Descubro que mi hija es webcamer
CARMEN: Paco, levanta, es tarde.
YO: Joder, que sueño he tenido…
CARMEN: No sé si quiero saberlo. -dijo mirando a mi entrepierna.
Bajé la mirada y mi polla formaba una tienda de campaña con la sábana. Había soñado que mi pequeña y preciosa hija me propinaba una deliciosa mamada. En el sueño me moría de placer pero trataba de quitarme esa imagen de la cabeza conforme me iba despertando.
Me dirigí a la cocina y allí estaba Clara, mi hija, sentada sobre un taburete desayunando en pijama. Su nombre le hacia justicia, era clara de piel pero con un pelo oscuro y largo hasta la parte baja de su estrecha espalda. A sus 19 años tiene una cara angelical, con una pequeña nariz y boca que dibuja una bonita sonrisa con su dentadura perfecta. Es, sencillamente, preciosa.
Cogí el café caliente que me había preparado mi mujer y me giré para admirar a mi niña. Su pijama corto, el taburete, el hecho de que estuviera apoyada con sus codos en la mesa y mi visión desde un perfil me permitieron admirar su redondo culo, pequeño y bien repartido. Ella en sí es pequeña, delgada, cintura estrecha y sus pechos no son menos aunque resaltan lo suficiente como para atraer la mirada de algunos niñatos por la calle.
“¿Pero qué coño estoy haciendo comiéndola con la mirada?”, pensé. Intenté justificar mi sueño, era producido por la falta de sexo con mi mujer y uno no elige lo que sueña. “Pero sueña lo que quiere”, seguí pensando. Mi mujer y yo ya habíamos pasado el ecuador de los 50 y nos acercábamos peligrosamente a los 60, nuestro deseo ya no era el mismo y me desahogaba casi cada noche en el despacho de mi casa.
Me vestí para llevar a mi hija a la universidad para después irme directo al trabajo. Juntos en el ascensor camino al garaje volvieron esos pensamientos lascivos al ver su provocativa ropa. Lo que necesitaba era hacerme una paja y quitarme toda aquella tontería que llevaba encima.
Tuve un día normal, la rutina de siempre. Llevar a Clara, tener varias reuniones en la oficina, recoger a mi niña y ver la TV con mi mujer mientras me contaba con quien se había cruzado por la calle. Carmen estaba en paro y, pese a que buscaba activamente, estaba empezando a resignarse.
Llegó la noche y con esta la cena. Era el único momento en el que nos sentábamos los 3 juntos y preguntábamos a nuestra hija por su día. Al recoger la mesa, Clara se fue directa a su habitación y mi mujer y yo de nuevo al sofá a ver la TV. Al cabo de un rato…
CARMEN: Me voy a la cama, estoy cansada.
YO: Vale. Yo me meteré en el despacho que tengo que enviar un par de correos.
CARMEN: Está bien, pero no tardes, que no son horas para trabajar.
Sí que iba a trabajar, mi mano sobre mi falo. Me metí en el despacho y encendí el ordenador dispuesto a disfrutar de todo lo que me ofreciera internet. Vi una página de webcams y me picó la curiosidad. Por lo visto no hacía falta registrarse y podías ver a quien quisieras sin necesidad de que te vieran a ti.
Observé durante unos minutos un par de chicas, por separado. Me calenté y decidí mirar todo el abanico de posibilidades que tenía a mi disposición. Hubo una miniatura que me llamó mucho la atención. Era alguien que parecía joven, con un pijama parecido al de mi hija. Accedí para verla aunque no mostraba su rostro y el pijama no era parecido, era el mismo. Saqué mi lado detective y analicé su entorno: tenía la misma silla, misma cama y armario al fondo… No quería creerlo.
Tardé un minuto en crearme una cuenta para chatear con ella. No estaba para pensar un nombre de usuario y me puse “cincuentón66”.
YO: Hola.
