Follando con una madura con experiencia

Anna se ha ido ya a Barcelona y yo me he quedado con algo que resolver, algo que será una pequeña revolución a nivel profesional y otra más mundana que es la preparación de la fiesta por mi cumpleaños, las dos ya me rondaban en la cabeza, no había una urgencia para poder llevarme a equivocarme en algo. En la primera en la profesional, la que más iba a brotar era Victoria, que a pesar de llevar más de dos años diciéndome que tenía que encontrar una solución o una alternativa, seguro que encontraba alguna pega, por eso llame a Victoria para que fuera la primera en saber lo que iba a hacer.

– Vic ya no te podrás quejar ni calentarme la cabeza, lo de las APPs ya van fuera de aquí, ni ocuparán espacio y tampoco te “robare” personal para que no te brotes.

– De verdad como eres, no me brotó, digo las cosas como son y ya era hora de que tomaras la decisión y ahora te pregunto… ¿Has vendido o te lo vas a tomar más en serio?

– Te explico y te cuento… He decidido montarlo ajeno a todo esto y que lo lleven unas personas, a las que cederé una participación y si hay beneficios ganarán. Porque hasta hoy ha habido buenos beneficios.

– Claro, no pagan luz, ni alquiler, ni nada, todo se sacaba de aquí. Cuanto tardaras en hacerlo.

– Ya mismo, estoy pendiente de ver varios sitios donde ubicarlos y el resto en dos semanas o un mes.

– Lo que quieres decir que ya tienes la gente. ¿Se puede saber cuándo lo has seleccionado?

– Lo tenía todo ya más que preparado, solo me faltaba quien lo dirigiera y lo tenía en mis narices. La responsabilidad del control financiero Sonia, la responsabilidad técnica Marina, que es muy buena y sería una lástima perder un activo como ella, para la parte de imagen y control, he pensado en Anna. También ofreceré varios puestos a Manolo, German y Paquito. (Estos habían quedado sin trabajo por una regulación de empleo y tenían más de cincuenta años, pero eran muy buenos en lo suyo) ¿Qué opinas…?

– Lo mío es gestionar y desde ese punto de vista, creo que es buena elección, salvo lo de Sonia, que no sé cómo funciona, pero si tú crees que es válida, es que lo será.

– Estoy convencido de que vale y el tiempo lo dirá.

– ¿Cómo las has logrado convencer en tan poco tiempo?

– JAJAJA… todavía no lo saben, tengo que proponérselo. Mañana o pasado, a lo sumo el viernes, vas a tener una reunión con ellas y luego cuando les expliques todo ya me reúno con todas juntas.

– Pero… ¿No vas a ofrecerles el trabajo y las condiciones, etc.?

– Si, claro eso lo haré de forma individual con cada una, luego tu les explicas con detalle el resto.

La primera seria Sonia. Patata caliente y se porque me lo decía. Llamé a mi amigo que ya me había seleccionado varios sitios que reunían las condiciones para instalar el lugar de trabajo. Esta vez fui a las oficinas de mi amigo y nada más verme llegar Sonia se quedó extrañada, más cuando todos me saludaban. Me acerqué a ella y le di dos besos, le dije si comíamos que quería hablar con ella, me dijo que sí y le indique el sitio. Luego me fui con mi amigo, al que le comente que lo mismo me llevaba a Sonia, se santiguó y me dijo que a ver si era verdad, recalcando que era muy buena profesional pero demasiado estricta en todo. Vimos cinco sitios y el sutilmente me trataba de convencer de unos en concreto, que la verdad estaba muy bien, salvo que estaba a media hora de Valencia. No tuvo suficiente sutileza y al final le saque que ese en concreto era suyo, no le daba salida y después de un pequeño regateo, logre que bajara el precio y se encargara del proyecto, quería que comiéramos pero le comente que tenía la comida con Sonia para convencerla de venirse conmigo.

Sonia llegó tarde y me dio que porque venía enfadada. No me equivocaba, su cara era de pocos amigos. Comíamos y hablaba un poco, digo que hablaba porque ella se estaba limitando a escuchar, llegamos a los postres y me gustaba ir a ese restaurante especialmente por un postre que hacían ellos. En ese momento, que era el mejor para mi…

– Bueno Sonia, quería que comiéramos juntos porque quería proponerte un proyecto, mejor dicho relanzar un proyecto que ya está funcionando, pero que podía funcionar mucho mejor y he pensado que tú podrías llevar la responsabilidad en el área económica.

– Me quería contener, ser prudente, pero… Mira, me parece odioso que me hayas vacilado de esa manera, creo que no me lo merecía.

– ¿En qué te he vacilado?

– Me has engañado y se me ha quedado cara de tonta cuando todos los que estaba trabajando conmigo, me han contado quién eres y a qué te dedicas, haciéndome poner cara de que ya lo sabía y me han llenado de preguntas que no he podido contestar, haciéndome quedar como una antipática o más antipática de lo que ya me consideraban.

– ¿Y…? ¿En qué te he engañado?

– QUE HUEVOS QUE TIENES… me dices que eres autónomo o algo así, que mi jefe lo conoces pero poco… ¿Pero por qué? No lo entiendo.

– Jajaja… con las cosas importantes que suceden en la vida y te enfadas por una nimiedad. Apenas nos conocíamos y de primeras no cuento mi vida y en muchos casos ni de segundas.

Logre que por lo menos me escuchara y que dijera que se lo iba a pensar. Acabamos de comer y se había relajado un poco la tensión, pero tampoco mucho. Quise ir a tomar un café a un sitio y ella se excusó diciéndome que tenía muchas cosas que hacer. Hablé esa misma tarde con Anna y le expuse mi idea. Me respondió que tenía que pensárselo y que ya me diría algo. La conversación desde el primer segundo por parte de ella fue distante, por lo que imagine que no estaba sola.

