Unas vacaciones muy difíciles de olvidar

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Las vacaciones en casa de mi tía

Estábamos celebrando mis 18 años. Cuando mi tía, la más joven y enrollada de ellas, apareció por la puerta dándome una sorpresa. En la “fiesta” lo pongo entre comillas ya que una fiesta donde no está la gente de tu edad era algo supuesto. Pues solo llegar y tan solo después de habernos dado un fuerte abrazo me extendió la mano, dándome el regalo. Al desenvolver la caja, una caja de madera sin cerrojo, había unas llaves con un llavero. Un llavero que era una sandalia.

-¿De dónde son? Pregunté con ganas de saber más.

-Unas vacaciones con tu tita, como cuando tenías 12 años, TODO PAGADO. Remarcó. Mi tía estaba muy ilusionada Unas vacaciones en un apartamento que tenía en la costa brava era un regalazo. Nos lo pasamos en grande en aquella época donde me llevaba a todos lados con ella. Me marcó mucho y me hacía mucha ilusión.

…Semanas más tarde…

Habíamos concretado las fechas y ya nada nos podía echar atrás. Solo llegar a su apartamento, nos fuimos de compras. Ella decía que toda buena compra debía llevar muchas bolsas y comida para la llegada a casa. Así que después de pasar por el supermercado y cargadas de bolsas hasta más no poder, llegamos a casa agotadas. Por lo menos yo. Allí ya estaba su novio/marido/amigo/folla-amigo…como queráis llamarle. Era Mario un chico de estatura media, pelo corto, algo de barba y de un volumen medio. Era un encanto, o eso me había explicado mi tía. Y la verdad que estaba ganando puntos, y también se estaba llevando una muy buena valoración por mi parte. Ya que nos había preparado unos cócteles de verduras recién exprimidos fresquitos para nuestra llegada. Mientras nos los bebíamos, Mario no paraba de preguntarme cosas y yo respondía con toda naturalidad, como si fuese un familiar que hace tiempo que no ves, pero que realmente acababa de conocer. Pasamos un rato conociéndonos de una manera agradable. Después de llevar un rato hablando mientras recogíamos y preparábamos la comida, mi tía tuvo que darme una mala noticia.

-Nena, sintiéndolo una barbaridad, te tendrás que quedar sola un par de mañanas. He intentado hacer lo posible en la ofi, pero no me han dejado.

No le dejaban hacer teletrabajo por unos proyectos nuevos que necesitaban de tu presencia. Mario no tenía la suerte de poder hacer teletrabajo así que estaría medio día sola en el apartamento.

Después de tener un fin de semana muy movido haciendo de todo, playa, restaurantes, karts,… Lo habíamos pasado en grande. Parecía haber una buena complicidad entre los tres y eso facilitaba las cosas. Pero como todo, lo bueno también se acaba. Llegó el día que me tenía que quedar sola. Yo ya les había dicho que no se preocuparan por mí, que ya hacia eso habitualmente en casa. Que empezaba a faltar a clase, por falta de motivación en la escuela y que ya sabía espabilarme. Aun así insistieron y Mario me prometió que vendría lo más rápido posible.

-Te haré unos batidos mañaneros. Dijo abrazándome por el hombro contra tu pecho.

Así que antes de ir a dormir y para cerrar ese maravilloso fin de semana. Nos sentamos en el sofá para ver una película con palomitas, como debe de ser. Yo como culo inquieto me senté en el brazo del sofá mientras charlábamos y decidíamos la película.

-Pero no tendrás sitio que tienes que ponerte así? Dijo Mario indignado cuando mi culo invadió su espacio.

Mientras Mario se liaba a hacerme cosquillas mi tía llegaba con un bol de palomitas.

-¿Solo un bol? Dije disgustada.

-Pero esta juventud,… dijo mi tía dándome el bol de palomitas.

-No tiene solución cariño. Dijo bromeando Mario matizando las palabras de mi tía.

Tanto meterme con esos viejitos acabé recibiendo mi merecido con un ataque de cosquillas de dos contra uno. Tengo muchas cosquillas y como reacción me revolví hasta librarme de ellos. Tras mi insistencia en seguir molestando, sobre todo a Mario, ya sabéis que cuando a una chica se le sigue la corriente hay peligro de explosión y Mario me estaba siguiendo el rollo… así que tras dejar que Mario manoseara mi cuerpo entero con sus manos haciéndome cosquillas y yo encantada, incluso llegué a tener mis tetas pegadas en la cara de Mario, mi cuerpo era un receptor de estímulos continuo. Acabamos juntitos para ver la película. Mi pierna cruzaba por el muslo de Mario y sus manos acariciaban mi piel mientras veíamos la película y eso me encantaba. Al poco de empezar la película, Mario susurró:

