Término en un trío con mi propia madre y la vecina

Mi madre, la vecina y yo

Capítulo 1

Como muchos miércoles, cuando las clases en la universidad lo permitían, me fui a comer a casa de mis padres. Bueno, realmente de mi madre, porque papá se la pasaba fuera del país trabajando. Ingeniero de profesión, había ido ascendiendo en la compañía y ahora era uno de los jefes de los proyectos de instalación de turbinas de viento en el extranjero, lo que representaba mucho tiempo fuera de casa. Mi hermana mayor también estaba fuera de casa, a punto de graduarse de postgrado en una universidad de otra ciudad. Yo apenas estaba empezando, 2do año de ingeniería en la universidad local y aunque tenía un cuarto en los dormitorios de la universidad, me gustaba acercarme a la casa cuando tenía tiempo. Estando a sólo unas 2 horas, podía aprovechar la piscina, mi cuarto grande y la comida de mamá.

Le había escrito un mensaje por el celular hacía rato y cuando llegué al mediodía, ya estaba la comida lista. Una de mis favoritas: pastel de pollo. Yo sabía que ella las preparaba con antelación y mantenía las raciones en el congelador para ponérmelas cuando yo venía a comer.

-Hola hijo- me dijo contenta, mientras me abrazaba -¿Cómo está todo?-

-Bien, mamá, gracias. ¿Y tú?-

Mamá no envejecía ni un poquito, seguramente tendría un cuadro colgando en alguna parte donde se iba poniendo vieja, como Dorian Grey. Jajaja. Vestía su acostumbrada franela de flores y falda amplia. No parecía haber engordado nada desde mis primeros recuerdos cuando igual que hoy, me daba la comida cuando yo llegaba del kindergarten.

Por un rato, ella me contó todas las novedades de la semana en relación a Mariela, mi hermana mayor, a mi papá que estaba en Etiopía, y de los vecinos en general. Yo comía despacio, disfrutando de mi pastel de pollo y mi vaso de refresco, incluyendo observaciones a sus palabras o comentarios generales. Nada importante, simplemente conversábamos bobadas.

-Por cierto- me dijo al rato, cuando me traía un café para mí y otro para ella y nos sentábamos en la sala -Se me estaba ocurriendo una cosa. Una cosa en la que tu podrías solucionar un problema-

Inmediatamente me sonreí. Desde que tenía edad suficiente, había ido reemplazando a papá en las reparaciones del hogar: una puerta que no cierra, una luz que no prende, una llave que gotea. A mí me encantaba ayudarla así que me preparé para ver cuál era la tarea que tenía que resolver hoy, sólo tenía un par de horas antes de regresar a la universidad o algo que tendría que hacer el fin de semana.

-Claro mamá, dime-

-No es una cosa de la casa- me dijo -Es… es algo un poquito más complicado-

-A ver. Cuéntame y ya veremos cómo te puedo ayudar-

-¿Te acuerdas de Marta? ¿La vecina de la casa que está detrás de la nuestra?-

-¿Martica? Claro. ¿Cómo está ella?-

-Justamente ese es el caso. Ella está un poco deprimida-

-Ah caramba ¿y qué le pasa?-

-Es el bobo de su marido o mejor dicho el viejo bobo de su marido-

-¿Está enfermo? ¿Qué le pasa?- pregunté.

-No, no es eso. Aunque a lo mejor sí es, jajaja- respondió mamá -Tú sabes que él es mucho mayor que ella ¿no?-

-Bueno… no lo recuerdo bien, pero si, creo que sí-

-Si, ella tiene… creo que 32 años y él cincuenta y algo-

-¡Wow! Eso es un montón. Sobre todo ahora-

-Así es. Él se está poniendo viejo y ella está entrando a sus mejores años. Tú sabes que la mujer en la treintena es cuando está más… activa-

-Jajaja. Como tú- le dije sonriéndole y acariciándole el brazo.

-Ojalá yo estuviese en esa edad, ya tengo 44- respondió agarrándome la mano y acariciándomela con cariño -Pero te agradezco el piropo-

-No es ningún piropo. Tú estás perfecta. Eres toda una MILF- le respondí. Ese es el apodo que le dan a las mujeres maduras en EEUU, por sus iniciales en inglés: Mother I’ll Like to Fuck, en español: Madres que Me Gustaría Coger.

-¿Una MILF? ¿Qué es eso?- preguntó ella.

-No te voy a decir. Búscalo en internet- le dije sonrojándome de pronto. En realidad nunca había pensado mucho en mamá como una mujer. A ver, obviamente ella es una mujer, pero siempre había sido mi madre, no una persona con sexo, con tetas. Por cierto que las tiene un poquito más grande que lo que me gustaban a mí, pero podría apostar que están duras todavía. Y las piernas también están bien…

-¿Qué estás haciendo?- me preguntó de pronto ella.

-¿Yo?- respondí dándome cuenta que estaba mirándola de otra forma.

-Si- me dijo entre sonreída y seria -Me estás mirando las tetas-

-¿Yo? ¿YO? ¡Yo no estoy mirando nada!- dije defendiéndome, aunque era absolutamente verdad que le estaba mirando las tetas.

Y entonces comenzó a reír mientras decía:

-Jajaja. Esta bien hijo, puedes mirarme las tetas. No tiene nada de malo, jajaja. Es más, me alagas-

Yo no diría tampoco que “tuviese algo de malo mirar”, pero era definitivamente un comportamiento distinto de lo habitual, eso de mirarle las tetas a tu madre y estar apreciando sus cualidades sexuales. -¡Dios mío. Y de verdad que ella está buena!- pensé.

-¿Y entonces?- dije cambiando de tema -¿No vas a decirme en qué quieres que te ayude? Espera, espera. Dijiste “que nos ayudes” ¿Es que tengo que ayudarlas a las dos?-

-Jajaja. Muy observador. No, en realidad es a ella quién hay que ayudar, pero la idea fue mía-

-Muy bien. Dime entonces qué es lo que tengo que hacer-

-A ver, resulta que el otro día vino a visitarme. Bueno, viene a cada rato y me encanta que lo haga. El caso es que ese día estaba más deprimida que de costumbre, así que en vez de ofrecerle un café, le ofrecí que abriéramos una botella de vino y empezamos a beber-

-La idea resultó muy buena- continuó diciendo mamá -porque poco a poco se fue relajando y contándome sus problemas. El primer problema es que tiene más de 10 años de casada y no ha podido salir embarazada.

-¿Y no ha ido al médico?- pregunté.

-Espérate, que todavía falta otra cosa- me dijo y luego continuó:

-El caso es que empezamos a hablar de la posibilidad del embarazo y resulta que ¡sólo hacen el amor una vez al mes!-

-¿Una vez al mes? Con razón. Así es muy difícil de “pegarla”- añadí.

-No sólo es difícil de “pegarla”, como dices, sino que sospecho que los espermatozoides del esposo no son muy móviles. Como te dije, tiene más de cincuenta. Pero no sólo es eso… ¡ella tampoco ha tenido nunca un orgasmo!-

-¿Cómo?- le dije sorprendido.

-Así es. Cuando empecé a interrogarla a ver si averiguaba si el marido tenía suficiente semen…-

-Pero mamá…- la interrumpí -qué conversaciones son esas-

-Estaba tratando de ayudarla- se defendió mi madre -y ayudada por el vino que fluía rápidamente…-

-Bueno, el caso es que- continuó contándome -no sólo hacen el amor una vez al mes, sino que ella se acuesta en la cama, abre las piernas y el tipo la monta, ¡zas, zas y listo!-

-¿Cómo que zas, zas?-

-Si, ella no tiene tiempo ni de sentirlo. Bueno, sentirlo sí porque tiene que ponerse lubricante para que no le duela, pero aparte de eso, apenas tiene tiempo de sentirlo acabar. Luego él se voltea y a los 3 minutos ya está dormido-

-Pero qué vida sexual tan triste. Ni siquiera es una vida sexual, diría yo- dije.

-Así es- corroboró ella.

-¿No pretenderás que hable con él, no?-

-Jajaja. No hijo, claro que no. Yo tuve una idea mejor: Inseminación artificial-

-¿Tú quieres que done esperma para ella?- dije alarmado.

-Mejor que eso- respondió con los ojos brillantes y una sonrisa pícara en la cara -Inseminación artificial… ¡directa!-

-¿Qué es eso?- pregunté confundido.

-¡Que te la cojas!- dijo ella exasperada.

-¿Que me la coja? ¿Pero y el marido? ¿Y ella? Explícame mejor, por favor-

-Bueno, primero que nada, el marido no tiene porqué enterarse. Ella lo quiere mucho, pero no cree que vaya a acceder a una inseminación artificial. Así que la convencí que si tú se lo hacías…-

-O sea que yo me la coja-

-¡Y de paso le proporcionas los tan necesitados orgasmos! Que ninguna mujer tiene que morir sin haber disfrutado de unos cuantos orgasmos-

-¿Y qué te hace pensar que yo puedo… darle esos orgasmos?- le pregunté un poco incómodo.

-Jajaja, vaya pregunta ¿Tú? ¿Tu no te das cuenta de que cada vez que vienes a pasar un fin de semana con tus amigas aquí en la casa yo oigo mucho lo que pasa en tu cuarto?-

-¿Uuhh?- dije poniéndome incómodo y con la cara enrojecida-

-¿Cómo se llamaba la última, Virginia?-

-Si…-

-Y hacía así: Juuu, Juuu, Juuu… Jajaja-

Efectivamente, Virginia era muy vocal y cada vez que se lo metía hasta el fondo gemía así.

-¿Y la otra? ¿la chiquitica rubia?- continuó diciendo mamá.

-Marcela- dije.

-Esa no sabía a qué atenerse. Primero gritaba que era muy grande y que no le cabía todo, para luego pedirte que se lo metieras hasta el fondo… Jajaja-

No le respondí nada porque realmente no sabía que decir. Cuando yo era un adolescente, mis amigos venían a la casa y pasábamos el fin de semana en la piscina o jugando con la computadora. Luego que crecí, cambié los amigos varones por amigas que no tenían ningún problema en pasar un fin de semana también jugando, pero no precisamente en la computadora. Lo que no había tenido en cuenta nunca era el ruido. Vaya.

-Y no sólo eso- siguió hablando mi madre -Sino la cara de bobas que tenían al día siguiente ¿sabes? Las mujeres que están bien cogidas quedamos con cara de bobas por un rato. Algo así-

Entonces ella se paró y se me quedó mirando con los ojos muy abiertos y una sonrisa bobalicona en la cara.

-¡Y caminando con las piernas abiertas!- siguió diciendo mamá mientras caminaba por la sala con las piernas un poco separadas- No sé de qué tamaño la tienes hijo, pero estoy segura que las haz cogido bien y eso es lo que quiero que le hagas a Marta-

Finalmente se sentó de nuevo a mi lado, muy cerca y tomándome la mano derecha con sus dos manos, me dijo seriamente:

-¿Quieres hacerle el favor a Marta?-

-En lo de embarazarla no estoy muy convencido- le respondí -Eso está un poco más difícil y tendría que pensarlo más, pero darle un par de orgasmos… sí, eso podría hacerlo-

-Ok hijo, gracias. Yo ya le había dicho a ella que seguro que accederías- dijo mi madre y entonces ella me soltó la mano, me dio un beso en la mejilla, muy cerca de los labios, para luego abrazarme. Nos quedamos abrazados unos instantes.

Finalmente nos separamos, ambos con la respiración poco agitada. Disimuladamente le miré las tetas y tenía los pezones tan erguidos que se le notaban claramente bajo la blusa, aún con el sostén. También tenía la cara un poco sonrojada.

-Hoy no puedo hacer mucho- le dije luego de unos segundos recuperando la serenidad -tengo clases a las 5 pm. ¿Cómo quieres arreglar esto?-

-Déjame hablar con ella-

Enseguida tomó el celular y marcó el número de ella.

-“Aló, ¿Marta?”-

-“Si, yo estoy bien, gracias. Mira, respecto a lo que hablamos el otro día. Estoy aquí con mi hijo, el parece estar dispuesto, pero quiere conocerte primero”-

-“Me dijo que está ocupado hoy, aunque quizás pudiera pasar por allá ahora, le ofreces un café y se ponen de acuerdo en la fecha Uds. mismos”-

-“No chica, no tienes que arreglarte nada. Tú eres muy bonita. Simplemente ponte una pintura de labios y una blusa bonita”-

-“Muy bien. El va a pasar por allá ahora”-

-“Ok. Un abrazo”-

-Listo- se dirigió a mí cerrando la llamada -Puedes pasar ahora por allá. Ella está sola. El marido está en el trabajo y no llega sino hasta las 6. Tu decides cuáles serán las siguientes jugadas-

-Claro. Voy a pasar por allá y luego regreso a buscar el carro-

-¡Y me lo cuentas todo!-

-Claro mamá-

Capítulo 2

Salí por la puerta trasera, buscando la salida que se hallaba detrás de la piscina. Desde allí subí por una senda que atraviesa un grupo de árboles que separa las dos propiedades, hasta llegar a la puerta trasera de Marta. Cuando estaba a punto de tocar la puerta, ésta se abrió.

-Hola Marta- le dije a la chica que abrió la puerta.

Ella se me quedó mirando con ojos muy abiertos y una ligera expresión de temor en la cara.

-Ho… hola- respondió tartamudeando y sin terminar de abrir la puerta.

-Soy yo, Marcos, el hijo de Teresa. ¿No te acuerdas de mi?-

-Si, sí, claro que me acuerdo- dijo sin terminar de abrir la puerta.

-Mi madre acaba de hablar contigo y acordamos que vendría a conversar contigo-

-¡Oh, por dios, perdona!- dijo por fin como saliendo de un trance, abriendo finalmente la puerta y apartándose para que yo pasara.

Una vez que estuve dentro, ella volvió a cerrar la puerta, pasando el pestillo para asegurarse de que estuviese cerrada. Estábamos en la cocina y un agradable olor a café flotaba en el ambiente.

Me volteé a verla. Tenía el negro pelo recogido con una pequeña cola de caballo. Una blusa de colores brillantes, manga corta y abotonada casi hasta el cuello. Completaba el atuendo una falda amplia que le llegaba bastante por debajo de la rodilla. Los colores de la falda eran totalmente distintos a los de la blusa y no hacían juego con ésta. Mi impresión fue que Marta no tenía la menor idea de cómo vestirse. No recordaba de las veces anteriores que la había visto, probablemente no había prestado atención.

La cara era, sin embargo, muy agradable y parecía no tener más maquillaje que un poco de pintura de labios y quizás un toque de colorete en las mejillas. La blusa y la falda eran muy sueltas por lo que no podía apreciar mucho si tenía buen cuerpo, pero definitivamente no era gorda. Por lo menos los brazos no lo eran, ni las pantorrillas.

Ella también me veía en silencio y probablemente me estaba detallando, tal como lo había hecho yo, hasta que finalmente recordó sus deberes como dueña de casa y empezó a hablar de nuevo.

-Nuevamente perdóname, estoy un poco nerviosa…-

-No tienes porqué estarlo- le aseguré -Sólo vamos a conversar-

-Si, claro, claro. ¿Quieres un café?-

-Eso seria muy agradable- le respondí.

-¿Quieres tomártelo aquí o prefieres pasar a la sala?- preguntó ella.

-Donde tú prefieras-

-Mmmm. Quizás mejor en la sala, estaremos más cómodos. Ven por aquí- dijo ella, caminando hacia la sala y señalándome el sofá.

Yo pasé y me senté en el sofá.

-Ya traigo el café-

Mientras regresaba, miré todo alrededor. Era una casa pequeña, parecida a la de mi madre. La sala estaba decorada en forma distinta y sobresalía un gran televisor en la pared más grande. Los muebles eran un poco pesados, pero en general eran agradables. Mas allá se veían varias puertas, la entrada principal a la casa, el baño auxiliar y el pasillo hacia los cuartos.

-Aquí está el café- dijo Marta entrando con una bandeja con dos tazas, azúcar, una jarra pequeña con leche y por supuesto, el café, poniéndolo todo en la mesa baja frente al sofá donde estaba sentado yo.

-Gracias-

-¿Cómo lo quieres?- me preguntó.

-Negro y con un poco de azúcar. Media taza nada más, por favor-

Ella me sirvió el café y me acercó el azúcar, de la que me serví una cucharada pequeña. Luego se sirvió ella una taza con café y leche, sin azúcar.

Cuando fue a sentarse en el sofá frente a mi la detuve:

-Oh no, no te sientes tan lejos. ¿Porqué no te sientas aquí a mi lado?- le dije señalándole el puesto a mi derecha.

Yo me había sentado en el centro del sofá, por lo que los dos espacios que quedaban en eran pequeños. Si ella se sentaba allí, estaría tan cerca de mi que podríamos tocarnos sin hacer mucho esfuerzo.

