Quiero que un negro me embarace

¡Negro, préñame!

Estoy casada con un hombre maravilloso… Vivimos en una bonita casa en un buen barrio… Mi esposo viaja a menudo por negocios y planea hacer un viaje largo esta semana.

Sus largos viajes a veces me dejan sexualmente frustrado por lo que tengo que recurrir a jugar con mis juguetes… Mi mente comienza a divagar mientras juego con mi vibrador, frotando mi clítoris.

Puedo ver una imagen en mi cerebro… Es la de nuestro nuevo vecino… Es negro y muy musculoso… Pienso que podría ser un hombre muy dominante.

Fantaseo con una situación en la que estoy teniendo una relación con él desde hace tiempo… Nos hemos visto a menudo… Siempre cuando mi esposo esta en uno de sus viajes.

Recibo una llamada suya unas horas antes de que mi esposo se vaya de viaje… Me dice que le gustaría preñarme.

Intento explicarle que mi esposo me mataría cuando se enterara de que estoy embarazada y tendré un bebé negro… No escucha mis súplicas… Me explica cómo quiere que me prepare para esta noche.

Me dice esto antes de levantarme y me paso todo el día en mi trabajo en un estado de excitación, terrible, pensando en lo que pasará.

En el descanso para almorzar tal vez suene mi móvil y sea él dándome sólo una pequeña pista sobre lo que me hará y una ‘sugerencia’ sobre dónde y cómo debo estar cuando llegue a mi casa esa noche.

Preparo la cena y llega un poco tarde a la puerta de mi casa… La mesa está puesta y saco una botella de vino y un par de vasos para servirnos una copa.

Subo a quitarme la ropa… Cocinar desnuda no es una buena idea cuando estás excitada y es probable que derrames algo y te puedas quemar… Pero él lo quiere así.

Nos sentamos en la terraza mientras se pone el sol y él me cuenta el resto de sus planes.

Me encanta sentir el viento en mi cuerpo cuando estoy desnuda… Me encanta tomar el sol desnuda en ésta época tan cálida… Sospecho que mi vecino me ha visto muchas veces desnuda en mi patio trasero.

Cuando empieza hacer frío, por la noche, me voy a sentarme con él en un sofá de dos plazas en nuestro porche trasero.

Me muevo para sentarme en su regazo… Ya estoy mojada, igual como he estado todo el día, más o menos.

Me pregunto cómo supo que hoy era el día en que ovulo, ya que ni siquiera yo suelo llevar un registro de mis períodos tan exacto… Yo no soy muy organizada, y él sí lo es.

Me dice lo sexy que soy, mientras pasa sus manos arriba y abajo por mis costados y acaricia mis pechos antes de pellizcar mis pezones.

– «Quiero ver que se hagan aún más grandes.»

Me estremezco con sus palabras… Mi coño se siente como un vacío, tirando del resto de mi cuerpo hacia él, desesperado por ser llenado con algo.

No puedo resistir más… Me agacho para tocarme, pero me coge la mano y me lo impide, diciendo:

– «Esta noche, no recibirás nada que no te dé yo.»

Hago un ruido entre un gemido de frustración y una sonrisa… Él sabe que es el que me tiene que dar y yo, recibir… No me considero sumisa, pero cuando él quiere algo, se lo doy de inmediato y eso me excita y calienta en gran manera.

Mucha gente usa las palabras dominante y sumisa en las relaciones de sexo… Si es así, esta noche, él, como dominante, quiere preñarme, y yo, como sumisa, seré preñada.

Siento ahora que tras palparme mucho, se inclina hacia mí, toma mi pezón en su boca, muerde suavemente y luego me sonríe… Juega un rato con esto para calentarme mucho y luego me dice:

– «Vamos arriba.»

Sé lo que va a suceder… Si quisiera, podría decirle que no, y él lo respetaría… Pero no quiero decir que no… Él lo ha decidido así.

Se pone de pie, entramos a la casa y subimos juntos las escaleras hasta mi dormitorio principal… Es el dormitorio que compartimos mi esposo y yo… Las luces no están encendidas, pero la habitación no está completamente a oscuras… Una luz exterior entra por la ventana e ilumina la cama.

– «Acuéstate», me dice.

Sé que va a follarme fuerte y estoy lista para ello… Estoy apoyando la cabeza sobre mis brazos cruzados, mirándolo y esperando.

Vi cómo se desabotona la camisa, la dobla sin prisa… Lo normal en él es dejar caer sus ropas al suelo, con rapidez y tirarse encima de mí.

– «Qué malo eres», le digo.

Él me sonríe… Se desabotona los pantalones, se quita los calzoncillos y sus zapatos… Queda desnudo ante mí.

Yo abro las piernas, me muevo, espero provocativamente, y él se sube a la cama y me gira boca abajo… Me da una palmada en el culo, diciéndome:

– «Quédate quieta.»

Empieza a frotar mi espalda, comenzando por mis hombros, la parte de atrás de mi cuello, que se inclina para besar, y luego comienza a lamer mi columna hasta llegar a mis nalgas.

