Vicio y cuernos de MorboCornudos

asegurarle que lo haría puesto que no sabía de qué estaba hablando pero ella se negó a darme ninguna pista. Al día siguiente mientras desayunábamos me dijo: ?Cielo, no quiero que te enfades, si te cuento esto es porque creo que tenemos confianza y quería saber qué piensas de ello?.

?¿De qué se trata?? pregunté.

?Pues? tengo una amiga que dice que su marido se excita mucho viendo como ella le pone los cuernos con otros y tras unos días pensándolo creo que a mí también me gustaría mucho hacerlo con otros hombres con tu consentimiento?

En aquel momento noté como la sangre me ardía. ¿Cómo se le ocurría pensar tal cosa? Intenté controlar mis palabras pero no podía y la hice llorar. Entonces intenté consolarla pero ella no dejaba de reprocharme que no había confianza entre nosotros, que si somos una pareja teníamos que contárnoslo todo sin enfadarse el uno con el otro. Después de un rato viéndola así le dije que la quería demasiado como para compartirla con otros. Ella no parecía muy alegre por eso pero al menos se consoló y se fue a trabajar. Yo también hice igual. En el trabajo me pase toda la tarde pensando en lo que me había dicho incluso cuando podía, miraba algo en internet acerca de eso. He de reconocer que los videos y fotos que pude brevemente ver (por miedo a ser pillado) me excitaron bastante, no obstante no estaba dispuesto a correr la misma suerte que aquellos hombres.

Llegué antes que ella a la casa y aquí ya que no tenía por qué tener miedo de que pillasen puesto que no había nadie mire estas cosas con más tranquilidad. La excitación iba en aumento y decidí masturbarme. Estaba a punto de correrme viendo esas fotos cuando de repente una mano que me helo la sangre tocó mi hombro.

?¿Con que viendo cochinadas eh??, dijo la voz de mi mujer.

?Cariño no es lo que parece? respondí rápidamente.

?Ya ya, bueno no te preocupes que no me enfado, voy a hacer la comida te veo en la cocina?.

Ella se retiró y fui cerrando todo lo que tenía abierto en el ordenador y tras esperar unos segundos me fui a encontrarme con ella y ayudarla con la comida y a poner la mesa. La comida la pasamos en silencio y yo con la cabeza agachada de la vergüenza que tenía. No obstante no dejaba de pensar en la maldita idea de los cuernos, creo que poco a poco me iba convenciendo un poco la idea. Pero no podía precipitarme. La tarde transcurrió con normalidad y al empezar a anochecer decidí hacerle real su fantasía.

?Mi amor he decidido ceder a lo que pides, pero solo por un día y si no me gusta lo dejaremos ¿de acuerdo??

?¡Gracias cielo!? gritó con entusiasmo. ?Me alegra mucho que cambiases de idea, ya verás como no te arrepientes te lo garantizo. Al final te gustara ser portador de esos cuernitos que tu voluntariamente me aceptas que te los ponga. Ya podrás ser mi maridito cornudo?.

?No estés tan segura. Pero de todos modos podrás hacerlo con otro hombre pero con condón?

?Si claro no te preocupes así lo había pensado yo, gracias gracias cariño. Bueno y ¿cuándo lo hacemos??

?Pues, no lo sé, pero tengo algún chico que lo veo a veces cuando compró el pan y podría seducirlo si tú me dejas?.

?Mmm está bien, si es lo que quieres??

?Ayy mi amor como te quiero. Por cierto si lo consigo por favor no vengas conmigo la noche que lo haga ¿vale? Es que a lo mejor se corta un poco contigo y demás y si lo hago quiero hacerlo bien.?

?¿Cómo? No? entonces no, ¿quién me dice a mí que usaras condón?

?Cariño, tienes mi palabra, no voy a defraudarte ahora que me has hecho tan feliz?.

?Está bien? veo que no hay más remedio?.

Pasaban los días y ella me iba contando como lo iba conociendo y como estaba entablando confianza. El chico se llama José y tenía la edad de ella. Cada vez que le sonaba el móvil se iba corriendo y alegre a otra habitación a hablar con él. Era sábado yo aún dormía cuando de repente llegó corriendo a nuestra habitación (el sonido del móvil la había despertado y había ido a otra habitación como de costumbre) Se la veía muy ilusionada.

?Cariño hoy por fin es el gran día me ha invitado a su casa a cenar seguro que esta noche lo hacemos?.

El corazón se me aceleró y los celos volvían a recorrer mis venas. Pero ya había aceptado la petición y no quería hacerla llorar como el otro día así que solté un ¡bien! en voz baja y un poco irónica. Ella me miró un poco decepcionada pero no me comentó más al respecto. Supongo que tendría miedo de que yo en el último momento le dijera que no lo hiciera.

Eran las 8 y media de la tarde y ella se metió en la ducha a prepararse para lo que ella llamaba ?su gran noche?. Después de una hora que se me hizo eterna, sentado en el sofá con la tele apagada y mordiéndome las uñas la vi aparecer con unos zapatos de tacón negros y un vestido a juego bastante cortito. Quise pedirle que se pusiera algo menos atrevido pero decidí por no hacer comentarios y hacerme a la idea. Todo para que ella al final consiguiera lo que quería y estuviera feliz. No tardó en irse, según ella, no quería hacerle esperar. Yo me quedé solo, sin saber qué hacer. Preocupado, celoso, inseguro. En otra ocasión hubiera puesto la televisión o hubiera leído algo pero esta noche la inquietud se apoderaba de mí. Aunque tenía la cena preparada tampoco me apetecía comer nada. Finalmente tras una media hora eterna decidí, ver la televisión. ¿Qué otra cosa iba a hacer?.

A las 11 y media mi móvil empezó a vibrar en mi bolsillo. Era ella, no sabía si contestarle o no. No tenía ni idea de para que podría estar llamándome. Finalmente la duda me mataba y contesté.

?Juan no puedo hablar mucho, solo quería saber como estabas? dijo Lucía en voz baja.

?¿Por qué hablas tan bajito?? pregunté.

?José está en la cocina terminando de recogerlo todo, es muy simpático ¿sabes? y no besa nada mal.?

?¡¿Ya os habéis besado?!

?Cariño no empieces ¿eh? claro que nos hemos besado y también se la he acariciado con el pie por debajo de la mesa , tenia que prepararlo para que me hiciera suya esta noche. Parece que está muy bien dotado?. Esto último lo dijo soltando una carcajadilla.

?Recuerda que debes hacerlo con condón. Todo? especifiqué.

?Sí tranquilo confía en mí?.

Colgó el teléfono. El hecho de que ya se habían besado y medio tocado me puso más celoso y preocupado. Fui a la cocina, ya no quería estar más despierto así que me tomé una tila para conciliar el sueño. La cama me parecía muy vacía sin ella a mi lado así que me acosté el sofá. Tras varias horas dando vueltas el sueño se apoderó de mí.

