Sexo de toda clase sin ninguna clase de limitación
Si alguna vez te preguntan ¿cómo reconocés que una persona es bisexual?, seguro que lo primero que te imaginás, es un trio.
Bueno, a mi, como persona bisexual nunca me gustó demasiado esa definición… pero a decir verdad, si algo experimenté en mi vida que me pareció super bisexual culture es un trio. Así que esta es la historia, de como a tres amigxs las cosas se nos fueron de las manos y terminamos en una relación poliamorosa.
Mi nombre es Aurelia, Auri me dicen. Soy una joven estudiante que vive en Uruguay. Las otras personas involucradas son mi mejor amigo Lorenzo y su novia, Carla.
Probablemente para contar la historia del trio que nos importa, debería empezar por el principio, obvio… el problema es que el principio de esta historia se remonta a mucho tiempo atrás, tiempo en el que me acostaba con Lorenzo por un lado y con Carla por el otro, mucho tiempo antes de tener una relación de a tres.
Con Lorenzo todo empezó cuando eramos dos adolescentes y recién nos conocíamos en la universidad. Él, con un noviazgo muy serio y de muchos años con Carla, queria experimentar cosas nuevas. Yo, desvirgada hacia demasiado poco tiempo por un amigo de la adolescencia, vivía caliente y con ganas de encontrar nuevos garches. Así fue que empezamos a tener encuentros encubiertos en los baños de la universidad, siempre al limite, siempre esperando que nos encuentren. Más de una vez tuve que tragarme todo su semen de golpe porque alguien nos tocaba la puerta, y eso nos encantaba.
Mi vida sexual con mi amigo era muy activa, me cogía muy bien contra todos los escritorios que se nos cruzaban, casi siempre vestidos, apenas la tanga corrida y la pija afuera del boxer para estar preparados si alguien llegaba. Me encantaba que me cogiera en cuatro, con toda la violencia posible. Cuando teníamos más tiempo disponible, le encantaba chuparme las tetas mientras me tocaba, corroborando que tan mojada estaba para después darme en cuatro. Aunque definitivamente lo más relevante de nuestro sexo era como le gustaba que le chupara la pija. Esa pija inmensa, como pocas vi en mi vida, que se ponia dura y venosa con apenas una chupada… Me encantaba tragarme su semen una vez que acababa, y volver a chuparsela sabiendo lo sensible que estaba.
El tiempo pasó, yo asumí mi (bi)sexualidad.
Me llevó tiempo. Siempre lo supe, pero durante la secundaria decidí ocultarlo ya que sufria mucho bullying por mi apariencia poco femenina… durante muchos años preferí estar sólo con hombres para no llamar la atención. Por otro lado, no habia en mi colegio mujeres lesbianas, por lo que yo no tenía deseos por ninguna.
Mi gran problema, o solución, llegó en la universidad. Empecé a conocer un mundo lleno de lesbianas que me calentaban cada vez más, que me tiraban onda, las esquivaba y llegaba a mi casa tan caliente que necesitaba tocarme pensando en ellas para calmarme. Así fue como llegué a salir por primera vez con una mujer, y de una manera muy formal (pero esto es para otro relato).
La cuestión es que esa relación llevó a que yo dejara de coger con Lorenzo.
Fueron pasando los años y nuestra relación pasó a ser de pura amistad, pero de esas amistades tan especiales que han pasado muchas cosas juntas y comprenden todo una de la otra… aunque claro, lo que nosotros compartimos profundamente fue un sexo increíble, compartimos nuestros cuerpos desnudos, nuestros orgasmos y todo tipo de intimidades. Tal vez cueste creerlo, pero eso nos hizo inseparables.
Al mismo tiempo que esto transcurría, Carla me odiaba cada vez más. No sabia nada, pero en el fondo intuía que algo pasaba entre su novio y yo. En algún momento nos acercamos, nos hicimos «amigas», pero a mi me generaba mucha culpa, por lo que la evitaba un poco…
HASTA QUE! se enteró. Yo me había separado, hacía muchisimo tiempo que con Lorenzo no teniamos sexo, pero por nuestra confianza de contarnos todo, hablabamos constantemente de eso, haciamos chistes al respecto, y en medio de mi separación estos mensajes se acrecentaron. Fue en ese entonces que Carla los leyó, y me odió durante dos años más.
Pero un día, Carla dejó a Lorenzo. Y luego decidió que ella y yo reconstruyamos la no-amistad que habiamos empezado años atrás.
