Prefiero ver a mi amiga feliz, prefiero verla follar con otro

Hoy hace un año que recibí ese mensaje de Victoria, en el que me enteré de que de camino a su ciudad natal, iba a pasar unos días en Madrid, y para mi gran sorpresa, que me pedía (como si le diera apuro pedirme el favor, cuando en realidad yo lo haría encantado) si se podía quedar unos días en mi casa, concretamente dormir tres noches. Le salía más barato el vuelo si lo hacía así, y además podría ver y saludar a los amigos que tiene en la ciudad (típico, casi todo el mundo tiene amigos en Madrid)

Me sentí muy feliz al leerlo, y también afortunado, ya que era un poco raro: ella y yo solo nos conocíamos desde hace unos meses antes y de hecho solo nos habíamos visto tres veces, quedando con amigos comunes. Pero quizá le habían fallado otras opciones para poder pedir alojamiento, eran fechas que mucha gente está de vacaciones. Y por otro lado, aunque no tuviéramos mucha confianza, soy el típico chico atento, que trata bien a las mujeres y que las respeta, y seguramente ella ya había notado eso.

Por supuesto le dije que sí, y se mostró muy agracecida a pesar de que por dentro era yo el que más se alegraba de todo esto. Entre otras cosas porque yo llevaba creo que 4 años sin estar con una chica, y tener a Victoria en casa podía facilitarme mucho las cosas en cuanto a finalizar esa mala racha.

Se me hizo largo hasta que llegó el día de su llegada. Limpié y ordené mi piso hasta dejarlo impoluto. Llené la nevera de productos de primera calidad: ella seguro que andaba justa de presupuesto (es la típica viajera independiente, que deja su trabajo y se pasa meses viajando sola por el mundo) le diría que podía coger lo que quisiera de mi casa y seguro que eso le gustaba y le hacía sentirse bien en mi piso. También compré vino, cerveza y licores por si surgía la ocasión de tomarnos algo y eso le ayudaba a soltarse.

Terminé de limpiar justo a la hora a la que habíamos quedado, aunque no me sirvió de nada ser puntual, porque llegó casi tres horas tarde. Le escribí un mensaje pero parece que no le llegaba. Cuando por fin llegó a casa, me dijo que había llegado a mi barrio con antelación, y debido a eso había aprovechado a visitar a un amigo de ella que vive por la zona, y se les había hecho tarde. Y no recibía mis mensajes porque se había quedado sin batería.

El caso es que por fin estaba en mi piso. Charlamos bastante, con cierta soltura a pesar de que no nos conocemos mucho. Estaba preciosa, y eso que no iba muy arreglada, iba con ese look de alguien que está viajando, y que no tiene la ocasión de arreglarse tanto como cuando uno está en su casa, pero aun así tenía una belleza natural que destacaba. Por otro lado, me gustaba mucho de ella también su personalidad y carisma. Es 3 años menor que yo pero aun así se nota que ha visto mucho más mundo que yo, es más lista, espabilada y con más autoconfianza que yo, que soy bastante tímido.

Era ya algo tarde y fue un poco cortante a la hora de decirme que estaba cansada y quería dormir. No me importó, todavía me quedaban dos días para poder intentar algo con ella (era jueves y me quedaban las noches de viernes y sábado, lo cual sería un ambiente más relajado)

Al día siguiente estuve casi todo el día fuera como cualquier día normal de trabajo. Ella hizo algunas cosas por la ciudad pero cuando volví a casa ella ya había vuelto. Me molestó un poco lo que ví: parecía que estaba en su casa, con el aire acondicionado a tope, había dado buena cuenta de la comida de la nevera, no había fregado los platos, y estaba en el sofá viendo pelis con mi cuenta de Netflix y tomándose una copa de vino.