Por un momento, Marta dudó que hacer, peor luego se sentó a mi lado derecho, con las piernas muy juntas y en el borde del sofá. Es decir, no se recostó hasta el fondo, sino que quedó muy derecha, con sus dos manos sosteniendo la taza de café en las rodillas.

-¿No estás muy incómoda así?- le pregunté.

-¿Cómo así?- me preguntó a su vez.

-Estás sentada en el borde del sofá, como si me tuvieses miedo- le dije acercando mi mano y tocándole el brazo izquierdo levemente, lo que la hizo respingar, casi haciéndole botar el café.

-¿Ves?- seguí diciendo -Relájate un poco, sólo vamos a conversar-

-Perdóname. Es que son muchas cosas… por ejemplo, es la primera vez que estoy sola con un hombre distinto a mi esposo desde… desde siempre. Sólo he estado sola con Juan desde que nos casamos y antes, mi madre nunca me dejó salir sola con otros muchachos-

-¡Pero estamos en el siglo XXI!-

-No para ellos. Eran muy estrictos-

-Está bien, pero te repito, no tienes que tenerme miedo. Te aseguro que no voy a hacer nada que no quieras y en el momento que lo desees, me voy y aquí no ha pasado nada… ¿Quieres que me vaya?-

-¡No, no, por favor! No te vayas-

-Ok, me quedo, pero por favor, confía en mi-

-Ok- respondió moviéndose hacia atrás en el sofá, hasta quedar recostada en el espaldar.

-Bueno- dije tomando un sorbo de mi café -Por cierto, está muy rico-

-Gracias- respondió sonriendo por primera vez.

-Ahora cuéntame de ti-

-¿Quieres que te hable de mi? Yo no soy muy interesante…-

-Oh, no digas eso- le dije volviendo a tocarle ligeramente el brazo izquierdo, sin que brincara esta vez -Seguro que tienes cosas interesantes que contarme-

-No sé por dónde empezar-

-¿Qué te parece si me dices si te gusta la música o la pintura o la televisión?-

-Oh si- me dijo con entusiasmo -Me encanta la música. Siempre pongo música cuando estoy sola. A Juan no le gusta mucho, pero cuando él no está, yo pongo el equipo de sonido… bueno, ahora pongo Internet, jajaja-

-¡Ah, qué bueno!- le dije -A mí también me encanta la música. ¿Qué tipo de música te gusta?-

Fue como si hubiese abierto un chorro de agua. Durante los siguientes minutos Marta me habló de su música favorita, de los cantantes, de cómo le gustaba bailar, aunque Juan no la había vuelto a llevar, por lo que ella bailaba sola… Yo la animaba a seguir, haciéndole preguntas y animándola a decirme las letras de las canciones y a comparar un cantante con otro. Finalmente, se interrumpió de pronto.

-¡Ay! Perdóname, no he sino hablado de mi y no te he dejado decir nada-

-Nada, no tengo nada que perdonarte, es un placer oírte-

-¿Si?- preguntó sonrojándose encantadoramente. Se veía que no tenía nadie quien la oyera.

-Ciertamente. Me encanta oírte. Y, si me lo permites, me encanta ver cómo tus ojos se iluminan cuando hablas de las cosas que te gustan. ¿Sabes que tienes unos ojos preciosos?- No le estaba mintiendo. Realmente tenía unos ojos verdosos preciosos.

Marta se sonrojó aún más y miró al suelo frente a ella, evitando mi mirada.

-Oh, no te apenes- le dije acercando mi mano a su mejilla -Déjame verte los ojos-

Despacio, ella volteó la cara hacia mí, permitiendo que le acariciara ligeramente la mejilla con mi mano derecha.

-Realmente unos ojos hermosos- le dije y ella volvió a rehuir mi mirada, bajando los ojos.

-No hagas eso, por favor, déjame verte los ojos-

Entonces ella volvió a verme directamente a los ojos. Sin que se hubiese dado cuenta, yo me había estado acercado mucho a ella y ahora nuestras caras estaban a pocos centímetros.

Ella sostuvo mi mirada por unos segundos y luego volvió a bajar los ojos. No quise presionarla más. Pero seguí sentado muy cerca de ella, tanto que nuestros muslos estaban juntos en el sofá.

-¿Tengo entendido que no trabajas?- le pregunté cambiando de tema -¿Qué haces todo el día? Digo, aparte de bailar y cantar, jajaja-

-O no. Si tengo un trabajo. Yo hago traducciones, sólo que no tengo que salir mucho de casa. Me mandan la información por correo electrónico o por Dropbox, yo hago la traducción y la devuelvo por la misma vía-

-¡Ahhh! ¡Qué interesante! ¿Y qué traduces?-

-Principalmente novelas americanas. Del inglés al español-

-¿Alguna cosa importante que yo haya podido leer? A lo mejor he leído algún libro traducido por ti-

-Jajajaja. No creo. La mayoría son novelas para mujeres ¿sabes? de esas novelas baratas que se venden por millones-

-Jajajaja. Entonces tienes razón. No he leído ninguna-

Ya había de vuelto a sonreír y a tranquilizarse, por otro rato estuvimos hablando de sus traducciones, pero poco a poco se estaba acercando el momento de irme y tenía que hacer un cita más seria con ella así que volví al “ataque” y mientras ella hablaba, me le quedé mirando con cara de bobo, es decir, esa cara que ponen los enamorados.

-¿Qué pasa?- me dijo ¿Porqué me miras así?-

-Porque me encantas y aunque me tengo que ir, no quisiera hacerlo sin que nos demos un beso-

-¡Oh!- dijo bajando nuevamente la mirada y sonrojándose profundamente.

-No te preocupes- le dije para tranquilizarla -si no quieres…-

-Oh, no, está bien, sólo que no se…- dijo nerviosa agarrándose las manos una con la otra-

-Ven- le dije acercando mi cara mientras pasaba mi brazo derecho por detrás de ella y apoyándola en el respaldo del sofá, sin tocarla -Si quieres, cierra los ojos y déjame hacerlo a mi-

-Está bien- dijo cerrando los ojos y bajando la cara un poco más, nerviosa.

Entonces puse los dedos de mi mano izquierda en el borde inferior de su mejilla y empujé un poco para subirle la cara. Luego me acerqué y ligeramente rocé sus labios con los míos.

Ella no hizo nada, pero tampoco retiró la boca. Así que volví a rozarle el labio inferior con los míos. Esperé un poco y sólo sentía como su respiración se aceleraba y se ponía más nerviosa.

Me acomodé en el sofá para poder besarla mejor y comencé a juguetear con su labio inferior, besándoselo desde su borde derecho hasta la comisura izquierda. Al final pude percibir que voluntariamente levantaba un poco la cara ofreciéndome más la boca.

Volví a besarle apretando un poco más fuertemente con los míos y finalizando con un leve roce con la lengua.

Un nuevo movimiento hacia adelante de su cabeza me indicó que podía seguir. Volví a juguetear con la comisura de los labios, pero ella entonces me interrumpió volteándose hacia mí para buscar mis labios. Entonces comencé seriamente a jugar con mi lengua y ella inmediatamente abrió la boca para dejarme pasar.

Al hacerse más serio el beso, mi brazo derecho que había estado apoyado en el espaldar del sofá, se movió para apoyarlo en su espalda y empujarla contra mí, al tiempo que con mi mano izquierda le acariciaba la cabeza y el pelo.

Por un rato mi lengua jugó con la suya dentro de su boca, enrollándonos y explorándonos. Luego ella me devolvió el favor, metiendo su lengua en mi boca y continuando con nuestro juego.

Al cabo de un rato sin embargo, tuvimos que hacer una pausa para respirar, pero enseguida y luego de acomodarnos mejor en el sofá, volvimos a besarnos profundamente.

Entonces mientras mi brazo derecho servía para sostener y apretar su cabeza contra la mía, mi mano izquierda comenzó a explorar su cuerpo. Primero bajé por el hombro hasta su brazo y su mano derecha. Luego volví a subir, para acariciarle la oreja y volver a bajar por la parte delantera del hombro. Allí me encontré con las tiras del sostén que fui recorriendo hacia abajo para descubrir un seno relativamente pequeño y cubierto por brassier prácticamente acorazado. Parecía tener alambres y plástico por todas partes. Igual le acaricié su seno derecho y ella me dejó hacerlo, aunque con tantas protecciones, no estaba muy seguro de cómo ella percibiría mis caricias.

Luego de unos minutos de estarnos besando, volvimos a hacer una pausa, esta vez mas larga.

Marta había estado todo el tiempo con los ojos cerrados pero finalmente los abrió y me miró a los míos por primera vez desde que empezamos a besarnos. Estaba sonrojada y sin aliento, pero claramente excitada.

-Me encanta besarte- le dije.

-A mí también- respondió buscando para comenzar a besarnos de nuevo, pero yo me aparté un poco.

-Tengo que irme- le dije -Pero vamos a hacer una cita para vernos lo más pronto posible-

-¿Mañana?-

-No, mañana tengo clases- le respondí -¿Qué tal el viernes en la tarde?-

-¿A qué hora?-

-Cómo a las tres-

-Mi marido no llega sino a las 6, así que podemos vernos el viernes a esa hora-

Entonces volvimos a besarnos con pasión. Mientras lo hacíamos, yo seguí acariciándole el cuerpo, aunque había decidido no meterme todavía con su vientre, dejando esa parte para el viernes.

Finalmente me volví a separar.

-Me voy. Me voy lamentando hacerlo. Siento que me encantaría más-

-A mí también- dijo ella tocándome la cara con sus manos por primera vez, para luego bajar hacia mi pecho.

-¿Puedo pedirte algo?- le dije.

-Claro, dime- respondió.

-El viernes quiero que me esperes con una ropa ligera, como la de hoy… pero sin nada debajo-

Ella se sonrojó más, si es que eso era posible, exclamando:

-¿Sin ropa interior?-

-Si. Sin ropa interior. Quiero que te bañes y te arregles como tú quieras, pero cuando vayas a vestirte, quiero que pienses que voy a tocarte por todos lados y quiero sentirte…-

-Oooohhhh- gimió de placer Marta por primera vez.

A continuación nos levantamos del sofá y en silencio comenzamos a caminar hacia la puerta de atrás. Una vez ante ella, me detuve y ella se detuvo conmigo, volteándose hacia mí.

Entonces volví a abrazarla mientras empezamos a besarnos apasionadamente de nuevo. Yo soy sólo un poco más alto que ella por lo que nuestras bocas se unieron sin problemas, pero por primera vez pude sentir todo su cuerpo contra el mío.

Sus tetas se clavaron duras contra mi pecho, con sus pezones claramente duros, mientras mi miembro erguido se hallaba apretado entre nuestras caderas. Ella pasó sus manos por mi cabeza y cuello y yo pasé las mías por su espalda para bajar luego mis manos y agarrarle las nalgas. Para mi alegría pude sentir que eran pequeñas y duras. La apreté más contra mí, moviéndome un poco de lado para que mi güevo se restregara contra ella. Ella gimió de nuevo sintiéndome y metió su lengua aún más adentro de mi boca.

Finalmente nos separamos de nuevo, respirando ambos agitadamente.

-Hasta pasado mañana- le dije.

-Me muero de ganas. No veo el momento de que regreses el viernes- fue su respuesta.

La corta caminata hasta llegar a casa de mamá, me ayudó un poco a bajar la excitación, pero aun así, cuando entré a la cocina, todavía tenía un bulto en los pantalones.

-¿Cómo te fue?- me preguntó mi mamá apenas me vio entrar. Probablemente ya me había estado viendo mientras caminaba, porque su mirada se le iba de mi cara a mi entrepierna. -No puede ser que mi mamá me esté viendo el bulto en los pantalones- pensé.

-Muy bien- le dije tratando de ponerme al otro lado del counter de la cocina para que no me pudiera ver. Aparte de que a mi güevo le parecía muy bien que una mujer se fijase en él, pues sentía que se iba poniendo cada vez más duro.

-¡Ah no! A mi no me vas a dejar a oscuras- me dijo con una sonrisa pícara -A mí me lo tienes que contar todo-

Una vez que estuve “a salvo” detrás del mueble de la cocina, pude darle algunos detalles:

-Bueno. Al principio ella estaba muy nerviosa…-

-Claro, me lo imagino. Después hablo con ella para tranquilizarla-

-No te preocupes, porque después empezamos a conversar de cosas que a ella le interesan y se le pasaron los nervios. Supongo que su marido nunca le pregunta nada-

-Es verdad. El es un tipo chapado a la antigua que no tiene tiempo para esas “pendejadas de mujeres”-

-El caso es que logré que se relajara y después de un rato pudimos darnos unos besos…-

-¿Y?-

-Coño, mamá, el viernes te lo cuento todo…-

-¿El viernes? ¿Vas a pasar el fin de semana aquí?-

-No sé si el fin de semana, pero quedé con ella para el viernes en la tarde y supongo que después me vendré para acá y me quedaré a dormir-

-¡Ahhhh! Te la vas a coger el viernes…-

-Bueno. No sé si lleguemos a eso, pero supongo que ése es el plan-

-¿Y cómo respondió ella a los besos?-

-Pero mamá- protesté -Te dije que te contaba después-

-Si, pero no me puedes dejar así. Dime un poco más-

La verdad era que mamá parecía estar tan excitada como Marta. Su cara estaba sonrojada y sus pezones parecían querer salírsele del pecho. El sostén no puede contenerlos, pero no, creo que no tiene sostén, casi puedo ver los pezones a través de la franela. -¡Pero bueno, es mi mamá, pero tiene unas tetas que me encantaría acariciar!- volví a pensar.

-Bueno, bueno- le respondí -Si, respondió muy bien a los besos…-

-¿Y la acariciaste las tetas? Ella siempre tiene tanta ropa encima que casi no se le ven-

-Si, se las acaricié, pero tenía un sostén que parecía un traje de buzo. Casi no se le sienten de la cantidad de tela y alambres-

-Jajaja-

-Bueno, el caso es que quedamos para el viernes a las 3 pm y como te dije, por lo que pude deducir, no tendrá problemas en dejarme… conocerla íntimamente-

-O sea que porfín va a tener un orgasmo-

-O sí. No creo que la falta de orgasmos sea su culpa. Seguramente nunca ha conocido a un hombre que sepa excitarla-

-El único hombre que ha tenido Pedro, es su marido actual, y que probablemente tampoco a visto un orgasmo femenino-

-Bueno, mamá. Ya sabes todo. Nos besamos y nos abrazamos y nada más, y ahora sí tengo que irme, ¡estoy llegando tarde a clases!-

-Bueno hijo, hasta el viernes entonces-

Entonces mi mamá me acompañó hasta la puerta. Yo caminaba al lado de ella y así no podía verme el “bulto”, pero al llegar a la puerta me tendió una emboscada. Abrió la puerta, pero se interpuso entre yo y la salida e inmediatamente me abrazó. No fue un abrazo normal entre madre e hijo, sino que hizo lo mismo que Marta, me echó los brazos al cuello y pegó su cuerpo al mío lo suficiente como para sentirme, especialmente allá abajo. Yo no supe cómo reaccionar y simplemente me quede paralizado mientras sentía como sus grandes tetas se aplastaban contra mi pecho. Pero peor que eso, mi güevo quedó apretado entre sus caderas y las mías. Y sin duda ella sintió mi güevo parado claramente. Para colmo, además del apretón, me plantó un beso en los labios.

Todo fue muy rápido. Inclusive creo que inmediatamente ella misma se dio cuenta de que era una despedida inapropiada, por decir lo menos, para una madre y su hijo. En su favor, debo decir que tanto ella como yo estábamos muy excitados y no estábamos pensando claramente.

Capítulo 3

Mi asistencia a clases, esa tarde fue absolutamente una pérdida de tiempo. Mi cabeza estaba en otro sitio. Para ser exactos, estaba entre mis piernas o quizás debería decir entre las piernas de Marta… o de las de mi madre.

Así pues, mientras transcurría la clase, decidí escribirle a alguna de mis amigas para resolver esa misma noche. Primero le escribí a Virginia (la que hacía juuu, juuu…) pero ella estaba ocupada, el novio estaba de visita y no podía dejarlo para acostarse conmigo. Así que le escribí a Marcela y ésta me dijo que sí, que después de cenar pasaría por mi casa, pero que no se podría quedar porque tenía clases al día siguiente temprano.

Esa noche Marcela se sorprendió al encontrarme tan excitado y me preguntó porqué estaba así. Yo le contesté cualquier cosa, no pensaba decirle que en parte era por el recuerdo de las tetas de mi madre contra mi pecho. En realidad a ella no le importaba tampoco mucho y simplemente se dedicó a disfrutar del sexo. Y después de haber acabado muchas veces (creo que 5 veces), se despidió de mí más que satisfecha.

El viernes amanecí bastante nervioso. Menos mal que Marcela me había permitido descargar un poco, pero ya habían pasado 36 horas y volvía a sentirme excitado de volver a ver a Marta… y a mi madre. Y por más que me debatía con la culpa de estar pensando sexualmente en mi madre, no podía alejar mi recuerdo de sus hermosas tetas bajo la delgada tela de su blusa.

