El sobrino que aprovechaba a su tía
Diego se encontraba pensando en su oficina lo que había presenciado el día anterior en su casa entre su joven mujer y su sobrino. Su oficina daba a una calle bastante céntrica de Madrid, y mientras contemplaba el ir y venir de los viandantes, recordaba las escenas y, pese a sentirse engañado, en el fondo se notaba excitado, dado que aquella situación en el fondo le producía un morbo tremendo.
Cuando había alcanzado la edad de los cincuenta años por fin logró encontrar el amor de su vida, y tras unos años de noviazgo logró convencer a la que ahora era su mujer, Tina, para contraer matrimonio. Esta era bastante más joven que él, la cual recién había cumplido los 30 años, siendo además era una mujer bien parecida, un poco gruesa, de estatura más bien baja, pelo castaño y unos ojos negros preciosos. Diego no era ningún galán, ni mucho menos, pero tenía una buena posición económica, que, en parte, fue lo que inclinó la balanza para que los padres de Tina dieran el ok a su matrimonio.
Durante los cinco primeros años la relación marcho viento en popa, pero, con el paso del tiempo fue decayendo, como ocurre con frecuencia. Diego a sus cincuenta y cinco años, había decaído mucho ya que apenas hacia ejercicio físico, y debido a su enfermedad coronaria comenzó a espaciar sus encuentros sexuales. No porque el médico se lo sugiriera, sino que le entró la psicosis de que podía sobrevenirle un infarto durante el acto sexual. Aquello, unido a una diabetes sobrevenida y algo descontrolada, le estaba jugando una mala pasada. En estas circunstancias, Tina su mujer, aún joven con 35 años, casi en su pena madurez sexual, se encontraba insatisfecha sexualmente.
Como toda mujer, su anhelo por ser madre la tenía obsesionada, aunque lo veía bastante lejos, observando la escasa actividad sexual de su esposo, y su casi nulo entusiasmo cuando se decidían hacerlo, lo que la tenía bastante desanimada. Ella había preguntado al ginecólogo que la trataba, pero éste insistía en que ambos eran fértiles, y que en cualquier momento su marido podría fecundarla.
Hacía unos tres meses que una hermana de Diego le había llamado desde su pueblo natal en Cáceres, indicándole que su hijo Nico, había terminado sus estudios, pero necesitaba realizar un máster, y que, de los pocos lugares donde lo impartían el ideal era Madrid. La hermana de su marido era una persona de pocos recursos económicos, por cuya razón acudió a su hermano, a fin de ver si durante el tiempo que duraba el máster, su hijo podía alojarse en la casa de este. Obviamente, Diego lo consultó con Tina su esposa, y aunque no la encontró muy entusiasta con la idea de meter a un familiar en su casa, al final aceptó admitirlo.
Diego hacía unos cuantos años que no había visto a su sobrino, y lo recordaba como un mozalbete de unos dieciséis años, con pelo medio rubio, y bastante delgado. Cuando lo recibió en casa, se quedó sorprendido. El hijo de su hermana había crecido, con una altura superior a 1.80, un cuerpo bastante robusto, musculoso, aunque no grueso, el cual estaba curtido por el machaqueo, seguramente deportivo o de mucha gimnasia. Los bíceps y pectorales del muchacho destacaban a simple vista. Su esposa al verlo quedo igualmente sorprendida.
Tina se fijó en que el sobrino de su marido tenía la apariencia y mirada de un chico serio, bien centrado. Observó con detalle aquellos ojos azul claros, y su pelo medio rubio, que lo hacían bastante atractivo. La cara de niño bueno que parecía aparentar resultaba bastante cautivadora. Aunque fuera el sobrino de su esposo, no por ello dejo de experimentar un cosquilleó en su entrepierna al contemplar aquel excelente ejemplar de joven varón.
La vivienda de Diego era bastante espaciosa, situada en una zona residencial, por lo que no hubo problema en cederle una de las habitaciones vacías. Tina desde el primer momento no tuvo problema en prepararle la comida y lavarle la ropa, como si de una madre se tratara. Diego quedo maravillado de la buena sintonía que pronto alcanzaron, lo que le alivio, verificando que ello evitaba problemas con su esposa, ya que prácticamente le había metido a ese chico en la casa contra su voluntad.
