Simona es la zorrita tetona del pueblo ¡Todos sabemos quién es Simona!

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La catetona era el mote que tenía en el pueblo Simona Zorita.

Se contaba por ahí que en las fiestas del pueblo cuando era mocita venían de todos los pueblos cientos de tíos para ver el espectáculo de mujer que era ya de tan jovencita.

Culo, tetas, boca, piernas, todo lo que tenia te la ponía dura, nadie podía resistirse a una erección inmediata al verla, un autentico viagra natural.

Y a ella el jueguecito le encantaba, calientapollas empedernida, disfrutaba viendo a los tipos sufrir. También dicen que por eso se caso con el sargento Hontalbilla, para poder jugar a reventar pollas sin que nadie se pudiese ni acercar, y desde que tenía esa seguridad en el pueblo, era más calienta rabos que nunca.

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Doña Patro, al escuchar la petición del que incompresiblemente se había hecho con los mandos de su vida, le dijo sin aparente rencor:

– Está bien, confío en usted, pero yo no puedo convencer a Simona de nada, no tengo confianza con ella para eso…además sería un disparate, a ella no le gustan los garrulos, bastante tiene con ese guardia… pero… hay una manera de…

Lo decía mientras se abstraía pensativa, o al menos lo aparentaba.

– Yo le podría revelar un secreto de Simona y usted podría hacer esto que se le da tan bien. – Chantajearla. ¿hacemos el trato así?

Eufemio Toribio, emocionado por la posibilidad de cumplir su obsesión, acepto moviendo la cara de arriba abajo y abriendo los ojos como platos. En el fondo era un idiota irremediable.

-Diga diga doña Patro, ¿que secreto?

– Pues fácil. Simona tiene un amante

– ¿Queee? ¡Cacho puta! Y ¿quien, quien?

– Don facundo

– Que? El curaaa?

– Sisi, el mismo, por eso es tan devota y se hizo catequista. Para estar cerca del cura sátiro.

– Ahora ya te lo he dejado a huevo, el resto hazlo tú, y cumple. En cuanto te la tires te vas del pueblo, porque si no se lo diré a su marido, para que te de dos tiros cabronazo, que me jodiste el culo.

– Gracias Doña Patro, por fin cumpliré mi sueño, ya no la molestare mas, se lo aseguro…pero mire como estoy solo de pensarlo… señalándose la polla

– Déjeme en paz, asqueroso, salido. Es usted de lo más fulero. Ya se termino, que se ha pensado?

– No se me ponga tan digna Patro, venga la última, así se engrasa usted un poco, que estaba oxidada. jjjjjjjjjjjjjj

-No pienso hacer nada ¡¡maniaco!!

-Venga por culo, ahora que lo tiene calentito, total…una mas tampoco le va a hacer naa

Doña Patro se veía acorralada, sabía que lo mejor era terminar cuanto antes, el tipo conocía sus líos con Pepote el carnicero del pueblo y la tenia amenazada con contarlo a toda su familia. Cuando un garañón esta así de salido, no va a desistir, ni hay forma de convencerlo.

– Noooo!!! Como máximo métamela entre las tetas y va que chuta…

-Vale!

– ¡¡¡Pero lo ultimo!!! ¡Este no era el trato! Advirtió muy seria Doña Patro.

El tipo le puso el cipote en la canal . Sentía que dominaba la situación, por eso quería ir más allá todavía.

– Abra la boca que quiero escurrirme en ella, PUTAaaahh

– Céntrese y deje de decir porquerías o me voy de aquí, cochino.

– Vamos! Abra la boca, cacho puta! Y páseme la lengua por los guevos

– No no Nooo, dijo Doña Patro, a la vez que se erguía para dejar plantado a Eufemio. Estaba indignada por cómo se estaba desarrollando la situación.

Entonces Eufemio con un arrebato la cogió por el pelo y la hizo tumbarse de espaldas al suelo sentándose es su cara para que le lamiera los testículos y el ano.

– Vamos Doña PUTAAA cómame los guevos y el ojete que quiero correrme.

Y se movía de adelante a tras pasando los huevos y el culo por los labios de la Patro, que apenas podía respirar.

En una de esas comenzó a correrse y tan fuertes eran las contracciones que se le escapo una ventosidad, justo en toda la geta de la Patro, lo que lejos de avergonzarle le provoco la risa.