Cuando terminaron las clases, a eso de la una de la tarde, cogí el carro para irme. Ya había empacado para el fin de semana. No necesitaba mucho, pues en casa de mamá tenía ropa suficiente. A las 11:30 había comido algo para no llegar con hambre y así que sin más, me puse en camino.

Alrededor de las 2:45 recibí un mensaje de mi mamá:

-¿Donde andas?-

-En el carro. Ya voy llegando-

Parecía que ella también estaba nerviosa. Nunca me escribía así para saber dónde andaba.

Apenas llegué a la casa, mamá abrió la puerta para recibirme. Estaba vestida con un ligero vestido de verano, con los hombros desnudos y una falda amplia, pero relativamente corta. Sus piernas se veían esbeltas y bronceadas, al igual que sus hombros.

-Hola hijo, ¿cómo estás?- me dijo abriéndome los brazos para abrazarme.

-Bien, mamá, gracias. ¿Y tú?- respondí mientras ella me abrazaba ligeramente y me daba un beso en la mejilla. Muy diferente al abrazo del otro día. Este era el abrazo típico de madre, no el otro.

-¿Quieres comer algo?- me preguntó mientras entrábamos.

-No gracias- le respondí -Ya almorcé. Además ya tengo que irme a casa de Marta.

-¡Oh, sí!- me dijo -Me ha llamado varias veces-

-¿Para qué?- le pregunté.

-Está muy nerviosa, la pobre. Me ha preguntado varias veces si todo estaba bien, si tu no habías cancelado, etc.-

-Jajaja. Muy bien. Entonces me tomo un poco de agua, me aseo un poco y me voy para allá-

-Hola- me dijo Marta desde la puerta cuando me iba acercando.

La ropa de hoy estaba mucho mejor que la del otro día. Empezando por los colores, la blusa era de algodón azul claro. Abotonada casi hasta el cuello y abajo tenía una falda de color azul también, pero más oscuro que la blusa. No llevaba zapatos. Por supuesto, no podía saber si había cumplido con mi petición de no ponerse ropa interior.

-Hola- le respondí dándole un corto beso en los labios mientras pasaba al lado de ella por la puerta hacia la cocina. Ella me dejó pasar y luego cerró la puerta.

-¿Quieres que vayamos al cuarto?- me preguntó nerviosa.

-Oh, no, no- le respondí -¿Que te parece si mas bien nos sentamos en la sala como el otro día?-

-Como tú digas- me respondió visiblemente aliviada, conduciéndome a la sala.

-¿Quieres tomar un café o alguna otra cosa?- dijo.

-Si- le dije -Quiero unos besos, si no te importa-

-Oh, no me importa- respondió sonriendo.

-¿No te importa darme unos besos?-

-No, no. Sí me importa. Es decir… –

-Ja, ja, ja. No me hagas caso. Me estoy metiendo contigo- le dije acercando mis labios a los suyos.

El primer beso fue tímido, como había hecho el día anterior, jugueteando con sus labios en vez de ir directamente al grano, pero ella sin embargo, respondió más agresivamente y en momento tenía su lengua en mi boca. Allí, nuestras lenguas se trenzaron en una lucha pasional y pronto estábamos sin aliento, lo que nos obligó a interrumpirnos para respirar.

Cuando volvimos a comenzar a besarnos, mi manos comenzaron a explorar su cuerpo y pronto, al llegar a sus tetas, pude determinar que había seguido mis instrucciones y no tenía puesto sostén. Sus tetas eran pequeñas, pero duras y con unos pezones que parecían querer salírsele del cuerpo. Es más, toda la aureola estaba levantada. Con cuidado, comencé a acariciarle el pezón a través de la camisa. Ella gimió de placer y me dejó hacer.

Luego bajé más las manos pasando primero por su abdomen y el ombligo, pero cuando seguí bajando, la sentí ponerse nerviosa, por lo que evité su vientre y salté hasta su muslo derecho, lo que la hizo relajarse de nuevo. Cuando se terminó la falda, mi mano siguió bajando por la piel de su pierna, pero ya se me estaba poniendo muy incómodo por lo lejos, así que volví a subir por la pierna, metiendo ahora la mano bajo la falda. Nuevamente volvió a moverse inquieta, así que dejé de tocarle la pierna y subí la mano hasta su cara.

Los besos en la boca se tenían que interrumpir cada cierto tiempo, porque nos quedábamos sin aliento, así que cambié y empecé a recorrer su cara, besándole la mejilla, el cuello, subiendo por la oreja, volviendo a la boca, la nariz, los ojos…

Mientras yo hacía eso, ella se mantenía pasiva. Bueno, no completamente pasiva porque había estado muy activa con los besos, pero sus manos y permanecían estáticas, simplemente apoyadas en su regazo. Lo que no se correspondía con la excitada respiración y los suspiros que hacía cuando la besaba en puntos claves, como las orejas.

Entonces decidí que era el momento de avanzar y comencé a desabotonarle la camisa, ella no lo notó al principio, pero cuando iba a soltar el tercer botón, se puso un poco tensa, lo que decidí ignorar mordisqueando el lóbulo de su oreja. Eso la agarró por sorpresa, haciéndola estremecerse, al tiempo que emitía o ligero gemido:

-Ooohhhmmmm-

Yo aproveché para terminar de desabotonarle la blusa y meter mi mano sobre su teta izquierda, acariciándosela.

-Ooooooohhhh- volvió a gemir mientras le apretaba el pezón entre mi pulgar y mi dedo índice.

Eso pareció saltar una barrera y relajarla, lo que le permitía comenzar a disfrutar mis caricias sobre su piel desnuda.

Aprovechando el impulso, comencé a bajar con mis besos por su cuello, su clavícula y su pecho hasta llegar a su teta derecha. Cuando me metí su pezón en la boca, gimió mas duro.

-AAAAHHHH-

Pero no sólo empujó su teta contra mi boca, sino que me agarró la cabeza y me apretó contra la teta. Mi lengua jugaba con su pezón, al tiempo que se la chupaba entera.

Después de jugar un poco con su teta derecha con la boca y la teta izquierda con la mano, me pareció que era momento cambiar e invertí los papeles. Deslicé mis labios por entre las dos y cuando llegué a la otra, comencé a deslizar mi lengua alrededor del pezón, sintiendo cómo la aureola se erguía aún más, como si quisiera meterse en mi boca. Mientras, con mi mano le apretaba la teta derecha firmemente, pero sin llegar a hacerle daño.

Un poco después seguí más abajo, besándole la piel del vientre y metiendo la lengua en su ombligo.

-¿Qué haces?- preguntó con voz temblorosa.

-Te beso-

-Si, pero… ¿allí?-

-Confía en mi-

Mi mano izquierda, mientras, había comenzado a subir por su muslo derecha, al tiempo que le subía la falda. Mantuve mi mano por el lado externo del muslo y al llegar a la cadera, descubrí que tampoco parecía tener pantaletas.

Entonces me bajé del sofá y me arrodillé entre sus piernas.

-¿Y ahora qué haces?- volvió a preguntar.

-Te beso- repetí.

-Pero…, pero-

No le contesté pues seguía bajando mi boca por su barriguita hasta llegar al borde de la falda. Entonces me di cuenta que estaba sentada muy atrás en el sofá y agarrándola por el culo, la halé hacia afuera, hasta que estuvo sentada en el borde.

-Noooo…- protestó débilmente, pero dejándome hacer.

Entonces salté la “barrera” de su falda arremangada alrededor de sus caderas y me agaché entre sus piernas.

-Nooo…- volvió a protestar -Ahí nooo…-

Seguí ignorándola y planté mis labios en el borde derecho de su pubis. Como era de esperar, no estaba afeitada. Probablemente tampoco se había afeitado nunca porque su monte de venus estaba cubierto de un espeso vello de color negro.

Con mi boca y la punta de la lengua comencé a recorrer el borde superior del vello para luego bajar por el borde izquierdo hacia su vulva. Ella comenzó a estremecerse de placer, pero sin dejar de protestar. Me puso las manos en la cabeza con la intención de empujarme, pero era una débil e indecisa protesta.

Cuando llegué a su vulva, el olor de su excitación, de sus jugos mojándola toda, me indicó que estaba muy excitada y probablemente me la podría coger inmediatamente, pero tenía que tener paciencia y estar seguro de darle el primer orgasmo de su vida.

Saqué la lengua lo más que pude y poniéndola plana, la apoyé contra su abertura, subiendo poco a poco a todo lo largo de ésta.

-Oooohhhh- gimió más duro.

Cuando llegué arriba, levanté mi cara y observé su cuerpo. La vulva la tenía abierta y mojada. Los labios menores eran relativamente pequeños pero parecían invitarme a entrar. En la parte superior se veía el clítoris brillante y listo.

Volví a repetir la pasada con la lengua plana, apretándola un poco más. Luego bajé de nuevo y metí la punta de la lengua por su vagina, girando un poco por aquí y por allá.

-MMMMMMHHHHHHH-

Entonces comencé a subir con la lengua lo más adentro que podía hasta llegar al clítoris y allí la deslicé alrededor de éste.

-OOOOOHHHH…. SIIIIIII-

Sus dos manos seguían en mi cabezas, pero ya no me empujaban para alejarme, sino al contrario, para apretarme contra su clítoris. Pero no la dejé que me dirigiera, sino que seguí mi inspiración, torturándola acariciándole el clítoris un rato para alejarme después y recorrer otras partes de su vulva, chupando, lamiendo, soplando…

-SIIIII…. Noooo…. Aaaaahhh- gemía ella incontenidamente.

Con el dedo medio de la mano derecha comencé a explorar su vagina y descubrí que a pesar de la gran cantidad de lubricación, era muy estrecha, por lo que tendría que ir despacio cuando la penetrara.

-MMMMMHHHHHH… AAAAAHHHHH- gimió cuando sintió mi dedo penetrándola hasta el fondo.

Volví a concentrarme en su clítoris, mientras exploraba su vagina en búsqueda de su punto G, pero cuando volví a chuparle el clítoris y a deslizar mi lengua por él, su cuerpo se tensó y un poderoso orgasmo explotó en su vientre.

-AAAAAAYYYYYYY- gritó a pleno pulmón, mientras tensaba todo el cuerpo y empujaba su vulva contra mi boca.

Por los siguientes momentos, las piernas principalmente de Marta estuvieron estremeciéndose incontroladamente, manteniendo su cuerpo levantado del sofá. Luego se desplomó de nuevo, mientras gemía más débilmente. Yo dejé de comérmela, aunque mi dedo seguía profundamente encajado en ella, sintiendo cómo su vagina pulsaba.

Cuando por fin se fue tranquilizando, me levanté rápidamente y me quité la camisa y los pantalones lo más rápido que podía. Ella ni cuenta se dio, pues seguía con los ojos cerrados.

Entonces, le tomé las piernas y se las doble hacia arriba y ella abrió los ojos. Al verme desnudo y con el güevo parado frente a su vulva abierta y mojada, emitió un nuevo gemido:

-Aaahhhh…siiii….-

Con una mano me agarré el güevo, mientras que con la otra la ayudaba a mantener la piernas abiertas. Me fui acercando y ella miraba mi güevo y luego muy cara y luego volvía a ver mi güevo…

-Es muy grandeee…- dijo -No me va a cabeeer-

Estaba arrastrando las vocales, lo que demostraba que estaba todavía muy excitada.

-No te preocupes… seguro que te cabe… y te va a encantar-

Entonces hice el primer contacto. Su vulva estaba mojada y caliente. Primero deslicé la cabeza de abajo hacia arriba y cuando la deslicé contra su clítoris volvió a estremecerse completa, como cuando el orgasmo.

-AAAAHHH- gimió.

Entonces volví a bajarlo y a darle otra pasada, lo que al mismo tiempo mojaba la cabeza con sus líquidos.

Al final apoyé la cabeza en la entrada y empujé para meterlo. Su vulva se le hundió un poco, pero no me dejó entrar. Era realmente estrecha, pero seguí bajando y empujando y de pronto la cabeza se le introdujo.

-OOooooooohhhhhhh…. siiiiii…. ahhhhh-

No seguí empujando para esperar que se acostumbrara a la invasión, pero ella misma empujó con su cuerpo y otro pedazo se metió.

-MMMMMMHHHHH-

La mitad de mi güevo estaba ya dentro de ella y mientras yo me sostenía apoyado con ambas manos en el sofá, ella se mantenía sus piernas muy abiertas ayudándose con las manos.

-Voy a sacarlo un poco- le dije.

-Siii… siii… estoy tan llenaaa-

Retrocedí y equivocándome lo saqué tanto que la cabeza se le salió de la vagina.

-Oh noooo…- gimió

Pero enseguida empujé de nuevo y entré sin tanta dificultad. Ella aceptó mi güevo sin problema, así que lo metí un poco más profundamente.

-SIIIIiiii… hasta ahiiiii…-

Yo sabía que poco a poco se lo podría meter más, pero por ahora comencé a cogérmela de esa forma. Sacándolo casi hasta afuera y luego volviéndole a meter, pero un poquito más adentro cada vez, hasta que finalmente mi cadera chocó contra la de ella. Ya había llegado hasta el fondo.

-Uuuuhhh… estoy tan llena…- volvió a repetir.

Entonces empecé a aumentar la velocidad, sacándoselo y metiéndoselo cada vez más rápido. Pronto nuestras caderas empezaron a sonar: plaf, plaf, plaf, cada vez que llegaba al fondo.

-Siii…- gemía ella -siiii… duro… métemelo más duro…-

Y yo la complacía. Plaf, plaf, plaf.

Entonces ella empezó a agitarse, lo que me indicó que se estaba aproximando a un nuevo orgasmo. El problema era que yo también y no podía acabar antes que ella, así que moví mi cuerpo hacia arriba, cambiando el ángulo de penetración y haciendo que mi pubis chocase con el suyo y así estimular más su clítoris.

-AAAAHHHH- comenzó a gemir ahora cuando llegaba al fondo, aunque ya no sonaba el plaf, plaf.

-Otraaaa… veezzz… aaahhh…-

-Otraaaa vez… aaahhh-

-OTRAAAAA….AAAAAHHH- gimió finalmente y empujó fuerte contra mí con su cadera, cuando estaba hasta el fondo, al tiempo que las piernas empezaron a temblarle.

-AAAAAHHHHHHHHH- siguió gimiendo.

Yo quería dejarla gozar su orgasmo, pero su vagina pulsando contra mi güevo no me dejó aguantar más y yo también exploté:

-MMMMGGGGGRRRRR- gemí yo también, derramándome dentro de ella.

Por los siguientes momentos, estuvimos ambos envueltos en las nubes de nuestros respectivos orgasmos, temblando y estremeciéndonos incontroladamente, pero finalmente nos calmamos lo suficiente como para empezar a reaccionar. Yo me había acostado sobre ella y ella me abrazaba, con fuerza. Sus piernas las había bajado y creo que apoyaba los talones en el suelo.

-Te estoy despachurrando- le dije.

-Si… pero es un “espachurramiento” agradable…-

Sin embargo, me moví un poco para no apoyar todo mi peso sobre ella.

-No te muevas- me dijo -Quiero seguir sintiéndote dentro-

-Uhhh… Bueno, eso creo que no va a ser posible- le respondí sintiendo cómo my güevo empezaba a encogerse dentro de ella-

Un nuevo estremecimiento de ella, acompañado de una contracción de su vagina terminó de expulsarme.

-Ooohhh- exclamó -Se está saliendo todo…-

Con la mirada busqué algo para que se pudiera limpiar, pero recordé que no tenía pantaletas.

-Pásame rápido mi blusa- me pidió.

Encontré su blusa tirada en el piso y se la di. Ella hizo entonces una bola y se la puso entre las piernas, cerrándolas y sujetándola de esa manera.

-Vamos a mi cuarto- me dijo -Allí podemos ir al baño a asearnos un poco y después estaremos más cómodos en la cama-

Unos momentos después estábamos juntos en la cama. Ella trató de arroparse, pero yo no la dejé y nos quedamos desnudos uno al lado del otro.

Me volteé hacia ella y comencé a acariciarla despacio.

-¿Entonces? ¿Cómo te sientes?- le pregunté.

-¡Oh! Me siento deliciosamente bien. No sé cómo darte las gracias-

-Ya me las estás dando. Yo también lo pasé muy bien-

-Jajaja. ¡Cómo me alegro!- Dijo ella volteándose hacia mi y empezando a acariciarme también.

