Se follaron a mi esposa delante de mí
El transporte avanzaba lentamente por las calles de la ciudad. Se trataba de una tarde lluviosa, fría… recargue mi cabeza en la ventanilla y cerré los ojos, deje que mi memoria volara una semana atrás, cuando sentado en un bar, acordaba los términos de un encuentro de mi esposa con Alejandro.
Quiero ir a tu casa, y coger con ella delante de ti. Tendrás el mejor espectáculo que hayas tenido en tu vida, si de verdad disfrutas que otros hombres se acojan a tu mujer, si haces las cosas como te indique, la llevare una semana conmigo a mi casa y cuando ella vuelva a tu lado… ¡me lo agradecerás mucho!
Acepte todos los términos y justo esa tarde mientras volvía a casa, Silvia debía estar preparándose para la cita, prolongue lo mas que pude el decírselo, hasta la tarde anterior, ella lo tomo con naturalidad, le dio gusto que yo decidiera que volviera a tener sexo ocasional, le entregue las prendas que Arturo me había dado y las cuales debía ponerse para recibirlo.
Me sentía cansado, hubiera preferido no estar presente en casa, pero Arturo lo exigió, al abrir la puerta… quede paralizado al ver a Silvia de pie en medio de la sala, me apresure a cerrar la puerta, ahí estaba, llevando esas prendas tan sugestivas, un corpiño blanco con encajes en color rojo, medias blancas de red, sujetas por un hermoso liguero blanco, una tanga blanca con los mismos encajes que el liguero, zapatillas negras con un tacón alto de aguja y pulseras al tobillo, sus labios pintados de un rojo intenso, su cabello recogido, se veía hermosa.
Camine hasta su lado, pude sentir el calor de su cuerpo, percibí un ligero temblor en sus piernas, me miro y dejo escapar un discreto gemido, paso sus manos por mi cuello y me dio un beso, y después… me susurro al oído.
¡Estoy muy excitada! Tengo mi rajita empapada por el deseo, ¡gracias por darme una oportunidad más de volver a ser cogida…!
Le iba a dar una respuesta, justo en el momento que tocaron la puerta. Silvia me miro interrogante y le dije. ¡Tienes que abrirle tu misma la puerta! Desde este momento, yo solo seré un espectador.
Me dolía la verga por la erección alcanzada. Solo de verla vestida de esa forma, Silvia abrió la puerta y Arturo entro, la miro fijamente y le dio un beso en la mejilla, cerró la puerta tras de sí y la tomo de la mano para llevarla a la sala, yo estaba sentado en el sillón, me miro y me saludo con normalidad, como si nos conociéramos de tiempo atrás, el espectáculo inicio casi de inmediato…
Arturo la beso en la boca, pude notar como Silvia era presa de un temblor en todo su cuerpo, después de unos minutos, se aparto de ella, la tomo de la mano y la llevo hacia la mesa del comedor, quito todo lo que había en ella y con gran agilidad la tomo de la estrecha cintura y la subió a la mesa.
Le pidió apoyar sus manos hacia atrás y separar las piernas tanto como le fuera posible, Silvia obedeció y dejo expuesta su rajita, la tela de la tanga estaba pegada a su sexo, por lo mojada que estaba, Arturo la despojo de la prenda, la tomo de las caderas y la acomodo justo a la orilla de la mesa, se arrodillo y comenzó a mamar la mojada raja.
La lengua pasaba lentamente por sus labios vaginales, una y otra vez, solo fueron necesarios unos minutos para que Silvia se retorciera de placer, pero Arturo no dejaba de mamar, de pronto puso la punta de su lengua en el inflamado clítoris… Silvia se dejo caer hacia atrás, quedando recostada sobre la mesa, sus gemidos se escuchaban por toda la habitación, yo trataba de no perder un solo detalle de lo que ocurría.
Pude ver un delgado hilo blanco que comenzaba a escapar de su raja, formando un pequeño charco sobre la mesa, era tanta su excitación que ella misma se despojo del corpiño, ahora solo quedaba en su cuerpo las medias y las zapatillas.