-Mira tu tía, dormida como siempre. Mi tía se había dormido. –Por eso no veo nunca una película con ella, siempre se duerme. Añadió. Yo sonreí después de hacer una mirada a mi tía y me apoyé en su hombro para seguir viendo la película. Mario me arropó con su brazo y con la otra mano iba comiendo palomitas. En una de esas acciones, al coger una palomita se le cayó una encima de mi cabeza. Rebotando hasta su zona conflictiva, su paquete. Entrando en acción la cogí con delicadeza y la llevé de nuevo a su boca. Mario abrió su boca sonriente y en un acto muy sensual, deje caer mis dedos por sus labios. Fue uno de los momentos más eróticos que jamás había vivido. Fue muy morboso sentir esos labios rasposos por la sal de las palomitas. Mi mano se posó en su pecho y seguimos mirando la pantalla. Pero no podía dejar eso así, sentía la necesidad de dar un pasito más. Cogí otra palomita y la llevé de nuevo a su boca. Y necesitaba más. Llevé mi mano al bol de palomitas y puse una de ellas en mi boca. Cuando incorporé mi tronco para ofrecérsela a Mario ya me estaba mirando ansiosamente. Su cara no sonreía precisamente. Su cara ahora era de morbo máximo. Después de darle una mirada rápida a mi tía y comprobar que seguía durmiendo acercó sus labios a los míos y cogió la palomita y me dejó un pequeño pico en mis labios. Mientras masticaba, repetí la operación pero al momento de ir a coger la palomita el bol se volcó debido a la excitación que tenía Mario. Su polla había hecho mover el bol y se cayeron las palomitas. Tras el sobresalto y las risas posteriores recogimos las palomitas y no perdí el tiempo. Llevé mi mano al paquete de Mario que parecía no importarle ni lo más mínimo. Así que recuperando la postura, mi cabeza apoyada en el hombro de Mario, seguí manoseando la polla por encima de tu tejano. Su polla estaba muy dura, se palpaba a la perfección. Yo ya no sabía por dónde iba la película, solamente tenía la silueta de la polla debajo del pantalón grabada en mis pupilas. Mario se acomodó y con la mano que rodeaba mi cuerpo llego a mis nalgas, haciéndose notar apretó una de ellas. Su mano se coló por debajo del pantalón y sus dedos buscaban mi coñito, pero no encontraba mi rajita. No había manera, ya que cada vez metía su dedo en mi ano. Tuve que modificar mi posición para que dejara de manosearme el ano. Aún no tenía mucha experiencia anal y era un poco reacia a que me lo tocaran. Sus dedos ahora sí se colaban por mi rajita. Esta estaba empapada y facilitaba su juego. En esa posición, que había adoptado, veía a la perfección la cara de mi tía. Con sus ojos cerrados respirando tranquilamente. Se me encogió el corazón y pese a estar empapada y a punto de llegar al orgasmo me separé de Mario, me levantarme y me marché de allí dejando a Mario tirado.

Mi cabeza había tenido un cortocircuito. Placer con dolor psicologico, pero todo emocional. Fue algo duro, lloré incluso y me costó dormir tras lo ocurrido. Quería ir de nuevo y devorar la polla de Mario, pero a la vez quería vomitar. Una sensación que difícil mente podría describir a la perfección. Finalmente me dormí acurrucada entre las sabanas.

Por la mañana me desperté tranquila, con la mente nublada por lo ocurrido la noche anterior pero con ganas de disfrutar de ese pedazo de apartamento para mi sola. Iba a ser la diva. Una diva como para mí lo era mi tía. Era un ejemplo y compartir con ella esos días de vacaciones era lo más. Así que imitaba sus gestos, sus desayunos, su manera de masticar. Soy así cuando me obsesiono por algo, me da muy fuerte.

