Conozco a una zorra de 20 años con un secreto oscuro

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En esta ocasión, os voy a contar la historia de Lourdes, una chica de apenas 20 años, estudiante de Medicina, con aspiraciones de llegar a ser, como su padre, una neurocirujana, algún día, pero con un secreto, muy especial…

Debido a la dureza de algunos temas, como es el caso del BIID, puede ser que este relato, pueda parecer más de SadoMaso que de Dominación…

Yo mismo os contaré la historia.

Paseando por Las Lomas, en Boadilla del Monte. Miércoles por la tarde

Ese día, había acabado la jornada laboral por la mañana, y me había dejado la tarde libre, para ponerme a preparar un juicio, algo importante, que tenía a la semana siguiente; llegué a mi casa, en Boadilla, ya comido, en torno a las 16:00, me puse cómodo, para hacer algo de deporte, un chándal, de una conocida marca alemana, y unas deportivas, y me fui, con Nobita (Mi perro, un pastor alemán), a dar una vuelta, para que ambos paseáramos, y, Nobita, aprovechara para ir al baño, ya me entendéis.

Salí de mi casa, y fui a dar una vuelta por la urbanización, con la idea de regresar un rato después, y ya, ponerme con lo que tenía que hacer, de trabajo.

Apenas llevaba 10 minutos de paseo, cuando, Lourdes, apareció.

En torno a 165cm de altura, morena, pelo no muy largo, digamos, media melena, aparato en los dientes, bastante guapa, piel bronceada…

Se podría decir, que era la típica niña pija de urbanización, y que, estaba buena, todo hay que decirlo, sus tetas y su cuerpo, eran naturales, y, se notaba que se cuidaba…

Iba vestida de forma bastante femenina, aunque, de deporte, como yo; llevaba unos leggins, que le marcaban un culo perfecto

Llevaba un rottweiler, al que iba paseando, y, claro, los dos perros, pues se empezaron a olisquear el culo, cosas de perros…

Pero, fue una buena oportunidad, para empezar a hablar con, y a conocer a Lourdes, ya que, poco a poco, comenzamos a hablar, mientras dábamos un paseo, pues ambos, habíamos salido a lo mismo, y no le importó, a Lourdes, hacerlo en compañía.

Me estuvo contando que estaba estudiando Medicina, para seguir la tradición familiar, ya que su padre era neurocirujano, y, su madre, cirujana plástica, por lo que estaban forrados de pasta, además, era, como yo, solitaria, (Hija única), por lo que iba a heredar todo, algún día.

Sin embargo, noté un cierto halo de tristeza en su mirada, cómo si no estuviera muy segura, de lo que estaba haciendo, no por estar ahí conmigo paseando, sino más, a nivel de estudios y de tipo de vida que llevaba o que iba a llevar.

En mi casa de Las Lomas.

Fuimos paseando, hasta llegar a mi casa, y, cuando ya me iba a despedir de ella, fue ella misma quien me dijo:

“¿No me vas a invitar a pasar, aunque sea a tomar algo?”

Yo, me llevé el dedo a la nariz, sorprendido, pero, le dije que sí, y la invité a pasar.

Dejamos a Nobita y, al Rottweiler de Lourdes, jugando en el jardín, y, nosotros, entramos en mi casa, pasamos al salón, y Lourdes, me pidió un refresco de naranja, y yo, me puse otro.

Estuvimos hablando de Medicina, uno de los temas que, a mí, más me gustan, pues, mi vocación frustrada, es la de haber sido cirujano plástico, y, ahí fue, cuando Lourdes se empezó a soltar un poco, ayudada a que yo le comenté algunos casos de BIID que conocía, para saber su opinión.

Lo que Lourdes me confesó, me dejó, en parte, helado, y, en parte, muy caliente, pues me vi, ante la oportunidad de mi vida, de, poder ser realmente duro y cruel, con alguien que me lo iba a agradecer para siempre.

Lourdes me dijo, que creía que ella misma, también tenía BIID, porque, su sueño más oscuro, y que guardaba en el fondo de sí misma, sin poderlo hablar con nadie, era el de tener que usar una silla de ruedas, y no poderse valer por sí misma, para nada, ser completamente dependiente de alguien.

Creo que, al contármelo, Lourdes se sintió liberada, a la vez que, cachonda, pues, noté como sus leggins, se mojaban, a la altura del coño.

Yo le pregunté a Lourdes, si alguien más lo sabía, y me dijo que no, porque no se había atrevido a decírselo a nadie hasta ahora, porque temía el rechazo de su familia, de sus padres, por ejemplo.

