Mi perro me hizo su perra en la cama

Hola, he vuelto para contarles otra experiencia excitante con mi promer macho canino, Duque, el pastor alemán de mis vecinos que a veces venía a mi casa a «jugar» jeje. Esta historia ocurrió en el transcurso de un algunas de semanas posteriores a mi segundo relato. Conforme pasaban los días yo iba teniendo mis encuentros y escapadas con Duque. Fui descubriendo cada vez más placer en dejarme poseer por ese poderoso macho. Aprovechaba mi situación de foránea, sobre todo porque mi compañera de cuarto era bastante liberal también, y fan del sexo, aunque claro no tanto como yo jeje. Viviendo lejos de mis padres en un departamento con casi nada de supervisión, pues la duela confiaba mucho en nosotras. Mi compañera y yo lo aprovechamos al máximo. En el lapso de tiempo que vivimos ahí juntas ella debió meter unos 3 o 4 chicos, yo unos 8 o 9 jeje. Eso sin contar a los perritos que también pasaron por mi cuerpo jeje (aparte de Duque, pero eso es otra historia).

Ya había yo agarrado poco a poco la práctica gozando del sexo con Duque, aprovechando las oportunidades que se me presentaban de coger con él. A veces mi compañera se quedaba a trabajar en alguna tarea con otra amiga, o se iba con algún muchacho, o se iba de antro, o regresaba a su casa, ella era de foránea, igual que yo. A veces me avisaba que se quedaría a dormir en otro lado cuando ya habían metido a mi Duque a su casa, y no se podía hacer nada, eso me frustraba bastante jaja; no me quedaba más que hablarle a algún chico que viniera a quitarme las ganas, esos nunca me fallaban jajaja.

Ya me estaba gustando tener a mi disposición una verga cuando se me antojara, ya fuera humana o canina jajaja. Cuando se prestaba la oportunidad de meter a Duque a la casa para hacer cositas, pero me asustaba que mi compañera llegara de sorpresa, o sentía que no había tiempo suficiente para una cogida, lo dejaba lamerme, y luego yo se la chupaba hasta sacarle toda su rica leche. Afortunadamente mi compañera nunca me descubrió en el acto, siempre fui extremadamente cuidadosa, aunque imagino que sospechaba que sucedía algo raro, pues yo tenía muy mimado a ese perro, y ni siquiera era mío jajaja. Le inventé que se parecía mucho a un perro de mi infancia y que por eso me encariñé con él, y al parecer me creyó.

Así transcurrían las semanas, cuando podía Duque me cogía, cuando no, nos dábamos placer oral el uno al otro y ya. Me encantaba chupar su vergota, sacarle toda la lechita y saborearla un buen rato, luego darle de comer un poco mientras se le terminaba de desinflar su pene; era divertido y cachondo para mí observarlo con su gran pene colgando. Se veía imponente y hermoso, me encantaba. Cuando su pene se metía a su funda, lo dejaba salir. De vez en cuando se daba la oportunidad de coger con Duque, cuando sabía que había tiempo, lo dejaba meterme su enorme pene, su bola, anudarme, vacíar su leche caliente dentro de mí. Ay Dios, me emociono nada más de recordar esas cogidas. Hasta que finalmente tuve la oportunidad de estar una noche completa con mi hermoso macho.

Fue en unos días que no recuerdo por qué no había clases, era un «puente» como le llamamos aquí en México, creo que no había clases el lunes, porque esto que les voy a contar ocurrió la noche del domingo. Mi compañera se fue a su comunidad por el puente y volvería hasta el lunes en la noche. Yo me quedé el fin de semana, en parte porque no hacía mucho ya había ido a mi casa en mi comunidad, y por otro porque quería aprovechar para coger, fuera con un chico o con Duque jeje. Y efectivamente, el domingo en la tarde los vecinos me dijeron que Duque se había salido, y que ellos volverían hasta muy tarde, que si lo veía me lo encargaban. «Claro, yo me encargo de él, no se preocupen» les respondí conteniendo mi emoción lo más que pude, pero por dentro me estaba estremeciendo jaja.