Inspeccioné cada rincón de la casa, fui a todas las habitaciones, regiré armarios. Encontrándome de todo y más. Incluso alguna sorpresa, como algún juguete de adultos que aún pondrían más leña en mi cabeza. El apartamento no era excesivamente grande, pero después de mirar todos los cajones todavía eran las 10:30 de la mañana, me quedaban horas para estar imaginando y fantaseando como una niña pequeña. Así que decidí meterme por completo en el papel de mi tía y fui a su habitación. Cogí todo aquello que me resultaba más morboso. Unos tacones, unas braguitas, un vestido, un collar, un bikini. Cuando me di cuenta, tenía encima de la cama un montón de cosas, que no recordaba donde iban. Me puse algo nerviosa, pero lo organicé de nuevo volviendo a imaginar las cosas morbosas que haría con cada prenda u objeto. Pero tenía que hacer algo más morboso que no simplemente mirar, oler y chafardear. Así que me puse manos a la obra. Mi cabeza me imaginaba allí con Mario, por ser el hombre que más cerca estaba de esa cama últimamente, pero podría haberte imaginado a ti o al portero. Me quité mi pijama, quedándome desnuda en los pies de la cama de mi tía. Desnudarme no me costó mucho ya que llevaba una camiseta y un pantalón corto sin ropa interior. Y me puse las braguitas negras de mi tía. Me iba algo grande, pero para mirarme un poco en el espejo y sentirme una diosa ya valían. Seguidamente me puse el vestido y los tacones. Me mire en el espejo y me entro el nervio de imaginar que me podían pillar. Pero en mi cabeza se transformó en morbo y perversión. Empecé a moverme delante del espejo, como si estuviese a ese hombre al que tengo que hipnotizar. Mis manos pasaban por encima de mi vestido y me movía sensualmente. Me acerqué al borde de la cama sin parar de moverme. Puse las rodillas lentamente encima y dibujé la silueta con mi mirada de ese hombre al que rodeaba con mis muslos. El vaivén de mis caderas y el levantamiento de las rodillas encima de la cama habían acortado mi vestido y desde mi posición veía mis braguitas. Esa panorámica de mi cuerpo semi desnudo vista por un hombre tendría que ser brutal. Se la pondría muy dura. No pude evitar llevar mi mano por encima de mis braguitas dejando más arriba el vestido. Sentía ese calor por encima de las braguitas y necesitaba liberarme un poco. Aparté ligueramente esa braguita que no era de mi propiedad. Deseé con mucha fuerza que alguien entrara por la puerta y me devorara por completo, que me follara sin piedad. Pero eso no iba a ocurrir. Mi cabeza buscó un plan alternativo y agarré un cojín de la cabecera de la cama, llevándolo entre mis piernas. Repetí el gesto de apartar la braguita y sentí el frío que desprendía la tela del cojín. Eso me hizo estremecerme y sacar un gemido. Mis caderas se movían como si alguien hubiera entre mis piernas. Intentando dar lo mejor de mí para estar compenetrados. Era simplemente un cojín pero el poder de mi mente había conseguido meterme eso en la cabeza y lo estaba disfrutando de verdad. De tanto movimiento el tirante del vestido cayó y con la ayuda de mis manos bajé la parte del vestido que quedaba para liberar mis tetas. Mi movimiento fue increcendo. Estaba disfrutando a un alto nivel, para ser un cojín. Menuda guarra estaba hecha estaba tan cachonda que el cojín dejó de darme el placer que necesitaba. Así que me eché a un lado y retiré las braguitas para dejar más movimiento a mis dedos. En esa misma postura y llevando mi brazo por detrás de mis langas reanudé mis fricciones en mi coño. Estaba muy cachonda y no tardaría en correrme, necesitaba una postura especial y memorable para el momento tan morboso que había conseguido alcanzar. De nuevo coloqué el cojín entre mis piernas y mi mano izquierda con la palma hacía arriba, los dedos simulando la polla que me follaría. Y empecé mi follada imaginaria. Los dedos entraban los que mi mano permitía pero era tan morboso el momento, que al moverme unas cuantas veces llegaba al orgasmo con una facilidad espantosa. Con una sonrisa en la cara y recién corrida me levanté mirándome de nuevo en el espejo. Podéis imaginar que cuando acabé no fui a buscar cualquiera cosa. Era concretamente un conjunto con una braguita muy apretada y estrecha, se me salían mis pocas carnes por los bordes de las costuras. Mi tía tendría que haber tenido un cuerpazo, pero ahora esto no le iba. La parte de arriba no os la describiré, porque no tenía ni la más mínima intención de ponérmela. Iba a salir a pasear por la casa con esa braguita hasta que recibiera la primera notificación de Mario, avisándome que llegaba.

Pero ese aviso no llegó y yo seguía paseándome con esas braguitas semi trasparentes con dibujitos bordados cuando escuché la puerta. Tuve que encerrarme en el baño y salir con una toalla rodeando mi cuerpo. Pero a todo esto Mario gritando mi nombre por el apartamento y yo nerviosa perdida. Cuando me vi preparada, cogí aire, abrí ligueramente la puerta del baño y grité que estaba allí.

-¡Joder que susto Alba!

-Perdón. No sabía que llegarías tan pronto.

-Bueno ya te dije que intentaría hacerlo.

-Sí, si, no pasa nada. Solo que no te esperaba.

-¿Entras o sales? Preguntó referente al baño.

-Iba a entrar, pero si estás aquí entro luego.

-No tranquila, sabiendo que estas, aquí. No pasa nada.

Cerré la puerta de nuevo y me apoyé en la puerta para coger aire. Volver a ver a Mario después de lo ocurrido se me hacía muy difícil. El corazón me palpitaba rápido. Pero cogí aire e interioricé que era un adulto, nadie le había obligado. Él podría haberme dicho que no, pero no fue el caso. Una cosa llevo a la otra, la situación, mis hormonas… Así que me quité las braguitas. Las guardé hasta poder guardarlas de nuevo en su lugar y salí.

Al bajar, Mario estaba con su portátil y me avisó, que estaba en la cocina:

-Perdona pequeña, pero me he dejado unos deberes por hacer. Pero al menos no estás sola. Su reacción era normal, su mirada como si nada hubiera pasado. Así que fui fuerte y normalicé el momento.

No podía parar de pensar en lo de la noche anterior, pero Mario parecía estar tan tranquilo. Así que intenté relajarme para seguir con nuestra buena relación.

-¿Te ayudo? Pregunté sentándome a su lado.

-¿Sabes de programación?

-Ni idea. ¿Te hago compañía?

-Uuuhmmm, – dijo pensativo, sin sacar la mirada del ordenador- ¿eso si sabes hacerlo?