Al día siguiente hable con Marina y no le pareció mala la idea, porque le gustaba eso de tener una participación y quería saber el resto, que eso ya se lo explicaría el viernes Victoria. Hable con Adriana también, porque sería un pilar fundamental para una de las app en concreto. Le gustaba pero le entraban dudas por sus compañeras. Por lo que tuve que preguntarle si aparte de ese trabajo sus compañeras hacían otros ajenos, me confirmó que sí y le dije que eso era igual. Avise a Victoria de cómo estaba todo, que se reuniría a las nueve del viernes con ellas y después iría yo.

Me fui a comer no a un restaurante, sino a un bar cafetería, donde hacían uno de los mejores arroces que había probado yo, en concreto una paella de verduras que me quitaba el sentido. Cuando les llamé para avisarles, me dijeron que en la terraza no tenían sitio, que tendría que ser dentro y la verdad que me dio igual. Lo regentaban un matrimonio muy agradable. Ninguno de los dos pasaba de los 43 o se conservaban muy bien. Que tampoco era de extrañar porque físicamente estaban muy bien. Salvador 1,80, musculado, melena con una pequeña coleta, muy simpático y del Valencia a muerte. Amparo de unos 40 o 41, 1,68, pelo corto, morena, buen pecho y siempre con escote y si llevaba camisa con varios botones desabrochados. Muy simpática y con cara que te llevaba a la equivocación.

Él era el que cocinaba y ella la que llevaba el resto. Más de una vez le tire la caña y un día que se la tire de una forma descarada, recuerdo que se le puso una sonrisa malévola y me dijo… “Es que mi Salvador nunca me deja sola, él siempre necesita estar conmigo…” y mi respuesta fue rápida… “No soy nada celoso y no tengo reparos en que estuviera” su réplica… “JAJAJA…” y recuerdo que se fue, desde ese día, seguía siendo muy cordial pero ya no era lo mismo. Todo eso fue justo antes del inicio de la pandemia.

Llegué a comer tarde y había una mesa preparada dentro y de la terraza ya se iban los que quedaban. Dentro había una mesa grande donde estaban ellos sentados con más gente, que eran familia. Salvador me puso la paella, que siempre era para dos, porque era la paella más pequeña que hacían. Esta vez Amparo no fue la que me sirvió. El motivo era su cumpleaños y estaban celebrándolo, bajaron a la mitad el cierre. Me sabía mal, pero era ver la paella y se me pasó todo. Salieron con la tarta y llevaba un cuatro y un seis, tenía 46 años y de verdad que no los aparentaba.

Cantaban el cumpleaños feliz, apaga las velas y aplausos. Ella se acercó a traerme un trozo de tarta y le di dos besos para felicitarla, los cuales fueron descarados por su parte, bueno el primero, porque el segundo también participe, al dárnoslo cerca de la comisura de los labios. Lo achaque a que lo mismo había bebido un poco más de la cuenta. Normalmente después de comer ahí, me quedo hablando con ellos, sobre todo con Salvador, pero como estaban en familia, no me tomaría ni café. Le dije a Salvador que me cobrara y me dijo que me esperase que me servía un café. Cuando lo trajo venía él con otro, se sentó conmigo…

– No te tenías que haber molestado, que me iba ya, que no quiero estorbar.

– Que vas a estorbar.

– Hombre estáis con toda la familia y…

– Nada, para cumplir con ellos. La buena celebración… el sábado por la noche.

– Pues nada que lo paséis bien el sábado que no todos los días se cumplen 46, la verdad que nos lo aparenta ni de coña, le echaba como máximo 42.

– No le digas que viste las velas, que se enfadara conmigo, que solo quería una vela normal… jajaja…

– No he visto nada, ni la tarta, jajaja…

– Te podrías unir a la celebración del sábado.

– Hombre, no pinto nada.

– El tres es buen número y no le decías a Amparo que no eras celoso…

– Pues no sé qué decirte…

– Le podíamos dar un buen regalo, aunque ella no sabe nada, pero seguro que no se molestara para nada, que es muy LOBA.

– ¿Seguro que es muy loba?

– LOBA de asustar, ahora no porque está la familia y nuestros hijos, pero si no están es… muy peligrosa. ¿Qué me dices… te apuntas?

– Me apunto.

En ese mismo momento quedamos donde encontrarnos y la hora. Llegó el viernes y ya pensaba en el sábado. Antes de reunirme me llamo Anna, esta vez sí hablaba más relajada, me informaba de que no podía aceptar el trabajo, por lo menos en ese momento, que no podía dejar Barcelona, porque antes tenía que solucionar muchos asuntos. Supuse que sobre todo serían asuntos de índole personal. No quise insistir y es que no lo suelo hacer, porque considero que cada uno es libre y responsable de hacer lo que quiera. Entré en la sala y me quedé sorprendido por cómo iban ese día Adriana, Sonia y Marina. Porque no iban excesivamente arregladas pero no habían dejado nada al azar, estaba pensando en eso cuando me sacaron de mi limbo y fue Sonia quien lo hizo…

SON.- Es algo nuevo para mí, interesante y solo tengo un par de pegas… son todas de pago, ninguna gratuita y el pago no está al alcance de todo, esa es una de las cosas, la otra hay una que es un poco “guarrilla” es que no me sale otro término, me refiero a la… no es que me escandalice, pero… no se si me va a resultar fácil trabajar con esa en concreto.

