Sexo con desconocido ¿Mi novio? Duerme
Hola, queridos lectores, mi nombre es Alba. Algunos ya me conocéis de relatos anteriores y me encantaría poder seguir compartiendo con todos vosotros mis experiencias.
Para los que no me conozcáis todavía aquí podéis leer algunas de mis anteriores andanzas (https://www.todorelatos.com/control_relatos/). Pero os hago un breve resumen de todas formas: tengo 35 años, soy bajita, deportista, con pechos pequeños pero caderas anchas y un culo del que estoy muy orgullosa.
Mi novio y yo somos asiduos del mundo de los contactos por internet y generalmente montamos tríos tanto con un chico como una chica, pero sobretodo con chicos. Hemos conocido a mucha gente así, algunos mejores que otros en la cama, pero por lo general la experiencia ha sido muy positiva.
Tampoco escondemos nuestra vida sexual. Nuestro grupo intimo de amistades saben perfectamente que hacemos e incluso algunos se han animado a probar.
El caso, y en resumen, es que somos muy activos sexualmente, sobretodo yo. Si no pudiera llevar esta vida no sería feliz, por eso necesito tener una pareja de mente abierta que lo comprenda y que, si hay, suerte lo comparta.
Tras esta pequeña introducción os quería contar una historia que sucedió hace aproximadamente un año. Fuimos invitados a pasar un fin de semana a casa de una pareja amigos. En un principio, eran amigos de mi novio de sus tiempos de la universidad, pero como ya llevamos juntos 8 años, he pasado a considerarlos amigos míos también. Era una casa de campo a las afueras de un pequeño pueblo de Segovia.
El pueblo en si no tenía nada de particular, pero la casa era un chalet con jardín muy grande y una piscina. La idea era pasar un fin de semana de relajación (piscina, barbacoa, tomar el sol, beber y comer bien…), y se había tiempo y ganas hasta se podría hacer senderismo por la sierra segoviana,
Llegamos a la casa a eso de las 8 de la tarde de un viernes y descubrimos que no solamente estaban nuestros amigos allí, sino que aparentemente había más gente. Resulta que no éramos los únicos invitados a pasar el fin de semana, sino que nuestros amigos habían invitado a dos parejas más, solo que en el caso de una de ellas, la mujer del invitado se había indispuesto y solo había acudido su marido.
Se llamaba Diego y el resto de la gente de este relato no es muy importante ya que Diego… el maldito Diego… sería el que horas después me tendría comiendo polla.
Diego trabajaba en finanzas, pero lejos de tener un cuerpo fruto de un trabajo sedentario tenía un cuerpazo. Iba al gimnasio 5 días a la semana y corría triatlones. Además, se sabía guapo, y era un poco chulo. Tenía al típica actitud de “si yo quiero te acabo follando” que a las mujeres nos suele repeler, salvo cuando estamos por alguna razón especialmente cachondas. Era alto (más que mi novio), era ancho de hombros (también más que mi novio) y por lo que me habían contado todo un mujeriego que aun a sus 35 años no se había echado novia.
Pero no me quiero adelantar. En total eramos 7 personas en la casa. Nuestra pareja de amigos, otra pareja que no conocíamos, mi novio, Diego y yo. La noche empezó como no deberían empezar… bebiendo sin haber cenado antes.
La verdad es que nada más llegar nuestros amigos nos pusieron una copa, y el resto de los invitados ya estaban bebiendo. La idea era cenar algo ligero, jugar a algún juego de mesa y charlar tranquilamente. Ya os dije que el plan de fin de semana era uno de relax y tranquilidad y así transcurrieron las horas.
La casualidad quiso que acabase hablando con Diego bastante ya que nos sentamos uno al lado del otro en la mesa. Era muy agradable y mucho más educado y correcto de lo que me habían advertido. Me sentía muy a gusto con el.
Debían de ser casi las 12 de la noche, cuando tras haber cenado algo ligero, y con unas cuantas copas en el cuerpo, mi chico tuvo la idea de darse un baño nocturno en la piscina.
A todos menos a la pareja que no conocíamos les pareció buena idea, con los que, tras cambiarnos de ropa nos metimos cinco personas en la piscina. El ambiente era desenfadado. Empezamos charlando los unos con los otros, luego empezaron las salpicaduras, los juegos en el agua… Parecía como si tuviéramos 18 años de nuevo.