ELLA: Hola cielo.
YO: ¿Cómo te llamas?
ELLA: Tal y como ves sobre mi imagen, Sonia.
YO: ¿Cuántos años tienes?
ELLA: Por lo visto bastantes menos que tú. ¿Te apetece hablar por privado? Me gusta hablar con papis como tú.
YO: Lo he intentado pero no me deja.
ELLA: Claro cielo, tienes que tener una cuenta premium. -me pasó un enlace para hacérmela pero había que pagar y si usaba la tarjeta mi mujer se enteraría.
YO: ¿De dónde eres?
ELLA: De Sevilla.
Estaba convencido de que era mi hija. Desaprobaba todo aquello por completo aunque me tranquilizaba ver que tenía dos dedos de frente y se inventaba su información personal, además de no mostrar su cara.
Me dirigí a su habitación y tenía el pestillo puesto. Maldito el día en el que puso ese pestillo. Lo hizo cuando le pillé completamente desnuda en la cama, con una mano en su pecho y con la otra introduciendo un dedo en su coño. Al verme se tapó su entrepierna con ambas manos y fue la primera vez que le vi sus adultos pechos. Yo le dí permiso a ponerse el pestillo con la condición de que no se encerrara con ningún amigo en su cuarto y le pareció bien, pero empezaba a arrepentirme y parecía que lo usaba para su nuevo empleo.
Tardó unos largos segundos en abrirme.
CLARA: ¿Qué pasa, papá?
YO: ¿Qué haces? -decía al confirmar su pijama y mirar a lo lejos para ver que mostraba la pantalla de su ordenador.
CLARA: Nada, estudiar, ¿y tú?
YO: Nada, me había parecido oír un ruido.
CLARA: Pues yo no he sido. No te preocupes, estoy bien. Buenas noches.
Me dio un beso en la mejilla a modo de despedida, parecía que tenía prisa. No quise decirle que le había visto porque no tenía pruebas suficientes, necesitaba confirmarlo al 100%. Además, si lo hubiese hecho habría pensado que soy un depravado y necesitaba pensar bien como desenmascararla quedando impune.
Apenas pude dormir y el día siguiente transcurrió lento, planeando cuidadosamente mis pasos para esa misma noche. Llegó la cena y advertí que llevaba el mismo pijama. Me habría gustado que llevase uno distinto para tener una nueva prueba de que mi hija era una webcamer (un mismo pijama podría ser coincidencia pero dos no). La prueba del pijama tendría que esperar pero yo tenía prisa en parar aquella locura.
Se repitió la tónica del día anterior y en cuanto se acostó mi mujer corrí al ordenador. Lo tenía preparado: en el trabajo me había creado una cuenta en una web que hacía de intermediaria para hacer compras por internet y así mi esposa no vería el verdadero origen del cobro. Me creé una cuenta premium y allí estaba, en línea, pero con diferente pijama. Me desconcertó pero mis sospechas seguían estando presentes.
Le propuse privado y aceptó. No se acordaba de haber hablado conmigo el día anterior, a saber con cuantos hablaba al día… En algún momento pensé que hacía eso, que sólo hablaba y como mucho calentaba al personal con sus frases… es lo que quería creer.
YO: Quiero escucharte.
ELLA: Claro cariño, pero veo que no tienes micro.
YO: ¿Eso es un problema?
ELLA: Para nada, estoy aquí para hacer todo lo que tu me digas.
Accedió y puso su micro.
ELLA: ¿Qué quieres que hagamos? -me dijo susurrando muy flojito.
YO: ¿Por qué me hablas tan flojo?
ELLA: Porque me pone más cachonda… ¿A ti no?
Estaba casi seguro de que era su voz. Quería que dejara de susurrar para apreciar bien que era ella pero no quiso. Tenía claro que lo hacía porque no quería que la escucháramos al otro lado de la puerta. Quise comprobar si su espectáculo eran sólo palabras.
