Un intercambio entre maduros y jovenes

Carine y Marcelo eran una pareja liberal, de 46 y 48 años respectivamente. Practicaban el intercambio y tríos desde hacía 5 años. Aburridos con la monotonía del sexo monogamico empezaron a explorar el mundo swinger y nunca lo pudieron abandonar. Carine se sentía totalmente bisexual y disfrutaba con las mujeres de su edad aunque le gustaban mucho más las jovencitas pero no tenían mucha suerte para quedar con parejas o chicas más jóvenes. Marcelo sentía curiosidad por los hombres pero nunca se había animado. Le calentaba mucho ver como buenas pollas se follaban a su esposa, más de una vez se imagino probando una pero no pasaba de una fantasía.

Carine era una mujer alta, de más de 1,70 de altura, pelo negro largo, mulata, buenos pechos y curvas con unas caderas grandes y buen culo. Una mujer muy atractiva y sobretodo caliente. Marcelo se mantenía bien a su edad, era un hombre fuerte, media más de 1,80 hombros anchos y brazos fuertes, un poco de barriga, buenas piernas y un culo redondo. Su mayor atributo una polla de 21 centímetros y gruesa que era la fascinación de su esposa y de muchas mujeres con quienes había compartido su vida sexual los últimos años. Sobretodo por el morbo de probar una «BBC». Ambos eran de origen brasilero pero hacía más de 10 años que vivían en Argentina.

Julia y Diego eran novios hacía un año. Ella tenía 19 años y él 21. A pesar de su corta edad Julia había tenido relaciones con varios chicos. Desde su despertar sexual había tenido muchas experiencia incluida un trío con dos compañeros del instituto y últimamente su curiosidad por las mujeres iba en aumento aunque no había concretado. En cambio Diego sólo había estado con dos chicas aunque sólo con Julia había cobrado más experiencia. Julia estaba enamorada de él por ver en Diego un chico tranquilo, inteligente y con una personalidad más interesante que los jóvenes que había conocido antes, pero por momentos se aburría un poco en la vida sexual que llevaban. Le costaba mucho que Diego quisiera hacer algo distinto. Pasaba que Diego sentía cierta atracción por los hombres que nunca había querido asumir ni explorar por lo que tampoco se podía liberar junto a su novia.

Ella era una jóven hermosa, rubia de piel tostada, ojos verdes brillantes, muy risueña. Media 1,65 delgada con pechos pequeños con hermosos pezones rozados, vientre plano, piernas bien torneadas y lo mejor era su culo redondo y parado que era el deleite de todos los chicos de su edad y más grandes. Diego también era un lindo chico. Alto, delgado, un rostro lindo y lindas piernas al igual que su culito. Su polla de 16 cm la satisfacía a Julia aunque lo que más le gustaba era cuando le daba sexo oral.

Carine y Marcelo les gustaba pasar sus vacaciones en la zona serrana, alquilaban una habitación en un camping y se alejaban de la ciudad. Ese verano, a principios de enero cuando la pareja brasilera ya estaba instalada en el lugar, llegó la jóven pareja para pasar sus vacaciones en carpa (o tienda). Armaron su lugar, compraron unos víveres que necesitaban y fueron al río. Cómo siempre, Julia atraía la mirada de los hombres que no sacaban la vista de su culito y admiraban su belleza más en general. Y seguramente envidiaban a Diego. Pero no sólo los varones reparaban en ella. Carine no perdió detalle cuando la chica se sacó sus shorts y quedó sólo con el bikini. Se colocó sus lentes de sol para poder mirarla tranquila. Le dijo a su marido que observe a la chica y hacia comentarios en voz baja de lo bien que la pasarían con una jóven así además de que él tampoco estaba mal.

Esa noche la pareja de maduros estaba comiendo al aire libre en el camping y los jóvenes pasaron cerca de ellos. Carine no desaprovechó la oportunidad y sin consultarle a Marcelo los llamó con la excusa de pedirles una lámpara y poder sacar conversación. Se quedó hablando con Julia y luego los invitaron a comer. Buscaron unas cervezas y empezaron a conocerse. En las vacaciones la pareja de mulatos no buscaba sexo con gente nueva por precaución a generar una situación de conflicto y ya tenían sus amantes fijos. Tenían algunos intercambios con la pareja dueña del camping y Carine tenía sus propios amantes que en ocasiones la visitaba en su habitación con la aprobación de Marcelo. Pero esta vez Carine se sentía muy atraída por la jóven y Marcelo tampoco rechazaría una noche con esa pareja.

Las cervezas empezaron a correr y los cuatro se estaban divirtiendo mucho. Julia admiraba la belleza de esa pareja de maduros y no podía evitar sonreírles mirándolos a los ojos. Si fuera por ella aceptaría encantada una invitación a pasar una noche con ellos pero sabía que contaría con el rechazo de Diego. Éste la estaba pasando muy bien, le caían bien ambos y ni se le cruzaba por la cabeza la intención de los maduros ni sospechaba de los pensamientos de su novia, pero más de una vez durante la noche se imaginó como sería follar con esa madura y no podía evitar pensar en qué tamaño tendría la polla de él. Pero sólo para sus pensamientos.

