Sexo con quien menos me imaginaba
Antes de iniciar un viaje largo por trabajo, lo primero que pienso es en sí debo llamar a una amiga extremeña que se supone que vive en Murcia. Decido que no, porque tiene su vida ya formada y no quiero entorpecer ni entrometerme. Tengo varias llamadas de Yolanda que no he podido atender porque no he parado, al final la voy a llamar cuando me entra una llamada suya…
– Qué difícil es poder hablar contigo, ves si tuvieras WhatsApp, telegram o… sería más fácil.
– Buenas tardes ya casi noches Yolanda… ¿Qué tal estás?
– Jajaja… que sarcástico. Buenas tardes Carlos.
– Supongo que no me has llamado para decirme solo eso.
– Jajaja… pues claro que no. Tenías razón en todo.
– ¿En qué se supone que tenía razón?
– Pues en que no me he comido la cabeza y en la palabrita que me escribiste… lo has clavado. Fíjate cuánto has acertado que Ricardo quiere que cuando venga, lo primero es que nos veamos contigo. ¿Qué dices?
– Que se puede intentar y si nos caemos bien… porque no.
– Podíamos quedar esta noche tú y yo. No te lo he dicho antes por circunstancias biológicas.
– Ya me gustaría, pero mañana salgo bien temprano por trabajo y necesito estar muy despejado. Otro día sin problemas, que me gustaría mucho.
– ¿Cuándo regresas?
– Puede ser que a finales de septiembre y regresaré con muchas ganas.
– Jajaja… no te creo, seguro que encuentras a alguna incauta… jajaja…
De buena gana me hubiera visto con ella, pero no era de las mujeres que se conforman con un polvo rápido. Es de las que no tienen reloj y necesitaba estar más despejado. Tenía que conducir, rematar algunas cosas del trabajo en casa antes de dormir. Son más de la una y media de la madrugada, estoy rematando algo y ya el resto mañana en el hotel, desayunando o tomándome un café. Suena mi móvil que no he apagado, porque la víspera a irme de viaje lo dejo encendido por si surge algún imprevisto. Era Sonia, que no había sabido nada de ella desde el día de la playa. Su voz estaba cogestionada y prácticamente no la entendía, era un momento de estar metida en el hoyo más profundo. Le pregunté por la dirección de su casa y me la daba pero no la entendía, hasta que tuve que darle una voz y ya me aclaré.
No se podía salir a esa hora, pero no me lo pensé, lo mas que me podría caer sería una multa. No tenía ni idea donde estaba esa calle, GPS y todo solucionado. No había donde aparcar y lo dejé en doble fila, no creía que molestara a nadie. Me traía recuerdos parecidos con otra mujer, que si no me presente en su día en su casa, fue porque sabía que estaba acompañada y este no era el caso. Al abrirme su casa, puede observar que los ojos tan bonitos que tenía, habían perdido su color, su forma, pero no su belleza, aunque estuviera en esa situación.
Que nadie piense que me estaba esperando con una ropa para seducirme, que va, nada más lejos de la realidad, porque lo que llevaba puesto era lo mas anti morbo que se podía ver. La abrace e hice que se tranquilizara y luego rebusque en la cocina hasta encontrar tila, que se la puse triple y se la lleve. Durante más de tres horas no dejo de hablar, de llorar, de limpiarse las lágrimas y solo me limite a decir alguna frase suelta. Quería dejar que se desahogase. Luego si intervine con argumentos más sólidos y vi que por lo menos sus lágrimas iban cesando. La respuesta de ella a esos argumentos, era… “Como puedes expresar tan bien lo que siento, lo que tengo dentro de mi” y entonces recordé una leyenda que no se si es cierta, pero que a mí me gusta, porque la comparto plenamente.
Una vez que la vi más tranquilizada, le pedí que no me interrumpiera, que me escuchara bien y que además de escucharme que me oyera…. “Existe una leyenda que según quien la cuente se la achaca a unos o a otros, para mí la verdadera es la que dicen que viene de la tribu india de los cherokee. En la que se dice que dentro de cada uno de nosotros existen dos fuerzas, dos lobos que están en continua lucha. Es un conflicto entre el lobo negro que es la oscuridad y el lobo blanco, que es la nobleza y la luminosidad. Lo que viene a ser el bien y el mal, entre la humildad y la culpa, la alegría y el orgullo, todo eso nos define como personas.