-Sólo hay una cosa que me tiene muy molesta- siguió -No tiene nada que ver contigo… bueno. Un poquito-

-¿A ver? ¿Qué te tiene molesta?-

-Tengo 32 años- dijo -Casi 20 desde que tuve mi primera regla y fui oficialmente mujer. Y en todos estos años siempre pensé que el sexo era… bueno, un poquito divertido. Un juego en el que te ríes un poco y ya. Hoy he descubierto que he perdido 20 años de… de tener un placer enorme, de sentir… Me siento como que me han estafado ¿sabes?-

-Te entiendo perfectamente y comparto tu sentimiento. Hay tanta gente en el mundo que nunca ha hecho el amor de una forma satisfactoria y nunca han sentido placer. O peor, lo han sentido pero no han permitido que su pareja lo sienta-

-¡Es cierto!- dijo ella de pronto -Estoy seguro de que Pedro siente placer cuando acaba dentro de mi, pero nunca se preocupó de hacérmelo sentir a mi-

-No es por defenderlo- intervine -pero es posible que él no sepa que las mujeres pueden sentir el mismo placer que los hombres-

-Es cierto. Voy a darle el beneficio de la duda, pero igual ¿cómo recupero los años perdidos? ¿Cómo recupero todos estos años sintiéndome como una boba con las piernas abiertas para que él depositara su… cosita dentro de mi?-

-¿Su qué? Jajaja-

-Su… No sé cómo llamarla-

-Vamos, tienes que tenerle un nombre- le dije.

-No sé… – me dijo sinceramente -Nunca me enseñaron y el único hombre desnudo que he visto… y eso solamente de pasada es él. Y por supuesto nunca hemos hablado del asunto-

-Bueno, vamos a ver. Esto que está aquí es un pene- le dije con una divertida sonrisa en la cara y señalándoselo.

Ella lo miró con curiosidad.

-Está mucho más pequeño que antes-

-Ese es su tamaño “normal”, cuando no está excitado. Puedes tocarlo, pero cuando lo hagas vas a ver cómo cambia a su tamaño “excitado”-

Marta me lo agarró con su mano izquierda y lo apretó un poco.

-Jajaja… está tan… blandito…-

-Ya vas a ver. Dale un poco de tiempo para que se recupere- le dije y, efectivamente, pronto sentí cómo poco a poco se estaba poniendo más duro.

-¡Hey!, es verdad, ¡se está poniendo más grande!-

-Sigamos entonces. Como te dije, su nombre oficial es pene, es el nombre científico, pero en el lenguaje diario tiene muchísimos otros nombres. Al de los niños se le dice, por ejemplo pipí- le dije.

-Si, lo recuerdo de los niños de la familia-

-El nombre que le damos muchos es “güevo”. Sobre todo cuando está duro-

-Mmmm… así como se está poniendo ahora- dijo Marta.

-Si… ¡Auch!- protesté.

-¿Qué pasó- preguntó ella alarmada soltándolo.

-Es que la parte de arriba, que llamamos “cabeza” es muy sensible, sobre todo si está seca, si no tiene lubricante. Si lo rozas así es… molesto. Déjame enseñarte-

-Ay si, por favor-

-Puedes agarrarlo del medio para abajo de cualquier forma- le dije tomando su mano y poniéndola en el medio -Cuando la mueves hacia abajo puedes ver cómo la piel se retrae y aparece la cabeza-

Marta me miraba el güevo fascinada.

-Puedes mover la mano de arriba a abajo todo lo que quieras, sin tocar la cabeza, que por cierto su nombre correcto es glande-

-Ok, respondió.- comenzando a mover su mano.

-Es… extraño… ¿Te gusta?- me preguntó.

-Si. Me gusta mucho. Así es como se hace uno “la paja”-

-¿La paja?- preguntó.

-Así es como uno se masturba- le aclaré.

-Ahhh-

-Si tienes lubricante o si le pones un poco de saliva, puedes también acariciar el glande-

-¿Quieres que busque un aceite del baño?-

-No, no. Otro día podemos hacerlo. Hoy no quiero eso, tenemos otras cosas que hacer y ya sabes, si me haces acabar, éste deja de estar duro y…- dije señalándole mi güevo, que ella seguía masturbando despacio.

-¡Oh, claro!. Pero me gustaría tocarle la cabeza aunque sea un poquito. ¿Y si lo mojo con un poquito de saliva?-

-Así no hay problema-

Entusiasmada, Marta se incorporó en la cama y bajando la cabeza, dejó caer una gota de saliva en mi glande y luego procedió a deslizar los dedos con cuidado por encima.

-Mmmm. Muy rico- le dije.

-¿Te gusta?-

-Mucho…-

Pronto ella fue tomando confianza y sus movimientos se iban haciendo más decididos. Sobre todo cuando comenzó a usar las dos manos. Sin embargo, el poder lubricante de la saliva es de muy corta duración y ella misma se dió cuenta.

-Se está secando- me dijo.

-Puedes usar la lengua- le dije.

-¿La lengua?- preguntó volteando a verme curiosa, pero enseguida una sonrisa se dibujó en su cara y bajó la cabeza.

Enseguida sentí como me tocaba con la punta de la lengua, como probando.

-¿Está bien?- preguntó.

-Siiii… mucho- respondí.

-Ok-

Inmediatamente sentí como comenzaba a recorrerme toda la cabeza del güevo con la lengua, explorando las diversas partes de ésta. Luego, sin que yo le dijera nada, se metió toda la cabeza en la boca.

-Uhhhmmmggggrrrr- gemí.

Por un rato la dejé explorarme, pero no quería dejarla que me hiciera acabar o que llegase un momento en que después no aguantase nada, así que la detuve.

-¡Para, para, por favor! Está muy rico, pero me vas a hacer acabar y no quieres que se acabe el juego-

-No entiendo- dijo deteniéndose y subiendo el cuerpo para mirarme, sin dejar de masturbarme con la mano izquierda. Tuve que poner mi mano sobre la de ella para que parara.

-Recuerda que cuando los hombres acabamos el güevo se ablanda y no podemos seguir haciendo el amor o “tirando” que es le vocablo usual. Las mujeres pueden tener varios orgasmos seguidos, pero a los hombres se nos “desinfla” la herramienta y tenemos que esperar un tiempo para volver a la lucha.

-¿Y cuánto tiempo tarda eso?- preguntó.

-¿Cuánto tiempo tarda qué?-

-En ponérseles dura otra vez-

-¡Ah! Eso depende de la edad, a nosotros los jóvenes no nos cuesta mucho. Unos minutos, quizás una media hora, pero conforme avanza la edad, puede tardar horas ¡o días!-

-¿Días?-

-Así es. Eso quiere decir que si haces que el hombre acabe antes que tu, no podrás hacer que te penetre hasta quién sabe cuando-

-Pero tú acabaste hace… no sé, ¿media hora?-

-Así es, pero soy joven y como viste, ya estoy listo. Pero si me haces acabar ahora, tardaré un poco más para el siguiente asalto. Y todavía más para el siguiente-

-O sea que si quiero que me… lo hagas… digamos cuatro veces, tengo que esperar… déjame ver…-

-Tienes que esperar mucho tiempo. Así que tienes que planificar las cosas-

-Bueno, pero ahora estás listo…-

-Si, pero ¿para qué?-

-¿Cómo que para qué?- me preguntó desconcertada. Ella estaba visiblemente excitada. Sus pezones erguidos al máximo y la piel del pecho y el cuello sonrojada. No veía su vulva, pero apostaría que estaba mojada-

-Una parte importante del sexo es el lenguaje. No sólo lo que se hace, sino lo que se dice. Con las manos, con los gestos, con las miradas ¡y con la voz!-

-Mmmm… explícame-

-Vuelvo a preguntarte: ¿Qué quieres que te haga?-

-Bueno… eso… lo que hiciste antes en el sofá-

-¿Vez? A eso me refiero. No sabes cómo llamarlo, o no quieres usar las palabras adecuadas. A todos nos gusta saber que somos deseados. A todos nos gusta oír o sentir qué nos quieren. Así que me gustaría oírte decir qué quieres-

-Ok. Me gustaría que me… me…- dudó, para reponerse después -que me metas el… güevo-

-¿Por dónde?-

-¿Cómo que por dónde?-

-Hay muchas formas de hacer el amor. Puedes querer que te lo meta por la boca, como lo tenías hace unos momentos. O puedes querer que te lo meta en tu vagina o en tu culo-

-¿En mi culo?-

-Si. Es un destino muy apreciado por los hombres aunque a la mayoría de las mujeres no les gusta mucho-

-¡Pero eso no cabría nunca por ahí!-

-Oh, sí que cabe- riposté.

-¿En el culo? ¿Y… no es muy sucio?-

-Ese es uno de los inconvenientes. Hay que tomar precauciones para evitar… accidentes, pero desde luego es muy sencillo. Pero otro día hablamos de eso- le dije para no distraerla del tema principal.

-A ver entonces ¿qué es lo que quieres que haga?-

-Ya te dije- respondió Marta un poco picada ya -Quiero que me lo metas por mi vagina-

-Con mucho gusto- le dije finalmente, sabiendo que si seguía preguntando se molestaría y perdería la excitación.

Entonces la dirigí para que se acostara en la cama boca arriba y yo hice lo propio, sobre ella, sin meterlo todavía pues quería volver a llevarla al máximo de la excitación. Así pues me apoderé de su boca y comencé a besarla con fuerza mientras deslizaba todo mi cuerpo contra el de ella.

-Mmmm- gimió sintiendo el peso de mi cuerpo y sobre todo, mi güevo restregándose contra su piel.

Entonces ella abrió mucho las piernas invitándome así a que se lo metiera.

Por un momento dejé de besarla y le dije viéndola a los ojos:

-Agárramelo y apúntalo tu misma-

Los ojos se le abrieron mucho y sin dudarlo un segundo metió sus dos manos entre los dos cuerpos al tiempo que yo me levantaba un poco apoyándome en la rodillas y los brazos.

Entonces me agarró el güevo y lo apuntó a su vulva, pero no estábamos a la altura adecuada y sólo llegaba a rozarle la vulva, así ella misma se deslizó más abajo y lo apuntó de nuevo.

-Espera- le dije -desliza la cabeza a lo largo de tu vulva. Acaríciate con ella-

-Mmmmm…. siiii…. queeee ricooo- gimió al deslizar la cabeza a todo lo largo de su vulva, como yo le había sugerido. Pronto se dio cuenta que donde más le gustaba era cuando lo hacía contra su clítoris, así que se dedicó unos momentos a él-

-¿Te gustaaa… ahiiií?- le pregunté.

-Siiii…. mmmm….pero… ya quiero tenerlo adentroooo…

Entonces ella lo colocó a la entrada de la vagina de nuevo y ambos empujamos al mismo tiempo. Ella hacia abajo y yo hacia arriba, con lo que el güevo le entró de un envió hasta el fondo.

-AAAAAAHHHHHH- gimió sorprendida.

-MMMGGGGRRR- dije yo.

-Esooo me doliooó un pocooo- se quejó

-¿Quieres que lo saque?-

-Noooo…. ya está pasandooo… creo quee fue la sorpresaaa…-

Y así comenzamos a tirar de nuevo. Al comienzo despacio, pero a los pocos minutos el ritmo empezó a acelerarse. En algún momento Marta subió sus piernas abrazándome la cintura con ellas y enganchándose con los pies cruzado en mi espalda.

Los gemidos eran cada vez más ruidosos y yo tenía que hacer un gran esfuerzo para no dejarme ir y acabar antes que ella.

-AAAAAHHHHHHHHH- gemía ella.

-MMMMGGGGGRRRRR- contestaba yo.

Desesperado, se me ocurrió comenzar a besarle el cuello cerca del hombro y eso terminó de llevarla al límite.

-AAAAAHHHHHHHHH…. SSSSIIIIIIIII…. AAAAAHHHHH- gimió una última vez al tiempo que empujaba con toda sus fuerzas sus caderas hacia arriba, como buscando que mi güevo le llegara aún más adentro. Así se quedó unos segundos, mientras sus piernas empezaban a temblar.

Eso me hizo explotar a mí también y mientras me vaciaba dentro de ella, las pulsaciones de su vagina me apretaban el güevo como si quisieran exprimirle más semen.

Después de tranquilizarnos lo suficiente, Marta se levantó para ir al baño a limpiarse. No sé de donde había sacado una especie de toallita que había utilizado para cubrirse la vulva e impedir que mi semen se le saliera más de lo que ya había hecho.

Unos momentos después regresó con otra toalllita, esta vez húmeda y tibia, con la que me limpió a mi, para luego acostarse a mi lado.

-Gracias- le dije.

-Fue un placer… si. Mucho placer- respondió abrazándome. Luego nos quedamos en silencio y poco a poco me fui adormilando.

Cuando desperté de nuevo. Creo que sólo hablan pasado unos 15 minutos, ella se había separado un poco de mí para no molestarme mientras dormía, pero parecía estarme estudiando.

-Hola…- le dije.

-Hola- respondió ella.

-¿Qué haces?-

-Estaba viéndote-

-Jajaja. ¿Y? ¿Encontraste algo interesante?-

-¡Oh si! Yo ignoraba, ¡qué digo! Yo ignoro tanto de los hombres…-

-Jajaja-

-Tengo tanto que agradecerte. No sólo por el placer que me diste, sino por enseñarme cómo funcionan los hombres-

-Eso que te enseñé es sólo lo más externo, lo más evidente. Queda de tu cuenta seguir investigando, seguir probando…-

-Oh si, no tengas dudas que de hoy en adelante me pondré en eso-

-Ok, pero también quiero que aprendas de ti misma- le dije volteándome hacia ella.

-¿De mi misma?-

-¿Cómo vas a mejorar si no sabes qué es lo que más te gusta?-

Marta se quedó pensando…

-¿Cómo es eso?-

-A ver- le dije poniéndole la mano sobre la vulva y acariciándosela -¿Cómo se llama ésta parte de tu cuerpo?-

-¡Ah!, eso se llama… ¿vulva?-

-¡Correcto! Ese es su nombre técnico y cómo la llamas tú?-

-Jajaja. De chiquita la llamaba… totona, jajaja-

-Ok. ¿Y jugabas con tu totona cuando estabas chiquita?-

-Oh no, siempre me dijeron que había que mantenerla limpia y más nada. Que no debía tocármela-

-¿Ves? Justamente. ¿Cómo ibas a aprender si no te podías tocar?-

-Oh…-

-A ver ¿Tienes un espejo de mano?-

-Claro- respondió levantándose y dirigiéndose a la cómoda a traerlo. Me encantó su cuerpo ágil desnudo yendo y viniendo a la cama. Entonces ella se acostó de nuevo a mi lado.

-Abre las piernas- le dije colocándome frente a su vulva -Mírate en el espejo-

Entonces le fui señalando:

-Este es el Monte de Venus- le dije.

-Si, eso lo conozco, pero también se llama pubis ¿no?-

-Así es-

Luego seguí.

-Toda la parte externa que vemos es la vulva. Estos son los labios mayores y éstos los menores- le señalé mientras ella se miraba con el espejo.

-Aquí está tu culito o ano- le dije tocándoselo.

-¡Ay, no! Jajaja-

-No hay nada de mal en él, es parte de tu cuerpo y una parte muy importante en el sexo, tiene muchas terminaciones nerviosas y se usa mucho, pero regresemos a la vulva. Aquí está la entrada a la vagina-

-Si. Por ahí salen los bebés y… – no terminó la frase.

-¿Y… qué?-

-El flujo menstrual…- dijo bajando la vista.

-El flujo menstrual no tiene nada de malo tampoco. A mucha gente le gusta tirar cuando la mujer tiene la regla-

-¿A tí también?-

-Bueno. La verdad es que nunca lo he hecho, pero a lo mejor podríamos probar algún día-

-No sé…-

-Pero bueno, sigamos. Un poco más arriba está un hueco minúsculo por donde sale la orina. En los hombres, la orina sale por el mismo sitio que sale el semen, en las mujeres no, Uds. tienen una salida independiente. Jajaja. Que yo sepa, ésta es la única parte de esta zona que no tiene una función sexual. Bueno, algunas personas…-

-¿Algunas personas qué?- preguntó curiosa.

-Algunas personas disfrutan de una cosa que se llama “golden shower”-

-¿Y qué es eso?

-A algunas personas les gusta que le orinen encima-

-¿Qué?… ¡No puede ser!-

-Pues si…-

-¡Eso sí que no lo vamos a probar!-

-Jajaja. No te preocupes, yo tampoco participo en ese tipo de cosas, pero ya que estábamos hablando de eso…-

-Nada, nada-

-Ok. Entonces seguimos. Más arriba encontramos el sitio más importante: el clítoris, que está aquí- le dije señalándoselo -aunque dentro de tu cuerpo está la mayor parte. Lo que estamos viendo no es sino su cabeza-

-¿Y porqué es el más importante?-

-Porque la gran mayoría de tus orgasmos vienen de él-

-¿Siii?-

-Así es. Es justamente a través de su estimulación que la mayoría de las mujeres alcanzan el orgasmo-

-Pero…- dijo Marta dudando

-Tócatelo- le dije.

Entonces ella con cuidado pasó su dedo por el clítoris, haciéndola estremecerse.