El joven pronto comenzó a asistir al Máster, y pasaba parte del tiempo libre en casa, alternando a ratos con salidas al cine o a dar vueltas por Madrid. Todo parecía marchar bien. Pero Diego nunca llegó a saber que su esposa había descubierto que el muchacho, pese a su seriedad y timidez, aprovechaba las noches para masturbarse en su cama. Tina se percató de ello, por las constantes manchas no solo en sus slips, cuando los lavaba, sino en las propias sabanas de la cama. Ella en principio se molestó, pero pronto reacciono pensando que esto era algo normal entre los jóvenes. A la edad de Nico, los altos niveles de testosterona necesitaban darles una salida.
Sin embargo, la falta de interés sexual de su esposo, y la presencia del joven sobrino, tan cerca, en su propia casa, la producía morbo, especialmente sabiendo que aquel joven se masturbaba casi diariamente. Eso la comenzó a poner bastante inquieta y agitada.
Todo se precipitó cuando un buen día, el joven aparece en la casa con su mano derecha encabrestillada y con un gran vendaje. Según le indicó aquel, había tenido un percance deportivo mientras jugaba al baloncesto con unos amigos. Durante un salto había caído el suelo y quedó con una mano lesionada, lo que iba a suponer que debía permanecer con el vendaje e inmovilizado el brazo y la mano, durante al menos tres semanas. Ello no le iba a impedir acudir a la universidad donde se impartía el máster, pero si el poder escribir, coger el ratón del ordenador, etc. Con la mano izquierda era casi un inútil, por lo que al matrimonio le quedó patente que, debían ayudar en aquellos menesteres que el joven no pudiera realizar.
Pronto se hizo necesario la ayuda de una tercera persona para ducharse, ya que con el vendaje y la mano derecha inmovilizada era prácticamente imposible que el joven lo hiciera solo. Puestos de acuerdo, Diego quedó en que sería él quien ayudaría a ducharse a su sobrino. Y así, durante los tres primeros días, fue aquel el que ayudó a ducharse. Para ello, el chico tenía que esperar que su tío regresara de su trabajo, algunas veces bastante tarde, para poder hacerlo. Mientras duchaba a su sobrino, Diego se había quedado sorprendido del enorme vástago que su familiar portaba entre sus piernas, el cual, aún en reposo, le pareció bastante mayor que el suyo, y especialmente más grueso. Obviamente, no le hizo comentario alguno, e intentaba ser lo menos hablador posible ante la timidez del joven, el cual se sentía algo intranquilo al ser bañado por su tío.
Al cuarto día, Diego llegó temprano a casa, pero le dijo a su mujer que tenía que marcharse inmediatamente para acudir a una reunión de su empresa, indicándole que posiblemente llegaría algo tarde. Tina entonces le pregunto: -Pero ¿y Nico? ¿Quién lo va a duchar? ¿No pretenderás que lo duche yo?
-¡Tampoco te va a comer!. Ja ja- le contestó Diego, morbosamente.
-¿No lo dirás en serio?. Le contesto ella a su esposo ante su respuesta. ¡Joder, que es tu sobrino! ¿Cómo se te ocurre que lo bañe yo?
-Vamos Tina. No hagas un problema. Él te trata como una madre- le contesto él. Hasta la fecha ha sido buen chaval. Pero, no obstante, intentaré llegar lo antes posible. Pero no prometo nada, ya que se cómo son este tipo de reuniones.
Diego se lo había comentado medio en broma, pero siempre pensando que Tina, tan recatada, no se atrevería a duchar a su sobrino. Seguro que su timidez no le permitiría soportar ver la desnudez del joven. Por ello marcho, sin dar mayor trascendencia a sus palabras, y pensando que era una jodienda tener que acelerar su venida para tener que duchar a su sobrino.
Ya en la tarde noche, al llegar Nico a casa, y preguntar por su tío, Tina le contesto: – ha tenido que acudir a una reunión. Me ha dicho que intentaría llegar lo antes posible, pero, conociendo ese tipo de reuniones, posiblemente vendrá bastante tarde.
Tina observó la preocupación del muchacho, ya que tendría que acostarse sin ducharse, y le constaba, que el joven era bastante pulcro. Tras cenar, observó la intranquilidad del muchacho, ya que, por otro lado, ese día había hecho bastante calor y el joven se encontraba bastante sudoroso. Al ver que su esposo no llegaba, y que para colmo le había puesto un mensaje de wasap indicándole que la reunión se iba a retrasar bastante, se puso bastante preocupada apenándose del muchacho. Recordó lo que su esposo le había indicado sobre “que fuera ella la que lo duchara”. No sabía si lo había dicho en broma o como una sugerencia.