Según como interactúes con esos dos “lobos” determinara como será tu vida y no vale compensar en matar al lobo negro, porque perderías el equilibrio, se trata de guiarlo junto con el lobo blanco por el buen camino.
Si lo logras el enriquecimiento personal es lo que se consigue, que te va bien a ti y a los que te rodean. En concreto esta leyenda habla de un abuelo y un nieto, que el abuelo le hace ver a su nieto que los dos lobos son fuerzas opuestas, una de esas fuerzas el mal, son la envidia, la arrogancia, la ira, , el ego excesivo, el sentimiento de inferioridad y algo muy importante… LA TRISTEZA.
La otra fuerza la de la bondad, es la paz, la humildad, la compasión, la piedad, la misericordia, la caridad… y según la leyenda el nieto le pregunta a su abuelo, que cual de los dos lobos ganara la batalla y este le contesta… el que decidas tu alimentar. Pero la otra versión y que para mí es la más interesante, el abuelo le contesta… que ambos deben de ganar, porque no se trata de una batalla de fuerzas, sino de un juego de equilibrios. Los dos se necesitan, por eso hay que alimentarlos a los dos y nuestro trabajo, que no es nada sencillo, es llevarlos a los dos por el buen camino.
Todas las personas y me pongo yo el primero. Tenemos momentos de estar arriba o abajo del todo, como en una montaña rusa. Cuando estamos arriba estamos que nos salimos, pletóricos, dichosos y luego en otros momentos nos embarga la desesperación, la tristeza, la rabia, el no poder respirar, el ser un llanto continuo…
El motivo de tener que alimentar también al lobo negro, es porque si no se esconderá, no le veremos y en cuanto te vea débil, atacara ferozmente, pero es que además el lobo negro lleva consigo, estrategia, dureza, tenacidad, coraje, determinación… que el lobo blanco no tiene. Hay es donde está el equilibrio. Con ellos se saca lo mejor de cada naturaleza.
La vida o por lo menos la mía, tiene momentos tristes y alegres, historias de amor y de desamor, de pérdida y de serenidad…. Debemos de reconocer nuestros miedos, nuestros errores… y si los reconocemos recibiremos buenas lecciones. Por eso hasta de lo malo, de lo peor he aprendido a descubrir algo bueno”
No es que le saliera una sonrisa, pero por lo menos el rictus de tristeza de su cara desapareció. Luego se dio cuenta de la hora, se dio cuenta de que estaba allí y empezó a pedir perdón, disculpas por haberme molestado. Le respondí con una gran sonrisa. Si hubiera querido me hubiera podido aprovechar de ella como hubiese querido, porque esta es un punto de vulnerabilidad altísimo. Me limité a decirle que me iba de viaje, que si se sentía jodida en algún momento, me podía llamar, escribir un mail… lo que quisiera.
Al salir a la calle mi coche no estaba y pregunté a un conserje que barría la puerta, diciéndome que hacía cinco minutos que se lo había llevado la grúa, me eché a reír. Llame un taxi y me facilitó donde llamar para certificar que se habían llevado mi coche. Efectivamente se lo habían llevado. Ya iría a recogerlo. Me encamine a mi casa y Marina espera en la puerta con su coche, se quedó sorprendida cuando me vio llegar en un taxi, le dije que me diera diez minutos, que fueron algunos mas, me di una ducha rápida, me cambié de ropa y como las maletas ya estaban preparadas no tarde más.
Nada más sentarme en el asiento sarcásticamente me dijo… “Parece que alguno ha pasado una laaaarga noche…” ni trate de explicarme, porque no se lo iba a creer. Sabía que teníamos dos horas y media a Murcia, lo que sería una buena cabezada. Una vez entramos en la autovía… “Carlos quería hablar seriamente contigo” y mi respuesta que no fue brusca, pero pudo parecerlo… “Marina, por favor ahora no, necesito dar una cabezada para sentirme persona, que no he tomado ni café”, se quedó callada y por fin pude dormirme, hasta que me despierta y pensé que habíamos llegado, no, había parado a mitad de camino para que tomara un café, nos bajamos y volvió a la carga…
– Supongo que algo te han dicho de que me marcho…
– Si algo me han comentado y algo dejaste entrever. Esta vez no te voy a decir nada, en cuanto regresemos como es la segunda vez, no insistiré por mi parte para que te quedes. Porque sé que se te ha tratado bien, salvo que viva en la ignorancia y como por ese lado estoy tranquilo, pues es cosa tuya y como no me vas a decir lo que pasa, pues lo dicho, en cuanto regresemos cerraremos este capítulo aunque no me guste perder a alguien tan buena en lo suyo como lo eres tú.
