Una noche especial para dos amantes, dos machos para montar
Observé que no llevaba bragas… y su sonrisa. Entre su sexo y la mirada, que transmitía una mezcla de lascivia, picardía y cierto ademán burlón, sus pequeños pechos aparecían tras una camisola de licra en la que se perfilaban los pezones.
Se acomodó el cabello y poniendo una mano en mi hombro, me hizo saber que deseaba tenerme a sus pies… nos miramos de nuevo, pero mis ojos ansiosos buscaron el surco de su sexo más que otra cosa. Un ligero asentimiento en su rostro extraño, pues le costaba entender mi devoción por su surco, cueva y puerta trasera… y posicionado sobre mis rodillas, comencé a fabricar una senda caótica de besos hasta llegar al rizado y recortado vello de su pubis. Aspiré el aroma a ella y posé un beso, que ella acompañó de una caricia entre mis cabellos. Más besos y deslicé mi lengua, pero sus piernas juntas, mantenían su flor aún cerrada…
Elevé mi boca entreabierta y nos observamos. En ese momento, abrió la flor… pues aposentó su pie derecho en el baúl al pie de la cama, y entre sus piernas elevé mi lengua para abrir los pétalos de su sexo y saborear el néctar que comenzaba a anunciar su deseo.
Lamí, besé, degusté, mientras ella acompañaba unos muy sensuales gemidos con sus dedos jugando con mi cabello…
Mi miembro viril, y digo mío para que pueda ser entendido, pues la realidad es que le pertenecía y pertenece, pugnaba naturalmente por asumir la forma en la que a ella pudiera serle útil, pero inútilmente, pues encontrábase a buen recaudo, protegido de intenciones y deseos ajenos a los que ella determinara… una simple mueca de displacer en mi rostro, pues el buen recaudo en el que mi virilidad se encontraba, tenía forma de jaula metálica para más bien un colibrí… y no para un gorrión.
Seguí lamiendo, pensándome como el placer de mi Dueña, degusté sus gemidos y el brotar delicioso de la cueva en la que mi lengua insistió en encontrar aún más de sus ayes y sus dedos entre mis cabellos se volvieron intensos, ansiosos… Pero no, no deseaba acabar ni mucho menos, por lo que volvió a posicionarse ante mi con sus pies plantados, a lo que supe reaccionar llevando mis labios a los empeines, para regalarle besos.
-Así…- se limitó a decir y permanecí como una foto fija, con mis labios pegados al suelo, mi trasero elevado y mis rodillas plantadas- no quiero que te muevas…
Mi encerrada virilidad colgaba entre mis muslos, y ubicada a mi espalda, sentí como tomaba en su mano tibia lo que le pertenecía… y lo magreó a su gusto, con insinuante brusquedad que me hizo elevar un gemido.
-Los machos de monta…-susurró prosiguiendo con sus caricias por la suave y tensa piel que rodeaban mis óvalos masculinos- sólo expulsan su semilla cuando se les ordena… y sólo en el interior de una hembra… la semilla de los machos de monta, no se desperdicia… ¿lo sabías?
-Así tiene que ser…- repuse acompañando mis palabras de otro gemido producido por la forma en la que su mano manipulaba mi miembro encerrado.
-Y sólo soy yo hembra para ti… ¿lo sabías?-
-Lo sé y así quiero que sea… y que mi Dueña me use como macho de monta, para su placer y satisfacción-
-Me gusta que aún enjaulado, te brote parte de tu esencia… e impregnar mis dedos… uhmmm… así es como si te supiera pletórico…y mío- a través de los barrotillos de la jaula, acarició mi apretado glande, recogiendo los retazos de mi deseo líquido- ¿te has acariciado?
-No, sólo tú debes hacerlo-
-Así tiene que ser… porque, ¿deseas ser mi macho de monta, no es así? ¿no nos satisface a los dos?-
-Sin duda…pero más a mi que a ti…-
-¿Seguro?- una risa musical acompañó un azote en mis nalgas- pues tenerte encerrado… así, tan mío, me satisface… que sólo puedas vaciarte cuando yo lo desee… me satisface… que no te acaricies, quizás pensando en otras… me satisface… incluso ordeñarte… si, me gusta decir que te ordeño… ¿aprecias que te ordeñe?
-Lo que me convierte en apto para la monta, lo que entre mis piernas porto, sólo a ti pertenece-
Me tomó el miembro encerrado y lo forzó de manera que quedó más allá de mis nalgas… sentí que me liberaba, soltando la jaula de la anilla, y después desprendiendo esta, y tomó en el puño mi miembro que alcanzó su forma funcional para expulsar semilla o leche…
-Oh… qué hermoso… y además siguen brotando retazos…-
-Es porque mi pensamiento sólo concibe en este momento, no otra cosa que ser usado por ti…-
Emití un gemido y un enorme suspiro cuando sus labios se cernieron a mi glande…
-Oh…si… gracias… por dejarme no ser más que un adiestrado animal que te es útil para tus placeres…-
-Perro tonto… ¿acáso no eran mis placeres tu máximo placer, o no eran más que palabras vanas…?- rió ella lamiendo el envés de mi miembro, tocando el arpa en mi frenillo….
