Compañeros de trabajo se olvidan del horario laboral

Juan estaba trabajando en el turno de la noche, que empezaba a las diez y se extendía hasta las seis de la mañana, turno bastante agotador, pero estaba acostumbrado a hacer durante un mes seguido, cada tres meses que rotaban tres turnos así de ocho horas, mañana, tarde y noche.

Ocupado en sus labores, no sé había percatado que para esa noche, había poco personal en la empresa, y menos en su salón, ya que solamente quedaba un compañero de trabajo que lo acompañaba, aunque ocupado en otro oficio, pero eran solo ellos dos en el salón.

Rápidamente se empezó a hacer tarde, ya iban siendo la una de la madrugada, y mientras Juan consultaba algunos pedidos de mercancía en su computador, alguien le habló por detrás, era su compañero llamado Victor.

– Demonios Victor, casi me matas del susto, estaba super concentrado en el computador y no te sentí llegar, creí que era un fantasma, jajaja.

– Jajaja, no te preocupes Juan, soy solo yo, te traía este tinto que acabo de preparar, suspende un ratito y déjame hablar contigo.

Victor se sentó algo cerca de Juan, en una diminuta cabina, que probablemente era para una persona, pero Victor se acomodó a un lado del monitor del computador, una pequeña y alargada mesa sirvió para quedar a una distancia bastante corta, por lo que Juan se sorprendió un poco, pero no tardó en tomar la oreja del pocillo con un delicioso aroma de café y brindar con su compañero con una sonrisa de agradecimiento.

Sabes Juan, le empezó a contar Victor, mirada fija y simpática, tenía muchas ganas de hablar contigo a solas, hace casi tres meses que empezaste a trabajar acá, pero aunque ya hemos intercambiado saludos y un par de palabras, quería hablar más de cerca contigo, estoy más que interesado en conocerte, me caes super bien y quiero que seamos muy buenos amigos, y quería hacerte una pregunta un poco atrevida, para romper el hielo.

He notado que cada que pasas y me miras, te me quedas viendo el pecho, y como sabes, siempre llevo la camisa un par de botones más abajo de lo normal, ya que es mi atractivo, he conquistado chicas con sólo enseñar los pelos de mi pecho, jajaja, y me preguntaba, bueno, qué te parece mi pecho, te gusta lo que ves?

Juan nunca esperó una pregunta así, menos en ese momento, que estaban frente a frente y a una distancia tan comprometida, y no tenía idea de qué iba a decir, pero simplemente dijo que si, que le gustaba, que le parecía sexy, y Victor con una sonrisa pícara replicó, Sexy?

Si, ya sabes, sexy para las chicas y todo eso, digo, eso ya lo sabes, no?

Victor sonriedo aún más, le dice, pero Juan, te estoy preguntando por tu opinión, acaso también te parece sexy? Quieres tocarlo?.

Juan ahora se había puesto demasiado nervioso para ocultarlo, y mirando a su alrededor, confirmando la soledad que los rodeaba, descargó su café a un lado, y con timidez pero con prontitud, introdujo su mano por la camisa, palpando ese frondoso tendido de pelo crespo y negro, sin mirar a los ojos a Victor, pero rápidamente sacó la mano, y sintió verguenza por lo que acababa de pasar, tanto que se levantó y pensaba huir, pero Victor lo tomó de la mano y le dijo, tranquilo parce, no pasa nada, jajaja, no soy gay ni nada de esas cosas, y Juan se calmó y se volvió a sentar.

Ups, perdón por asustarme, jajaja, creí que esta charla ya iba por otro lado, y tampoco soy gay, además soy hombre casado – dijo Juan enseñando su anillo de matrimonio -, pero fue chistoso, qué broma la que me acabas de hacer compañero.

Victor soltó una fingida carcajada, mirando fijamente a Juan, empezó a decirle que tranquilo, no soy gay pero tampoco estoy en contra de eso, cada cual, solo que acabas de tocarme el pecho, y pues lo justo es que yo también toque el tuyo y así quedamos en paz, no crees?

Turno para Juan hacer la fingida risa, y pues supongo que si, adelante, pero mi pecho no es peludo como el tuyo, jajaja, y mientras empezaba a safar los botones de arriba de la camisa, Victor de un salto se para demasiado cerca y rápidamente coloca su mano encima del pantalón, agarrando el paquete de Juan, quien se quedó petrificado mientras su compañero de trabajo le apretaba con ganas las bolas, buscando la mirada congelada de Juan y demasiado cerca como para escapar, pero ambos se quedaron así parados sin mediar palabras, hasta que Juan finalmente tuvo el valor de mirarlo a los ojos y poco a poco una sonrisa dibujaba su callado rostro.

