Le soy infiel a mi novio mientras le hablo por teléfono
Este relato va a ser un poco diferente, queridos lectores, no os voy a dar mucho contexto y va directo al grano. Solo me voy a centrar en las sensaciones que sentí ese día en el que tuve una de las experiencias más excitantes de mi vida. Espero que las mujeres que leáis esto os imaginéis en mi lugar y que los hombres se imaginen en el lugar de mi novio o de mi amante (lo que prefieran). ¡¡¡¡Espero que lo disfrutéis y también espero vuestros comentarios!!!!
Era miércoles por la noche. Mi novio había salido a un viaje de trabajo y no volvía hasta el sábado.
Yo sabía que se iba desde hace aproximadamente una semana y ya había hecho planes. Había invitado a uno de mis antiguos amantes (su nombre es lo de menos), con el que llevaba chateando por Whatsapp desde hace varias semanas lo que incluía un intercambio prácticamente diario de fotos y videos eróticos (tanto por su parte como por la mía). Yo llevaba varios días cochondísima perdida en anticipación a su visita y tan solo tres cuartos de hora después de que mi novio saliera de casa, mi amante llamó a la puerta.
Le recibí en ropa interior con la intención de dejarle claro desde el primer minuto que lo que esperaba es que me follara sin más. Él se abalanzó sobre mi como hambriento, devorándome la boca y desabrochándome el sujetador tras lo cual me levantó por las nalgas y me tiró sobre el sofá. Se desvistió completamente menos por la camisa, que se la dejó puesta pero desabrochada dejando parcialmente a la vista sus pectorales y abdominales mientras que su polla de 18 centímetros completamente rasurada, erecta y palpitante emergía por debajo de la tela. Nada más verla se me hizo la boca agua y me incorporé para comérsela, pero mi amante tenía otra idea.
Me volteó con brusquedad y me puso tumbada boca abajo. Me retiró el tanga de un tirón y hundió su cara entre mis nalgas. Comenzó a lamerlo todo. No dejó un centímetro sin explorar y salivar. Yo solo me limitaba a retorcerme de placer…
En ese momento sonó el móvil. Estaba muy cerca de mi; en la mesa de centro pegada al sofá… pero lo ignoré.
Volvió a sonar. El placer que sentía apenas me permitió levantar la mirada para ver en la pantalla quien me llamaba con tanta insistencia. Era mi novio. «Que oportuno…» pensé. Pero no lo cogí.
Al rato volvió a sonar. No pude evitar pensar algo parecido a «Puto pesado de mierda… no me deja ni disfrutar de una buena comida de coño….», pero mi intención era no atenderle. En ese momento tenía otras prioridades como comprenderéis. Sin embargo, fue mi amante él que me animó a descolgar
«Atiéndele. Habla con él mientras le pones los cuernos.» me dijo medio riéndose instantes antes de volver a hundir su cara entre mis nalgas.
Yo dudé, pero la idea me excitó, lo reconozco, así que alargué la mano, cogí mi móvil y descolgué. «Holaaaa….», dije, mientras trataba de disimular mis jadeos.
«Hola enena,» contestó el cornudito. «ya estoy en el aeropuerto, pero el vuelo sale con retraso así que te llamo para ver si me entretienes un poco, que me aburro como una ostra.»
«…. que… pena, cari… ya… lo siento.» le repliqué como pude.
«¿Que haces?», prosiguió el con tono casual.
«Aquí… haciendo ejercicio… ¡Ah!» Mi amante me había empezado a meter un dedo en el culo.
«¿Que te pasa?», preguntó mi novio.
«Nada, nada… que me he dado un golpe…» mentí.
«Pobre… solita en casa y dándose golpes. Tendrás que sobrevivir sin mi hasta el sábado.», me dijo con tono de burla.
«Ya… cari…» mordí un cojín para evitar gemir, «te voy… a echar… uuuuff… de menos…». Podía evitar gemir a duras penas, pero no podía evitar respirar fuerte y jadear. Si seguía así mi novio no tardaría en darse cuenta de que estaba sucediendo.
«Oye, ¿estás bien? te noto rara.» preguntó con tono de preocupación.
