Comiéndome una enorme polla por primera vez

Usualmente los hombres le toman mucha importancia al tamaño de su miembro, es la primera pregunta que surge cuando una conversación se consensua a ese nivel «a veces sin eso, cuando mandan una nude sin avisar.» Incluso hay quienes creen que son “agraciados” y realmente… no. La naturaleza es perfecta en muchos sentidos, pero a veces también injusta, reparte los atributos en un sistema de lotería, yo por ejemplo agradezco la mayoría de mi cuerpo, excepto las casi imperceptibles tits (tetas) que me tocó.

Aún sigo esperando que sigan creciendo, pero… ya estoy perdiendo las esperanzas… y mientras que a otras chicas les da enormes pechos que deben comprar brasiers a medida o si usan una camisa la pueden rellenar con facilidad, a las chicas como nosotras nos da apenas una diferencia mínima entre pecho femenino y masculino.

Volviendo a los hombres; algunos nacen con las nalgas planas «chatas» en forma de triángulo invertido (jajaja) y otros nacen con más pompis que un teletubi. Con cintura en V «deliciosa cuando se les marca ejem…» y algo más… hay algunos, muy pocos, que nacen con algo que muchos «y muchas» desean en general.

Y sí, me refiero a eso que estás pensando exactamente, a su… altura, así es —¿Creíste que iba a hablar de su pito? Sí pero más adelante. En fin, un hombre alto generalmente destaca por donde vaya, la ropa les suele quedar genial y es una exquisitez abrazarlos y que te lleven mínimo, media cabeza.

Pero eso, en mi caso, es poco común, ya que mido casi 1.75 que es el promedio de altura del hombre latino. Así que si no tiene al menos 1.80 no va a ser nada del otro mundo. Y «ahora sí» están los hombres agraciados «llámese dotados» que nacen con una extremidad de su cuerpo más larga (o gruesa) que los demás.

Envidiado por otros, amados por muchas… para mí y para la mayoría de mujeres con cierta experiencia sexual nunca nos importa “demasiado” el tamaño, siempre y cuando sobrepasen lo “estándar” (15cm) está más que bien en realidad.

Y es acá (o aquí) donde comienza mi relato «experiencia real» luego de dos años de mi primera vez, habiendo terminado esa hermosa relación, conocí a un chico, no muy alto, no muy “bonito” «a mi gusto personal, claro» ni muy carismático siquiera. Pero les puedo decir con total certeza —que JAMÁS me imaginé que fuera posible comparar mi propio antebrazo con… eso. Así que pónganse cómodos y espero que disfruten, tanto como yo al escribir esto.

No voy a dilatar demasiado el relato, puesto que es solo eso, un relato, nada más; Por lo que voy obviar algunos detalles que considero innecesarios o que simplemente no me acuerdo «y tampoco quiero recordar.» Retomando que pasó un tiempo después de que mi primera relación y experiencias sexuales culminasen, empecé a prestarle atención a los chicos que ignoraba en la facultad.

La verdad nunca voy a entender qué me veían, era —creo que lo sigo siendo… la representación de una nerd al más puro estereotipo americano, solo que, sin los brackets, esos me los puse después. Pero de resto, todo, media “darks” con lentes que podía reflejar señales satelitales, etc. Tímida y bastante asquerosa, pero supongo que algo les atraía de mí.

Quiero también aclarar que las mujeres —y perdón si generalizo— Siempre tenemos oportunidades distintas, sobre todo cuando estamos en relación con alguien, es como que somos el “plato prohibido” no lo sé, así que es notable que cuando terminamos una relación, activemos las redes sociales. Lo que muchos confunden, es que lo hacemos inmediatamente para tener sexo «y quizás en varios casos es así» pero no en todos, la mayoría solo es para socializar y tener con quienes hablar. Bueno, en el mío, fue para ambas, quería charlar sí, pero también… ya saben.

No con cualquiera ni con quien sea, pero era muy nueva en el mundo sexual, mi anterior chico me había mostrado solo la punta del… iceberg, así que obviamente mi cuerpito a penas desarrollado quería experimentar más, mucho más. A mí siempre me gustó mucho el hombre inteligente, serio (pero gracioso) y muy varonil muy «macho» un término que en mi movimiento que empieza con F se odia bastante.

