Pedro, Tina, Miguel y yo habíamos estrechado nuestra amistad con los años, con hijos de la misma edad y viviendo en la casa contigua

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Antes de empezar, quiero dejar claro que ni mi esposo ni yo, habíamos tenido la intención, o siquiera la conversación de hacer un intercambio antes de estas vacaciones. Hemos estado casados 10 años y tenemos dos hijos. Como la mayoría de las parejas con familia, después de unas vacaciones con los niños, no queda tiempo ni dinero para intimar. Así que no hemos podido planear ni un fin de semana los dos solos. Nuestros vecinos de 5 años, Pedro y Tina estaban en la misma situación de nosotros, también con dos hijos y un presupuesto limitado.

Pedro, Tina, Miguel y yo habíamos estrechado nuestra amistad con los años, con hijos de la misma edad y viviendo en la casa contigua, disfrutamos juntos en muchas ocasiones de barbacoas, cenas en restaurantes, obras de teatro, etc. Son una pareja formidable con gustos similares a los nuestros. Ellos son un poco mas extrovertidos que nosotros, Tina me platicó que visitaban campos nudistas antes de que tuvieran familia. Nunca hubo entre nosotros nada sexual, aparte de algunas bromas oportunas.

Un día recibí una llamada de Tina, diciéndome que a Pedro le habían ofrecido un fin de semana en una casa junto a la playa. Ésta pertenecía a un cliente de él que evidentemente estaba forrado de billetes. Me preguntó si los acompañábamos, ya que el viaje no sería caro y ellos sabía cuanto deseábamos nosotros pasar un tiempo sin los niños. Me sentía un poco incómoda, pero ella insistió, diciendo que podríamos compartir los gastos del viaje y luego comprar comestibles y turnarnos cocinando, para no tener que cenar fuera todas las noches. Le dije que lo consultaría con Miguel y le hablaría.

La reacción de mi marido fue: «¡Seguro, será formidable!» lo pensé mucho y llegué a la conclusión de que no era problema. Llamé a Tina y le dije que nos encantaría ir con ellos, aunque yo tenía mis dudas al día siguiente, porque tanto Pedro como Tina son mas lanzados que nosotros, tanto para beber como para experimentar cosas nuevas, pero consideré que eso no había sido problema antes.

El día llegó y salimos al amanecer, viajamos cerca de 9 horas y al llegar encontramos una casita muy agradable. No era nada especial vista desde el frente, pero daba a la playa y el patio trasero era grande, con asador, Jacuzzi, una ducha exterior y muchas sillas reclinables para descansar. Tina y yo pusimos sábanas limpias en las camas y limpiamos el baño, mientras los hombres buscaban comida en el mercado local. Cuando ellos regresaron, guardamos todo y cuando terminamos estábamos cansados y hambrientos. Salimos a comer algo rápido y luego paramos en un bar pues los hombres deseaban una cerveza fría. Cuando regresamos a la casa caímos rendidos.

Cuando despertamos, nos encontramos con que Pedro se había levantado temprano, preparado el café y salido a explorar los alrededores. Regresó pronto a platicarnos de la playa, el paisaje y la privacidad. Terminó diciéndole a Tina que el lugar estaba perfecto para nadar desnudos, algo que no habían hecho en años. No dije una palabra pero no me agradaba la idea. Aún tengo buena figura y ya había estado meditando sobre como sería estar desnuda y viendo a Pedro, que estaba segura no sería malo para los ojos. Él es una versión ruda de mi marido, comparte los mismos trazos físicos, pero yo estaba muy nerviosa. Pues terminamos nuestro café y después de un ligero desayuno, Pedro dijo que iba a la playa, entró a su cuarto y salió con una toalla envuelta en la cintura, sospeché que no traía puesto su traje de baño. Él se fue a la playa y Tina vino hacia mí y me preguntó que si me molestaba el desnudo integral, ella me apoyaría quedándose con su traje puesto. No quise parecer puritana, así que le dije: «Tonterías, será divertido» Mi marido se me quedó viendo sorprendido, pero no objetó.

Miguel y yo salimos a unirnos con ellos en la playa. Recuerdo la excitación que me entró, tanto por ver a Pedro desnudo sobre su espalda, como al despojarme de la toalla y exponer mis intimidades. A partir de ahí, lo único interesante fue que estábamos desnudos. Platicamos, leímos, nadamos, descansamos y comimos igual que si estuviéramos en traje de baño, no nos sentimos sensuales o excitados, por lo menos yo no. El día pasó y nosotros permanecimos en cueros, incluso mientras entrábamos y salíamos de la casa para traer bebidas o bocadillos. Preparamos algo de comida y luego nos tendimos en la playa a leer, como si hubiéramos sido nudistas toda nuestra vida.