Así que se me senté en el taburete y me iba enseñando lo que hacía. Me sonaba a chino, pero asentía y hacía compañía, que no estaba del todo mal. Me di cuenta al rato que mi rodilla tocaba su muslo. Pero no hice por apararla. Me gustó poder estar así con Mario. Se me ocurrió mientras tecleaba, darle un golpecito para que se equivocara, ya que Mario alardeaba de su destreza con las teclas del ordenador. La verdad que era hipnotízante, ver sus dedos moverse entre las teclas mientras escribía. Una sonrisa se dibujó en su cara mientras corregía la equivocación que le había provocado. Todo parecía estar bien entre nosotros, era un alivio para mí. Volví a molestarle, ahora poniendo mi mano en la pantalla. Tenía tal habilidad que eso no le molestaba. Así que quise tocar su cara, para seguir molestando, con la mala suerte de meter mi dedo en su ojo.

-Oohhh…DIOOOS!! Se quejó Mario dejando de escribir y llevándose las manos a la cara.

Sentí como mi dedo se humedecía entre un tacto extraño. ¡¡¡SU OJO!!!

-¡Mierda! ¡Perdón! Dije queriendo socorrerlo.

-Waaaaa, estoy bien, estoy bien. Tranquila.

-Si es que soy una torpe, perdón. Intenté ser lo más dulce posible con Mario, incluso le acerqué un vaso de agua por intentar ayudar. Llevé mis manos a su cara para revisar que no tenía nada grave. Solo un poco rojizo la parte blanquecina del ojo y dificultad en abrir el ojo.

-Que exagerado eres…dije bromeando.

-No me conoces bien.

-Ah, ¿o sea que lo reconoces?

-Por supuesto que no.

-Nunca exagero cuando tengo a una preciosidad delante.

Me quedé un poco cortada de escuchar esas palabras. ¿Me estaba tirando la caña, de verdad? ¿Lo de anoche no fue casualidad? ¿Le afecto más de la cuenta? Yo estaba a escasos centímetros de su cara y verdaderamente esa situación en cualquier otro momento era motivo de morreo. Pero no podía ser con mi “tío”/ novio de mi tía. Pero entonces sus manos se posaron en mis caderas.

-No sé si te lo habrán dicho, pero eres… Se quedó pensando la palabra que me describía. –Como lo diría…es como una mezcla entre perfecta y maravillosa. Pero eso es muy típico y a la vez poco. Eres como una tela de araña para una polilla. Que con su movimiento de alas llega hasta los finos hilos tejidos por el insecto. La polilla, alucinada por esa fantástica obra de ingeniería se acercaba para observar bien lo que sus ojos ven. Pero cuando se quería dar cuenta, está atrapada entre los hilos de delicada seda. Incapaz de salir de allí pero a la vez sin intención de querer salir por la belleza que le rodea.

Cada palabra que Mario sacaba por su boca en esa descripción me dejaba más embobada. Tenía entre el típico cosquilleo y el nudo en el estómago. No sabía cómo reaccionar. Así que mientras nos mirábamos a los ojos fijamente, algo me dijo: Lánzate! Y fui acercando lentamente mi cabeza a la suya. Mario sonrió y eso me hizo dar el paso. Abrí mi boca, deseando todos sus besos. Él se acercó un poco más a mí y después de besarme mis labios suavemente insertó su lengua dentro de mi boca, yo la recibí con alegría. Mi lengua también buscó sin miramientos y nuestras lenguas en contacto empezaron a bailar. Después de cada revolcón de nuestras lenguas, nuestros labios se besaban. Después de un buen rato mezclando saliva, os puedo asegurar que fue le beso más morboso que me puso más cachonda de mi vida. En un momento tuve que morder ligueramente su lengua, estaba ansiosa.

-Ya ha hecho esto otras veces, ¿cierto? Dijo Mario separando ligueramente su boca de la mía.

-Unas pocas. Contesté a escasos centímetros de un labio del otro. Estaba muy ansiosa, así que volví a comerme la boca de Mario.

-Quiero que lo disfrutes, que no tengas malos recuerdos ni nada por el estilo, ¿ok?

-¿Por qué iba a tener mal recuerdo de esta maravilla? Mordía mi propio labio, deseosa de más.

-No sé eres muy joven y…lo de ayer…

-Quiero comerte la polla. Corté las palabras de Mario con ese comentario.

-¿Perdona? Dijo cambiando su rostro.

-Ayer me quedé con ganas… Y quiero comerte la polla. Dije poseída de nuevo por mi lado más salvaje.

-Pues… Solo se tú misma.