Arturo estiro sus manos y acaricio las tetas, masajeando con suavidad los hinchados pezones. La lengua seguía pasando una y otra vez, y de pronto… toco el turno del estrecho ano… Silvia dio un respingo al sentir la puntita tratando de hurgar su ano, no sé cuánto tiempo llevaba mamando la raja, pero lo que si se, es que mi esposa ya estaba tan excitada que haría lo que Arturo le pidiera sin dudarlo.
El temblor ya era más pronunciado, a momentos ella elevaba sus nalgas, quizá suplicando por ser penetrada, por fin Arturo se aparto, lentamente se despojo de sus ropas, su verga estaba hinchada, erecta, acomodo a Silvia en la orilla y le aproximo el trozo de carne, ella no espero, abrió la boca y comenzó a mamar con ansiedad.
Resultaba morboso ver como cabía esa verga larga y gorda en la boca de mi esposa, Arturo estiro la mano y ahora comenzó a acariciar la mojada raja, metía lentamente un par de sus dedos y los sacaba, aprisionaba el enrojecido clítoris y besaba las endurecidas tetas, Silvia se sacudió con fuerza, el orgasmo estaba por llegar…
Soltó la verga y un gemido de placer escapo de su garganta. Al tiempo que un chorro de líquidos brotaban de su sexo…
Recostada sobre la mesa, se sacudía en un gran espasmo de placer, estaba sudorosa, y no dejaba de temblar de pies a cabeza.
Arturo estaba de pie a su lado, mirando el espectáculo, la dejo descansar varios minutos… la ayudo a bajar de la mesa, ahora fueron a la sala, Arturo se sentó y Silvia comprendió lo que debía hacer, paso sus piernas por sobre las de él y se acomodo, lentamente la verga fue entrando, ella misma se fue sentando hasta tenerla completamente dentro, cerró los ojos, no sé si por pudor o solo lo hizo, comenzó a moverse lentamente, subiendo y bajando, era ella quien se penetraba, la verga comenzó a salir impregnada por un liquido blanco y viscoso.
No podía creer la forma como Silvia cabalgaba esa formidable verga, Arturo atrapo las tetas y comenzó a masajearlas suavemente; Silvia no dejaba de gemir, lo estaba disfrutando mucho. Por fin la aparto con un movimiento delicado, Arturo le pidió arrodillarse y mamara la verga.
Silvia se puso de rodillas, separo las piernas y se agacho a mamar la verga, ya me dolía la verga de verla en esa posición, de su raja no dejaba de salir su jugo vaginal, la verga ya había quedado limpia.
Ahora Arturo la tomo por la cintura y volvió a montarla, ahora estando de frente a él, pasados unos minutos, nuevamente la verga comenzó a salir impregnada de jugos vaginales, de pronto… Arturo paso sus fuertes brazos por las piernas de Silvia, con agilidad, se puso de pie llevándola ensartada, ella se aferro a su cuello, la subía y bajaba lentamente, que formidable posición, resultaba sorprendente ver como ese hombre de edad madura podía coger de esa forma tan formidable.
Sin sacarle la verga, se recostó sobre del piso, ahora Silvia quedo cabalgando, pero solo unos minutos después, ella se dejo caer sobre el pecho de Arturo, quien volvió a apresar las tetas, al tiempo que la besaba, la verga entraba y salía de forma rápida, el sudor de ambos se mezclaban, estaban acoplados a la perfección.
Jamás había visto a mi esposa disfrutar de una buena cogida como esa noche, casi era media noche cuando Arturo se levanto, se vistió, y me dijo con voz autoritaria… ¡mañana te llamare! Tienes una buena esposa…
Lo acompañe a la puerta, mientras Silvia seguía en el piso, aun su cuerpo seguía temblando, la ayude a ponerse de pie, fuimos a la cama y la deje dormir, justo ahora cuando estoy escribiendo este relato… ¡Silvia está en camino a casa de Arturo!