Me desvirga mi compañero de trabajo

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Hola a todos, mi nombre es Javier, tengo 32 años y estoy casado. Mi chica está embarazada de nuestro primer hijo y llevamos tres años casados. La historia que os voy a contar sucedió hace dos meses. Mi mala cabeza me llevó a ser chantajeado por un compañero de trabajo y como mi familia es lo más importante tuve que ceder a todas sus exigencias sexuales. Os cuento

Toda la vida he sido un chico muy tímido, introvertido y con poco éxito entre las mujeres porque era un poco gordito y sufrí acoso escolar en el instituto. Todo eso cambió cuando llegué a la universidad. Me vine a vivir a Madrid y conocí a unos chicos muy deportistas y fui acoplándome a sus costumbres. Me apunté a un gimnasio con ellos, perdí 16 kilos y poco a poco mi cuerpo fue cogiendo forma. Mis pectorales se fueron desarrollando y con mucho esfuerzo conseguí marcar mis abdominales y desarrollar mucho mis piernas.

A partir de ahí empecé a perder la timidez con las chicas y viví unos años de desenfreno, cada semana me ligaba alguna. Salía mucho de fiesta y casi siempre me iba acompañado a casa. Así pasé los años en la universidad y a los 25 conocí a Elena. Salimos durante cuatro años y durante un viaje a México le pedí que se casara conmigo. Ese mismo año comencé a trabajar en un bufete de abogados importante de Madrid y a los tres años Elena se quedó embarazada.

La vida no me podía ir mejor. Tenía un buen trabajo, mi mujer estaba muy enamorada de mí e íbamos a tener nuestro primer niño. Y en ese momento tan bueno mi vida se fue al carajo. Todo comenzó en la cena de Navidad de mi empresa. Llevaba muchos meses sin salir de fiesta y tenía tantas ganas de pegarme una buena juerga que se me fue de las manos. En la cena me sentaron con mi compañera de curro y aunque nunca me había fijado mucho la tía estaba muy buena. Llevaba un vestido muy ajustado que le marcaba todo. Ella también estaba casada y durante la cena empezamos a tener entre nosotros un coqueteo bastante inofensivo y mientras hablábamos no podía evitar que mis ojos se desviarán varias veces a sus pezones. Sobre las 00.00 la celebración se trasladó a un bar y allí la tensión sexual entre Laura y yo fue en aumento. Bailábamos, nos rozábamos (yo arrimaba mi rabo morcillón y ella no se apartaba) nos reíamos, y tanta copa acabó por desinhibirnos para terminar en un baño.

Me aseguré de que no había nadie, nos metimos en un baño del servicio de tíos y me la follé a lo bestia. Cuando entramos empezamos a morrearnos, le comí las tetas mientras ella se quitaba las bragas. Me bajó el pantalón y le metí mi polla hasta el fondo. Fue una follada brutal. Al acabar nos vestimos y salimos por separado del baño. Yo iba borrachísimo y le dije que me iba para casa. Ella también estaba fatal y también se marchó. Menos mal que nadie nos había visto.

A la mañana siguiente cuando me desperté tenía un dolor de cabeza brutal y un sentimiento de culpa terrible. Para rematar la jugada mi mujer me había preparado el desayuno y mi remordimiento fue creciendo exponencialmente. Al lunes siguiente cuando llegué a la oficina hablé con Laura y ella se sentía igual que yo. Nos pedimos perdón y dejamos claro que todo aquello no podía ni repetirse ni contárselo a nadie. Me alivió mucho la reacción de ella y me relajó pensar que después de mi error todo podía volver a la normalidad y que eso sería un mal recuerdo. Después de los malos días que había pasado ya me tranquilicé y volví a mi rutina habitual muy ilusionado con planes y el futuro niño.

Pero al lunes siguiente todo cambió. Estaba llegando a la oficina en un taxi con un compañero cuando recibí un correo electrónico de mi compañero Juanma:

-Hay que tener cuidado con las cosas que hacemos en los baños.

Se me vino el mundo encima, no sabía cómo reaccionar metido en el coche sin poder decir nada. Me estaba empezando a encontrar mal y necesitaba salir de allí. Me bajé del taxi con la excusa de que tenía que hacer unos recados. Me quedé sentado en un banco en la calle con ganas de llorar y muy nervioso. Decidí llamarle para que me diera una explicación de ese mensaje, pero no me cogió el teléfono. Le contesté al mail diciéndole que no sabía de qué estaba hablando.

Yo no tenía mucha relación con Juanma. Es un chico bajito, no muy guapo, que trabaja en el departamento de recursos humanos. Me habían contado que era gay, pero nunca habíamos tenido mucho trato. A los pocos segundos me respondió.

– Cuando te follabas a Laura en el baño del bar el otro día sí que sabías lo que estabas haciendo, ¿no? Por cierto, bonitos calzoncillos, aunque el amarillo no te pega mucho.