Contemplar desnudo al sobrino de su esposo le daba bastante apuro. La posibilidad de ver al joven desnudo, no solo la intranquilizaba, sino que al propio tiempo notaba que una fuerza interior instaba hacerlo. Tampoco sabía si Nico estaría dispuesto a que ella lo ayudara. No obstante, tomando algo de coraje, se acercó a la habitación del joven y le dijo: – ¿Oye Nico? Sé que quizás te parezca algo violento. Pero ¿si lo deseas, quizás pueda ayudarte yo a ducharte? Lo dijo bastante nerviosa y con los colores aflorando a su cara. Y añadió: Me apena que estés tan sudoroso sin ducharte. Tu tío me acaba de decir que se retrasará bastante.
El chico se quedó claramente sorprendido, ya que no se lo esperaba. La mujer de su tío, le estaba proponiendo que ella le ayudaría a ducharse. Realmente desde que llegó la había tratado como un verdadero hijo. Pero estaba claro que aquella no era su madre, y para colmo, en más de una ocasión había fantaseado con esa mujer en sus masturbaciones. Tina era mucho mayor que él, pero aún conservaba el cuerpo de una mujer preciosa y bastante atractiva. Se lo pensó. Pero, tampoco queria ofenderla, por ello, con cierta timidez le contesto: -Bueno Tina. No quiero molestarla. Bastante hace ya por mí. Sé que me ha tratado como una madre….
-Tú también eres un buen chaval. No se hable más…”Vale voy a preparar el baño”. – le dijo ella dirigiéndose el baño sin más comentario.
El chico tomo un slip nuevo, unos pantalones cortos y una camiseta, y luego se dirigió al baño donde ya le esperaba la mujer de su tío. Tina tenía puesta ese día una blusa blanca y unos pantalones. Al llegar, el chico se desprendió con la mano izquierda de sus pantalones dejándolos caer al suelo, y ella le ayudo con la camisa. La mujer le envolvió la mano derecha dentro de un plástico para evitar que se mojara el vendaje.
Ella hacía esfuerzos por no mirar, pero pronto observó a través del espejo, como el muchacho igualmente se desprendía de su slip y lo dejaba en la cesta de la ropa. Lo hizo de espaldas a ella, por lo que aún no había visto sus partes íntimas, salvo las nalgas del joven. Nico, sumamente nervioso por la situación, aunque algo excitado entró en la ducha como pudo y se colocó de espaldas a la mujer. Tina se dirigió a tomar la regadera de la ducha para poder ducharlo. Al hacerlo, lo hizo tratando de no mirar hacia los genitales del joven. Comenzó a extender el agua por su espalda, enjabonando sus amplias espaldas, sus brazos, y la parte anversa de sus piernas. Ver caer el agua por el cuerpo desnudo de aquel joven la excito sobremanera, ya que estaba contemplando las anchas espaldas de este, los músculos y bíceps bastante fornidos, añadido a la altura del joven.
Estaba pensando en el cuerpo del joven, cuando pronto evidenció que el muchacho tendría que girarse necesariamente para lavarlo por delante. Era un momento de muchos nervios para los dos. Ella con cierta agitación le dijo: -Nico. Creo que tendrás que girarte un poco para poder enjabonarte por delante.
-claro.- contesto el apesadumbrado.
El chico se giró y ella trató de mirar solo hacia el pecho del muchacho, pero pronto tras enjabonar el brazo izquierdo, su mano fue bajando. Y, ahí fue, cuando inevitablemente se vio obligada a contemplar los genitales del joven. ¡Se quedó sorprendida! No supo casi reaccionar. Estaba contemplando por primera vez el pene del sobrino de su esposo. Al contemplar la tremenda daga que colgaba entre las piernas del joven, quedo como extasiada y sin dar crédito. Y eso, que aquella aún no estaba erecta. Las proporciones de los atributos del chico eran enormes.
Tan nerviosa se puso que, hasta se le cayó dentro de la bañera la esponja. No le quedó más remedio que agacharse para poder recogerla, pero al hacerlo, se vio obligada de nuevo a contemplar la daga del muchacho, y esta vez a escasamente un palmo de su cara.