Ya estaba oscuro cuando vi a Duque en los alrededores, eran quizás las 8 pm. Le llamé para que viniera. Yo quería que fuera una noche memorable, así que le di un baño, obvio acariciando su pene en cada oportunidad que tuve, y dándole muchos besitos en su nariz, dejando que metiera su lengua en mi boca, Dios, qué delicia, me estaba poniendo a mil. Lo sequé y lo metía la sala. Le di un plato de comida y me fui a cambiar, a ponerme bella para Duque. «Espera aquí mi amor, come mientras yo me cambio», le dije. Fui a mi habitación, me maquillé, me peiné, me puse una lencería muy sexy, parecía yo una verdadera puta cara. Mi vagina era ya un mar de lo mojada que estaba. Llamé a Duque a la habitación, pero dudaba en entrar, nunca lo había dejado entrar.

Después de un rato de recorrer la habitación, que era nueva para él, por fin me puso atención. Cerca de mi cama me puse de rodillas frente a él y empecé a darle besitos, abrí mi boca dejando que su lengua entrara en ella, nos estábamos dando unos besos deliciosos. Le dije «hoy me vas a coger en mi cama bebé, quiero ser tu perra toda la noche». Me quité la tanguita de la lencería y me subí a la cama, llamándolo. Subió y seguimos con los besos, las caricias. Tocaba la funda de su pene, se me hacía agua la boca, quería mamarlo, quería tenerlo dentro, quería todo! Me recosté y le dije «Ven, lámeme rico, como siempre bebé». Duque me empezó a lamer muy rico, como siempre, no tardó mucho en hacerme venir. «Ayy me vengo Duque, me vengo por tus lamidas!» grité.

Rápidamente me puse en 4 patitas delante de él, y en seguida se me subió, tardó en atinarme como frecuentemente ocurría, pero lo dirigí con mi mano lo mejor que pude. Finalmente me lo metió «Aayy por fin, siiii métemela toda!» grité. Duque empezó con sus embestidas, y en cuestión de segundos ya me tenía bien ensartada y abotonada. «Siii, me encanta tu verga bebé, siii dame tu lechita, lléname toda» le decía yo. Duque se quedó muy quieto, descargando su semen muy dentro de mí. Mi respiración era muy agitada, gemía muy fuerte yo. Su cabeza quedaba justo por encima de la mía, me encantaba esa pose, ese momento, él, el macho dominante, yo la hembra sumisa, su perra. Acariciaba su cabeza con una mano, y luego aprovechaba para acariciar mi clítoris con su verga dentro mío. Me vine muchas veces.

Unos 20 minutos después empecé a sentir que su bola se deshinchaba y empezaba a salir de mi interior. Se zafó, y todos nuestros jugos cayeron sobre mi edredón. Estaba muy agitada y cansada, pero sabía que mi obligación como buena perra era mamar la verga de mi macho. Y justo eso hice. Duque estaba ahí lamiendo su pene, me le acerqué y le dije «Hey, ese es mi trabajo», lo acaricié y tomé su pene con mi mano y comencé a mamarlo, como me encantaba hacerlo. de vez en cuando bajando a sus testículos para darles lamidas y besitos. Degusté su vergota por un buen rato, hasta que se terminó de deshinchar. Estuve un buen rato abrazándolo, mimándolo, acariciando su funda, sus huevotes. Éramos felices, como una pareja de recién casados.

Esa noche cogimos como 2 o 3 veces más, cada ocasión fue genial. Llegó el momento en que mi vagina ya no daba para más, así que di por terminado el momento y nos fuimos a dormir. Cuando despertamos volvimos a coger, le di de comer y lo dejé salir. Era lunes por la tarde y me puse a limpiar todo, mi edredón estaba lleno de semen, fluidos vaginales, manchas de mi maquillaje por restregar mi cara en él jajaja. Fue un trabajo un poco arduo pero valió la pena. Estuve muy contenta y satisfecha por días. Hasta la siguiente oportunidad que tuve de repetirlo, pero fueron contadas las ocasiones que pudimos coger toda la noche Duque y yo. Espero les haya gustado leer mi experiencia y espero próximamente contarles más. Besos.