Pero no me molestó demasiado, al fin y al cabo mi deseo era que ella se encontrara bien y cómoda en mi casa. Además, si estaba bebiendo igual eso le ayudaba a desinhibirse un poco. Continuamos la peli juntos, comimos algo más, y cuando terminó charlamos y charlamos durante horas. El alcohol animaba la conversación, aunque no ví que se mostrara receptiva a un acercamiento por mi parte. Decidí no intentar nada, pero sí avanzamos mucho en nuestra amistad… hasta ese día realmente solo éramos conocidos pero ahora ya se puede decir que éramos amigos y casi confidentes. Constaté que Victoria me gustaba y mucho. Me encantaba su personalidad, teníamos cosas en común, era divertida e inteligente, y de físico me encantaba. Me dolió cuando nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Saber que estaba ahí al lado, durmiendo solita y no poder ir ahí y dormir abrazados. Pero quedaba un día más, y era sábado.

La mañana del sábado me desperté tarde y aun así ella parece que seguía durmiendo en su habitación. Iba a preparar un desayuno rápido para mí, pero pensé que mejor aprovechar y hacerlo para los dos. Me lo curré un poco más, preparé un desayuno bien rico y completo, y cuando ya la oí despierta y me dio los buenos días desde la habitación, se lo llevé a la cama. Por supuesto le encantó, tenía una sonrisa de oreja a oreja. Desayunamos los dos, ella más cómoda en la cama, yo no sabía donde ponerme, al final me senté en la cama y comimos y charlamos.

Durante la mañana yo estuve haciendo recados y tareas de la casa y ella con su PC seguramente gestionando cosas que había dejado pendientes para su vuelta a España… seguro que hacía tiempo que no podía disponer de una buena conexión a internet como la que yo le ofrecía en mi piso. Se me empezaba a acabar el tiempo para intentar algo con ella.

Por la tarde, cuando yo tenía ya que atacar a la desesperada, me llevé un chasco que me dejó muy mal. Empezó a arreglarse, tomándose bastante tiempo en el cuarto de baño, y un rato más tarde la vi salir de su habitación enfundada en un vestido, un vestido que tenía algo de elegante y algo de sexy, pero tampoco excesivamente elegante ni sexy. Cuando vio la cara que puse al verla, me explicó que esa tarde-noche había quedado con Pablo, que era el amigo que vivía en mi barrio con el que se había visto al llegar a Madrid.

Estaba nerviosa, con esa tensión que uno solo tiene para una cita, con una cita con alguien que te importa, a quien quieres gustar. Me preguntaba si le quedaba bien y por otro lado si era adecuado para ir a una cita yendo elegante pero no demasiado, sin ser demasiado formal. Me acabó enseñando tres modelos diferentes… por mi parte para alegrar la vista me gustó, ver a Victoria tan guapa y arreglada me encantaba, aunque me dolía en el alma verla tan guapa para otro. Por supuesto le recomendé el que yo pensaba que le quedaba peor, aunque todo le quedaba genial, la verdad.

Me contó que Pablo estaba casado, pero Victoria veía cierto acercamiento hacia ella a pesar de estar casado, y que ya habían tenido algo entre ellos hace un tiempo, que quizá estaba resurgiendo. Me estaba hablando de sus amoríos y de un chico que le gustaba como si yo no fuera también un chico heterosexual… es que no se daba cuenta de que yo también tengo sentimientos y deseos?? Me tenía a mí ahí al lado, durante varios días, tratándola como una reina pero ella solo tenía pensamientos para un hombre casado que no le aportaba nada. Pero así son las cosas. Creo que el hecho de que él estuviera casado hacía que ella estuviera aún más prendada de él.

Al final llegó el momento y salió de casa para su cita, nerviosa como una quinceañera, guapísima, ilusionada y pensando en todo menos en mí. Yo tenía una mezcla de frustración, enfado, y de sentirme inseguro e inferior. Yo como pensaba que iba a pasar la tarde-noche con ella, no había hecho planes con amigos, así que no tenía nada que hacer el sábado por la noche. Estuve en casa viendo series y cené algo ligero, siempre con la esperanza en el fondo de que algo saliera mal y Victoria volviera antes de tiempo y quisiera pasar un ratito conmigo.