Nerviosa, tomo la esponja y luego enjabonó las ingles del muchacho. Lavar los genitales del joven le parecía demasiado. Por eso, le dijo: -Nico…¿puedes lavarte tus partes con la mano izquierda?
El chico, nervioso lo hizo, intentando ella mirar hacia otro lado, pero al final tuvo que lavar el resto de los pies, y volvió a contemplar el falo del joven. Tras retirarle el jabón del cuerpo, comenzó a secarlo. Al llegar a los genitales, esta vez con la misma toalla los secó. No tuvo inconveniente en tomar el falo utilizando la propia toalla, y luego secar sus testículos. En ese momento se dio cuenta de que el chaval también portaba un par de buenos y abultados testículos.
Pero su preocupación aumento, cuando en un momento dado se percata de que gran parte de su blusa estaba completamente mojada, al igual que sus pantalones, ya que se había empapado mientras duchaba al joven. Ella se quedó sorprendida al pillar a Nico mirando la zona de sus pechos, los cuales, al mojarse la blusa, se había trasparentado todo el sujetador que llevaba puerto. Era evidente que ello había encandilado al muchacho. Pese a todo, ninguno dijo nada al respecto.
Tras secarlo, tomo el slip del chico, y le ayudó a ponérselo. Los colores de su cara iban y venían. No obstante, le colocó la camiseta y el pantalón. El chico agradecido le dijo:
-ay tia. Eres un sol. Siento las molestias que te estoy causando. De verdad.
-No pasa nada. Anda ¡ya estás limpio! Ahora podrás dormir.
Ella recogió todo y luego se marchó a dormir. Se notaba excitada, acalorada. Había visto el pene del muchacho y se había quedado sorprendida al contemplar la pujanza y majestuosidad de la tranca del joven. Pensó, “la de Diego no llega ni a la mitad de la de su sobrino”. Sabía que el muchacho también se había quedado excitado. Pensó: “seguro que ahora se encontrará en su cama excitado y se tocará una paja”. Pero también, se dio cuenta de que con la mano derecha inutilizada era algo incomodo, y se echó a reír.
Y, había acertado de lleno, ya que el chaval se había quedado con una empalmadura de mil demonios, pero, tocarse con la izquierda era algo poco prudente ya que podía manchar la cama. Por ello se abstuvo de hacerlo.
Cuando su marido llego y le preguntó por Nico. Ella le contesto: – bueno. Como no venías. Me ha dado pena del muchacho y al final seguí tu consejo.
-¿de verdad lo duchaste tu? Le pregunto sorprendido el marido.
-¿De qué te extrañas? ¡Fuiste tú la que me lo sugeriste! ¿Acaso te molesta? Le recriminó ella.
-No claro. ¡Pensé que nunca te atreverías! Respondió.
– Estaba muy sudoroso. Y ¡como tardabas tanto!la verdad es que me dio cierta pena.
Se acostaron, y Diego en el fondo quedo preocupado por lo ocurrido, pero también sumamente excitado.
Durante los dos días siguientes, Diego se hizo el remolón, diciéndole a su esposa que, ya que lo había hecho ese día, mejor era que ella lo siguiera haciendo, ya que el llegaría también tarde. Tina se quedó intranquila al saber que tenía que volver a duchar al joven. No obstante, se decidió y volvió hacerlo, aunque no dejaba de sentirse rara al contemplar al sobrino de su esposo “en pelotas”.
Cuando Diego le pregunto cómo había ido, ella le contesto: -¿Cómo crees que va a ir? Le contesto con cierto rin tintín.
El hombre se quedó algo mosqueado. Su preocupación y excitación le llevó a que un día, hizo todo lo posible para llegar justo a tiempo del momento en que su mujer se disponía a duchar a su sobrino. Entró en la casa sin hacer ruido. En ese momento escucho el caer del agua, lo que le evidenció que lo estaba duchando. Constato además que la puerta del baño estaba abierta. Intrigando, se acercó a observar por la rendija que quedaba, ya que la puerta estaba un poco jalada, viendo como Tina estaba en ese momento enjabonando el cuerpo del chaval.