Decidimos hacernos unas fotos, y la pareja que había decidido no bañarse fue la encargada de ello. En algunas de ellas salía a los hombros de mi novio, en otras haciendo el tonto en la piscina, pero hubo una de las fotos que fue la desencadenante de todo lo que pasó posteriormente. Nos pidieron que nos pusiéramos los 5 juntos para hacer una foto de grupo. Diego que era el más alto de todos se puso detrás de mi novio y de mí.
No se si sería el alcohol, la noche, el atractivo de Diego o todo junto, pero consciente o inconscientemente me arrimé a el todo lo que pude con la intención de ver si podía notar su pene en mi espalda o mi culo… Ya se que soy un poco zorra por intentar calentar a prácticamente un extraño con mi novio al lado, pero no me pude controlar. La curiosidad me dio la valentía necesaria para intentarlo. Además de por su atractivo natural ¿su éxito con las mujeres se debería también a tener una buena polla? Tenía que salir de dudas.
Mi espalda quedó reclinada sobre su torso mientras nos hacían la foto. No tardé en notar un bulto a la altura de mis riñones, pero no parecía nada del otro mundo. Poco a poco, fui apoyándome en el con más fuerza y me puse de puntillas disimuladamente para ver si podía tocar ese bulto con mis nalgas… Tras hacerlo descubrí que mi primer diagnóstico era equivocado, me había restregado ligeramente contra un bulto que no tenía nada de ordinario.
Diego no reaccionó. Supuse que por que no vio segundas intenciones en mi comportamiento, o quizás por que no le importaba que restregara un poquito mi culo en su polla, aun con mi novio al lado, el caso es que tras hacernos la foto no tardamos en salir de la piscina.
Nos secamos y nos volvimos a cambiar la ropa para seguir bebiendo y charlando hasta las 3 de la mañana. Fue entonces cuando empezamos a recoger la mesa, con la intención de ir preparándonos para ir a descansar. Diego y to llevamos juntos unos platos a la cocina cuando al quedar solos me dijo, “Se lo que estabas haciendo en la piscina.”
Yo me callé, pero no pude evitar sonreír. Esto le hizo entender que no se equivocaba y continuó hablando, “Si querías saber lo que tengo debajo del bañador me podías haber pedido una foto.”
Permanecí callada haciéndome la dura. Dejé los platos y me volví a dirigir al jardín para seguir recogiendo la mesa. Diego me siguió y cogió unas botellas para llevar a la cocina pero no dijo nada más. Fui yo entonces cuando rompí el silencio cuando me aseguré que nadie nos podía oir, “Pues no me quiero quedar con la curiosidad, si tienes una foto mándamela cuando quieras. Mi móvil es el 637 xxx xxx.”
Y ahí quedó la cosa. No volvimos a hablar en lo que quedaba de noche y nos fuimos todos a la cama a descansar a nuestras respectivas habitaciones.
Reconozco que la situación con Diego me había puesto bastante cachonda. El tontear con un chico con mi novio delante me pone a 100… con lo que llegue a la cama con muchas ganas de follar, pero mi novio, que había bebido más de lo aconsejado, se quedó dormido prácticamente al instante y yo me quedé con las ganas.
Yo no podía pegar ojo… y estaba a punto de empezar a consolarme a mi misma cuando recibí un mensaje de whatsapp de un número que no tenía guardado. Cogí el móvil, al abrir el mensaje ¿que me encontré? La foto de una polla, depilada y erecta. Preciosa. Dura. Grande. Muy grande.
Solo podía ser de una persona…. Diego.
Mientras me maravillaba en la foto que acababa de recibir entró un segundo mensaje que leía, “Espero que la foto satisfaga tu curiosidad…”, a lo que contesté: “Curiosidad satisfecha y con creces…”
Diego no tardó en volver a escribirme, “¿Mejor que la de tu novio?”
A lo que le contesté con toda sinceridad, “No solo mejor… su pollita no te llega ni a la suela de los zapatos…”
“Jajajajaj… que cabrona eres…” escribió, “Si te queda curiosidad estoy en la habitación del fondo del pasillo.”
La foto y la invitación de Diego me dejaron excitadísima.
Mi novio dormía profundamente a mi lado… Me volví hacia el y le cogí la polla con la mano para ver si podía despertarle y animarle a que me follase, pero ni caso. Sobé su flácida pichita con mi mano un buen rato sin obtener ninguna respuesta.
Resignada, me di la vuelta y mirando al techo intenté concentrarme en cualquier otra cosa menos en Diego. Era imposible. Su grande y perfecto pollón llenaba mi mente y no había sitio para otra cosa. No había remedio. Me levanté y me dirigí a la puerta, salí al pasillo y de ahí fue derechita a la última habitación del pasillo.