De repente el sonido de la cerradura me despertó y nerviosamente me incorporé. Era ella, ya había vuelto. Miré el reloj. ¡Las 10 de la mañana! ¡que tarde!

Cuando llegó me dio un abrazo y un beso en la frente. Venía muy entusiasmada. Le pregunte porque no me besaba bien y me dijo que se había duchado pero no tenía cepillo para los dientes.

?¡¿Se la has chupado?!? dije yo con incredulidad.

?Claro, pero tranquilo fue con condón como tú querías. Cielo es que no sabes que linda la tenía y además me había comido mi coño y estaba muy caliente?.

Empezaba a arrepentirme de haberla dejado pero por otra parte, no sé por qué, me sentía muy excitado así que le pedí que me contara todo con todo lujo de detalles.

?Pues mira, estuvimos viendo la tele justo después de cenar y ya estábamos toqueteándonos y eso. Y una de las veces que deje de besarlo observé que su pene estaba bastante hinchado y no podía aguantar las ganas de verlo. Le desabroché el pantalón y empecé a pajearle un poquito. Luego el también empezó a tocar mi sexo y estaba tan excitada que me subí el vestido, me bajé las braguitas y le pedí que me lo comiera. Lo hacía muy pero que muy bien, como tu mi amor. Después de un pequeño orgasmo me apresure a introducir su bonito pene en mi boca pero justo cuando estaba a punto de degustarlo, me acordé de ti y aunque él no estaba muy por la labor le puse el condón. Me sentí genial mientras su pene seguía creciendo un poquito más en mi boca. Después de un rato chupando ya no me contuve más y me subí en él. No sabes cómo me gusto sentirle dentro y ver como iba abriendo las paredes de mi sexo. Al cabo de unos minutos José me puso sobre la pared y empezó a penetrarme fuertemente. Tuve varios orgasmos. Finalmente noté como su pene se debilitaba e iba perdiendo empuje. Supe así que ya se había ido. Su jadeos acariciaban mi cuello y sus labios me besaban en la misma zona. Caímos rendidos al suelo donde estuvimos un rato hablando de lo que nos gustó?

La historia me estaba gustando me sentía super excitado pero no quería dar signos de ello.

?Y ¿por qué volviste tan tarde?? pregunté.

?Pues iba a hacerlo pero estaba muy cómoda con él y también tenía más ganas de más, espero que no te molestase. Luego lo hicimos otra vez más antes de dormirnos y bueno paso algo que te lo cuento para que veas que confío en ti pero no en enfades por favor…?

Eso ya no sonaba demasiado bien y le exigí que me lo dijera inmediatamente.

?Cariño no te enfades que si no, no te lo cuento?.

Intenté pedírselo más educadamente.

?Está bien, anda dimelo por favor, que si no me muero con la intriga?

?Bueno pues, cuando él ya se iba? se quitó el condón y??

??¿QUÉ? ¿QUÉ? ¿QUÉ??.

?Pues no pude evitarlo y puse mi cara para dejarle que se corriese en ella, pero tranquilo me tapé la boca?.

La poya en ese momento la tenía a punto de estallar, creo que ella se estaba dando cuenta pero se hizo a las locas.

?No me ha gustado nada eso?, mentí , ?pero bueno al fin ya conseguiste lo que tú querías y espero que te sientas alegre con eso, ya no hay más ¿eh??.

?Si cielo, gracias por lo que has hecho por mí, estoy muy feliz y sobre todo orgullosa de que mi marido ya sea mi cornudito. Me han gustado mucho esos cuernos que te han crecido mi amor?.

La palabra por una parte me desagradaba pero he de reconocer que algo sí que me excitaba. Mejor dicho, bastante. Afortunadamente ella había aceptado no volver a hacerlo más y eso me tranquilizaba, desgraciadamente mi tranquilidad no duró más de una semana.
Era viernes por la noche Lucía y yo estábamos cenando. La semana había transcurrido con normalidad pero hoy la notaba más distante. Como si su mente estuviera en otra parte, como si hubiese algo que quisiera comentarme pero no se atrevía. Estaba tan absorbida removiendo su sopa que ni siquiera se dio cuenta de que yo la estaba mirando atentamente. Tosí para intentar traerla de nuevo al mundo de los vivos. Ella me miró de reojos pero no quiso mantener la mirada. Fue entonces cuando me decidí a preguntarle que estaba pasando.

?Juan supongo que tendrás en mente lo que paso el sábado pasado ¿no??

?Sí, sí que me acuerdo. ¿Qué ocurre??

?Pues? hay algo que no te conté.?

?¿De qué se trata??

?Bueno? es que? le prometí a José de que este sábado nos volveríamos a ver??

?Cariño?- la interrumpí- ?acordamos de que ya se acabaría?.

?Ya lo sé? pero es que me gusto mucho y me quede con ganas de más. Y ahora pues no lo quiero dejar tirado? se portó muy bien conmigo, y si lo veo por la calle tendré que agachar la cabeza??

?Pues lo siento Lucía pero tendrías que haberlo pensado antes?.

De nuevo volvió el silencio y ella siguió removiendo su sopa. Yo estaba empeñado en demostrar quién mandaba en nuestra relación, quería imponer mi autoridad. Sin embargo, al mismo tiempo un cosquilleo se apoderaba de mi estómago. ¿Será que yo también quería que volviese a pasar eso? ¿Me estaría convirtiendo en un marido cornudo de esos que veía en internet? Quería sacarme todas esas dudas de la cabeza pero no podía. Esa idea de ser cornudo era absurda. ¿Por qué alguien iba a querer serlo? En mi mente estaba teniendo lugar una auténtica batalla campal. Dos posturas enfrentadas entre sí en mi propia mente. Tras un rato batallando los cañones de la curiosidad vencieron al abandono de esa práctica. Sí, quizás yo también quería que ella volviese a ausentarse y volver con un hermoso y real relato erótico sobre su aventura y mis crecientes cuernos.

?Está bien cielo, lo he pensado y te dejo que vuelvas a verle y para que veas que te quiero mucho te voy a dejar una semana entera, así después ya te quedarás saciada y podremos volver a nuestra vida normal. Eso si nada de corridas que te conozco?.

Tras oír estar palabras Lucía saltó de su asiento casi tirando el plato que se hallaba en la mesa y se vino para mí corriendo y besándome como nunca me había besado. Yo apenas podía respirar. Mi miembro empezaba a ponerse erecto. Al cabo de unos minutos de incansables besos, salió corriendo al cuarto de baño dejando un gritó en el aire: ?me voy a duchar?.

A lo largo de la semana vi como ella iba llegando a casa muy feliz y cada vez más y más cariñosa conmigo. Como si yo me hubiera transformado en su ídolo. Siempre me contaba sobre sus orgasmos y las veces que lo habían hecho. Esta vez notaba en su cara la sinceridad de que había cumplido y todas las corridas habían acabado en el condón. Yo cada día aceptaba más el hecho de que ella lo estuviera haciendo con José. Me iba acostumbrando y por lo que parecía era un buen tío. Se acercaba el domingo y ya ese día todo volvería a la normalidad. Una vez más me equivoqué. Esta vez no se mostró para nada tímida me lo dijo directamente a la cara.