YO.- Decirme todas las pegas o lo que queráis decir.

ADR.- Me pasa lo mismo con la parte de que es algo nuevo para mí, pero me gusta el reto.

MAR.- Me gusta… pero estoy con Sonia, hay cosas que son nuevas para mí, que no las entiendo y no sé si eso pueda ser un obstáculo.

YO.- Os entiendo y voy a tratar de explicarlo. Son de pago y el precio es cierto que es alto, pero es que de las otras hay muchas, la última vez que lo vi en la que decís que es un poco “guarrilla” por cierto un término poco afortunado, había más de cuatrocientas.

SON.- No encontraba el término apropiado, no quería ofender.

YO.- Si no has ofendido, lo digo porque luego se escapan esos términos fuera de aquí y no es muy buena publicidad. A lo que iba, como todo viene principalmente a es app, es una para adultos, donde se puede encontrar solo amistad, con quien hablar, ir de excursión, hacer senderismo, ir de pesca, a buscar pareja, a tener sexo puntual… quien se da de alta elige.

MAR.- Si eso es muy bonito, pero hay otro tipo de relaciones más fuertes, como intercambios, tríos, infidelidades, etc.…

YO.- Disculparme porque me sonría… por eso está página es especial, por eso se comprueba todo para que no haya perfiles fake y dar seguridad. Con el resto de lo que decís, cada uno se acuesta y se levanta con quien quiera, porque desde luego un “pecador” como lo soy yo, no voy a hablar de moral a nadie.

Al final entendieron un poco más todo, que estoy convencido de que lo entendían antes de la reunión, era como si tuvieran que tomar esa postura, para demostrar algo. Al final las logré contagiar de esta nueva aventura para ellas y había llamado para que nos recogiera un vehículo en el que pudiéramos ir todos y fuimos al lugar que había elegido, donde esperaba mi amigo con su jefe de obras y el diseñador. Una vez que llegamos, me quedé hablando con mi amigo mientras el resto recorrían el lugar.

Al terminar les pasaron unos bocetos no proyectos en un portátil. Yo ya los había visto y tenía elegido uno, no había dicho nada, pero como quería darles participación van y se ponen de acuerdo, lo querían con pocos retoques, lo querían muy urbano. Me encogí de hombros mirando a mi amigo y diciéndole… “Pues ya sabes… URBANO” me eché a reír y no dije nada más. Lo que me dijo mi amigo, que tardarían la mitad de tiempo. Cuando al final del día Victoria y yo nos quedamos solos…

– “Pollito”… ¿Te has dado cuenta que has metido a todas las zorras en la misma guarida?

– Mujer llamarlas zorras…

– No me refiero al término despectivo, que cuando quieres le das la vuelta a todo.

– Ya te digo que no hay problema, las vas a ver más que yo.

– Mira sabes que coincidimos en el gusto sobre las mujeres y son tres mujeres como tú dices para pecar, pero no una sola vez y no son trabajadoras tuyas. ¿Me entiendes?, va a ser una relación semi profesional y estando todos más o menos al mismo nivel.

No quise seguir con la conversación porque no nos llevaba a ninguna parte. La cena que se presagiaba de lo más interesante, se fue al pozo, porque me llamo Salvador, por lo menos no puso una excusa tonta, se habían echado atrás. Algo que pasaba algunas veces. Menos mal que me avisaron con tiempo y acepté otra cena con varias parejas, en la que también asistirán dos mujeres solas y dos hombres más solos. Todos nos conocíamos más o menos, porque ellos se habían abierto más de lo que lo había hecho yo. La cena fue como siempre de lo más divertida, no se podía ir a bailar y nos fuimos a tomar algo a una terraza, nos tuvimos que poner en mesas separadas, pero nos oíamos sin problema.

La noche se iba poniendo interesante, sobre todo para conocerles más, sobre todo a ellas y de pronto el foco pasó a mi persona. Porque decían que aunque en apariencia era un tipo simpático, tenía que tener algo escondido para no tener pareja y por lo que sabían, tampoco antes de conocerles. Me encogí de hombros y dije que era como se me veía. Una de las mujeres, en concreto Estefanía de no más de 44 años, profesora, 1,65, como una cien de pecho, unos cincuenta y pocos kilos, melena por debajo de los hombros como unos cinco dedos y de color moreno con reflejos cobrizos. Ojos color pardo. Su marido también se dedica a la educación, Ximo 40 más joven que ella (lo sé porque lo habían comentado alguna vez), pero no tan bien conservado físicamente como ella. 1,72 moreno, pelo corto, unos 80 kilos.

Ella expuso una teoría sobre el motivo de mi soltería… “Os pasa a los que estáis tan bien, estáis picando siempre en otros nidos y no sois capaces de ser fieles ni cinco minutos… ¿Me equivoco?” y le respondí… “Claro que te equivocas, por lo menos en mi caso. Nunca he sido infiel y quien está conmigo sabe de sobra lo que espero de la pareja”, aquí se inició un pequeño debate que resultó esclarecedor y divertido. Porque me preguntaron qué entendía por la pareja o el matrimonio. Después de explicar mi manera de entender la pareja, quise exponerles un tema sobre la infidelidad… “Pues hace poco ha salido una estadística sobre la infidelidad y las tres provincias de la Comunidad Valenciana, estaban en el top ten de toda España. Según esos datos y si les hacemos caso de las mujeres que estáis aquí 3,75 habéis sido infieles. Vosotras sabréis quien lo sois… JAJAJA…”.

