El vecino por la mañana temprano

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Una mañana muy temprano

Hola. Me llamo Rosa y algunos de los que leéis mis relatos me conocéis en persona y muchos otros de cuando me conectaba en directo por la cam de esta misma web, por lo que simplemente me describo para aquellos que no me habéis visto por no coincidir conmigo.

Soy alta y de constitución normal, aunque con buen tipo. Mi altura es de 1,72, pelo castaño aunque suelo ir con mechas rubias y con melena un poco por debajo de los hombros. Mis pechos son más bien tirando a grandes, con unos pezones del tamaño de galletas, oscuritos y pezones gorditos por el tiempo que estuve dando el pecho. Ni que decir tiene que siempre he tenido los pezones muy sensibles y junto con mi clítoris hacen que consiga unos orgasmos muy intensos sin necesidad de llegar a la penetración.

Después de mi presentación paso a relatar lo que me ocurrió una mañana en mí casa, después de que mi marido se marchara a trabajar.

Cuando desperté, el reloj marcaba las 8,30 y al darme la vuelta en la cama, comprobé que mi marido se había marchado sin despertarme.

Yo me levanté con la intención de hacer el desayuno y limpiar un poco el polvo, por lo que me dirigí a la cocina y preparé una tostada con mantequilla y mermelada de frambuesa, (esa misma frambuesa que solía poner en mi vagina y pezones, para hacer que mi marido la limpiara con la lengua). Mientras me la estaba comiendo salí paseando tal y como me había levantado de la cama al jardín. He de aclarar que mi jardín es muy extenso y las casas vecinales quedan retiradas, por lo que es difícil que desde ellas se me vea.

Mi costumbre es pasear desnuda por la casa, pero en esta ocasión seguía con una camiseta muy grande de mi marido, que me hacía las veces de faldita hasta medio muslo. Así que distraída abrí la puerta del jardín y salí paseando y respirando el aire limpio de la zona donde vivimos.

Hacía un día espléndido con algunas pequeñas nubes que como copos de algodón se veían en el horizonte, la hierba bien recortada se notaba agradable de pisar descalza. Ensimismada en mis pensamientos no me di cuenta que el vecino desde la valla que delimita nuestras propiedades me estaba mirando, hasta que me saludó con unos -¡buenos días vecina!

Este vecino no solía estar mucho en su casa, que estaba casi siempre desocupada. Es un tipo alto, de al menos 45 años, características del Este de Europa, ojos de color azul, la cabeza sin un solo pelo y musculoso. Me miraba detenidamente y era algo que me perturbaba. Lo mire unos instantes y lo salude sin querer, él sonriendo me volvió a saludar dejando ver sus blancos dientes.

-¡Hola niña, buenos días! -¡qué guapa estás esta mañana! -me decía mientras se acercaba más hasta mi.

– Hola, buenos días…. gracias…. –le devolví el saludo disimulando mi sorpresa al verlo. Es un hombre que está muy bien a pesar de la edad, pues aparenta menos años. En aquel entonces no sé que tenía que me atraía y turbaba.

-¡Veo te vas despertando! – Dijo mientras me miraba de arriba abajo –Me gusta tu pijama, te queda muy bien, tienes unos bonitos pechos.

–cuando lo escuche caí en la cuenta que había salido al patio solo con la camiseta grande y vieja.

De la sorpresa, deje caer el trozo de tostada que aún sujetaba en la mano sobre el césped y me metí corriendo a la casa, roja de vergüenza. Me eché en el sofá y me quedé recostada dándole vueltas a la situación.

Una vez que me repuse de la vergüenza pasada, me puse delante del espejo y me estuve mirando detenidamente. Se me veía despeinada y sin maquillar. Mirando mí pecho puede comprobar que mis pezones se notaban con claridad a través de la tela, haciendo que se me pusieran duros y se marcaran aún más sobre la camiseta.

Decidí ponerme un sujetador blanco y volver a ponerme la misma camiseta remetida en unos pantalones cortitos, para lucir mis piernas.

Para hacer la limpieza tampoco hacía falta mucho más y lo importante era sentirme a gusto.