Comenzamos a hablar luego de que me dijo algunas cosas sobre una historia que había subido y por mensajes teníamos una química hermosa «muy genial la verdad» me hacía reír mucho y por fotos me atraía (obviamente lo stalkee de arriba a abajo). No voy a especificar rasgos para evitar… problemitas o insinuaciones.

Cuestión que decidimos vernos después de unos quince días de puro chateo, llamadas (no video llamadas) y claramente, nada de nudes. Nos encontramos en el centro (CABA) fuimos a un lugarcito y pedimos un milkshake «de mis preferidos.» Yo estaba vestida con botitas negras, medias de red finas con un short de jean que bajaba por los muslos, con una blusa claramente oscura y una camperita de cuero, bastante “rockera” me vestía en ese tiempo.

Quiero mencionar que también mi cabello era negro (en el momento que escribo, estoy rubia) pero en cualquier oportunidad regresaré a ese color. Y él estaba vestido con una camisa y un suéter arriba, con un jean azul oscuro y zapatillas urbanas, de peinado usaba lo que era la moda en ese momento entre hombres. Tenía dos anillos en las manos y un reloj oscuro, su outfit parecía como de hombre de 30 a pesar de que tenía a penas 21 años, sin embargo, me encantaba como le quedaba.

Obvio, no se lo dije ni lo demostré, pero sí me agrado que parecía muy limpio y ordenado, algo que adoro en los hombres, por cierto. Nos sentamos a charlar de «ya saben, varias cosas equis» pero yo noté que estaba algo incómodo como si estuviera “nervioso” así que pensé en preguntarle si pasaba algo y me dijo que yo le parecía muy hermosa.

Les juro que cuando me dijo eso con mirada insegura «siendo que aparentaba ser un hombre seguro» me dio tanta ternura que tenía ganas de comérmelo. Pero claro, eso no ocurrió esa vez, solo lo miré con mesura y le dije que no se preocupe, que solo era alguien más… (obvio que soy una diosa en persona, pero un poquito de modestia no hace mal).

Terminó la tarde, me acompañó casi hasta la puerta de mi casa y me ofreció la mano antes de irse (LA MANO) como si fuera una amiga o algo «otro detalle que se me hizo muy educado y tierno.» Así que me acerqué de repente y le di un tierno beso tibio en su mejilla izquierda, dejándole a penas marcado el labial oscuro que llevaba.

Tartamudeó un poco sorprendido y sonrió ruborizado, menos mal que se fue porque yo me puse como un tomate, me había gustado a pesar de que mis expectativas no eran muy altas que digamos «nunca lo son» realmente.

Dije que no iba a dilatar el relato y es precisamente lo que estoy haciendo, pero créanme que intento resumir todo, me gusta ser detallista y más cuando hablo de experiencias tan particulares. Luego de ese día, pasaron varios hasta que volvimos a hablar «obviamente me habló él» porque yo toda chica empoderada (en realidad tímida porque sí quería hablarle) me hacía la difícil.

En resumen, salimos unas veces más, hasta que, en una de ellas, la última por así decirlo… se largó a llover muy fuerte y estábamos cerca de su casa. Por cierto, él no tenía auto (coche). A ver; hay hombres que desde la adolescencia ya tienen, pero él le gustaba más el transporte público, en aquel entonces no habían uber, sí taxis y “remis” así que nos tomamos este último y pude ir donde vivía.

Un departamento, chico, pero muy bien ordenadito, casi pensé que tenía todo preparado «incluso la lluvia» me alcanzó una toalla y me dijo que no tenía ropa de mujer para ofrecerme pero que podía prestarme algo de la suya. Así que me bañé y dejé mi ropa en donde él tenía la suya para lavar. Sinceramente me sentía algo incómoda, no era habitual ir a una casa de un desconocido, siempre fui muy cobarde con esas cuestiones.