Eso causó gracia aunque no se lo creían, les dije lo que tenían que buscar y vieron que era verdad. Una de las solteras, Carmen de 40 años, que estaba divorciada, me daba la razón y decía que había que estudiar mucho a quien se elige, que ella ya se había equivocado dos veces. Al preguntarle alguien que era lo que había que estudiar… “Que no sea un tieso y no quiere decir que sea clasista, me refiero a que sea trabajador, no un “tumba sofás”, que le guste salir de vez en cuando y qué puñetas, que este bien dotado, que el tamaño importa y mucho”, aquí empezaron las diferentes opiniones, una parte que el daban la razón y otra que decían que lo importante no era el tamaño sí no saberla usar. Quien lo defendía con más énfasis era Ximo. Me mantenía al margen y escuchaba atentamente.

Carmen le preguntó directamente a Ximo que para él que era normal. Antes de responder y dando una argumentación… “Lo normal y la media, 12 o 13 centímetros, es más que suficiente” y ella le dijo a Estefanía… “Amiga… vaya suerte, el anterior era igual” la respuesta fue significativa, porque con cara de circunstancias y sonriéndose… “Así es la vida”, Ximo preguntó a los demás, que no querían contestar, pero las que sí contestaron fueron las parejas y el que más 15 cm., pasaron a las risas hasta que le preguntaron a la que había iniciado la polémica que medida era la que ella buscaba.

No se cortó ni dudo en responder… “20 cm.” y las risas fueron más fuertes. Seguía callado y escuchando, hasta que Ximo me preguntó directamente, en vez de responder claramente lo hice de otra forma… “Que quieres que te diga… no soy el tipo que busca ella”, Ximo no se conformó con la respuesta y Carmen que había liado todo, tampoco y entonces, como esa misma situación ya la había vivido en más de una ocasión, respondí como hacía siempre… “Carmen, no soy tu tipo porque no me voy a cortar cuatro cm para darte gusto”, las risas fueron mucho más sonoras, recibiendo algún adjetivo como fantasma. Ni me inmute. Rápido Carmen se ofreció como jurado para ver si era verdad. Ni le hice caso y eso que estaba muy buena, pero no me caía del todo bien. Que eso no quiere decir que me cayera mal.

Ximo se ofreció a ir a los aseos y ver si era verdad. No acepté, a pesar de que me provocaron. Ximo y Estefanía eran los dos divorciados, se enrollaron en el lugar de trabajo y después se casaron. Por él sabía que estaban atravesando un bache en la relación, porque como me decía él, tenía dos okupas en casa, la monotonía y el hastío. Siempre le dije que abriera la visión. Me insinuó varias veces abrir un poco su matrimonio, pero simples comentarios. Esa noche vi que se producía un CLIC en Ximo, porque me miraba de distinta manera. Luego la conversación derivó en el estilo de vida swinger. Había todo tipo de opiniones, los que sentían curiosidad y los que decían que era una locura.

Una de las parejas comentó que había asistido a algún local de parejas, no haciendo nada, pero diciendo que les puso mucho. Otra pareja se animó y comentó que fueron una sola vez, que les pareció un lugar nefasto y que era un peligro, porque dudaban por si tenían cámaras escondidas. Sobre esto se desarrolló un debate serio. Resumo, me preguntaron si había ido alguna vez y fui sincero, les dije que había ido solo y había participado con parejas. Después de desvelar eso, se produjo un silencio y después vinieron varias preguntas muy suaves, con la intención de que contestara a más de lo que se me preguntaba, pero si querían saber tendrían que preguntar claramente, cosa que no hicieron.

Me levante al aseo, después de acabar y estando lavándome las manos entró Ximo, que en plan gracioso… “He llegado tarde… no te he podido pillar con las manos en la masa… JAJAJA…” hicimos varios comentarios jocosos y cuando me iba me pregunto… “¿Te apetece venir a mi casa a tomar la última? Pero solos los tres”, esto último lo de solos los tres, no había que ser muy perspicaz para saber lo que se le pasaba por la cabeza, aunque también tenía claro, que su mujer no podía saber nada, porque se le acababa de ocurrir y no le había dado tiempo de hablar con su mujer. Para que lo tuviera claro y que supiera que le había entendido le respondí… “Vale tomamos la última en tu casa y no le diré nada a nadie para que no se apunten, quedara entre nosotros” Ximo nervioso me dijo que si, que mejor.

Me dio la dirección y como iba en moto llegué antes que ellos. Mientras esperaba me puse a pensar y en este tiempo del COVID-19 o más bien en los coletazos, me daba cuenta de que me estaba encontrando muchas parejas que si no habían tenido relaciones con otras, por lo menos lo pensaban. Lo que si sucedía es que se habían abierto más a verbalizar como si hubieran perdido sus pudores. No lo digo por lo sucedido esta noche, lo digo por bastantes comentarios que he oído en distintos grupos de personas, que no está nada mal que por lo menos se hable de ello, que no pasa nada por hacerlo, que para poner la nota discordante ya están los que quieren implantar su moral.

Vi llegar su coche y como Ximo aparcaba en un carga y descarga. Habían tardado mucho más de lo normal. Estefanía al verme se extrañó y me pregunto… “Carlos… ¿Ha pasado algo?” y Ximo dijo… “Se me ha pasado decírtelo, es que le he invitado a tomar algo en casa” ella más extrañada… “Ah, bueno… (Con poco convencimiento) por eso tus prisas por no llevar a nadie”, porque habían acercado a otra pareja a su casa. Estefanía disimula mal y su expresión era como mínimo de estar contrariada. En el mismo ascensor dejo todo muy claro… “Pues no se si mis ojos aguantaran a tomar nada, pero no os preocupéis por mí, que si eso, os quedáis tranquilos bebiendo”, estuvo muy correcta en cuanto entramos e insistió en preparar ella las bebidas, llenó una cubeta con hielo, puso tres bol con frutos secos y galletitas saladas, luego se excusó y se marchó.