Cuando hice el movimiento para bajar hasta su polla, me di cuenta que estaba durísima. La mano de Mario fue hasta el botón del pantalón y con un movimiento la luz llegó a su polla. La tenía delante, a escasos centímetros. La piel de su polla era muy oscura, mucho más que su piel. A pesar que él no era negro su polla se asemejaba mucho. Era bonita, estilizada y estaba durísima. Cuando el gesto de la mano acabó por sacar la polla en su totalidad levante mi mano derecha y la agarré acercándome aún más solo tenía que abrir mi boca y saborearla. Pero el primer gesto por mi parte fue tímido, me quede solo en la punta, pero cuando sentí ese peculiar sabor, esa textura en mi boca, se activaron todos mis sentidos. La metí en mi boca y lentamente iba sacándola mientras mi lengua jugaba con la carne dura. Entones Mario colocó su mano en mi cabeza e insistió un poco más en mi profundidad. Entonces ya tenía su polla entera en mi boca. Repetimos el movimiento unas cuantas veces hasta que tuve que sacarla de mi boca para salivar y coger aire. Cuando ocurrió una de las cosas que más me gustan del sexo oral. Un hilo de mi saliva espeso nos conectaba. Coloqué bien mi pelo, tragué saliva y miré hacia arriba. Mario estaba guapísimo y encima me sonrió. Así que sin perder la mirada metí de nuevo su polla en mi boca pero esta vez hasta lo más profundo de mi garganta. Mario agarró mi cabeza y aún hizo más presión. Su polla entraba a la perfección, casi no dejaba nada fuera de ella. Entonces empecé a mamar como yo lo hacía a mis primeros novios. Más enérgica y pasional. Metiendo y sacando la polla de mi boca en muchas más repeticiones.

-Ahora sin la mano nena. Matizó Mario.

Yo obedecí y saqué la mano que sujetaba la polla. Su polla estaba reluciente, podía verlo. Pero Mario volvió a añadir.

-Mírame. Me daba instrucciones mientras su polla desaparecía en mi boca.

-Muy bien. Muy bien. Abre la boca añadió.

A lo que yo obedecí, como no. Abrí la boca y mi lengua salió para lamer su capullo.

-Excelente nena. Ssiii….- Decía Mario- Así como estas métetela dentro. Añadió.

Con la boca abierta y la lengua fuera, metí su polla dentro y sentí una arcada brutal.

-TTsssss,, eeehh…tranquila…tranquila. Dijo Mario mientras me sujetaba de la cabeza para no sacar la polla de mi boca.

-Boca abierta, lengua fuera y coge aire. Me daba instrucciones mientras hacía todo lo que me ordenaba. –¡¡Mírame!! Eso es. ¡Eso es! Dijo con voz excitada.

Sentía mis ojos llorosos, mi garganta repleta y una sensación que jamás en una mamada había sentido. La polla de Mario estaba muy dura era perfecta para hacer cualquier cosa con ella. Podías clavar un clavo o arrancarme las amígdalas como estaba haciendo.

Saqué la polla de mi boca y con ella un montón de saliva acumulada no sé dónde. Aproveche para esparcirla por toda la polla mientras pajeaba ese palo de carne durísima.

-Si le haces esto a otro hombre, flipará. Eres buena, pero tienes cosas que mejorar.

-¿Nos ponemos cómodos? Dijo Maro subiéndose los pantalones y llevándome de la mano al sofá. De camino tuve que pasar mi mano por la barbilla para secar las babas que sentía en ella. Una vez allí Mario dejó caer de nuevo el pantalón a sus tobillos y se sentó. Yo como buena zorrita, me arrodillé y esperé a que Mario se acomodara.

-¿Y ahora que más sabes hacer?

-Pues no se…agarré su polla con mi mano y había perdido un poco de dureza, pero la notaba caliente, y con ganas de recuperar su esplendor. Pajeaba lentamente mientras masajeaba el capullo aprovechando la saliva acumulada. Cuando solté su polla para colocarme el pelo hacia atrás, su polla cayó en su barriga recibiendo una iluminación de sus huevos. Aún con las manos acicalándome el pelo, me incliné y di un lametón en sus huevos.

-Eso es, pequeña. ¡Muy bien!

Sujeté la polla con una mano y la otra acariciaba los huevos por debajo. Mi boca engullía sus huevos

-Sí, eres especial. Si…waaaaawww!!

Poco a poco sus huevos empezaban a brillar gracias a mi saliva. El siguiente movimiento que mi cabeza planeo, fue el de recorrer todos sus genitales con mi lengua. De la parte más baja a la parte más alta. Pero era un movimiento muy lento. Para que os hagáis una idea, más lento que comer un helado que se derrite. Nuestros ojos estaban conectados y su cara era de auténtico placer. Repetí ese movimiento varias veces, hasta que noté sus huevos muy flácidos, daban opción a jugar con mucha facilidad. Así que me agaché un poco más y seguí lamiéndolos. Era divertido. Entonces Mario levantó sus piernas.

-¿Lo has hecho alguna vez?

-No. Dije sin parar de lamer los huevos.

Pero no sé porque, empecé a bajar mi lengua un poco más abajo de los huevos. Mario tenía pelos, pero el sabor de esa zona y notar sus huevos en mi cara, me daba mucho morbo. Mario se acomodó todavía más y ahora sí que tenía una panorámica perfecta de esa zona. Tuve dudas. Así que continué lamiendo donde me había quedado. Su polla palpitaba de tal manera, que eso fue lo que me dio la motivación para bajar hasta su ano. Mi lengua recorrió la entrada y al poco estaba haciendo presión con mi cabeza contra su culo. Mi lengua entraba y salía de su ano mientras mi mano pajeaba su polla. Era todo muy suave, delicado, morboso y placentero. Cuando llevaba rato lamiendo el ano de Mario y pajeaba su polla con más intensidad, sintiendo que le iba a estallar. Me hizo parar repentinamente bajando sus piernas. Casi me hizo caer.