-¡Uy! ¡Es muy sensible!-

-Jajaja. Es exactamente igual que mi glande, la cabeza de mi güevo. Su superficie está cubierta de tantas terminales nerviosas que sólo se puede tocar cuando estás excitada y él está cubierto de lubricante. Lo que es muy fácil porque toda la zona de produce montones de lubricante-

-Ok- dijo volviendo a pasar los dedos por la zona con cuidado.

-A lo largo de su adolescencia, muchas niñas o mujeres ya aprenden a tocarse ahí para tener orgasmos. Por alguna razón la humanidad decidió que eso era malo y le prohibe a las mujeres como tu tocarse-

-No entiendo-

-Yo tampoco. A los niños se nos prohíbe también tocarnos, masturbarnos, pero la mayoría lo hacen. En cualquier caso, acariciarte el clítoris con la lengua fue lo que hice para darte tu primer orgasmo-

-Mmmmm. Todavía lo recuerdo-

-Fíjate- le dije -Estás empezando a excitarte y ya tus labios menores y tu vagina se humedecieron con los lubricantes que tu misma produces para facilitar la entrada de güevo en tu vagina-

-¡Es cierto!- dijo Marta tocándose y sintiendo el lubricante.

-Ok. Antes de dejar el clítoris, tengo que decirte que él está normalmente cubierto con un capuchón, igual que el güevo, que se llama en ambos casos prepucio. Así pues, él se mantiene protegido y sólo sale cuando estás excitada. Similar a la cabeza de mi güevo, mi glande, que se mantiene oculto como ahora, a menos que yo esté excitado- entonces le enseñé mi güevo que se mantenía todavía dormido y con la cabeza cubierta.

-Mmmm- dijo ella acariciándolo un poco y haciendo que creciera un poco.

-Ahora hablaremos de lo que tienes adentro y que no se ve- le dije -Obviamente está la vagina que es el canal por donde sale el bebé y conecta tu útero con el exterior y por donde entra el güevo a depositar el semen, que es realmente su función-

-Jajajaja. Si, además de hacer te gozar- dijo Marta riendo, para luego entristecerse al recordar todas las veces que la había cogido su marido sin producirle el menor gozo.

-El caso es que en una zona específica de la vagina hay una zona sensitiva que también contribuye al placer femenino. Ese sitio se llama punto G y se ha vuelto muy popular en los últimos años, aunque todavía hay quien discute su existencia-

-¿Y dónde queda ese punto G?- preguntó Marta.

-¿Quieres que te lo señale? Tengo que tocártelo-

-¡Oh, por favor!- respondió Marta abriendo más las piernas.

Entonces, con cuidado, comencé a meterle el dedo medio de la mano derecha.

-Mmmmm- gimió de placer, moviendo las caderas de lado a lado, mientras mi dedo entraba en su vientre. La mano izquierda la puse sobre su pubis, pero como quien no quiere la cosa, dejé que mi pulgar se apoyase sobre su clítoris. Realmente no en la cabecita, sino en el capuchón que lo cubre, lo que me permitía acariciarlo sin producirle dolor.

Una vez que mi dedo medio llegó al fondo de su vagina, comencé a moverlo, explorando la cara anterior de su vagina, sin conseguir el punto G, así que metí también mi dedo índice.

-Mmmm… ¿estás seguro de que estás buscando el punto G?- preguntó Marta con una sonrisa pícara en la cara, al tiempo que me empujaba la mano izquierda hacia abajo para que le acariciara el clítoris con más fuerza.

-Creo… creo que está aquí- le dije entonces, sintiendo el aumento de la rugosidad típica de la zona.

-Oooohhhh…- gimió de placer -ya lo sientooo-

En ese momento decidí que la haría acabar así, acariciándola con las dos manos. Me puse más cómodo y seguí en mi doble ataque: dos dedos en su punto G y el pulgar de la otra mano en el clítoris.

Ella echó primero su cabeza para atrás y luego se recostó de la almohada, lo que le permitió concentrarse en el placer que le estaba proporcionando.

-¿Te gusta así?- le pregunté.

-Siiii… sigue asiiii…- respondió arrastrando las vocales.

Entonces quité por un segundo mi mano de su pubis para mojarme el dedo con saliva para llevarlo de nuevo a su clítoris, buscando la sensible punta.

-¿Y ahora?- le pregunté.

-Oooohhhh… eeessss… mucho…-

Entonces levanté el pulgar para llevarlo de nuevo a la parte de afuera.

-Nooo…. nooo…- protestó -no lo quiteees-

-Pensé que era mucho roce…-

-Nooo…. quería… ooohhh… quería deciiiir que… era muchooo mejooor-

-¡Ahhh, ok!-

Pero el pulgar ahora se había secado, por lo que hice con el mismo una excursión por la entrada de su vagina, mojándolo con los abundantes jugos que brotaban de ahí. Luego lo llevé de nuevo al clítoris, humedeciendo la zona. Repetí el procedimiento dos veces más y cuando presioné sobre el clítoris finalmente, toda la zona estaba perfectamente lubricada.

-OOOOOHHHH DIOOOOOOSSSS- gimió Marta.

Y para terminar de hacer que acabara, presioné mucho en su punto G, pulsándolo rápidamente con los otros dos dedos.

-AAAAAAAHHHHHHH- explotó finalmente Marta, mientras un chorro de líquido salía de su vagina, mojándome la mano y la cama.

-SIIIIII…. AAAAAHHHHH…. OOOOOHHHH… siguió gimiendo Marta, aumentando el volumen de su voz.

Su cuerpo se arqueó, levantando sus caderas en el aire y sus rodillas empezaron a temblar. La vagina también se unió al orgasmo pulsando contra mis dedos rítmicamente.

-AAAAAAAHHHHHH…- gimió una vez más y se desplomó en la cama de nuevo.

Yo entonces quité mis dedo de su también pulsaste clítoris y saqué mis dedos de su vagina.

-Noooo… – protestó.

Pero enseguida volvió a gemir cuando en un solo envión le metí mi güevo en su todavía pulsante vagina.

-AAAAAAHHHHH… SIIIII…- dijo al sentirse penetrada.

Una vez en el fondo de su cuerpo, me acomodé para ponerme cómodo y comencé a cogerla sin consideración.

-SIIII…. Métemeloooo bieeeen… hooondooo-

Y eso hice. No sólo se lo metí lo más hondo que podía, sino que el ritmo era tan rápido como me daba el cuerpo.

-SIIIIII…. ooootraaa veeez… otraaa…vez- gimió mientras la sentía que se renovaba su orgasmo.

Así seguimos por un largo rato. No sé cuantas veces acabó Marta en el proceso, pero por lo menos tres veces.

Yo había cambiado de ritmo cuando me había cansado, reduciendo la velocidad de las penetraciones a cambio de moverme más a los lados cuando estaba en lo profundo de su cuerpo, lo que le permitía a mi güevo rozar su clítoris al tiempo que le revolvía todo por dentro.

Ella entonces levantó sus piernas para volver a abrazarme con ellas, lo que aumentó la profundidad de las penetraciones. Me pareció sentir que el güevo le llegaba hasta la matriz, pero ella no se quejaba, por el contrario, seguía gimiendo pidiéndome que se lo metiera más adentro.

-MAAAASSSS… METEMELOOO… TODOOO…- gritaba pidiéndome más.

A veces, por el contrario, reclamaba sentirse muy llena:

-AAAAHHHH… ESTOY TAAAN LLEENAAA…-

Finalmente sentí como mi orgasmo se empezaba a aproximar, por lo que volví a aumentar la velocidad, al tiempo que mis bolas chocaban con su culo.

-MMMGGGRRRR- comencé a gruñir yo.

-SIIIIIIHHHHHH…-

-MMMGGGRRRR-

-AAAAHHHHHH…-

-MMMGGGRRRR-

Hasta que en un empujón final, exploté dentro de ella.

Al sentirme pulsando en su vientre, ella me abrazó duro, empujándome hacia su cuerpo, haciendo que mi güevo llegase a lo más profundo a dejar su semen allí.

Poco a poco, según fue terminado mi orgasmo, nos fuimos desenredando, quedando acostados uno al lado del otro.

-Aaaahhhh- dijo ella después de un profundo suspiro -Eso estuvo…. uffff-

-Si, estoy de acuerdo- le respondí -¿Cuántos orgasmos tuviste?-

-No sé… creo que todavía estoy teniendo uno… siento mi vi vagina temblando todavía… jajaja-

-Muy bien. A partir de hoy eres una mujer de verdad, verdad-

-¿Una mujer de verdad, verdad?- preguntó ella.

-Si, una mujer que disfruta de su sexualidad-

-Ciertamente… ¡Gracias a ti!- dijo volteándose hacia mi y comenzando a besarme en los labios.

Así pasamos un rato, pero entonces pensé que ya debía ser tarde y en cualquier momento podría venir su marido, así que decidí que había llegado el momento de despedirnos.

-Creo que llegó la hora de irme- le dije interrumpiendo los besos.

-¿Ya?-

-Es tarde y estamos cansados-

-Jajaja. ¡Yo no estoy cansada! Jajaja-

-Muy bueno, pero yo si. No creo que pueda hacerte el amor otra vez por hoy-

-Jajaja. No te preocupes- me dijo riendo -Realmente yo también estoy cansada y tengo que bañarme y arreglar todo este desastre-

-¿Desastre?-

-Tengo semen tuyo por todos lados, sin contar tu saliva y otros jugos míos… Inclusive, y me da un poco de pena decirlo, pero sentí como que se me salía un poquito de pipí en el primer orgasmo de esta última tanda-

-¡Ah, no! Eso no era pipí, eso fue una segregación femenina que tienen algunas mujeres que se llama squirt-

-¿Si? ¿Cómo es eso?-

-No se conoce muy bien. Hay quien dice que realmente es orina, pero realmente no huele ni sabe a orina. Fíjate que no- le dije poniéndole mi mano donde me había caído el “squirt” en la nariz-

-Realmente… no huele a nada-

-En fin. Voy a lavarme y a vestirme- le dije.

-No te laves…- me pidió.

-¿Que no me lave?- le pregunté -¿Y eso?-

-No sé. Me encantaría saber que te vas con el olor de mi cuerpo en tí. Si quieres, cuando llegues a tu casa te lavas-

-Jajaja. Muy bien. Te complaceré… Aunque no sé que pensará mi madre cuando llegue allá oliendo a… sexo-

-Ah, ella sabe lo que has estado haciendo aquí, así que no tienes de qué preocuparte-

-No es preocupación… pero está bien. Te complaceré-

Un rato más tarde, eran como las 5 pm, llegué a casa de mi madre luego de atravesar caminado el espacio entre las dos casas.

Al entrar en la cocina no vi, por lo que la saludé mientras cerraba la puerta:

-Ya regresé-

-Aquí estoy- respondió ella desde su cuarto.

Entonces me dirigí hacia allá, mientras ella venía hacia mi.

-Aquí estás- me dijo abriéndome los brazos -¿Cómo te fue?-

Apenas me abrazó, puso su nariz contra mi pecho y mi cuello.

-Ufff, hueles a… sexo-

-Ya me voy a bañar-

-Oh no. Está bien- dijo ella mientras me abrazaba.

Yo le devolví el abrazo y para mi sorpresa pude detectar que no llevaba sostén. -Qué raro- pensé -No es habitual que ella esté sin sostén-

Para mayor sorpresa mía pude sentir claramente cómo sus grandes pechos se aplastaban contra mi cuerpo ¡y sus pezones se sentían claramente duros!.

Seguimos abrazados por unos segundos… y otros segundos. Mucho más tiempo de los que era habitual entre nosotros, pero finalmente me soltó y sujetándome por el brazo me llevó hacia la cocina.

-Vamos a tomarnos un café mientras me cuentas todo-

-Vamos mamá, ¿cómo que quieres que te lo cuente todo? Tu misma me has enseñado que un hombre no debe hablar de sus cosas con otras mujeres-

-Ah, no. No me vengas con eso. Este es un caso especial. Yo te pedí que le hicieras el favor a Marta y ahora quiero que me digas cómo lo hiciste… y de dónde viene este olor, jajaja- me dijo metiendo su cara en mi pecho y oliéndome de nuevo.

-Bueno, bueno, te cuento pero ¿porqué no me dejas que me bañe primero?-

-Ok. Acepto el trato. Báñate mientras yo hago el café-

Cuando salí del cuarto, bañado y limpio, me la encontré sentada en la sala. En la mesa había un juego de café con dos tazas preparadas.

Ella estaba leyendo su libro, pero al verme se inclinó para servir el café en las tazas.

-Pero qué elegante- le dije.

-Elegante estás tú- me respondió. Luego, cuando me senté a su lado, me olió de nuevo.

-Ahora hueles a limpio, aunque no sé si el olor anterior me gustaba más, jajaja-

-Pero mamá ¡qué dices!-

-Era un olor muy… sensual ¿qué quieres que te diga? Una tiene su corazoncito. Jajajaja-

-Bueno- le dije finalmente -Tal como me dijiste Marta es, o más bien era, una mujer prácticamente virgen. Nunca había tenido un orgasmo y creo que ni siquiera se había dado los besos con alguien. Así que empezamos por eso. Besarnos como dos adolescentes sentados en la sala-

-Ya eso lo habíamos hecho el otro día, por lo que no le costó mucho entrar en el ritmo-

-Muy bien- me dijo mi madre.

-Y al igual que cualquier adolescente, empecé a acariciarla por todas partes, a lo que ella no se opuso. Pronto me estaba comiendo sus tetas y ella lo disfrutaba enormemente-

Y justamente, hablando de tetas, los pezones de mamá se levantaron nuevamente contra la tela de la camisa. No llevando puesto un sostén, se notaban claramente. Eso me distraía un poco de mi narración y tenía que hacer un esfuerzo para no quedarme contemplándola.

También me yo me estaba excitando con la narración y pronto tenía un bulto en los pantalones, que no hallaba como disimular.

-De las tetas bajé a meterme entre sus piernas, lo que a ella le extrañó mucho y se opuso ligeramente, pero cuando sintió las primeras caricias, se rindió incondicionalmente y en pocos momentos después tuvo el primer orgasmo de su vida-

-Muy bien, hijo. Buena idea- me dijo mamá con la cara un poco enrojecida. Seguía excitándose con la narración y descuidadamente pasaba sus manos por sus muslos, nerviosa.

-Apenas recuperó la respiración, procedí a cogérmela- seguí contándole.

-¿En qué posición?-

-Normalito. Simplemente en posición misionera, que seguramente es como se la coge habitualmente su marido.

-¿Y cómo lo tomó?-

-Bueno, al principio se quejó de que era muy grande-

-Oooh-

-Pero después de que lo tuvo adentro y se acostumbró, sólo fueron gemidos de placer hasta que acabó de nuevo-

Por un momento me preocupé que me fuera a preguntar qué tan grande es mi miembro o que quisiera verlo, pero aparte de mirarme por un rato el bulto entre las piernas, no dijo nada.

-¿Y tú no acabaste?-

-Oh si, apenas ella tuvo su segundo orgasmo, me dejé ir y acabé dentro de ella-

Por la siguiente media hora ella me preguntó todos los detalles de la tarde con Marta. Al principio yo había tratado de ser lo más genérico posible, pero ella se me preguntaba los detalles.

Al principio me costó mucho decírselos, pero poco a poco yo también me fui excitando y me era mas fácil contarle. Al terminar, yo tenía el güevo completamente tieso. Ambos estábamos excitados.

-¿Entonces? ¿Cuántos orgasmos tuvo Marta?-

-Mmmm… no sé, no los conté. Déjame ver, dos en el sofá… dos más en la cama la primera vez y después… no sé. Probablemente tres o cuatro, porque pasaba de uno a otro. Serían entonces 8, más o menos-

-¿OCHO? Pero…, pero… ¡eso es una barbaridad! ¡Qué afortunada!-

-Bueno. Tú me dijiste que le enseñara… y ella resultó una alumna ejemplar. No sé, podría decir que era como estar con una mujer virgen a la que tienes que enseñarle todo, pero físicamente ya no lo era, claro. No sé si me explico. Aunque nunca he estado con una virgen, entiendo que la primera vez, con la rotura del himen, el dolor y eso, no puedes cogértela más de una vez. Pero como ella no es virgen, pues, pudimos repetirlo muchas veces-

-Si, supongo que tienes razón- me respondió mi mamá -Mi primera vez fue un desastre. Además que el tipo tampoco sabía mucho…-

-Mamá, mamá, no tienes que darme tantos detalles-

-Jajaja. Está bien hijo, otro día-

Por un momento me quedé pensando -¿Otro día? ¿Qué quiere decir con otro día? ¿Que me va a contar de su vida sexual otro día?-

-Tuve hasta que enseñarle hasta un poco de anatomía- seguí contándole -Porque no sólo no conocía los detalles del cuerpo de un hombre, sino que ni siquiera los de su propio cuerpo!-

-Increíble- dijo ella -Me imagino que el imbécil de su marido se lo mete sin ningún preámbulo, acaba en 10 segundos, lo saca y se duerme-

-Seguramente- le dije -Me tocaba el güevo con curiosidad, cómo una primeriza-

-Exactamente- dijo mi mamá mirándome pensativa el bulto entre mis piernas, mientras que yo seguía viéndole las tetas. Cada vez éramos más descarados en eso.

