Una simple noche con mi querido hijo
Hace tiempo que no me sentía tan caliente estaba en mi habitación dando vueltas, el clima había cambiado en unos cuantos días y ahora la primavera cálida nos golpeaba con toda su fuerza, mi marido estaba trabajando en Estados Unidos, yo y mi hijo Roberto por lo tanto era lo que estábamos sufriendo con este clima, finalmente decidí levantarme, era cerca de las tres de mañana y no quería seguir intentando dormir y terminar calentándome más.
Bajé a la sala y decidí abrir una cerveza, me senté y estaba por revisar mi teléfono cuando vi bajar a Roberto, estaba sin camisa con un pequeño halo de sudor cubriendo su pecho.
– ¿Tomas una cerveza mami? -. Me dijo caminando a la cocina, cuando pasó a mi lado hice lo que llevaba haciendo meses comérmelo con la mirada, sus músculos que crecían, y sobre todo sus piernas que terminaban en un culo grande y duro, todo un hombre a sus dieciocho años.
– Compré en la tarde cuando fui al super-. Le contesté viendo su cuerpo iluminado por la puerta abierta del refrigerador y la luz gris de la madrugada.
– Que rico-. Dijo al beber un poco, la espuma escurrió por su boca y mancho su pectoral izquierdo, me mordí instintivamente el labio. Desde hace unos meses cuando me descubrí mirándole el culo en el gimnasio, una tarde en que coincidimos en el mismo horario, había salido temprano del trabajo, me dije “no tiene nada de malo, sé que es mi hijo, pero ese cuerpo no puede ignorarse”-. Me puedo sentar un rato contigo mamá.
– Claro rober, hace demasiado calor para volver a dormir-. Los dos nos sentamos en sillones cercanos.
– ¿cómo va todo hijo? -. Le pregunté tras unos minutos, la luz que se colaba por la ventana iluminaba su cuerpo y yo le devoraba con la mirada.
– Ya saber mami todo bien-. se estiró-. Hace unos días rompí con Liliana.
– Hijo, pero tenían ya un año ¿qué fue lo que pasó?
– La verdad era muy insegura, muy celosa, ya sabes a esta edad los chicos somos muy calientes.
– Si amor, si te contará como tu papá y yo aprovechábamos los fines de semana.
– Pues Liliana tenia muchas inseguridades, no quería platicará con ninguna chica y lo peor es que nunca llegamos a hacerlo bien.
– ¿hacerlo bien?
– Ya sabes mamá, fajábamos y todo, pero no me dejaba penetrarla.
– A esa edad las chicas arriesgamos mucho rober, desde embarazos hasta quedar como unas zorras para la sociedad no la juzgues tan duro.
– La verdad no insistí mucho pero finalmente me quería prohibir hasta ir al gimnasio, allí decidí que tenía suficiente.
– El gimnasio no-. Dije y reímos ambos-. Si mi niño se está poniendo muy rico.
– Gracias mami, la verdad es que desde que nos dejamos me he sentido mucho más tranquilo.
– A tu edad deberías aprovechar más tu libertad, además con ese cuerpo.
– Ay mami, gracias necesitaba platicar con alguien de esto.
– Puedes tener toda la confianza conmigo amor-. Le dije mientras una leve brisa fresca entraba de una ventana que había dejado abierta en la cocina. No pude evitar humedecerme al pensar en mi hijo cogiendo con ese cuerpo, sus nalgas fuertes en tensión entrando con fiereza, sentí un poco de envidia de la afortunada que podría probarlo.
– Ya quiero coger mamá-. Me dijo finalmente, me miró en la oscuridad.
– Ya tienes a alguna candidata.
– Si una antigua compañera de la prepa, se llama Adela, no sé si la ubiques va a nuestro mismo gimnasio-. Estuve repasando y caí en la cuenta de quien podía ser.
– Es muy guapa amor. Veo que eres uno de los que prefieren los pechos grandes.
– Me dan mucho morbo mami, además pues desde casa tengo buena herencia-. Me toqué los pechos, los dos nos reímos.
– A mi me encantan los hombres nalgones-. Mi hijo se removió en su asiento.
– Pero me siento muy inseguro de caerle a Adela-. Me dijo de pronto.