Entonces recibí un mensaje de ella. Se me puso el corazón a mil, porque igual era que ya volvía a casa. Pero cuando lo leí me llevé un bajón aún mayor que el de unas horas antes: no podía creer lo que me estaba pidiendo… me decía que habían cenado juntos, tomado algo, charlado, y que la cosa estaba yendo genial. Y que si no me importaba, que a ella le encantaría tener un sitio para que ellos pudieran estar más tranquilos, para tener intimidad, y que si podía ir con él a mi piso. Evidentemente él no tenía sitio, estando su mujer en casa. Seguro que Victoria pensaba que yo había salido con mis amigos y no estaba en casa y por eso me lo pedía. No supe cómo decir que no, y es que en el fondo quería lo mejor para mi amiga, y estaba claro que yo no tenía ninguna posibilidad con ella. Al fin y al cabo el motivo de ofrecerle mi casa había sido siempre ayudarla, tratarla bien y ofrecerle mi hospitalidad, así que no podía negarme. Chicas como ella son para otro tipo de hombres (pronto supe que Pablo era un auténtico macho alfa, alto, atractivo y seguro de sí mismo) y mis ilusiones con ella no eran realistas. Ella tenía la otra copia de las llaves de casa así que me vestí y me fui al cine, dolido pero contento de hacer feliz a Victoria.

Tras una experiencia un poco patética en el cine, donde todo eran parejitas y yo creo que yo era el único que iba solo (ver a parejas de adolescentes acaramelados y yo soltero y sin ninguna pareja en perspectiva fue duro), volví a casa. Entré intentando no hacer ruido. La confirmación de que habían finalmente ido allí eran sus zapatos a la entrada, y unas copas de balón vacías en la encimera de la cocina… parece que se habían preparado unos gintonics para acabar la fiesta en casa… y para terminar de entonarse antes de echar un buen polvo.

No se oía nada entonces. Para mi pesar, eso seguramente significaba que estaban ya exhaustos y descansando tras una buena sesión de sexo. Sin embargo, al rato de estar yo ya en la cama intentando dormir, les oí. Básicamente le oí gemir a ella, bastante notoriamente, y un poco a él, durante una media hora, que se me hizo muy larga. Es cierto que las dos habitaciones estaban al lado y compartían pared, pero creo que Victoria podría haberse cortado un poco, sabiendo que yo estaba ahí al lado. Pude constatar que ella disfrutó bastante, y de nuevo esa sensación de pena y baja autoestima, pero a la vez de alegrarme por mi amiga. Y un rato después oí algo de movimiento y oí abrir y cerrar la puerta de la entrada. Evidentemente Pablo tenía que volver a su casa, le habría dicho a su mujer que estaría con los amigos y al volver a esa hora parecería que volvía de estar de fiesta por ahí.

Por la mañana fui el primero en despertar. Cuando me estaba preparando el desayuno ella salió de la habitación. Su expresión era diferente a la del día anterior. Si ayer estaba nerviosa y pizpireta, hoy estaba relajada, feliz, satisfecha y con cara de sueño. Por supuesto me dio las gracias por el favor que le había hecho. Yo mentí y le dije “no importa”, y que me pidiera siempre cualquier favor que necesitara. Se notaba que le apetecía hablar, contarle a alguien lo que había sentido la noche anterior, y ya que me tenía ahí y que éramos amigos me soltó el rollo. Todo lo que había hecho en su cita, con todo lujo de detalles, incluso de la parte sexual me contó algún detalle. También me describió sus sentimientos, sensaciones y sus planes de futuro con Pablo.

