Viendo a mi querido hermano con otros ojos

Hola!

Mi nombre es Jess y tengo 18 años. Soy una chica muy curiosa pero por ser la menor de casa me han sobreprotegido mucho.

Mike, mi hermano, me lleva 5 años, tiene 23. Debo decir que ambos somos parecidos, piel morena, contextura delgada pero tonificada porque a ambos nos gusta hacer ejercicio.

Este relato es sobre la noche en que con mi hermano probé por primera vez varias cosas.

-Hola Jess, hoy qué hacés? – preguntó mi hermano.

-hola Mike, pues nada, estoy aburrida y no tengo ganas de nada- repuse.

– Pues hagamos algo divertido –

-Qué se te ocurre? – dije

– Tengo una botella de vino (garrafa) y weed, podemos armarla – y la mirada de mi hermano me escanea a toda.

-Dale, Mike, voy a tomar una ducha y salgo para probar ese vinito – agregué

-ok hermanita – y mi hermano se frotaba las manos.

Alisté la ropa interior, un hilo negro y sin sostén, ropa de pijama con un short que dejaba ver la mitad de mi culo. Me gustaba como me veía. Toda perrita y fijo iba a atraer la atención de mi hermano si o sí.

En el baño me relajé tanto, imaginando a mi hermano comiendome mi panochita, imaginarme eso me prendió y tuve que tocarme frenéticamente hasta que exploté en un delicioso orgasmo.

Cabe destacar que hasta ese momento era la única forma en que podría llegar al orgasmo, ya que con mi poca experiencia en relaciones no llegaba alcanzarlo porque los chicos se venían antes. Me dejaban con ganas.

Necesitaba un hombre que me revolcara y me hiciera sentir mujer. Ese hombre tenía que ser mi hermano. Lo deseaba tanto, entre más prohibido fuera más me mojaba con solo imaginarlo.

Luego de un rato salí, me puse mi pijama y mi hermano no quitaba la mirada de mí, me devoraba con la mirada, yo lo sentía y la verdad me ponía mil sentirme tan deseada por mi hermano. Imaginaba como vertía su leche sobre mis nalgas lleno de extasis.

-wow Jess, sos atea? –

-no, porqué Mike? – le respondí

-porque estás como quieres y no como Dios manda-replicó él.

Esto me hizo sonrojarme y mojarme de una manera que solo deseaba sentarmele encima y comermelo a besos.

-Gracias Mike, pues toda tuya – y cerré un ojo y me mordí el labio inferior.

-uff no me digas eso hermanita – dijo mi hermano – anda mejor abramos esta botella de vino – y se dispuso a destapar la misma, sirvió un par de copas y me la alcanzó con la mejor de sus sonrisas.

-gracias cariño – y le tiré un beso.

La noche se animó bastante y entre confesiones y algo loca por el alcohol y la mariguana que empezamos a fumar, le dije :

-Mike, vieras que nunca he sentido un orgasmo, eso está mal?

Los ojos de mi hermano brillaron y pude ver su sorpresa.

-de verdad Jess? Uy de lo que te perdés hermanita.

Continuará…