Los recuerdos calientes de una noche de lluvia
Hace un año se cumple que mi mamá se metía a mi cuarto por qué me había estado escuchando a escondidas mientras me entregaba a Beto. Hace un año que me grababa desnuda tirada en el piso mientras me gritaba «cerda» y «maldita», roja como un demonio y berreando como poseída de pura furia. Me grababa mientras yo me arrastraba tratando de cubrirme, llorando mientras Beto sin entender seguía tratando de montarme. Me arrebató mi propio celular, sacó mi computadora y me dejó atrapada como rata. Me pateó y a jalones sacó a Beto al patio, encerrandome con llave en mi propio cuarto hasta que llegó mi papá y le mostró el vídeo.
No me golpearon por qué las palabras duelen más. Pero dolió más la amenaza, la promesa, de lo que le iba a pasar a Beto. Esa misma noche me mandaban a la casa de mis abuelos, nunca más volví a mi propia casa. Y ellos se dieron cuenta que eso no me importaba tanto como el futuro incierto de Beto. Y se enojaron más por eso mismo. Hace un año que se me partió el alma. Por eso prometo no volver a dejarme llevar por mis impulsos, mis preferencias. No por mi, si no por no poner en peligro a otro perrito ante la furia de aquellos que no entienden el amor desinteresado.
Pero como cuesta. Como cuesta recordar su calor bajo las sábanas, su suave pelaje cosquilleando mi piel. El olor fuerte de su hocico al lamerme la cara, el sabor concentrado de su saliva cuando yo lo lamía a él en el hocico, besándonos. El recorrido de sensaciones cuando me entregaba a él, al seducirlo con mis olores al masturbarme, al exponer mi vagina a su hocico, al guiarlo levantando la cadera y jalarlo hacía mi para que me montara, cuando guiaba su rosadito pene a mi pussy, al entender él lo que hacíamos y darme sus rápidas embestidas. Su pronta eyaculación, la bola dentro de mi y el tiempo (a veces demasiado poco) que lograba mantenerlo unido a mi. El saberme (a veces más que sentirlo, solo saber) ser llenada por semen de perro, nepe de perro, babeada por todos lados de Beto y sus rasguños amorosos sobre mi. Todo eso aún me pone caliente, horny. Aún me hace desear volver a estar con él
Pero todo es solo un lindo recuerdo. Puedo masturbarme con eso, acabando con algún amargo orgasmo mezclado con lágrimas de melancolía y arrepentimiento. Frustración. Si tan solo fuera más independiente. Si fuera mayor. Si no dependiera de otros.
En un futuro. El futuro tiene muchas promesas. Por eso voy a estudiar letras, ser alguien. Y en la soledad de mi hogar, asegurada mi estabilidad, podré vivir como yo quiera. Hacer lo que yo quiera, amar a quien yo quiera. De la especie que yo quiera.
Pero Beto, mi primer amor verdadero, quedará como mi más dulce y amargo recuerdo. Se que un angelito me cuida, y sueño que en las noches baja a dormir conmigo.
Los veo en los comentarios, la verdad me pegó fuerte la depre y ando muy pensativa. Podría dejar dedicatorias o contestar comentarios de otras publicaciones, pero no ando tan animada, así que tal vez para cuando comenten este «relato» me sienta más tranquila. Los veo en los comentarios