Fantasía de una colegiala y sus profesores
Fue a inicios del fatídico año 2020, antes de la pandemia. Hubo una reunión swinger, y el tema fue: Colegialas y maestros. Yo asistí con una minifalda tablillada de cuadros blancos y negros; con mis medias blancas a medio muslo, sujetadas con un liguero blanco, y mis tradicionales pantaletas de olanes grises en las nalgas, sobre un fondo de tela trasparente, también de color blanco. Tengo varias bragas de este tipo, de diferentes colores, con volantes.
Mis musculosos muslos, eran vistos por conocidos, como por hombres que iban por primera vez a ese lugar. La minifaldita, apenas cubría mis generosas nalgas, y un sweater escolar de color azul marino, dejaba ver bastante de mis senos, con mi bello brassier blanco, por encontrarse varios botones sin abrochar. El sweater, tenía un escudo en el lado izquierdo. Yo calzaba unos tacones enormes.
En el sitio, vimos a varios hombres ataviados con trajes, simulando ser profesores de escuela. Todos llevábamos antifaces de diferentes estilos. El sitio, mantenía un calor agradable, ya que hacía bastante frío. No todas las mujeres llevaban el atuendo sugerido por los organizadores, y muchas se mantenían solo a la expectativa.
Mi esposo y yo, subimos solos a una recamara, con una cama King size dentro de ella; mientras que yo, como previamente lo habíamos planeado al salir de casa, permanecía de pie, con mis manos cruzadas por enfrente de mi cuerpo, y con la cabeza agachada, simulando una actitud sumisa y sollozando. Portaba dos pequeños mechones de pelo, fijos con una liga, y moñitos de color rosa. Una tenue luz, iluminaba mi cuerpo en la penumbra. Mis mejillas, tenían un rubor tenue de color rosa bajito, y mis labios, estaban decorados con un rojo intenso pasional. Las pestañas grandes, estaban cubiertas de rímel, y mis parpados muy bien pintados.
Poco a poco, fueron ingresando los diferentes “maestros”. Primero, llego el de literatura, el de matemáticas enseguida, y finalmente los otros tres. Todos ellos se sentaron en la cama a petición de mi marido, quien fungía como el director; permaneciendo en silencio, mientras que el director, daba una lista de quejas sobre el mal comportamiento de la incorregible alumna (yo).
Súbitamente, el director se puso de pie, y subiendo mi minifaldita con una mano, mostrando mis bragas a los maestros a espaldas mías, me azotó con una de sus manos, fuertemente en las nalgas, una sola vez. Fingí dolor, y empecé a sollozar. Me tomo de una de mis colitas de cabello, e inició la retahíla de regaños, por mis malas notas escolares.
El director, me informó de las quejas del profesor de matemáticas, y acto seguido, me obligo a recostarme en las piernas del individuo, quien, elevando mi faldita, inicio con las nalgadas, a la vez que yo, pegaba brinquitos y lloraba quejándome por el supuesto dolor. Me aplicó 15 nalgadas de menos a más, y luego fui turnada con el otro maestro, quien fue más implacable; bajándome los calzones ante mis protestas, y dándome de manera más intensa, haciéndome llorar. Este individuo, intentaba introducirme un dedo en el recto, que yo evitaba moviendo mis nalgas de un lado a otro.
Una vez que logré ponerme de pie, intentaba subirme las bragas, pero el tercero me dijo:
– Claro que no te las vas a subir…
Y de un jalón, me recostó en sus piernas, dándome unas buenas nalgadas, e inició a jugar con sus dedos la entrada de mi vagina. Esto me excitó tremendamente, y de manera instintiva, inicie a frotar su pene por arriba del pantalón. La erección de este hombre era brutal, entregándome cual estafeta, al cuarto profesor, quien me derribó en la cama, y entre nalgadas, separaba mis enrojecidas nalgas, e introducía su lengua en la entrada de mi ano. Yo elevaba mi cola ante el estímulo, cuando sentí un fuetazo sobre de mi trasero, propinada por el director, quien me reprendía por mala estudiante.