– Si es verdad, me he sentido muy bien junto a vosotros, pero cuando una se siente mal, incluso diría que sucia, pues lo mejor es dejarlo.
– ¡¡¿SUCIA?!! ¿Qué me he perdido…?
– Porque lo mismo mi marido ha dicho algo impropio…
– Para, para y para… no me metáis en asuntos de pareja. Tu marido a mí no me ha dicho nada que considere impropio y que yo sepa a nadie más, porque seguro que me lo hubieran comentado. Aquí se acabó la conversación sobre este tema.
– Lo mismo no…
No seguí la conversación, pagué y me fui a meter en el coche. Ya no hablamos el resto del camino. Eso fue lo más interesante de todo nuestro peregrinaje profesional. Todo fue perfecto, mejor de lo que hubiera esperado después de las bajas que tuvimos, lo que me demostraba que no hay indispensables. Más de tres semanas sin estar con una mujer y ardía en deseos de tener una buena compañía. Durante estos días se me había ocurrido una idea que lo mismo era una idea alocada, pero eran las que más me gustaban. La idea implicaría directamente a Sonia y Marina de momento.
Victoria me informa nada más llegar que una empresa que habíamos contratado para dar un aire distinto a nuestra web y a nuestro productos, que eran de Barcelona ya habían acabado la primera parte que les habíamos encargado. Como fue mi primer contacto con ellos fue un tanto atípico, primero que no había sido idea mía, que fue Victoria y espero a que estuvieran ahí para que no tuviera tiempo de decir no. Iré al grano, venían varias personas muy bien vestidas, que explicaban lo que hacían con unos ejemplos sobre productos nuestros que ya estaban pasados.
Lo traían todo bien aprendido, pero en el momento que les complique todo con algunas de mi preguntas, se sintieron perdidos y miraban a una mujer rubia, que parecía delgada, vestida de una forma bastante peculiar, cuando digo peculiar, no quiero decir que vistiera mal, solo que llevaba ropa con algunas tallas de más. Rubia, ojos azul claro, casi cristalinos. Mediría casi un 1,70 y no llevaba tacones, porque llevaba unas sandalias de dedo. Arrastraba el pantalón y la blusa que llevaba que era grande para ella, la llevaba bien cerrada en el cuello. Eso sí una cara de niña, preciosa, aunque de unos 35 años. Con mucho tacto afirmaba con la cabeza o negaba, según lo que dijesen, estaba claro que llevaba el control.
No había sido una presentación que me llamase mucho la atención, aunque reconozco que estaba algo mejor que la hecha por nosotros, pero tampoco para tirar cohetes y mucho menos para contratar a nadie. Ya me iba a levantar para irme, cuando una mujer bastante llamativa por lo buena que estaba, habla de pronto de nuestro logo, de mi logo. Que lo había diseñado yo solo. Dividen la pantalla en dos, mi logo y el nuevo. Reconozco que es más vistoso el nuevo. Pero hago la pregunta que para mí era vital, todo lo que había en mi logo, desde colores, formas, letras… tenía un motivo. Quería saber los motivos de nuevas cosas añadidas, pregunté por eso y añadí la coletilla de que el diseño era completamente diseñado por mí.
La mujer que lo presentaba, hiperventiló, seguro que tenía preparadas muchas respuestas para muchas preguntas, pero entre ellas no se encontraba esa. Miró de nuevo a la rubia, que descruzo sus piernas que tenía encima de su asiento, dejó su cigarro electrónico, se tocó varias veces la nariz y empezó diciendo… “Me llamo Anna Estela, pero me podéis llamar Anna, eso sí con dos enes. Da igual quien lo diseñara, en su día seguro que lo mismo y lo remarco, estaría bien, pero hoy parece más el de una funeraria, eso sin contar que se ve muy anticuado, es que si te fijas bien duele a la vista…” dijo más cosas que ya apenas escuche, porque me fijaba en Victoria, que la conozco y tenía ganas de ir a por ella y quitarle los pocos pelo que tenía, digo pocos porque llevaba el pelo corto y desordenado. Tampoco quitaba la vista a sus acompañantes que se miraban entre ellos y les pasaba como a Victoria.
