Sin mariconadas

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-Hija de puta, calientapollas – gritó Juan entrando por la puerta

-¿Qué pasa, tío?

-Toda la noche metiéndole mano a Sonia y la muy jodía dice que tiene que irse, dejándome con el calentón.

-Jajajaja. Pues ya sabes, a lavar a mano

-Cabrón.

-Jajaja

Julio no dejaba de reírse mientras Juan se encerraba en el baño. Al poco tiempo, salía más relajado.

-Vaya desperdicio de paja, coño – dijo Juan, sentándose al lado de Julio.

Julio y Juan compartían un piso de estudiantes. Ambos estudiaban en la misma facultad, y ambos tenían los mismos problemas con las mujeres. Mojaban poco. Casi todas las noches volvían a casa de vacío.

Bueno, más que de vacío, llenos. Con los huevos llenos. Y como la inmensa mayoría de los jóvenes, se tenían que conformar con sus ‘cinco amiguitos’. Esos que siempre están dispuestos. Que nunca dicen que no. Nunca les duele la cabeza. Nunca están en ‘los días’. No tienes que decirles ‘te quiero’. No tienes que sacarlos a pasear, ni comprarles cosas. Además de conocen desde pequeñito. Saben la presión justa que tienen que hacer. Cuando apretar, cuando soltar. Ya lo cantó Roberto Carlos..»Sois mis amigos del alma realmente mis amigos». Aunque la versión que conocemos la cambió por «Tú eres mi amigo del alma realmente un amigo». ¡La censura!

Como todo joven que se precie, tenían su buena colección de revistas y pelis guarras. Al vivir solos, no tenían que estar escondiéndolas de sus madres, cosa por otra parte inútil porque ellas saben que las tienes. Como saben lo que haces cuando te encierras en el baño un buen rato y sales acalorado. Pero son buenas y se callan.

Y como buenos compañeros, se las intercambiaban.

Una noche que no tenían plan, estaban los dos viendo la tele, aburridos. ¿Y qué hace un joven aburrido que no tiene nada mejor que hacer? Pues ver porno.

-Juan, joder. Sábado por la noche y los dos aquí sin pillar cacho.

-Y encima en la tele no ponen nada, tío. Vaya mierda.

-¿Nos ponemos una peli?

-¿Rambo?

-Coño, no. Una porno, joder.

-Claro, para ponerme cachondo y tener que cascármela luego.

-¿No te la vas a cascar de todas maneras?

-Pues…sí

-Pues entonces al menos te calientas bien.

-Vale. Pero pon una bien guarra.

Julio rebuscó en su amplio repertorio fílmico.

-Ummm…gorditas..no….lésbicas…no…zoofilia…no estoy para animalitos…ummm ¡Ésta!

Puso una de japonesas. Le gustaban las japonesitas. Tan chiquitas, tan lindas. Y tan guarrindongas.

Se pusieron a ver la película. Cuando la primera japonesita ya estaba cubierta de semen, los dos tenían las pollas a tope, formando sus buenos bultos en los pantalones.

-Joder, Julio. Esta no la había visto.

-¿Es buena, eh?

-Uf, tengo la polla a reventar. Si no estuvieras delante me cascaba un pajote ahora mismo. Pero mira….si casi no se le ve la cara a la chica.

-Pues por mí no te cortes, tío. Dale al manubrio.

-Coño, me da cosa.

-Jajaja. No me digas que te da vergüenza que te vea la polla.

-¡Pues sí, qué quieres!

-Yo también estoy palote. Y no voy a esperar a que te vayas a la cama.

Julio, para asombre de su compañero, se bajó la bragueta, se sacó la polla y se empezó a hacer una buena paja mirando como la segunda japonesa era rodeada por docenas de pollas. Juan lo miró, incrédulo.

-Vaya, no te cortas ni un pelo – dijo Juan.

-Cuando estoy caliente me da lo mismo 8 que 80.

Juan miró la película. La chinita ( para él todas las asiáticas era chinas) abría la boca mientras chinito tras chinito se la iba llenando de leche. No aguantó más y sin mirar a Julio, se bajó la bragueta y se empezó a pajear también.

Julio lo miró de reojo.

-Al final te decidiste, éh?

-Uf, estoy a punto de reventar.

-Y yo. ¡ Coño, el papel!

Ninguno de los dos había previsto las consecuencias de las improvisadas pajas. Pero estaban tan calientes que ni tiempo de buscar algo tuvieron. Se corrieron encima, cada uno en su propio pecho, dejando los camisas bastante pringosas.

