Cuando llega una visita demasiado apasionante y saciante

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Elías y Pedro, el primero canario, de Gran Canaria y el segundo gaditano fueron compañeros de universidad, terminaron la carrera de Ingeniería informática año por año al tiempo que perfeccionaban el inglés, alemán y chino, vamos eran inseparables además de trabajar para la misma multinacional. Los dos eran dos rubios fornidos de casi metro noventa ambos, vamos que levantaban pasiones doquiera que iban.

Pedro era muy aficionado a la botánica, de hecho era su segunda opción para estudiar pero de momento lo tomaba como un aficionado avanzado. Ya le había comentado a su amigo inseparable Elías que quería visitar el Jardín Botánico Viera y Clavijo, comúnmente conocido como “Jardín Canario” por los habitantes de Gran Canaria, ésta era una de sus prioridades en la vida.

Corría el año 2019 cuando en una mañana muy gélida en Alemania, tomaba un café y pensaba profundamente Pedro en visitar Gran Canaria, así se lo comunicó éste a Elías. Elías se contentó mucho al oírlo ya que hacía casi tres años que no veía a su madre, tan sólo se comunicaba con ella mediante llamadas telefónicas o vídeo llamadas, éste levantó el teléfono a media tarde y le comunicó a su madre la visita con su grandísimo amigo.

Antonia la madre de Elías sabía de la existencia de Pedro pero ni lo conocía físicamente ni había cruzado palabra con él. Antonia vivía sola, su marido un empresario de éxito hacía varios años que había abandonado su residencia en Gran Canaria, viajaba por todo el mundo, el dinero sobraba pero el amor estaba vacío, de vez en cuando recibía una llamada de éste y poco más, ya hacía tres años que no pisaba o por lo menos Ella lo desconocía que pisara suelo insular. Lo cierto es que Ella no trabajaba, no le hacía falta, si practicaba muchísimo deporte y se cuidaba, para ser casi una cincuentona se mantenía como una niña de veinte y cinco años.

Una vez que sacaron los billetes para semana santa, Elías mandó una foto de Pedro a su madre y realizó una videollamada con los tres para que se conocieran algo. Evidentemente si juntamos los carnavales de Cádiz y los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria, tenemos una diversión asegurada por tanto una conversación muy fluida y distendida. Pedro aprovechó para halagar a la madre de Elías, como no una mujer muy educada y muy hermosa que le iba a hacer de anfitriona a su hijo, su novia y él, hasta una poesía recitó, estaba muy claro que con el gaditano se le daba color y calor a la conversación, además como dijo Pedro: “ El Cádiz y la UD Las Palmas visten de amarillo” Las risas de los tres eran brutales, se desternillaban.

Aquella conversación se difuminó conforme pasaban los días y ciertamente Antonia se encontraba sola, no era capaz siquiera de mantener una relación carnal con otro hombre que no fuese su marido, era una mujer fiel y arraigada a sus principios o quizá enclavada en el pasado, ella no quería reconocer que quizá su marido no volviese ni siquiera de visita, en fin era su decisión.

Llegado el día Antonia fue con una furgoneta a buscar a los tres al Aeropuerto, al ver salir a su hijo por la puerta de llegada le dio un grandísimo abrazo, como no las lágrimas se manifestaron, normal tantos años sin verlo y además estar sola, cualquier ser humano habría reaccionado igual. Seguidamente besó a la novia de su hijo una preciosa Húngara que hablaba un perfecto español y por último saludó al gaditano que se comía con la vista a Antonia, era un conquistador, seductor, un galán. Ya en el primer abrazo con Pedro notó la dureza de su tranca, quizá lo alargó para prolongar en décimas de segundo aquella situación sorpresiva. Justo antes de subirse al coche levantó el teléfono y dijo al responder alguien al otro lado del teléfono: “ En veinte y cinco minutos, que esté todo preparado”

Antonia condujo hacia su casa, disponía de varias plazas de garaje y algunos apartamentos en aquel edificio. Al entrar, en su casa, ya por orden de Antonia había un gran mesa llena de aperitivos, como no había quesos semicurados de los altos de Gran Canaria, aceitunas procedentes del sureste de Gran Canaria, un buen jamón pata negra y como no para beber en la nevera vino blanco del Archipiélago Canario así como una botella de un ron añejo, todo esto era la antesala de una gran paella de mariscos que llegaría un rato después.