Me quería morir cuando acabé de leer aquello, tenía una mezcla de sentimientos muy fuertes en mi cabeza. Quería matarlo, tenía miedo de joder mi matrimonio y muchísima rabia acumulada. No entendía cómo me había podido ver, seguramente entró en el baño y nos vio desde el otro cubículo. Le contesté pidiéndole quedar para hablar y ver cómo solucionar esto. Estaba muy confundido, no sabía qué quería y tampoco estaba seguro de cómo iba a reaccionar yo con toda esa rabia que tenía dentro. Me volvió a contestar y me citó para esa noche en un bar cerca del trabajo.

Cuando nos encontramos solo tenía ganas de pegarle un puñetazo, pero me contuve e intenté ser diplomático para ver si conseguía resolver el problema.

-Juanma ¿qué quieres? ¿Por qué me haces esto?

-Javi tranquilo, no quiero joderte la vida, pero me ha surgido esta posibilidad y no pienso dejarla escapar.

-Pero ¿qué dices? ¿qué oportunidad, de qué me estás hablando? Qué quieres de mí. Yo no tengo nada, mi mujer está embarazada, no me puedes hacer esto. Vale la cagué, pero no me puedes joder así la vida

-Te repito. Yo no quiero joderte nada solo qué quiero aprovecharme un poco

-Pero ¿qué quieres de mí?, que tengo yo que pueda darte

-No quiero nada de ti, te quiero a ti

-¿Cómo? ¿Qué dices?

– Qué te quiero a ti, quiero que seas mío. Disfrutar de ti. Una semana

-Tú estás enfermo, que yo no soy gay, que no me mola nada de eso

– Eso ya lo sé, pero me la suda. Es más, eso me pone más cachondo. Si quieres que todo esto se quede en un mal recuerdo tienes que estar a mí disposición para disfrutar de ti durante una semana

– Tú eres un chalado. Que no tío que no pienso hacer nada de esto. Tu palabra contra la mía y mi mujer me va a creer a mí y no a un loco como tú

– Eso puede ser… pero ¿cómo le vas a explicar esto?

Sacó su móvil y me enseñó una foto en la que se me veía de pie follándome a Laura. El hijo de puta había sacado la foto desde arriba del cubículo del baño. Es cierto que no se me reconocía, pero estaba seguro de que Elena con esa imagen sabría perfectamente que era yo. Estaba jodido, muy jodido.

-Tío estás enfermo. Cómo me puedes hacer eso de verdad (me eché a llorar) no me puedes joder así la vida, de verdad, que voy a ser padre

-Mira tío deja de llorar y asume lo que has hecho. No te estoy pidiendo pasta, ni nada del otro mundo. Una semana y tienes mi palabra de que destruyó la foto y no volverás a saber de mí.

Me entraron ganas otra vez de pegarle una ostia. Tenía ganas de matarlo y acabar con esto, sentía una rabia en mi interior, pero no tenía escapatoria.

-Aceptas o no, que no tengo todo el día

– En qué consistiría eso de estar a tu disposición

-Joder tío estás muy bueno, pero no eres muy listo. Quiero comerte la polla, quiero follar contigo, quiero lamer tu cuerpo, quiero que estés a mi disposición

-bufff, pero yo no he hecho eso nunca, tío a mí eso no me mola no voy a estar bien

– Tío de verdad no entiendes nada. Me la suda tus sentimientos, si estás contento o triste. Durante todos estos años me has mirado siempre por encima del hombro y para mí lo único que eres es un cuerpo bonito y me pones muy cachondo, el resto me da igual. Tienes hasta esta noche para decirme si aceptas, en caso contrario tu mujer recibirá foto y te aseguro que le llegará. Chao.

El tío se fue del bar y me dejó allí. Estaba desesperado sin saber qué hacer. Me fui andando a casa para poder pensar, al llegar abrí la puerta y Elena me recibió con un beso y un abrazo. Me pegué a ella sin soltarla muerto de miedo, no podía perderla. Me dijo que se iba a dar un baño, cogí el móvil y le mandé un mensaje a Juanma: «Está bien, acepto». Tardó diez segundos en contestarme: “Así me gusta, desde mañana serás para mí, búscate una excusa para el finde porque duermes en mi casa e intenta evitar los lamentos, solo será una semana”

Ya os podéis imaginar cómo me encontraba. No pude dormir en toda la noche y llegar al despacho fue un suplicio, no sabía qué quería hacer conmigo, pero la respuesta me llegó pronto. Sobre las 10.00 me llegó un mensaje: “Té veo en media hora en el despacho de lucas”. Esos despachos ahora estaban cerrados porque los estaban reformando y nadie iba por esa zona. No tenía escapatoria. Al rato allí fui.

