Cuando me deje llevar por la calentura e inicie en el incesto
Después de mucho tiempo de tener una cuenta aquí me anime a escribir sobre algo que empezó hace unos meses con mi hijo.
Para que conozcan un poco de mí, tengo 36 años y soy una mamá muy dedicada a mis dos hijos, el mayor de ellos y de quien les contaré hace poco cumplió 18 años. Si bien ambos son mis hijos, tienen padres distintos, mi matrimonio fue prácticamente obligado ya que tenía 18 años cuando quedé embarazada, pocos años después me divorcié y luego conocí a quien fue padre de mi segundo hijo, con quien vivimos juntos por varios años, pero también fracasamos como pareja por lo que ahora mi vida se dedica a mis hijos y mi trabajo.
Físicamente, soy delgada, piel trigueña, mido 1,57, tengo cabello y ojos negros, senos medianos, piernas contorneadas y figura bien cuidada gracias a mi gusto por el atletismo y el baile. Mi hijo mayor es de piel blanca, delgado, mide 1,74, cabello negro y ojos marrones, su cuerpo no es musculoso, aunque si tiene una figura atlética ya que a veces hacemos ejercicio juntos.
Todo empezó un día cuando mi hijo terminó el primer ciclo de la universidad, él siempre ha sido muy estudioso y nunca me dio problemas en la escuela. Era un nuevo lugar y había hecho nuevos amigos, ese día tenía una reunión con ellos para celebrar haber culminado con éxito el ciclo por lo que llegaría a casa un poco más tarde.
Yo estaba en casa con mi hijo menor quien estaba en la sala con sus video juegos, era viernes así que no tenía problemas con que se desvelara un poco. Decidí subir a mi dormitorio y darme un baño mientras esperaba.
Ya en la ducha traté de relajarme, el agua tibia recorría mi cuerpo, cerré los ojos mientras mis manos aseaban mi cuerpo y luego las detuve en mis senos, siempre fueron uno de mis puntos más sensibles así que empecé a jugar con mis pezones y estos empezaron a reaccionar poniéndose duritos, mi otra mano decidió bajar un poco más por mi vientre y llegar a mi sexo, jugando entre mis labios vaginales y separándolos ligeramente para permitir la entrada de mi dedo medio con dirección hacia mi clítoris. Estaba disfrutando bajo el agua de la ducha y con dos dedos dentro mío cuando de pronto fui interrumpida cuando mi hijo menor tocó con fuerza la puerta del baño.
– ¡Mamá!
– ¿Qué paso cariño, porque tocas la puerta tan fuerte?
– Llevo rato tocando, pero no me haces caso. ¿Mamá puedo comer helado?
– No mi amor, ya es casi media noche y tienes que ir a dormir.
– ¿Bueno, pero puedo terminar un juego más?
– Está bien mi amor, pero solo uno y luego a dormir.
– Si mamá, gracias.
Esta interrupción bajo ligeramente mi calentura por lo que tuve que dejar pendiente mi tarea, terminé de bañarme y me vestí, me puse un bikini blanco y vestido corto de algodón con tiras en los hombros de color rosa y sin brasier.
Luego de secar mi cabello baje a la sala para ordenarla mientras esperaba que llegará mi hijo de su fiesta, estaban celebrando desde temprano y por eso me preocupaba ya que no tenía mucha costumbre de tomar licor. Poco rato después, recibí un mensaje suyo diciéndome que estaba en camino y llegaría pronto lo cual me tranquilizó.
Luego de terminar subí nuevamente a ver a mi hijo menor quien ya estaba profundamente dormido, entre a mi dormitorio y ya en la cama pensé en aquello que deje pendiente en la ducha, sentía la fresca tela de las sabanas sobre mi piel, mis manos acariciaron mi cuerpo sobre el vestido y luego baje las tiras de mi pijama dejando mis senos al descubierto, mis manos los masajearon y con los ojos cerrados volví a sentirme excitada, mi respiración se aceleró y mientras lamia mis dedos mi otra mano fue a mis muslos, subiendo por ellos en camino a mi sexo. Acaricie mis labios vaginales sobre la tela de mi ropa interior, la hice a un lado para permitir a mis dedos hurgar en mi intimidad haciendo que me humedezca rápidamente.