?Juan esta noche viene José a cenar y cocinaré para ustedes. ¿Y sabes qué? esta noche podrás por fin ver a tu mujer acostándose con otro. Quiero que estés bien presente. Lo haremos en el salón y tú te sentarás en una silla, delante de nosotros. ¡Ah! Y por favor deja que se la chupe sin condón ¿vale??

La idea era tentadora, se me puso erecta al instante, no obstante, me daba un poco de miedo a cómo podría reaccionar yo en una situación así, pero ya había dado unos cuantos pasos, había que seguir un poco más adelante. Total, quizás viéndola podría controlarles más. Acepté la propuesta.

Eran las 9 y media José estaba a punto de llegar y mi mujer estaba bien vestida con un precioso vestido rojo, bastante cortito y unos tacones de aguja. Solo con verla ya me entraban ganas de llevarla para el cuarto y olvidarnos de todo. No obstante tenía que cumplir con la promesa de dejarle hacerlo delante de mí. También le prometí comportarme y ser amable con José. Ella me avisó de que él estaba más nervioso que yo y que en cierto modo tenía un poco de miedo por mi reacción.

Finalmente, al sonido del timbre mi mujer abrió la puerta y atravesando el umbral se hallaba un chico alto, moreno, de ojos castaños y buen físico así como bien vestido. Intentando ser lo más amable posible me acerqué a él y le intenté estrechar la mano. Al principio él dudo si hacerlo o no, no había duda de que un poco cortado sí que estaba pero al rato me la estrechó. Mi chica le dio un pequeño beso en la boca y ofreciéndonos asiento, se dirigió a la cocina a traer la cena que con gusto había preparado. En la mesa, ella se sentó en uno de los bordes, presidiendo la cena y nosotros a ambos lados de ella. Fue una situación un poco incómoda ya que tanto José como yo nos sentíamos así a pesar de que mi mujer pusiera un gran esfuerzo en remediarlo. Terminada la cena mi mujer impaciente dijo que deberíamos comenzar con lo previsto para esta noche. Estaba realmente impaciente a penas me lo podía creer. No obstante, José no quiso empezar sin antes hablar conmigo:

?Oye Juan, si tú no quiere no hay por qué hacerlo. Vaya yo no quiero ofenderte ni nada. Si he hecho algo con tu mujer es porque ella me dijo que tú estabas de acuerdo, pero creo que esto de esta noche es algo un poco fuerte?
?Estoy de acuerdo contigo José y te agradezco el respeto que me muestras, la verdad es que no estoy muy seguro de querer hacerlo, pero ella confía en que eres un buen chico y veo que al menos me respetas así que bueno? si a ella le hace ilusión, que remedio. Eso sí no te acostumbres porque tu suerte cambiará pronto ¿ok??
?Ok, ok, pero que conste que me has dado tu consentimiento, hoy haremos lo que queramos tu mujer y yo, respetando tus limites pero lo que queramos?

Después de esta breve charla mi mujer me acercó una silla cerca del sofá donde lo iban a hacer y me susurró al oído si confiaba en ella. Le dije que sí, mentí, pero que otra cosa iba a hacer. De este modo ella me besó intensamente y de repente me vi atado de manos a la silla, y ella de rodillas atándome las piernas.

?¿Qué es esto?? Pregunté

?Quiero asegurarme de que no lo estropeas y además así atadito estás más mono, estás en mi poder?.

La cosa se iba poniendo fea para mí, así atado me sentía más inseguro. De repente ella empujó a José para que se callera en el sofá y montada encima de él empezó a besarlo. El culo de mi mujer estaba mirando para mí y ya que el traje era bastante corto pude ver perfectamente un tanga negro que le regalé cubriendo su hermoso sexo y rodeado por su culo redondito y firme. Una mano asomaba, José le estaba acariciando sus bajos. Una vez excitada comenzó a desnudarlo de cintura para arriba y completada la faena, empezó a besarle el cuello, su torso, sus abdominales y llegó la parte más dura: le empezó a desabrochar los pantalones, bajar su ropa interior y dejar al descubierto el pene de José. La verdad es que estaba bien dotado el chico. Viéndola erecta mi mujer la introdujo en su boca y empezó a chupar lentamente para saborearla bien. Unos minutos más tarde se incorporó, no sin antes rozar el miembro de José bien por toda su boca y se acercó a mí. Me preguntaba que iba a hacer. A lo mejor me la chuparía a mí también. Me equivoqué. Acerco lentamente su boca a mi cara y empezó a lamerme la cara de arriba abajo. ¡qué asco! Pensé. Ella notó que me daba asco y me dijo:

?No arrugues la cara cariño, solo quiero hacer que huelas a su poya. Está rica y tú tienes derecho a olerla. Anda deja que te deje bienoliente a poya del amante de tu mujer?.

?Querrás decir maloliente?

?Anda anda, no te quejes tanto. Además así oliendo a poya me gustas más jeje?.

Después de esas palabras el asco se iba mezclando con el morbo. No me gustaba oler así pero que morbo me dio que me hablase de esa manera. A José parece que le encantó la idea, no podía evitar soltar alguna risilla. Ella volvió a mamar de nuevo. Esta vez poniéndose de lado para verla bien y mirándome cada dos por tres. Era una situación muy morbosa y como disfrutaba la jodía. Cansada ya de chupar le pidió a José que se pusiera el condón y la penetrará. Así lo hizo. En frente mía me encontraba a un ?desconocido? penetrando una y otra vez a mi mujer y yo atado sin poder hacer nada. Las embestidas iban subiendo de velocidad y se escuchaba como los huevos de este chico azotaban el sexo de mi mujer cada vez que este la embestía. Al cabo de un rato mi mujer pidió ponerse encima. Se supone que tendría que estar enfadado pero verla a ella tan entregada me estaba dando morbo.

Tras sentarse en la verga de José empezó como loca a cabalgar. Subía y bajaba bajada y subía estaba totalmente entregada a follar con ese chico. A veces de espaldas para que pudiera observar bien su culo y otras veces mirándome a mí para que viera como su sexo permanecía abierto por aquel miembro que había tenido la suerte de penetrarla. He de decir que aunque su coño no esté rasurado, es bastante lindo. La verdad es que me estaba gustando ver el coño de mi mujer subiendo y bajando por aquel mástil. A José parece que le excitó bastante que mi mujer se lo follara mirándome a mí porque dio un aviso de que iba a correrse. ¿Por qué avisa? Pensé yo, total iba a correrse dentro del condón. Sin embargo mi mujer, muy excitada se incorporó tiró de sus brazos para ponerle de pie también a él y mientras yo le preguntaba a mi mujer inquietamente que qué hacía delante mía vi como ella se arrodillaba ante él tirada el condón y se la mamaba esperando impacientemente a que la leche de aquel chico hidratase su boca seca de tanto jadear. Y así fue, a pesar de que yo no quería, ahí estaba mi mujer con la boca rebosante de leche. Yo no sé si es que ella dejaba asomar un poco o es que José echaba corridas descomunales porque la leche se le salía por los dos lados de la boca. Realmente no fue que ella lo hiciera adrede puesto que luego se acerco hacia mí y me enseñó claramente toda la corrida en la boca, escúpelo, le dije y ella me hacía ruidos como de que quería tragarlo. Acepté. Después de tragar se me sentó en mis piernas diciendo:

?Ay mi amor, ya sí que empiezas a ser cornudo. Me encanta convertirte en cornudo. Me encanta. Me lo he pasado muy bien y así te quiero mucho más. Solo de pensar que te estoy humillando así me entra un cosquilleo por dentro que no puedo aguantar. Además me encanta me encanta poder decirme a mí misma que mi marido es un cornudo.?