-Bueno. Ahora creo que me voy a mi cuarto a revisar mis correos- le dije a mamá, parándome. El bulto que me formaba el güevo en la entrepierna era mucho más evidente, pero no podía hacer nada para taparme y lo que quería hacer era salir corriendo. Aunque otra parte de mi quería seguir mirándole las tetas y esos pezones duros… Era muy raro estar excitado frente a tu propia madre y más aun, darte cuenta de que ella también se había excitado.

Como a las 8 de la noche mamá se acercó a mi cuarto y luego de tocar la puerta, se asomó.

-Voy a preparar unos french toast para comer ¿quieres?-

French toast es una de mis comidas favoritas y sospechaba que ella estaba tratando de distraerme de nuestra rara conversación de la tarde.

-Por favor, mamá. Si quiero-

-¿Cuántos te hago?-

-Mmmm. Creo que tres. Tengo hambre-

-Jajaja. Tienes mucha energía que reponer- dijo alejándose -Estarán listas en 15 minutos-

Nada más hacer mención de eso y sentí como mi güevo reaccionaba. -Espero no tener una nueva erección delante de ella- pensé mientras iba a cenar.

Durante la cena no hablamos de Marta ni de la sesión de sexo. Ambos nos relajamos hablando de la universidad y de cómo la internet ha influenciado la educación moderna.

Al terminar de comer, sin embrago no pudimos evitarlo y volvimos al tema:

-¿Y entonces qué opinas de tu alumna?-

-¡Ah! Muy aventajada- le respondí -Estoy seguro que en un par de lecciones más va a ser una tigra en cuestiones de sexo. No sé qué va a decir su esposo cuando ella no se quede estática en la cama y lo revuelque-

-Jajajaja. Realmente, aunque ella es muy inteligente y seguramente va a ir poco a poco. ¿Quedaron en algo para la próxima lección?-

Nada más volver a hablar de Marta hizo que ambos empezáramos a reaccionar de nuevo. Por un lado mi güevo empezó a ponérseme duro, mientras que los pezones de mi mamá se levantaban. La ventaja era que la mesa me tapaba, pero sus pezones se le veían claramente-

-No, no quedamos en nada. Supongo que ella te dirá a tí cuándo ella pueda o algo así-

-Plín-

En ese momento llegó un mensaje al celular de ella.

-Pues mira. Hablando de Marta. Me está diciendo que su marido va a salir mañana en la mañana, como de 9 a 11am y que si puede pasar por aquí y si tú estarás mañana disponible-

-Jajajaj. Mira qué cosas. Bueno… no sé que decirle. No sé si a ti te importa que ella venga aquí a acostarse conmigo…-

-Bueno. La verdad es que nunca me incomodado que traigas mujeres a la casa. ¿Cómo se llamaba la juuuu, juuuu, aquella?-

-Se llama Virgina, mamá-

-Bueno, el caso es que nunca me ha importado que vengan tus amigas a la casa, así que tampoco me importa que Marta venga aquí-

-¿De 9 a 11?-

-Así es. Supongo que será un poquito más tarde. Ella tendrá que esperar a que él se vaya-

-Ok. Entonces dile que está bien, que venga mañana-

Capítulo 4

En la noche me dormí relativamente rápido, un poco cansado por las “actividades” de la tarde y con la expectativa de una nueva sesión en la mañana con Marta. En algún momento de la noche, sin embargo, me desperté con delicioso un sueño erótico en el que me estaba cogiendo a Marta, pero en medio del mismo, ésta empezaba a transformarse. Primero le crecían las tetas, con lo no tenía ningún problema, luego le cambiaba el color de la piel y la voz se le hacía más ronca. Entonces yo abría los ojos y me encontraba con que ¡la mujer era mamá!. Ella también había tenido los ojos cerrados y es sólo en ese momento que ambos nos damos cuenta que estábamos haciendo el amor. ¡El susto fue tan grande que me desperté!

Pasé un largo rato despierto pensando en mi sueño y a mi mamá desnuda debajo de mi, con mi güevo metido en su cuerpo y gimiendo de placer… Finalmente volví a dormirme.

Cuando me desperté en la mañana todavía estaba un poco confundido por la pesadilla. Me puse unos shorts y una franela y salí a la cocina. Eran las 8 am y todavía faltaba una hora para que llegara Marta.

No sé si fue casualidad o que me oyó, pero a los pocos momentos, salió también mi mamá de su cuarto buscando café, que yo había empezado a hacer.

-Buenos días, hijo- me dio dándome un ligero beso en los labios. Considerando mi sueño de la noche anterior, ese beso fue como un corrientazo y mi cuerpo respondió correspondientemente con el inicio de una erección. Sabiendo que el short era de una tela muy delgada, me volteé y me senté en la mesa, para taparme.

Desde allí miré a mamá, que tenía una vestidito veraniego de color crema, con flores de colores repartidas por todas partes. Los hombros descubiertos y un par de delgadas tiras para soportarlo. Debajo del busto, el vestido seguía amplio formando una especie de campana hasta cubrirle apenas la parte superior de los muslos. Eso dejaba ver sus hermosas y bien torneadas piernas a la vista. Lo que no me ayudó mucho con la incipiente erección que presionaba mi short.

Cuando sonó la cafetera, mamá la quitó del fuego y poniéndola en una bandeja de madera, la trajo a la mesa. Luego volvió a la cocina y se empinó para sacar dos tazas de la parte superior de la alacena. Al tener que estirarse para llegar arriba, el vestido se le subió por las piernas hasta mostrarme no sólo la parte trasera de sus muslos, sino el inicio de sus nalgas. Tuve que contenerme para no emitir una exclamación de sorpresa y placer. Parecía no tener pantaletas o si las tenía estaban tan metidas entre sus nalgas que no pude detectarlas.

Una vez que agarró las tazas, se volteó hacia mi. Yo había vuelto mi mirada hacia la cafetera, pero por su actitud no estaba seguro de si me había visto mirándole el culo. Peor que eso, no estaba ni siquiera seguro de si lo había hecho a propósito.

En cualquier caso, puso las tazas sobre la mesa y luego volvió por el azúcar y las cucharitas. Yo la volví a mirar cuando estaba de espalda y aunque la tela del vestido era delgada de color claro, no pude ver si tenía o no pantaletas, pero tampoco pude ver mucho, pues solo tuve unos instantes antes de que ella volviera a la mesa a sentarse conmigo. Lo que sí era claro era que ella estaba otra vez pensando en algo, pues sus pezones volvían a estar duros, lo que con esta delgada tela se veía con mucha más claridad.

-¿Cómo pasaste la noche?- me preguntó.

-Muy bien, gracias, ¿y tú?- no había ninguna posibilidad que le fuera a decir que había tenido un sueño erótico con ella.

-Ah, yo dormí muy bien gracias-

Por un rato seguimos conversando de cualquier tontería, lo que al final permitió que mi erección se bajara y pudiese levantarme de la mesa sin ponérsela delante cuando terminamos de tomar café.

-Ya va siendo hora de que llegue Marta- le dije -Mejor me voy a mi cuarto y tu le dices que pase cuando llegue. Por favor-

-Claro. A lo mejor me tomo un café primero con ella-

-Como Uds. quieran- le dije y me fui al cuarto.

En el cuarto me quité la ropa y me acosté desnudo en la cama, que es como suelo dormir. Tomé la novela que estoy leyendo y me puse a leer, aunque realmente no lograba concentrarme, pensando en mi madre empinada tomando las tazas de la alacena y la falda subida hasta sus nalgas…

-Hola- oí la voz de Marta en la entrada del cuarto -¿Puedo pasar?-

-Claro, claro- le respondí.

Ella venía vestida con una franela azul y unos bluejeans y se volteó a cerrar la puerta.

-¡Oh! No la cierres- le dije.

Ella me miró con extrañeza, así que le dije: -Así podemos oír a mamá en caso que quiera advertirnos de algo. No sé, de pronto viene… alguien- Obviamente me refería a su marido.

-El no vendrá hasta dentro de dos horas por lo menos. Además le dije que me llamara antes de salir hacia acá- dijo Marta mostrándome su celular -Así él mismo me avisa que está en camino y puedo regresar a la casa con tiempo-

-Muy inteligente-

Así pues, ella dejó la puerta abierta y caminó despacio acercándose hacia la cama.

-Veo que estás desnudo- dijo mordiéndose el labio inferior con cara de tener ganas.

-Si, siempre duermo desnudo-

-Muy conveniente- dijo ella tomando el borde inferior de la sábana y comenzando a jalarla.

El borde de la sábana bajó desde el medio de mi pecho como hasta la altura de mi estómago.

-Mmmm. Hasta ahora me gusta lo que veo-

Yo no tengo un cuerpo musculoso, pero a los 22 años y habiendo jugado fútbol, basquet y voleibol en el colegio y luego en la universidad, mi cuerpo está, por decirlo de alguna forma, bien moldeado. Así que lo que ella veía estaba ok.

Mi güevo se había ya puesto duro. O quizás probablemente no se había ablandado mucho desde la escena de la cocina, por lo que la sábana mostraba una evidente elevación en la posición correspondiente.

Luego de unos segundos, Marta volvió a jalar la sábana y el borde bajó hasta mi abdomen, justo antes de descubrir el güevo.

-Esta parte también me gusta mucho. Un abdomen plano… mmmm-

Ella entonces suspiró y soltó la sábana diciendo:

-Pero creo que yo estoy demasiado vestida-

Entonces se agarró la franela con las dos manos y se la sacó por la cabeza. No tenía sostén y sus dos tetas quedaron frente a mi. Mi güevo dio un respingo cuando las vi, con los pezones duros y tentadores.

-¡Oh! El también se alegra de verme- dijo refiriéndose a mi güevo al ver su movimiento.

Luego tomó la sábana de nuevo y fue jalándola poco a poco mientras descubría mi güevo.

-Sii… definitivamente él se alegra de verme… y yo también me alegro de verlo-

Al terminar de descubrirlo jaló el resto de la sábana, dejándome desnudo en la cama, frente a ella. Entonces, tomó el cierre de sus blue jean y comenzó a quitárselo, lo que considerando lo apretado que era no parecía que fuese fácil.

-¿Sabes? Ayer, después de que Pedro, el bobo de mi marido, se durmió me senté en la computadora y empecé a buscar. Encontré unos sitios en los que nunca hubiese entrado antes de ayer en la tarde… sitios eróticos, porno- por un momento pareció que le daba pena, pero aprovechó la pausa para bajarse el pantalón y quedar en pantaletas. No eran muy sexis, pero mejor que las de ayer.

-Estuve viendo varias películas- siguió contándome mientras se bajaba las pantaletas y quedaba también desnuda -Muchas eran muy malas, pero otras no tanto… Y aprendí algunas cosas…-

Entonces le hice una señal para que se acostara junto a mi.

-No- me respondió -quédate tal cual estás-

Entonces se subió a la cama y pasando una pierna por encima de mi cuerpo, quedó arrodillada sobre mí. Todavía no nos habíamos tocado. Entonces siguió contándome.

-Pasé mucho tiempo pensando en todas las posiciones que quería que me cogieras y al final me decidí por ésta. Ayer tú me cogiste a mí. Escogiste las posiciones y no tengo nada en contra de tu selección, pero ahora quiero dirigir yo por primera vez-

Entonces buscó mi güevo con la mano y lo apuntó hacia arriba. Luego corrigió su posición para quedar con su vulva justo encima.

-Llevo horas pensando en lo que viene ahora- dijo.

Luego se bajó lo suficiente para que mi güevo le tocara la vulva.

-Mmmmm….- gimió -por fiiin-

Ya comenzaba a arrastrar las sílabas y su voz era muy ronca. Se ve de verdad llevaba horas excitada.

Luego se lo colocó en la entrada de la vagina y se bajó lo suficiente como para meterse la cabeza.

-Aaaaahhhhh…siiiii… tal cómo lo recordaaabaaa…-

Su vagina me aprisionó el güevo con la fuerza de una vagina casi virgen y mandó deliciosas a mi cerebro.

-Gggggrrrrffff- gemí yo también subiendo mis manos para agarrarle las tetas apretándoselas con placer.

-Siiiiii…. queeee ricooo… asiiii… apríetamelaaaass durooo-

Por un momento nos quedamos así, pero luego ella subió un poco, me imagino que para empujárselo más adentro, pero se equivocó y el güevo se le salió.

-Ooohhh noooo- se quejó antes de metérselo de nuevo.

Esta vez fue más adentro. Quizás hasta la mitad. Yo lo estaba disfrutando muchísimo, pero entonces me di cuenta que si seguía así quizás hasta acabaría antes que ella, así que hice una especie un esfuerzo y logré bloquear un poco las señales que me llegaban de todas partes. Subí un poco las piernas y miré a mi alrededor como buscando cómo pensar en cosas menos eróticas.

Mi mismo cuarto de siempre, las paredes con los afiches de mis equipos favoritos… para cuando Marta llegó hasta sentarse sobre mi, con el güevo metido hasta el fondo, ya había logrado frenar mi caída libre hacia el orgasmo, lo que era bueno y malo a la vez. Era bueno porque me permitiría no acabar de primero y malo porque me obligaba a pensar en otras cosas. Más adelante, cuando ella tuviera más experiencia, no habría problema en quién acababa primero, pero ahora tenía que ajustarme para que ella siempre tuviese su orgasmo antes de que yo me “desinflase”.

-Aaayyyy… queee ricooo… me llegooo hastaaa tan adentrooo- seguía ella contándome cómo se sentía.

Allí se quedó un rato, creo que “ajustándose” a tenerme tan adentro, para luego empezar a moverse en diversas direcciones, sin levantarse, sólo girando y moviéndose de adelante a atrás.

-Siiiii…. queeee… rico…. taaan duroooo…-

-Y ahoraaaa lo voy a saaacaaar…-

-Y otraaa vez adentroooo…-

Yo seguía jugando con sus tetas, pellizcándole los pezones o apretándosela toda. Delicioso.

De pronto vi una sombra en la puerta. Yo estaba viéndole las tetas a Marta por lo que no estaba seguro de lo que había visto.

-¿Cómoooo me lo pueeedeees meteor taaan adentroooo- seguía diciendo ella mientras continuaba cogiéndome con distintos movimientos, girando y retorciéndose que mi güevo en su vientre.

Pero pronto esos movimientos empezaron a perder coordinación, lo que me indicó que se estaba acercando al orgasmo, así que decidí poner un poco más de mi parte, empujando hacia arriba cuando ella bajaba, lo que le hacía entrar aún más profundamente.

-Siiiii….. Asiiii….-

-Aaaaaahhhh-

-AAAAAAHHHHH-

-AAAAAAAAAAAAHHHHHH-

Y entonces Marta explotó. Un chorro de líquidos bajó de su vientre, deslizándose alrededor de mi güevo y bajando por mis bolas hasta mojar la cama. Sus piernas empezaron a temblar espasmódicamente y ella se plegó sobre mi pecho mientras gemía inconteniblemente.

Mientras su orgasmo la hacía temblar, sus vagina me apretaba el güevo como tratando de exprimirme, pero aunque a mí no me faltaba mucho, no pensaba acabar todavía.

Entonces lo vi otra vez, una sombra en la puerta del cuarto ¿mamá?

Cuando Marta terminó de temblar, por lo menos lo más fuerte, porque todavía se estremecía de vez en cuando, la agarré por los hombros y diciéndole:

-Ahora acuéstate tu-

Y la conduje hasta acostarla en la cama boca arriba, pero una vez que la tuve allí, desmadejada, cambié de opinión y le dije:

-Ponte boca abajo-

Ella no pareció entenderme bien, por lo que la ayudé a girar. Una vez boca abajo, le volví a dar instrucciones:

-Levanta el culo. Ponte en cuatro-

-¿Ponerme en cuatro? ¿Qué significa eso?-

-Que te apoyes en las manos y en las rodillas- le expliqué.

Ella intentaba hacer lo que le pedía, pero parecía que su cerebro no se hubiese despejado del reciente orgasmo. Así que le moví las rodillas hasta ponerlas debajo de su cuerpo, levantándole el culo, pero no hice la segunda parte y la dejé con el pecho y la cabeza apoyadas en mi almohada.

Una vez en posición, me moví detrás de ella. Frente a mí, su culo abierto me esperaba. En el medio, la vulva mojada y enrojecida con el reciente esfuerzo y finalmente, un poco mas arriba el ano. Una vez que yo estuve en la posición correcta, bajé mi cara y le di un lengüetazo a todo lo largo de la vulva.