Una vez que terminó casi una hora después, eso sí con todos los detalles del nuevo logo, lo que me decía que ella era autora o coautora del mismo. me levanté y con voz seria aguantándome la risa dije… “Muchas gracias por la exposición y Anna con dos enes, en breve tendrán una contestación” me fui a mi despacho y mientras estaba organizando carpetas, entró Victoria… “Perdóname Carlos, no sé de dónde han sacado a la niñata esa, ya les diré cuatro cosas…” la mire a ella y a Adriana que estaba expectante… “Victoria lo único que dirás, es que puede venir la rubia pingajosa que el coro que traía sobran”, Victoria no me entendía y en cierto modo Adriana tampoco, las dos coincidían en una cosa, que lo lógico era que por lo menos hubiera venido mejor vestida.
A mí me parecía haberla entendido y creía saber porque su forma de vestir. Así se lo dije a las dos y querían saber mi teoría, porque ellas decían que era una mujer acomplejada por lo que fuera, que era por algo físico… piernas feas, no tener culo, estar plana… y hay que saber que así, vistiendo de esa manera no se soluciona nada. Quise decirles mi opinión… “Para mí que estáis totalmente equivocadas. Quiere que se fijen en su trabajo, que presten atención a lo que dice y no a su físico. Por lo que deduzco que tiene que ser una mujer impresionante físicamente, que el resto de su cuerpo va en consonancia a su bellísimo rostro”, Adriana no dijo nada y Victoria… “Jajaja… Siempre tratas de ver, lo que nadie ve… no tienes remedio”, al decirme que ya lo tenían todo y como quería dar una cena o una comida a todos los que habían viajado durante tres semanas, le dije que lo preparara y que vinieran a hacer la presentación.
Al final era una cena, como la cena se iniciaba a una hora más temprana de lo habitual y por contratiempos de última hora, llegue con el tiempo justo, más justo imposible. Salude a alguna persona y fui a mi mesa, no era una cena para llevar parejas, en la mesa que me tocaba estar, estaban Victoria, Adriana, Marina, dos personas más, Anna y yo. Quedaba un hueco de una persona que a última hora se puso mal. Cuando vi a Anna flipe en colores. Victoria me dio una patada en el tobillo para que reaccionara. Iba con un vestido corto turquesa, con algunos adornos, la espalda la llevaba desnuda y los hombros del vestido caían sobre sus brazos dejándolos a la vista sus hombros morenos, sin marcas.
Lo que no había cambiado era su pelo, que seguía en un desorden ordenado, nada dejado a la casualidad. Se le notaba un pecho por lo menos generoso, sin sujetador y levantado, marcando un poco los pezones. Las piernas era bonitas, esculpidas y largas, bien bronceadas y brillantes, con unas sandalias coloridas y con un buen tacón, que hacían que su culito resaltase en todo su esplendor. Hice una seña a Adriana y a Victoria, se acercaron y en voz baja, susurrante les dije… “Pues tenías toda la razón… nada de tetas, el culo parece una carpeta y las piernas… madre mías las piernas… TIENE DOS…” Victoria me mandó a la mierda con un pellizco.
Anna se acercó, nos saludamos y olía que era una delicia. Nos preguntó cuando hacía la presentación y le dije que ya. la gente aplaudió, lo digo para que nadie piense que me fije mas en ella que en lo que presentaba. En la mesa le dije que me había gustado todo menos uno que había estado bien presentado, pero no reflejaba lo que quería. Quedamos en verlo al día siguiente. La cena entró en un momento gracioso y le pregunté por cuánto tardaba en peinarse, me dijo que no me lo iba a creer, pero que rondaba la hora o un poco más. En la mesa Victoria estaba a mi izquierda y Anna a mi derecha. Lo cuento porque por un problema en una de las mesas, tenían que montar otra mesa nueva y dije que se acoplaran en otras mesas.