-Vaya corrida, tío.

-Pues la tuya no se queda atrás.

Los rieron con ganas. Se fueron a limpiar y a cambiar de ropa. Eran buenos camaradas.

No tardó mucho en presentarse otra ocasión parecida. Esta vez Juan ya no tuvo problemas en sacarse la polla y pajearse delante de su amigo. Y esta vez iban preparados con un buen manojo de papel para recoger el fruto de su compartido onanismo.

Las pajas juntos viendo películas se convirtieron al algo habitual. Superados los primeros temores y vergüenzas, empezaron los retos.

¿Quién no ha competido de pequeño con sus amigos para ver quien meaba más lejos? Pues una noche, mientras veían como dos preciosas rubias le comían la polla a un negrazo impresionante, Julio, el más lanzado, dijo.

-A ver quien se corre antes.

Juan era muy competitivo, así que aceptó el reto. Miraban la peli, y de reojo la mano del otro subir y bajar por su polla. Los dos querían ganar, así que las pajas eran furiosas. Llegó un momento en que se olvidaron de la película y cada uno miraba fijamente como el otro se masturbaba como un loco.

Ganó Juan, que lanzando un gemido de placer llenó su pecho de varios chorros de espeso y blanco semen. Segundos después, Julio hacía lo propio en el suyo.

-Jajaja. He ganado, he ganado – dijo Juan, contento y canturreando.

-Grrrr, sip.

-Coño!! ¿Y qué nos habíamos apostado?

-Jajajaja. Nada. No quedamos en nada.

-Capullo.

-Jajaja.

La siguiente sesión pajeatoria ( no lo busquen en el diccionario. No está) fue el punto de inflexión en la relación de los dos amigos. La película elegida no era para tirar cohetes. Más bien flojilla. Julio le soltó.

-Oye Juan..¿Por qué no nos hacemos una paja?

Juan lo miró, con el ceño fruncido.

-Coño, pero si llevamos 10 minutos meneándonoslas.

-No, me refiero a…yo a ti y tú a mí..Pero sin mariconadas.

Juan se partió de risa.

-Jajaja! Sin mariconadas. Como en Torrente! jajaja ( Torrente, para los que no lo sepan, es una película española en la que Torrente le dice a un chico «¿Nos hacemos unas pajillas?, pero sin mariconadas»)

-Va en serio, tío.

Juan se puso serio también.

-No me digas ahora que me has salido mariquita.

-Que no, joder. Pero estoy harto de cascármela yo, de no pillar un bueno chochito facilón, de no tener un puto céntimo para irme de putas. Somos amigos, ¿No? ¿Qué hay de malo? No somos homosexuales. Ni tú ni yo. Nadie se va a enterar.

-No sé, tío. Creo que se me aflojaría la polla si me la tocas.

-¿Probamos? Si no…nos gusta, lo dejamos y aquí no ha pasado nada.

Juan, aunque la peli no fuera muy buena, estaba bastante cachondo. Lo que su amigo le pedía le parecía raro, la verdad, pero con el rabo tieso hay menos sangre en la cabeza ( la de encima de los hombros) y se piensa con menos agudeza. Julio notó que su amigo dudaba.

-Si quieres empiezo yo.

-No sé…

Julio no esperó a que Juan se decidiera. Se sentó a su lado y alargó la mano hasta ponerla sobre la mano de Juan. Juan quitó la suya, y Julio cogió su polla.

-Pues no se te afloja. Está dura.

Era la primera polla sin ser la suya que tocaba Julio. Empezó a mover la mano, suavemente, arriba, abajo. Miró a Juan.

-¿Sigo?

-Uf…sí..sigue.

Aumentó el ritmo. Juan miraba como su amigo le hacía una estupenda paja. Lo hacía mejor que las pocas chicas que le había hecho una. Sólo un hombre sabe como hacer una paja como dios manda.

-Agggg cabrón..que gusto..sigue..sigue…Me vas a vaciar los huevos…

Julio notó en Juan las mismas señales que él emitía cuando se iba a correr. Gemidos más fuertes, el cuerpo tensándose, a polla endureciéndose más, y luego, el primer chorro que salía disparado de la polla de Juan para estrellarse contra su barriga. Julio acompañó cada espasmo de la polla con apretándola, lo que hacía que los chorros saliesen con más fuerza. Juan gemía de placer, con los ojos cerrados.