Puse la mano en el pomo, respiré profundamente y abrí la puerta despacio. La habitación estaba a oscuras salvo por las luces de la calle que entraban por la ventana. Aun así, y aun en penumbra se podía ver perfectamente.
Allí estaba él, sobre las sábanas, desnudo y boca arriba, mirándome con una sonrisa en la cara, con un brazo detrás de la cabeza y con la otra mano meneando su polla lentamente, arriba y abajo, arriba y abajo…
Menuda imagen… Yo estaba cachonda perdida y delante de mi tenía un cuerpo cincelado por el gimnasio que calzaba una polla de al menos 18 centímetros.
“Pensaba que no te ibas a atrever.” Dijo Diego.
“Calla.” contesté simplemente.
No se que hubierais hecho vosotros en mi lugar, pero si os voy a decir, con todo detalle lo que hice yo. Me quite camiseta que usaba para dormir dejándola caer a un lado y me quedé solo con la parte inferior de mi ropa interior.
No fui ni a besarle, fui directa a su polla, y tumbándome a su lado la cogí con la mano. Era enorme… No conseguía rodearla con mis dedos… En la foto parecía más pequeña, pero ahora comprobaba felizmente que tenía más de 18 centímetros…
Diego me puso la mano en la cabeza y no me costó entender que me quería decir… Me la llevé a la boca sin miramientos. No la lamí ni la chupe, la engullí directamente. Fui directa a ver hasta donde me podía meter ese pedazo perfecto trozo de carne.
En la quietud de la noche en esa habitación solo se oía el “Chup…. chup…. chup…” de mi boca ansiosa poniéndole los cuernos al capullo de mi novio en la habitación de al lado con una deliciosa polla. Una de esas pollas con las que te quieres atragantar. No me sentía culpable. La culpa era de mi novio por no follarme cuando debía.
Mientras tenía estos pensamiento seguía comiendo con ganas. Su polla era una de esas que te enamoran tanto que buscas provocarte arcadas voluntariamente y que te lloren los ojos. El “Chup…. chup… chup….” de me boca sobre el miembro de Diego se fue convirtiendo poco a poco en “aaaaaghhh…. agghhhh…. aghhhh….” de una garganta siendo forzada como consecuencia de los movimientos de caderas de Diego, que empezó a follarme la boca. Al principio con suavidad, pero luego con más rudeza y velocidad.
Estaba usando mi boca como un coño y me encantaba… pero tenía que respirar, así que me la saqué, y con ojos llorosos y una sonrisa de oreja a oreja le dije, “Que polla Diego…. que polla….” y tras unos segundos y unas bocanas de aire me puse a comer de nuevo.
“Te gusta comer polla ¿eh, putita?”, comentó Diego con tono burlón.
“mmmhhhhmmm” le contesté sin sacármela de la boca.
“Seguro que te saben mejor las pollas con tu novio durmiendo en la otra habitación, ¿a que sí?”, me dijo con la intención de provocar. A lo que fruto de la calentura tuve que contestarle, “Sí…”
Estuve comiendo polla con gusto un buen rato hasta que Diego me dijo, “Levántate.” y cogiéndome del brazo tiró hacia arriba.
Me llevo hasta la pared y me puso de cara a ella. Pude observar como en la esquina de la habitación había un espejo de cuerpo entero donde me vi reflejada y observé como Diego se colocó detrás, flexionó las rodillas y colocó su pollón en la entrada de mi coño.
Instintivamente, pegué la cara a la pared, arqueé la espalda hacia atrás y saqué el culo todo lo que pude para facilitar una penetración que no se hizo esperar. La metió de golpe y no pude contener un gemido.
“Calla joder…! que nos van a oír!”, me recriminó el muy cerdo. ¡Claro! El no tenía una polla de 20 centímetros dentro… no era fácil estar callada. Pero para él la solución fue taparme la boca con una mano mientras me rodeaba con su otro brazo la cintura y me follaba con dureza. Cada embestida me ponía de puntillas y me llevaba al séptimo cielo. Menuda polla de ensueño… y lo mejor de todo es que me veía en el espejo mientras lo hacía.
Tenía que contenerme pero no lo podía evitar. Aun con su mano en la boca materializaba mi placer a través de contenidos gemidos, “hmmm…. hmmmmm…. aahhh…. hummm…dame…aaaah…”
Diego me tenía a su merced y lo sabía. Sabía que para mi, en esos momentos solo estaba el y su polla, y estaba claro que al el le excitaba provocarme, con lo que continuó hablándome, “Seguro que no es la primera vez que le pones los cuernos a tu novio… ¿a que no?”