Así se hizo y en nuestra mesa se colocaron dos más, nos apretamos un poco, ya era la hora de los postres y en ese apretarnos, mi pierna contacto con la de Anna. No es que me trastocara nada, pero no quería malos entendidos. Era una mujer además de inteligente, divertida y graciosa. En la cena supe algo más de ella, vivía en pareja, pero estaba en la cuerda floja y no quiso decir el motivo, según mi intuición por algo que ella pensaba que no veríamos con buenos ojos. Había momentos en que no se oía bien porque el tono de voz de los asistentes lo complicaba, por eso en algunas ocasiones tocaba hablar bastante alto o hablar al oído de Victoria o de Anna. Una de esas veces Anna me dice al oído… “¿Te parece bien que nos tomemos luego una copa por ahí?” justo en ese momento también Victoria quería decirme algo, exactamente que les dijera unas palabras a los asistentes.
Así lo hice, menos mal que Victoria está siempre atenta a todo. Fui breve, conciso, pero lo que exprese no fueron frase hechas ni nada para quedar bien o salir del paso. Luego al sentarme le dije en el oído a Anna donde quedábamos, le di la dirección de un sitio muy agradable para tomar una copa. Anna fue la primera en abandonar la cena con su gente. No llegó a la hora cuando me despedí de todo el mundo, aunque Victoria y un grupito querían quedar para tomar algo, no busqué ninguna excusa, dije que no y me fui. Cuando llegue Anna estaba esperando, dio unos golpecitos en su reloj con uno de sus dedos y me dice… “Eres el primer hombre que me hace esperar”, sonrió, me quito la mascarilla y me siento. Tengo un vaso de tubo que ella me había pedido y el hielo ya había desaparecido prácticamente.
– Lo primero… no he llegado tarde, porque no habíamos quedado a una hora exacta y ahora dicho eso, lo segundo… ¿Por qué quedar de esta forma tan misteriosa?
– Jajaja… directo, directísimo. Pues porque me apetece follar contigo, me pones cada vez que te veo y como ya mismo regreso a Barcelona, no quiero desaprovechar esta oportunidad.
– Jajaja…
– Que pasa… ¿Te asusta que una mujer te proponga una relación sexual?
– Todo lo contrario me ponen las mujeres decididas.
– Y ahora te preguntaras… ¿Y esta mujer que tiene pareja, de qué va?
– Pues te equivocas, no lo he pensado ni un segundo.
– De todas maneras te quitare las dudas, estoy con mi pareja en un kit kat, nos hemos dado un tiempo.
– Ahora si tengo una curiosidad… ¿Qué tiempo lleváis juntos?
– Once años.
– Vaya… un tiempo interesante. (Se me escapa una sonrisa, pero no maliciosa ni de alegría, un simple gesto)
– ¿Y esa sonrisa?
– No me río, es un gesto. Es que todos los que conozco que se han dado un tiempo han acabado mal. Vamos cuando digo mal es que al final cada uno ha tomado rumbos distintos.
– ¿Qué les pasó, por qué lo dejaron?
– Hay de todo. Los motivos son muy dispares… por motivos laborales, las familias de ambos o de uno de ellos, motivos económicos, laborales, que la mujer gane más que el hombre… los hay muy diversos y algunas veces coinciden más de uno.
– ¿Me has investigado? Porque has clavado mi situación.
– Pues no te he espiado, ni investigado. Pero ya que dices que he acertado, dime en que.
– Las familias que siempre están con los cuchillos. El que yo gane más le jode mucho y luego el sexual que ha sido la punta del iceberg.
– No te voy a preguntar si lo quieres contar lo contaras.
– Jajaja… que malo que eres. Pues le fui sincera y desde que se lo dije es un sin vivir. Le confesé que había tenido algunas relaciones de forma esporádica con mujeres y que era algo que me estaba apeteciendo. Incluso le dije de participar, porque no me gusta con lesbianas, me gusta con mujeres heteros. Me gusta seducirlas. Desde entonces no hemos tenido nada entre nosotros, ni tampoco con nadie, por lo menos por mi parte.
– Pues no lo entiendo. Salvo que sienta herida su hombría.