-Me vas a hacer correrme, joder.

Me gusto escuchar eso. Así que me lancé de nuevo a su polla, quería complacerle al máximo. Pero me agarró del brazo y me hizo levantar. Él se quedó sentado en el sofá yo de pie, todavía conservaba toda mi ropa. Mario levantó mi camiseta por la parte baja queriendo quitarla, pero desde su posición no llegaba. Así que le ayudé y fui yo misma quién dejo mis tetas al aire. Coloqué bien mi pelo mientras miraba cada movimiento de Mario. Sus manos llegaron a mis tetas, que tenían los pezones duros. Las acarició y apretó con delicadeza. Yo suspiré y al sentir como salía mi aire por la boca, tuve que secar mi barbilla aún con baba de haberle comido la polla a Mario. Mario jugó un poco con mis pezones, humedeciéndolos con su saliva. Pero su mano no tardó en empezar a bajar hasta mi pantalón de pijama. Se deslizó por mi barriga hasta llegar a la tela del pantalón. Tal como iban bajando sus dedos bajaba mi pantalón. Dejándome completamente desnuda.

-Que preciosidad de coño. Y se pudo a manosear mis labios vaginales. Los apretaba, los palpaba, hasta pasó su dedo por toda la rajita manchándose el dedo de flujos. Lo que hizo que llevara el dedo pringado a su boca para saborear mi néctar. Entonces empezó la fiesta, su dedo se colocó en la entrada de mi agujero, podía sentir la uña entrando lentamente. Y poco a poco se fue colando con mucha facilidad en mi interior. Cuando el dedo llegó al tope, retrocedió y llevo el dedo a mi boca.

-Prueba la delicia de tu coño.

Recibí con ganas el dedo pringoso. El sabor era salado, viscoso y a la vez fácil de tragar.

-Esta bueno, ¿verdad? Mario estaba en un plan muy morboso, se le notaba muy excitado. Pero una excitación controlada, que me hacía estar cómoda. Un poco cortada, ya que el llevaba el control de la situación. Pero estaba muy cachonda lo podía sentir en mi coño. Estaba ardiendo. Mario repetía la operación pero ahora solo era él el que se llevaba el dedo a la boca para deleitarse de mi flujo. Pero entro en acción me cogió por los muslos haciéndome poner a 4 encima del sofá.

-Vamos a la acción. Me tienes malísimo.

Sus manos pasaban por mis nalgas apretándolas como una pelota anti estrés. Me hizo abrir un poco más las piernas y siguió manoseando mi coño.

-Joder no puedo más, tengo que metértela YA!

Noté como se pegaba a mí y vi como agarraba su polla para apuntar en mi raja. La deslizo arriba y abajo para buscar mi agujero y por fin sentí su polla penetrarme.

-¿Tenías ganas?

-Muchas. Dije con mi voz entrecortada.

-Demuéstramelo, fóllame.

Entonces empecé a mover mi cuerpo para hacer entrar y salir su polla. Entraba y salía con mucha facilidad, Mario estaba eufórico, no paraba de hablar y jadear.

-Ahora déjala toda dentro. Obedecí y no solo la deje dentro si no que hice contracciones y movimientos laterales con mi culo.

-Qué coño más caliente, joder!

Mario tomó las riendas del asunto y su polla empezó a follarme con más velocidad. Su polla golpeaba lo más profundo de mi coño. Haciéndome perder el control en mis brazos. Caí y ahora mi cara se apoyaba en el sofá. Su mano se apoyaba en mi sacro y sentía por completo su polla deslizarse por mi interior. Con mi cara apoyada en el sofá y viendo el rostro de placer de Mario estaba a punto de llegar al estallido. Estaba tan cachonda que llevé mi mano al clítoris. Fue poner la mano en el punto y correrme como si llevara tres semanas sin tocarme. Espasmos y contracciones, hicieron que Mario también estallara.

-Joder, que puta pasada…OSSSTIAAAA….

Su semen era espeso, muy espeso más bien. También descargaba con mucha cantidad. Me dejó las nalgas y parte de mi espalda baja completamente bañada de ese líquido mágico. Yo no podía moverme o mancharía todo. Pero Mario tampoco hacía por ayudarme ya que se sentó exhausto detrás de mí, a mis pies. Des de mi posición podía ver su polla aún erguida perdiendo dureza. Sin decir nada más Mario puso su camiseta en mi espalda para limpiar todo el semen que había dejado.

-Eres una puta pasada. Por favor, que maravilla.

Eso me sacó una sonrisa mientras pasaba la camiseta de Mario por mis nalgas. Me incorporé tras limpiar lo necesario para que no se escirruese por mis piernas.

-Voy a limpiarme… dije dudando que hacer.

-Como quieras. Yo recuperaré un poco de aliento.

Mientras me alejaba, mi sensación era de triunfo máximo. Una sonrisa se dibujaba en mi cara y eso era satisfacción. Cuando me limpié tuve la maravillosa idea de aparecer de nuevo en acción como lo había dejado. Con las braguitas ajustadas de mi tía. Fui a por ellas, todavía desnuda por la casa y fui a la cocina solamente con ellas. Al aparecer por allí, haciéndome la despistada dirección a la cocina…

-Noooo…Nooooo…

Mario se quedó alucinado.