Carine sabía que esa noche no iba a pasar nada. Eran jóvenes con poca experiencia y se podían sentir intimidados. Sin embargo notaba la mirada pícara de Julia. Pero estaba contenta de que al menos los habían conocido. Con unas cervezas de más dijo que se iba a la cama y antes al baño. Julia decidió acompañarla y Marcelo y Diego hicieron lo propio. Las cervezas empezaban a hacer efecto. Había varios baños de uso común y estaban un poco apartados de la zona de carpas y los cuartos. Por la hora estaban vacíos. El mulato y el jóven se pusieron a orinar en un mingitorio al lado del otro. Diego no pudo evitar observar de reojo la herramienta de Marcelo. Dormida tenía un tamaño y grosor considerables. Además la llevaba toda depilada. Por el efecto del alcohol, si aquel hombre quería algo con él, de seguro Diego hubiese aceptado con gusto. Pero no pasó de ahí aunque el hombre notó la mirada del jóven y un cosquilleo recorrió su estómago. Qué mejor que aquel lindo chico para estar por primera vez con un hombre.

Por su parte, Carine y Julia se quedaron hablando en el baño. La mulata se deleitaba con la belleza de la jóven. La quería poseer ahí mismo. Estaban las dos bastante cerca. Ella se aproximaba levemente y la jóven no se movía. Volvió a acercarse de manera más evidente y ella la miraba sonriente. Carine no lo podía creer pero estaba sucediendo. Por dentro dudaba porque podía acelerar de más la conquista pero por otro lado pensaba que si no era en ese momento a lo mejor no se podía repetir la oportunidad. Cobró impulso y arrimó sus labios a los de Julia que por dentro estaba esperando ese momento. Quería probar con una mujer y esa mulata le encantaba. Además siempre le atrayeron las maduras y quería estar con alguien de experiencia en su primera vez. Sus labios se unieron tímidamente al principio, sus manos permanecieron rígidas a los costados de su cuerpo. Con sólo sentir los labios de la mulata Julia se humedecio. No podía creer que se haya animado. Disfrutó de la suavidad de los labios y de a poco sintió la lengua de la madura haciéndose lugar en su boca. El beso se extendió y sus lenguas se masajeaban una a la otra. Era un beso cálido. Sus cuerpos ya estaban pegados y Julia puso sus brazos en los hombros de Carine y ésta la abrazó por la cintura y de a poco empezaba a bajar hasta su culo. Se moría por tocar esa cola que tanto la había hecho imaginar en la playa. Lo acarició por encima de los shortcitos de tela que traía Julia. Lo sintió firme y redondo. La mulata estaba muy mojada y empezaba a suspirar mientras se seguían besando, pero sintieron unos pasos que se acercaban y se separaron de manera brusca. A los pocos segundo una mujer entro al baño y ellas hicieron como si nada y salieron del lugar con el corazón un poco acelerado y riéndose. Julia quería seguir pero Carine la convenció de que podían verse al otro día. Se dieron un beso y cada una se fue con su pareja que ya estaban acostados. Julia no le dijo nada a Diego pero lo buscó para follar de lo caliente que estaba. Carine sí le comentó a Marcelo la escena del baño ante la incredulidad del mulato. Por dentro él pensaba que quizás también se le podría dar la oportunidad de estar con esa jóven. De sólo imaginarlo su polla empezó a crecer. Carine lo notó y comenzó a masajearlo y luego masturbarlo lentamente. Le preguntaba al oído qué se imaginaba y éste liberaba sus fantasías relatando el morbo que le daba pensar en su polla grande y morena entrando en el culito de Julia, ante la mirada de su novio. «Y también te gustaría el culito de Diego?» preguntó Carine. Y ahí Marcelo le relato la situación curiosa del baño, notando cómo el jóven le miraba la polla. «A lo mejor necesita una ayuda para probarla no crees? Tu puedes ser el macho que lo haga disfrutar de una buena polla». Las palabras de su esposa lo estaban calentando mucho y explotó en un orgasmo largando abundante semen. Esa noche follaron una par de veces imaginando compartir con esos jóvenes.

A la mañana siguiente Julia y Diego se fueron a hacer una caminata por la montaña y se reencontraron con la pareja de maduros en el río luego de almorzar. Julia admiraba el cuerpo boluptuoso de la mulata que hacía poco por esconderlo, pero también le gustaba Marcelo. Sobretodo quería ver lo que podía tener entre las piernas. Carine al verla se puso nerviosa como una adolescente. Temía que lo de la noche anterior sea sólo efecto del alcohol, pero esa incertidumbre se disipó cuando Julia y Diego se acercaron a ellos de manera natural. Volvieron a compartir esa tarde hablando de todo un poco y al atardecer Carine le propuso a Julia ir a hacer unas compras para volver a cenar juntos. La jóven, sin disimulo, la miro a los ojos sin abandonar su sonrisa y le dijo que sí clavando su mirada. Se subieron al auto de la pareja y se dirigieron al pueblo cercano. Marcelo se quedó un poco incómodo junto al jóven pero intentó actuar naturalmente. Sabía que algo iba a suceder entre ellas y estaba nervioso porque empezaba a ver a Diego con otros ojos, haciéndose la idea de cómo sería estar con un hombre.

