Saborear su cuerpo un miércoles por la tarde
Resignada a que no podría arrancar del deseo que sentía por aquel hombre y aburrida de la rutina he decidido cortar todo laso que me retenga y apague la llama que hace un tiempo encendieron en mi interior.
No tengo como justificar que él tenga su familia formada y que lleve tantos años con su compañera, solo sé que el hormigueo entre mis piernas lo llama a diario y que nunca he gozado mas de la pasión como lo hago en sus brazos. Nunca he mojado más mi pantalón que al sentir su voz ronca en mi oído y esas ganas de querer subirme en su regazo sin importar la hora y el lugar. El calor que provoca en la mañana al notar su miembro duro presionando contra su ropa y el deseo de tenerlo en mi interior a penas baja de su auto. El solo recuerdo de su pene erecto entrando en mi interior me moja por completo y me hace extrañarlo aun sabiendo que está a un piso de distancia. Que si pudiéramos estaríamos besándonos y acariciándonos, entre gemidos y respiraciones agitadas.
En estos momentos sentada en mi puesto con mis compañeros de trabajo ensimismados solo pienso en subir ese piso, acercarme gateando a su puesto y por debajo de la mesa acariciar y morder encima de su ropa hasta sentir su erección; desabrochar su pantalón, bajar su ropa interior y acariciar su miembro con ambas manos; de arriba hacia abajo; de un lado a otro, Notando como se endurece y moja ante mí. Se me hace agua la boca de pensar en que podría darle pequeños besos y rozar mis labios en su glande lentamente hasta sentir sus palpitaciones. Me humedece pensar en su rostro al pasar mi lengua desde el inicio de su grueso miembro hasta su caliente punta; de imaginar cómo me quemarían sus ojos ardientes al tenerlo todo en mi boca y al succionar lentamente. Cuanto daría por poder devorarlo como todo un festín, aprovechar la lubricación para tomarlo entre mis manos mientras mi boca lo retiene y mi lengua recorre centímetro a centímetro. De seguro su instinto dominante lo gobernaría y tomaría mi cabeza para penetrar mi boca de la forma más bestial que se le permitiera. No cabe duda que profundizaría sus embestidas y aumentaría el ritmo hasta correrse en mi interior no dejando otra opción más que devorar toda su excitación.
Si de mí dependiera me sentaría encima de él y le ofrecería mis pezones para que los devoré, para endurecerlos solo como él puede. Feliz llevaría su mano a mi entrepierna reclamando esos movimientos circulares que me hacen vibrar, deseando sentirlo en mi interior y mordiendo su hombro para contener los gritos, mis caderas se moverían por si solas y buscarían profundizar aún más el roce entre su piel y la mía. Me correría en sus manos y ahogaría mis gemidos en sus labios. Con las mejillas rojas y la ropa a medio arregla volvería a mi puesto a pretender que continuo con mi trabajo con las palpitaciones en la entrepiernas que no me permiten olvidarme de ese hombre que enciende mi interior y quema todo a su alrededor.