-Dios, que perfección. Dijo acercándose a mí con las manos por delante para acariciar mi cuerpo.

-Pero como puedes ser tan perfecta. Y estas braguitas niña…madre mia…

Yo tenía una sonrisa en mi cara de oreja a oreja. Me encantaba sacar esa perversión en Mario. Sus manos pasaban por todo mi cuerpo, su cuerpo se pegaba al mío.

-Eres un delito.

Yo no tenía mucho que decir ya que casi cortaba mi respiración cada movimiento de sus manos sobre mi cuerpo. Creo que estaba empapada de nuevo.

-Mira como me la has puesto ya. En cero coma. Eres una pasada.

De golpe empezamos a escuchar el típico sonido de una video llamada. Era su ordenador.

-Tengo una reunión nena. Pero no te quietes eso. Cuando acabe, seguimos.

Y tras apretar una de mis nalgas con su mano se puso en el taburete de la cocina y empezó la reunión, como si nada hubiese pasado. Yo estaba solamente con una braguita de mi tía en frente de su novio y no hacía más de 10 minutos que habíamos echado un polvo de los mejores de mi corta vida sexual. Estaba en shock. Fui a mi habitación y de nuevo lloré. No podía estar haciendo eso a mi tía. Iba a destrozar esa maravillosa relación que tenían por un polvo o un poco de morbo solamente, no podía ser tan mala persona. Pero no todo era culpa mía ni podía controlarme en esas situaciones. Lloré e intenté meditar. En un rato, no sabría cuanto especificar, Mario entro en la habitación.

-Hola nena, como estas? Que haces?

Le miré y no pude evitar ponerme a llorar de nuevo.

-Qué te pasa, dijo abrazándome entre sus brazos.

-Que no está bien, Mario.

-¿El qué?

-¿Como que el que?

-Pero si esto es sexo, niña. No te preocupes.

-Anda, estas fatal… dije separando sus brazos de mí.

-Bueno si te ayuda de algo, tu tía se reiría de nosotros.

-Anda déjame. Y se marchó dejándome sola.

Pasó un buen rato hasta que sonó de nuevo la puerta. Yo estaba escribiendo un relato en el ordenador cuando mi tía apareció por la puerta.

-Nena, que me ha dicho Mario que estas tristes.

-Bueno, un poco de bajón. No quiero irme. Dije mintiendo.

-Aiiiiiii, mi pequeña. Anda anda, si puedes venir siempre que quieras. Ok?

-Vale tita.

Después de cenar y tras recogerme en mi habitación, no tenía ganas de ver la cara de Mario. El relato que escribía fluía con facilidad, como pocas veces pasa. Supongo que la inspiración de ese día me servía para escribir con facilidad. Cuando me di cuenta llevaba 25 páginas y eran las 00:20 de la noche. Tenía un hambre alucinante, así que me pasé por la cocina para picar algo.

Todo estaba planeado, solo tenía que salir todo a la perfección. Y Alba era una niña sin mucho conocimiento de la vida, era previsible. Salí de la habitación segundos después de escuchar a Alba salir de la suya. Tras ella y con intenciones de seguir el plan de darle un buen susto, quedé sorprendido con la sangre fría de la niña. Después de ejecutar mi guion, el resultado era de; fracaso absoluto. Alba no se había inmutado. Pero recordé que el plan no era una basura.

-Que haces? Me preguntó en plan chulesco mientras habría la nevera.

-Me moría de sed, te vi bajar y dije, voy a darle un susto. Le expliqué.

-Pues, así no vas a conseguir alterarme.

Mírala, había conseguido darle la vuelta al plan minucioso que habíamos construido con su tía. Pero mi cabeza no podía dejarla escapar otra vez. Ahora era ella la que se había posicionado para llevarme a su terreno. Pero no era tan lista como creía, ya que mi intención era precisamente esa, provocarla para camelármela. Ella misma había recortado mi estrategia. Así que después de intercambiar un par de chulerías contacte con ella físicamente. Y seguía sorprendiéndome para bien, ya que aceptó a la perfección mi acercamiento. Tras un silencio y una mirada, nuestras bocas se juntaron. Para una adolescente el beso es una de las partes más importantes, porque te abre la puerta a prácticamente todo. Y cuando digo te abre la puerta es la puerta, las piernas y si todo va bien más cosas. Así que lo había conseguido. Nuestro beso fue aumentando, cada vez más enérgico, nos iluminaba la luz de la nevera en la oscuridad de la noche.

Allí estábamos a las tantas de la madrugada, tras un encuentro muy deseado, al menos por mi parte, a Alba no parecía tampoco importarle, pero era totalmente inesperado que se agachara con esa ansia a comerme la polla. Arrodillada con su lengua pasando por mi polla como quien disfruta de un helado de chocolate en pleno verano. Derritiéndose en sus labios. Saboreaba mi polla, con cada matiz en una nariz de un somelier. Me incorporé para agarrar su camiseta por la parte baja y dejarla con las tetas al aire. Su cuerpo era precioso, podía admirarlo desde esa posición y era espectacular. De lo mejor que había visto jamás.