Carine iba conduciendo con Julia sentada a su lado. En el camino de ida seguían conversando tranquilas aunque se percibía mucha tensión. Se miraban de reojo y sonreían nerviosas, como si algo hubiese cortado el clima que había en el baño la noche anterior. La mulata no podía dejar de ver las piernas tostadas por el sol de la jóven, pero no sabía cómo volver a recrear el clima sin decirlo explícitamente. Entre conversaciones y pensamientos llegaron al pueblo e hicieron las compras, pero de regreso Carine comentó que su marido sabía del episodio de anoche. Julia se quedó un poco perturbada pero eso le dio pie a la mulata para contarle que ellos hacían intercambios y que eran muy liberales. A Julia esto la tranquilizó pero le confesó que ella no había dicho nada, que le costaba mucho que Diego sea más abierto. La madura le preguntó si había estado con una mujer alguna vez y la jóven le dijo que no, pero que le gustaría. «Conmigo te gustaría?» dijo Carine. «Mucho» respondió la jóven. La respuesta la puso nerviosa, se miraron un instante a los ojos y la mulata quiso hacerla suya ahí mismo. Iban por la ruta, ya estaba oscureciendo y vio la señal de la entrada a un camino. Era una pequeño camino de tierra. El instinto la llevó a meterse por ahí y aparcar el auto a un costado. No había nadie a su alrededor. Se miraron nuevamente y sin mediar palabra empezaron a besarse. Lo hacían con pasión e intensidad. Ambas se tocaban las piernas. A Julia le agradaban esos muslos morenos y anchos. De un movimiento se cruzó de asiento y se sentó encima de la madura. Ahora estaban más cómodas para besarse y Carine aprovechó para tocar y apretar el culo de la jóven en toda su extensión. Julia tocaba los senos de la mulata por encima de su remera y ésta se la sacó para que la jóven los pudiera palpar más fácilmente. Eran grandes y redondos, un poco caídos pero mantenían firmeza. Le corrió el bikini para liberar uno de sus pechos y lo empezó a degustar pasando su lengua por su pezón que estaba erguido. La madura le levantó el vestidito de verano que la chica traía puesto y por fin pudo sentir con sus manos esa colita que tanto había deseado. Suspiraba y bajaba con su mano desde las nalgas hasta su rajita por encima de la tanga. La sentía muy húmeda al igual que ella. Se besaban en la boca, el cuello. Julia saboreaba sus tetas, le gustaba las manos de la madura explorando su cola. Carine bajó las tiras del vestidito de la rubia que no traía sostén y pudo rozar, tocar y lamer sus pezones rosados.

La jóven, sobrepasada de calentura, salió de encima de la madura y se dirigió al asiento de atrás, pasando su cuerpo entre los dos asientos delanteros. Se arrodilló quedando su culito entre las dos butacas delanteras y con su vestido cubriéndole la mitad de sus nalgas. La mulata se detuvo unos segundos admirando el cuerpo de Julia. Se le hacía agua la boca y no podía creer que la jóven le estuviera ofreciendo su culito, que estuviera esperando su lengua. Carine se sacó el pareo quedándo con un pecho desnudo y la tanga de su bikini que se perdía entre sus nalgas grandes y mulatas. Acercó su cara a la cola de la jóven que la esperaba con ansias. Subió el vestido hasta la cintura y empezó a tocar y besar las nalgas de la chica que suspiraba y gemía levemente. Quería que la madura la haga suya, de su vagina brotaban abundantes jugos que habían empapado su tanguita. Carine seguía pasando su lengua y apretando la colita de Julia. Quería que esos minutos fueran eternos. Lentamente bajó la tanguita hasta la altura de las rodillas quedando ante ella el agujerito rozado de la jóven y un coño perfectamente depilado. Pasó su lengua entre las nalgas, jugó en su agujerito y fue bajando hasta ese manjar. Olió su aroma como si se tratase de un perfume y lentamente posó su lengua en la vagina de la jóven lo que le provocó un gemido. Empezó a chupar, a pasar su lengua por cada pliegue de aquel coñito que no paraba de largar fluidos. La posición era un poco incómoda para poderle comer el coño en toda su extensión pero hizo un esfuerzo para llegar hasta su clítoris y tomarlo entre sus labios. Lo succionó suavemente y luego lo masajeo con su lengua. Julia gemía cada vez más fuerte. Era el mejor sexo oral que le habían dado en su corta vida. La mulata introdujo dos dedos que entraron con facilidad y con el dedo pulgar masajeaban su clítoris. Los movimientos de su mano eran acelerados porque sabía que en cualquier momento la jóven llegaría a un orgasmo. Julia estaba extasiada con su primer experiencia lésbica y se corrió entre gritos, gemidos, con sus piernas templando.

La jóven, entre los espasmos de placer se recostó en el asiento trasero. Su respiración seguía agitada. Carine se bajó del auto, por las dudas miró a su alrededor y estaban completamente solas. La noche estaba cálida con una leve brisa. Al sentirla en su cuerpo y en sus nalgas le dieron ganas de continuar la faena al aire libre. Abrió la puerta de atrás e invitó a Julia a bajar. Ésta se sonrió y se bajó del auto. Se empezaron a besar. La jóven ya se había desprendido de su tanguita por lo que no quiso sacarse el vestido. Mientras se besaban volvió sobre las tetas de la madura y con sus manos apretaba las nalgotas morenas de su amante. Le encantaba el cuerpo de la mulata y quería más. Empezó a frotar su coño por encima de la tanga de Carine. «Si bebé así. Querés probar mi conchita? Me querés comer?» La madura estaba que estallaba. Estaba apoyada contra uno de los laterales del auto con la jóven delante de ella. Ésta se arrodilló sobre la tierra quedando su cara frente a la entrepierna de la brasilera. Bajó su tanga y entre la poca luz que había pudo observar el coño rasurado de Carine sólo con una franja de mata negra en su pubis. El aroma a hembra era embriagador. Por fin iba a probar un coño. Empezó a pasar su lengua de manera suave. Cada roce eran fuertes descargas eléctricas en el cuerpo de la madura que intentaba abrir sus piernas para que la chica tuviera más acceso. Julia imitaba lo que acababa de sentir y pasaba su lengua por los pliegues de la vagina mulata de la madura. Capturó su clítoris entre los labios. Lo succionó mientras lo masajeaba con su lengua. Pero la madura necesitaba más fricción, en cualquier momento acababa. Con una de sus manos en la cabellera rubia de su amante presionó contra su coño y comenzó a mover sus caderas. Ahí estaba Julia arrodillada, con sus nalgas mitad cubiertas por el vestido y la cara hundida en la entrepierna de la brasilera que estaba acabando de manera ruidosa empapando su cara con los fluidos que brotaban como ríos de su coño. La chica reía de la emoción mientras más jugos entraban en su boca. Pero Carine quería más. Ayudó a pararse a Julia y la agarró de la mano dirigiéndose a la parte delantera. La mulata se recostó sobre el capó del auto abriendo bien sus piernas. Ofreciéndole todo su coño a la rubia que no se hizo esperar. Volvió a lamer su clítoris acompañado por dos y después por tres dedos. Agarraba sus muslos, los besaba. La madura no paraba de gemir. No le importaba si alguien las veía. Entre la oscuridad miraba cómo la jóven comía su coño y esa imágen la estaba llevando de al clímax. Movía sus caderas, gemía y sentía cómo pequeñas descargas de placer recorrían su cuerpo anunciando un nuevo orgasmo que nuevamente llegó con fuerza brotando abundantes jugos de su vagina. Carine quedó despatarrada con su coño palpitando, sus pechos salidos del sostén del bikini y una sonrisa en sus labios mientras su mirada se perdía en el cielo y una sonrisa quedaba dibujada en su cara. Iba recuperando la respiración y Julia la despertó de ese trance diciéndole que se apurara. Que se habían demorado demasiado y su novio estaría preocupado. La brasilera se incorporó lentamente, se acomodó sus senos, fue en busca de su tanga y luego se colocó el pareo. Julia se puso su tanguita y retomaron el regreso. Le sorprendió no tener ningún mensaje de su novio ni llamada perdida, pero en el camping Marcelo lo había tranquilizado para que no llamara e interrumpiera lo que sabía que estaba sucediendo.

