Me calienta el perrito callejero

Salir durante la pandemia era casi imposible, todos los sitios estaban cerrados, y cuando por fin los abrieron eran pocos los establecimientos que estaban abiertos. Así que Les y yo preferiamos salir a caminar por todo el estado, pero solo por las tardes. Mi ciudad no es la más segura y siendo mujeres es más peligroso, aún siendo yo alguien con conocimiento en MMA y Box, no podía poner en riesgo la integridad de mi mejor amiga. Por eso, siempre tratábamos de regresar temprano. Aunque a veces llegábamos al amanecer a nuestras casas. Una tarde, Les y yo habíamos estado caminando alrededor de 3 horas, ya habíamos comido y paramos en un parque, algo abandonado pero estaba muy poblado de árboles y el calor en mi ciudad es horrible. Nos sentamos en una banca de concreto que estaban detrás de unos árboles y hierbas muy crecidas. Casi que estábamos rodeadas por puros árboles, hierbas y pequeños arbustos sin forma. Yo llevaba una falda larga color negra, una blusa de tirantes finos color verde olivo, y Les iba en short y playera overside. Siempre me ha gustado usar faldas porque son muy cómodas, aparte lucen muy bien con lo que sea.

Estábamos basándonos un poco, y a Les le encanta el exhibicionismo y me hizo sacarme las tetas para mamarlas, no me negué mucho, estábamos bien ocultas y seria mucha mala suerte que alguien se fuese a meter a un sitio como en el que estábamos.

—Ya Les, mejor vamos a mi casa.–Pero a Les no le importaba, ella seguía mamando mis pezones y mordía un poco, me empecé a mojar y sin evitarlo pequeños gemidos se me escapaban, pero no quería hacer nada ahí, me daba miedo. Les estaba muy emocionada mamando de mis pechos y yo disfrutando de ello que no nos dimos cuenta andaba un perro grande merodeando, ni siquiera escuchamos cuando se había metido entre las hierbas. Las manos de Les nada temerosos se metieron dentro de mi boca, y yo chupe sus dedos, Les comenzó a tocar mi entrepierna por encima de mi tanguita, tanga que ella me había regalado. Me estaba excitando demasiado y cuando estaba por acabar, las pisadas del perro nos asustaron y rápido me guardé mis tetas y Les se sentaba, cuando notamos que era un perro nos dio risa, pero ya se me había escapado el orgasmo.

—Pensé que sería un señor o algún jardinero, mensa.–Les se reía y trataba de sacarme las tetas pero me negué.—Ay andale Lola, no seas amargada, si quieres te la chupo.–Y de nuevo su risa burlona. Supongo muchos creerán que mi nombre es Lola, o Lolita, pero realmente es un diminutivo de mi nombre real, que es Dolores.