Pero se portaba muy bien, me di un caliente baño relajante y me vestí con su ropa «limpia por cierto con aroma a suavizante mezclada con su perfume.» Cuando estaba en el baño aproveché a mirar si no tomaba pastillas raras o eso y por suerte… no. Pero sí noté que había una caja de preservativos (condones) de una marca que nunca había visto «recuerden que tenía poca y nula experiencia en lo sexual» que decía “Magnum” y lo primero que se me vino a la mente fue el arma de Resident Evil y dije —Pistola de… cañón… largo…—a lo que me quedé en blanco unos segundos.

Iba a leer la cajita, pero ya había pasado mucho tiempo en el baño y eso no quedaba bien, cuando salí el esperaba con una taza de café con crema «mis hormonas gritaron aww.» Pero yo toda diosa inalcanzable le dije —ay, gracias jeje— por lo que él sonrió a penas y dijo irse a bañar que yo me pusiera cómoda, que podía mirar la tv y la contraseña del wifi era su nombre completo más empanada “todo junto.”

Pasó un rato, le avisé a mi mami que me había ido con una amiga «imaginen decirle a su mamá que se van con un hombre ella siendo tan conservadora.» Me vendría a buscar con hermanos y todo incluido, así que una pequeña mentira no está mal. Le avisé a mi amiga para que ella estuviera al tanto. Este chico finalmente salió de bañarse, imaginaba que saldría con una toalla apenas tapándolo y la típica escena donde terminamos revolcándonos apasionadamente, pero no… «para mi decepción» salió vestido y seco, sin ninguna parte al descubierto.

Se sentó a mi lado, pero no demasiado cerca y nos pusimos a charlar, me dijo que yo podía dormir en su cama que él dormiría en el sofá que ya había cambiado las sabanas y todo para que no me sintiera incomoda y que me daría la llave del cuarto para que, si quería, cerrase la puerta y sentirme tranquila «amé ese gesto.»

Menciono todos estos detalles porque me parecen muy importantes a la hora de llevar una mujer a su casa, este tipo de cosas nos hacen sentir tranquilas y que estamos «por así decirlo» protegidas. Sobre todo, siendo tan joven y desconociendo, eso aumenta considerablemente la inseguridad.

En un momento determinado realicé un gesto como si tuviera frío y él me dijo:

— Ah perdón, ahora te traigo un abrigo —levantándose por un segundo.

— Espera… —le contesté agarrándole la mano y mirándolo desde abajo frunciendo levemente el ceño— abrazame.

Él se agachó acercando esa carita con barbita y sin pensarlo un segundo más, nos empezamos a besar, tenía los labios gruesos y sus pelos me hacían cosquillas. Su aliento rebozaba de menta que matizaban con su perfume y en general su cabello algo húmedo del reciente baño.

Se sentó completamente y yo me puse sobre él, nos estuvimos besando un tiempo indefinido pero lo suficiente «supongo» todo el frío que sentía se me fue casi en 5 minutos, me tocaba el cabello que en ese tiempo me llegaba hasta más debajo de los hombros, y lo estiraba ligeramente, mientras me besaba por debajo de mi cuello y volvía a subir a mi boca mordiendo levemente mis labios, bañando su lengua con la mía.

Por un segundo me alejé ligeramente, lo observé todo coloradito y ruborizado y con amplios deseos de seguir comiéndomelo, pero sin antes preguntarle.

— ¿Qué era esa cajita de magnum que vi en tu baño? —y con una ligera mueca seguí dándole besos levemente y separándome un poquito a modo de jugueteo.

— Son de la medida que yo tengo que usar —contesto sonriendo.

— Parecen muy grandes —susurré y miré hacia abajo, hacia su entrepierna.

— Bueno… no me quejo —dijo en tono irónico.

— ¿Puedo ver? —volví a mirar hacia abajo mientras acariciaba su pecho por debajo de su remera— si te da… vergüenza está bien.

— ¿Y yo que gano? —movió levemente sus manos sobre mis pechitos.

Cuando sentí esas tibias manos haciendo presión sobre mis pezones «no tenía brasier recuerden la ropa mojada» sentí una leve electricidad y un calor creciente desde mi abdomen que me acaloró rápidamente aún más.