?Bueno cielo, me alegro que te haya gustado, no me ha gustado eso de tragarte la corrida pero en fin que remedio. Anda desátame por favor?.

?Eso está hecho. Y perdona por lo de recibirla en la boca y tragarla, es que mi amor, José está tan bien que quería notar el sabor de su leche y como se corre brutalmente, no sé si te diste cuenta pero ha echado una enorme cantidad de semen, pues he tenido el deseo de tragármelo todo. Nunca había tenido tanta leche en mi boca?

Mmmm esas palabras me estaban volviendo loco, realmente me estaba empezado a gustar eso de que mi mujer me quisiera hacer cornudo y me hablase así. Al fin al cabo mejor cornudo consentido que ignorante. No obstante mejor no darle demasiados ánimos a mi mujer que ella más que correr vuela. Mientras José se aseaba en el servicio mi mujer desnuda hablaba conmigo de lo mucho que le había gustado la situación y cosas por el estilo. Recogimos el desorden y tiró el condón a la papelera. Cuando volvía de la cocina se encontró con José en el pasillo. Se besaron y José se acercó a mí:

?Bueno Juan espero que estés disfrutando de los enormes cuernos que te están creciendo estos días, yo sinceramente me lo he pasado de puta madre. Tu mujer folla muy bien y me ha encantado que tengas que presenciar como ella se tragaba toda mi corrida. Eres un buen tío sin duda, y cornudo ya que veo que no estás demasiado enfadado?.

?No te pases?, le dije y luego le estreché de nuevo la mano.

Nos quedamos los tres un rato tomando unas copas y viendo la tele, él y yo vestidos y mi mujer desnuda aunque de vez en cuando le sacaba el pene a José para acariciárselo un poco más. Después de un buen rato miramos el reloj y ya eran las 3 de la mañana. Le ofrecí a José que se quedase a dormir pero rechazó mi oferta dejándola según él para otro día. Mi mujer y yo nos acostamos tras despedirle y yo pensando que ella no iba a querer follar conmigo esa noche puesto que estaría cansada cerré los ojos. Al cabo de unos segundos me la encontré preguntando que qué hacía y desnudándome a gran velocidad. ¡Qué manera de follar! Se notaba que estaba excitada nunca a pesar de que ella es muy muy activa la había visto tanto. A pesar de todo y los ya pocos celos que rondaban en mi cabeza, después de hacer el amor de esa forma, dormí como un bebé y abrazado a mi mujer. Email.

Pasada una semana Lucía volvió a decirme que quería acostarse con José. Yo ya me lo esperaba, para mí no era nada nuevo.

?Cielo ?dijo Lucía- tú ya sabes que me ha gustado mucho ponerte los cuernos y quisiera que de una vez por todas te convirtieses en mi cornudo, está vez ya de verdad. Es decir me tendrías que dejar tener relaciones con otras personas sin tenerte que insistir tanto. Por supuesto tú darías el visto bueno al chico antes pero vete acostumbrando a la idea?.

?Si te soy sincero Lucía ya me estoy acostumbrando y la verdad es que me gusta, aún así todavía me vienen celos y cosas así pero dame tiempo?.

?Cariño no sabes lo feliz que me haces. Que sepas que vas a ser un cornudo de primera estoy segura. Y no tengas miedo ni celos ni nada es solo sexo de verdad. También quisieras que fueras mi sumiso. Quiero decir que si te digo que hagas una mamada lo hagas y cosas así. Quiero que me obedezcas?.

?Buff eso es más difícil, no te prometo nada ya veremos.?

?Tomaré eso como un sí jijiji. Bueno de momento le he dicho a José que venga esta noche. Esta vez vas a ser un cornudo de verdad y tendrás que esperar en el salón mientras lo hacemos en nuestra cama. ¿De acuerdo??

?Está bien, está bien, a ver qué tal se me da esto de ser cornudo?.

?Seguro que divinamente, sé que has nacido para esto?.

?No estoy tan seguro yo no de eso, espero que lleves razón?.

Dicho esto, Lucía se fue a preparar bien el cuarto para que llegase una vez más mi corneador que está noche me iba a convertir oficialmente en cornudo. Yo miraba la tele pero la verdad como poca atención puesto estaba muy nervioso. A la hora de la cena miraba a Lucía fijamente, los celos me comían por dentro. Tanta belleza iba a entregarse a otro hombre en mi propia cama. ¿Podría soportarlo? Lucía sin embargo se mostraba impaciente, miraba el reloj a todas horas para saber si le daría tiempo a prepararse o no. Terminada la cena corrió a la ducha para prepararse para su hombre y me pidió que recogiera los platos. Al salir estaba increíble; llevaba un camisón blanco medio transparente y un conjunto de sujetador y braguitas rojas. Estaba deslumbrante, hasta me apetecía hacerle el amor. Pero sabía que ella se estaba reservando para otra persona.

A las doce llegó José. Nada más entrar mi chica se lanzo hacia él pasionalmente y se besaron. Antes de entrar en el cuarto me dijo Lucía:

?Mírame y mírame bien porque tu queridita mujer está a punto de hacerte cornudo definitivo en tu propia cama. Recórreme con tus ojos de arriba abajo y piensa en mí cuando estés en el salón?.

Sin duda ella sabía excitar a un hombre. Tanto José como yo nos empalmamos al momento. Finalmente vi como mi mujer se perdía tras la puerta y yo quedaba solo, celoso e imaginando que estaría ocurriendo. Mi reloj me decía que había pasado veinte minutos que yo los asemeje a un año. Aún no se escuchaban ruidos. Aunque no quería mi mente imaginaba a mi mujer realizándole una felación a su chico. Me dolía y me daba morbo al mismo tiempo. De repente, ya empecé a escuchar los primeros sonidos que me gritaban que mi mujer estaba acostándose con otro. Los ruidos aumentaban y disminuían. Yo escuchaba atentamente, era lo único que quería hacer. La cosa se estaba alargando más de lo que yo pensaba. De repente, el ruido paró, en toda la casa solo se escuchaba el silencio. Finalmente el giro del picaporte me alertó, y velozmente corrí al pasillo para ver si mi mujer era la que salía del dormitorio. Así fue, salió completamente desnuda. Me abrazó y me recordó lo gratificante que había sido su experiencia. También me agradeció el haber sido tan complaciente con ella. Acto seguido fue a la cocina argumentando que ambos estaban sedientos y quería una botella de agua. Al pasar por el salón su silueta se iluminó y la sangre se me congeló:

?Oye Lucía, ¿qué coño es eso que tienes en las piernas??