-AAAAAHHHHHHH- gritó tan duro que si es porque no supiese que su marido estaba fuera, hubiese temido que la oyera. En cualquier caso, seguro que mi mamá si la habría oído… aunque pensándolo bien, ¡seguro que lo había oído todo desde el principio!

Volví a lamerla, pero esta vez me concentré por un momento sólo en su clítoris, deslizando mi lengua por todas partes de éste. Como estaba tan sensible, ella gritó de nuevo, pero acompañada de un nuevo orgasmo:

-Aaaaaaahhhhh…. oootraaaa veeeez…-

Y empezó a estremecerse, aunque con menos fuerza que la primera vez.

Con mis dos manos puestas en sus caderas, para “mantenerla en posición”, volví a lamerla la vulva, pero evitando el clítoris, pues seguramente estaría muy sensible. Ella seguía respirando muy fuerte, pero parecía haber pasado el corto orgasmo, así que esta vez seguí con el lengüetazo hasta su ano.

-Ooooohhhh… noooo…. ahiiii… noooo…- protestó ella.

-O si- le dije -Todo tu cuerpo es mío y sabes que no haré sino producirte placer-

-Si… pero ahiií… no me gusta… –

-Tranquila… todavía no hemos llegado a ese punto-

Entonces, después de pasarle dos o tres lenguatazos sin llegarle al culo, me enderecé y agarrándome el güevo con la mano, se lo empecé a meter poco a poco por la vagina.

-Siiiiii…. aaaaahhhh…. siiiiii…. queee…. ricooo…- gimió.

Entonces la vi. Mamá estaba en la puerta del cuarto… viéndonos. Y mientras le iba metiendo el güevo a Marta, ella se apoyaba con un hombro en el quicio viéndonos. Su mano derecha la tenía en su teta izquierda que se la había sacado del vestido y con dos dedos se acariciaba el pezón. La mano izquierda la tenía bajo la falda, no podía ver exactamente qué hacia, pero evidentemente se estaba masturbando.

Eso me hizo perder la concentración que me mantenía sin acabar y sentí cómo se aproximaba rápidamente mi orgasmo. Entonces comencé a cogerme a Marta lo más duro que podía, sabiendo que no duraría casi nada.

Efectivamente, pronto sentí como me empezaba a tensar. Todavía logré metérselo una o dos veces más y cuando exploté dentro de ella, me di cuenta que la había estado empujado tan duro que ella se había derrumbado sobre la cama.

Mi semen comenzó a derramarse dentro de ella y cuando ella lo sintió, volvió a explotar en un nuevo orgasmo, haciendo que su vagina me exprimiese el güevo otra vez.

Cuando pude volver en mí, volteé a la puerta y vi que mi mamá ya no estaba a la vista. Por un momento dudé si de verdad había estado allí o había sido mi imaginación, pero inmediatamente decidí que tenía que ocuparme de Marta.

Así pues, mientras seguía sobre ella y con el güevo en su cuerpo, comencé a besarle el cuello y la espalda a lo que ella respondía con pequeños estremecimientos y muchas risas.

Así pasamos varios minutos. No sé si por la posición o por toda la energía que todavía tenía, pero mi güevo no se había ablandado mucho. No estaba completamente duro, pero lo suficiente para mantenerse dentro de ella. Ella mantenía el culo levantado, por lo que el ángulo era perfecto. Tan perfecto que comencé a moverme despacio.

-Oh, parece que hay quien tiene ganas de seguir…-

Entonces sonó su teléfono.

Ella se agitó mucho e inmediatamente buscó el teléfono que había puesto en la mesa de noche. Se estiró y lo agarró, pero yo no le había sacado el güevo.

-Aló..- dijo.

-….- ella oía atenta.

-Si, mi amor…-

-….-

Obviamente yo no podía oír lo que él decía, pero sí lo que ella le contestaba. Entonces me levanté, por lo que tuve que sacárselo. Luego la agarré a ella por las caderas y levantándola, la puse en posición otra vez, apoyada en las rodillas y el culo parado y finalmente y sin dudarlo un segundo, le empujé el güevo hasta el fondo.

-Oooooooohhhhh- gimió Marta.

-…..-

-Nooo… nooo… mi amor- dijo Marta en el teléfono -Es que me acabooo… oooh… de golpear el dedo pequeño del pié en la pataaa… de la mesa-

Despacio, se lo saqué casi todo y se lo volví a empujar hasta el fondo.

-Uuuhhhhmmm- volvió a gemir.

-….-

-Siii, siii… el dedo chiquitooo… me duele taaantooo-

-…..-

-Nooo, nooo… te… preocupes… ya me está pasando el dolor…-

Yo seguía cogiéndomela y su respiración se iba acelerando de nuevo, pero había logrado controlar sus gemidos.

-Bueno… mi amor… nos vemos en un rato… y no te preocupes por miii…- dijo Marta colgando la llamada.

Apenas terminó, volvió su cara hacia mi sin perder el ritmo, pues al tiempo que yo se lo metía, ella empujaba su culo hacia mi para que el güevo le entrara más adentro.

-Eres… de… terror… casi… me… descubre…-

No le dije nada, pero tuve otra idea mientras nos aproximábamos rápidamente a un nuevo orgasmo, así que cuando ella se volteó hacia adelante, cerrando los ojos para concentrarse en el placer que sentía, dejé caer una gota de saliva en su culo. Luego me metí el dedo índice en la boca y me lo mojé también. Entonces empecé a empujárselo en su ano.

-Nooo… noo, ¿qué me haces?- protestó débilmente.

Pero eran demasiadas emociones, demasiado placer y sus sentidos estaban colmados, así que mientras me la seguía cogiendo a toda velocidad, le fui metiendo el dedo.

Primero la punta, luego la segunda coyuntura, mientras el güevo entraba y salía y ella gemía al mismo ritmo:

-AAAAHHHH… AAAAAHHHHH…. AAAAHHH-

Cuando mi dedo no pudo entrar más, ambos explotamos en un último orgasmo. Mis últimas reservas de semen se vaciaron en su vientre y sus músculos me exprimieron, tanto el güevo en su vagina, como mi dedo en su culo.

Nos desplomamos en la cama, al tiempo que le sacaba el dedo y el güevo que ahora sí, se desinflaba rápidamente.

Una rápida mirada hacia la puerta, me permitió ver a mi mamá, que había regresado a la puerta y probablemente había visto y oído todo. Ella me devolvió la mirada con una enorme sonrisa en la cara.

-Tengo que irme ya- dijo Marta, levantándose para recoger sus ropas después que nos habíamos besado por un rato.

-Claro, claro- le dije -arréglate en mi baño antes de salir de la casa-

-Si. Está bien-

Mientras Marta estaba en el baño, yo también me levanté y me vestí. Sin lavarme, porque el baño estaba ocupado y no quería perturbarla más. Al poco tiempo ella salió del baño, vestida y peinada, pero todavía tenía la cara un poco descompuesta. Creo que era lo que decía mi mamá: “cara de bien cogida”.

Juntos caminamos hacia la cocina, donde estaba mi madre haciéndose la que no había visto ni oído nada.

-Déjame verte Marta- le dijo a ésta, cuando llegamos a la cocina. Luego le arregló la blusa y el pelo un poco y al final le dijo:

-¡Y quita esa sonrisa boba de la boca!-

-Jajajaja. ¡No puedo!, Jajajaja. Estoy demasiado contenta- rió Marta y nos contagió a los demás.

-Jajajaja-

-Jajajaja-

Capítulo 5

Después que Marta se fue, tomé mi computadora y me senté en la mesa del comedor a hacer mis tareas de la universidad. Tenía un montón de cosas pendientes que tenía que entregar la semana que viene.

Mamá seguía trajinando por la casa, barriendo y limpiando. Yo trataba de no verla, pero era difícil, porque seguía con el vestidito y cada vez que la veía caminando hacia mi, veía sus senos moviéndose al ritmo de sus caderas. Sin sostén, era lógico que lo hicieran, pero desde luego no era lo mejor que puedes ver mientras tratabas de resolver un sistema de ecuaciones. Peor era cuando, de espaldas a mi, se inclinaba para recoger algo del suelo. El borde del vestido se le subía hasta casi llegar al borde de sus nalgas. Sólo cuando se fue lavar la ropa, pude concentrarme en mis problemas.

Luego de un rato, ella volvió y mientras me abrazaba por la espalda, acariciándome ligeramente el pecho, me dijo:

-Vamos a comer como en media hora-

-¡Qué bueno! Tengo mucha hambre-

-Jajaja. No lo dudo- siguió -Con tantos… agites. Jajaja-

No le respondí, sabiendo claramente a lo que se refería.

-Por cierto- siguió mientras sus manos me seguían acariciando y su cara se pegaba a la mía -¿Porqué no te bañas? Hueles mucho a sexo. Jajajaja. No está mal, pero me has tenido toda la mañana distraída-

-¡Oh! Perdóname, no me había dado cuenta-

-O si. Tienes que tener cuidado con eso. La gente se da cuenta de lo que estabas haciendo. No sólo por de la cara de bobo, sino por el olor también-

-Bueno, entonces me iré a bañar-

-Perfecto. Mientras te bañas yo preparo la comida-

Después de comer, me regresé a mi cuarto a descansar y a dormir un rato. Ella creo que hizo lo propio, porque cuando se levantó estaba recién bañada y vestida con una blusa y unos pantalones más elegantes.

-Voy a salir a comprar unas cosas ¿Tú vas a salir?-

-No. Tengo mucho que hacer- le respondí desde la mesa donde me había vuelto a sentar a trabajar-

-Ok. Si quieres vemos una película esta noche-

-Perfecto- le dije contento, porque parecía que habíamos regresado a la normalidad.

Ya oscuro, mamá regresó con varias bolsas y una caja cuadrada con olor a pizza.

-Holaaa. Traje pizza-

-Holaaa- respondí -¡Huele delicioso!-

-¿Cómo vas con tus tareas?-

-Bien. He avanzado bastante. Mañana termino-

-¡Ah, qué bueno! Así comemos y vemos una película. Ahora voy a guardar esto y a ponerme más cómoda-

Al cabo de un rato, mamá regresó de su cuarto con una franela blanca de algodón, nuevamente sin sostén, y unos shorts sencillos, las piernas descubiertas y sin zapatos. Se había quitado el maquillaje y estaba… linda. Apenas la vi me di cuenta que yo volvería a ponerme incómodo. Realmente la palabra correcta no era incómodo, me encantaba ver sus pechos moviéndose debajo de la franela o sus piernas torneadas, lo que me incomodaba era que ella se fuera a dar cuenta, que me viera entre las piernas y me viera excitado.

Igual no podía hacer nada en relación a cómo ella se vistiera. Lo que tenía que hacer yo, era no quedarme viéndola como un bobo.

Pronto nos comimos la pizza y después de recoger y meter las cosas sucias en la máquina de lavar platos, nos sentamos en el sofá a buscar una película.

Como siempre, nos sentamos uno a lado del otro frente al televisor. Quizás un poco más cercanos, pero tampoco algo que llamase la atención. La ventaja de esa posición era que me podía concentrar en la tv y no estar viéndole las tetas.

Ella seleccionó una película vieja llamada El Amante. Al principio no parecía muy interesante, pero al poco rato se puso intensa cuando descubrimos que se trataba de una relación entre una adolescente francesa en Vietnam y un chino (creo) con plata. El chino la llevó a una una habitación y empezaron a hacer el amor. Aparentemente la primera vez para ella.

Las escenas de sexo estaban muy bien realizadas y ambos actores se veían muy bien. No pude ver si eran simuladas o no, pero si eran simuladas lo hacían parecer muy real, al punto en que empecé a tener una elección. Mamá también estaba disfrutándolo pues sus pezones se habían endurecido por lo que podía ver mirándola disimuladamente.

-Por cierto- me dijo de pronto -Se me olvidó disculparme contigo por mi intromisión de esta mañana-

-¿Cuál intromisión?- pregunté sin recordar nada.

-Cuando casi entré al cuarto donde estabas con Marta- dijo ella.

-Ah, ya recuerdo. No es nada, no te preocupes-

-Es que vi la puerta abierta y pensé que la habías dejado así adrede-

-Bueno- respondí volviendo mi mirada a ella, sí los pezones se le marcaban claramente en la blusa -No estoy segura de porqué lo hice. Recordé todas las preguntas que me habías hecho sobre cuando me cogí a Marta por primera vez-

Usualmente no utilizaba la palabra “coger” delante mamá, pero yo también estaba excitado y me salió sin pensar.

-Jajaja. ¿Quieres decir que la dejaste abierta para mi?-

-Creo que sí- le dije evitando su mirada y volviendo a ver la pantalla de la TV donde la chica disfrutaba del chino.

-¿Y a Marta no le importó?-

-Bueno, le dije que era por si tú querías alarmarnos por algo-

-¿Y ella se lo creyó?-

-Bueno, creo que estaba tan excitada que no lo pensó mucho. Llegó preparada y simplemente se empezó a desvestir. No necesité esperar-

-Yo no los hasta que ya estaban haciendo el amor. Me extrañó que no tuvieran una sesión de precalentamiento y besos y eso- dijo mamá. Su brazo izquierdo la tenía apoyada en el brazo del sofá y la mano le acariciaba disimuladamente el pezón de ese lado. La mano derecha muy cerca de mi pierna.

-Como te dije, ella llegó ya lista. Estaba tan mojada. En cualquier caso, ella me cogió a mi. Jajaja-

-Si, eso pude ver. Yo no pretendía entrar, solo verlos desde afuera, pero poco a poco me fui acercando…-

-Está bien, mamá. En realidad me excitó mucho verte-

-¡Oh! ¿Te gusta que te miren?-

-Nunca lo había pensado, pero ahora creo que si…- le dije dudando. Ya habíamos dejado de prestarle atención a la película.

-Jajaja. No sabía que eso se heredaba-

-¿A tí te gusta que te miren?- le pregunté aprovechando la confesión para mirarle descaradamente las tetas.

-O si- respondió -Desde pequeña, desde que tuve tetas y desperté al sexo, me di cuenta que me encantaba provocar a los muchachos. Me para desesperación de tu abuela, me encantaba ponerme blusas escotadas, o muy pegadas o no ponerme sostén-

-Wow. No sabía que tenía una madre exhibicionista-

-Mmmm- gimió entonces ella aunque trataba de disimular su excitación sin lograrlo.

-Al principio tuve muchos problemas- continuó contándome -pero poco a poco fui dominando la técnica para no provocar demasiados problemas. Luego, en la universidad tiré todo al aire. Me convertí en una cheer leader, una porrista y disfrutaba como no te imaginas esos momentos brincando y saltando con poca ropa frente a un stadium lleno de hombres y… de mujeres-

-¿Te gustaba exhibirte ante otras mujeres?- pregunté extrañado. nunca había notado esa faceta de mamá.

-Oh si. No te imaginas cómo disfrutaba en las duchas con todas esas chicas desnudas. No sólo me encanta que me vean. Adoro ver también-

-¡Oh! No sabía- respondí. Hacía rato que me movía inquieto en el sofá. No sólo por lo que ella me contaba y de mirarle las tetas, sino que también tenía el güevo parado y no encontraba cómo disimular. Aunque realmente, después de lo que me dijo no sabía si tenía que disimular o no.

-El caso es que eso me permitió tener todos los chicos… y chicas que quise. Luego llegó tu papá- con la mano izquierda seguía acariciándose el pezón y cada vez lo hacía menos disimuladamente.

-Otro día te cuento de nosotros… Ahora volvamos a lo de esta mañana. Parece que heredaste entonces mis tendencias-

-Habrá que ver, porque sólo fue esta vez-

-Lástima que mis tetas ya no sean tan bonitas como antes. En aquella época eran impresionantes y no caían ni un poquito, pero luego de que nació tu hermana…-

-¡Pero mamá! Nada que ver, tienes unas tetas increíbles!-

-Gracias, hijo, pero comparadas con las de tus amigas o las de Marta. Yo pude verlas cuando ella brincaba sobre ti ¡y no se movían nada!-

-Bueno, eso es cierto, pero también es cuestión de gusto…- entonces dudé antes de continuar -ahora mismo me muero por vértelas-

-¿Quieres ver las grandes tetas de tu madre?- dijo metiendo su mano derecha por debajo de la blusa y acariciándose los pezones descaradamente-

Yo también me acomodé mejor el güevo sin disimular, pero sin sacármelo.

-Si… me encantaría vértelas-

-Muy bien- dijo ella con la voz un poco ronca -Pero después tú también vas a tener que enseñarme algo-

-Claro, claro- respondí.

Entonces ella, muy despacio comenzó a subirse la franela, destapando primero una y después la otra teta. Yo no podía creerlo. Aquí estaba yo sentado en un sofá a corta distancia de mi mamá, que se estaba desnudando para mí. El güevo me dio un respingo. Iba a tener que tener cuidado, si no iba a acabar demasiado pronto.