— Me encantan, chiquitas pero firmes ¿me dejas ver a mi primero? — acercando su cara despacio hacia mi pecho.

No dije nada, solo lo agarré de la cabeza y lo empujé hacia mí. Llevaba una remera de él así que estaba bastante holgada, simplemente la levantó y mis pechitos se descubrieron con sus tibios labios acariciándolos.

Cerré mis ojos inclinando mi cabeza hacia atrás y solo disfrutaba como él se alimentaba de una combinación entre cosquillas e hilarante deseo que crecía cuanto más las besaba, cuanto más las mordía y cuanto más las devoraba.

— Me haces cosquillas —susurré jadeando— tu barba me hace cosquillas…

— Ups, será mejor que te acostumbres —y al instante me mordió levemente un pezón

— D-despacio… por favor —supliqué suspirando fuertemente mientras apretaba mi mano en su cabeza ejerciendo fuerza con mis piernas encima suyo.

Continuó devorando mis pequeños pezones «invertidos por cierto» y pasando sus grandes manos por mi extra delgada cintura, yo me movía cada vez más encima de él y lo presionaba con mi cola para sentir su bulto. Lo que me empezó a extrañar un poco en ese momento, porque en verdad lo sentía bastante de un momento a otro.

Lo único que podía pensar era que si sabía morder y comerme así los pechos, como me trataría más abajo, sin embargo… un “hambre” cada vez crecía más dentro de mí. Un hambre que no era de comida exactamente, tenía muchas ganas y cada vez peor. Pero también una gran barrera de vergüenza y dignidad se me oponía.

Yo “nunca” bajaba antes, pero también tenía que probar cosas nuevas, así que, por esta vez, omití eso…

— ¿Ahora puedo ver yo? —pregunté mordiéndome los labios y mirándolo con una pícara sonrisa.

— Lo que quieras —respondió devolviéndome la misma sonrisa y dándome un besito despacio en uno de mis pezones.

Me reí ligeramente y me levanté, en ese instante me di cuenta que sentía humedad entre mis piernas al juntarlas, por alguna extraña razón mi boca producía mas saliva de la habitual, como si en verdad mi cerebro me preparase para comer algo.

El ambiente estaba semi iluminado, solo había una luz que era de la cocina y la del televisor, nada más, veíamos lo suficiente pero no más de lo necesario. Y lo mejor de todo es que se podían escuchar las gotas chocar contra la ventana, de vez en cuando un destello seguidamente de algún trueno.

Mi cuerpo desbordaba calor, mi boca rebalsaba de saliva y ya no era momento para hacerse la difícil o la “inalcanzable” ya estaba en el juego y a mí me encanta jugar… lentamente bajé dándole besos en su pecho con apenas pelitos y unos abdominales ligeramente marcados, pero enseguida noté esa característica que tanto me gusta de los hombres, esa “V” que se les marca que pareciera una gran flecha hacia una de las partes más deliciosas de su cuerpo.

Claramente si iba a jugar y era mi turno para hacerlo, tenía que aprovechar todo, así que sin dudarlo mi lengua dibujó ambas líneas que bajaban en dirección de su pelvis, su piel era suave, no demasiado y tenía un aroma que me gustaba. Pensé por un momento que me agarraría de la cabeza, pero él solo miraba, yo de vez en cuando inclinaba mis ojos hacia arriba y veía su silueta viéndome «que por cierto me da un poco de vergüenza, irónicamente.»

Llevaba un pantalón algo grueso, como para hacer gimnasia, debajo un bóxer color gris, bajé lo primero y dejé solo su bóxer, fue ahí cuando noté… tenía un bulto fuera de lo común, ya no era solo mi imaginación, era una certeza «aún no la tenía erecta» más bien estaba “semi dura” (si hay un término técnico para eso no lo sé ni me importa ni me importaba en ese momento).

— ¿Esto es real? —pregunté alejándome un poco para tratar de ver el panorama que había frente a mis ojos

— Cada centímetro —contestó con mucha tranquilidad y parecía reírse levemente.