Al llegar al camping las mujeres pusieron la excusa de que se les había parado el auto pero que no avisaron porque una pareja se detuvo a auxiliarlas. A Diego le pareció un poco «rara» la excusa pero decidió creer. Además él la había pasado bien en compañía de Marcelo quien le había contado algunas de sus experiencias swinger y lo habían calentado mucho. Ahora miraba con otros ojos a esa pareja y le había dado mucha curiosidad. Además no se sentía inseguro con ellos y creía que si compartieran la intimidad entre los cuatro no sentiría celos de ver a su novia con ese maduro. Más aún, sentía cierto morbo en verla a Julia con ese mulato. La cena fue tranquila y la jóven pareja volvió a follar como la noche anterior. Cada uno con distintas imágenes en su mente. Julia recordando detalles junto a Carine y Diego con los relatos del maduro. Por su parte, la mulata contó con detalles lo que había vivido con su jóven amante y terminaron follando de manera intensa.

Las dos parejas se despertaron tarde. Julia estaba un poco incómoda por no decirle nada a su novio pero en su mente quería probar si él sé animaba a compartir junto a la otra pareja, lo que despejaria el camino. Luego de almorzar la pareja madura los invitó a pasar el día en un lugar cercano con bellos paisajes y bastante apartado por lo que podían estar tranquilos sin mucha gente. La rubia aceptó rápidamente. Quería pasar tiempo junto a su nueva amante. Emprendieron el viaje hasta llegar a un río con poca gente, aguas calmas y profundas para bañarse. Cómo siempre el cuerpo de Carine y Julia llamaban la atención de los presentes. Las parejas estuvieron bañándose en el río, tomando unas cervezas y riendo. Bajó el agua las mujeres se daban algunas caricias, sentían mucho deseo de volver a estar juntas. Marcelo percibió que a lo mejor querían un poco de intimidad por lo que le propuso a Diego hacer una caminata por la montaña. El jóven no tenía muchas ganas pero el hecho de estar sólo junto a ese hombre en el medio de la montaña lo animó a aceptar y emprendieron el camino. En un momento se detuvieron para descansar y el mulato necesitaba orinar. Lo hizo a la vera del camino frente al muchacho que esta vez lo miró más descaradamente. Cuando acabó lo observó a los ojos y le sonrió levemente.

Se quedaron apoyados sobre la ladera de la montaña observando el paisaje. El maduro le empezó a contar que en ocasiones tuvo la curiosidad de estar con un hombre pero que nunca se había animado. Está conversación puso muy nervioso a Diego aunque quería que siguiera. Marcelo le contaba que quería saber lo que se siente tocar una polla pero no se había animado. Creía que eran sus prejuicios. «A ti no te ha pasado?» Diego se quedó callado. No sabía que responder y dejó la puerta abierta. «Puede ser, con algunos hombres». El mulato no se esperaba esa respuesta aunque percibía la curiosidad del jóven. «Conmigo por ejemplo?». Diego lo miró tímidamente, sabía que si seguía adelante cruzaría esa línea que tanto le había costado admitir. Sólo dependía de su respuesta: «es que me da un poco de miedo». «Con probar no perdemos nada no? Yo tampoco le hice nunca. Si no nos gusta al menos nos habremos sacado la duda». Esas palabras tranquilizaron un poco al jóven pero no sabía cómo actuar. Miraba el paquete del brasilero que empezaba a crecer bajo su traje de baño. Éste decidió tomar la iniciativa y se lo bajó dejando su polla morena a medias al desnudo. Sin esperar más, como si un instinto natural lo arrojara, el jóven extendió su mano y agarró la polla de Marcelo. La sintió gruesa y caliente. Notaba como crecía y se endurecía en su mano. Le gustó la textura y calor. El mulato suspiró. Le calentaba mucho la situación y su pija reaccionó rápidamente. Diego se sorprendió por el tamaño, le encantaba lo que estaba viendo y suavemente empezó a masturbarlo. «Te gusta?» Preguntó el brasilero. «Mucho» respondió él, que siguió con la masturbación. También estaba empalmado pero quería concentrarse en la polla del maduro. Mojó con saliva su mano y siguió dándole placer. Lo hacía a un ritmo suave. Pero le era insuficiente. Estando en esa situación quería probar más. «Quisiera probar algo» dijo el muchacho. «Lo que quieras» respondió el maduro. El jóven se arrodilló entre las piernas del mulato y pudo ver de cerca la dimensión de esa polla. Empezó a pasar su lengua por el tronco. Ésta palpitó al sentir esa caricia. Siguió recorriendo y se daba cuenta que le encantaba. De a poco la empezó a meter en su boca. Le entraba muy poco pero aún así hacía un esfuerzo para que entre más. Así estuvo unos minutos. El maduro gemia. Miraba a ese jovencito intentar comerse su polla y lo calentaba mucho. La situación de estar en el medio de la montaña en su primera experiencia con un hombre fue demasiado. Apartó al jóven de su boca, se masturbó unos segundos y abundantes chorros de leche brotaron de su polla yendo a parar al suelo. Fueron 6 o 7 chorros acompañados por espasmos y gemidos. Diego no podía creer la cantidad de leche que salía de esa polla. Observaba de cerca la fuerza de esa eyaculación. Marcelo fue recuperando la respiración y se subió su traje de baño. Quería ver la forma de devolverle el placer a su jóven amante pero Diego prefirió regresar.