?Cariño, ¿qué va a ser? Semen, ya te dije que hoy serías un cornudo de los pies a la cabeza?.

?Pero ¿se ha corrido dentro de ti??

?Pues claro, de lo contrario no sería el cornudo que debes ser. Tranquilo ya estoy en tratamiento para no quedarme embarazada. No te lo quise decir para darte la sorpresa. Anda no te enfades, que me vas a estropear la noche. ¿Quieres ver como mi coño esta llenito de semen? Semen que esta vez ya no es tuyo?.

Le quería decir que no pero antes de poder soltar cualquier respuesta ella ya me lo estaba enseñando. Ahí se hallaba su rajita repleta de semen, no me imaginaba que eso pasaría, nuevamente los celos chocaban con el morbo.

?Bueno cielo ya me voy a quedar ahí en la habitación con José. Acuéstate en el sofá y ya mañana nos vemos cuando se él se esté yendo?.

?Pensaba que dormiríamos juntos?.

?¿Ves? no lo pillas. Eres mi cornudo Juan acostúmbrate. Él hoy profanará tu lado de la cama y tú te aguantarás?.

Nuevamente ella se fue antes de que yo pudiera soltar palabra alguna. Resignado me fui al sofá e intenté dormir. A los pocos minutos, otra vez se volvieron a escuchar los ruiditos que me estaban matando. Pasé una noche de perros. A penas dormí unas horas.

Al escuchar la puerta de mi dormitorio, yo me hice el dormido. No quería que pensasen que lo había estado pasando mal. Se escuchó el agua del wáter y del lavabo. José debía estar ya preparándose para irse. Ya se acercaban a la puerta y yo con mis ojos cerrados y relajados para no dar señales de estar despierto.

?Pobrecito, ahí solito, míralo durmiendo?.

?Tienes suerte de tener un tío así Lucía, se ve que te quiere?.

?Eso ya lo sé tontín, y yo también lo quiero muchísimo aunque de vez en cuando me guste follar contigo. Me encanta como me follas jejeje?.

?Gracias jajaj la verdad. Es la primera vez que me lo dicen. Bueno nos vemos en otro momento ¿vale??

?Vale guapo un besito?

Escuche el beso de despedida y la puerta cerrarse. Luego unos pasos acercándose a mí y un olor bastante fuerte.

?Cariño despierta que ya se ha ido José?.

?Hola cielo, buenos días?.

?¿Qué tal a dormido mi cornudito??

?Muy bien la verdad es que me quedé dormido en seguida- mentí- oye aquí huele fatal a semen?.

?¡Claro! Hemos estado toda la noche haciéndolo ha sido increíble. No mejor que tú pero increíble. Y lo que hueles es el semen que ha entrado en mí durante toda la noche jiji. No ha parado de correrse dentro mmmmm. Por eso me he puesto las braguitas para que se contenga un poco mejor el semen y no caiga tanto en la cama. Debo estar ahora mismo llena llena de semen?.

?No me lo recuerdes?

?Jajaja claro que te lo recuerdo. La vágina de tu mujercita es un banco de semen en estos momentos jajaja. Eres ya un cornudo hecho y derecho?.

?Andaa vete a lavarte que vamos a salir a desayunar?.

?¿YA? jooo quería llevar el semen de José más tiempo dentro. Pero como tú quieras mi amor. Te lo mereces?.

Lucía y yo nos fuimos a duchar. Durante unos días no puede practicarle sexo oral puesto que aún olía un poco. Tampoco tuvimos sexo ya que eso empeoraría las cosas. Email.
Continuará…
Queridos amigos, muchas gracias a todos por la gran aceptación que me habéis dado y por vuestros emails. Espero que sigáis mandándome emails y contándome que os parece el relato. Desgraciadamente creo que voy a estar fuera de circulación por la web unos mesesitos por motivos personales aún no es seguro. También os digo que ya que a lo mejor no puedo continuar en unos meses voy a intentar hacer lo posible por escribiros la quinta parte terminando así la temporada (como una serie de televisión). Espero que os guste esta entrega tanto como las demás. Un abrazo a todos y gracias por leer y opinar sobre los relatos. Aquí va la cuarta parte.

Una noche con Lucía en la cama, empecé a darle besos en el cuello, toquetearla un poco y demás. Ella me respondía bien hasta que fue a quitarme la ropa interior.

?Juan ¿tienes condones??
?Sí pero nunca lo solíamos hacer con condón y ya que te estás cuidando da igual que lo hagamos sin condón?.
?Ah no no, de eso nada?.
?Joder, ¿y por qué? que más te da??
?Porque ya he quedado con José para que venga mañana y no quiero que me folle con mi sexo lleno de semen. Le daría asco?

?Pero no me parece justo. Antes si lo hacíamos y ahora ya no puedo correrme en ti?.

?Cariño tu ahora eres muy cornudo y pronto sumiso. La vagina de tu esposa es para José u otro quien sabe. Tú con condón?.

?Vaya, ahora yo ya no puedo correrme dentro ¿es eso no??

?Sí y más vale que te vayas acostumbrando porque con José no pienso usar más condón a no ser que yo lo crea conveniente?.
?Genial??

?No seas sarcástico. Anda ponte el condón y fóllame como tú sabes. Quiero entrenar para estar lista para José mañana?.

Si no fuera porque tenía un calentón brutal hubiera negado su petición. Pero teniendo a tu chica desnuda en la cama y pidiéndote sexo, ¿qué otra cosa puedes hacer? Lo hicimos unas tres veces hasta que ella quedó satisfecha luego exhaustos, nos quedamos dormidos.

Al día siguiente Lucía se levantó muy entusiasmada como siempre hacía cuando José iba a venir. No paraba de hablar de él y de las ganas que tenía de que la volviese a penetrar y de saborear su poya. También me comentó que hoy tendría una sorpresa para mí. Algo que me haría empezar a ser sumiso. Algo que a ella le hacía mucha ilusión pero que estaba segura de que a mí al principio me disgustaría. No tenía ni idea de que pudiera ser. Por la tarde me dijo que iba a salir pero no me dijo donde ni tampoco me dejo acompañarla. Según ella era parte de la sorpresa. Para no rayarme demasiado decidí salir al bar y tomarme unas cervecitas. Eso me mantendría ocupado mientras ella llegaba a casa. En la televisión del bar estaban dando un programa sobre la infidelidad. ?Menuda coincidencia? pensé. Esta nueva vida no se me despegaba de mi mente ni en el bar. Para ser sincero me gustaba mucho, pero también era algo nuevo para mí, con sus pros y sus contras y el hecho de en cierto modo dejar que otro hombre mandase sobre mí era todavía uno de los aspectos más incómodos que encontraba en este nuevo mundo. No quería defraudar a mi chica puesto que me daba morbo su nueva personalidad pero se me hacía duro a veces seguir adelante.