YO: Enséñame tu coño.
ELLA: Claro, aquí lo tienes, es todo para ti.
Echó su silla para atrás, se quitó los pantalones y se abrió de piernas para enseñarme su coño depilado. Mi mano se enganchó a mi polla como si fueran imán y hierro. Poco pude verlo de manera íntegra ya que comenzó a masajearlo con su mano.
ELLA: Mmmm… papi… ¿Sabes que me ponen los papis como tú?
Me saqué mi polla y me la empecé a cascar. Nos masturbábamos al unísono y le pedí que me enseñara su pecho. Lo hizo y eran del mismo tamaño que había visto poco tiempo atrás. Empezó a gemir mientras se pellizcaba los pezones con una mano y con la otra se metía un dedo. No pude aguantar mucho y me corrí. La seguí admirando y mi polla no decaía. Tuvo un orgasmo, o tal vez lo fingió, y se despidió.
ELLA: Que bueno papi… ¿Te has corrido?
YO: Sí, me he pringado.
ELLA: Y yo… Se ha acabado el tiempo, ¿Vamos a por la segunda corrida?
Apagué el ordenador sin decir nada, me limpié y me dirigí de nuevo a su cuarto. Tardó casi un minuto en abrir la puerta y estaba con el pijama que había visto tras la cámara. Era ella, ahora ya no había ninguna duda.
YO: Sólo vengo a darte las buenas noches.
CLARA: Papá, estaba a punto de irme a dormir… Si quieres te doy las buenas noches antes de irme a mi cuarto, después de la cena. -vio en mi un obstáculo para trabajar sin pausas, era lista.
YO: Bueno, si te vas a dormir, no hace falta que pongas el cerrojo.
CLARA: Está bien, así lo haré.
YO: Por cierto, ¿te has cambiado de pijama?
CLARA: Sí, el que llevaba lo he manchado.
YO: Debes tener más cuidado. Buenas noches.
Me dio mi beso de buenas noches y pasé otra noche en vela. Era ella, estaba clarísimo pero, ¿Qué cojones estaba haciendo? Era mi Clara y me había corrido pensando en su cuerpo. Cuerpo que volvía a recordar y tuve que ir al lavabo para masturbarme por segunda vez.
No la incriminé porque aun debía encontrar el modo de que confesara sin que me salpicara. No quería que mi familia pensara que me pajeo frente al ordenador viendo a jovencitas tras una cámara.
Los días consecutivos transcurrieron exactamente de la misma manera, fin de semana incluido, y pajas también. Esos orgasmos no eran normales, se sentían muchísimo mejor que cuando veía otras chicas por webcam. Me enganché a correrme viendo el cuerpo de mi hija y le hacía que me lo enseñara todo en todas las posiciones: sobre la cama, a cuatro patas, su coño en primer plano a escasos centímetros de la cámara…
Me invadió la curiosidad de saber que le empujaba a hacer lo que hacía. No le faltaba el dinero para nada y le dábamos todos los caprichos que quería. Decidí crearme una segunda cuenta premium pero esta vez me haría pasar por una chica de su edad llamada “Vane69”. Eso sí, antes tocaba mi cuenta de siempre para descargar.
Tras la habitual corrida accedí con la nueva cuenta y nos metimos en un privado.
CLARA: Bueno Vane, dime que te gusta, estoy aquí para ti.
YO: Sólo quiero hablar, creo que podríamos ser buenas amigas.
CLARA: Claro, podemos serlo si quieres.
YO: ¿Cómo te has animado a hacerte webcamer? Yo me lo estoy pensando…
CLARA: Pues la verdad es que lo hago por hobbie, me encanta conocer a personajes de todo tipo y sienta bien provocarles orgasmos, hace que me sienta más atractiva. Y claro está, me pongo muy perra.