Después de ese susto solo estuvimos basándonos y en cierto punto, Les se sentó en mi regazo a horcajadas y sus caderas empezaron a sobarse contra mi, no lo pude evitar y levanté su playera para lamer sus pezones, sus pezones a diferencia de los míos que eran más color como meloncito los de ella eran rosa y de un pezon más prominente que el mío. Me encantan sus tetas pequeñitas, tan sensibles que son. Y me lo demostraba con los gemidos y jadeos que soltaba mientras apretaba los cabellos cortos de mi nunca y yo me concentraba en mover mi lengua como a ella le gusta, de lado a lado, pequeñas mordidas y succionar suave y después fuerte.—Ay Lolita, así…mierda me tienes bien cachonda.–Y me gustaba saberlo, aunque a Les le encantaba dominarme, eramos muy versátiles. A ella le encantaba que yo mamara sus tetas y que con mis dedos largos la penetrara hasta hacerla correrse a chorros, y a mi me encantaba escuchar mi nombre en sus gemidos.—Tocame Lolita, dedeame por favor.–Y se sacó los shorts y comencé a tocar su clitoris con mi pulgar, haciendo círculos mientras mamaba sus pezones, Les estaba loquita, sus gemidos cada vez eran más fuertes y sentía sus muslos temblar anunciando su orgasmo. Pero creo los gemidos de Les alertaron al perrito que se asomó a vernos, y nada tímidas nos mostramos. Hice que Les se diera la vuelta, quedando su espalda contra mi abdomen, ella es chiquita y delgada, así que manipular su cuerpo nunca ha sido un problema. Tenia sus piernas bien abiertas, con su calzón a un lado, sus tetas de fuera y su rostro rojo por lo cachonda que la tenía.—Mira perrito, mira como la hago correrse.–Metí mi dedo corazón y anular dentro de la conchita de Les y haciendo movimiento de «ven ven» y de arriba y abajo Les comenzó a gemir más alto y pronto lanzó los primeros chorros de su squirt. El perrito empezó a lamer los chorros que manchaba el piso y empezó a acercarse a Les, algo temeroso pero empezó a lamerle los muslos.—Lola, no quiero que me lama, no sé si este enfermo.–Pero no me importó, la tomé fuerte de las piernas y llamé al perrito.—Anda perrito, esta perrita es para ti, y quieta Les, no quiero lastimarte.–Y me obedeció, supongo le ganó el morbo. El perrito comenzó lento pero poco a poco empujaba con su nariz el clitoris de Les y metía su lengua en su Conchita, Les estaba que no podía del placer que el perro le daba, su piernas temblaban y sus manos apretaban sus tetas, una imagen digna de fotografiar. El perrito seguía mamando hasta que Les no aguantó más y con un gemido muy alto intentó cerrar sus piernas, pero de nuevo se lo negué, la sujete muy bien y deje que el perrito chupara de la conchita hinchada de Les. Podía ver la carita de Les toda roja y sus ojos un poco lagrimosos.—Ya Lolita, ya amor…ya no puedo.–Yo sabia que ella aún aguantaba un poco más.—No dejes al perrito entrado, Les, el te está haciendo un favor.–Les negando con su cabeza y entre jadeos me decía que no.—Lola ah! Mierda, Lola…–No podía ni hablar, al poco tiempo trataba de hacerse hacia atrás e intentaba alejar al perro pero su cuerpo la venció, comenzó a gemir y suspirar rápidamente y la sentía temblar y contornearse encima mío, había llegado a su orgasmo. Sentía mi falda mojada de sus jugos, y mi tanga igual húmeda, estaba más que cachonda. No quisimos copular con el perrito, así que mientras les se recomponia de los orgasmos, yo pedía un Uber para pasar a recoger 2 cachorros que iba adoptar. Una perrita tuvo cachorros de cruza de Golden con Labrador y habían nacido muchos, así que los estaban dando en adopción y mis papás me dejaron adoptar 1, y los papás de Les le dieron permiso igual. Pasaríamos por ellos y de ahí iríamos a mi casa.

Queríamos experimentar con cachorritos y aparte Les quería un cachorrito, que mejor que adoptar uno. Me sentía emocionada, me daba morbo poder amamantar un cachorro y a la vez que Dulce me mamara. Les y yo habíamos estado tomando algunas hormonas para poder producir leche, pues era algo que nos llamaba la atención. (Teníamos 5 meses en tratamiento) y por el momento solo me habían crecido las tetas a mi, y si me estimulaba mucho salía lechita. Cuando el uber pasó por nosotras, ambas nos sentamos atrás, Les solo iba provocandome y me sacó las tetas, el conductor no dijo nada, solo nos veía por el retrovisor. Ella me mamaba las tetas y me abrió las piernas.—Puedes ver si quieres, pero no tocar.–El tipo solo asintió. No quería hacerlo ahí, me daba miedo.—Les no, espérate a que lleguemos.–Pero como siempre, a Les le prendía la adrenalina y más el ser vistas. Sus dedos pellizcaban mis pezones y luego los mamaba, se escuchaba como succionaba y como soltaba mis tetas, que ya estaban rojas y sensibles.—Sacate la tanga, Luis ¿cierto?–El solo asintió.—Luis quiere verte acabar, chiquita.–Luis me vio a los ojos atraves del espejo y sonrió, no era feo pero se veía mayor que nosotras.—De verdad quisiera verlas, juro que no haré nada más.–Les me sonrió y logró convencerme, me saqué las bragas y se las di, pero ella se las dio al conductor.—Un pequeño regalito Luis.–Pude ver como Luis olía mi tanga y la llevaba a su bolsillo.—Huelen a perrita.–Les se sonrio y me besó.—Ella lo es, ambas lo somos.–Me senté abriendo mis piernas y flexionandolas hacia mi pecho, y Les pronto estaba dedeandome, el conductor se había sacado la verga y podía ver como alternaba entre la palanca de cambios y su verga. No pude evitar no gemir, me es difícil estar calladita.—Di mi nombre, Lola, Luis también quiere oírte.–Les me dedeaba y acariciaba muy rápido mi Conchita, no podía decir su nombre, siquiera concentrarme, solo quería explotar, sentía ese rico hormigueo en el vientre, esa sensación rica en el clitoris, mis piernas temblando, estaba a nada de acabar, y lo hice, con un largo y agudo gemido.—Ah Les!.–Y no se detuvo, comenzó a hacer movimientos de «ven ven» y abajo y arriba, me quería hacer correr, su boca estaba ocupada mordiendo mi botoncito, sentía los pezones tan duros que dolían.