Estando ensimismada pasando un trapo por el mueble oí que llamaban a la puerta, pensé que era algún repartidor que traía algo para mi marido, así que abrí la puerta sin mirar quien era. Ante mi sorpresa quien estaba al otro lado de la puerta era mi vecino. Me quedé sorprendida ante él sin habla hasta que con una sonrisa me preguntó.

-¡Hola vecina1, -¿está tu marido en casa? – Mientras me miraba los pechos como antes.

-No, lo siento, marchó a trabajar temprano hoy, –le conteste casi al instante.

-¿Puede darme un poco de leche? –dijo sin quitar ojo de mis tetas.

-Claro que no, –le conteste casi riéndome por la forma tan segura en que me lo dijo, –si quiere leche puede ir al supermercado a comprarla.

-Es que la leche que necesito no está en la tienda, dijo pasando a continuación por mi lado hacía dentro de la casa.

– ¿Dónde se cree que va? -usted no puede entrar así en mi casa, – haga el favor de salir o llamo a la policía, le dije casi gritando y asustada.

-Dame un poco de leche y me marcho, sólo quiero eso.

De mala gana fui hasta la nevera y le di un recipiente de leche para que marchara.

Vecina de esa leche puedo tener toda la que quiera, pero la que me gusta está aquí, indicó sujetando una de mis tetas. Me sujetó del brazo y me dio la vuelta abrazándome por detrás.

-Vecina está muy guapa hoy y siempre he deseado poder probar esa leche que se guarda en esos recipientes tan bonitos.

-Usted me tiene loco vecina, cada vez que sale al jardín y veo su ropa manchada con la leche que se le derrama de las tetas, me dan ganas de mamar de ellas hasta saciarme, Apretó su virilidad sobre mis nalgas y pude sentir como crecía empujando en mi culo.

Intenté separarme de él, pero sólo conseguí alejarme unos pasos, ya que cuando me alcanzó de un empujón me tiró de espaldas sobre el sofá del comedor. Acercándose de nuevo hacía mí se sujetó el pene por encima del pantalón.

-Vecina, mira como me tienes la polla. Decía mientras me cogía la mano y me hacía que tocara su erección.

-¡Que estás haciendo! –grite, retirando mi mano de su abultado paquete.

-Sólo quiero que me acaricies un poco y notes como me excitas al verte.

– Por favor, déjeme, estoy embarazada y no me apetece estar contigo. Le dije a pesar de que me estaba poniendo cachonda, con la sola idea de poder disfrutar de aquello que se notaba debajo de su pantalón.

Cogiéndome de las manos me ayudó a levantarme del sofá y cuando pensé que se iba a marchar, me dio la vuelta y me sujetó de ambos pechos desde detrás, apretando como si estuviera calibrando su dureza

-Venga vecina ya sé que está embarazada y precisamente por ese motivo deseo degustar ese rico néctar que veo cada día manchando tu camiseta.

-Sácatela, quiero saludar tus tetas como se merecen, – me decía todo cachondo.

Como tardaba en hacerle caso, sujetó la camiseta y de un tirón me la sacó de dentro de los pantalones y la dejó enrollada en mi cuello.

-Quieta así preciosa, quiero admirar tanta belleza sin impedimentos.

A continuación bajó mi sujetador dejando ambos pechos al descubierto.

Después de unos instantes terminó de quitarme la camiseta y el sujetador, tirándolo encima de la mesa. Con las manos me tapé las tetas y mirándolo le dije, que era un violador pervertido.

– Yo soy un pervertido, pero tú eres una puta cachonda y calienta pollas.

– Déjame en paz –le contesté.

-Si quieres me marcho, pero te aseguro que no te imaginas lo que te vas a perder, seguro que en tu vida no vas a volver a disfrutar de una polla como la mía.

-Me tienes loco de deseo por ti, -dijo, para a continuación sujetarme del brazo y llevándome hasta mi dormitorio, me empujó sobre la cama.

Grité por la sorpresa mientras caía de espaldas con las piernas por el aire, cosa que aprovechó para sujetando mis pantaloncitos, tirar de ellos y dejarme con sólo las braguitas. Comenzó a acariciar mis pechos frotando los pezones con ambas manos.

– ¡Menudas tetas tienes! -¡Estoy loco por poder mamar de ellas! – Cuando te veo con la camiseta manchada me haces enloquecer, me decía mientras me besaba los pezones.