No quise perder tiempo… “Ximo en cuanto me tome esto, me marcho, que por lo que veo no he sido muy bien acogido” no se lo decía enfadado, se lo decía para que se diera cuenta de que hay asuntos que son necesarios consultar antes con su mujer. Media hora larga después y ya habiendo acabado mi bebida, esperaba para despedirme y Estefanía entró en el salón cambiada, llevaba un pijama corto de verano, de dos piezas, pantalón bien corto, y chaqueta de pijama con botones y una abertura en pico, que dejaba ver su canalillo. Era de color gris oscuro. Llevaba cuatro botones y el segundo por arriba se le desabrochaba constantemente, no era una chaqueta adecuada para el tamaño de su pecho. No se sentaba porque decía que se iba a dormir. Estaba de pie y mientras hablábamos de tonterías, sus pezones le daban guerra, porque se empitonan y con ese pijama se le notaban a base de bien. Nuestras miradas empezaban a ser calientes y nos dejó solos Ximo porque iba al baño. Pocas frases después…

– No quiero que pienses mal de mí, ni que soy mala anfitriona, es que si Ximo te ha invitado a venir, es que querrá hablar algo contigo y no quiero molestar.

– Te equivocas Ximo no tiene nada que hablar conmigo.

– Entonces no lo entiendo… ¿No te parece raro? ¿Por qué no me habrá dicho nada, de qué va, qué querrá? ¿Te ha dicho algo?

– No me ha dicho nada en concreto, pero si no me equivoco, lo que quiere es que tú y yo follemos esta noche.

– ¿¡¡QUE DICES!!?

– Pues lo que oyes, no te escandalices.

– JAJAJA… estas de broma, me queréis gastar una broma. (Vio que mi expresión no cambiaba) Carlos de verdad… ¿Tu piensas que es eso y por qué?

– Respóndeme a lo que te pregunto… ¿Es verdad que le mide 12 0 13 cm?, No te ha propuesto alguna vez algo así?

No me quiso responder a nada diciendo que era todo una opinión equivocada de mi parte y me rebatió mi opinión, una vez que acabo, le dije… “Si quieres ver si me equivoco, sígueme la corriente cuando llegue Ximo y lo verás con tus propios ojos” me dijo que por favor no me pasara con los comentarios y le respondí que no iba a hacer ningún comentario. Antes de que Ximo se sentara, le pedí que pusiera música lenta y bajara las luces, que quería bailar con Estefanía. Ni la miro, puso música y apagó casi todo y dejó sólo una lámpara de pie con graduación de intensidad. Iniciamos el baile y juntamos nuestros cuerpos, en eso lleve la iniciativa.

Mis manos estaban justo en su cintura y a punto de llegar a su culito. La luz que había permitía ver muy bien. Ya no sé cuántas canciones habíamos bailado, en ningún momento ella hizo amago de sentarse y mi erección era total. No tenía dudas de que notaba mi dureza en su cuerpo. Baje un poco y de manera lenta mis manos a su culito, Estefanía de forma rápida y contundente agarro mi mano y la subió. Luego miró hacia donde estaba su marido, lo vuelvo a intentar y la misma reacción por parte de ella. Sin que ella se dé cuenta miro a Ximo y con mi vista le señaló la lámpara. Entendió a la primera lo que le estaba diciendo y bajó más la intensidad de la luz. Agache mi cabeza un poco lo justo para poner mis labios junto a su oído… “¿Te has dado cuenta como tu marido desea que le pongamos unos buenos cuernos?”, ella seguía empecinada en lo mismo, me movía la cabeza diciendo que estaba equivocado.

Con mucha parsimonia, fui moviéndome para que ella no estuviera de espaldas a su marido, buscando que eso le relajase más. Lo siguiente fue levantar con sumo cuidado un poco la chaqueta de pijama, luego meter por dentro de su pantalón mis manos y acariciar sus nalgas. Ninguna protesta, ningún movimiento airado para quitar mis manos y la aceleración de su respiración. Cada segundo que pasaba estaba más descontrolada, mis dedos recorrían todo su culito, comprobé que no llevaba braguitas y no me costó mucho llegar en esa posición a su coñito, me resultó fácil. Hacía un ligero ruido porque apretaba sus labios, estaba muy mojada, excesivamente mojada. Muy lentamente fui moviéndome hasta que su marido pudiera ver bien lo que pasaba.

Me pone mucho una mujer entregada al vicio y el placer, no hay nada que mas cachondo me ponga. Ya estaba bien, era momento de cambiar de registro y hacer que se rindiera del todo. Seguíamos “bailando” y la fui llevando hasta la mesa de comer, una vez que estábamos a centímetros de ella, la cogí en brazos, la senté sobre la mesa y con mucha habilidad le quite el pantalón de pijama. Sin más demora me agache e inicié una comida de coñito que no iba a olvidar fácilmente. Miraba hacia donde estaba su marido y en el momento que se empezó a poner cachonda en exceso, se desabrochó la chaqueta del pijama y se tapó la cara. No sé si era para no verme a mi o para que su marido no viera su cara.