Al regresar, las mujeres no estaban y Marcelo recuperando la señal de su móvil recibió un mensaje de Carine de que habían ido a caminar con Julia. Después se enteraría que la jóven le insistió para comerle el coño de nuevo y buscaron un lugar a solas río abajo. El mulato se imaginaba algo así por lo que fue a comprar unas cervezas para esperar a las mujeres. Diego se sentía muy a gusto en compañía de él. Le había gustado mucho probar su polla y fue el paso necesario para tener más confianza. El jóven le preguntaba si no le daba celos ver a su mujer con otros hombres y Marcelo trataba de que entienda que compartir esas experiencias en parejas había aumentado su confianza, mejorado la intimidad. Le preguntó al chico si le gustaba su mujer y Diego afirmó con la cabeza. El maduro sonrió y le propuso probar un intercambio. El jóven lo dudó. Sobretodo porque no sabía si estar con Marcelo frente a su novia. Pero dejó abierta la posibilidad con un «puede ser…». Al rato llegaron las mujeres caminando por el río. Bebieron todos juntos unas cervezas y regresaron al camping. Ahí Carine le contó a su marido la tarde junto a Julia y éste le confesó lo sucedido con Diego. La brasilera no salía de su sorpresa. Su marido había tenido la primer experiencia con un hombre y ella se lo había perdido pero no dejaba de alegrarse. Con esa información, fue a buscar a Julia que se encontraba conversando con su novio. Le propuso ir a bañarse y de camino a los baños le comentó la buena nueva. La jóven menos lo podía creer, porque no siquiera se lo esperaba. Nunca había pensado que a Diego le pudiesen gustar los hombres. Ahí le terminaron de cerrar algunos interrogantes sobre la personalidad de su novio. A lo mejor necesitaba liberar su deseo. La jóven no salía del asombro, pero lo que más la puso contenta es cuando Carine le dijo que Diego había dejado la puerta abierta para un intercambio. Julia se emociono porque también quería conocer la polla de Marcelo. Ambas rieron de manera cómplice y entraron al baño. Lamentablemente había más mujeres por lo que no pudieron bañarse juntas. Cada cual hizo lo suyo y regresaron con sus parejas y planificaron la cena.

Carine se encargó de comprar una buena cantidad de alcohol para que todos se desinhiban, sobre todo los varones. Luego de comer fueron hasta el río para seguir bebiendo. Estaba muy oscuro y estaban solos. La pasaban muy bien entre los cuatro y Carine propuso ir hasta su cuarto a jugar un juego. A ella le gustaban esas cosas porque sabía que era la mejor forma de calentar el ambiente la primera vez. Julia y Marcelo conocían las intensiones de la mulata. Diego lo sospechaba y por eso se había puesto nervioso, pero el alcohol lo relajaba un poco y si se llegaba a dar no había marcha atrás. Tenía que dejarse llevar.

Era un juego con dados y tarjetas. Algunas tenían prendas específicas para el oponente de la derecha o la izquierda de quién la levantara y otras tarjetas le daban la potestad de elegir la prenda y a quién se la hacía cumplir. La mayoría de las prendas pre establecidas consistían en sacarse una prenda. Por ejemplo «el oponente de la derecha deberá sacarse una prenda de la cintura para arriba. En caso de que no haya prendas por sacar, quien posea esta tarjeta podrá disponer de otra prenda de ropa o desafío a cumplir». Diego fue el primero en sacarse la remera, nada nuevo. La segunda fue Carine que se sacó su falda quedando con una tanguita blanca muy sexy que contrastaba con su color de piel. A Diego y a Julia se les hizo agua la boca. Además la mulata bailaba sexy mientras se sacaba su falda, moviendo sus nalgas muy cerca de los jóvenes. Luego Julia se tuvo que sacar el top y no tenía sostén por lo que sus tetitas quedaron desnudas. Al principio se tapó con sus manos pero de a poco se animó a mostrar su desnudez ante Marcelo, quien admiró sus pezones rosados y suaves, muriéndose por besarlos ahí mismo. Julia sacó una tarjeta dónde podía elegir. Y le ordenó al mulato que se sacará el bañador. Lo que no sabía la rubia es que Marcelo no traía ropa interior, por lo que dejó a ojos de todos su polla que estaba en el proceso de aumentar su tamaño. Los ojos de la jóven miraban de reojo semejante herramienta y para esta altura Julia se empezaba a mojar. La próxima en poder sacar tarjeta fue Carine y también podía elegir la prenda y el oponente. Decidió calentar un poco el juego y le ordenó a la rubia que tocara la polla de su marido hasta que se pusiera dura. A Diego, lejos de molestarle, le calentó mucho la situación. Veía como las pequeñas manos de su novia empezaban a tocar la pija de ese mulato que se ponía más gruesa y larga. Julia estaba muy caliente, tenía una necesidad muy grande de chupar ese aparato pero una vez que estaba dura Carine interrumpió.