Quedo enmudecido cuando observó como Tina, al llegar a los genitales del muchacho, los tomo abiertamente en su mano, y los comenzó a enjabonar. Luego al echar agua, verificó que la misma volvió a tomar el pene del muchacho en su mano, observando que este se había endurecido, y ahora mostraba una erección incipiente, con lo que, dado el tamaño del falo, aparentaba mucho más grande. Tina terminó de quitarle el jabón, y luego comenzó a secarlo. Se dio cuenta que ella lo hacía con cierta maestría.
Al llegar a los genitales del chico, observó que su mujer se quedó algo sorprendida al ver la dureza que había alcanzado el pene ese día, y mirando al joven a los ojos le dijo: – Pero.. Nico. ¿Te estas empalmado? Joder, ¡que soy la mujer de tu tío!
-Lo siento Tina. No he podido evitarlo. Ha sido sin querer. Perdóname…lo siento. Es que…
Diego se dio cuenta que la situación había excitado a Tina, ya que sin pudor tomó el pene del joven en su mano y comenzó a secarlo. Observó que la misma se puso nerviosa al ver como crecía aquel vástago en su mano. Pero la escena estaba impregnada de un morbo especial.
-¿Pero Nico…?.- le indicó ella volviendo a mirarlo a la cara.
-Lo siento.
Ella entonces le pregunto: ¿Puedo saber cuánto hace que no te masturbas?
-¿Masturbarme? Se hizo el inocente el joven, casi con voz entrecortada.
Ella le dijo: ¿acaso crees que no me he dado cuenta en las machas de la cama y de tus slip?
-lo siento- le dijo algo sorprendido y apenado el mismo.
-No importa. Es normal. Los jóvenes tenéis que desahogaros… Pero ¿Cómo lo haces ahora con la mano vendada? Le preguntó ella morbosamente. Diego se quedó sorprendido por la pregunta que le estaba haciendo su esposo a su sobrino. Aunque le dolía contemplar aquella situación, se dio cuenta que el morbo le incitaba a dejarlos actuar.
Bueno…la verdad es que… “llevo mucho tiempo sin masturbarme”. Le reconoció el chaval.
Aunque Tina lo comprendió, le recriminó: – Ya. … pero…. ¿no estarás pensando en pedirme que te ayude a masturbarte? ¿Verdad?
Diego se quedó perplejo al verificar que el chico, lejos de contestar, dirigió su mirada hacia los pechos de su mujer. Es ese momento se fijó en la indumentaria que llevaba su esposa, percatándose de que solo llevaba puesta una especie de camisón de dormir, “haciéndolo sin sostén”. Tenía la bata de levantar a un lado colgando en el baño, signo de que se había desprendido de la misma, con la intención de no mojarla. Pero, el comisión estaba medio empapado de agua, y se traslucían los pechos de su mujer claramente. Por ello, el chico irremediablemente tenía los ojos fijos en los senos de su esposa.
Tina conservaba unos pechos bastante firmes y algo voluminosos sin ser exageradamente grandes. No solo eran unos pechos hermosos y bien conformados, sino que remataban en unos pezones casi negros que, en ese momento, se evidenciaba que estaban sumamente empitonados, ya que parecían querer traspasar la fina tela del camión.
Tina al percatarse de la mirada de su sobrino, le recriminó: – Pero.. ¿Qué estas mirando? …¿No me digas que me estabas mirando los pechos?. ¡¡Serás caradura…!!
-Lo siento Tina. ¡Se me han ido los ojos…! .. ¡es que no he podido evitarlo!
-creo que a partir de ahora va a tener que volver a ducharte tu tío. ¡A ver si ante él te pones de esta manera! – le dijo ella, señalando la pieza del muchacho que ahora tenía una buena erección.
Tina, se mostró como dominante de la situación, y por ello no tuvo inconveniente en contemplar abiertamente aquel tremendo falo. Diego observó como su mujer pudo apreciar cómo se marcaban claramente las venas a lo largo del recorrido de aquella enorme verga, que le imprimían una apariencia de mayor grosor. Era una pene sin comparación con el suyo.
-Lo siento Tina. No se ponga así. Sabe que la quiero mucho. Pero es que … no sé, Ya saber…ver sus pechos de esa manera…
-Quee. ¿Qué tienen mis pechos? Le dice ella, manteniendo su carácter dominante, pero tremendamente excitada y aparentando estar enojada.
-¿No es lo que piensa tía?. Solo quería decirle que “tiene unos pechos preciosos”. Y además bastante firmes. Y, por lo que veo, nada que envidiar a las jóvenes de hoy. Debe sentirse orgullosa de ello. – le contesta el chico, como queriendo salir de la situación en que se había metido.