El ultimo maestro en fila, para castigarme por mala alumna, colocó de nuevo mis atractivas bragas en mis nalgas, reconociendo yo, que era un verdadero admirador de las pantaletas, y fue mas gentil; ya que mientras me acariciaba, me nalgueaba dulcemente, reprendiéndome por no estudiar, pero en silencio, sin que los otros lo pudieran escuchar, me expresaba palabras tiernas y cariñosas. Este hombre, se deleitaba sintiendo la tersura de la tela de mis bragas sobre mi trasero, así como de las medias sobre mis fuertes muslos.
Yo inicié a sentir un gran placer, y girándome boca arriba, separé mis piernas para ofrecer a este señor, mi vulva cubierta de la tela trasparente, el cual la observaba muy emocionado, frotando mi clítoris por encima de ella, e introduciendo sus dedos por uno de los lados de la prenda. Mi locura era enorme, y mis gritos ya invadían todo el ambiente del lugar. De un tirón, descendió mi prenda íntima, e introdujo dos dedos lentamente al interior de mi vagina, y con unos movimientos, provocó la salida de mucho líquido de mi interior. Varios orgasmos me cubrieron. Este señor, fue el único de todos, que me besara tiernamente en la boca; los otros, buscaban mordisquearme como lobos hambrientos.
Cuando el hombre me giró de nuevo nalgas para arriba, quedando en posición de perrito, y pensando yo, que al fin, iba a zambullir su enorme pene, este fue retirado por el primer individuo, quien cayó encima de mí, apaleando de nuevo mi expuesto trasero a nalgadas. Yo escandalizaba, y deseaba ser penetrada, pero el hombre de verdad me torturaba, porque besaba mi clítoris lentamente, y luego se retiraba, provocándome chillar y suplicar porque me cogieran ya.
Lo que este hombre hacía, en lugar de penetrarme, era nalguearme con gran intensidad, y mis gritos eran de locura, diciéndome este hombre:
– ¡Cállate! Eres una alumna de lo peor, y aparte una puta.
Otro de ellos, llegó e introdujo su pene en mi boca, sujetándome del cabello y dándome fuerte. Yo sentía asfixiarme. Uno de ellos, terminó de quitarme toda la ropa, y sus manos, botaron mi bello sostén por un lado de la cama, y como becerros hambrientos, dos hombres, succionaban mis tetas.
Dedos penetraban por mi vagina, y otros mi trasero, pero ninguno de ellos me penetraba con su pene. En un arranque de loca calentura, completamente desnuda, fui a los pies del director de la escuela, y llorando le suplicaba a gritos que dejara que me cogieran ya.
No obstante, el cruel director, me azotó con unas correas especiales que no causan tanto dolor, mientras que yo observaba a todos los hombres de pie, con sus vergas enhiestas en torno mío…
Yo iba con uno y con otro, hincada y chupándoles, les pedía que por favor me cogieran, pero estos observaban al director, quien les decía que no lo hicieran. Mientras tanto, unos me chupaban el clítoris, y otros el trasero; otros me introducían un dedo por uno y por otro lado, y cuando ya casi obtenía el orgasmo, me soltaban cruelmente.
Yo le rogué al señor director, pero este, sin responderme nada, busco unas cuerdas con las cuales me sujetaron por las muñecas y tobillos boca abajo. Los hombres, pasaban y me nalgueaban, besaban mi trasero o, me acariciaban el clítoris con un vibrador. Me propinaron mas azotes en las nalgas.
Uno de ellos, trajo a una robusta rubia, y se la cogieron entre todos delante mío, pero no me soltaron; ocasionándome un gran dolor por las ganas de que ya me cogieran a mí también, pero no lo hicieron. La enorme mujer, hizo el intento de acariciarme y de besar mi vulva enardecida, pero nunca se lo permitieron, y finalmente, la sacaron de la recamara.
En eso, yo observé al hombre que me acariciara tan bonito mis nalgas con las bragas colocadas, y vi en sus ojos, un destello de amorosa piedad hacia mi agonía, y le dije jadeando como una perra fatigada:
– Suéltame por favor…y cógeme como te venga en gana, seré tuya, y nada más tuya…
(continuará).