Le pregunté a dónde nos íbamos y ella me dijo que ella se dejaba llevar. Le dije que nos íbamos para mi casa. En el coche seguimos hablando, me gustaba que no tuviera tabúes y si tenía alguna duda, la disipe cuando me preguntó por mis gustos sexuales… “Mis gustos sexuales están en cómo sea de receptiva la mujer o pareja con la que este” y sin dudarlo, ni pensárselo me dijo… “Te lo voy a poner muy fácil… me gusta el sexo anal, el oral, algo de BDSM, el bondage, la doble penetración, tríos preferiblemente con mujeres, aunque si es couple lo que más me gustan son los hombres. Un poco de sumisión y algo de lésbico. Creo que no me he dejado nada, ah bueno… algo de romanticismo viene muy bien” pocas mujeres tan sinceras me encontré, tan sinceras y dando tanta normalidad, prácticamente recién conocida.
Al llegar le pregunte que quería tomar y no me dijo nada en concreto, me pidió algo fresco y sin alcohol. Le pregunte si con burbujas o sin ellas y no me contesto, levanto solo los hombros. Se tomo su tiempo en salir y de lo que había pensado me equivoque en poco. Estaba completamente desnuda, solo llevaba los zapatos con tacón, que había llevado ese día. Muy buen cuerpo, un pecho muy bien colocado y los pezones color claro puntiagudos y mirando desafiantes hacia arriba. Algo de vello en el pubis, como un hilo vertical muy fino y un tatuaje colorido en el centro de la tripa, no era exagerado, bonito y significativo. Un tatuaje con buen gusto, que eso no se puede decir muchas veces.
Me levante con la intención de desnudarme para estar en las mismas condiciones, Anna no me lo permitió, ahora no era la mujer “arrogante” resuelta, expeditiva… me encontraba con una mujer entregada, dócil y con un brillo distinto en sus ojos. Un vez me desnudo, se colocó frente a mí, junto sus piernas las doblo y se quedó agachada en una posición totalmente sumisa, entregada y me dijo… “Estoy a su entera disposición, para lo que quiera ordenar”. Estire un brazo, puse mi mano sobre su nuca y la acerque hasta mi polla, empezó a lamer mi polla, no dejo que su lengua dejara nada sin lamer, lo hacía muy bien y con dedicación. No la había visto desnuda por detrás y el culito se lo vi de refilón. Hice que parara quería que se colocara sobre un sillón.
No sé lo que llego a entender, porque se levantó y se fue a donde dejo mis pantalones, tiro del cinturón que se deslizo y quedo fuera, libre en sus manos, lo doblo y me lo entrego, después se colocó de rodillas en el sillón, apoyo su cuerpo sobre el respaldo. No quise defraudarla, me fije antes en su culito, era más que hermoso, lo acaricié un par de veces, luego inicié mi “castigo” sobre ella. El primer correazo se lo di más suave que fuerte, ni se inmuto. Fui aumentando y seguía imperturbable, por eso los lleve al máximo nivel, se oía perfectamente cuando el cinto golpeaba en sus nalgas, ahora si se le veía hacer algún gesto y sobre todo se le empezaba a ver como gozaba.
Tenía muchos artilugios que seguro le gustarían mucho, pero esa primera vez, aunque no sabía si habría una segunda, no los sacaría a pasear. Su culito estaba rojo, rojo, roooooojo… una delicia, se lo acaricie y también pase mis dedos por su coñito, que estaba super mojado. Mi polla estaba bien erecta, como cuando estoy muy cachondo, se la pase a lo largo de su coñito, pero sin metérsela ni hacer el amago. La pasaba una y otra vez, ahora la azotaba con la mano libre y entonces si quería que se la metiese, rabiaba de deseo y no era una actuación, porque como se mojaba mi polla indicaba que eso se estaba convirtiendo en una catarata. Solo con los azotes y pasándole la polla Anna tuvo un orgasmo rayando la psicodelia y sin mostrar lo que iba hacer, sin preámbulos, le metí toda la polla que entro con mucha suavidad, dejando ella salir un gemido que más se asemejo a un alarido, estaba claro que era una mujer muy ardiente.
Y desde el principio la folle con fuerza, nada de suavidad y lo acompañaba con buenos azotes. Se corrió un par de veces más y se quedó recostada, con la respiración congestionada, no me parecía extraño porque era una mujer que se dejaba llevar. Dije de ir a la habitación y me pidió cinco minutos para respirar, la cogí y me la lleve en brazos. parece que se recuperó porque quería seguir follando sin demora. En eso coincidimos porque no me había corrido todavía y quería hacerlo. Hay una cosa que dentro de mis costumbres no puedo dejar pasar, que es comerme un coñito delicioso y la verdad que Anna lo tenía.