Estuvimos hablando un poco más y le conté que tenía su misma edad y que vivía en un pueblo cercano (del real, no el que se inventa para los fans). Al día siguiente repetí el mismo proceso: paja con un usuario y charla con el otro.
Notaba que mi hija me atraía cada vez más y que esta cogía mas confianza con la supuesta “Vane”. Tomé la decisión de intentar que la atracción fuera mutua a través de dos nuevos privados. El primero, con la chica de su edad:
CLARA: Hola Vane, me alegra que hayas vuelto. Cuéntame, ¿algo excitante que te haya pasado hoy?
YO: Pues si tía… Esta tarde he quedado con uno de internet, un maduro que podría ser mi padre tranquilamente, incluso mayor que él.
CLARA: ¿Sí? ¡Que bien! ¿Y que habéis hecho?
YO: Me ha llevado a su casa y me ha echado un polvo bestial. -dije mientras me empalmaba.
CLARA: ¡Que morboso tía! Aunque a mi me van más los de mi edad…
YO: ¿Qué dices? Esos no saben lo que se hacen… Y se comportan como críos… Hazme caso, no hay nada como follarse a un maduro. Cuando pruebes uno, verás que no hay color y no querrás probar otra cosa.
CLARA: Tal vez. Pero pensaría en mi padre y sería raro…
YO: ¿Tu padre es repulsivo?
CLARA: No, al contrario. No está musculado porque no va al gimnasio pero no está gordo ni nada. Mantiene el tipito pese a la edad.
YO: Me estás mojando… Seguro que tiene una gran polla deliciosa que aprecia los coños jóvenes. Si no vivieras tan lejos te pedía que me lo presentaras.
CLARA: Tía, que es mi padre…
YO: Da igual… Tengo un tío que está cañón y cualquier día de estos lo ato a la cama para hacerle de todo.
Acabó la conversación y pasé al usuario “cincuentón”, no aguantaba más tiempo sin ver su cuerpo y hacerme una maravillosa paja. El segundo paso de mi plan entraba en marcha. Entramos en un privado y decidí ponerle mi cámara apuntando a mi polla para ofrecerle un primer plano de esta.
CLARA: Ostras, que sorpresa, no me lo esperaba… Y debo decir que es una sorpresa grande.
YO: ¿Te gusta?
CLARA: Es grande y bonita… Nada mas verla dan ganas de metérsela en la boca.
YO: Me alegro de que te guste. Si estuvieras aquí te dejaría hacer de todo con ella y verías que los hombres tenemos mayor aguante conforme pasan los años.
CLARA: ¿Ah sí? Déjame comprobarlo.
Se subía la camiseta de forma sugerente enseñándome la parte inferior de sus pechos mientras con la otra se metía la mano dentro de su pantalón. Yo inicié mi habitual paja pero esta vez frente a la cámara.
CLARA: Así papi, menéala fuerte, dame tu leche… La nena tiene hambre.
Empezó su espectáculo, se quitó los pantalones y puso sus piernas sobre el escritorio para mostrar como se masturbaba su precioso coño.
YO: Si estuviera ahí te lo lamería y te pondría los ojos en blanco.
CLARA: Si papi, puedo sentirlo… ¿Qué más?
YO: Me tumbaría en la cama y dejaría que restregaras tu chochito sobre mi cara, sobre mi boca, sobre mi lengua…
CLARA: Si joder papi, me corro, me corro…
Y soltó un chorro que no le había visto hasta ahora en anteriores sesiones.
CLARA: Veo que no has acabado pero no te preocupes, ahora empieza el segundo round.
YO: No te preocupes, mañana seguimos a la misma hora.
Muy a mi pesar, tuve que dejarlo, formaba parte de mi plan. Le había dicho que los hombres de mi edad aguantamos y un segundo privado habría provocado que me corriera a los 5 segundos. Me corrí, claro que sí, pero no fue con la cámara puesta.