Ella le mira sorprendida ante la franqueza del joven, y le pregunta: – ¿y cómo sabes tú que los tengo firmes? ¿Ni que los hubieras tocado? ¡Habrase visto el nene! ¡Semejante descarado!
-No se enfade tía. Intentaré no volver a ponerme así.
Ella no le contesta y continúa secando sus pies y luego lo hace salir de la ducha. El chico continuaba desnudo, pero su daga lejos de amilanarse ahora estaba más erecta. Ya apuntaba hacia adelante como una espada. Ella, entre admirada y sorprendida lo observa y le dice: -Pero …¿todavía sigues así?. ¿Es que no se te va a bajar?
En ese momento ella, se toma un respiro y se sonríe, diciéndole: ¿Me puedes decir cómo te voy a poner ahora el slip?
El joven le sonríe igualmente. Entonces ella morbosamente intenta colocarle el slip, y al subirlo por sus caderas, verifica que la pieza no podía entrar dentro de la prenda.
Diego, observaba todo ello desde la puerta, con una morbosidad y excitación como jamás había tenido. A veces tenía ganas de entrar y darles una reprimenda a su esposa y a su sobrino, pero, por otro lado, sentía la necesidad de ver como acababa aquello. Casi se corre al contemplar como su mujer toma en su mano la polla del muchacho, la sopesa por primera vez, y luego intenta meterla dentro del slip forzándola, aunque el slip quedó con un bulto descarado.
Anda. ¡Creo que debes marcharte ya! Además, tengo que ducharme ¿mira cómo me has puesto? Me has dejado empapado el camisón. Le señalo mostrando su camisón al joven, aunque en el fondo deseaba que aquel volviera contemplar de nuevos sus pechos, cuyos pezones se mostraban puntiagudos bajo la tela trasparente del camisón.
-Lo siento tía. – le contesto el joven.
Menos mal que Diego marchó rápidamente y volvió a salir de la casa para evitar ser descubierto, regresando luego y haciendo ver que llegaba en ese momento. El no hizo comentario alguno, aunque detecto que su mujer intentó hacer el amor, notando que se encontraba sumamente excitada. Pese a que Diego se esforzó y mantuvo una erección, logrando que ella alcanzara el orgasmo, pero por temor no quiso continuar, por lo que no llegó a eyacular.
Diego en su despacho comenzó a recordar la escena vivida. No había ocurrido nada, pero sabía que, si su mujer continuaba duchando a su sobrino, la situación entre ellos podría irse de las manos. En principio pensó en hablar seriamente con su mujer, o en todo caso, regresar antes para ser el que ayudara al sobrino. Optó por esta decisión, y así lo hizo durante los tres días siguientes. Pero, Diego tenía bastantes compromisos, y al cuarto día, nuevamente por motivos de tener que acudir a una cena con unos empresarios, buenos clientes, le comunicó a su mujer que llegaría bastante tarde.
-Tina, la cena con estos empresarios, suele terminar bastante tarde. No creo que llegue antes de la media noche. Ira el director del banco, por lo que no podré retirarme hasta que él no lo haga.
Ya. Ese trabajo tuvo te absorbe por completo- le comenta algo apenada.
-Ya lo sé. Pero es mi trabajo. ¡Tienes que entenderlo! Le contesta el mismo.
Ninguna mención realizo respecto a duchar al joven, pero en el fondo Diego estaba consintiendo que su mujer tuviera que hacerlo nuevamente. Y, la propia Tina entendió claramente que le estaba pidiendo que fuera ella la que lo duchara.
Tras la marcha de su esposo, Tina se quedó agitada. Con el pensamiento de que tenía que volver a duchar al sobrino de su esposo, noto que una tremenda excitación que la envolvió, hasta el punto de que tuvo que cambiarse de bragas, toda vez que las había manchado. Después de lo ocurrido la última vez con el joven, en más de una ocasión se vio masturbándose en su habitación o en el baño, pensado en el pedazo de tranca que había contemplado al sobrino de su marido. Al verificar que su esposo comenzó de nuevo a duchar al mismo, pensó que era lo mejor, ya que no sabía lo que podría suceder de continuar ella teniendo que duchar al joven. Por eso, saber que iba a tener la ocasión de tener ante si al joven, como Dios lo trajo al mundo nuevamente, y que iba a tener la posibilidad de contemplar los tremendos genitales del joven, la agito tanto que noto como los calores afloraban a su rostro.