Al taparse la cara dejó sus tetas al aire, muy buenas tetas, bonitas y aumentó sus gemidos, ahora no se contenía. Cada vez se la oía más y fue cuando se acercó su marido, se puso cerca de su cabeza, le destapa la cara y le dice… “Para que te tapas, ¿Para qué no te vea la cara de puta que pones?” y empieza a sobar sus tetas, los pezones. Ella ya no se puede aguantar y se tapa los ojos con un brazo, le llega un orgasmo contenido pero sonoro. Ximo le sigue diciendo obscenidades y ella se quita el brazo de la cara e intercambian todo tipo de calificativos, él le dice, puta, cachondona, zorra, lame polla, calientapollas, que siempre le había gustado calentar a todos los hombres, pervertida…

Ella no se queda corta, porque a él le dice, poca polla, poco hombre, que no sabe comerla el coño, que aprenda de mí, pajillero, eunuco y acaba replicándole… “Y ahora vas a ser un cornudo… Carlos métemela hasta el fondo que aprenda a follar a una mujer”, me pongo de pie, me desnudo completamente y cuando ella ve mi polla, se baja de la mesa, hace que se acerque su marido y que se ponga junto a mí, la muy zorra quería comparar el tamaño de nuestras polla… “Jajaja… mira que pollita tienes, que ridiculez, a esto si se le puede llamar una polla”, era un poco ofensivo en otro entorno, en ese momento no era ofensivo y la prueba lo que dijo Ximo… “Es que tampoco es una polla, es un pollón el cabrón no mentía”y él mismo empujo con suavidad la cabeza de su mujer hasta mi polla.

Estefanía mira a Ximo y le dice… “Que cabrón salido que eres, hasta que no me la coma no te vas a quedar a gusto” y acto seguido engullo mi polla como pudo. Se la sacó y se puso a lamerla y sin dejar de mirar a su marido y de vez en cuando a mí. El ambiente estaba subiendo rápidamente. Se volvió a subir a la mesa y mirándome de forma lasciva… “FÓLLAME YA…”me puse un condón y mi penetración fue profunda, sintiendo cada centímetro que la penetraba. Todo el tiempo estuvo agarrada a la mano de su marido y una vez que mi cuerpo tocó el suyo, puse sus piernas bien puestas sobre mis hombros y ella gimió sin tapujos, miró a su marido… “Amor esta sí que la noto… BUFFFF… que bestialidad, ya eres cornudo mi amor… ¿Estas contento, es como esperabas, como querías?” lo decía con voz entrecortada.

Ximo no contestó a su mujer. Se agacho y se puso a morrearla de una manera bestial, como si llevara años sin estar con una mujer. Ximo ahora se puso a comerle las tetas y la cara de ella era de suma felicidad, de mucha satisfacción. Se corrió teniendo un squirt abundante, pero cuando digo abundante me refiero a algo llamativo. Tan llamativo que a ellos también les llamó la atención. Pensaba que se iba a cortar, pero qué va, estaba que se salía, quería seguir probando todo. Decía que le dolía la espalda de la mesa y Ximo dijo de ir a la cama, sin embargo ella quería seguir donde estábamos, porque se colocó de rodillas en el sofá y apoyada en el respaldo. Exhibiendo descaradamente su culito ante nuestros ojos y consiguiendo que su marido mostrara su estupefacción, pero sin disgusto, todo lo contario… “No me podía imaginar que fueras tan guarra, reclamando una buena polla” y ella sonriéndose… “Pues si la necesito, que llevo muchos años en blanco, pero si te sirve de consuelo, como esta polla no he visto nada parecido ni tampoco con la percha que la tiene” y movió con mucho más descaro el culito y con voz de niña pequeña reclamaba que la follara con urgencia.

Me acerco sin mostrarle las ganas que tenía de follarla de nuevo y ahora se notaba más el contraste de medida de nuestros cuerpos, era asombroso como mi polla entraba de forma suave. Poco a poco la estaba follando y según me di cuenta de que le gustaba más marcha, la empecé a empotrar sobre el sillón, para que no se hiciera daño, tenía que agarrarla bien de las caderas. Hasta llegó a soltarse y la imagen era espectacular, ella medio levantada, sobre todo para que su marido la viera y lo bonito, cachondo y caliente que era el bamboleo de sus tetas sin control alguno. Se corrió dos veces prácticamente seguidas y en la segunda, me corrí con ella, fueron dos corridas simultáneas y apocalípticas de lo que gritamos los dos.

Seguíamos con ganas de seguir follando pero cuando Ximo se dio cuenta de cómo había quedado el sillón, se cortó el rollo, porque se había manchado de una manera llamativa el sofá. Al ver que no tenía por lo menos de momento mucho arreglo, Estefanía dijo de seguir en su habitación, Ximo nos dijo que nos adelantásemos y Estefanía le dijo que ya lo haría ella, que lo dejara y que se viniera. Él insistía con que fuéramos nosotros y Estefanía más seria… “Es que me gusta el punto de que veas como me follan, me pone que ni te lo imaginas, así que vamos” ya no hablaron más y nos fuimos para la habitación. Fue cuando Ximo se dio cuenta de mi condón usado, que lo había anudado… “¡COJONES! ¿De dónde has sacado tanto?” y ella exclamó algo parecido. Me apetecía comerle de nuevo el coñito y a ella le apetecía otra vez comerse mi polla, por lo que nos pusimos a hacer un sesenta y nueve. Me daba cuenta lo caliente que era Estefanía, porque se corrió muy poco después de empezar a comerle el coñito. Mientras se lo comía y follaba su culito con mis dedos.