«Sí, sí… es que me falta el aliento por el…. ejercicio… perdona…». En ese momento mi amante me cogió de la cintura y tiró hacia arriba para para separarme el culo del sofá la intención de follarme. Fue tan brusco que casi suelto el móvil.Yo, alarmada, le negué frenéticamente con la cabeza, pero el muy cabrón, con una sonrisa de oreja a oreja, colocó la polla y la empezó a meter. No pude evitar dejar escapar un gemido el cual traté de ahogar, de nuevo, con un cojín, «aaaaaaaaaah…..» . Mi amante comenzó a moverse suavemente. Era delicioso.
«¿Hola?», preguntó mi novio.
«Si… cari perdona… aahh… es que estoy a varias…. cosas…» improvisé.
«No te preocupes, se que soy un poco pesado. Llevo poco rato fuera de casa y ya te estoy llamando.» se disculpó.
Quizás otra mujer hubiera sentido lástima por su novio, pero en mi caso no fue así. «No te… preocupes… tu me puedes…. aaah… llamar cuando… quieras…», contesté cínicamente como pude., mientras una barra de carne de 18 centímetros se habría camino dentro de mi.
Mi novio comenzó a soltar un discurso que ya le había oído en varias ocasiones antes: «Putos viajes de trabajo, de verdad, son un coñazo. Con lo bien que estábamos con el teletrabajo y ahora me tengo que coger un avisó para hacer lo que antes hacía en remoto. No tiene sentido.» Continuó desahogándose un buen rato mientras yo le contestaba con breves «Aha» o «Sí» sin realmente prestarle demasiada atención, yo solo oía «bla, bla, bla…». Mientras esto sucedía, mi amante comenzó a aumentar el ritmo y la fuerza de sus penetraciones, que empezaron a sonar al chocar contra mis nalgas.
«clap… clap… clap… clap… clap… clap… clap… clap… clap… clap… clap… clap…»
Mi novio, al oírlo, interrumpió su monólogo y preguntó «¿Que suena?»
«Nada… es un nuevo… ejercicio de piernas que… estoy probando…» mentí descaradamente.
«Ah, vale!» contestó y retomó la conversación donde la había dejando. «Pobre cornudo ingenuo», pensé. «¿Como se puede ser tan tontito?»
Al cabo de un rato siendo zarandeada por las embestidas de mi amante, sacó su pene y me volvió a voltear con brusquedad para ponerme boca arriba en el sofá lo cual casi provoca que se me cayera el móvil. Acto seguido puso su polla al lado de mi cara y comenzó a pajearse furiosamente. Estaba a punto de correrse…
Yo aun sostenía el teléfono y mi novio seguía hablando pero abrí la boca de par en par para recibir la corrida de mi amante, el cual descargó una cantidad ingente de lefa en mi boca, cara, pelo y en el propio teléfono. Me embargó una tremenda felicidad y satisfacción por recibir mi premio, mientras mi pobre y cornudito novio seguía hablando. Tragué con tremendo placer el semen que se había acumulado en mi boca y limpié con la lengua el que había caído en el teléfono (era casi como limpiárselo a mi novio de su cara, pensé…). Acto seguido mi amante me metió su polla aun erecta en la boca para que se la limpiara.
«hmmmm…. chupp… chup… chuuup…» dejé escapar.
«¿Hola? ¿estás bien? se oye raro.», observó mi novio.
Sacándome la polla de mi amante de la boca contesté, «Sí, sí… no te preocupes, solo estoy bebiendo un poco después del ejercicio.»
«Ah, ok. Hidrátate bien.» me aconsejó. «Bueno enana, te voy a dejar, voy a darme una vuelta por el aeropuerto antes de embarcar. Cuando desembarque te llamo otra vez», prosiguió.
Me saqué la polla de la boca y la cogí con la mano con la intención de pajearla suavemente mientras perdía su vigor. Miré a mi amante a la cara y con una sonrisa de felicidad le guiñé un ojo.
«Bueno cari… que tengas buen viaje, yo me voy a dar una ducha ahora», contesté a mi novio. «¡Un besito!», tras lo cual colgué.
Tanto mi amante como no pudimos evitar comenzar a reír por lo que nos acabábamos de atrever a hacer. Había sido tremendamente excitante y no me arrepentía de nada. Es más, estaba deseando que mi novio volviera a llamar una vez aterrizase su avión.
Tras dejar el móvil de nuevo en la mesa, mi amante y yo nos dirigimos juntos a la ducha a limpiarnos el sudor (y en mi caso el semen). La noche acababa de comenzar…