-Mi locura es tal que no sé ni lo que digo o pienso…-
-Las gotas que te brotan me las tomaré como un cumplido…- y su boca comenzó a felarme intensa pero más lentamente de lo que, de ser mío el miembro, hubiera deseado y previsto-
-Vamos… quiero que mientras te saboreo, me hagas feliz y alimentes el horno que es mi deseo, con palabras obscenas y bizarras…-
-Me…me gusta sentirme como el perro del que una Dueña poco convencional, usa de manera clandestina para su placer… aún a sabiendas de que no es lícito usar a un perro para esas finalidades… mi bozal… es la jaula con la que dejas que mi mente y mis recónditas perversiones se deleite sabiendo que debo lamer, montar y… uhmmm… ser manipulado como tu deseo ordene… y hablemos de premios… si, premios con los que alimentas mi amor, pasión y devoción… el premio de tu sexo mojado a disposición de mi lengua y mi sentido del placer de tu manjar en mi boca… uhmmm… por no mencionar…el aroma de tu deseo… o mi lengua penetrando y abriendo tus…¡oh, mi Dueña…! abriendo tus oquedades… oh, mi Dueña… si sigues de esa forma… mucho me temo que acabaré sin así desearlo en tu paladar…-
-Ni se te ocurra… tu leche de perro obediente, sólo terminará en mi cueva… y sólo después de los éxtasis que determine…- se incorporó sobre sus rodillas a mi espalda y con una mano estranguló mi engrosado miembro viril, mientras con la otra, oprimió con fuerza los óvalos para restarme placer y cortar mi descontrol…- ahora me echaré sobre nuestro lecho… y expuesta a tus atenciones, con mi coño abierto, me acariciarás con tu verga…
Cuando mi Dueña se refería a su “cueva” y a sus pliegues deliciosos como “su coño”, significaba que los ardores de su excitación estaban a punto de incendiar su cuerpo… se echó deliciosa y sublime y mi mirada buscó todo lo que en ella me fascina… sus axilas, sus pechos, su vientre… pues se despojó de la lira que se interponía a mi piel y mi mirada… sus ojos cerrados, sus brazos extendidos hacia el cabecero de la cama… y sus piernas separadas… “su coño” mojado y arrodillado entre sus piernas y con mis manos posadas a cada lado de su cuerpo desnudo, comencé a pugnar como perro por deslizar por su grieta mojada mi miembro… por supuesto sin plantear siquiera como opción deslizarme en ella, a pesar que hubiera sido esclavo de cualquier orden a cambio de sentir su interior cálido…
-Si…perro…lo haces bien… estás bien enseñado para satisfacer a tu Dueña como ella gusta… si… siento lo duro y bello de tu verga… si… así quiero que me hagas terminar… vamos… sé un buen perro y obedece…ufff… –
Sus ayes se intensificaron anunciando su éxtasis, mi mirada se deleitó con el placer que desprendía su rostro, su labio inferior mordido y yo… frotándome en ella, con mi mente centrada en no cometer el desliz de vaciarme sin orden, ni control…
Y su cuerpo vibró, su boca se abrió y la oleada de placer que recorrió su cuerpo, arrancó gemidos descontrolados de entre sus labios… fue un periodo cretácico en unos segundos eternos, en los que leí en su cuerpo placer desatado, sudor, jadeos y su sexo formó una tempestad en la que, aún sin olas, la marejada empapó mis ojos y mi cuerpo…
-Déjame ser más perro aún… y deja que mi lengua te ofrezca un mayor homenaje a tu belleza…- y sabiendo que su silencio implicaba su deseo, me acomodé para alimentar mi lengua de más placer…
Su segundo éxtasis… apenas tuvo fronteras con el primero… fue rápido, no tan intenso como el primero, pero me tuvo que retirar de entre sus piernas… y se incorporó en la cama sobre sus codos.
-Ya…ya… mi macho…-rió y se la notaba plena, satisfecha y gozosamente jovial- ven y dame un beso que me fije al suelo…
Y nos besamos en aquella habitación de hotel. Recorrimos abrazados la cama fundidos en un único beso… hasta que ella quedó sobre mi…
-¿Sabes?- su voz suave, cálida y sensual se acomodó en mi oído como música celestial- si mi deseo gobierna, lo que determina es que quiero montarte… cabalgarte, tomarte… follarte… y no otra cosa…
-Pues yo vivo complaciendo los mandatos de tu deseo, al que adoro y del que soy devoto…- y diciendo ésto se acomodó a horcajadas conteniéndome entre sus piernas… nos sonreímos y con un hábil y rápido movimiento, agarró mi miembro para encauzarlo hacia su cueva… posó sus manos en mi pecho…
-Vamos… quiero sentir que realmente deseas que te folle… y que te permita llenarme…-
-Mi Dueña… tómame… hazme tuyo, hazme sentir que te pertenezco y sé la hembra a la que debo mi Amor y devoción…
Me cabalgó primero lentamente… deleitándose con el deslizar de mi miembro, que ella afirmaba más grueso de lo normal, pellizcó mis pezones… intercalaba los movimientos de su pelvis con momentos de echarse sobre mi para besarnos… mientras permanecíamos pegados… luego volvía a cabalgarme…
-Oh….si…mi macho… como me gusta follarte… estás… impresionante… deberé mantener esta disciplina apropiada para machos que deben devoción a su amada… – y comenzó a incrementar la cadencia de sus movimientos… mis manos en su cintura… sus manos en el cabello, hasta que llegué al punto en el que no pude contener mi placer, ni ella el suyo… entrelazando nuestros cuerpos, gemidos y fluidos…