En un par de horas yo ya había hecho un análisis entero sobre lo que es ser cornudo. Todo en mi mente. Decidí subir ya a la casa. Cuando llegué, Lucía ya había llegado y al verme entrar por la puerta cerró rápidamente la puerta del dormitorio desapareciendo al tiempo que la puerta daba el sonido del portazo.

?No entres todavía. Estoy escondiendo la sorpresa para esta noche. En seguida salgo?

No tardo nada en salir pero sí que lo hizo con una sonrisa picarona que me hizo temblar. Me besó y nos pusimos a ver la televisión. Más tarde llamó José para confirmar que iba a venir esta noche de nuevo y me mandó saludos.
?Menudo personaje? pensé. Seguimos nuestro día con tranquilidad hasta que se acercaba las doce de la noche, hora en la que José llegaría. Lucía estaba hecha un flan como siempre. Tras su camisón medio transparente se podía apreciar su cuerpo temblando de impaciencia. De repente recordó la sorpresa.

?Juan rápido échate en la cama antes de que llegue?.

?¿Para qué??

?Tu hazlo?

?Está bien, está bien?

Una vez echado ella abrió el armario y sacó una bolsa. Dentro de ella había una caja con unas esposas que ella había comprado para la ocasión.

?Pero que tonta soy como se me ha podido olvidar. Te las voy a poner rápido. Esta noche vas a estar atado a la cama no preguntes para qué. No te muevas?.

Con las prisas me las dejo muy apretadas. Era algo incómodo pero antes de que pudiese pedirle que las aflojara sonó el timbre y ella corrió como un rayo hacia la puerta no antes sin cerrar la puerta del dormitorio. Mierda, ahora no podía ni escuchar ni ver que estaba pasando. Aunque no creo que tardasen mucho en aparecer a mí se me hizo eterno. De repente apareciendo los dos besándose como locos, como si nunca lo hubieran hecho antes y estuvieran deseando. Al parar José me descubrió en la cama y empezó a reírse.

?Pero que cosas te hace tu mujer, Juan jajaja. ¡Qué tía!?

Yo me limité a sonreír y asentir. Lucía le pidió que se concentrara y le présate atención a ella. Se desnudaron mutuamente y Lucía me dijo:

?Bien cariño, como el otro día no pudiste apreciar nada hoy lo vas a ver en primer plano. No vale enfadarse ni refunfuñar. Tú solo limítate a mirar como entra la poya de José en mi coño y se acabo?.

?Está bien cariño, lo que tu digas?.

?Ese es mi Juan, ¿ves? poco a poco te voy a adiestrando y vas cogiendo tu condición de cornudo. Muy bien. José tu ponte aquí a la derecha de la cabeza de Juan y yo a la izquierda. Quiero que el vea bien como te la chupo?
?Mmm que morbo me das? dijo José.

Yo ahí esposado en la cama veía como la poya de José se iba haciendo más y más grande en la boca de mi mujer. Después de un rato mamando:

?Juan, abre la boca?

?Ni de coña no me fio?

?Juan, ¿qué te he dicho? Tu a hacer lo que yo te diga y punto. Abre la boca, venga?

Abrí la boca y saz me escupió la saliva que se le había estado acumulando de estar ahí chupando poya. Me pregunto si sabía bien, la verdad es que no tenía mucho sabor como para poder explicarlo. Esta bromita la repitió unas cuantas veces más. Finalmente se me miro y me dijo que iban a follar y que lo iba a ver bien. Ella se puso con su sexo justo delante de mi cara como si fuéramos a hacer un sesenta y nueve.

?No te hagas ilusiones, a ti no te voy a hacer nada. Solo es para que veas bien de verdad como José entra en mí y me folla.
José cuando venga métemela que este cornudo vea como lo haces. ¡Ah! y no te preocupes por pasarle los huevos por la cara, tú hazlo a tu ritmo y si te tienes que rozar no pasa nada. Juan es nuestro colchón?

José no dudo en meterla. Fue muy excitante ver como se la metía hasta que empezó a moverse. Qué tortura y que mareo tanto movimiento rápido y tener que ver en cada embestida el culo de José. ¡Qué asco! pensé. Pronto comenzarían a bajar un poco y los huevos de José chocaban contra mi cara. Menuda guarrada, no solo se estaban tirando a mi chica sino que encima me pasaban huevos por la cara. José le dijo que si estaba cansada de esa postura podían cambiar pero ella negó su oferta y le pidió que siguiera hasta correrse. Eso me puso a temblar si me estaba dando asco aquello no quería ni imaginarme que podría pasar si me salpicasen algo de semen. José se separó un momento de mi chica y me dijo:

?Joder tío que morbo me está dando verte ahí debajo de mis huevos mientras me la follo jajaj. Da gusto verte?

?Jaja muy gracioso?

?No te enfades coño, todo sea por el vicio jajaja?.

Acto seguido la embistió con fuerza metiéndosela entera de golpe a lo que Lucía saltó con un fuerte gemido de placer. Tras unas fuertes y rápidas embestidas Lucía tuvo un orgasmo brutal que no paraba de chillar. Le pidió a José que se separase un momento y puso su sexo en toda mi cara.

?Anda Juan, lámeme saborea mis jugos mezclados con la poya de mi macho, lámeme por favor venga?.

Yo acepté con gusto aunque la poya de José había pasado por ahí ver coño de mi mujer tan mojadito era irresistible.

Entonces José dijo: ?ahora me toca a mí? y empezó de nuevo a embestirla teniendo Lucía dos orgasmos más de repente aviso de que se iba a correr y Lucía le pidió que por nada en el mundo sacase su poya de su coño. Tras unos jadeos las embestidas fueron perdiendo fuerza cada vez más lentas y más pausadas. Ahora que hago yo pensé pero Lucía se me adelantó como si leyese mi pensamiento.

?Ahora mi amor te toca saborear la leche del tío que te está haciendo tan cornudo?

José la sacó y Lucía se apretó su sexo con la mano para que no se derramase el semen. Acto seguido se sentó encima de mi cara pero sin tocarla. Iba a decirle que no pero ella apartó su mano para que el semen cayese en mi boca. Afortunadamente pude cerrar la boca a tiempo y su semen cayó en mis labios. ¡Qué asco!

?Juan ¿qué haces? te he dicho que abras la boca, venga ya. Quiero que la tragues. Me dijiste que me ibas a obedecer?

?Sí Juan, un poquito de leche una viene mal? dijo José

?No a los dos hasta ahí no llego, al menos hoy?