En la última ocasión había visto al joven observando sus pechos que transparentaban en su camisón mojado. Por ello decidió que esa noche se colocaría una prenda algo más tentadora. Pese a no se correcto, necesitaba pasar esa experiencia para luego poder tener motivos para volver a masturbarse. Por ello, decidió colocarse un camisón de dormir de color blanco, que tenía la particularidad que con el agua se trasparentaría casi totalmente. Se colocó asimismo un sostén del mismo color, pero que permitía observar claramente la magnitud de sus pechos, y en la parte baja, una simple tanga.
Al llegar Nico, tras haber entrado un rato en su habitación, ella se acercó y le dijo: – Hola. ¿creo que me toca ayudarte a ducharte nuevamente hoy?
¿Y mi tío? – le pregunto sorprendido el mismo.
-Me ha dicho que llegará pasada la medianoche. Y ¿no querrás esperar tanto tiempo para ducharte? Y.. ¡tampoco sé cómo vendrá mi marido!, que seguro lo hará con alguna copita de más. Le comento ella.
-Claro. Vale. Busco mi ropa y me dirijo al baño. le contesto algo nervioso.
Nico tras lo ocurrido la última vez, por las noches había tenido unas erecciones de caballo, y a duras penas pudo correrse con la mano izquierda. Había visto la trasparencia de los pechos de la mujer de su tío, así como parte de su anotomía, y aquella mujer lo excitaba tremendamente. No quería tener nada con ella para no molestar ni dañar a su tío, pero sabía que la presencia de aquella mujer en la casa era demasiado tentadora para el mismo. Por ello, nada más saber que la mujer lo iba a duchar de nuevo, su pene emergió como un mástil revolviéndose bajo el slip. Los pantalones cortos que se había puesto apenas podían disimular su tremenda empalmadura.
Llegó al baño, y espero la llegada de Tina. Cuando el joven la vio llegar, más estremecimiento sintió al contemplar lo encantadora que venía la mujer de su tío. Aquel comisión era bastante sexy, que, aunque no se trasparentaba, resultaba sumamente hermosa.
Con nerviosismo comenzó a desnudarse, teniendo que girarse completamente de espaldas a ella para meterse en la bañera y que así, Tina no pudiera detectar su tremenda erección. La mujer, tras haber colocar de nuevo un plástico enrollándolo en su brazo, tomo la esponja y comenzó a restregar la espalda del joven, hasta llegar a su glúteos y luego por su piernas. Llegó el momento en que le pidió que se girase para lavarlo por delante. Al hacerlo, ella inicialmente no miro hacia el nabo del joven, sino que se concentró el pecho de este y fue bajando. Cuando llego al ombligo, inevitablemente detectó la erección del joven, y exclamó: – pero… ¿Nico ya estas así?
-Lo siento tia. Es que no he podido evitarlo- le contesta azorado el joven y enrojeciendo.
-¿Cómo que no has podido evitarlo?. ..le mira a la cara y le dice: ¿lo has hecho a propósito para que tu tía te vea de nuevo empalmado? ¡Eres un desvergonzado! ¿cómo se te ocurre?… joder… le dijo ella, sin quitar la mirada del falo del joven. Ver el tremendo pedazo de carne con aquella erección, la puso bastante agitada.
-Ay tia… es que… apenas pudo contestar. En ese momento siente como la mujer toma su nabo en la mano y comienza a enjabonarlo, pasando la esponja por todos sus testículos. Mientras llevaba a cabo dicha acción, en ningún momento soltó el falo de su mano, notando como el pene comenzaba a endurecerse bajo la presión de su mano. Ella le enjabonó los muslos, pero sin soltar en ningún momento el vástago del joven.
Tina estaba como anonadada, y necesitaba sentir las palpitaciones de aquel pene juvenil entre sus manos. Se sentía dueña de la situación y sabía que podía dar por terminado todo cuando ella quisiera. En el fondo, quería excitar al sobrino de su marido y saber hasta dónde llegaría.
Luego le suelta y comienza a echarle agua para quitarle la espuma, momento en que vuelve a tomar el pene del joven en su mano y le restriega la mano por todos sus testículos, como si los estuviera limpiando.