Mi boca entre abierta con la respiración agitada, mis ojos cerrados, una mano acariciando mi cuello y mis senos, mientras que la otra se encontraba entre mis piernas, separando mis labios vaginales mientras dos dedos estaban entrando en mí. Suspiraba jadeante mientras disfrutaba de las sensaciones que invadían mi cuerpo cuando de pronto, escuche un ruido en la sala. Mi hijo acababa de llegar.
Nuevamente interrumpida, acomode mi ropa y preste atención desde mi cama, escuche a mi hijo subir torpemente por las escaleras y tocar la puerta de mi dormitorio.
– Toc, toc, toc.
– Hola mi amor, pasa. (estaba sentada en mi cama cubierta hasta la cintura con la sábana y había acomodado mi vestido)
– Hola mamá, ya llegué, nos divertimos mucho.
– Estás mareado amor, ¿quieres que te prepare algo?
– No, solo quería saludarte antes de irme a dormir (se tambaleo un poco y me levanté de la cama para ayudarlo a sostenerse)
– Amor, creo que estas muy mareado.
– Si mamá, ¿puedo quedarme y dormir acá contigo?
– Si, si mi amor, recuéstate.
Torpemente se quitó la ropa como pudo quedándose en bóxer y dejando su ropa en el suelo. Ya antes había visto a mis hijos en ropa interior igual que ellos a mi así que no había nada raro para mí, en otras ocasiones nos habíamos quedado en mi cama viendo alguna película y habíamos dormido todos juntos por lo que no era extraño lo que me pidió, aunque hubiese deseado que se marchara para poder terminar de aliviar mi calentura a solas.
Acomodé la ropa que mi hijo dejó en el suelo y volví a la cama, él se quedó rápida y profundamente dormido mientras que a mí me estaba costando conciliar el sueño, pensaba que tal vez me habría sido posible dormir más rápido si no me hubiesen interrumpido mientras me daba placer. Volví la vista a mi hijo para verificar que realmente estuviese dormido y pensé en culminar lo que había iniciado en la ducha, aunque me incomodaba un poco hacerlo teniendo a mi hijo al lado, pero mi calentura pudo más y decidí hacerlo.
Me metí bajo las sabanas y sin quitar la vista del rostro de mi hijo, baje las tiras de mi vestido para descubrir mis senos, luego mis manos fueron a mi cintura y subieron mi vestido de modo que quedo enrollado a la de mi vientre. Acaricie mis caderas y baje mi ropa interior hasta mis rodillas para terminar de quitármela con el movimiento de mis piernas, la tomé y escondí bajo mi almohada.
Me preocupaba que mi hijo pudiese despertar en cualquier momento y se pueda dar cuenta de lo que su madre hacia bajo las sabanas. Por otro lado, la situación me excitaba mucho, con ambas manos volví a masajear mis senos, apretando mis pezones entre mis dedos intentando no gemir, luego sin mayor demora lubriqué mis dedos en mi boca y los introduje en mi sexo, esta vez eran mis caderas y no mis dedos los que se movían, me perdía en mis pensamientos cuando de un momento a otro mi hijo hizo un ligero movimiento por lo que rápidamente me cubrí con la sábana. Lo observé unos segundos y aún seguía dormido, solo había extendido su mano sobre la cama quedando cerca de mi muslo, al comprobar que seguía dormido tome delicadamente su mano para alejarla, pero nuevamente el morbo se apodero de mi e hice lo contrario, la puse sobre mi cadera. El contacto de su mano cálida sobre mis piernas y caderas me daba nuevas e intensas sensaciones, me costaba verlo como mi hijo y empezaba a imaginarlo como hombre.