Finalmente se quitó la blusa y la lanzó al otro sofá. Luego comenzó de nuevo a acariciarlas, especialmente los pezones, que parecían querer salírsele.

-Mmmm… que lindas- dije -Definitivamente no tienes nada que envidiarle a Marta o a mis amigas-

-Gracias- dijo mamá, tomando sus tetas en cada mano y levantándolas un poco -Así eran antes de que Uds. nacieran. Los muchachos de la universidad se morían por tocarlas-

-Y yo también- le dije acercándome un poco más a ella en el sofá -¿Puedo tocarlas?-

-No todavía- respondió ella riendo -Primero tienes que mostrarme tú algo-

-¿Qué quieres ver?- le pregunté, aunque era evidente lo que me pediría.

-Quiero ver ese güevo que vuelve locas a tus amigas y a Marta también- respondió.

Sin dudarlo ni un instante, me levanté del sofá. Me aflojé el blue jean y en un sólo movimiento me bajé el pantalón y los interiores. El güevo me saltó libre al fin. Tiré los pantalones al otro sofá también. Luego me quité las medias, uno se ve ridículo desnudo y con medias. Finalmente me senté en el sofá, tan cerca de mamá que mi muslo y mi cadera estaba pegada a la de ella.

Ella me miró el güevo con ganas de agarrármelo inmediatamente, pero se contuvo.

-Ya está- le dije -¿Puedo tocarte ahora?-

-Espera- me dijo torturándome mientras se acariciaba lascivamente las tetas y se mordía los labios -Tu camisa me estorba. Quítatela también-

Sin perder un instante me saqué la camisa por la cabeza. Ahora estaba completamente desnudo. Me senté de nuevo.

-Muy bien- me dijo entonces -Dame tu mano derecha-

Ella me agarró la mano y se la llevó a su pecho y me la apretó contra su teta izquierda.

-¿Te gusta?- me pregunté.

Yo se la acaricié por un momento. Sopesándola y deslizando mi pulgar carias veces por encima del duro y muy erguido pezón.

-Me encanta-

-Muy bien- dijo ella -Ahora me toca a mi-

Acercó su mano y me agarró el güevo.

-Mmmm- gemí al sentir cómo me lo apretaba.

-No se puede negar que eres hijo de tu papá. Se le parece mucho. El tuyo es quizás un poco más gordo-

-Bueno…- pude apenas responder mientras trataba de acariciarle las tetas, pero distraído por su mano, que empezaba a masturbarme.

Puse cada mano en sus tetas y comencé a acariciarla despacio.

-Puedes hacerlo con más fuerza- me dijo -No se van a romper-

Luego hablando:

-Desde luego que lo tienes mucho más duro que el de tu papá. Ya él no tiene la fuerza que tenía cuando éramos jóvenes. Tú, en cambio, pareces de piedra. Y mira que yo sé de eso-

-¿Tuviste muchos amantes antes de casarte con papá?-

-Y después también- me respondió -Pero hablaremos de eso otro día-

-¿Cómo es eso?… mmmm…- volví a gemir mientras ella me seguía masturbando de una forma novedosa que no lograba dicernir, pero que me estaba llevando muy rápido al orgasmo.

-Si… sigues asiii… voy a acabar muy pronto…- le dije tartamudeando.

-Oh, está bien. Acaba cuando quieras-

-Pero ¿y tu?- le pregunté.

-A mi me falta mucho. No te preocupes-

-Pero…- una maniobra con sus manos en la que me masturbaba con una y me apretaba las bolas con la otra me hizo gemir de nuevo.

-Oohhh- empecé a decir sintiendo que el orgasmo era inminente.

Entonces ella, sin dudarlo, se inclinó hacia mi y me tomó en su boca, sin dejar de acariciarme las bolas, ni de subir y bajar la otra mano por la parte de abajo de mi güevo.

No tarde ni 3 segundos en sentir cómo me subía el semen desde mi interior y explotaba en su boca.

-MMMMMMM….- gemí, mientras me estremecía de placer.

Ella no perdió ni una gota de mi semen, que tragaba al mismo ritmo que yo producía. Sus manos habían dejado de moverse, pero seguían sosteniéndome, mientras yo seguía bombeando en su boca.

-Mmmmm- volví gemir mientras bajaban los estremecimientos de mi orgasmo.

-Perdona…- le dije finalmente casi sin aliento.

-Jajaja. No tengo nada que perdonarte- me respondió.

-Pero no te esperé…-

-No siempre vas a poder acabar al mismo tiempo que tu pareja. Jajaja. Y menos si es tan experta como yo-

-¿Y qué vamos a hacer?- le dije incómodo. Quería que ella acabara también. Además de que quería seguir acariciándole las tetas.

-Yo no sé tu- me respondió con una sonrisa, al tiempo que se levantaba del sofá -Pero yo me voy a acostar-

Y antes de que pudiera reaccionar, todavía estaba en los estertores de mi fuerte orgasmo, me dio un ligero beso en la boca, recogió su blusa y se fue al cuarto.

Yo me quedé completamente confundido, mientras veía en la televisión al chino y a la adolescente haciendo el amor, pero eso ya no me interesaba. Así que la apagué y me quedé un rato pensando, desnudo en el sofá.

Después recogí también mi ropa, apagué la luz de la sala y me fui a mi cuarto. Allí entré al baño, me lavé un poco, me cepillé los dientes y me quedé viéndome en el espejo sin saber qué hacer.

Finalmente me decidí. Me puse sólo unos shorts y me fui a su cuarto. La puerta estaba cerrada, por lo que tuve que tocar. Al cabo de un largo rato ella acudió y abrió la puerta un poco y desde el otro lado se me quedó mirando de arriba a abajo por un rato. Al final me miró a los ojos y me dijo:

-¿Sabes qué va a pasar si te dejo entrar?-

Y yo le respondí:

-Si. Lo sé-

Entonces ella volvió a insistir. Esa es una de esas cosas que no se pueden des-hacer. No hay forma de pedir perdón, ni de echar para atrás ¿estás claro?-

-Yo sí ¿y tú?-

-Yo soy grande, tengo mucha más experiencia que tú y se que puedo manejar la situación, pero no se si tú puedes ¡Y sólo tú puedes decidir!-

Me le quedé pensando unos segundos y entonces le dije:

-Quiero entrar-

-Ok. Pasa- dijo apartándose de la puerta -Quítate ese pantalón y espérame en la cama.

Ella se había puesto una dormilona larga de seda de color azul y se después de darme esas instrucciones, se fue al baño. Yo me acosté en su cama nervioso. El güevo no lo tenía duro todavía, pero comencé a imaginarme lo que íbamos a hacer y empezó a reaccionar. Después pensé que quizás le gustaría veme desnudo y me quité el short y lo lancé a un lado de la cama.

Al poco rato apareció mamá, todavía con la dormilona y se me quedó viendo el güevo ya casi duro.

-Jajaja. Qué rico es ser joven. Después de todo lo que echaste en mi boca hace un rato y ya estás duro otra vez- dijo mientras se acercaba a mi con lentos y sensuales movimientos. Cuando estuvo al lado de la cama, añadió:

-Tu papá hubiese necesitado medio día para reponerse, jajaja-

Se acercó al lado de la cama y se quitó la dormilona diciendo:

-Disfrutemos entonces de esta fortaleza-

Yo me le quedé mirando maravillado. Su cuerpo no era perfecto, ya había cosas que demostraban su edad, pero por la otra parte, la sensualidad que despedía borraba cualquier defecto. Tenía la vulva bien arreglada, no se depilaba como las chicas de ahora, sino que tenía un triangulo de pelos muy negros que apuntaban a su vagina, que se adivinaba debajo.

Yo me comencé a moverme para darle espacio, pero ella me detuvo:

-No. Quédate donde estás, yo voy a dirigir ahora-

Entonces primero se arrodilló en la cama y luego pasó una pierna sobre mi, quedando sobre sus rodillas a cada lado. Viendo a dónde le quedaba el güevo, se movió un poco hasta quedar encima de él. Finalmente se bajó, sentándosele encima. No se lo metió, solamente se le sentó encima, de tal forma que quedase a lo largo de su vulva y apretado con el peso de su cuerpo.

Mirándome a la cara, se fue inclinando hacia adelante. Primero sentí sus tetas contra mi pecho y luego todo el peso del cuerpo.

-¿Estas bien? No peso mucho, ¿no?-

-Estoy bien. No pesas nada-

-Jajaja. Tan alagador siempre-

Su cara estaba a pocos centímetros de la mía y continuación comenzó a besarme. Más que besos, eran caricias con los labios. La frente, la nariz, los cachetes, la comisura de los labios… yo la dejaba hacer con los ojos cerrados.

-Mmmm- gemí.

Ella levantó un poco la cara para verme y yo abrí los ojos.

-¿Te gusta? Espero que si, porque te voy a coger muy lentamente. Voy a disfrutar de cada segundo que pase. ¡Ah! Y si sientes que no vas a aguantar, me avisas-

-Claro, claro- respondí cuando ella comenzó a besarme de nuevo con un poco más de insistencia. Yo traté de buscar su boca, pero ella no me dejó.

-Tranquilo. Ya le llegará su momento. Déjame dirigir a mi-

Y así siguió la tortura. Aunque el roce de sus labios se hacía más fuerte, se iba para todos lados, mi cuello, mi cara, los hombros. Claramente evitaba mi boca.

Yo no podía evitar mover el cuerpo y tratar de penetrarla, pero ella no me dejaba. Por lo menos me quedaba el consuelo que sentí cómo su vulva se restregaba contra mi güevo y eso le acariciaba el clítoris.

Finalmente decidió llegar a mi boca y después de mordisquearme los labios por un rato, introdujo la lengua y comenzamos a besarnos seriamente.

No sabría cómo describir los detalles pero desde luego que esos besos eran mucho más eróticos que los que yo le había dado a Marta o a cualquiera de mis amigas. Quizás la falta de prisa, la delicia del beso por él mismo.

Varias veces tuvimos que separarnos para respirar. Aunque respiras por la nariz, llega un momento en que tienes que “descansar” de los besos. Durante esos momentos nos mirábamos a los ojos sin decir nada.

Finalmente ella decidió cambiar y se sentó sobre mi otra vez, con sus brazos a los lados. Eso me dio la oportunidad de agarrarle las tetas y comenzar a acariciarlas.

-Hmmm- gimió ella mientras le retorcía un poco los pezones.

-Mas duro- me dijo después -no me las vas a romper-

Y mientras yo me concentraba en sus tetas, ella comenzó a mover las caderas lo suficiente como para que el güevo se deslizara a lo largo de su vulva.

-Mmmm. Me encanta este güevo duro que tienes, mi amor. Mmmm-

Y finalmente llegó el momento esperado. Levantó el cuerpo y agarrándome el güevo lo apuntó hacia su cuerpo, para luego comenzar a bajar despacio.

-Mmmmmm…- gemimos los dos al mismo tiempo.

En un solo movimiento ella se empaló completamente, quedando nuevamente sentada sobre mi, pero ahora con mi güevo encajado profundamente.

-Mmmm… qué ricoo… tienes el tamañooo ideal… Me llenas todaaa-

Primero se quedó un rato sin moverse. Entiendo que simplemente disfrutando de la penetración. Luego comenzó con los movimientos circulares de las caderas que hacían que el güevo se revolviera por dentro.

Yo seguía acariciándole las tetas con fuerza. Sus pezones estaban inmensos y me encantaba apretarlos y torcerlos.

Poco a poco ella fue cambiando los movimientos de las caderas añadiéndole subidas y bajadas del cuerpo, llegando casi hasta sacarse el güevo por completo, para luego metérselo de nuevo hasta el fondo. Y así pasamos un largo rato, disfrutando del la cogida más rica de mi vida.

Pronto ambos empezamos a sentir que nuestros orgasmos comenzaban a acercarse. Yo no quería terminar, pero tenía que hacer algo y se me ocurrió que podía acariciarle el clítoris. Así pues, adelanté mi mano derecha posándosela sobre el pubis, mientras que el dedo pulgar buscaba el clítoris. Lo conseguí inmediatamente y comencé a acariciarlo.

-Aaaahhhh…. siiii… queee…. rico…-

Al principio me costó mantener el ritmo con el movimiento de su cuerpo, pero logré hacerlo apoyando los otros dedos de la mano sobre su vientre.

-Siiiguee… sigueee…- gimió ella.

Y de pronto explotó antes que yo.

-AAAAAHHHHH… SIIIIII….-

Mientras restregaba con fuerza su pubis contra mi cuerpo, sus piernas temblaban por el placer. Yo casi estaba a punto de acabar también, pero me contuve lo suficiente para esperar que ella terminara.

Cuando finalmente comenzó a recuperar la respiración abrió los ojos y me dijo:

-Qué bueno que todavía estas duro… Vamos a ver si puedo sacar otro- y comenzó a girar las caderas de nuevo.

-Siiii… siii… -gimió de nuevo y entonces sentí como volvía a estremecerse. No estoy seguro de si ese era un nuevo orgasmo o una continuación del primero, pero ¡qué importa! Ella lo estaba gozando y esa era la idea y así, para mi asombro, logró sacar dos o tres orgasmos más.

-Buenooo… – dijo -después de eso, creo que ahora quiero sentir como te derramas dentro de mi-

Entonces se concentró en darme placer a mi. Otra vez no puedo explicar qué era lo que hacía, pero se notaba que era para mi.

-Vamoooos…. mi aaamooor… dámelooo… dámelooo-

De pronto sentí como me pellizcaba los pezones y eso me llevó inmediatamente al orgasmo. Empujando contra ella tanto que levantaba mis caderas de la cama, exploté en su vientre, expulsando el semen que se había acumulado en todo este rato.

-Siiiii…. síiiii…- volvió a gemir ella en un nuevo orgasmo, mientras sentía mi leche llenándola.

Dormí profundamente y cuando me desperté ya era de día. Ella seguía dormida a mi lado, desnuda, tal como ambos habíamos pasado la noche.

Me estaba haciendo pipí y me paré con cuidado para no molestarla. En el baño me aseé un poco y me lavé la boca con enjuague.

Cuando regresé a la cama ella seguía durmiendo, por lo que busqué la forma de meterme entre sus piernas sin despertarla.

Cuando le pasé la lengua por la vulva la primera vez ella se despertó.

-Oooohhh… ¿qué haces ahí?- dijo con la voz todavía ronca del sueño.

-Estoy desayunando- le respondí volviendo a lamerla de abajo arriba, acariciando al final su clítoris.

-Mmmm… muy rico… pero tengo que hacer pipí…-

-Lo siento. No puedo interrumpir mi comida- le dije mientras le metía dos dedos buscando su punto G.

-Aaaayyyy siiii… pero… tengo… muchas ganas…-

No me ocupé en contestarle, simplemente seguí comiéndole el clítoris mientras la fornicaba con los dedos.

-Mmmm…. me vas a haceeer acabaaar…-

Y seguí por los siguientes minutos. Ella dejó de protestar y se concentró en el placer, mientras se acariciaba las tetas.

-AAAAAHHHHHH- dijo finalmente explotando en mi cara. Un chorro de líquido cayó sobre mi y por un momento pensé que sería pipí, pero no olía a eso, así que debía ser su eyaculación.

Mientras gemía y se volvía a uno y otro lado to seguía comiéndomela y así llegaron dos orgasmos más.

Después de eso y mientras ella todavía se estremecía de placer, me incorporé y levantándole las piernas, le metí el güevo de un solo empujón.

-Aahhhhh… qué me haces… ahhhh- seguía ella.

-Creo que sabes qué te hago, jejeje…- le respondí. Yo no iba a durar mucho pero no importaba, ella había tenido ya tres orgasmos y para cuando yo acabé, se vino nuevamente.

-Uuuyyyy- dijo cuando ambos terminamos de estremecernos -Tengo que correr…-

Cuando me despedí para irme a la universidad nos besamos profundamente aunque estábamos muy casados e irritados. Habíamos hecho el amor dos veces más, incluyendo mi primera vez en que me cogía a una mujer por el culo!

Cuando se entero que nunca lo había hecho, ella había insistido en ser la primera, aunque yo tenía el güevo muy sensible. Habíamos utilizado tanta crema y lubricante que lo pudimos hacer.

-Es importante- me dijo después de dejar de besarnos. También me dolían los labios, por cierto -Que nadie se entere de lo nuestro. Es algo que la gente no entendería-

-Claro, claro- le respondí -¿Y qué hacemos con Marta?-

-¿Cómo que qué hacemos? Tu te la coges los viernes en la tarde y yo te cojo a ti el resto del tiempo. Jajaja-

-¿No te importa que lo haga con ella?-

-Claro que no. Lo que tu hagas con Marta o con cualquiera de tus amigas no es problema mío-

-Bueno mamá…- le dije mientras la abrazaba de nuevo, sintiendo como sus pechos se apretaban contra mi.

-Ten mucho cuidado hijo-

Enero 2020.

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