-Confías eh! Le dije en la oreja.

Confirmó con un gesto leve pero claro con su cabeza que me dio paso a taparle los ojos. Verla tan desprotegida, me la ponía tremendamente dura. Parecía que podía correrme en cada lametazo que daba en mi polla. Alba retomó su trabajo con un poco de torpeza, ahora no veía y no consiguió meter mi polla en su boca. Una sonrisa de niña buena se dibujó en su cara.

-Siénteme. Le susurré en la oreja -No tengas prisa, cariño. Le dije acariciando su cabeza y llevándola hasta mi polla.

Su manera de comerme la polla tras taparle los ojos era mejor aún y al verme a punto de estallar varias veces, hice la señal. Esa niña iba a hacerme explotar más rápido que otras mujeres con una trayectoria mucho más extensa. ¡Era increíble! Cogí aire y tras la señal la puerta se abrió. Alba agarraba mi polla como un trofeo mientras su tía entraba por la puerta sigilosamente y se sentaba en el otro extremo del sofá. Brutal escena la que percibían mis ojos. En frente de mí, la espalda de una pequeña diosa. Con su precioso tanga insertándose entre las dos nalgas a lo lejos. A mi izquierda una mujer brutal con una mente privilegiada. Solamente vestida con una sudadera y una braguita.

-Siénteme. Me susurró Mario en mi oreja. No tengas prisa, cariño. Dijo acariciando su cabeza y llevándola hasta mi polla.

Agarré de nuevo la polla para chupar con más energía. Al no ver nada la sangre circulaba a mucha más velocidad en mi interior. Y eso hacía hervir mi sangre. Intenté darlo todo tras taparme los ojos, ya que sentía que al no ver tenía que vaciarme aún más. Mario dejó de gimotear su respiración cambió yo sentía mis rodillas apretar contra el suelo, nunca se me ha dado muy bien esa postura. Arrodillada y el cuerpo hacia delante. Así que acerqué mis rodillas para acomodarme y seguir mamando esa deliciosa polla. Mario empezó a gemir con más intensidad cosa que me creo una sonrisa.

-NO te corras sin avisar. Dije sonriente.

Su mano se posó en mi cabeza y me hizo callar llevándome hasta su polla de nuevo. Después de unas internadas profundas, me incorporé para coger aire. Entonces sentí algo a mi derecha. Era una presencia y como si algo frotara con energía. Extrañada saqué la camiseta que cubría mi cabeza y vi a mi tía masturbándose a escasos metros de mí. Con las tetas al aire y su mano dentro de las bragas.

-Qué coño…

Me quedé paralizada. Mi mano agarraba la polla de Mario con fuerza.

-Ssshhh….Mario acarició mi cabeza pero estaba tan fuera de mí que quería desaparecer.

Mi tía se incorporó y se acercó rápidamente hasta mí.

-Tranquila. Queremos esto. Si a ti te apetece serás bienvenida.

-Joder,¿ pero estáis locos?

-Nooo para nada. Contesto mi tía. Vemos que tienes un potencial sexual inalcanzable y pensamos que esto puede gustarte. Su mano apartaba mi pelo de mi cara, acariciando mi húmeda piel de haber estado chupándole la polla a su novio.

-Tranquila, solo pruébalo. Verás que es algo alucinante.

-Es que no puedo, dije tapándome la cara.

-Mira la puerta está ahí solo mira si quieres. Pero disfrútalo. En el sexo consentido siempre tienes la opción de salir.

Los dos estaban intentando convencerme, me quedé callada cuando los vi juntos. Con una cara bastante convincente. Mario estaba sin pantalón, con la polla semi flácida y mi tía con una sola sudadera. Supongo que el que calla otorga. Así que Mario desnudó a mi tía con un simple gesto. Y se estiró en el sofá donde estaba Mario mientras yo le comía la polla. Mario se amorró en el pubis de mi tía y ella se agarró las tetas apretándolas como pelota anti estrés. Los gemidos de mi tía aparecieron al instante. Yo no tardé en animarme. Mi estado era de muy alta excitación después de la mamada a Mario. Copié a mi tía a cuanto masaje en los pechos. Pero me urgía acariciar mi clítoris y sentir esa humedad que había creado mi coño.

Ellos parecía que estaban solos. Mario se puso a penetrar a mi tía en esa misma posición, colocándose de rodillas sobre el parqué. Yo magreaba mi clítoris sin parar e intercalaba los pechos con la otra mano. Estaba ardiendo. Un simple gesto morbo me haría correr. Y no tardó en llegar. Cambiaron de posición poniéndose mi tía a cuatro patas sobre el sofá. Cuando los dos me echaron una mirada. Cada uno desde su posición. Mi tía instantes después de recibir la polla de Mario en su interior. Mario después de meter su polla en el coño de mi tía. Me detuve, bajé mis braguitas al suelo y al mismo ritmo de ellos llegué al orgasmo. Me quedé en mi sitio, como fotógrafo esperando la foto en plena naturaleza. Yo lo tenía todo en ese instante, no necesitaba nada mas en la vida. Bueno si, que se detuviese el tiempo.