Cuando los abrió y miró, vio su pecho y barriga cubiertos por su semen. La mano de Julio, aún agarrando su polla, también estaba cubierta. Julio sonreía.

-¿Te ha gustado?

-Wow. Vaya pajote. Que gustazo, tío.

-Te toca.

Juan miró la polla de Julio, que daba saltitos solas, llena de excitación. Ahora no sería justo echarse para atrás, así que como hiciera antes Julio, alargó la mano, agarró la polla de su amigo y empezó a devolverle la paja.

Julio gemía también de placer. No aguantó mucho y se corrió entre gruñidos de placer. Los dos amigos se miraron. Ambos con las manos llenas del semen del otro. Ambos con las barrigas cubiertas de su leche.

-Pero sin mariconadas, eh? -dijo Juan

Los dos rieron con ganas, haciendo que la tensión del momento desapareciera.

Esa noche, Juan, acostado en su cama, pensaba en lo que Julio y él habían hecho. No se sentía gay. Le seguían gustando las mujeres. Pero tuvo que reconocer que le había gustado mucho la paja que le hizo Julio. Y que hacerle una a él no fue tan..malo.

Al día siguiente, sin embargo, los dos ya con toda la sangre en la cabeza ( la de encima de los hombros), sentían un poco de vergüenza, así que hicieron como si no hubiese pasado nada. Dejaron incluso un par de días de ver pelis juntos, y volvieron a las pajas solitarias.

Juan incluso ligó con una chica y se lo restregó a Julio por la cara.

-Jaja, capullito. Esta noche la meto en caliente, seguro. Me han dicho que esa tal Dolores en un volcán en la cama.

-No será para tanto. No será para tanto.

-Espero que me deje sequito. Jajaja

-Suerte, compadre.

Suerte. Sí, sí. Resultó que la tal Dolores, a pesar de tener una merecida fama de calentorra, tenía dolores. Dolores menstruales, que la tenían de mala leche.

Juan intentó meterle mano varias veces, pero ella le decía que no. Que es noche no tenía el horno para bollos. Él insistió, hasta que ella, de mala leche, le dijo que la dejara en paz.

-Joder tía, ¿Qué te pasa?

-Pues que me duelen los ovarios, coño.

-Mierda. Pues tómate un saldeva.

-Vete a la mierda, tío.

Juan estaba desesperado, con la polla a tope. Dolores estaba buena, y tenía un precioso par de tetas y un culito redondito y respingón.

-¿Me la chupas?

-No.

-Joder. Pues una pajilla, al menos.

-Vete a la mierda tío. Que te la menee tu madre.

Lo dejó compuesto y sin paja. Se volvió a su casa con el rabo entre las piernas. Con el rabo tieso, se entiende.

Por el portazo que dio y el ‘joder’, Julio comprendió que no había sido una buena noche.

-¿Qué?¿Calabazas?

-Jodía Dolores. ¿Pues no va la tía y me dice que le duelen los ovarios? ¿Qué más le daba hacerme una mamadita o un simple pajote? Las manos no le dolían, coño.

Julio miraba divertido a su amigo. Vio que tenía un gran bulto en los pantalones. Se apiadó de él.

-Si quieres, te hago yo una paja… sin mariconadas.

Juan estuvo a punto de mandarlo a la mierda, pero estaba cachondo, necesitaba descargar las frustración que tenía. La frustración y los huevos, todo hay que decirlo. Qué más daba si la paja se la hacía Dolores o Julio. Además, en esos momentos le caía mejor Julio que la zorra de Dolores. Así que se acercó a su amigo, que estaba sentado y se quedó de pie, a su lado.

No hicieron falta más palabras. Julio alargó una mano, le bajó la bragueta, y con dificultad consiguió sacarle la dura polla. La agarró y empezó una suave y lenta paja. Los dos amigos se miraron, y sonrieron.

-Gracias tío…ummmmm que bien lo haces, cabrón.

-¿Sí?

-Seguro que la meneas mejor que Dolores.

Julio se dio cuenta de que su propia polla estaba dura. Y no era por ninguna película. Era por hacerle una paja a Juan, por tocar su polla. Le gustaba aquella polla, sentirla en su mano. Caliente, dura.

-Aggggg que bien.. sigue….sigue…

Miró a Juan, que había levantado la cabeza y cerrado los ojos, disfrutando del estupendo pajote que le hacía. Volvió a mirar la polla. Vio que de la punta empezaba a salir líquido pre seminal. Con el pulgar lo quitó, pero salía más. Juan debía de estar muy cachondo. Y él también. Sus ojos seguían clavados en la polla que se deslizaba entre sus manos. ¿A qué sabría ese líquido?