Su vuelo salía a primera hora de la tarde. El plan era hacer las maletas, después a la hora del aperitivo quedar de nuevo con Pablo, que vivía cerca, esta vez los tres para que yo pudiera conocerle, y luego yo iría con Victoria al aeropuerto en metro. Pablo tenía coche pero no podía llevarnos, porque su mujer ya podía empezar a sospechar.

Ya estando los tres en el bar pude conocerle, y entender que Victoria estuviera prendada de él. Me estrechó la mano con fuerza y seguridad. Era alto, guapo de cara y se notaba que tenía un cuerpo tonificado. Voz varonil, pelazo, vestía bien… la verdad es que daba mucha envidia. No nos alargamos mucho tomando algo para ir con tiempo al vuelo. Cuando se despidieron yo me quería morir: se susurraron algunas cosas que no entendí, se abrazaron y besaron, un beso largo y con lengua. Él y yo nos dimos la mano de nuevo y ya me fui con Victoria al metro.

Sentado al lado de ella en el metro se la veía embobada, enamorada, con la mirada perdida. Me pareció que tenía los pezones duros. Igual con ese beso se había puesto cachonda, igual hasta había mojado las bragas. Y yo al lado de ella sin poder hacer nada. En el aeropuerto nos despedimos con un abrazo, donde aproveché para sentir su cuerpo contra el mío y disfrutar de su perfume.

——

Afortunadamente Victoria no tardó mucho en volver a Madrid: durante las siguientes semanas, me dijo que seguía hablando mucho con Pablo, que todo iba muy bien entre ellos, y que su matrimonio se estaba desmoronando a gran velocidad. Que estaban haciendo planes de vivir juntos, que él iba a dejar a su mujer y que iban a empezar una vida juntos en Madrid. Él tenía que seguir en la ciudad por trabajo, y ella podía buscar trabajo aquí. Me dolía saber que les iba tan bien, pero saber que Victoria iba a vivir en mi ciudad me ilusionaba.

Pablo me frustraba bastante: mientras yo no tenía a nadie a mi lado, ese cabrón tenía a dos mujeres a la vez. Pensé por un momento en intentar delatarle, pero no tenía ni idea de su dirección exacta ni conocía a su mujer, así que lo descarté.

Pronto ya me dijo la fecha de su vuelo hacia aquí, y de nuevo me pidió quedarse en mi casa, hasta que ellos se buscaran un piso. Hasta que llegó la fecha seguimos hablando mucho. Yo me metía en su Facebook e Instagram, y disfrutaba de todas sus fotos en las que estaba preciosa, tanto las nuevas como todas las que tenía de años anteriores… con ropa de trabajo, vestidos de fiesta, bikini, fotos después de salir a correr con unos leggins y top deportivo bien ajustados… a veces me masturbaba pero otras solo la admiraba, o soñaba despierto con que era mía. Ese pelazo negro a la altura de los hombros que yo nunca iba a acariciar, esa sonrisa simpática y risueña que era para otro, y esas tetas (de buen tamaño, redondas y turgentes) que yo nunca iba a poder tocar. Por lo menos ahora había otro que iba a disfrutar de eso, y ello me alegraba, de lo contrario sería un desperdicio que nadie lo disfrutara.

La verdad es que me estaba enamorando de ella, no podía evitarlo. Por su parte, me decía que me estaba convirtiendo en alguien muy importante para ella, que ya me veía casi como un hermano. Y que curiosamente, me veía como un hermano pequeño a pesar de ser yo algo mayor que ella.

Unos días antes de llegar me dijo que el matrimonio de Pablo estaba ya en las últimas, tanto que no quería ya estar en su propio piso, y me pidió que si Pablo podía venirse también hasta que ellos encontraran un piso, total, él ya había estado en mi casa. Por supuesto le dije que sí, todo lo que fuera ayudar a mi amiga me hacía feliz.