La conversación era muy agradable entre los cuatro, muchas anécdotas y andanzas de estos años contaba su hijo Elías , de cómo había conocido a su novia y el cable que le había echado Pedro para organizarle una pequeña fiesta y conquistarla. Siempre Pedro ponía el tono humorístico, al tiempo que se comía con la vista a Antonia, ésta vestía una corta falda vaquera y unas zapatillas de deporte. En aquella mesa estaban sentados frente por frente Elías con su novia y Antonella con Pedro, ya las miradas eran más penetrantes, más aún cuando Antonella abrió un poco más de la cuenta las piernas y Pedro pudo ver sus braguitas blancas.

Sonó el timbre, como era normal se levantó Antonella, la paella había llegado, una chica llegó a la cocina, le dejó allí, recibió el pago y una propina más que aceptable. Ésta pidió ayuda y como no, quién se levantó ante tal petición, el gaditano que era un galán se acercó mientras seguían conversando su amigo y su novia. Mientras preparaban los cubiertos y los platos se quedan Antonella y Pedro uno frente al otro y es Antonella la que levanta la mano acariciando con muchísima sensualidad a éste, moja su dedo con algo de saliva y se lo acerca a los labios de éste, su respuesta cerrar los ojos en señal de placer. Antonella miró a su entrepierna, vio como su pantalón vaquero se estiró, buena señal, empalmaba bien y parecía que tenía una buena tranca, no había tiempo para recrearse más. Antonella dudó de si acercaba la paella a la mesa o servía los platos con la ayuda del gentil caballero. El caso es que sirvieron los platos y a la vuelta recogieron los que estaban vacíos.

Al estar sentados los cuatro sobre la mesa, se percató Elías de que tenía pintura de labios en sus labios Pedro, por un momento sonrió y se hizo el loco. Comían gratamente más que hablaban como es normal, más aún cuando la paella estaba exquisita. Lo cierto es la confianza, el exceso de relajación o vete tú a saber si lo hizo con toda la intención del mundo Antonella coge un langostino y comienza a chuparlo con intensidad, como resultado un sonido un tanto sorpresivo, el caso es que los tres restantes se sorprendieron, Pedro para echar un capote a Antonella comenzó a reírse provocando la risa incluso de ésta, el broche de oro lo puso con un comentario su hijo Elías:

-¡ Mamá si todo lo hace con esa pasión¡ -exclamó Elías.

-Antonella se ruborizó pero reaccionó bien y dijo: “ Desde luego que va a pensar tu novia y Pedro de mi” -recalcó ésta.

-Estoy muy seguro que Pedro tiene todas las buenas intenciones para Ti-dijo Elías.

Lo cierto es que Antonella se dio cuenta de que Pedro tenía manchado sus labios de su pintura de labios, y que su hijo también se había percatado, bien pensó Ella: ” Quizá tenga suerte y nos dejen un par de horas para gozar del sexo después del almuerzo y del café.

Llegó el momento de preparar el café, Antonella como anfitriona se levantó y aprovechó para ir a su habitación a cambiarse de ropa interior ya que sus braguitas estaban muy mojadas ante tanto intercambio de miradas insinuantes por varias partes. Al ver que tardaba en exceso Pedro se levantó y vio como Antonella salía de su habitación colocándose su falda, sonrió al verla, ésta se lo devolvió con un beso volado, no quería mancharle nuevamente con pintura, aprovechó tal momento para limpiarle la pintura anterior. Por otro lado Elías advirtió a su novia de dejarlos solos justamente después del café.

Así fue, al terminar el café Elías y su novia Hanna dijeron que iban a sacar la ropa de las maletas, la iban a colocar para luego dar un paseo, y enseñarle un poco los alrededores a su novia, añadieron que en unas tres horas regresarían para buscar un lugar dónde cenar.