Esta historia podria terminar acá, pero no. Lo cierto es que nuestra amistad con Carla surgió rapidamente. Ella deseaba vivir la vida, salir, emborracharse y drogarse, volver a cualquier hora y dormir donde sea; vivir su juventud. Y yo era todo eso, un alma libre que cogía con todo aquel que se le cruzaba, con una bisexualidad totalmente asumida.
Así fue como comenzamos a salir a bailar, Carla y yo. Carla es una mujer muy erotica, de tan solo verla bailar, o posar para una foto, calienta. A pesar de que me considero bastante sexual, nunca pude sentirme tan sensual, y ella me dejaba totalmente pasmada… y caliente, claro. Por supúesto que el hecho de saber que ella tenía sexo con Lorenzo, un muy buen sexo, me calentaba y ratoneaba aun más, yo también quería probar de esos orgasmos que Lorenzo me contaba que ella tenía. Esa fue mi campaña, cogerme a Carla, hacerla explorar el maravilloso mundo de la bisexualidad, hacerle saber que sin pija de por medio también podia gemir de placer… y sucedió.
La primera vez que me cogí a Carla fue luego de una fiesta a la que fuimos juntas, habiamos tomado una botella de vino cada una, y una vez llegadas a mi casa, prendimos un porro. Asi de locas, ella se puso a leer unos títulos de libros, mientras yo, disimuladamente, comenzaba a acariciarle la espalda, metiendole de a poco las manos por debajo del buzo que traia puesto. No recuerdo como, solo sé que de un momento al otro la besé. Recuerdo pensar en ese momento que nunca nadie me había besado tan bien, nunca un beso me había calentado tanto de la nada. Y asi fue pasando la noche, nos desvestimos, ella tomó la delantera, se puso en cuclillas sobre mi, me besó, me chupó las tetas, luego acarició mi clítoris suavemente, con un temor lógico de una mujer que toca otro clítoris por primera vez, sabiendo lo brutos que suelen ser los hombres al hacerlo.
No repetimos muchas veces, porque luego de esto se vino el gran momento. Como ya dije, con Lorenzo compartimos absolutamente todo. Asi que tambien compartimos esto, le conté que me acosté con su ex novia (su gran deseo desde siempre, vernos coger juntas) y claro que lo utilizó para hacerse muchas pajas. Pero sobre todo, puso toda su energia en lograr que salgamos los tres juntos.
Mientras cogía conmigo, Carla se arregló con Lorenzo, pero sólo para poder seguir cogiendo. Mientras tanto, cuando con mi amigo nos contábamos de nuestras experiencias con Carla solo teníamos un deseo en mente, que compartíamos: hacer un trío. El problema era como decirselo a ella.
El plan fue el siguiente: ella cometió el error de aceptar mi invitación de ir a un recital, pero hacía unos días, ella lo habia invitado a Lorenzo a una fiesta, ese mismo día y en el mismo boliche. Estando juntos, pero sin que ella lo sepa, le mandamos una serie de mensajes dejándola súper comprometida a ambos eventos, para que terminemos yendo de a tres.
Llegamos al lugar, vimos el recital, y luego fuimos a la terraza a comer. Mientras allí estábamos, yo deslizaba mi mano por la pierna de Carla, por debajo de la mesa. Sabia lo nerviosa que la ponia, pero que también la calentaba, ya que según lo que ella creía, Lorenzo no estaba al tanto de la situación… aunque sí lo estaba.
Antes de entrar a la fiesta decidimos ir al baño.
Bendito sea el baño de mujeres cuando una desea besar fervientemente a su amiga.
Aprovechando que estabamos solas y un poco ebrias, la agarré, y la besé. Nos apoyamos contra la pared, chapamos furiosamente, subí su pollera y comencé a tocarla. Si este relato pudiera ser leído en esas salas de cine donde te tiran agua y viento, en este momento debería salpicar líquido hacia todos lados. El flujo que despedía Carla, el nivel de exitación que manejaba era perfecto, me daba lugar de forma instantánea de que pueda penetrarla con dos dedos sin parar, sabiendo que Lorenzo, probablemente excitado sabiendo lo que debería estar pasando en ese baño, nos esperaba en la puerta. Luego de su perfecto orgasmo, al que llegó mientras la penetraba y ella se acariciaba de forma fuerte y veloz su clítoris, nos acomodamos la ropa, retocamos el maquillaje y salimos al baile.