Casi nada más empezar me decía… “Que lengua que tienes es…” y lo siguiente era en catalán, no entendiendo muchas de las cosas que me decía, pero tampoco hacía mucha falta, porque el mejor traductor era su cuerpo, como se movía, sus gemidos y que sus palabras aunque muchas no las entendiera, llevaban un tono de máxima excitación. Se encorvo todo su cuerpo y su coñito se aplasto en mi boca en el momento que se corría, algo maravilloso de sentirla de esa manera. En cada orgasmo se vaciaba. Parecía que llevaba años sin sexo.
Hice que se diera la vuelta, era hora de follarme su culito. Quise tantearla diciéndole que no iba a usar lubricante y su respuesta era de convencimiento total… “Es muy grande, la más grande que me va a entrar, pero si me duele me joderé, hare lo que tu órdenes” la verdad me gustaba su entrega. Me costaba follarme su culo, la verdad que lo tenía apretado, no quería ser tampoco un bruto, hasta que había metido menos de la mitad y me dice susurrando… “Esta noche soy tu puta y por eso tienes que satisfacerte tú, no lo pienses, entra todo ya”, era más puta de lo que pensaba y me gustaba mucho, por eso le metí la polla hasta adentro.
Otra vez tuvo un gemido estruendoso y excitante, se tumbó boca abajo y me decía que quería mas, la entendí perfectamente, me tumbe sobre ella y mis embestidas eran fuertes y profundas. Pase mis manos por debajo de ella para disfrutar de sus tetas. Según apretaba sus pezones, según se los estiraba, ella lo gozaba mas y el movimiento de su culo era como un molinillo, no paraba de hablar, excitarse y se corría de nuevo, ya estaba a punto de correrme, quería alargar un poco mas el tiempo, lo que pudiera, porque me estaba poniendo muy cachondo y porque ella me decía que le venía otra vez. Cuando percibí que se iba a correr, empecé a correrme yo y no me hizo falta decírselo, porque mis gritos se oían por toda la casa.
Una vez termine de follármela me iba para el baño a asearme y ella me pidió algo fresco para beber. Le dije que enseguida y al salir del baño que no tarde mucho, me la encontré plenamente dormida, no quise despertarla, fui a por algo fresco y se lo deje a su lado, deje una luz de cortesía encendida por si se despertaba, me puse un pantalón corto y la deje sola. Me fui a la terraza, me puse los auriculares y música, sin quererlo me quede dormido y me desperté según salían los primeros rayos de sol. Me levante me fui a la cocina y prepare un desayuno completo para los dos. Después la fui a despertar, porque era imposible llevar el desayuno y le dije que antes de nada a desayunar, luego ya se asearía.
El desayunó era imposible comérselo todo, pero prepare varias cosas, porque no sabía que le gustaría. Tuvo buen saque y desayuno muy bien. Ella había quedado con Victoria y yo tenía que trabajar también. No había tiempo para mas, pero me hubiera gustado uno mañanero. Ella no quería llegar conmigo, porque no quería que se supiera o se sospechase que habíamos estado juntos. Cuando salió del baño y se vistió, le dije que mirara en un armario y en un sitio en concreto, para que viera mis “artilugios” para jugar en el sexo, sus ojos brillaron y solo me pregunto… “¿Por qué has sido tan malo y no los has usado ayer?” y le conteste que ya se lo diría. La respuesta era muy sencilla, así querría volver otra vez.
Llegue antes que ella al trabajo. Estuve reunido con Victoria porque iba a coger el toro por los cuernos. Era el tema de Marina, quería irse, no se sentía bien y la verdad que coincidimos los dos que era muy buena en lo suyo, era una pena dejarla escapar y por motivos ajenos a nosotros. Le explique a Victoria la idea que se me había ocurrido en estos días, teníamos unas app en funcionamiento, iban bien pero no como debieran y era porque había que dedicarle más tiempo y nuestro tiempo, la parte fundamental estaba dedicada a otras cosas. La idea era que la llevara ella con un grupo de personas, en un lugar distinto y para que pusieran mas interés, que tuvieran una participación en esa empresa. Como si fuera una cooperativa. Victoria encantada de la vida, porque siempre se quejaba que era algo que le quitaba mucha gente y la verdad que había sido una idea mía que se convirtió en un capricho, que iba bien pero que era ajena a el trabajo principal.