Acercó su cara, sacó la lengua y lamió el capullo de la polla de Juan. Éste, al sentirlo abrió los ojos y miró a su amigo, que con la boca a escasos centímetros de su polla lo miraba. Durante unos segundos se quedaron mirándose. Y entonces, Juan acercó una mano a la cabeza de Julio y lo atrajo hacia su polla.

-Cómeme la polla.

No tuvo que hacer fuerza. Julio abrió la boca y se la metió dentro, empezando su primera mamada. Como hombre, sabía perfectamente como le gusta a un hombre que le chupen la polla, así que se arrodilló en el suelo delante de Juan y se agachó para que su cabeza quedara más abajo que la polla. Tenía que levantar la cabeza, y eso permitía a Juan tener una visión perfecta de su polla en su boca.

A Julio le gustó mucho ver la cara de placer de su amigo, que lo miraba desde arriba. Empezó a mover la cabeza, arriba y abajo. Se sacaba la polla y se la pasaba por la cara, sin dejar de mirar a Juan.

-Aggggggggg que bien..lo haces….

Juan llevó una de sus manos a la cabeza de Julio y llevó el ritmo de la mamada. Su gran amigo, un hombre, le estaba haciendo la que sin duda era la mejor mamada de su vida.. Como hacía cuando alguna mujer se dignaba chuparle la polla, le avisó que se iba a correr. Esperaba que como habían hecho todas, Julio se sacara la polla de la boca y lo hiciera correr con la mano.

Pero Julio no se la sacó de la boca. Siguió mamando con más ganas hasta que Juan no pudo más y se empezó a correr.

¡Y qué corrida! – Gimiendo como un loco de puro placer, empezó a llenarle la boca de caliente semen a Julio, que intentó tragárselo todo, pero debido a la inexperiencia y a la gran cantidad de leche, gran parte se le salió de la boca y bajó por su barbilla y su cuello. Juan, en la cumbre máxima del placer, miraba como su amigo del alma, con los ojos cerrados, se tragaba lo que podía de su inmensa corrida. Oía el sonido de la garganta al tragar.

Cuando el orgasmo terminó, se quedaron mirándose. La polla aún en la boca. Juan respirando agitadamente.

Julio se sacó la polla, aún bastante dura, de la boca.

-Vaya mamada. Me has dejado sequito.

-A mi…también.

-Coño. ¿Eres gay?

-No…. No lo sé. Juan…

-Dime

-Estoy..cachondo.

-No te la voy a chupar.

-Hazme un paja

Era justo. Se sentó a su lado.

-Sácatela.

Julio se bajó la bragueta y se sacó la polla. Juan enseguida se la empezó a menear. En menos de 10 segundos la polla empezó a escupir su blanco contenido, esparciéndolo sobre su pecho y barriga, así como sobre la mano de Juan.

-Joder, si que estabas cachondo, Julio.

-A tope tío.

-¿Te puso cachondo chuparme la polla?

Julio cogió la polla de Juan, aún dura, y la empezó a menear con suavidad. Cada uno tenía la polla del otro en la mano.

-Pues…la verdad es que sí.

-Hazme otra mamada. Sigo cachondo.

-Quítate los pantalones

En un santiamén Juan se quitó los pantalones y los gayumbos y se sentó cómodamente en el sofá. Julio se arrodilló entre sus piernas, mirando la polla que sin saber por qué tanto le atraía.

-Cierra los ojos- le dijo- imagina que soy una mujer.

-Y una mierda. Me gusta ver como me la chupan.

Julio sonrió y se acercó. Sacó la lengua y la pasó a lo largo de la tiesa polla de Juan, desde la punta hasta los huevos, que lamió y chupó uno a uno. Luego, volvió a subir lamiendo hasta llegar al capullo. Lo chupó y después se metió la polla en la boca, empezando a mamar.

Juan miraba como su amigo le chupaba la polla. Lo hacía muy bien, el muy cabrito, dándole mucho gusto. Y en los ojos de Julio, fijos en los suyos, veía que él también disfrutaba de la mamada.

-A ver si puedes tragarte toda la polla, mamona.

Julio aceptó el reto y lentamente se fue metiendo más y más la polla. Llegó un momento en que tuvo arcadas, y con lágrimas en los ojos, se la sacó de la boca. Un hilillo de saliva colgaba desde su boca hasta la polla.