Pero esta vez a diferencia de la otra, yo me iba a aprovechar de la situación. Ya que ellos obtenían favores de mí, ellos me tenían que dar algo también, aunque sin saberlo. Había pensado en poner una minicámara en su habitación. Estuve mirando bastante en internet y al final compré una bastante cara y la instalé. Prefiero no decir dónde la puse, pero era casi imposible darse cuenta de que ahí había una cámara y se veía bastante bien la cama. Necesitaba ver a Victoria desnuda, si bien nunca podría tenerla para mí, pero sí verla. Y tenía curiosidad por verles follando, por saber qué era eso que él le daba y que la tenía loca por él. Por supuesto había elegido una cámara que grababa el sonido, para oírles bien durante el sexo, y porque quería espiar sus conversaciones.

Cuando llegó el día por supuesto fui al aeropuerto para poder ayudarla con las maletas. Esta vez traía más equipaje. Sus ojos transmitían ilusión, felicidad y emoción. Ya en casa, cuando estábamos colocando sus cosas en los armarios, llegó también Pablo con una maleta. Ella le abrió la puerta y de nuevo se fundieron en un beso increíble, largo y pasional. Después me saludó a mí también, al que era desde ahora su compañero de piso.

Comimos juntos en casa, fue Victoria quien cocinó para los tres. En la mesa viendo cómo ellos charlaban de sus cosas, yo observaba y me fijaba en muchas cosas: si conmigo era altiva e inaccesible, con él se la veía como una chiquilla insegura, fácil y necesitada de cariño. Yo miraba mientras hablábamos y veía esa ropa que tan bien le quedaba, que Pablo seguramente esta misma noche se la iba a quitar. Veía los tirantes de su sujetador… eso era todo lo que yo vería de esa prenda íntima, sin embargo Pablo se lo iba a quitar con sus manos. Esas caderas de las que yo solo podía apreciar la belleza de la curva que describían, y lo bien que le quedaban sus vaqueros o vestidos sobre ellas, otro las iba a agarrar mientras se la follaba a cuatro patas y así apretar más fuerte. En definitiva, cada parte de su feminidad para mí no era más que algo que alegraba mi vista o que me hacía desearla, pero para Pablo era una parte de ella que él iba a disfrutar al máximo. Éramos dos hombres enamorados de la misma mujer, pero uno con derechos sobre ella y otro no.

Pasaron la tarde juntos y cenaron fuera. Ya tarde yo estaba en mi habitación, con el ordenador preparado esperando a que llegaran, ya que podía ver la cámara en directo o bien grabarlo, pero quería verlo en el momento. Llegaron tarde y se me hizo eterna la espera. Cuando oí la llave en la puerta me puse muy nervioso.

Por fin les ví por la cámara entrar en la habitación, dar la luz y cerrar la puerta. Apresurados, se lanzaron a por la boca del otro, besándose intensamente, con mucha lengua, cubriendo de saliva los labios y cara del otro. Las manos de él se fueron a sus nalgas, primero por encima del fino vestido de ella, que pronto levantó para tener acceso directo a su piel. Solo llevaba un tanga por lo que todo ese tremendo culo estaba accesible.

Ella se apretaba y restregaba contra el pecho de él, acariciaba sus hombros, su cara y hundía sus manos en su pelo, mientras seguían dándose lengua. También las bajaba a ratos al culo de él, que se notaba duro y bien puesto bajo el vaquero. Tras magrearle y acariciarle los pechos un buen rato, Pablo le bajó los tirantes del vestido y por fin pude verlos. Tenía los pechos muy buen puestos y nada caídos a pesar de su tamaño. Eran claramente naturales, se notaba por cómo se movían cuando ella se movía, o por su forma cuando él los magreaba. Que por cierto, se estaba dando un festín y no era para menos. Los acariciaba, amasaba, se metía los pezones en la boca, ponía su cara entre ellos, disfrutando de ellos al máximo.