– Amor que no te has visto, eres un chico guapo y tienes un cuerpo increíble, además las veces en que he estado en el gimnasio contigo y Adela puedo decirte que no te quita los ojos de encima.
– ¿Crees que tengo buen cuerpo mamá?
– Para derretir a cualquier mujer.
– Eres la mejor mamá, tú también tienes un cuerpo increíble-. Podía ver el cuerpo de mi hijo y su rostro iluminado por una sonrisa, no se que me impulso a hacer lo que termine haciendo.
– ¿entonces lo primero que ves en una chica son las tetas? -. los dos nos reímos.
– Mami hay veces que hasta a ti te repaso las tetas.
– Pues igual yo te repaso ese culazo que tienes-. Habíamos terminado nuestras cervezas, Roberto se levantó y pude ver el inició de una erección evidente.
– ¿quieres otra cerveza mami? -. Asentí al mismo tiempo que ya sin contenerme le di una sonora nalgada que mi hijo respondió con una carcajada.
– Me la merezco por andar imaginando las tetas de mi mami-. Grito desde la cocina, cuando regreso su erección era total y no intentó ocultarlo.
– Mi rober, la verdad yo también me he imaginado morder ese culo tuyo-. Los dos nos reímos y entonces sintiendo ya un calor le miraba con lujuria.
– Todo chico de mi edad moriría por estar con una mamacita como tu.
– ¿Te parece que tu mamá está buena?
– Te cogería todos los días sino fueras mi mamita.
– Sabes amor hace mucho calor necesito quitarme esto-. me levanté y frente a mi hijo me quité mi pequeño camisón, mis tetas rebotaron al sentirse liberadas de su prisión, mis pantis se sentían incluso más húmedas.
– Uy mami mira nada más que tetas-. Dijo agarrando su erección.
Ya no podía contenerme, me senté junto a él y tomando su mano la llevé a mis tetas. Tócalas, sentir su tacto en mi cuerpo me hizo perder la conciencia de mi misma. De pronto se levantó, su cuerpo se veía agitado transformado por la pasión, quería devorarlo, se bajo lentamente su pijama y sus trusas y pude ver su erección, sin dudarlo me lance a por ella y comencé a darle una mamada.
– Mami estoy harto de mamadas-. Me dijo levantándome con fuerza, yo aprete sus brazos, sumida en el placer-. Quiero abrir una vagina.
– Pues ¿qué esperas para quitarle lo caliente a tu mami?
Me arrojó contra el sofá, y de espaldas abrió mis piernas yo levanté mis nalgas, justo para sentir una leve mordida que me erizó la piel, luego sentí lentamente su verga entrar, estaba caliente y mi humedad la recibía como el agua a un hierro caliente, yo gemía y podía adivinar que él no sabia como reaccionar, hasta que entro toda en mi, sentía llena, su pene era más grande que el de su padre.
– Dale amor, satisface a esta perra.
De pronto mi hijo se transformó, comenzó a darme mucho más duro, yo sólo podía gemir y escuchar el sonido de sus embestidas, me imaginé que todo me llevo a eso, las noches del verano pasado cuando sabiendo que dormía desnudo me quedaba en su puerta viendo su espalda y su culo perfecto y tocándome, mientras su papá roncaba. Las tardes en que con su ropa húmeda de sudor del gimnasio me masturbaba en la ducha, me estuve engañando sabía que terminaría cogiendo con este machote.
De pronto tuve un orgasmo, la electricidad subió por mi espalda y gemi tan fuerte justo antes de perder control de mi cuerpo en ese momento Roberto mordiéndome el hombro terminó de descargar dentro de mi.
– Uy que rico-. Me dijo saliendo de mi y dándome una nalgada
– La próxima será más rica-. Le dije y ambos nos besamos sabiendo que esto apenas comenzaba.
– Están tan ricas como creías-. Me dijo pícaro cuando notó mi mano en sus nalgas.
– Mejor de lo que pensaba.
La primavera ya pegaba con todo, mi marido dormía a un lado mío, roncando de pronto llega un whats app.
Ya estoy listo para quitarte lo caliente
Tu papá
Mi papá tiene diez minutos roncando y mi verga diez minutos queriendo entrar en mi mami caliente.