?Juan eres un aguafiestas?- dijo Lucía- ?por esta vez te vas a librar de tragártelo pero a cambio tendrás que llevar la cara corrida toda la noche no te voy a dejar que te laves?

?Me parece justo?- dije. Al menos me había librado de tener que tragar semen y más de otro hombre. Lucía empezó a hacer fuerzas para que saliese el máximo posible y luego se sentó al lado mío y cuidadosamente fue extendiéndome el semen por la cara. Luego me desató y me volvió a decir que ni se me ocurriese limpiarme.

Ella se fue a asear con José un rato y yo les esperé en la habitación. Volvieron a la habitación para que José se vistiera. Lucía me miraba con cierto enfado. Acompañamos a José hacia la puerta y al cerrarla Lucía me riñó. Para tranquilizarla le prometí que no volvería a desobedecerla y le expliqué que no pude abrir la boca porque me había dado un asco tremendo. No obstante la próxima vez si lo haría. Ella me dijo que esperaba que así fuera y que me fuera preparando porque a la siguiente semana empezaría ya a ser además de cornudo sumiso y que iba a estar al servicio de ella y de José. Después del cabreo que tenía cualquiera le diría que no. No obstante ya me estaba de verdad acostumbrando. Hoy no había sentido tantos celos aunque sí asco de algunas cosas pero lo que no puedo negar es que cada vez me daba más morbo que celos. Email.
Queridos amigos de MorboCornudos, aquí os dejo la quinta entrega de mi relato que como ya os dije en el anterior la escribiría en Diciembre. No os preocupéis que es la última de esta serie pero seguiré escribiendo y continuando la historia en otra serie. Espero que os guste tanto como las anteriores y que me sigáis escribiendo pues no hay nada que me satisfaga más que leer vuestros comentarios. Recuerden que la historia es ficticia no quiero decepcionar a nadie. Un saludo y un abrazo para todos. Disfruten del relato.
El reloj de cuco sonó, eran las diez de la noche y Lucía, José y yo nos encontrábamos todos en la mesa de nuestra cocina cenando. Ellos estaban muy juntitos y yo aparte. Estaban cenando solomillo y patatas mientras que yo simplemente una sopa con fideos que Lucía había preparado mientras yo estaba trabajando. Reinaba el silencio mientras yo tomaba mi sopa. Quise romper el silencio y le dije a Lucía que la sopa estaba deliciosa y dicho esto tanto ella como José empezaron a reírse de manera descontrolada. José incluso se atragantó un poco y una vez recompuesto Lucía le besó. Pregunté que era tan divertido pero no hallé respuesta alguna. Seguí tomando mi sopa mientras ellos me miraban fijamente y se reían. Por debajo de la mesa Lucía a veces acariciaba el sexo de José por encima del pantalón. Notaba algo sospechoso en la forma de mirarme pero preferí dejarlo pasar no fuera que animase sus carcajadas.

Al terminar la cena, tuve que recoger la mesa y limpiar los platos mientras que Lucía y José se iban al salón a ver la televisión. Desde la puerta podía verles abrazados y besándose de vez en cuando. Al terminar me acerqué a ellos me senté en el suelo y empecé a masajearle los pies a mi esposa mientras ellos seguían a lo suyo. Después de un rato Lucía me dijo que parase y que me estuviera quietecito en el mismo sitio en el que me había sentado. Al cabo de un par de horas Lucía dijo:

?Bueno José creo que ya hemos reposado la comida lo suficiente y ahora me apetece hacer un poco de ejercicio?

?Por supuesto cariño, vámonos al dormitorio que seguro que haces el ejercicio que tanto deseas?

Sin decir nada más y sin mirarme ambos se dirigieron al dormitorio y cerraron la puerta. Yo que estaba bastante aburrido y no sabía lo que hacer decidí ponerme detrás de la puerta sentado a escuchar lo que estaban haciendo. Al principio me era difícil imaginarme que podía estar pasando ahí dentro. Se escuchaba los gemidos de ambos, pero la causa de estos podía ser diversa, ¿quién sabe? De repente supe que el coito ya había empezado pues se escuchaban movimientos bruscos en la cama. Me sentía muy curioso esa noche y un montón de preguntas rondaban por mi cabeza ¿qué posturas estarán haciendo? ¿Qué estará pensando o sintiendo Lucía? ¿Hasta cuándo estarán así? ¿Podré dormir en mi cama esta noche? ¿Me pedirán que los observe un rato? No encontraba respuestas para ninguna de ellas. Mientras seguía en el suelo esperando el sueño pudo conmigo y cerré los ojos.

?Lucía, ven? oí aún medio dormido.

?¿Qué sucede José?? preguntó mi esposa.

?Mira, el cornudo de tu marido estaba escuchándonos detrás de la puerta hasta que se quedó dormido. jaja?.

?Ohh pobrecito. Espera que lo despierto. Cariño, cielo, despierta que José ya se va?.
La voz y el tacto de la mano de Lucía en mi brazo me hicieron despertar. Abrí los ojos y me encontré a José delante mira ajustándose los pantalones y mi esposa con su camisón al lado de él.

?Vaya me he quedado dormido? dije. ?¿Qué hora es??

?Son las tres y media cariño. José ya se va a su casa que mañana tiene que trabajar? respondió Lucía.

?Si, Juan, ya me voy, te dejo que esta noche duermas con tu esposa jeje. Pero yo que tú no le haría sexo oral hoy. Bueno a lo mejor te gusta ¿quién sabe??.

?Ja- Ja- Ja, muy gracioso. En fin, ya te veo otro día. Ten cuidado volviendo a casa? me levanté y agarré a mi esposa de la cintura para recordarle que a pesar de todo era mi mujer. Le acompañamos a la puerta y se besaron, yo aún agarrando a mi esposa.

?Oye Juan, ¿te gustó la sopa entonces no? Me alegra mucho, si quieres otro día ayudo a tu esposa con tu comida otra vez jaja. Debo de ser un buen cocinero si te ha gustado?

?¿Pero qué dices?? pregunté.

?Nada nada, venga nos veremos pronto?.

Se fue sin decir nada más y le pregunté a mi esposa por el significado de aquellas palabras pero ella me dijo que no tenía importancia, que seguramente era una tontería suya. Estaba muy cansado como para insistir así que la llevé a la habitación y nos echamos en la cama. Algo raro tenía hoy mi almohada parecía húmeda y pegajosa.
?Cariño, ¿qué es esto que tiene la almohada??

?Nada mi amor, es solo que derramamos un poco de semen accidentalmente pero no te preocupes tu cierra los ojitos que verás como te duermes?.

?Tened más cuidado mujer, en fin le daré la vuelta a la almohada??

?¡NO! gritó Lucía. Me hace ilusión que duermas sobre el semen de mi macho. Anda sé bueno, tampoco te cuesta nada y mañana por la mañana podrás limpiarte y ya está. Te prometo que lavaré la funda de la almohada pero haz eso por mí esta noche. Así también puedo dormir yo con el olor de su semen y con lo que queda dentro de mí?.
Yo ya me estaba habituando a mi nuevo estilo de vida, así que obedecí. Además estaba experimentando una gran erección que mezclada con pensamientos sucios me hicieron difícil quedarme dormido.