Ya estábamos en el patio haraganeando, cuando decidimos salir a cenar, Pedro dijo que deberíamos ducharnos primero, entró a la casa unos momentos y para mi sorpresa regresó con su toalla, jabón y parafernalia. Me di cuenta de que iba a usar la ducha exterior. Bueno, eso si fue excitante. Traté de no mirar, pero no pude evitar echar un vistazo a su cuerpo húmedo. Cuando él se enjabonó y lavó su miembro semi erecto, no pude ni disimular que no lo estaba viendo. Una vez que terminó, Tina hizo lo mismo y entonces fue mi marido quién no le podía quitar los ojos de encima. Me sentía incómoda de bañarme delante de ellos, así que cuando Tina entró a la casa a vestirse y antes de que Pedro saliera, aproveché de darme un duchazo rápido.

Pues salimos a cenar y tomar algunos tragos, para cuando regresamos ya era tarde y ambas parejas estábamos calientes así que nos retiramos a nuestros respectivos cuartos. Miguel y yo no podíamos esperar mas para follar, me penetró inmediatamente y no tardó mucho, pero sorprendentemente, yo tampoco. Ambos nos venimos y nos quedamos recostados platicando sobre los incidentes de esa tarde, mientras lo hacíamos él se volvió a poner duro y empezamos a follar nuevamente. Esta vez, él tuvo el control y me folló como no lo había hecho en mucho tiempo. Follamos lo que nos parecieron horas, con lo que tuve varios orgasmos hasta que finalmente colapsamos cuando él explotó dentro de mí y caímos dormidos.

Nos despertó Pedro, que entró a nuestro cuarto para hacerlo. Yo estaba un poco apenada, es cierto que me había visto desnuda todo el día anterior, pero en ese momento me veía hecha una mierda y se me notaba que había follado toda la noche. Total desayunamos y nuevamente nos salimos a la playa desnudos. Algo diferente ocurrió, que alteró el curso del día. Miguel se quedó atrás en el cuarto de baño, mientras Tina y yo nos tendimos boca abajo. Ella le pidió a Pedro que le pusiera bloqueador solar en la espalda. Él lo hizo tallándole suavemente la espalda y luego, lentamente, las nalgas. Terminó y Miguel aún no salía. «Estoy de suerte» dijo Pedro se llenó las manos con el bloqueador y, tal como hizo con Tina, empezó a tallar mi espalda hasta los costados de mis senos, por un buen rato, de ahí pasó a mis nalgas. Por supuesto se tomó su tiempo, regodeándose con mis cachetes; fue entonces que Miguel salió y riéndose, protestó que lo estaban dejando atrás. Me sorprendió que lo tomara tan a la ligera. Pedro le dijo que para emparejarse, podía mas tarde, lavarle la espalda a Tina en la ducha exterior. Ellos se rieron y Tina me comentó «¿No son adorables, tratándonos como si fuéramos de su propiedad?» Me pareció que estaba molesta, pero no podría asegurarlo.

El resto de la mañana pasó como el día anterior, permanecimos desnudos asoleándonos, leyendo, platicando, nadando, etc. Alrededor de la 2 de la tarde decidimos pasarnos al patio y asar unas salchichas. Como antes, permanecimos sin ropa, Tina y yo nos metimos al Jacuzzi mientras los señores cocinaban. Comimos y continuamos bebiendo, para entonces, me sentía totalmente relajada.

Entonces Tina dijo que iba a darse un duchazo antes de tomar una siesta. No le di importancia y ella entró a la casa y, al igual que Pedro el día anterior salió con sus cosas a la ducha exterior. Abrió la regadera y volteando hacia Miguel que estaba sentado en una silla y le dijo: «¿Quieres cobrarte?» Miguel se paró y acercó a ella, muy tímidamente, pues al contrario de Pedro que es mas acometedor, Miguel parecía temeroso de acercarse a ella. No me molestaba, pensando que ella dejaría que le jabonara la espalda y yo estaba excitada y no tenía reparos.