El juego continuaba, Carine tuvo que sacarse su remera quedando con un pequeño sostén que apenas le cubría sus senos, luego Diego se sacó sus shorts quedando sólo con su boxer y la jóven se sacó los suyos, pero lo hizo de manera sexy mostrando su perfecto culito cubierto con una tanguita roja. Esa imágen hizo que se le ponga dura de nuevo a Marcelo. Ahora era Diego quien elegía prenda y sorprendió a todos cuando le ordenó a su novia que se la chupe al maduro. A pesar de estarlo deseando, la chica se puso colorada y sonrió. Pero no se detuvo y se acercó a gatas hasta el brasilero que se encontraba sentado en una silla. Parando su colita llegó hasta esa verga que palpitaba, la acarició de manera suave. Marcelo suspiraba. La voz de la chica era muy melosa, estaba que hervía. «Que grandota que es» dijo antes de empezar a pasar su lengua a lo largo del tronco. Carine aprovechó la situación y se paró detrás de Diego que no se perdía ningún detalle y le empezó a hablar al oído…»te gusta cómo se la come? Se que a vos también te gusta, hoy la vas a poder compartir con la putita de tu novia». Mientras le decía esto lo empezó a tocar. El jóven estaba muy empalmado. Julia estaba pérdida en esa polla que chupaba con pasión. Carine sabía que el juego estaba terminado y empezaba lo mejor. Agarró al jóven de la mano y fueron a dónde estaban sus parejas y le dijo al oído «se que te mueres de ganas por probarla de nuevo, Marcelo me lo contó todo. Déjate llevar y comparte la polla con tu noviecita». Diego se agachó y se arrodilló al lado de su novia. Julia, al sentir su presencia sonrió y miró a su novio. Con su mano acarició la cabeza del jóven y lo invitó a chuparla. Éste lo hizo tímidamente y su novia lo acompañaba. Entre los dos empezaron a pasar la lengua por el tronco de esa verga mulata. Carine no perdió el tiempo y se puso detrás de la rubia. Ver a esos dos jóvenes comiendo la polla de su marido la había calentado como pocas veces. Bajó la tanguita de Julia y vio su coño empapado. Empezó a comer su colita, pasando su lengua por el agujerito rosado de la chica que gemia mientras seguía disfrutando de aquella pija. La mulata le comía su culito mientras empezaba a introducir dos dedos en su coño. La jóven le dijo a su novio «seguí vos bebé, que quiero que me chupen la conchita». Julia se incorporó, tomó de la mano a la madura y se fue a la cama recostandose boca arriba con sus piernas abiertas invitando a Carine a que le coma el coño. Al verlos, Marcelo hizo lo mismo, acostándose al lado de la chica y Diego se colocó entre sus piernas para seguir chupando esa verga. El jóven chupaba la polla del maduro ante la atenta mirada de su novia que estaba siendo comida por esa caliente madura.

Así estuvieron un par de minutos, los gemidos y suspiros recorrían todo el cuarto. Carine interrumpió lo que estaba haciendo dejando sóla a su amante quien observaba cómo la madura se ubicaba detrás de Diego, le bajaba su boxer dejando su culito parada y desnudo y lo empezó a chupar. A éste le agradó mucho esa sensación y se dejó hacer mientras intentaba tragar todo lo que podía de aquella herramienta. Julia sonrió interpretando lo que pretendía aquella mulata viciosa. Pero quería seguir recibiendo placer por lo que se sentó en la cara del maduro dándole la espalda a su novio. Quien miraba como el coñito de su novia se depositaba sobre la boca de aquel hombre que le empezaba a hacer sexo oral y le agarraba con fuerza su culito. Carine dio un paso más y empezó a introducir un dedo en el culito del chico. Éste se sobresaltó un poco pero le agradó la sensación. Ante la luz verde del muchacho la madura sonrió de manera viciosa y continúo con el proceso de dilatación, metiendo dos y luego tres dedos. Diego sabía lo que venía y en el fondo lo deseaba desde la tarde. Quería sentir esa pija dentro suyo. A todo esto Julia empezó a frotar con más fuerza su coño sobre la boca del maduro hasta acabar en un intenso orgasmo. Marcelo no podía aguantar mucho más pero quería esperar, quería probar el culito de ese jóven y sabía que su esposa moría por ver esa escena. Ésta le hizo una seña e interrumpió la mamada para irse detrás del jóven junto a su esposa. Ahí estaba Diego con su cabeza en el colchón y su culito parado. Detrás esa pareja madura. Carine seguía metiendo y sacando sus tres dedos con más fuerza logrando una buena dilatación. Julia estaba recostada en la cama al lado de su novio recuperándose del orgasmo, pero observaba lo que estaba por pasar.