Victor al sentirse aprobado por la sonrisa de su amigo, acercó su tupida barba a los labios de su «presa», y sin más comenzó a besarlo, y al ratito recibió respuesta, con un Juan apasionado, que lo abrazó y se llenó de pasión al meterle la lengua hasta el fondo, y no solamente se llenó de pasión, sus penes empezaron a llenarse de sangre y a notarse por encima del pantalón, ese loco beso que no quería terminar, tenía a ambos demasiado calientes para parar, y siguieron por tocarse todo en silencio, sólo se miraban, y así en un instante cayeron al piso los pantalones de Juan, por lo que Victor rápidamente cayó de rodillas y empezó a chupar como loco el delicioso chimbo que Juan tenía a reventar, que estaba bañado por ese elixir salino de sus fluidos seminales, y tan venoso y caliente, que ni bien pasaron un par de minutos, las contracciones de sus bolas derramaron en la garganta de Víctor un semen tan rico que salió con tantas ganas y fuerza, y con un placer tan profundo que la descarga fue mucho más de lo que Victor pudo soñar, se estaba ahogando con la cantidad desorbitante de ese rico semen que salió, pero que rápidamente y hasta chupar la última gota, bajó al estómago de un Victor que también se encontraba en la humedad absoluta entre sus pantaloncillos.

Juan parecía perdido, el placer que sintió, nunca lo tuvo con las mamadas de su esposa, se sintió tan bien que estaba dispuesto a hacer lo que Victor quisiera, quien no tardó en decirle que quería chuparle el culo. Juan se giró en el acto, y mientras Victor se abría campo con las manos, su lengua tocó el culito, cosa que hizo que Juan se estremeciera con un placer que le hizo blanquear los ojos mientras su cabeza se había ido atrás de la emoción, y al cerrar sus ojos sentía cada movimiento de la lengua experta de Víctor, quien iba bañando el culo con una saliva demasiado abundante que goteaba al piso, y su lengua juguetona empezaba a darle suaves puntazos a la entrada del culito de un Juan que estaba absorto de placer, era la primera vez que le chupaban el culo.

De repente, Victor se levantó y lo agarró con fuerza, lo recostó contra la mesa, quedando al aire el culito hambriento de Juan, y le dijo, relájate amor, deja que se deslice, y poniendo la punta de su pene en ese culo bañado en babas, empezó a meter la cabecita suavemente, la sacaba y escupía para volverla a meter, mientras se escuchaban unos pequeños gemidos como gritando no te detengas, y después de un rato, la hermosa verga estaba totalmente adentro, en un lento entra y sale, que Victor supo controlar con calma, no quería que su nuevo esclavo tuviera demasiado dolor y no quisiera repetir, pero a la vez Victor al sentirse dentro de un culito tan estrecho, no quiso forzar nada ni tratar de aguantar más, y se dejó llevar, llenando el vientre de Juan con su espesa leche calientita, preñando a su nueva puta, a la vez que Juan loco de placer, se volvía a venir, regando la mesita del computador con otro chorro bastante abundante, teniendo en cuenta que había vaciado sus bolas solamente unos minutos atrás, y al sacar Victor lentamente su pene, el hecho de ver la leche derramada en la mesa, hizo bombear nuevamente sangre a su verga y empezó a volverse a parar, cogiendo la cabeza de Juan y obligándolo a tomarse la leche de la mesa, limpiándola con la lengua, y luego metió su pene hasta el fondo, en un Juan que casi se vomita al sentirse ahogado con el pene de Victor, quien con fuerza y sin control, le daba chimbo a esa garganta nueva que respondía aún siendo la primera vez en recibir pene, hasta el estallido de semen que igual lo obligó a tragarse mientras ambos se estremecían de absoluta pasión…

Volver a besarse con calma, subirse ambos los pantalones, mientras una risa los agarraba sin pensar, y Juan se sentía tan bien, su adrenalina empezaba a bajar, pero se sentía pleno, con un placer que nunca antes pudo conocer, y a partir de esa noche, Juan se enamoró perdidamente de su hombre pechipeludo, su lobo, su semental.

Es navidad, y la esposa de Juan se va a pasar unos días donde su mamá, Juan se queda solo en casa un 23 de diciembre, toma el celular y acuerda encontrarse con Victor, quien lo espera en un hotel de lujo, mientras le dice que se prepare porque van a amanecer juntos y le quiere dar chimbo toda la noche, mientras que Juan a su vez, dice que también quiere comer culito y ni un ternero será capaz de tragarse toda la leche que se derramará esa noche en la pieza del hotel, donde dos parceros piensan hacerse su nochebuena como nunca en la vida, y tener la noche más placentera que dos hombres calientes se pueden dar…