucho aguante” y cosas por el estilo.

Medio en broma empezamos a hablar de retos que están tan de moda entre los jóvenes. Un poco para darles una lección y quitárnoslos de encima les propusimos un reto: si alguno de ellos era capaz de aguantar 2 patadas en sus huevos (una de cada una de nosotras), accederíamos a hacerle una mamada al ganador o ganadores. Ellos riendo aceptaron, sin saber la que les esperaba. La verdad es que ellos y nosotras habíamos bebido bastante. Nos fuimos a unas rocas cerca del mar y allí colocamos a los 3 chicos en fila mirándonos. Mi amiga y yo empezamos a besarnos y tocarnos provocando que los 3 chicos se excitaran al vernos. De manera muy sensual les pedimos que se desnudaran y pusieran las manos detrás de su espalda.

Tengo que reconocer que ver a los 3 chicos desnudos y excitados mirándonos hizo que yo me excitara también. Mi amiga parecía más divertida que excitada y me susurró al oído: “verás como nos divertiremos con estos 3, no saben la que les espera. Déjame empezar a mi…” Yo asentí mientras mi amiga se paseaba provocativa delante de los 3 chicos. Toda aquella situación me causaba mucho placer y morbo. Decidí animarlos un poco antes del fatídico momento. Me empecé a bajar lentamente los tirantes del vestido para revelar mis pechos, que aun estando algo caídos eran grandes. Pude ver las miradas de los 3 chicos clavadas en mis aureolas grandes y rosadas y en mis pezones bien duros y salidos, al igual que estaban sus pollas. Mi amiga Ana se paseó por detrás de ellos separando ligeramente sus piernas y acariciando sus cuerpos desnudos mientras ellos seguían con la mirada clavada en mis pechos.

Yo podía ver con claridad los huevos de los 3 chicos colgando y sus pollas duras apuntando hacia arriba. Mi amiga se colocó por atrás del primer chico y sonriéndome con cara de mala asestó la primera patada a esos huevos colgantes. El grito se debió oír a kilómetros de distancia. Los otros 2 chicos miraron sorprendidos al primero que cayó de rodillas al suelo. La patada había sido certera y había impactado justo en la mitad del saco testicular, aplastándolos contra el cuerpo del infeliz chico.

Acto seguido y sin mediar palabra mi amiga se colocó detrás del segundo y repitió la operación. La patada impactó de lleno en sus huevos y el chico aulló de dolor cayendo primero de rodillas y luego de costado.

El tercer chico miraba y suplicaba a mi amiga que no le hiciera nada y se protegió sus partes con sus manos. Eso no le gustó nada a Ana, que le dio un bofetón y el chico instintivamente levantó las mano, momento que aprovechó mi amiga para asestar la tercera patada, menos certera que las 2 pero que le causó un buen dolor por el grito que pegó y por cómo cayó al suelo.

“Vamos chicos, esta es solo la primera ronda de 3, tal como acordamos” dijo Ana que paseaba triunfante entre los 3 chicos que aun gritaban de dolor y se acurrucaban en el suelo. Ana levantó y sujetó al primer chico desde atrás por los brazos mientras me miraba y me decía: “Te toca cariño”

Esa situación me estaba causando más placer del que podía imaginar. El chico apenas podía susurrar que quería parar, pero yo me acerqué a el aun con mis pechos fuera del vestido y le acaricié la carita llorosa que tenía. El pobre estaba aún encorvado hacia delante por el dolor pero mi amiga lo levantó un poco por atrás, agarrándole los brazos para que no se pudiera proteger. Mis manos recorrieron su cuerpo desnudo y musculado. Se notaba que era uno de esos chicos que viven en el gym. Luego bajé por su vientre hasta palpar su polla, aun dura y sus maltrechos huevos. Mis tetas se movían a escasos centímetros de su cara mientras le susurré “mmm cariño tengo muchas ganas de mamártela pero no sé si aguantarás la 2ª patada…” y acto seguido le incrusté mi rodilla en sus huevos. El pobre chico soltó un grito ahogado y cayó desmayado al suelo. Miré a mi amiga y le dije “Este no se ha ganado su mamada” y nos reímos las 2.

El segundo chico era algo más gordo y mi amiga no podía levantarlo así que mi amiga le sujetó las manos en alto mientras yo separaba sus piernas para poder tener mejor accesibilidad a sus partes. Tumbado en el suelo como estaba, solo podía darle una patada o un pistón y opté por lo segundo. Mi tacón impactó de llenó justo debajo de su polla, clavándose en uno de sus testículos y casi perforando su bolsa. El chico pegó un grito y consiguió soltar sus manos para llevarlas a mi zapato que aun seguí clavado en sus huevos. Decidí levantar el pie despacio para evitar caerme, ya que él movía sus manos esperpénticamente intentando apartar el tacón que casi lo perfora.

El tercero era delgadito pero nada musculado. Había dejado de gritar, pero miraba horrorizado a sus 2 compañeros, mientras mi amiga y yo nos acercábamos a el riendo. Podíamos ver el miedo en sus ojos al ver como lo levantábamos y lo apoyábamos contra un árbol. El pobre chico estaba temblando pero no dijo nada. Ana y yo acariciamos su cuerpo desnudo y palpando su polla dura, que era la más pequeña de las 3. Lo pajee un poco intentando relajarlo, mientras Ana y yo sujetábamos sus manos contra el árbol. Aplasté su polla contra su barriga y mi rodilla subió directa a sus partes. Noté como se aplastaban sus testículos bajo mi rodilla hasta casi crujir. El chico aulló de dolor y cayó al suelo casi inmóvil. Pero acto seguido se arrodilló y posteriormente se incorporó. Aquel acto de valentía me dejó impresionada. Yo estaba convencida de que mi rodillazo había sido perfecto, pero el chico consiguió incorporarse mientras emitía quejidos u lamentos, pero estaba en pie a diferencia de sus otros 2 compañeros.

Mi amiga se disponía a darle otra patada pero la paré. “Una apuesta es una apuesta” le dije. “¿En serio vas a chupársela?” me preguntó sorprendida. “Sí es lo justo y lo pactado” respondí mientras lo apoyaba contra el árbol y me arrodillaba delante de él. Mi amiga se reía y me decía que no lo hiciera, pero yo empecé a disfrutar de esa polla aun dura. Toda la situación me había puesto muy cachonda y me esforcé en darle el máximo placer a aquel pobre chico mientras observaba sus testículos inflados y doloridos. Su polla era pequeña y entraba perfectamente en mi boca, mientras mi lengua la recorría de arriba a abajo. No sé si le dolió cuando se corrió, yo creo que debió ser una mezcla de placer y dolor. Toda su corrida fue directamente a mi garganta y luego limpié su glande con cariño, saboreando hasta su última gota. Poco después el chico se sentó y cayó desmayado.

Mi amiga y yo abandonamos el lugar y nos aseguramos de no volver por aquella zona en mucho tiempo.