Al día siguiente, me encontré a Lucía en el baño limpiándose el semen que quedaba dentro de ella. Yo que estaba desnudo listo para ducharme, no pude evitar tener otra erección descomunal. Lucía se echó a reír y empezó a decir entusiasmada que se alegraba que yo me estuviera acostumbrando a nuevo estilo de vida y que me excitase ver a mi mujer entregada a otro hombre. Intenté desmentir lo que decía, diciendo que la erección era debida a que me acababa de levantar pero ambos sabíamos que esa no era la única razón. Mientras me duchaba Lucía me dijo que el siguiente sábado, nos quedaríamos a dormir en casa de José a lo que no opuse resistencia.

Llegado el día, Lucía se puso como siempre bastante elegante y atractiva para el hombre que estaba haciendo que mis cuernos crecieran más y más. Nada más llegar a su casa, ella se arrodillo y le hizo se la chupo durante un buen rato, diciéndole que no podía aguantarse más y que estaba deseando tenerla en la boca. Yo estaba de pie en frente de ellos sin saber qué hacer. Cuando se cansó mi mujer me beso y nos sentamos en la mesa. Había un bol de ensalada en el suelo y en mi sitio nada de comida. Ellos por el contrario si tenían un buen plato de ensalada de pasta para ambos. José dijo:

?Juan hoy tu cenarás en el suelo si tu mujer no tiene inconveniente, esa es tu cena. Quiero que veras como nos tocamos tu mujer y yo cuando cenamos?.

?Yo estoy de acuerdo? dijo Lucía ?Anda cariño al suelo?.

Me senté en el suelo y empecé a comer. He de reconocer que mi ensalada aunque no llevase pasta estaba bastante buena. Mientras comía veía como ellos jugaban con sus pies y de vez en cuando se acariciaban un poco. Ellos bebían vino blanco y yo agua. Al poco tiempo José se levantó y dijo que se le disculpara pero que tenía que ir al baño.

?¿Para qué José? dijo mi esposa, ?anda espérate un rato que comamos?.

?Lucía es que no me puedo aguantar más, quería mear antes de que vinieras pero como estaba recién duchado no me la quería manchar por si acaso querías hacer algo antes de la cena?.

?Bueno mira, aquí tenemos a mi marido y un bol de ensalada, ¿te sugiere eso algo??

Inmediatamente miré a mi esposa y pregunté:

?¿De qué estás hablando cariño??

?Pues que José tiene muchas ganas de orinar y lo va a hacer en tu bol, ¿Qué te parece??

?¡Qué asco cielo! Me niego, eso es demasiado?.

?Venga ya Juan, que ya sabemos tu mujer y yo que te gusta mi meada?

?Ni loco bebo yo tu meada, que asco?

?Pues déjame decirte Juan que ya lo has hecho antes?.

?¡¿Cómo?! en tus sueños será?.

?Anda dejo que te lo cuente tu esposa?
?Cariño ¿recuerdas la sopa del otro día? la que tanto te gustó. Pues mientras la preparábamos añadimos un vaso de pipi de José y escupió también un poco. Luego lo mezclé bien con especias para que no te dieras cuenta?.

?Buaj, ¡qué asco!? He de reconocer que algo excitado si me encontraba

?No digas eso cariño que bien dijiste que te gusto mucho. Ahora sé un cornudo bueno y deja que José te mee en el bol. ¡Ah! y sácasela tu?

Como mi mujer dijo, cuando José se sentó de nuevo en la mesa yo le baje la cremallera, se la saqué y deje que orinase en mi ensalada. Me daba mucho morbo toda esta situación pero también me repugnaba. Empecé a comer y la ensalada ya estaba asquerosa. No fue buena idea mezcla aceite, vinagre y pis. No obstante quería ser el mejor cornudo del mundo y seguí comiendo. Ellos terminaron un poco antes que yo y José fue a la cocina a por una botella de champán. Me dijeron que íbamos a brindar y que esperarían a que terminase ?mi suculenta cena? como dijo José. En el brindis fue José quien tomó la palabra.

?Bueno, quería deciros que quería que cenásemos en mi casa, porque mañana por motivos de trabajo tengo que marcharme de la ciudad y estaré fuera una temporada?.

?¡Qué!? exclamó mi esposa.

?Déjame terminar por favor. Como iba diciendo he de marcharme y quería agradeceros estas semanitas tan buenas que me habéis dado tanto tú Lucía como el cornudo de tu marido. Me ha gustado muchísimo esta relación que hemos llevado y me da pena dejarla, pero el trabajo es el trabajo? a Lucía se le saltaban las lágrimas. ?Y si no os importa me gustaría algo especial para esta noche. Quiero que tu cornudo me la chupe y me la deje lista para ti y luego que nos deje solos en la casa para poder despedirme bien de ti?.

Yo ya había puesto mi cara como diciendo que no haría eso ni loco pero las lágrimas de mi mujer y sus suplicas me conmovieron así que accedí. En fin era la última noche que veríamos a José y ya luego todo volvería a la normalidad. Brindamos y antes de que ellos se fueran al cuarto de José, le bajé los pantalones y la ropa interior y con mucho asco empecé a mamársela. José en plan de burla para animar un poco la situación decía que no se la estaba chupando bien y que pusiera más entusiasmo. Él me agarro de la cabeza y me atragantó un poco con su poya. Finalmente dijo que estaba listo para mi esposa así que me fui a casa y les deje solos.

Lucía no llegó hasta el medio día y me dijo que había acompañado a José al aeropuerto. No me besó y me explicó el porqué.

?Cariño anoche fue maravilloso, no sé cuantas veces hicimos el amor, me dejó exhausta. A veces hablábamos de ti y de lo cornudo que eres fue genial. Y luego en el aeropuerto, bueno, quería despedirme bien y en el servicio se la chupé y me tragué toda la leche que puedo soltar después de toda una noche de sexo. Claro que antes la tuve un rato en mi boca jugando y saboreándola para recordar bien su sabor, así que me quiero lavar un poco los dientes ahora?.
Estaba súper excitado que morbo me daba todo lo que ella me comentó. Al poco rato se echó a llorar. Yo contuve mi excitación, la abracé y la intenté consolar.

?Cariño, eres el mejor marido que podía desear. Me encanta como has aguantado todo y como te has esforzado en hacerme feliz. No sabes lo que feliz que me siento por dentro de saber que eres un gran cornudo y todo gracias a mí.?

Sus palabras me hacían difícil contener las ganas de acostarme con ella en ese mismo momento.

Durante un tiempo seguimos haciéndolo con condón ella no quería que otro se corriese dentro de ella salvo José. Después de unos meses volvimos a no usar condón y todo volvió a la normalidad, no obstante, yo sabía que llegaría el día en que volvería a tener grandes cuernos. FINe

Colaborador: yaimi

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