Vimos llegar a Anna, que sabíamos que en poco tiempo se iría. Entro a hablar y lo disimulaba muy bien, solo había un fallo, llevaba la misma ropa de la noche anterior. Nos comunicó que ese día se tenía que ir a Barcelona, que la reclamaban sus jefes. Quería tener una reunión con Victoria para dejarle unos detalles sobre su trabajo. Aquí me ofrecí para que me lo dejara a mí, mientras victoria se dedicaba a preparar sin falta lo que le había dicho. Me pregunto si quería hablar con Marina o que ella le contase algo, le dije que me encargaba yo. Anna se fue a por sus papeles y Victoria que no se le escapa nada… “Esta viene agotada, ¿Te has dado cuenta de que lleva la misma ropa de anoche?” le conteste que si me había dado cuenta y no le di más importancia.
Anna que se comportaba igual que siempre, se acercó a llevarme toda la documentación que quería dejar. Todos saben que cuando estoy con alguien, salvo que se caiga la luna, nadie puede molestar ni interrumpir. Anna entro y cerró la puerta. Al que darnos solo… “Esto es una mierda, tenía que seguir una semana aquí y van y me llaman para que vaya a toda prisa… es que…” me toco tranquilizarla. Me acerque a ella para hacerlo y sin más nos empezamos a morrear, paro de golpe y me decía… “Esto no está bien aquí, que puede entrar cualquiera… no podemos…” continue con el morreo y ella quería parar, me decía que el daba morbo pero le daba mucho miedo que nos descubrieran y yo sabía que eso no iba a pasar.
Acaricie sus pechos y en cuanto sentí sus pezones duros entre mis dedos, los aprete conscientemente de que le haría daño, su cara y su expresión me lo marcaban. Cada vez fui más intenso, hasta que se le empezó a abrir su boca, aunque no le salía ningún gemido, ninguna palabra, nada, pero en cuanto moví mis manos hacia abajo, ella sin decir nada me desabrochó el pantalón y saco mi polla. La solté y ya se puso a hacerme una mamada deliciosa, relajadora y que activaba todos mis sentidos.
Lo hacía con mas lujuria que la noche pasada. Tampoco podíamos estar toda la mañana enfiestados por lo que la hice levantarse, le quite las braguitas, la puse encima de la mesa y sus piernas sobre mis hombros, follándomela de esa manera. Quería ver su cara de zorra mientras la follaba, porque era una delicia ver su cara angelical como se le descomponía y se le ponía cara de zorra, reciñendo mis embestidas. Me gusto su cara cuando apretaba sus labios, se ponía colorada, sus ojos se abrían al máximo mirándome y como le llegaba el orgasmo. Una vez que acabo abrió la boca y soltó una bocanada de aire. No me pare y seguí follándola con mas ímpetu, hasta que de nuevo su cara cambiaba. Estaba a punto de correrme, me quite el preservativo y ella sumisa se acercó abriendo la boca, me corrí en su boca y me gusto sus ojos de sorpresa al recibir mi abundante eyaculación. Se arreglo, abrí los ventanales para que se ventilara el despacho y ella me dijo… “En cuanto vuelva y si quieres, si me dejas… te daré una gran sorpresa”
Es difícil sorprenderme y se lo dije, al margen de que no me hacían mucha gracia las sorpresas, pero ella insistía que esa sorpresa sí. Luego seguimos hablando de una forma distendida y relajada, donde le deje claro que lo mío no era tener relaciones ni largas ni cortas. “Eso me lo he imaginado cuando te he visto, con ese físico, con esa cara tan bonita y con tu situación profesional… si estas soltero y sin compromiso, es que no quieres ataduras” no era un análisis cien por cien correcto, pero no le lleve la contraria y lo di por bueno, pero no se quedo conforme y añadió… “Tu eres de los que no pasa mas de una o dos noches con alguien, para no enamorarte, por eso no debes de repetir muchas veces, seguro que te acercaras menos a las que tienen hijos y tampoco buscaras a mujeres sin compromiso, porque eso es otra barrera a que te enamores…. ¿Me equivoco?” mi contestación fue que se equivocaba mucho y después de eso ya solo pensaba en la organización de la fiesta de cumpleaños.