Infidelidad en la oficina ¡Quiero más!

Llevaban semanas viéndose en la oficina y disimulando en frente de sus compañeros. El fuego que emanaba de su interior cada vez que sus miradas se cruzaban. El solo verlo sentado en su escritorio frente a su computador le agitaba la respiración, el recordar que en ese mismo escritorio él la penetro como si no hubiera un mañana, la calentaba a tal grado que ya casi no toleraba la ropa interior por lo que últimamente iba a trabajar sin ella. Cada vez que sus compañeros se sumían en sus trabajos, ella aprovechaba para rozar su entrepierna mirándolo fijamente a los ojos, puesto que ambos trabajaban frente a frente, para facilitar aún más las cosas últimamente había preferido los Vestidos.

Normalmente alucinaba con que él se colara en la falda de su vestido y una vez más aliviara el fuego que ardía en su interior.

Para él trabajar así de cerca y no poder tenerla lo volvía loco, podía notar por debajo del escritorio cuando ella disimuladamente se tocaba y lo miraba a los ojos para saciar un poco su deseo, le encantaba como se enrojecían sus mejillas y como inclinaba su cuello hacia atrás cada vez que perdía el control de sí misma. Llevaba días resistiéndose a sus encantos, a su mirada ardiente y a su cuerpo tentador. Este juego se volvía cada vez más peligroso; con seguridad perderían sus trabajos si revisaban las cámaras de seguridad y obviamente sus vidas personales quedarían totalmente destruida. Pero no podía dejarlo así nada más. ¿Cómo podría calmar la excitación que a diario aparecía en su pantalón al verla llegar?

Por eso cuando la noto con la vista vidriosa y sus mejillas rojas ya no se contuvo más, aprovecho el descuido de sus compañeros y decidido a volverla loca escurrió por debajo del escritorio. Quedo de frente a su deseada vagina y con sus frías manos comenzó a recorrer sus piernas iniciando por sus tobillos y subiendo a medida de que ella iba abriéndolas para darle pleno acceso, notando que ella no llevaba ropa interior lo que lo calentó a tal medida que no dudo en acercarse y lamer su vagina lentamente. Lo que produjo en ella un leve gemido.

Para desgracia o morbo de ambos un compañero noto lo exaltada que estaba su compañera y le pregunto si se encontraba bien. A lo que ella solo respondió que sí, pero que tenía algo de calor.

En ese momento lo más lógico era tratar de regresar a su escritorio sin que notaran lo que estaba haciendo, pero ella lo había estado provocando por días y esta vez sería su pequeña venganza, por lo que mientras ella con dificultad interactuaba con su compañero aprovecho para penetrar levemente su vagina con sus divinos dedo. Racionalmente ella cerró sus piernas, pero su cómplice no retiro la mano y empezó a dibujar pequeños círculos en su interior. Si bien sus piernas se apretaban cada vez más para impedir su trabajo, en su interior se humedecía cada vez más y para ella era casi imposible fingir normalidad, por lo que cuando estaba a punto de llegar al orgasmo solo se levantó de su puesto y lo dejo a él bajo el escritorio y a su otro compañero hablando solo.

Él lentamente se las ingenio para volver a su puesto sin que sus compañeros lo notaran. Unos segundos después recibe una foto de ella sin ropa donde solo escribía “te Necesito”. Sabía perfectamente en qué lugar se encontraba y aun cuando era arriesgado no iba a permitir que su húmeda vagina se quedara así, además que su abultado miembro necesitaba ser calmado. No lo dudo ni un segundo y se las ingenió para colarse en el baño de mujeres lo más rápido posible. Una vez en la puerta le escribió “estoy aquí”.

Apenas le abrió se abalanzó a besarla, le tomo con firmeza del pelo y la mordisqueo a su antojo. Tenerla desnuda contra el lavamanos y con su entrepierna a su total disponibilidad le encantaba. Totalmente inmerso en el deseo con su mano libre apretó con fuerza sus pechos y también los mordió a su antojo sus duros pezones. En el límite justo entre placer y dolor.

Sin ninguna sutileza soltó su cabello y una vez más la penetro con sus divinas manos y ahí mismo en plena jornada laboral ella se fue en sus manos, su cómplice nuevamente le regalaba uno de esos orgasmos que calman el alma. Para acallar sus gritos tuvo que morder su hombro y el frio lavamanos le sostenía el cuerpo para no desplomarse en el lugar. Apenas estaba terminando su orgasmo cuando libero su grueso miembro de su pantalón, la giro para que su roja cara y sus grandes pechos se reflejaran en el espejo, sin obviar su bello trasero, el cual suplicaba unas nalgadas, a lo que por supuesto no quiso negarse, le dejo su mano marcada en su blanca piel y observándola directamente a los ojos la fue penetrando lentamente con su grueso pene.

Mientras con una mano acallaba sus gemidos con la otra la sostenía de la cadera para poder sentir cada centímetro de su caliente interior. Podía observar por el espejo como cada estocada la acercaba más a su segundo orgasmo del día.

Sus ojos llorosos y su pelo despeinado lo incentivaban a ir más allá por lo que sus estocadas eran cada vez más brutales. La penetro como si un hubiera un mañana, como si estuvieran solos. Cuando el segundo orgasmo llego pudo sentir el calor en su pene, por un segundo se cruzó por su mente detenerse para poder darle un descanso, pero para ella nunca era suficiente. Y a penas él cedió un poco el control, ella se giró y lo invito a sentarse, dándole la espalda se sentó lentamente y fue introduciendo una vez más su hermoso pene en su interior. Con la única intención de darle a su cómplice el mejor de los placeres comenzó a moverse de arriba a abajo, solo buscaba aumentar el roce entre sus partes y a obedecer a sus gemidos. Giraba sus caderas para sentir su miembro en gloria y majestad en su interior.

Él se encontraba disfrutando cada roce, por lo que le apretó con fuerza sus pechos y fue marcando el ritmo que necesitaba para alcanzar el anhelado orgasmo, ella sin chistar y entregada a sus manos que le pedían acelerar el ritmo estaba dispuesta a todo con tal de complacerlo así como lo hacia él a ella, Si sus gemidos le pedían profundidad ella se fundía en su interior. Con su pene dentro se sentí tan llena, y le excitaba aún más saber el efecto que tenía su cuerpo en él, en esos momentos no podía entender que lo que estuvieran haciendo fuera prohibido, si sentía como estar en el paraíso.

Cuando acelerón el ritmo nuevamente él tuvo que acallar sus gemidos. Para ella el saltar entre sus piernas ya se había vuelto su deporte favorito y sabia claramente que aunque fuera prohibido sus entrepierna siempre estarían a su entera disposición. Con cada salto sus pechos brincaban y podía sentir que su pene se tensaba, en uno de los brincos él la toma por los hombros y la empujo para llenar su interior a mas no pode, es ahí cuando sintió en su interior como él se corría de una forma descomunal en su interior. Dejando que el derrame toda su leche en su interior. Disfrutando del momento ella deja descansar su cabeza en el hombro de él y recibe con gusto hasta la última gota de su orgasmo.

Ya devuelta a su realidad, ambos tratan de calmar sus cuerpos y volver a trabajar lo más repuestos posible. Pero con la melena despeinada, los ojos llorosos de tanto placer y los labios hinchados no facilitan mucho las cosas. Finalmente cada uno con una sonrisa en sus rostros y sus cuerpos cansados se dirigen a sus respectivos puestos para continuar con sus labores y esperando que sus compañeros no se dieran cuenta la sesión de sexo que pasó en el cuarto de baño.