Al día siguiente entró en acción la siguiente fase de mi plan. Este empezaba por pasearse en calzoncillos por casa, pero antes debía entrar al lavabo mientras mi hija se daba su habitual ducha. Levanté la tapa del inodoro con mucho cuidado para que no me oyera y me la saqué simulando que iba a mear. Orienté mi cuerpo ligeramente hacia la ducha y esperé a que saliera. Corrió la cortina y se tapó rápidamente al verme.
CLARA: ¡Coño papá! ¡Que me estoy duchando!
YO: Perdona hija, no aguantaba más, pero tranquila que ya he acabado.
Me sacudí mi polla frente a ella, más de lo normal. La miré y me la miraba fijamente. Me tapé, tiré de la cadena y salí.
CARMEN: ¿Qué haces en calzoncillos? Anda, tápate…
YO: ¿Qué pasa? Estoy en mi casa…
La verdad es que considero que estoy bastante bien dotado y se me veía un buen paquete. Cuando mi hija se dispuso a desayunar procuré posicionarme en lugares estratégicos para mostrar a mi hija mis bajos encantos, aunque esta vez fuera con una tela de por medio.
Me acerqué a Clara por detrás y cogí el azucarero, no sin antes tocarle con mi paquete en su codo. Le pregunté que planes tenía para ese día y me contestó sin apartarse, era una buena señal y todo iba según lo planeado.
Esa misma noche ejecutaría el siguiente plan, con “cincuentón” y “Vane”… pero “Sonia” no aparecía. Me cansé de esperar, fui a su cuarto y para mi sorpresa no tenía el pestillo puesto. Estaba sentada en su silla de escritorio viendo una serie.
CLARA: ¿Qué pasa, papa?
YO: Nada, sólo venía a ver como estabas.
CLARA: Estoy bien, viendo una serie.
Se le escapó una ligera mirada a mi entrepierna y me puse detrás de ella para masajearle el cuello.
YO: Uy, que tensa estás…
CLARA: ¿Quieres decir? No me duele nada…
YO: De momento, pero esto acabará en dolor seguro… Tienes que cuidarte ahora que eres joven.
CLARA: La verdad es que se te da muy bien…
Me centré en la zona que va de su cuello hasta su hombro izquierdo mientras apoyaba mi paquete en el otro costado. No se quejaba y parecía que le estaba gustando así que aproveché para masajearla con más fuerza y así restregar un poco mi entrepierna.
CLARA: Gracias papá, creo que ya está bien.
YO: Como quieras hija. Si quieres mañana te doy otro.
CLARA: Ya veremos.
Os podéis imaginar lo que hice nada mas salir de su habitación… digamos que me quité un gran peso de encima. Esa fase de mi plan no había sucedido como esperaba pero creo era más eficaz.
Al día siguiente seguí exhibiéndome y le pillé un par de veces mirando mis partes. Contaba los minutos para que llegase la noche y llegó el momento en el que se acostó Carmen, a la cual le daba igual acostarse sola aunque se despertaba conmigo.
Fui directo a la habitación de Carla con la alternativa de ir después al ordenador en caso de encontrármela cerrada. No fue necesario, estaba abierta viendo su serie y pidiéndole permiso repetí las mismas acciones que el día anterior.
YO: Bien, va mejor la cosa… Pero creo que te viene de más abajo. ¿Te quieres tumbar en la cama y te miro bien? -como si supiera algo de masajes…
CLARA: Vale, está bien.
Se tumbó boca abajo con la cabeza girada hacia su ordenador para seguir viendo su serie. Yo me senté sobre sus muslos sin dejar caer todo el peso de mi cuerpo. Tenía su culito a mi disposición pero era momento de masajearle la espalda. Empecé por el cuello y fui bajando.
YO: Sí, aquí tienes el nudo, lo puedo notar. -lo que notaba era como me crecía la polla.