Miguel caminó hacia ella, pero no se quedó parado únicamente, ella lo notó y decidió tomar cartas en el asunto diciendo: «Tú primero» lo jaló debajo de la regadera para mojarlo. A continuación lo sacó del chorro de agua y, ante mi sorpresa, empezó con ambas manos (Con la barra de jabón en una), a enjabonarle los hombros. Mis ojos estaban pegados a la escena. Ella lentamente, le lavó los brazos y luego el pecho, abiertamente jugando con sus tetillas y después se inclinó para lavarle las piernas. Me sorprendió cuando terminando esto se enjabonó ambas manos y tomándolo del miembro le dio una rápida pero juguetona lavada. Él tenía una erección que nunca le había visto. Ella dijo: «Ahora es mi turno» y le entregó la barra de jabón.

Para este entonces, la timidez de Miguel se había disipado, así que procedió a bañarla, tal como ella lo había lavado a él. Empezando por los brazos, pasó a los hombros y luego a los pechos, todavía no las traía todas consigo y lo hizo rápidamente. Mientras lo hacía, ni Pedro ni yo dijimos una palabra. Él continuó su labor hacia su vientre, pasó a sus nalgas y bajó a sus piernas. Terminando con las piernas, se paró como pensando si proseguía o no, entonces al igual que había hecho ella antes, se enjabonó las manos y luego colocó la palma de la derecha sobre el pubis de Tina, tallándola 4 o 5 veces y deteniéndose. Entonces Tina se metió bajo la regadera y se enjuagó. En ese momento Pedro comentó que se habían pasado y que ahora él y yo debíamos emparejarnos. Me reí permaneciendo en mi silla.

Tina limpia y fresca vino a sentarse junto a mí, platicamos un rato entre nosotras. Me dijo que sentía que se había ido muy lejos con las provocaciones, pero que ella no intentaba mas que divertirse un poco y que le parecía que un poco de toqueteo era inocuo; agregó que la noche anterior había tenido una sesión muy ardiente con Pedro después del día de nudismo y que esperaba que esta noche fuera igual. En eso salió Pedro y me dijo: «Ven, vamos a demostrarles como ducharse». Me paré, le sonreí a Miguel y me metí en la ducha junto a Pedro.

Empezamos jabonándolo a él primero, no podía contenerme las ganas de tocarle el pene, que estaba verdaderamente tieso. Aunque se parece mucho al de mi marido, parece ser unos 4cm mas largo y un poco mas grueso. Añadido a esto la apariencia mas ruda de Pedro, resultaba muy excitante para mí. Lo lavé siguiendo la pauta que inició Tina, primero los hombros, lentamente y llevando mis manos hacia su pecho, donde también me entretuve con sus tetillas. Después me incliné para lavar sus piernas, disfrutando al contemplar su cuerpo. Me paré y me enjaboné las manos y le di una lavada de verga suave y rápida con ambas manos. No quise prolongarlo mas de lo que Tina había hecho y solo le di unas cuantas pasadas, como ella hizo con Miguel. No puedo explicar cuan erótico es tocar el pene de otro hombre.

Ahora era el turno de Pedro para lavarme y empezó por mi espalda. El realizó algo diferente de los demás y mas tarde me di cuenta del porqué. Previamente el que lavaba daba la vuelta alrededor del que recibía el lavado, mientras el primero permanecía de frente al patio. Así que solo se veía cuando se lavaba el frente, pero no la espalda. Pedro empezó a girarme parcialmente, enjabonando mi espalda y mi culo a plena vista de mi marido, al contrario de la tímida lavada de Miguel a Tina, Pedro me lavó plenamente el culo deslizando su mano entre mis nalgas casi hasta el otro lado. Después me giró otro poco atendiendo mis pechos con una mano y una pierna con la otra con mi esposo teniendo una vista de perfil. Nuevamente al contrario de mi marido lavando los pechos de Tina, Pedro disfrutó un buen rato con mis tetas, incluso pellizcándome los pezones. Después me giró otro poco, quedando de nalgas hacia mi marido.

Bueno, no tengo palabras para describir lo caliente que yo estaba, después de que Pedro terminó de enjabonarme las piernas se incorporó, se enjabonó las manos y empezó a lavarme el pubis. Al contrario de Miguel que lavó a Tina rápidamente, Pedro se tomó su tiempo, frotando lentamente. El primer pase lo hizo con la palma de la mano abierta y sentí como una descarga eléctrica a través mío, en el segundo pase me sorprendió, cuando encogiendo ligeramente su dedo medio, lo pasó por en medio de mi rajada y acarició mi clítoris. Entonces comprendí porque me había colocado de esta manera. Al tercer pase repitió lo anterior, pero esta vez su enjabonado dedo me penetró un poco. Supongo que él percibió que junto con mi excitación me estaba poniendo extremadamente nerviosa, pues terminó la sesión con un último pase que incluyó penetración total de su dedo medio y apretó mi clítoris entre sus dedos medio y pulgar. Que bueno que terminó ahí, porque una vez mas y hubiera yo soltado un fuerte gemido.