– JAJAJAJA

Ella lo sintió de tan mal gusto, que de rabia e indignación se tiro a morderle los huevos, y le engancho la piel de uno.

Eufe sintió como se enganchaba la quijada de la Patro, como un cepo cruel e indiferente, suplico que soltase preso del pánico y entre lagrimones de dolor. Pero la Patro no soltaba ni muerta.

Sabía que en cuanto se viese libre la mataría, así que decidió de un último tirón, arrancarle la piel a cuajo y salir corriendo.

Eufe se sujetaba gritando las bolas que habían quedado al descubierto y maldecía a la Patro mientras buscaba algo para cortar la hemorragia.

Más tarde, Eufemio trato de salir de la bodega donde se encontraba con la Patro a las afueras del pueblo, pero la Patro había cerrado a cal y canto.

Tardaron dos semanas en descubrir el cadáver por un vecino que había notado el mal olor que rezumaba la bodega y aviso a la Guardia Civil.

Cuando llego el sargento Hontalbilla, pudo ver el cuerpo tirado de espaldas, un charco de sangre a la altura de los testículos y algunas letras que Eufemio había tratado de escribir con su propia sangre. Nada claro, tan solo C U R, se veía más o menos claro, pero el resto eran manchas por intentos de poner algo más pero solo eso borrones y manchas.

Transcurrían los meses y en el pueblo se dio por hecho que el asunto tenía que ver con los vicios ocultos de Eufemio, que algún jueguecito se le habría ido de las manos. Un accidente con un desenlace desgraciado para él, pero nadie sospechaba por lo más remoto que pudiera tratarse de un homicidio.

Pero para Doña Patro pese al alivio inicial de librarse de su chantajista y de la cárcel por homicidio, las cosas no habían cambiado tanto, pues resulta que como era bastante beata le confesó al cura lo ocurrido, y este para su sorpresa, se dedico a chantajearla también.

Resulto que Don Facundo era un misógino pervertido y sádico, que obligaba a Simona Zorita a prostituirse con clientes que el mismo buscaba desde una página de contactos, también la azotaba y la obligaba a exhibirse desde una web Cam, y así mismo lo hacía con Doña Patro.

Organizaba viajes a Roma, o a Lourdes también a ayudar a no sé qué desamparados, y así los maridos cornudos nada sospechaban.

Simona también tenía sus “secretos” que inocentemente comento al cura, así que nada podía hacer nada más que obedecer.

En una de las sesiones en el interior de una capilla abandonada a las afueras del pueblo, el loco pervertido tenía a las dos mujeres atadas, vestidas con fina lencería y las penetraba por el ano de forma simultánea mientras lo grababa todo. Las escupía y tiraba del pelo, las insultaba y se reía y burlaba de sus lloriqueos.

De pronto se escucho un disparo y los sesos del cura se esparcieron como una ráfaga de lluvia. Las dos mujeres miraban aterrorizadas cuando escucharon la voz pidiendo tranquilidad y calma de Hontalbilla que tras desatarlas las extendió unas mantas y ropa.

Simona, llorando se tiro a sus brazos y el acariciando su pelo y fundido en un abrazo le dijo: no te preocupes, no hace falta que me expliques nada, yo te amo, y Pepote me conto lo que estaba pasando, solo quiero pedirte perdón por no haberlo sabido antes.

Simona guardo silencio mientras seguía abrazada a su marido. Al mismo tiempo aparecía Pepote que también abrazo y tranquilizo a la Patro, y le dijo, le he contado todo al sargento, quiero que a partir de aquí elijas tu vida, lo que ha ocurrido hoy jamás se sabrá, hemos llegado a ese acuerdo. Y Doña Patro señalando al cura dijo… pero…y….que

– Ya me encargo yo, ahora vete con Simona y el sargento

Pepote llevaba una bolsa con “la herramienta” y mientras se alejaban, el carnicero troceo al muerto y se lo echo de comer a los cerdos.

Nunca más se supo del cura pervertido, nadie jamás pregunto por él.

El sargento Hontalbilla jamás le pregunto nada a Simona.

El marido de doña Patro un día desapareció del pueblo y ella pasados unos años se volvió a casar con Pepote.

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