CLARA: Yo no noto nada…
YO: Porque eres joven pero esto con el tiempo te va a pasar factura… Voy a necesitar que te quites la camiseta para destensarte bien…
CLARA: No papá, no llevo nada debajo…
YO: Tranquila cariño, no te voy a ver nada, me estás dando la espalda.
Lo hizo y mi pene empezó a palpitar. Seguí masajeándola pero esta vez directamente sobre su piel, una piel de los más suave. Aunque le había dicho que tenía un nudo en un punto concreto, le masajeé toda la espalda y no perdía la oportunidad para acariciar sus costados y así acercarme peligrosamente a sus pechos. Mi pene estaba durísimo y di el siguiente paso: mi polla se posó entre sus pequeños glúteos para frotarlo ligeramente de arriba a abajo con la excusa del vaivén de mis manos.
CLARA: Papá, ya está bien. Ha acabado la serie y estoy cansada.
YO: Vale hija. Si necesitas cualquier cosa, aquí me tienes.
CLARA: Claro papá, te has ganado un abrazo.
Se volteó y le vi su pecho desnudo más cerca que nunca. Intenté disimular la dirección de mi vista y me tumbé para recibir el merecido abrazo. Podía notar sus pezones erectos sobre mi torso y mi polla se encontraba en su entrepierna. De manera super leve comencé a mover la cadera para frotar mi miembro contra su coño hasta que me dio un rápido beso en la boca.
CLARA: Buenas noches papá. Hasta mañana.
YO: Buenas noches.
El lavabo y el papel higiénico me estaban esperando. Esto prometía, y mucho, y me moría por que llegase la siguiente noche.
El día siguiente era sábado y mi mujer salió de casa para visitar a su padre. Me quedé sólo con Clara y a media tarde se acercó al salón en bragas y un top.
CLARA: Papá, creo que me duele aquí. -dijo señalándose entre su pecho izquierdo y su hombro.
YO: Claro, si no te cuidas… ¿Te sientas bien? -no podía apartar la mirada de sus negras braguitas.
CLARA: Creo que sí. ¿Me puedes dar un masaje?
YO: Por supuesto, vamos a tu cama si quieres.
CLARA: Sí, mejor.
Intenté aparentar estar calmado cuando en realidad estaba ansioso. Se tumbó en el centro de su cama, boca arriba, y a mi me daban ganas de hundir mi cara en su entrepierna pero debía ir con cuidado. Me senté sobre sus muslos y palpé la zona dolorida acercándome en ocasiones al nacimiento de sus pechos.
YO: Esta parte la veo bien. Voy a tener que buscar el foco de este dolor, su origen.
CLARA: Está bien. Me quito la camiseta para que lo encuentres.
Lo hizo sin pensárselo y me mostró sus preciosos senos. Tenía a mi hija casi desnuda, en bragas, en frente mío y esta sólo me miraba.
CLARA: ¿Papá?
YO: Voy, voy.
Comencé a masajear todo su torso sin olvidarme de sus pechos, los cuales amasaba en busca del origen de su dolor. El origen del mío era mi entrepierna que estaba pidiendo a gritos que la liberara.
YO: Cariño, ¿Estás bien? Te va el corazón a mil por hora.
CLARA: Sí…
YO: Déjame ver…
Llevé mi oreja a su pecho para escuchar sus latidos y se le notaba alterada. Me acarició el pelo y me percaté que algo me acariciaba la punta de mi falo. No podía ser otra cosa que su mano y comprobé que así era. Me lo tomé como el pistoletazo de salida y me llevé a la boca lo que tenía mas cerca: su pezón. Lo succionaba, hacía ventosa con mis labios y los estiraba para soltarlo y repetir. Ella gemía y ahora agarraba mi rabo con firmeza con sus dedos.