También le pregunté, intrigado, qué modificaciones querría hacerse, si no hubiera limitaciones, y encontrara algún cirujano, dispuesto a hacérselas, y eso fue lo que Lourdes me respondió:

Alguna operación, que dañe la médula, y no me permita andar, y, si pudiera ser, tampoco mover los brazos; no descarto la necesidad de una traqueotomía, y/o de alguna operación que me impidiera poder hablar

Alguna operación, a nivel ocular, para no poder ver nada

Alguna operación, que dañara la zona de los oídos, para no poder oír nada

También estaría dispuesta, a alguna amputación, si se pudiera, y, si eran varias, aún mejor.

Sólo quería tener bien, las capacidades, digamos, cognitivas, se podría comunicar con un ordenador, que hablara por ella, con un sintetizador de voz.

Me estuvo explicando que, de llevar a cabo esas operaciones, iba a necesitar un equipo de enfermería 24/7, pero que lo pagaría con el dinero de sus padres, ya que habían invertido en pisos, que tenían alquilados, y, con el dinero que sacaban, cada mes, pues pagaría esas enfermeras, que la cuidarían.

También me explicó, que, al contrario de muchas mujeres, que conocía por haber ido a la clínica de su madre, a operarse las tetas, y demás, ella no quería tener un cuerpo 10, si se entrenaba en el gimnasio, y se cuidaba, era sólo por cubrir las apariencias, en realidad, en su más profundo ser, quería ser destruida, lo más posible.

Después de la conversación, estuvimos un rato más hablando, hasta que llegó la hora de cenar, Lourdes me dijo que no tenía prisa, que pidiéramos algo de cena, y que, incluso, se podría quedar a dormir conmigo, si yo le dejaba, porque sus padres tenían turno en su hospital, y no iban a pasar la noche en casa, por lo que, para estar sola en su casa, prefería quedarse conmigo en la mía.

Le hice caso a Lourdes, y pedí algo de cena, pero no dejé que opinara, yo me encargué de todo, algo que, a Lourdes, le pareció bien

Mientras la cena llegaba, le pregunté a Lourdes, sobre sus experiencias a nivel sexual; me contó que ya había follado, en alguna ocasión, pero, que no tenía mucha experiencia, aunque, no le importaría ir aprendiendo, si encontraba a alguien con quien poder practicar.

Antes de que llegara la cena, le propuse algo a Lourdes, que no dudó ni un segundo en aceptar, que recibiera, en bolas, al repartidor de la cena, como dijo que sí, se empezó a desnudar, pues ya faltaba poco para que llegara con la cena.

Pude ver, por primera vez, su cuerpo desnudo, se notaba que se cuidaba, aunque fuera sólo para guardar las apariencias.

Llevaba el coño, sin un solo pelo, porque, según me dijo Lourdes, le gustaba sentirse limpia, y poder follar sin problemas, si se daba la oportunidad, que no se sintiera rechazada, por llevar un matojo en el coño.

El repartidor de la cena, tocó al timbre, y, Lourdes, fue a abrir la puerta, completamente desnuda y descalza, os podéis hacer una idea, de la cara que puso el repartidor, cuando la vio.

Estuvimos cenando, no le dejé a Lourdes que se vistiera, porque, así, sería más fácil, que pasaran cosas, como así sucedió.

Después de la cena, fui, poco a poco, masajeando el cuerpo de Lourdes, sobándola, hasta que, aprovechando que Lourdes, había cerrado los ojos, le metí un dedo en su coño, Lourdes, lejos de enfadarse, gimió, y me pidió que siguiera.

Yo, dudaba de si follármela o no, pues, aunque lo que me había dicho sobre su situación, me había puesto muy cachondo, no las tenía todas conmigo.

Fue entonces, cuando Lourdes, se ofreció a hacerme una felación, porque vio el bulto de mi polla, en el pantalón, y tenía curiosidad, por verla, al natural, y, probar su sabor, según me dijo.

Yo le di vía libre, y Lourdes, me bajó los pantalones, y el calzoncillo, y empezó a hacerme una mamada.

No lo hacía del todo mal, a pesar de que tenía poca experiencia, haciendo felaciones; cuando llegó el momento de correrme, lo hice sobre sus tetas, porque Lourdes quería que me corriese ahí.

Como seguía sin estar muy convencido, de si era una buena opción, para follármela, le dije que, me iba ya a dormir, y que, al día siguiente, hablaríamos con calma.

Lourdes, se vistió, y se fue, llevándose a su perro con ella, pero, de buen humor, y de buen rollo.

La llamada, del día siguiente, y más cosas que ocurrieron, en el próximo capítulo.

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