— Pero… ¿está erecta verdad? —fingí no saberlo, pero sí sabía que no lo estaba, aunque muy dentro de mi quería que sí estuviera erecta del todo.

— Solo hay una manera de saberlo —dijo bajándose por completo el bóxer y dejando salir por completo lo que había debajo.

Yo continuaba ligeramente alejada, para mi “decepción” no estaba erecta, estaba como lo pensé, y ya tranquilamente tenía más tamaño que cualquiera normal. Tampoco es que tuviera mucha experiencia, pero basándome en la que conocí de mi primer novio, lo superaba con creces «y a mi me parecía ligeramente grande la de él» así que podrán imaginarse lo que era eso.

Tragué saliva, respiré profundo y con una mano la agarré, tenía dos grandes venas que lo recubrían, estaba casi totalmente depilado y traía perfume «es habitual que los hombres se pongan perfume ahí, supongo.» tenía muchas ganas de comérmela, pero estaba fascinada y horrorizada al mismo tiempo, sí había visto en videos, pero incluso en ellos no era habitual ver tan grandes.

Generalmente los hombres oscuritos tenían algo así y no todos de hecho, así que era merito doble supongo… solo la continué masturbando hasta que iba creciendo y creciendo, mi mano «que no tengo manos pequeñas» ya que soy de extremidades largas. En un principio cubría la mitad y mientras iba aumentando de tamaño pasó a cubrir un tercio, hasta que finalmente cuando ya estaba totalmente erecta, dos de mis manos podían entrar y sobraría para casi una tercera.

Por si fuera poco, la forma de su pene era tan armoniosa, doblado ligeramente hacia arriba, rosado y hasta sus huevitos no eran ni muy largos ni muy grandes ni muy pequeños, realmente y sin exagerar, tenía una hermosa verga. Independientemente de su tamaño, literalmente calzaba con mi gusto personal sobre ello.

Ya no aguanté más, mi lengua salió de mi boca y comenzó a lamer la punta, su gusto estaba bien, ligeramente salado debido a que salía un poquito de juguito «el cual me tragaba, por cierto.» y seguidamente comencé a darle besitos, como si fuera su cara o su boca. Tomaba unas pausas mínimas de 1 segundo para alejarme, mirársela y volver a darle besos acompañado de lamidas suaves.

A todo esto, mis manos «literal, ambas» apretándola, bajando y subiendo su pielcita, hasta parecía que tenía años de experiencia haciéndolo. Parecía instintivo en verdad, de vez en cuando levantaba la vista para ver, siempre estaba ahí mirándome y me sostenía el cabello para que no tapase lo que a mi me encantaba que viese.

Entre los sonidos de mi boca succionándosela, se comenzaban a escuchar sus gemidos, no era música para mis oídos, era arte en su máxima temperatura «no saben lo delicioso que es que un hombre disfrute por nuestra culpa.» el placer es doble, porque estamos comiendo saciando nuestro hambre y a la vez es como si pusieran tu tema de música preferido.

Finalmente, después de saborear a penas una cuarta parte de todo lo que traía ahí, todavía sorprendida del tamaño, siempre tuve cierta facilidad para la garganta profunda, así que quería intentarlo.

Como la mayoría de lectores que leerán esto son hombres, quizás les pase cuando practican sexo oral también, pero es que; a nosotras «al menos a mí» nos da un “hambre” (sí ya la mencioné) pero en verdad, dan ganas de comerte entera lo que traes en frente.

Así lentamente iba comiendo cada vez más, saqué una de mis manos y fui deslizando mi cabeza hacia la dirección de su miembro, cuanto más bajaba, él hacia un gemido ligeramente largo, eso me intensificaba por 10 las ganas de que entrase completa, así que respiré lo más profundo que pude, ya con mi garganta humedecida «y otras partes también» abrí mi boca sosteniéndosela desde la base de su verga y con la única finalidad de que mi nariz tocase su pelvis…

Continuará…

Si te gustó el relato podés leer los otros que tengo y disfrutar tanto como yo, al escribirlos, algunos son de experiencias reales y otros ficción, besitos ♥