Cambiamos de posición y ella al ver mi mirada, con sonrisa perversa… “No… que se lo que estás pensando, olvídate…”y Ximo que no sabía de qué iba todo preguntó, ella le contesto… “Que aquí tu amigo y para ser clara, quiere romperme el trasero, ¿A que no me equivoco?” y en vez de contestar un sí, le conteste… “No es que quiera, es que lo voy a hacer”, Ximo me apoyo en lo que quería, diciéndole que algo ya habían hecho por ahí y Estefanía le reto… “Muy bien, pero con una condición… mientras me lo hace a mí, la que te dará por culo a ti seré yo… VALIENTE, porque no es lo mismo con este tronco”, ahora me metí con él y Ximo aceptó. Ella le mandó buscar a su “hermanito” trayendo un consolador de tamaño mediano a pequeño y fue cuando entendí lo que le dijo antes su mujer.

Estefanía estaba muy cachonda y se le notaba, pero también se notaba su preocupación cuando me decía que lo hiciera con mucho cuidado, que era la primera vez que iba a tener algo tan grande dentro. Lo decía como digo con un poco de preocupación pero su cara era también un reflejo del deseo que tenía. Estefanía de un cajón sacó un lubricante de tipo aceitoso y no tuvo ninguna duda en ponérselo en su culito, porque además aprovechaba para hacerlo provocativamente para ponernos cachondos y doy fe de que lo consiguió. Luego se dedicó a embadurnarme mi polla, que entre lo morena que estaba y el aceite se veía como más grande y brillante. Ximo reclamo a su mujer para que le lubricara su culito y ella… “No majo, si quieres haz como hice yo, que ya eres mayorcito y si no quieres, te vas a tener que salir de la habitación, tú qué dices Carlos…” y le di la razón. Ximo se lo lubricaba torpemente y nos dibujaba una sonrisa en nuestras caras.

Ya tenía ese precioso culito, brillando y esperando a mi polla. No había que ser maleducado y coloco mi polla en la entrada de su culito, Ximo se colocó delante de su mujer y boca arriba porque quería ver la cara de Estefanía. Empecé poco a poco sin prisa y esperando las reacciones de ella. Lo curioso es que Estefanía iba al mismo ritmo que iba yo con el culo de Ximo. Que por cierto no paraba de quejarse y has de maldecir. Una palabra que tenía en la boca de manera constante… “MALA PUTA” y miraba a su mujer, que recibía mi polla sin quejarse, pero notaba su “quejido” en cómo su culito apretaba mi polla, como si fueran espasmos. Cuando había metido bastante pero no llegando a la mitad, la volvía a sacar y la metía de nuevo, un mete saca suave. Lo mismo hacia ella con su marido, que podía ver que le había metido poco consolador, lo que sucedía es que estaba con el culito apretado en todo momento.

Estefanía cada vez se relajaba más y ya estaba gozando de la follada que estaba recibiendo. Sin esperármelo Estefanía con voz entrecortada… “Venga Carlos métela toda, que lo estoy deseando… VAMOS… ¡AHORA! Que vea el bujarrón de mi marido lo que es saber aguantar y no ser el enclenque que es el”, saque mi polla casi completamente y lo siguiente fue metérsela de una embestida. Note perfectamente lo estrecha que era, pero sólo emitió un “AAAUUUGGGGGG…. SIIIIIIIIII…” y lo siguiente fue ver como metía todo el consolador en el culo de su marido y lo de él fue menos excitante… “HIJA DE PUTA… ME HAS ROTO EL CULO… ¿Cómo PUEDES SER TAN PUTA…. CABRONA?”, al principio lleve un ritmo no “agresivo” hasta ver que su culito se había adaptado y solo tenía que esperar que ella diera muestras de que estaba preparada.

No tardo mucho y aumente mis embestidas y ella con su marido, que ya no protestaba. Se lo dejó conectado y se dedicó a ella misma, se dejó caer sobre la cama y mientras la empotraba una y otra vez, se tocaba su coñito. Tuvo varios orgasmos seguidos y no dejaba de repetir que estaba siendo algo único y otras cosas que no se entendían bien, porque se le mezclaban con los gemidos. Hasta que se dejó caer del todo desfallecida, con la respiración entrecortada y pidiendo un pequeño respiro. Mientras tomaba ese respiro me fui a asear y estando en el baño entró Ximo. Se sentó en el bidet y se daba agua fría, me daba la risa y mientras me veía reírme me decía… “Si con ese me ha dejado roto y con la sensación de tenerlo abierto como, no te digo como tiene que estar Estefanía, madre mía… pero ha sido una noche genial”, aunque no tenía intención de irme todavía.

Salimos del baño y Estefanía no estaba. Nos llamó la atención hasta que nos dijo… “Chicos aquí tengo un reconstituyente” y había preparado unos sándwiches. Ella se lo comía bien y como no tenía hambre pero sí sed, me tomé la Coca-Cola que había sacado. Ella se había puesto una bata muy corta, que dejaba prácticamente sus muslos a la vista. Una vez que acabaron nos quedamos hablando, tanto Ximo como yo seguíamos desnudos. Estábamos los dos sentados en el sillón grande y le hice una seña a ella para que se viniera a sentar conmigo. Porque Ximo seguía hablando de lo bien que lo habíamos pasado. Se sentó encima y mi polla sintió su húmedo coñito. Lo que produjo que mi polla se despertara y ella la notara.

Estefanía, se movió un poco de tal manera que mi polla ahora estaba entre sus piernas y ella misma con una mano la apretaba contra su coñito, también se rozaba con su clítoris y veíamos como su pecho aumentaba por la respiración. Se giró para colocarse mejor y le pidió a su marido que se sentara en la mesa baja del salón. Se quedaba a dos palmos de nosotros y en ese momento se levantó un poco, se sentó sobre mi polla en las narices de su marido. Tenía movimientos suaves pero sugestivos, porque su marido la veía de cara y como mis manos acariciaban sus tetas, como agarraban sus pezones. Poco a poco el movimiento era más impetuoso y Estefanía se apoyó sobre mi pecho, lo que supongo que permitiría a Ximo ver mejor la penetración.