Era obvio que todos estábamos muy calientes y todos dijimos que era hora de una siesta y nos retiramos a nuestros cuartos y a continuación follamos como animales. Me coloqué encima de él y logré dos orgasmos antes de que él terminara. Pero no era suficiente para mí, así que cambié de su verga a su cara y con mi vagina llena de su descarga le dije que me comiera el conejo. Volví a terminar y fue maravilloso. Me desmonté de su cara y le di en gran beso mientras el permanecía acostado con su cara llena con la combinación de nuestros jugos. Colapsé y caí dormida abrazada a él.

Nos despertamos y empezamos a preparar una pequeña cena, mientras lo hacíamos la conversación derivó a lo que había ocurrido. Creo que todos nos sentíamos un tanto incómodos a pesar de que lo habíamos gozado. Tina y Pedro comentaron que nos habíamos divertido y tenido gran sexo mas tarde. Todos coincidimos que, aunque atrevido, ninguno había tenido sexo, mas que con su pareja y que nuestro comportamiento había sido propio de adolescentes.

Tuvimos una cena formidable con abundancia de vino y empezamos a disertar que otras cosas sexuales nos animaríamos a hacer. En algún momento comentamos sobre los matrimonios de actores, que tienen fuertes escenas sexuales, que parecen muy reales y como los respectivos cónyuges superan los celos. No recuerdo exactamente como se desarrollo, pero decidimos hacer un concurso de videos sexuales. Cambiaríamos de pareja y dirigiríamos una corta escena de amor, donde permitiríamos besos y toqueteos, pero que con diferentes ángulos de cámara, pareciera que verdaderamente estuviéramos copulando. Esto suena bastante atrevido, pero en ese momento, calientes y medio ebrios, nos pareció muy divertido.

Pedro quiso dirigir la primera escena, así que Miguel y Tina la harían. Entramos a la alcoba y ambos se desnudaron. Pedro y yo permanecimos vestidos.

La primera pose fue con ellos acostados lado a lado, besándose y acariciándose. Como en las películas, Pedro no hizo acercamientos al pubis de Tina y mucho menos a la poderosa erección de Miguel. Dirigió entonces a Miguel para que lentamente bajara su boca a chupar los pezones de Tina y continuara su trayecto sobre el terso vientre y luego hizo que Miguel simulara sexo oral a su esposa besándola entre sus muslos. así mismo le indicaba a Tina que gimiera y moviera el cuerpo como si realmente estuviera ocurriendo. Luego los cambió con Miguel recostado de espaldas y Tina haciendo el mismo recorrido lento hasta la entrepierna de Miguel. Pedro colocó entonces la cámara en el ángulo correcto y cubriendo a Miguel con el largo pelo de Tina ésta simulo darle una mamada, subiendo y bajando la cabeza. Esto se veía muy ardiente. Después la colocó a horcajadas sobre el regazo de Miguel como si lo estuviera cabalgando. Los gemidos de Tina no creo que fueran totalmente fingidos, pues su clítoris quedaba en esa posición, en contacto con el pene de mi marido. Y como gran final, mientras Tina se acostó de espaldas con las pienas abiertas y Miguel sobre de ella. Una sábana les cubría de la cintura hasta media pierna y ellos simulaban cópula hasta orgasmos fingidos. Miguel admitió después, que por poco no hubiera sido fingido su orgasmo, si se hubiera prolongado un poco el frote de su pene con el vello del pubis de Tina.

Nos fuimos al salón a ver lo filmado. Nos impresionó el realismo mostrado, se había realizado un excelente trabajo considerando que era un filme casero.

Ahora era nuestro turno. Parte de mí estaba ansiosa por empezar, mientras otra parte estaba preocupada por la agresividad ya demostrada de Pedro en la ducha. Además como Pedro había conseguido un buen trabajo. Miguel iba a querer superarlo.