Lo comprendo, ya que mis tetas son lo que más destaca de mí, están duras y los pezones que las coronan suelen estar casi siempre duros.

Después chuparlos un rato, me separó las piernas y me empezó a frotar el clítoris.

Empecé a gemir, cuando sentí sus dedos amasar mi puntito más sensible.

-Calla que sólo trato de estimularte para que salga leche de tus tetas y poder probarla.

Aunque hacía poco que estaba embarazada, ya tenía leche, porque mi marido me había estimulado tanto los pechos, que había hecho que se me adelantara la leche.

El vecino, me estaba metiendo dos dedos en mi conchita mientras con otro no dejaba de acariciar el clítoris, eso junto con los chupetones que estaba dando en los pechos, me transportaba a un mundo de placer muy excitante.

A veces sujetaba el pezón con los dientes apretando, mientras con la otra mano me ordeñaba el pezón libre. Estaba completamente rendida ante él y las sensaciones que sentía hacían que arqueara la espalda ofreciendo más mis tetas, Después dejó de chupar los pezones para sujetarlos con los dedos, apretando fuerte, haciendo como que me estaba ordeñando. El placer que sentía se multiplicaba con cada apretón y cuando vio que volvía a salir leche, pasó a meterse los pezones alternativamente en la boca chupando y succionando fuerte, sacando pequeños chorritos del néctar que mis pechos segregaban. Le dejaba hacer entregada totalmente a sus deseos.

-Me gusta… ahh… me gusta el sabor de tu leche vecina… -decía entre chupetón y chupetón. –Me gustan tus tetas y lo duros que se te han puesto los pezones, -nunca imagine que tu leche estuviera tan rica.

A continuación y una vez hubo mamado mucho rato, con sus dedos acarició los labios de mi vagina, separándolos.

-Me encanta lo dura que se te ha puesto la pepitilla, hasta parece una pequeña bellota, le dio un pellizquito y me estremecí con un espasmo de placer.

-¿Te gusto vecinita? –decía al mismo tiempo que pasaba la lengua por mi clítoris y apretaba con los dedos la punta de mis pezones.

– Por favor, que desea de mi, – ya ha obtenido lo que quería, le dije con voz temblorosa por el placer sentido.

– Ahora solo quiero terminar follándote, – Siempre he deseado follarte, desde el primer día que te vi.

– Por favor no, eso no, se lo pido por favor.

Para demostrar que no estaba convencido en dejarme, me sujetó las piernas y volvió a lamer mi vagina, podía sentir como me estaba humedeciendo con sus caricias, después volvió a chuparme los pechos, primero uno y luego otro, con sus labios apretaba mis pezones, que a estas alturas ya estaban doloridos y muy sensibles, pasaba la lengua rápidamente por la punta. Sentí una sensación de placer en ellos a la vez que sentía que se me ponían duros como piedras.

A continuación sujetando su polla se puso de rodillas en la cama delante de mí.

-Mira, este es el amigo que siempre he querido presentarte desde el primer día que te vi.

–su pene era grande y muy gordo, era la primera vez que veía el pene de ese tamaño, pues había visto las pollas de algún burro, pero ese tamaño en un hombre era increíble. Me sujetó la cabeza y puso ese enorme pene delante de mi boca.

-Abre la boca y chupa, venga, lo quiero todo dentro de tu boca.

Para conseguir que abriera la boca, me cogió los pezones apretando con fuerza.

El dolor fue muy intenso y no me quedó más remedio que obedecer y dejar que aquella monstruosidad penetrara en mi boca a la fuerza.

Al llegar hasta mi garganta, me dieron unas arcadas terribles y se me saltaron las lágrimas

Me tomo con sus dos manos la cabeza y me empujo para que se lo chupara más. Su pene apenas cabía dentro de mi boca y mi lengua recorrió cada centímetro. Sentía que no podía seguir teniendo su pene en mi boca, así que como pude me separé de él, lo mire mientras escupía.

De pronto me tomo y me tiro sobre la cama boca arriba y sin darme tiempo de reaccionar abrió completamente mis piernas, lento y suavemente frotó su polla por la entrada de mi vagina.