Haciendo como que nada había pasado, estuvimos bailando un rato hasta que, de esa forma tan erotica que relaté anteriormente, se puso a moverle el trasero a Lorenzo
sobre su pelvis; yo miraba, apoyada contra una columna, como el pene de mi amigo empezaba a notarse bajo su pantalón, imaginando como lo estaría sintiendo mi amiga contra su culo, seguro deseosa de que la cogiera ahi mismo, en cuatro, haciendola gemir… o eso era lo que yo deseaba que me haga. Y en esas miradas cargadas de sexualidad, ella me miró, y me hizo un gesto para que me acercara. De golpe estaba besando fuertemente a Carla, metiendo mi pierna entre las suyas para presionar su vulva y excitarla, mientas Lorenzo le apoyaba su excitado pene por detrás, y le metía la mano bajo la remera buscando un pezón, mientras que con su otra mano apretaba mi trasero ¡que imagen que se llevaron los del resto del lugar! pensar en eso aun me excita más.
Como esa, hubo al menos dos salidas más donde se repitió la situación: Bebiamos, fumabamos marihuana, Carla y yo teniamos sexo rápido en el baño del lugar, bailábamos, poníamos a mi amiga entre medio de los dos, y nos excitabamos mucho mientras nos besabamos y apoyabamos. A Lorenzo y a mi nos costaba mucho hacer algo frente a Carla, durante mucho tiempo ella estuvo enojada con ambos por la infidelidad que nos tuvo de protagonistas. Fue por eso que en una de las salidas, ella tomó la iniciativa: agarró un hielo, se lo puso en la boca, y me lo pasó mientras me daba un beso, se alejó y me exigió que lo repita con él. Fue maravilloso, hacia mucho tiempo estaba deseosa de besarlo, de que me apoye su terrible pene mientras yo le refregaba mi trasero en él.
Paso siguiente: El trio.
A esta altura, ya no solo eramos un potencial trio sexual, ya nos habiamos convertido en una pareja poligámica. Yo me sentía la representación de la bixesualidad
personificada.
Tuvimos algunos intentos fallidos, hasta que llegó el gran día ¡sexo de a tres!
En mi pequeña cama, convivíamos los tres. Yo, con muchas ganas de ser penetrada, tocada y besada por esos dos seres; Lorenzo, con su enorme pija parada, esperando a poder ser introducida en alguna cavidad de esos cuerpos presentes; y Carla, con toda su sensualidad, su conjunto de encaje con el que le encantaba jugar a sacarlo
y ponerlo, cuando yo solo quería sacar y poner mis dedos dentro de su vagina…
Mientras Carla me besaba, Lorenzo me chupaba un pezón como a el tanto le gusta hacer, para luego sumarse Carla por el otro lado. Un placer infinito, mientras tanto, él la penetraba suavemente a ella, lo que generaba una serie de movimientos muy excitantes en la cama, que me llevaban a acariciar mi clítoris, primero suave, luego más fuerte y rápido, hasta acabar mientras seguían colgados de mis tetas.
Ningún momento fue tan perfecto como aquel en que mientras yo estaba sobre Carla besándola, Lorenzo la penetró, apretándome a mi entre ellos, para que luego él me penetre a mi con sus dedos mientras seguía haciendola gemir de placer a Carla… En un movimiento veloz, se cambió el preservativo que llevaba para penetrarme de golpe, de esa forma que tanto me gustó siempre que lo haga, en cuatro, haciéndome gemir como nunca. Luego, para devolverle el recuerdo, le hice una perfecta felación, mientras Carla lo pajeaba, yo besaba la cabeza de su pene, lo apretaba entre mis labios, esperando ese ruido que emite cuando está por acabar, para luego tragarme todo su semen. Aunque sé que lo que el prefiere es desparramarlo por mis tetas, que tanto le gustan.
Me gustaria extender más este relato, pero lo cierto es que luego de esto decidimos terminar con la experiencia. Lo disfrutamos mucho, y hoy, bastante tiempo después,
nos acordamos gratamente de nuestra relación poliamorosa, la que yo considero una perfecta representación de mi bisexesualidad… y quien te dice, asi como yo
me exité mucho recordando estos momentos, tal vez ellxs también, y terminemos lxs tres tocándonos en soledad, cada uno por su parte, para recordar bellos
y excitantes momentos que pasamos juntos.