Me estiré parcialmente sobre ella a un lado, de costado, y comenzamos a besarnos apasionadamente mientras acariciaba su coño sobre las bragas. Ágilmente se incorporó y me empujo para que me colocara boca arriba y ahora era Clara la que se sentaba sobre mi, con su torso a 90 grados del mío. Se movía de adelante atrás frotando su coño con fuerza presionando toda la extensión de mi polla.
CLARA: Papá… ¿Cómo he podido tardar tanto en descubrir que tienes esta herramienta? -dijo con ambas manos apostadas en su cabeza.
Yo no decía nada, le agarraba el culo con las dos manos y estas se movían con el frenético movimiento de su cadera.
CLARA: Papi… Enséñame como lo hace un hombre, hazme una mujer…
Se quitó sus empapadas bragas y se acercó para sentarse esta vez sobre mi cara, tal y como le dijo el usuario “cincuentón”. Mi lengua jugaba y me tragaba todos sus fluidos mientras mis manos le recorrían todo el cuerpo. Inició un movimiento de cadera para restregar su raja sobre mi cara de manera autónoma.
CLARA: Papá… Creo que me voy a corr… ¡Ahhh…!
Salió un chorro disparado de su coño directo a mi cara y le pasé toda mi lengua sobre su raja de extremo a extremo.
CLARA: Joder papá… ¿Por qué no lo habré hecho antes? Siéntate, quiero jugar con tu enorme polla empalmada.
Me senté apoyando mi espalda sobre el cabecero de la cama y mi hija me la sacó. Se tumbó entre mis piernas y con su boca fue directa a mi entrepierna. Sacó la lengua y lamió mi polla desde la base hasta la punta, muy despacio. Después hizo lo mismo pero esta vez desde mis huevos. Repitió la acción y me miraba a los ojos con una sonrisa cada vez que llegaba a la punta. Yo estaba cachondísimo, no podía ser de otra manera, y me daban ganas de cogerle su cabeza para hundir su boca en mi polla.
Seguía lamiendo y seguía mirándome sonriendo al llegar a la punta. Entendí que era un juego y estaba poniendo a prueba mi aguante… O estaba jugando conmigo. No aguanté mucho y con una mano hice que se la tragara al mismo tiempo que soltaba un gemido: “Mmmmmmhhhh”… Se la sacó y volvió a las lamidas. Comprendí que quería que le presionara con mis manos y no lo dudé. Volví a hacer que me la mamara y movía su cabeza con agilidad. Así estuve un rato y al soltarla siguió ella sola, le encantaba succionar la polla de su padre.
Se la volvió a sacar y comenzó a mover el extremo de su lengua en la punta de mi polla.
CLARA: Dame tu leche papi… Dámela toda.
El trabajito que me estaba haciendo mi hija era el mejor que me habían hecho en la vida y el morbo de imaginarme como me corría en su cara hizo que se hiciera realidad. Solté un potente chorro seguido de 3 más y su preciosa cara ahora era más blanca que nunca. Se apartó con una sonrisa.
YO: Espera, vuélvetela a meter en la boca… Así, chúpala despacio… Límpiala bien…
CLARA: ¿Te vas a correr de nuevo, papá? -dijo sacándosela para después volver a metérsela.
YO: No lo sé, pero se siente tan bien en tu boquita… Así, despacio, juega con tu lengua…
La post-corrida me estaba dando un gusto tremendo y al ver mi hija mover su cabeza mientras hacia desaparecer parcialmente mi polla hizo que se me pasaran por la cabeza mil fantasías… Fantasías que podía cumplir en ese preciso momento.
En ese instante sonó la cerradura de la puerta.
CLARA: ¡Mierda! Es mamá…
Cogí mis calzoncillos y me fui directo a la ducha… Estando en ella, mi cabeza maquinaba nuevas y posibles fantasías, en el lugar en el que me encontraba por ejemplo…
¿Me atrevería a ir a más? ¿Se atrevería ella o mostraría arrepentimiento? ¿Me pillaría Carmen?