Tras terminar, sin decir una palabra, toma la toalla para secarlo. En ese momento se da cuentas que su camisón está casi empapado, y sus pechos, incluso sus pezones volvían a emerger pujantes bajo la trasparente tela. Observó los ojos del joven fijos en sus pechos. Nada le dijo, solo volvió a tomar el pene para secárselo. Cuando terminó, se percató que la tranca del joven estaba casi en vertical: ¡era un verdadero sable!
-¡Eres un cabronazo!. ¿No solo no se te baja, sino que te has empalmado aún más? Tremendamente excitada mira al joven y, le observa fijo en su pechos, por lo que le dice: ¿te gustan las tetas de tu tía verdad?, le dice dándole un par de masajes a la tranca, como si lo estuviera mangueando.
-Oh tia… por favor no siga… oooh- le dice el joven viendo cómo se iba excitando cada vez más, ante los meneos en su pene de la mujer.
-qué pasa. ¿Te pone que tu tía te coja la polla? ¿verdad que si?… le dice abiertamente, y con cara de auténtica salida, añadiendo: ¿cuántas pajas te has tocado pensando en tu tía?
El joven enrojece, haciéndose el sorprendido, pero ella le dice: – ¡No creas que no me he dado cuenta! ¡He tenido que cambiar las sábanas varias veces! Joder nene…¿No puedes hacerlo en el baño?
-Ay tia… no supo que decir, viendo como crecía su mandinga ante las masturbaciones que le propiciaba la mujer de su tío, haciendo que su falo comenzara a descapullarse.
-¡Esta noche te correrás aquí!. Le dijo ella con decisión ante la sorpresa del joven No quiero volver a cambiar la sabana. ¡Vamos cabronazo quiero ver cómo te corres!… ¿no tendrás reparo en correrte ante tu tía? Le mira a los ojos, y añade: ¿te pone ver mis pechos? …..puedes verlos mientras te corres.
El joven entendió que podía desbrochar el camisón a su tía para ver sus pechos y poder correrse. La mujer no se esperaba la acción decidida del joven, quien, con gran maestría logró destrabarle el comisión y dejándolo caer al suelo del baño, quedando ella solo con el sostén y la tanga. Ella le recrimina: – ¿pero ¿qué haces? Te he dicho que puedes verlos con el camisón puesto, no que me tengas que desnudar. ¡Descarado!…
-Lo siento. Creí… ¡pero tía…!….!que hermosa ere! Exclama el joven encandilado viendo el cuerpo casi desnudo de su tía, ya que los pechos destacaban claramente bajo el sostén blanco empapado.
Ella se dio cuenta que había causado una gran emoción en el joven, por lo que se sintió alagada, y le dice: – gracias… pero, no tienes que tomarte tantas atribuciones. Una cosa es que te ayude a masturbarte viendo mis pechos, con el comisión, y otra que pretendas desnudarme.
Mientras hablaban, tras dos movimientos masturbatorios de la mujer sobre el pene del joven, ambos se quedaron sorprendidos al comprobar como aquel mástil se encabritó comenzando a escupir semen como si de una botella de champán al ser descorchada, lanzando varias lechadas que resultaron proyectadas sobre gran parte cuerpo de la mujer.
-oh pero que haces… ¡oh joder… me estas pringando toda!….-exclamo ella sorprendida, viendo la potencia con la que manaba el semen del joven.
Nico no comentó nada, pero en su cara se percibía la satisfacción ante aquella corrida. Ella verificó esa satisfacción, y le dijo: – bueno… espero que esta noche no me vuelvas a manchar las sábanas.
Tras ayudarle a colocar su slip, marchó al baño de su dormitorio donde se tuvo que duchar completamente. Olía el semen del joven y eso la trastornaba. Pensando en la potencia con la que salió el semen del pene del muchacho se dijo: joder, ¿cómo hubiera sido de haber corrido dentro de la vagina? Ese chaval es capaz de regar completamente el coño de la chica con la que haga el amor. ¡Vaya potencia!
Ya en la cama se tuvo que volver a masturbar antes de la llegada de su esposo. Se dio cuenta que las cosas se estaba saliendo de madres. No sabía cómo iba a continuar aquello. En el fondo sabía que había cometido una infidelidad, pero también había hecho una obra de caridad, descargando al sobrino de su esposo.
CONTINUARA