La madura agarró la polla de su marido y la ubicó a la entrada del agujerito del jóven que suspiraba sabiendo lo que se venía. Marcelo hizo un poco de fuerza y su herramienta empezó a abrirse paso al interior de Diego. Metió el glande y el chico dio un gritito de dolor. El mulato se detuvo para que se acostumbre, pero el paso más importante ya estaba dado. Carine estaba empapada y no había recibido ningún estímulo, por lo que se quitó su tanga y abrió sus piernas frente a la cabeza del Diego que al ver ese coño comenzó a chupar. Le encantaba el olor a hembra que emanaba a la vez que iba sintiendo como esa verga se abría paso en su colita quitándole su virginidad anal. Julia fue detrás de su novio para no perderse detalle de esa polla mulata entrando en el culito blanco de su novio. Ya había entrado bastante. La.rubia acariciaba la espalda de Diego, el mulato empezaba de a poco a moverse y los gemidos del muchacho se ahogaban en el coño de Carine que le encantaba la chupada que estaba recibiendo. Nuevamente el cuarto era un coro de gemidos. Diego ya no podía concentrarse en esa chupada de coño. El placer anal que estaba recibiendo era muy fuerte. Estaba gimiendo sin parar mientras el mulato aumentaba el ritmo del mete saca. Sentía las fuertes manos de aquel hombre en su cintura e intentaba mover sus caderas acompañando las embestidas. Marcelo estaba a punto de explotar, le gustaba mucho como su verga era albergada por ese culito. Carine al ver qué el chico había abandonado su coño le hizo una seña a la rubia que lo reemplazó con gusto. Hundiendo su cara entre esos muslos mulatos y tomando entre sus labios el clítoris de la mujer.

Marcelo no pudo aguantar más y empezó a regar el ano del jóven con potentes chorros de leche. Su cuerpo se retorcía de placer mientras que Diego no paraba de gemir. La escena y la lengua de su jóven amante hizo que Carine también estallara en un orgasmo. De a poco el mulato fue saliendo de la colita del jóven de la que brotaba un río de semen que bajaba por sus piernas. La rubia, más guarra que nunca, se puso detrás de su novio para observar cómo le había quedado el agujerito mientras recogía con su lengua la leche. «Uy miamor, te dejaron la cola re abierta. Te sale mucha leche». El chico era el único que no había terminado y estaba en el centro de un huracán de placer. La cogida que había recibido, las palabras y la lengua de su novia recogiendo esos fluidos eran demasiado. Su novia lo puso boca arriba y lo empezó a cabalgar para ayudarlo a correrse. No necesitó mucho tiempo. A los segundos Diego estaba largando su leche en el coño de la rubia, quedando fuera de combate por un tiempo.

Con su ano ardiendo y habiéndose corrido, Diego necesitaba ir a los baños por lo que se colocó sus shorts y salió del cuarto. Iba tranquilo, disfrutando esa rica sensación en su culito y feliz por lo que acababa de vivir. En la habitación, Carine le comía el coño a la rubia degustando la corrida de Diego que se había alojado en su interior. Marcelo se empezaba a recuperar y acercó su polla a Julia para que lo ayudara a recuperar su erección. Ésta lo hizo con gusto mientras recibía la lengua de la mulata a quien se le estaba convirtiendo en adicción chupar el coño de la jóven. La polla del mulato fue recuperando dureza y quería follar a la jóven, pero antes fue detrás de su esposa y la cogió con fuerza. Le encantaba agarrar y nalguear su culazo mientras la follaba. Disfrutaba mucho del cuerpo de su esposa y más aún cuando está gozaba con otra persona como lo estaba haciendo ahora. Julia gemia mientras era chupada por la madura pero ella también quería recibir esa polla. Estaba acostada boca arriba con el rostro de la multa entre sus piernas y el maduro estaba detrás de su esposa, por lo que la jóven y Marcelo podían verse directo a los ojos. Ella le sonreía de manera pícara. Se mordía su labio inferior de manera sensual y no le quitaba los ojos. Sin dejar de mirarlo le dijo a Carine: «amor, me prestas un rato la polla de tu marido?» «mmm bebé, es toda tuya, pero con una condición. Quiero que te haga lo mismo que al putito de tu novio». «Ay si, me encantaría sentirla en mí colita». La conversación lo puso como un toro a Marcelo. Se salió del coño de su esposa y se acostó en la cama. La rubia se puso encima de él para empezarlo a cabalgar. La polla del mulato empezó a entrar en su coñito. Julia se sentía llena, nunca había recibido una pija de ese tamaño. Lo cabalgaba lentamente hasta acostumbrarse. Carine se sentó arriba de de la cara de su marido tapandosela con su culazo. Se sentó de frente a la jóven para poder besarse mientras ambas recibían el placer de aquel hombre. En eso estaban cuando Diego regresó del baño. La primera imágen que vio fue la espalda de su novia y su perfecto culo rebotando encima del mulato. Esa sóla imagen lo calentó mucho. Se quedó observando la escena, escuchaba los gemidos de su novia que se besaba con la mulata y le decía «me gusta mucho la pija de tu marido, quiero que me la prestes todas las vacaciones». La rubia estaba sintiendo mucho placer hasta que el éxtasis del orgasmo la dominó, sus ojos estaban en blanco, su cuerpo se contraía. La mulata la observaba y la abrazó. Cuando los espasmos del placer empezaron a desaparecer, la corrió de la pija de su marido y abrazadas como estaban se acostaron juntas. Julia estaba rendida entre los brazos y las tetas de la madura. Solo decía «que rico, que rico». Se besaban tiernamente. Pero Carine y Marcelo querían más. Y ahora Diego también. Mientras las mujeres estaban acostadas, el mulato hizo una pausa y se fue hasta al baño mientras que Diego tomaba una cerveza y fumaba un cigarrillo, encantado de verla a su novia disfrutar así con el hombre que minutos antes lo había hecho gozar a él.