-Que no se diga. Inténtalo otra vez – ordenó Juan

Ahora aguantó la arcada y siguió metiéndosela. Sus labios llegaron al pubis. Tenía toda la polla en la boca, alojada en la garganta. Se sintió…orgulloso.

-Ummmm joder Julio…lo has conseguido. Eres una mamona de primera.

La mamada fue larga, lenta, llena de miradas, profunda. Juan gozó cada segundo. Y Julio también, pues se hacía una paja mientras le comía la polla a su amigo.

Esta vez ni una sólo gota se semen fue desperdiciada. Toda la leche bajó por la garganta de Julio hasta su estómago. El suelo también recibió su ración del semen de Julio, que lentamente se sacó la polla de la boca.

-Vaya mamada, tío. Mejor que cualquier mujer.

-Mierda, Juan. Me he corrido chupándote la polla. Me da que soy un poquito…mariquita.

-Jajajaja. ¿Y qué?

-Pues..que a mí lo que me gustan son las tetorras, los coños, los chichis, los potorros, los conejos, las conchas..

-Y mi polla

-Joder, y tu polla.

-Jajajaja.

Se fueron a dormir relajaditos los dos. Julio un poco más preocupado por su descubrimiento. Pero que coño. Si le gustaba, pues le gustaba y ya está. No era de los que se comían mucho el coco.

Por la mañana, Juan se levantó con la polla tiesa. No era una novedad. Siempre se levantaba con la polla tiesa. Alguna paja solía caer, si tenía tiempo. Tenía tiempo, pero en vez de una paja le apetecía más una de las estupendas mamadas de Julio, así que sin gayumbos y con la tiesa polla meneándose hacia todos los lados, se fue para el cuarto del nuevo mamador.

Estaba dormido. Sin hacer ruido se acercó y se arrodilló al lado de su cara. Le empezó a pasar la polla hasta despertarlo.

-Buenos día, tío. ¿Me comes la polla? Estoy cachondo perdío.

Julio, aún medio dormido, abrió la boca y Juan le metió la polla. Más que una mamada fue una follada de boca. Julio también se solía despertar con la polla tiesa. Juan vio la tienda de campaña bajo la sábana. No era justo que su mamador amigo no recibiera nada a cambio, así que se puso de manera que llegó con la mano derecha a la polla de Julio.

Mientras le follaba la boca, le hacía una buen pajote. Los dos muchachos gemían de placer, Juan por la mamada y Julio por la paja ( y por la mamada). Le gustaba tener la polla en la boca, oír a Juan gemir de placer.

-Agggg mamona…me vas a vaciar los huevos…

Eso hizo que Julio mamara con más ritmo, con más fuerza, y que se corriera, llenándole la mano a Juan de semen. Juan le soltó la polla y se miró la mano. La caliente leche de Julio le goteaba. Entonces, sin saber por qué, llevó la mano a la cara de Julio y le esparció su propia leche por la cara. Julio lo miró, sin dejar de mamar.

-Me corro tío, me corroooooooo

Las chicas que se la habían mamado nunca permitieron que se corriera en sus bocas, y menos aún en sus caras. Pero Julio no era una chica. Se había tragado con gusto su corrida dos veces. Después del primer chorro, le sacó la polla de la boca y se terminó de correr sobre su cara. Julio dejó la boca abierta.

La corrida mañanera fue bien abundante y sabrosa. Lo que le cayó en la boca, Julio se lo tragó con gusto. El resto también, pues Juan lo fue acercando a su boca con la polla, que Julio iba chupando.

Juan no sería gay, pero dejó de salir con mujeres. Con ellas no tenía más que calentones y muy de vez en cuando, algún polvete. Con Julio todo era más sencillo. Se la chupaba siempre que lo deseaba, y sólo tenía que meneársela a cambio.

Julio estaba encantado. Le gustaba cada vez más chupársela a Juan. Se hizo un experto en tragarse su polla.

Una tarde, en que arrodillado en el suelo con Juan de pie le comía la polla, le dijo.

-Juan, me da a mí que al final voy a ser mariquita, tío.

-No serás mariquita hasta que no te den por el culo. Tranquilo y sigue mamando.

-¿Quieres follarme?

-Joder. Pues sí, eres gay. No hay duda.

-¿Me follas?

-Te voy a romper el culito.

Julio se levantó y fue al baño a por crema. A mitad de camino, se paró en seco.