-Mira putita como te voy a follar. Podía sentir como ese monstruoso pene intentaba penetrar.

-Nooooo….. –por favor, noooo….. –Estoy embarazada y me vas a destrozar. Puedes dañar a mi bebé.

-Te lo ruego, por favor, hare lo que me pidas pero no me folles.

-¿Seguro que harás todo lo que te pida? -Pues sigue chupando hasta que te diga que pares.

Volvió a introducir su polla en la boca y continué lamiendo y chupando, a pesar de las arcadas que sentía. Siempre era esto mejor que dejar que me desgarrara la vagina.

Cambiamos de posición, pasando a chuparme el coño y dejando su polla al alcance de mi boca, en un sesenta y nueve perfecto. Podía notar que se me acercaba un orgasmo con la sola intervención de su lengua sobre esa parte tan sensible de mi anatomía, mientras, no dejaba de chupar su polla, para hacerle también terminar.

Ya estaba fuera de mí, y mis piernas temblaban con un orgasmo muy intenso y con un estremecimiento me corrí como una loca, dejando su cara pringada con mis flujos.

-Ves putita como has disfrutado, -Ahora deseo que me sigas dando teta hasta que me canse de mamar.

Me hizo sentar en el borde de la cama y tendido apoyó su cabeza sobre mi regazo, para que dejando caer mis pechos sobre su cara, quedaran al alcance de su boca. En esta posición se apoderó de mi pezón derecho y volvió a chupar como un bebé, mientras yo le acariciaba la polla, haciendo que se le pusiera otra vez dura como un cirio de iglesia. Cirio que tenía pensado derretir con mis caricias.

Me estaba chupando las tetas y de vez en cuando me daba pequeños mordisquitos en ambos pezones. Estos de su color marroncito habitual, se estaban poniendo de un rojo intenso por causa de mordidas que me estaba dando.

–Por favor dejame…… – Me duelen los pezones. Ya por favor te suplico dejameeeee.

Suplica, me gusta oírte pedir piedad.

Yo arreciaba con mis caricias sobre su pene, intentando hacerle llegar rápido a otro orgasmo y terminar con sus chupetones en mis doloridos pezones.

–Dime si te gusta… -vas hacer que me corra en cualquier momento… que putita eres.

De pronto dejó de chupar mis pechos y levantándose me puso la polla a la altura de las tetas mientras se masturbaba. Prepárate vecina, te voy a volver a bañar en leche, y un chorro de semen blanco y caliente fue a parar a mis tetas, después otro y otro. Parecía que estuviera nevando, mientras no dejaba de gemir y expulsar leche.

-Toma toda mi leche putita. -Mis pechos quedaron completamente cubiertos, en mi cara unos cuantos chorros escurrían por mis mejillas y mi entrepierna se fue cubriendo por el semen que escurría por mis tetas.

-Vecinita hacía una eternidad que no me corría tan a gusto, todo eso lo he estado guardando para entregártelo a ti. Me dio vergüenza y aparté la cara, haciendo que se riera de mí.

– Estás muy sexy así cubierta en semen, te voy a hacer algunas fotos para tener un recuerdo tuyo.

Cuando terminó de vestirse, mientras yo lo miraba sentada en la cama, sacó un frasco y se acercó a mí con él en la mano, me tomo una vez más de las tetas. Comenzó a darme unos chupones en los pezones mucho más fuertes que los de hace rato, metía dos dedos en mi vagina a la vez que me mordía los pezones con fuerza.

–¡¡¡Ya por favor!!!

–Es que me pones caliente.

Sentí como mis tetas volvían a tener leche y como esta salía a pequeños chorritos, rápidamente coloco el frasco vacío y lo empezó a llenar con mi leche.

-Aquí está mi leche –tomó el frasco mientras con sus dedos apretaba ordeñando para que saliera un poco más. Acercó su mano a mi leche y una vez quedó un charquito en la palma, se lo llevo a la boca para probar.

Tapo su frasco y me dijo. –gracias por la leche vecina fue un placer venir a su casa.

Espero que volveremos a tener más encuentros como este, -me ha encantado tu leche y tenemos pendiente el follar, que esperaré para después de que hayas dejado de estar embarazada.

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