Ximo se excitaba por momentos, prácticamente babeaba y su polla estaba otra vez en forma, se acariciaba sin quitar sus ojos de su mujer. Tuve que decirle que le comiera el coñito a su mujer, no puso ninguna pega y al segundo estaba lamiendo el coñito. Pude notar en mi polla el gusto que recibía su mujer, porque el coñito adquirió vida propia apretando mi polla. En ese justo momento, Estefanía giró su cabeza para que nos pudiéramos comer la boca, era un beso intenso y por parte de ella se sentía muy guarro, magníficamente guarrísimo. Entre gemido y gemido de ella, solo nos pedía que no nos corriéramos, que quería que lo hiciéramos sobre ella, sobre sus tetas. La hicimos correrse dos veces y al oír a su marido que no se podía aguantar, se quitó se sentó en el suelo apoyando su cuerpo en el sillón y levantándose las tetas… “Correros cada uno en un pezón, que me encanta, me pone muy perra…” y nos pusimos cerca de ella, nos empezamos a masturbar ante los ojos encendidos por la calentura de Estefanía.

Fue Ximo quien me puso sobre aviso, quedándome claro que era una situación habitual en ellos… “Carlos pega la polla bien en el pezón cuando vayas a correrte que a la muy puta le vuelve loca”, Ximo me pregunto qué cuanto me quedaba porque él estaba a punto, le dije que se esperase y cuando le dije que ya, Estefanía se puso a tocarse el coñito. Pegamos nuestras pollas a sus pezones y nos corrimos, Ximo se corrió más bien poco y mi corrida fue de las habituales en mí. Estefanía se tocaba el coñito masturbándose y con otra mano se restregaba nuestras corridas, mientras estiraba todo lo que podía sus piernas y se corría placenteramente. Dejando el comentario… “Manda cojones la corrida que me has echado, brutal” y Ximo decía lo mismo. Si no fuera la primera vez me hubiera quedado un poco más con ellos y charlar tranquilamente, pero en estos casos prefiero dejarlos solos porque sé que siempre tienen mucho que hablar. Sobre todo cuando ella no esperaba lo que sucedió. Como tampoco les llamó, dejo que llamen ellos, que normalmente quien se pone en contacto es el hombre, aunque alguna vez después les ha entrado el ”arrepentimiento” y hablamos cuando nos encontramos casualmente.

Pasaron unos días y habían preparado una reunión las nuevas “empresarias” porque querían exponer sus ideas y sus criterios para un mejor funcionamiento. Como por las mañanas me venía mal, quedé con ellas por la tarde y les propuse una cena, que para mi sorpresa aceptaron todas. Prácticamente cambiaban todo y para dar un mejor servicio había una sección la de terminalistas que estarían en turnos para cubrir 24/7. Les hice saber que eso encarecería bastante los gastos y me presentaron los números. Sobre el papel, que como digo siempre lo aguanta todo, los números daban. Solo habían dejado porque sabían que eso no iba a ser negociable, que como mínimo el número de personas contratadas, tenían que ser mayores de cincuenta años.

La reunión fue muy completa y no lo había dicho, asistieron Marina, Sonia, Adriana y una nueva que no conocía y que era Renata, que tendría no más de 22 o 23 años, como mucho. Era la que habían buscado para hacer la labor que hubiera hecho Anna, de momento estaría con un contrato temporal. Expuso sus ideas y la verdad que eran muy buenas no pudiendo poner ninguna pega. Renata melena larga pelirroja de 1,65, de unos 62 kg., ojos color miel con toques verdosos. Una talla de pecho superior a cien, por lo menos a simple vista. Dicho esto quiero decir la sorpresa que me lleve, pero sin decir de momento quien era quien.

Al llegar a la reunión y verlas me causaron una impresión más que agradable. No lo habían hecho adrede, pero estaban más que fabulosas. Una iba con un traje pantalón y chaqueta, con un body de encaje de bajo, con un buen escote, pantalón ceñido. Otra llevaba una minifalda ajustada, con un jersey de punto y escote en pico, más que llamativo el escote, sugerente. La tercera un vestido de una pieza con los hombros desnudos y sujeto por el cuello, dejando la espalda desnuda. No llevaba sujetador y se le notaban muy bien los pechos y lo que no eran los pechos. La última, la más espectacular, llevaba un vestido sencillo, de color verde neón, ajustado, un escote cuadrado de corte bajo. Le llegaba por encima de las rodillas como cinco dedos. Sin mangas y sujeto por los hombros por dos tiras no muy anchas. Se le marcaba todo y parecía que era una segunda piel, porque no se le notaba nada.

Mis pensamientos, que son muy pecaminosos, tuvieron que hacer un gran esfuerzo para tener una reunión totalmente profesional y no distraer mi mente. Eso sí, en cuanto acabe y nos encaminamos a cenar, mi pensamiento era que si esa noche una “pestañeaba” más de la cuenta no me importaría pasar una noche buena juntos y no precisamente una noche navideña. Al terminar la reunión y antes de la cena invité a todas a mi cumpleaños, diciéndoles dónde y cuándo se celebraría, ocurrió algo que me supo mal decirle nada y por eso guarde silencio. Porque Marina y Sonia, dijeron que no sabían si podrían, Adriana dijo que ella sí iría, algo que sabía porque me lo dijo Tiano. Renata chocó sus manos a modo de aplauso, diciendo que le gustaban los cumpleaños, que ella si iría…