-Coño, somos dos tíos que viven solos. No tenemos cremas. JUAN! joder, no tenemos cremas.

-Espera.

Juan salió corriendo a su cuarto y volvió con un tubo de crema lubricante casi vacío.

-¿Y eso?

-Jeje, me gusta hacerme un buen pajote con las manos pringositas, aunque hace tiempo que no me hago pajas. Todavía queda un poco.

Julio se puso sentado en el sofá, con el culo en el borde. Juan se arrodilló en el suelo. Le dio el tubo de crema. Vio como su amigo se ponía una buena cantidad en los dedos y se untaba el culo. Los dos pollas estaban duras y listas.

-¿Estás seguro, Julito?

-Pues..no. Así que date prisa no vaya a ser que me arrepienta.

-De eso nada.

Acercó la polla al lubricado esfínter y empezó a empujar. Le costó meter la punta, pero con un golpe, la coló.

-Aggggggg coño, duele.

-No seas quejica.

-Jajajaja. ¿Eso les dices a las mujeres?

-Jajajaja. Pues no. Ninguna me ha dejado acercarme a su puerta trasera.

-Ve despacito.

Y fue despacito. La polla poco a poco se fue metiendo en el cálido y muy apretado culito de Julio.

-Ummmm tío..que gusto….que apretado estás.

-Siento que me vas a partir en dos. Métela toda.

Y toda la metió, hasta los huevos. La polla de Julio se movía sola.

-Uf, ya está. Tu primera enculada.

-Fóllame despacito. Me duele, pero también me gusta.

-Joder, y a mí.

Le sacó la polla hasta la mitad y se la volvió a meter. Poco a poco Julio se fue relajando y la velocidad de la enculada aumentó. Juan sentía mucho placer. Gemía. Julio también.

-Agggggggg que rico tío…dame por el culo…Tienes que probar.

-El mariquita eres tú.

-Fóllame más

Se lo empezó a follar más fuerte, metiéndole la polla hasta el fondo, con fuerza. Ya no había dolor, sólo placer. Placer que aumentó cuando Juan le cogió la polla y lo pajeó mientras lo enculaba. Los dos amigos, casi amantes, se miraban mientras follaban.

El doble placer que recibía Julio fue demasiado se corrió entre espasmos y gemidos, rociando su pecho con una impresionante cantidad de semen. Juan, sin dejar de encularlo, se lo esparció como si fuera crema solar.

-Te voy a llenar el culo de leche. Aggggggg que rico….te voy a follar todos los días, mariquita de mierdaaaaaaaaaaaaaa.

Julio sintió como el hirviente semen de Juan le golpeaba por dentro. Le encantó aquella sensación, aquel calor que lo quemaba por dentro.

Juan se quedó un rato mirándolo. No había sentido tanto placer follándose a una mujer. Le sacó la polla y se sentó al lado de Julio. Los dos con las respiraciones agitadas. Se miraron, y sonrieron.

Entonces, lentamente, Julio se acercó a él, acercó sus labios a los suyos, y lo besó. Un tierno beso que se transformó en un buen morreo. Juan cerró los ojos y abrió la boca. Las lenguas de los dos se entrelazaron la una con la otra. Se abrazaron, se acariciaron. Sintieron sus duras pollas frotarse la una contra la otra.

-Juan…si soy gay no me importa. Me ha encantado que me follases.

-Julito, amigo mío, a mí también me ha gustado mucho. Vete acostumbrándote.

-jajajaja. Voy a darme una duchita. Estoy todo pringoso.

Mientras Julio de duchaba, Juan pensaba en todo lo que estaba pasando. En lo que sentía. En lo que gozaba. En las malditas etiquetas. Hétero, gay. Mierdas.

Se levantó y fue al baño. Julio seguía en la ducha. Se desnudó y se metió en la bañara con él. Se volvieron a besar. Las pollas se volvieron a rozar la una contra la otra. Y Juan, lentamente se arrodilló delante de Julio. Se pasó su polla por la cara y se la metió en la boca.

-Ummm Juan….gracias…lo deseaba tanto…

-Y yo. Pero no quería reconocerlo.

Fue su primera mamada. La primera vez que una polla se corrió en su boca. La primera vez que se tragó el semen de Julio. Pero no fue la única. Vinieron muchas más. A los pocos días Julio le llenó el culito, primero de polla y después de leche.

Ya no eran simplemente amigos. Eran amantes.

FIN

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