Pronto Pablo quería más y le siguió bajando el vestido hasta quitárselo y caer al suelo. Victoria lo apartó de una patadita y quedó solo con el tanga y los tacones. Pablo metió su mano a la ingle de ella y empezó a acariciarla el coño por encima del tanga. Supongo que a estas alturas ella ya debía estar chorreando ahí abajo y la tela del tanguita se deslizaba bien contra su sexo ayudado por el flujo. El paquete de Pablo parecía querer reventar dentro de sus vaqueros. Ella empezó a besarle el pecho, se notaba cómo inhalaba para disfrutar del aroma de él. Al estar ya algo agachada, Pablo le puso la mano encima de la cabeza indicándole que bajara más, y ella ya sabía lo que tocaba. Se arrodilló y empezó a desabrocharle los pantalones y pronto los bajó. La tranca de Pablo saltó como un resorte delante de la cara de Victoria. Tenía un buen pollón, sin ser exageradamente grande. Recta, ancha, con un glande brillante y babeante de su lubricación. Esa polla merecía que se le diera atención, que se relajara su tensión. Victoria se lo metió ya de primeras hasta donde pudo, evidentemente no le cabía en la boca hasta el fondo. Apretaba bien su boca para abrazar bien todo el trozo de carne y empezó el movimiento adelante y atrás, con la mano de Pablo sobre su cabeza guiándola. Estaba claro que la tenía a su merced.

Mientras Pablo seguía desvistiéndose, se quitó la camisa y también como pudo los pantalones del todo y los apartó. Victoria estaba embelesada, concentrada en la mamada. Se podía ver como tenía ya los pezones como piedras. Ahora él tenía sus manos en las mejillas de ella, como apretando para sentir más, y se movía adelante y atrás como si la estuviera follando la boca.

Despues de unos cinco minutos así Pablo, sin preguntar, levantó a Victoria con un movimiento firme y la llevó a la cama, le hizo girarse hacia la cama y empujó su espalda indicándola que se agachara sobre la cama, quedando con los pies en el suelo y las manos sobre la cama. Desde atrás le quitó los zapatos y tras eso le bajó las bragas. A pesar de tener la polla ya bien lubricada, pasó su mano por el sexo de ella para empaparla bien de flujos y con ellos se embadurnó un poco más el miembro, y no tardó mucho en enchufársela en el coño desde atrás, casi entera ya en la primera embestida. Victoria soltó un gritito de placer pero que dejaba ver también que Pablo estaba siendo un poco brusco.

Empezó a follarla así, con las manos en sus caderas para poder empujar mejor. En esa postura yo no veía del todo bien pero parece que le cabía entera dentro. Le daba enviones realmente fuertes, metiéndola y sacándola prácticamente entera en cada embestida. Ella estaba prácticamente ida, con los ojos en blanco, disfrutando del intenso placer y de sentirse sometida de esa manera. Sus tetas se bamboleaban hacia delante y atrás con los enviones de Pablo. Al rato él se inclinó más y puso sus manos en los hombros, de forma que podía hacer mucha más fuerza, ahí ella ya empezó no ya a gemir, sino a gritar directamente. Entraba desde luego entera, con el cuerpo de Pablo golpeando directamente contra las nalgas de Victoria. Pablo tenía aguante, ya que incluso después de una tremenda mamada, siguió follándola el coño con intensidad durante no menos de veinte minutos. Pero ya parece que no aguantaba más, ella debió notar algo porque le dijo “sácala, sácala”, pero al contrario, pude ver cómo Pablo llegaba al orgasmo, a juzgar por su expresión y sus gemidos, y viendo como poco después bajaba el ritmo y después ya la sacaba del coño chorreante y abierto de Victoria. Por mi parte también tuve un buen orgasmo minutos antes.