Miguel nos dijo que nos desnudáramos y nos preparáramos y eso hicimos. Quiso que primero nos besáramos y acariciáramos ligeramente mientras yacíamos lado a lado. Mientras realizábamos esto disfruté plenamente mi primer beso con Pedro, Miguel inocentemente nos pidió que mostráramos generosos lengüetazos para la cámara, a lo cual no nos hicimos de rogar. Besarse de esta manera fue sumamente húmedo y desordenado. Entonces le dijo a Pedro que deslizara su mano sobre mis pechos y pellizcara mis pezones y después que pasara la palma de su mano sobre mi vagina. Pedro lo hizo así, manteniendo su mano extendida, pero cuando Miguel cambió de posición para buscar un ángulo diferente, Pedro inmediatamente empezó a frotarme suavemente el clítoris. Esto es lo que ya me estaba temiendo, sobre todo por lo mucho que me agradaba.

Miguel nos dijo entonces que hiciéramos lo que él y Tina habían hecho y de la misma manera, entonces me acosté mientas Pedro hacía su recorrido de mis labios a mi entrepierna, deteniéndose un buen rato y volviéndome loca al chupar mis pezones y después besando mi ombligo metiendo su lengua en él sin que los otros se enteraran. De ahí empezó a besarme los muslos y alrededor de mi pubis, hasta que, nuevamente aprovechando un cambio de posición de Miguel y que este último tapaba la visión de Tina, me dio una rápida lamida que me puso a arder, ahora era mi turno de hacer lo mismo con Pedro y no necesité muchas instrucciones para realizarlo. Me deleité con cada centímetro de su pecho y vientre mientras me acercaba a establecer la simulación de sexo oral. Cuando Miguel y Tina ejecutaron la escena, Pedro estaba de un lado con la cámara y yo del otro contemplándolos, por eso sabía que había sido totalmente fingido, pero cuando coloqué mi cabello para que tapara la verga de Pedro, ambos estaban del mismo lado, por lo que no pudieron observar como mi lado oscuro le devolvía a Pedro el favor dándole un par de lamidas en el glande y al notar que podía hacerlo impunemente, dejé que se deslizara dentro de mi boca.

Entonces Miguel me indicó que me colocara sobre Pedro para simular cópula, nuevamente no necesité muchas instrucciones y pude constatar lo que sospeché con Tina, que al mecerme sobre le pene acostado de Pedro colocado sobre mis labios vaginales, me producía un intenso placer. Llegó entonces el momento del gran final, tal como lo había indicado Pedro antes, Miguel me colocó de espaldas y con las piernas abiertas con Pedro entre ellas y encima de mí. Pedro empezó a simular la cópula rozando mi clítoris con su pene, con las sábanas cubriéndonos de la cintura para abajo. Pedro entonces me vio fijamente a los ojos y le devolví la mirada. Yo sabía lo que él quería y con los ojos me preguntaba si lo quería yo también, mis ojos se lo deben haber dicho muy claramente, pues a continuación sentí como su largo pene se deslizaba dentro de mi húmeda vagina y empezó a bombearla lentamente, Miguel le dijo entonces que lo hiciera mas rápido, pues no se veía real. Pedro lo hizo y si Miguel se tarda tres segundos mas en decir corte, hubiéramos tenido que dar explicaciones a nuestros respectivos cónyuges. Al salir Pedro de mí, coloqué mi mano por encima de la sábana sobre su verga y sentí como se humedecía la primera. Pedro lo entendió y secó rápida pero cuidadosamente su miembro sin que se percataran los demás, él y yo intercambiamos miradas y sonrisas maliciosas.

Vimos la película y cuando terminaba, Miguel me estaba acariciando los muslos, vimos hacia nuestros amigos y ya estaban fajando ardientemente. Bueno, las siguientes dos horas ambos matrimonios follamos juntos pero sin intercambios, solo enfrente de los otros y nos miramos y escuchamos mutuamente terminar. Fue el cierre perfecto para una jornada tan erótica. Nos reímos alegremente y nos dirigimos a nuestros respectivos dormitorios.

Regresamos a casa la mañana siguiente y comentamos los cuatro lo bien que la habíamos pasado y que deberíamos repetirlo. Desde luego que nuestra relación con ellos se ha estrechado. Cuando nos visitamos intercambiamos besos de lengüita y caricias de pechos y nalgas, claro que siempre y cuando no estén los niños alrededor. Pedro y yo no hemos vuelto a estar juntos, pero acordamos que si lo repetimos será en total acuerdo con nuestras respectivas parejas. Ya han pasado tres meses y no hemos planeado nada, pero sospecho que pronto lo habremos realizado.

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