Una noche para ver películas con mi sobrino

Ella no pensó nada en especial cuando su sobrino comenzó a visitarla para ver películas con ella frecuentemente. Como era usual, él escogería una cinta y le traería una bebida para disfrutar, aquel sobrino sabía que su tía se sentía sola, quería hacerla sentir bien. Así, la tía comenzó a fijarse más en su sobrino, notaba lo amable, alto y guapo que era, ¿cómo no lo había anticipado antes? Por supuesto, aquella mujer jamás se enteró de que su amable sobrino alteraba su bebida, que colocaba subliminales en las películas que específicamente escogía, que lentamente se iba apoderando de su mente.

Lo único que ella sabía era que se sentía apreciada y que amaba tener a su sobrino en su casa. Desde entonces, ella comenzó a vestirse con cierta elegancia, un traje de oficina con minifalda negra ajustada y pantimedias con tacones del mismo color. Su tía creía que era meramente formalidad de presentación. Aun así, mientras más películas veían, más confiada se sentía su tía, pues entonces comenzaba a quitarse los tacones y pantimedias justo a mitad de las películas, no tenía pudor en mostrar sus desnudas piernas y pies frente a su sobrino. Ella no era tonta, notaba las lascivas miradas que tiraba su sobrino con cierta timidez, pero era normal – pensaba ella – pues seguía siendo una mujer atractiva, y él un joven hombre, un hombre con necesidades.

Sin darse realmente cuenta del cambio, las películas pasaron a ser más y más explícitas, casi pornográficas. Ella no se quejó en ningún momento, disfrutaba de ese cálido momento con su sobrino. Empezó a vestirse más provocativa para él, pues seguidamente se encarcelaba en pensamientos que lo tenían a él como protagonista. No era solamente su sobrino, era un hombre, un joven y apuesto hombre. Entonces, en una noche de películas, la mujer decidió destaparse una teta sin llamar la atención, la tocó y apretó para luego volver a guardarla con rapidez. Se sintió muy bien, ella se sintió excelente. Él estaba dentro de su cabeza ahora, tomando control de sus ideas e impulsos más bajos. Pero le gustaba, le encantaba, su placer era todo lo que le importaba en ese momento.

Cada noche, después de que se marchara su sobrino, se quedaría hasta tarde fantaseando y masturbándose, pensaba en él, en su verga y en su cuerpo chocando húmedamente contra el suyo. Cuando llegó la noche en que su sobrino descaradamente le pidió que se desvistiera, ella obedeció felizmente. Algo dentro de ella había cambiado, su tía lo sabía, algo le hacía obedecer cada palabra que saliera de su sobrino, tenía que averiguar hasta dónde la llevaría eso. Ocurrió, su sobrino por primera vez le folló por el coño en contra de la mesa de comer, rompió la mente de su tía, pues ella dejó de existir, ahora solo existía una pequeña zorra obediente, su juguete… ella no deseaba nada más en el mundo. Ya ni siquiera colocaban películas, pues directamente comenzaban a follarse, entrando y saliendo la verga de la garganta de aquella mujer, expandiendo su coño y su culo, poseyéndola con las grandes manos que apretaban sus piernas y empujaban su cabeza.

Su semen era todo lo que ella buscaba ahora, era todo lo que necesitaba, en realidad… y él era generoso. Una tía convertida en una feliz esclava sexual y un sobrino revelado como el amo de ella.