Parecen horas y tan sólo han pasado unos minutos, antes de que me diga que me dé la vuelta y lo hago… Me dice:

– «No puedo esperar mucho para ver crecer tu barriga y saber que estas preñada y que ese es mi hijo.»

Él coloca una mano en mi vientre, aproximadamente donde estará mi bulto y me dice:

– «Quiero follarte por detrás cuando estés con la barriga gorda y pesada por llevar dentro un niño negro… Quiero beber de tus pezones y verte retorcerte, sabiendo que fui yo quien te preño y lo volveré a hacer otra vez.»

Se sienta en la cama y me hace un gesto para que me ponga encima de él… Lo hago… Me la mete en mi coño y me dice que baje y me siente entre sus piernas… Me quedo totalmente empalada.

Inclinándose sobre mí, pasa sus manos por mi cuerpo, palpándome… Me coge mis pezones, que están tan duros que me duelen y me los estira, retuerce y aprieta… Disfruto mucho con todo esto.

Cuando se cansa de esta posición, me hace erguirme, arrodillada… Su polla queda ahora fuera de mi coño… Desliza sus manos debajo de mí, dándole acceso completo a mi entrepierna bien abierta y pudiéndome coger el coño como mejor le apetezca… Esto me calienta mucho, mucho.

Sentir sus dedos pasando suavemente por los labios de mi coño, que son gruesos y carnosos, le permite además, pellizcármelos y tirar de ellos hasta producirme dolor.

Luego toca mi clítoris y me vuelve loca porque sabe que soy muy sensible en ese punto de mi coño… Jadeo y me esfuerzo para abrir más las piernas para que me lo toque bien tocado.

Mi coño se esfuerza, anhelando algo, cualquier cosa que lo llene… Que se meta dentro de mí y que llene los lugares vacíos como la naturaleza quiere que se llenen.

Presiona primero con un dedo luego con dos dentro de mí y no puedo evitar que mi coño se apriete sobre ellos, pero los retira deliberadamente, dejándomelo más vacío que nunca.

– «Te quiero dentro de mí», le digo, sumamente excitada.

Él lo hace de nuevo, más fuerte, presionando esta vez con la palma de su mano contra mi hueso púbico y me doblo, desesperada por correrme.

Su polla negra está tan dura como una roca… La puedo sentir muy cerca de mí, pero sin metérmela dentro de mi coño.

– «Por favor», gimo buscando ser follada.

– «Dime que quieres», me dice, deteniendo el movimiento de su mano, aunque la presión permanece… Yo me retuerzo en busca del mayor placer posible.

– «Quiero que me folles…Por favor, fóllame.»

Él sonríe, inmóvil, y sé que quiere escucharlo todo.

– “Por favor, fóllame y córrete dentro de mí y déjame embarazada… Quiero tener tu bebé… Quiero que me folles cuando esté embarazada y con la barriga hinchada… Y quiero que lo hagas una y otra vez.»

Y él responde, follándome.

Su polla se desliza dentro de mí fácilmente, como si su polla estuviera hecha para encajar como un guante hecho a medida dentro de mi coño.

Su polla es grande pero la recibo bien y sin molestias dentro de mi coño… Se inclina sobre mí, acomodándose en la cama, hasta que no puedo soportarlo más y muevo las caderas… Él me está llenando el coño con su gran polla, pero todavía necesito más y lo sabe.

Entonces, él retrocede hacia atrás dentro de mí y yo empujo mis caderas hacia él para que no se vaya… Luego me la clava hasta el fondo y yo tengo que retroceder… Juntos comenzamos la larga caída hacia éxtasis, acelerando juntos a medida que ambos nos acercamos a nuestro clímax.

Me corro rápidamente y justo cuando ya me siento agotada, la cabeza de su polla choca repetidas veces contra mi cuello uterino, y me corro de nuevo, pensando en la cercanía de su corrida dentro de mi fértil vientre.

– «Córrete dentro de mí… Quiero sentir tu semen en mi vientre, preñándome», le digo jadeando, sin aliento.

Escuché, aunque nunca lo creí, que las mujeres pueden sentir cuando un hombre eyacula dentro de su coño… Los científicos insisten en que eso no es posible, pero ahora yo les puedo decir que si lo es.

Él explota dentro de mi coño lanzando un grito ahogado y un repentino estallido de temblor en mi cuerpo desencadena tener una tercera corrida.

Envuelvo mis piernas con más fuerza alrededor de su culo… Él permanece encima de mí, y su gran polla dentro de mi coño, mientras le murmuro a su oído para calentarlo y me siga follando:

– “Siento que me has preñado… Me has tirado mucho semen dentro de mi coño… Y si no, repetiremos hasta que me preñes… ¿Te apetece?

Su respuesta fue volver a bombearme de nuevo de coño con su gran polla hasta que nos corrimos una vez más… Qué final tuvimos más completo porque perdí la cuenta de las veces que nos corrimos.

En pocos meses, mi barriga sería la prueba de todo lo que estábamos disfrutando… Mi marido me tiraría de casa y tendría que irme a vivir a la casa de al lado… ¡Qué desastre de matrimonio por culpa de haberme enviciado de esa gran polla negra… No lo puedo evitar… Me mata de placer y quiero más… ¡Soy insaciable!

F I N