Poco después hizo otro movimiento, esta vez jaló su mano y se puso sobre su costado izquierdo de modo que miraba hacia mí. Ahora su mano derecha estaba extendida y cayó sobre mi vientre, mientras con mi otra mano acaricie su cuerpo delicadamente mientras seguía viendo a mi hijo. La curiosidad de saber cómo había desarrollado su pene mezclada con mi calentura hizo que me atreva a más. Acaricie su pecho y vientre para ver si reaccionaba, baje mi mano y la metí por su bóxer, unos centímetros después, llegue a su vello púbico y luego a la base de su verga. Yo suspiraba y no podía más con lo que sentía, seguía acariciando la base de su pene y aunque estaba flácido en un inicio fue reaccionando mientras aumentaba el ritmo de mis caricias.
Ya más envalentonada y con ayuda de ambas manos libere su pene del bóxer, mi mano lo envolvía y masajeaba mientras mi otra mano acariciaba delicadamente mi clítoris. Quería prolongar todo lo que pudiera lo que venía sintiendo ya que, aunque dormido mi hijo parecía estarlo disfrutando en un sueño.
No quería que cuando lograra que se corriese, su semen se desperdiciara en mi mano o sobre la cama. Segura que no despertaría me di vuelta de modo que quedé de espaldas a él y fui pegándome a su cuerpo, cada movimiento mío acercaba su verga a mi sexo, cuando logre que la cabeza de su pene rozara mi entrada sentí como una descarga eléctrica recorriendo mi cuerpo, jugué con ella por mi entrada mojándola con mis fluidos, aunque estaba tan mojada que sabía que no habría ningún problema para metérmela. Cuando sentí que estaba lista, sujete su cintura con una de mis manos y con la otra pasando por entre mis piernas y alineando su pene a mi sexo e hice un último movimiento de caderas logrando que casi la mitad de su verga quede dentro de mi sexo.
No pude evitar que se escape un gemido de mis labios, tenía la cara pegada contra la almohada para que no se me escuchara. Mi mano seguía sobre cintura y fui meneando mis caderas haciendo que su pene entre completamente a mi vagina, me sentía orgullosa de su miembro ya que a pesar de ser aun joven la tenia de buen tamaño y grosor. No podía pensar ya en nada mas, solo me concentraba en el placer que sentía y lo excitante de la situación.
Mis movimientos aumentaron su velocidad y no tardé en alcanzar uno de los mejores orgasmos de mi vida a la par que sentía como la cabeza de su verga se iba hinchando dándome la señal que estaba a punto de venirse por lo que aceleré mis movimientos a la par que unos gemidos ahogados escapaban de mi boca. Me quedé pegada a él mientras movía mis caderas y sentía sus chorros de semen inundar mi vagina. Unos últimos meneos se encargaron de sacar hasta la última gota de su néctar y dejarlo dentro del cuerpo de su madre.
Ya habiendo calmado mi calentura tome conciencia de lo que acababa de hacer ya que nunca había imaginado que me aprovecharía de mi hijo. Decidí culpar a mi calentura y las circunstancias de todo lo que había pasado y aunque sentía algo de remordimientos no me arrepentía de lo que había experimentado.
Cuando su pene redujo su tamaño no fue difícil sacarlo de mi cuerpo e inmediatamente tomé unos pañitos limpiadores que tenía en un cajón de mi cómoda y limpie su pene procurando que no despierte. Me costó guardar nuevamente su pene en el bóxer, pero lo conseguí y luego me levanté de la cama para ir al baño y limpiarme. Cerré la puerta del baño y prendí la luz, me vi en el espejo, ligeramente transpirada, mi cabello algo desordenado y mis pezones marcados a través de la tela de mi vestido, lo levanté y vi como una parte de su semen salía de mi sexo y comenzaba a bajar por mis muslos, recogí una parte con mis dedos y sentí la tentación de probarlo, pero me contuve, ya había hecho muchas cosas raras por hoy. Tomé una ducha rápida para limpiarme y luego volví a vestirme. Mi hijo parecía no haber caído en cuenta de lo que había pasado y seguía profundamente dormido. Me recosté y poco después me quedé dormida. Continuara…