La fiestita de fin de año

Era la fiesta de fin de año de la empresa y la última en la que yo iba a estar porque me habían pasado a una filial en otro país. Nos juntamos en el departamento de Lucho para llegar embebidos.

Al llegar vi a Camila, mi bella pasante de 26 años, delgada, con su culito parado, los pechos bien arriba, sus piernas esculpidas y un vestido diminuto. Sabía que estaba en pareja con una mujer porque me lo había contado y en la oficina no paraba de coquetearme para conseguir un ascenso y aunque lo sabía entraba en su jueguito, pero nunca habíamos llegado a mayores.
Fui directo a saludarla le dije – Ah pero miren a mi princesa! Hoy no se me escapa!
Me miro y se rio diciéndome – Basta Jose que te vas y me dejas sola con todas las bestias. Quien me va a cuidar ahora?
Solté una carcajada y le pedí que no diga pavadas que iba a seguir protegiéndola desde lejos, que todos los días rezaría por ella y la agarre de la cintura para la barra de tragos.
Allí estuvimos con la cúpula de la empresa. Sabía que disfrutaba que la presentase como una gran promesa y que la vendiera. Todos se llevaron una grata impresión y prometieron continuar conociéndola en la semana.
Siguiendo el ritmo de la fiesta le dije que me debía como mínimo un baile así que fuimos a la pista. Allí comenzamos una hermosa danza en donde nuestros cuerpos empezaron a rozarse, lentamente y tímidamente al principio hasta el punto que nos unimos y terminamos refregándonos la una contra la otra. La sentía sobre mi cuerpo y me gustaba. Le dije de ir a fumar un cigarrillo porque entre el calor que hacía adentro y el calor que sentía era insoportable. Mientras fumábamos la aborde sin dar vueltas – Camila nos vamos juntas a casa para seguirla o te vas con las demás pasantes? Porque yo ya me aburrí acá de bailar solamente.
Creo qué no esperaba que fuera tan directa, pero que bah, ella quería un ascenso y sabía que el tiempo del coqueteo se había terminado. Nadie tenía que enterarse de nada.
Me miro con esos ojos de gato y simplemente mencionó que fuéramos discretas para irnos.
Así que nos fuimos por separado de la fiesta y nos encontramos en la puerta de mi departamento.
Seguía impoluta con ese mini vestido al bajar del taxi, le olía su perfume que era más embriagador que todo lo que había tomado. Subimos a mi piso, le ofrecí tomar algo, puse música y salimos al balcón que tenía una hermosa vista de Buenos Aires. Estaba maravillada y se movía al compás de la música. Me senté en un sillón simplemente a contemplarla. Me gustaba verla bailar, cómo movía sus caderas. Se apoyó en la baranda y se quedó quieta mirándome. Así que me acerque, le corrí el pelo de la cara, le tome la cara con una mano y la bese. Fue electrizante. Nuestras lenguas se trenzaban y los cuerpos se movían al ritmo de la música. La tome de la cintura para movernos mejor. Ella bailaba, se acercaba más a mí mientras nos besábamos cada vez más profundo. La tome por el culo levantándole el vestido y comencé a acariciar sus nalgas. Seguía bailando pero comenzaba a refregarme su cuerpo contra el mío como en la fiesta y notaba que le gustaba porque su respiración se agitaba. Nos seguíamos besando nuestros labios no se podían separar. Así que con la otra mano recorría su espalda que iba abierto. Me fui metiendo de a poco hasta que llegue a sus tetas, sobre el vestido, no llevaba corpiño, eran maravillosas al tacto porque las notaba como piedras y mucho más duras mientras las estimulaba con mi mano. Dejé de besarla y le quite el vestido. Solo quedo con una tanga diminuta. Le bese esas hermosas aureolas rosadas, se las chupe, se las mame, las masajee y me las apoderé cuando me di cuenta que con su mano se estaba tocando la concha. Inmediatamente me encanto lo que vi y le pedí que se tocara para mi. Se sentó en una de las reposeras y comenzó a tocarse.

Me excitaba verla así que me quite la ropa y empecé a hacer lo mismo. Acabamos casi juntas frente a frente mirándonos. Fui hacía ella y empecé a chupársela, primero saboree sus fluidos, sus sabores eran deliciosos y luego continué chupándosela, de atrás para adelante. Metía de a momentos mi lengua dentro de ella y un par de dedos. Iba cada vez más hacia atrás para ver hasta donde me dejaba llegar así que continué hasta su culo, gritaba de placer porque se lo chupaba y le metía dos dedos. Me pedía más así que sintiendo la dilatación de esa cola también le metí un dedo allí dentro. La veía tocarse las tetas como loca mientras me pedía más.
Me gusta dominar en el sexo así que me sentía mucho más caliente. La hice venir una ves más y le dije que se recostara para montarla. Fui a buscar mi arnés y le pedí que lo chupaba, se la pase por sus tetas duras y ella lo agarraba con mucho entusiasmo. Buscaba mis tetas y me daba lamidas súper calientes. Fui bajando hasta que se la metí, quedamos frente a frente, penetrandola, entrando y saliendo de ella cada vez más duro, haciendo círculos, ella me tocaba el clitoris y más fuerte le daba. Me pedía más y me decía que era la dueña de su concha que había querido hacer esto desde el tercer mes de conocernos. No me importaba lo que decía estaba concentrada en terminar una vez más y pasarla bien. Sin que me diese cuenta Cami llego a mi punto g porque mientras seguía penetrandola empecé a tener una serie de orgasmos que no llegue a contabilizar. Ella se vino pronto. Caímos rendidas en la repísela acolchonada desnudas. Nos despertó el sol del mediodía. Debió salir a las corridas de casa porque ella tenia su pareja pero quedamos en volver a vernos esa misma noche. Ni ella quería desperdiciar ese ascenso ni yo todas las ganas acumuladas.