Según cerró la puerta Antonella, se acercó ésta a Pedro y le dijo:

-Estoy casada, hace casi cinco años que apenas veo a mi marido, ya no me acuerdo lo que es un hombre-remarcó Antonella.

Ante tal ataque de sinceridad, Pedro sabía cómo tratarla.

Pedro hizo sentarla y le abrió las piernas, le apartó el pelo y comenzó a dar suaves lengüetazos sobre sus orejas al tiempo que masajeabas sus pequeñas mamas, Antonella comenzaba a gemir tenuemente, lo cierto es que sentía vergüenza debido a sus principios religiosos. Pedro iba despacio, las manos las dirigió hacia su vulva, la masajeó suavemente, ya Antonella gemía con más frecuencia, los gemidos se sucedían con mayor intensidad y frecuencia, un tremendo orgasmo le sobrevino. A continuación Pedro la levantó, le ayudó a quitarse toda su ropa interior, de su sostén saltaron dos mamas pequeñas terminando en unos más que notables pezones, tenía unos hermosos pechos, más firmes que los de una niña de veinte años, eran increíblemente hermosos. Se sentó frente a él, sus brazos rodeaban los hombros de Pedro, mientras ésta cabalgaba con un ímpetu descontrolado, gemía muy suave pero parecía que iba acompasada con sus brincos, de buenas a primeras le pidió el relevo a éste, la penetraba de una manera muy salvaje, se hizo el silencio unos pocos segundos hasta que Antonella le dijo al oído: “Fóllame, fóllame, fóllame de manera más salvaje, nunca he sentido algo parecido” Dentro de mi coño hay fuego, fuegos artificiales, veo luces de colores, estoy en el paraíso-exclamaba ésta. Elías al oír sus palabras se entregó totalmente a la causa, ya se había corrido pero la polla la tenía muy dura, la chica hacía de afrodisíaco. Tenía los ojos cerrados pero sus oídos sentían los golpes de la nalgas, su polla estaba empapada de los elixires que aquella dama expulsaba. Por un momento le levantó las axilas y le comenzó a dar unos lengüetazos brutales, volvió a provocar otro orgasmos o varios seguidos, la chica era muy agradecida, que más puede pedir uno, la chica le estaba haciendo el amor. Pedro era cómplice total, estaba embaucado, anonadado y sorprendido de lo que le hacía sentir, jamás conoció a hembra que lo provocara con tal sensualidad. Todo aquello ya estaba dudando si era un sueño y luego se iba a caer de la cama-pensó Pedro. Era un realidad que estaba viviendo, Antonella no paraba de gemir, él le seguía dando pingazos, hacía lo imposible por agradarla porque mantuviese un estatus placentero el mayor tiempo posible. Por un momento Antonella enmudeció, pasaron varios largos segundos sin oírla, Elías se asustó, la levantó estaba inmóvil, la trató con dulzura, la sentó en el sillón y esperó unos segundos más, Ella no reaccionaba, Pedro pensaba en lo peor, pareciese que estaba inconsciente, abrió los ojos y le dijo:

-“ Acércate mi amor, gracias por haberme hecho sentir una mujer-aclaró Antonella-. En algún momento de mi vida, inocente de mí, me han hecho creer que no servía para satisfacer a un hombre, ya veo que tan sólo me hacía falta un hombre que me hiciera sentir como una mujer- le explicó Antonella.

-Eres simplemente increíble, eres perfecta-dijo Pedro.

A las casi dos horas y media Llegaron su hijo Elías acompañado de su novia Hanna, estaban preparados los cuatro para ir a cenar. El día siguiente casi por exigencia de Pedro fueron a visitar el Jardín Botánico Viera y Clavijo.

Cuatro semanas después de haber llegado a Alemania, regresó Pedro a casa de Antonella, aquí volvió a pasar cuatro días en compañía de su amada. La relación se hizo cada vez más estrecha, Antonella iba a Alemania a ver a su hijo y a disfrutar de su amante y éste le devolvía las visitas con frecuencia.