Victoria parecía enfadada, y es que aparte de que se le habían corrido dentro (y bien dentro), ella no había llegado al clímax. Se tumbó esta vez boca arriba, tiró del brazo de él para que se pusiera a su lado, y le agarró la mano para llevarla a su coño. Pronto volvieron a fundirse en un beso largo y húmedo, constante, mientras Pablo estimulaba a su chica ayudado por toda la lubricación de ambos. A veces metía un poco un dedo pero en esa posición no podía hacerlo bien así que se dedicaba a estimular frenéticamente el clítoris. A veces descansaba de la boca de ella y bajaba a sus pechos, que lamía y mordía, cosa que a ella parece que le encantaba. Estaba de nuevo como ida, con los ojos cerrados, entregándose al momento y al placer. Pablo la tenía dura de nuevo así que también la mano de ella empezó a estimularle a él.

Ella parecía a punto de estallar, pero aguantaba su orgasmo, parecía querer alargar ese momento de placer extremo y que no acabara. Él se cansó de esa postura y pasó de nuevo a la acción. Se puso delante de ella pero de rodillas sobre la cama, con su polla enhiesta delante de la cara de Victoria. Mientras ella se masturbaba, Pablo alternaba entre follarla la boca y a ratos ponerla entre las tetas y moverla arriba y abajo. Esto ya fue demasiado para ella, que empezó a gemir cada vez más fuerte hasta que estalló, sin parar de frotarse el clítoris, pero convulsionándose, sacudiendo su cuerpo, gritando como una loca. Parecía estar sintiendo el mayor placer que una mujer puede sentir.

Esta visión seguramente también tuvo un efecto en Pablo, que no tardó en correrse de nuevo. El primer chorro cayó sobre el pelo y la cara de ella, pero entonces apuntó debajo y echó el resto sobre los magníficos pechos de Victoria. Tras apartarse Pablo e irse a la ducha, la visión de ella era difícil de olvidar: agotada con los ojos cerrados, recuperando el aliento, el pelo desmadejado, semen en pelo, cara y pechos, y la mano aún en su sexo que brillaba con la humedad de la lubricación de ella y el semen de él. Por fin una vez recuperó fuerzas para levantarse, se duchó también y al salir del baño ya parecía una persona normal. Pero esa imagen seguiría para siempre guardada en mi ordenador, así como muchas otras.

Yo por mi parte ya bastante satisfecho apagué el ordenador, no sin antes hacer una copia de seguridad del vídeo, ese material era ireemplazable y tenía que asegurarme de no perderlo.

Por la mañana me desperté pronto, ellos aún tenían que descansar. Por la noche me había fijado bien en cómo eran las braguitas que Victoria llevaba anoche, y efectivamente en el cesto de la ropa sucia ahí estaban en la parte superior. Me las llevé de vuelta a la habitación y cerré. La confirmación de que eran esas, es que se notaban los restos de la excitación y lubricación de ella, por el olor y la textura. Me las llevé a la nariz y me embriagó el olor. Me hice una buena paja con ese olor y sobre todo con el hecho de saber que esa es una prenda íntima de Victoria, que muy pocos pueden ver y tocar, y que mi nariz estaba rozando la tela que horas antes estaba rozando la vulva de ella. Justo antes de correrme me las puse alrededor del miembro, y terminé ahí, fue increíble. Las volví a poner en la cesta, sabiendo que para cuando pusiéramos la lavadora estarían secas de nuevo.

No mucho más tarde despertaron y desayunamos juntos los 3, desde luego se les notaba satisfechos y felices. No tenían ningún reparo en besarse y hacerse carantoñas delante de mí, ni en decirse “te quiero”, de nuevo como ignorando que yo también tengo mis deseos y que me puede doler verles así. No sé si me daba envidia ella, él o los dos. Guapos y enamorados y yo solo y sin perspectivas de que eso cambiara. Pensé en aquellos primeros días de Victoria en mi casa… si me hubiera lanzado, si hubiera tenido valor, quizá todo habría sido muy diferente, y ese arrepentimiento me atormentaba. Pero así estaban las cosas, yo solo era el compañero de piso y amigo. Sin embargo, las cosas pronto iban a cambiar.