Marcelo regresó con ganas de más. No había podido terminar y seguía muy caliente aunque su herramienta había perdido erección. Al ingresar al cuarto se sacó el traje de baño y le ofreció su polla a Diego que quería volver al combate y además no querían molestar a las mujeres que seguían acostadas abrazando y besandose tiernamente. Diego empezó a chupar, tenía el culo un poco dolorido pero quería sentir nuevamente a ese hombre. Lo chupaba con decisión, ya no había nada que le impidiera gozar con ese mulato. Diego lo quería cabalgar como lo había hecho su novia. El maduro se acostó en la cama al lado de las mujeres y el jóven se sentó arriba. La polla mulata ya estaba bien erguida y Diego ensalivo sus dedos y fue abriendo su agujerito que no costó mucho.

Julia recuperaba sus fuerzas y veía esa escena y empezó a calentarse de nuevo. Le encantaba ver a su novio disfrutando de una buena polla y sabía que de ahora en más todo cambiaría. Carine le hacía masajes y besaba su espalda. Esto la relajaba pero también la calentaba mucho. La madura bajaba de a poco hasta llegar a su cola a la que también se estaba volviendo adicta. Recorría cada centímetro y empezaba a jugar con su ollito. Mientras, Diego iba metiendo de a poco la polla de Marcelo en su ano. Ahora podía sentir como el calor de ese aparato lo iba invadiendo, cómo se iba abriendo su interior generandole un placer profundo y desconocido hasta entonces. Subía y bajaba de la pija del mulato. Éste aguantaba porque quería volver a estar con Julia, además veía como su mujer la empezaba a dilatar. Marcela metía sus dedos en la colita de la rubia que se dejaba hacer. Permanecía pasiva mientras cómo se follaban a su novio. Ya estaba húmeda de nuevo y le gustaba la sensación de los dedos de la mulata en su ano. Le encantaba el sexo anal y lo practicaba con frecuencia con Diego y lo había hecho con otros amantes pero nunca con una polla así. Sabía que necesitaba una buena dilatación previa. La madura ya le estaba metiendo tres dedos y los movía en círculos y los hacía llegar profundamente para abrir su colita. Julia empezó a gemir y a mover su caderas.

Ahora Diego estaba boca arriba con sus piernas abiertas al borde de la cama mientras que el mulato lo penetraba con fuerza. El jóven empezó a experimentar algo nuevo. Su pene dormido que bailaba al compás de las embestidas del maduro, estaba por eyacular. Era un placer profundo el que nacía desde su próstata. Gemía y gemía mientras que de su pija dormida comenzó a brotar leche que se iba depositando en su abdomen. Un orgasmo nuevo, diferente, extremadamente placentero. Sus gemidos fueron apagándose y quedó rendido en la cama. Marcelo se la sacó de a poco y buscó a Julia que seguía recibiendo la masturbación anal de Carine. Ésta se corrió y dejó que su esposo se pusiera encima de ella. La rubia estaba acostada boca abajo con su colita parada y al lado de su novio que sólo podía observar. El mulato puso sus piernas a ambos lados del cuerpo de la rubia y colocó su polla en la entrada de su culito. Primero frotó su herramienta en esas hermosas nalgas para luego empezar a entrar. Julia gemia más fuerte y aceptaba con agrado la polla de Marcelo. Sentía un poquito de dolor pero nada fuera de lo normal, estaba bien dilatada. Se sentía abierta como nunca antes y sólo había entrado la mitad. El mulato se comenzó a mover. Julia miraba a su novio diciéndole que le gustaba mucho, que le estaba abriendo la colita como nunca antes. Esas palabras la calentaban en primer lugar a ella. Carine se masturbaba, disfrutaba viendo a su esposo entrar en la colita de su jóven amante. Quería más estimulación por lo que le pidió a Diego sentarse en su cara. Éste estaba con pocas fuerzas pero aceptó con agrado la propuesta. La madura colocó su culo en la cara del joven y se empezó a frotar de manera frenética viendo cómo su esposo empezaba a acelerar sus embestidas y la jóven chillaba de placer. Éste salió de adentro, la dio vuelta y la levantó de manera que Marcelo quedó parado y las piernas de Julia alrededor de su cintura colgando de él con sus brazos rodeando sus hombros. Con una de sus manos guió su polla hasta la entrada del culito de la jóven y la volvió a penetrar. Entró con facilidad y la rubia se sentía en el cielo. Nunca la había penetrado así. Sentía cada centímetro de aquella polla entrar por su culito. Carine no daba más, se movía encima de la cara de Diego y con sus dedos frotaba su clítoris hasta acabar ríos en la cara del jóven que los recibía con placer. Cuando la madura salió de su cara pudo observar a su novia colgando de aquel hombre fuerte que la penetraba en profundidad. Luego la acostó y la siguió penetrando analmente. Julia se tocaba para complementar el placer que estaba recibiendo y volvió a correrse entre gritos de placer. Marcelo tampoco aguantaba más, había sido mucho tiempo follando y descargó fuertes chorros de semen dentro de Julia.

De a poco salió de ella. Estaban todos rendidos. Julia casi dormida. Diego prefirió que su novia se quedase ahí y saludando a la pareja madura fue para su tienda. Sólo quería acostarse y descansar. La rubia se quedó dormida junto a la pareja. Cuando despertó sonrió de felicidad. Estaba entre esas dos personas que tanto placer le habían dado. Ya era de día y en el camping había mucho movimiento. Se cambió sin hacer ruido y fue hasta la tienda para estar junto a su novio que seguía dormido. Quedaban mucho días de vacaciones y una vida para seguir explorando su sexualidad. El placer compartido entre esas cuatro personas estaba empezando…