“….. no….” admití.
Diego me cogió por debajo de las piernas, y sin dejar de ensartarme de mi me llevo a la cama poniéndome a cuatro patas. Siguió bombeando sin piedad.
“Seguro que tus amantes te hacen cosas que a el no le dejas…” me susurró al oído.
A lo que le contesté. “Sí… les… aaah.. dejo…. hacerme…. aaaah…. lo… que quieran… aaah…”
“Que puta eres…” me señaló.
Y visto lo visto estaba claro que lo era. “Si…. vuestra…. puta…”
Noté como Diego, sin parar de follarme me escupía en el culo y metía su dedo pulgar dentro. Lo recibí con alegría.
“Este culito ya ha tenido unas cuantas otras pollas dentro… ¿a que sí?
“Sí….” volví a admitir.
“Seguro que la del buenazo de tu novio ni te lo folla…”
“No… casi… aaaah… nunca…es solo para… buenas… aaaaah…. pollas…” le confesé.
Al oír esto Diego sacó su pene de dentro de mi, se inclinó y susurró en mi oído, “Pues aquí viene la mía putita… que la disfrutes.”
Colocó su polla en la abertura de mi culo y comenzó a empujar. Cada centímetro que conseguía avanzar era para mi una delicia. Mi culo se relajó todo lo que pudo para que la maravilla de rabo de Diego entrara, y entró hasta el final.
Pronto al sonido de mis gemidos ahogados se unió el “clap… clap… clap…” característico de una rítmica y dura penetración anal.
Diego me cogió del pelo y tiró para atrás con fuerza, haciendo que se me arqueara la espalda, mientras con la otra mano me cogió del cuello y me acercó su cara a la mía. Quería ver la cara de putita que ponía mientras su polla me partía el culo en dos.
Instintivamente, del puro placer que sentía abrí la boca, luchando por no gritar y saqué la lengua, invitándole a que me la comiera. Mientras nos besábamos comenzó a embestir con más fuerza. No tardé en correrme.
Hay que ser muy bueno para conseguir que una chica se corra solo con sexo anal y Diego lo era…. Aplasté mi cara contra el colchón para ahogar mis gemidos todo lo posible y empecé a temblar de puro placer, pero Diego, que era un toro, me seguía penetrando con fuerza.
El sonido de su pubis contra mis nalgas se escuchaba cada vez más feuerte, “CLAP…. CLAP… CLAP… CLAP…”, hasta que Diego por fin anunció que se corría con un breve bufido y descargó dentro de mi culo una hondonada de chorros que parecía interminable.
Lo primero que pensé es que me daba pena que se hubiera corrido ahí. La quería en la boca y en la cara, pero tampoco me podía quejar. Me había follado con maestría, y me daba morbo volver al lado de mi novio con el culo lleno de la lefa de otro.
Caímos exhaustos el uno al lado del otro en la cama, jadeantes como después de haber corrido una maratón. Note como parte de su corrida se escapaba de dentro de mi culo y me corría por la parte interior de mi muslo. La recogí con la mano y me la lleve a la boca.
“Límpiamela.” ordenó Diego sin más.
Obedecí. Me metí su pene en la boca y comencé a comérsela lentamente, con dulzura y también poco de adoración mientras le miraba a la cara. El permanecía recostado y me miraba con cara de satisfacción mientras yo se la dejé bien limpia al mismo tiempo que su polla iba perdiendo poco a poco su firmeza en mi boca.
Cuando acabé de limpiarla le susurré “Máquina! Hoy voy a soñar con tu rabazo…” mientras la estrujé un poco con mi mano.
“Mañana si quieres ya sabes donde estoy.” me contestó.
Me volví a vestir y me fui a mi habitación, donde encontré a mi novio todavía dormido. Pero al meterme a la cama lo notó y se medio despertó.
“¿Donde estabas?”, me pregunto medio conscientemente.
“En el baño cari.” , le contesté, mientras notaba mi culo todavía húmedo por la corrida que había recibido.
Le di un beso en la frente, y me propuse dormir.
Esa fue la primera vez que me follé a Diego, pero no a sido la última.
El problema de follar con auténticos dioses del sexo de cuerpos perfectos, es que por mucho que se cuide tu chico, siempre lo vas a comparar con ellos. Al final acabas follando con tu novio por que es al que tienes más cerca, pero su polla nunca sería mi primera opción. Creo que no está ni en el top 10… jijijijiji.