Cuando el fin de semana es totalmente diferente a lo esperado

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Pablo organizaba un fin de semana con amigos y ella, su amante. Tenía en su cabeza sorpresas excitantes que lo hacían calentar.

Le regaló un bikini tan pequeño que con movimientos leves, no dejaban nada a la imaginación, ni arriba ni abajo.

Sus tres amigos, Marcos, un cuarentón bien puesto, grandote y con los efectos de muchas horas de pesas en sus brazo, Luis, recién divorciado, empresario y el más sádico del grupo y Santiago, el más joven, carilindo y en buena forma, estaban ansiosos por dejar atrás el estrés del trabajo y la rutina y disfrutar de un fin de semana de amigos (pero vos y yo sabemos que no iba a ser asi).

Ella iba con un vestido de lino, que caía marcando las curvas correctas, mostrando sus pechos sin corpiño y sus imponentes caderas.

Recordarán que es una mujer robusta y curvilínea, muy sensual y atractiva, a quien se le da muy bien provocar.

Se encontraron los cinco en la puerta de la cabaña, en la montaña.

Cuando los muchachos la vieron bajar del auto, la sorpresa y el morbo se apoderaron de ellos.

«Vamos a tener que esperar hasta la noche para probar tu mercadería amigo?» Dijo Luis.

«Chicos esto es a demanda. Lo piden lo tienen» sonreía encantado Pablo.

Al entrar en la vivienda, Marcos le dio una nalgada, y ella se dio vuelta, lo miro sensualmente y rozó con su mano la verga medio endurecida por la excitación.

«Me la vas a chupar ahora putita?» Le dijo y ella no respondió nada, solo se arrodilló, desabrochó el pantalón, y vio como salía una pija larga, gruesa y venosa. Alzó los ojos y lo miro, como pudiendo autorización para empezar. Él de golpe, la agarró del pelo y se agachó, casi rozando su nariz con la de ella y le dijo: «chupala puta de mierda!»

Ella abrió la boca, y como pudo hizo entrar la verga en su boca, y comenzó a succionar, a pasarle la lengua, a ahogarse con ella.

Marcos la veía disfrutar de semejante hazaña y más se excitaba, y lo dominaba un frenesí sexual, que hizo que la agarrara de la cabeza y la penetrara hasta la garganta, violentamente.

Las lágrimas caían de sus ojos y de su boca rebosaba saliva y fluido que terminaban entre sus pechos y el suelo.

«Me acabo puta. Más te vale que te tragues todo! Si dejas caer algo te azoto el culo!»

Le inundó la garganta con el líquido caliente y lechoso….

Ella hacía un esfuerzo para no ahogarse y tragar todo…

«Muy bien putita. Te ganaste una buena cojida por el culo, y te prometo que te va a gustar»…

«Vamos muchachos que hay que entrar todo y preparar el asado. Ya van a tener tiempo de cojerse a la puta.»

Ella subió a su habitación y se dispuso a tomar un baño y cambiarse de ropa. Se sentía muy caliente, le dolía la mandíbula, pero estaba feliz de disfrutar de esos machotes que le prometían salvajes cojidas por todos sus orificios.

Entro en el baño, abrió el grifo y una potente lluvia caliente y vaporosa salió, empañando a su paso el espejo.

Disfrutaba del baño caliente, cuando de estre el vapor, y corriendo de golpe la cortina de la ducha, se asomo Pablo desnudo.

«Ay!!! Me asustaste!»

«Te asusté mucho putita hermosa?»

«Si…» Termino diciendo ella tocándose los pechos, provocandolo.

El se metió bajo el agua, la tomo del brazo, la giro de golpe y la apretó contra la pared, apoyando la verga contra su cola.

«Querés un adelanto de la fiesta que te espera puta de mierda?»

Ella solo asintió con la cabeza.

La sacó del agua y desnuda como estaba, la hizo salir del cuarto y la condujo al comedor.

Toda mojada, con el cabello pegado a su piel caliente y húmeda, y sin entender mucho, llamo a sus compañeros.

«Muchachos, estamos de oferta…quien se anota para romperle el culo a la puta?»

«Yo le debo una buena cojida a la zorra esta» dijo Marcos, mientras se tocaba la verga y se desprendía el pantalón.

«Toda tuya Marquitos. Rompele el culo a la cerda»

Marcos la llevo así a la rastra al sillón que había en el comedor de la cabaña y la hizo sentar.

«Ya sabes lo que tenés que hacer si no querés que te duela…»

Ella empezó a chuparle la pija y sentía como se iba afirmando y endureciendo, y al mismo tiempo un dolor y un placer la recorrían. Marcos estaba apretando sus pezones y retorciendolos.

Le saco la verga de la boca, la agarró fuerte del mentón y le dijo: «Ponete en cuatro» mientras escupía en la boca.

Ella se posicionó de tal manera que su ano quedó abierto a la vista de los presentes, quienes habían sido espectadores de lo sucedido y se masturbaban mientras se desarrollaba el cuadro.

Marcos la agarró de las caderas y sin mucho preámbulo, escupiendo una gran cantidad de saliva, le penetró el ano con su dedo.

«Voy a ser bueno y no te voy a romper de golpe»

Ella sentía como el dedo de Marcos se abría paso , con dolor y placer, y de ella surgían gemidos. Su espalda comenzaba a arquearse y echaba su cabeza hacia atrás, disfrutando lo que estaba pasando.

Dos dedos y ya empezaban a aparecer pequeños gritos.

Marcos metió su tercer dedo y ella grito.

«Te duele putita?»

Ella movía su cuerpo en vaivén, intentando acostumbrarse al dolor.

Marcos saco sus dedos y volvió a escupir en el ano dolorido y abierto.

«Sentí mí pija puta sucia, sentí como te lo voy a romper»

Ella empezó a experimentar como la cabeza de la pija se abria paso propinandole un dolor muy fuerte, acompañado de un placer indescriptible.

Marcos espero unos segundos y siguió empujando la verga mientras le cacheteaba las nalgas ya coloradas.

Cuando pudo entrar completa le dijo :

«ahora vas a saber lo que es un macho culiandote»

Un bombeo frenético la hacía gritar y tomarse con fuerza del sillón donde estaba apoyada. Pablo observaba una vez más, contento de ver a su amante siendo presa de un huracán de sensaciones que iban del dolor al placer extremos…

De repente, Marcos se detuvo en seco y ella sintió como su culo era inundado por fluido seminal.

Él, exhausto y satisfecho, dio unos pasos hacia atrás y le dijo: «te tengo un último regalo cerda inmunda». Dicho esto orino sobre su espalda.

Ella abrió los ojos casi con desesperación porque era la primera vez que alguien hacía algo así. Sabía que si se movía terminaría azotada, o peor aún, se perdería del resto de la fiesta.

Solo se quedó quieta.

Algo en ella hacía que sintiera asco. Pero también, le gustaba que la orinaran.

Santiago y Luis seguían observando, con sus vergas duras de tanto masturbarlas.

Se acercaron a ella, y tomándola del pelo, la bañaron con sus corridas lechosas.

Ella abrió la boca, dispuesta a recibir el tan preciado premio por ser una verdadera puta.

FIN