Cuando llegué, él me estaba esperando y me soltó uff que ganas tenía de esto. Se me acercó. Era un poco más bajito y empezó a sobarme. Yo estaba inmóvil. Comenzó por besarme el cuello y me abrió un poco la camisa para comenzar a besarme y comerme los pezones. Estaba desatado, yo pensaba que me iba a resultar más desagradable, sin embargo cerré los ojos y me dejé hacer. Estuvo así un buen rato diciéndome[TGI1] lo bueno que estaba y las ganas que tenía de eso. Yo estaba tranquilo porque sabía que a esa zona no iba nadie, al rato me pidió que me diera la vuelta y yo temía lo peor.

Me bajo los pantalones, me pidió que me apoyara en la pared y empezó a comerme el culo como un loco. Me daba unos cachetazos a lo bestia y el tío metía la lengua hasta el fondo. Yo estaba flipando, nunca me habían comido el culo y tampoco había visto a nadie disfrutar de esa manera. Él siguió un buen rato comiéndomelo así y empecé a notar que se me estaba poniendo dura. Llevábamos así como 20 minutos y de repente paró. “Creo que para ser tu primera vez ya tiene suficiente”, me dijo mientras se ponía de pie

y rozaba su paquete contra mi culo. Me empecé a vestir mientras seguía diciéndome lo bueno que estaba y lo que iba a disfrutar conmigo. Antes de salir por la puerta me pidió que volviera mañana sobre esa hora.

Llegué a mi mesa con la cabeza hecha un lío. Estaba aliviado porque todo lo que había pasado, aunque no me molaba nada, podía soportarlo. El caso es que sabía que no se iba a conformar con aquello y que la cosa iría a más en los próximos días. Y no me equivocaba, el tío estaba obsesionado con mi cuerpo y cada mañana que quedábamos me trataba como un objeto. Me desnudaba, me sobaba y disfrutaba conmigo. Yo me fui acostumbrado hasta el día que me hizo la primera mamada, llevaba días empalmándome cada vez que me comía el culo y lo notó. Al tercer día me giró y comenzó a hacerme una mamada bestial, mucho mejor de las que me hacía Elena. Reconozco que la disfruté y él también. Se tragó toda la lefa. Era viernes y como ya me había dicho me citó para el sábado en su casa. Tenía que llegar por la tarde y quedarme hasta el domingo después de comer, por los gestos que me hacía cuando me sobaba sabía que ese fin de semana iba querer llegar mucho más lejos.

Ya le había dicho a Elena que ese finde tenía una despedida de soltero de uno del bufete. Me vestí y me marché para su casa. Cuando llegué me recibió en albornoz y me pidió que me desnudara. Encendió la ducha y me pidió que entrara. Se quitó el albornoz y entró conmigo. Era la primera vez que lo veía desnudo. No estaba nada en forma y su polla era bastante pequeña, cosa que me alivió bastante. Estuvo bastante tiempo limpiándome, poniendo mucho empeño. Cuando terminó me abrazó por detrás y comenzó a restregar su polla por mi culo, como haciendo gestos de follar, pero sin meterla, luego me dio la vuelta y comenzó a besarme y presionar en mis hombros para que me arrodillara. Intenté evitarlo, pero finamente no me pude escapar. Era la primera que vez que iba a comerme una polla, algo que jamás pensé que tendría que hacer. Cerré los ojos y me la metí en la boca, él me tenía agarrado por la cabeza y me guiaba para meterla y sacarla de mi boca. Era un muñeco a su merced. Por los gemidos que lanzaba estaba disfrutando a lo bestia. Acabó por correrse en mi boca y sin avisarme, algo que me dio bastante asco.

Me limpié como pude. Cuando salimos de la ducha me pidió que le acompañara a su cuarto y que me pusiera a cuatro patas. Pensaba que con lo de la ducha había calmado a la fiera unas horas, pero me equivocaba. Comenzó con una comida de culo brutal, escupiéndome y salivando mucho. Luego pilló un bote supongo que de lubricante y empezó a meter un dedo y luego dos. Lo hizo de forma muy delicada y aunque al principio me dolió un poco me fui acostumbrando. Al poco rato escuché como abría un condón y me preparé para lo que venía.

Me fue metiendo su rabo poco a poco, como ya os conté no la tenía muy grande, y empezó a follarme, al principio fue despacio, pero tardó poco tiempo en comenzar a empotrarme salvajemente. Me agarraba por las caderas y me embestía. El sonido de sus huevos cochando con mi culo se expandía por la habitación y también sus bufidos. Me sentía humillado, pero aguanté hasta que a los pocos minutos terminó por correrse. Se acostó a mi lado y me pidió que me quedara allí con él. Continuaba sobándome y cuando se recuperó de la follada empezó a besarme el pecho para llegar a mi polla. Consiguió que me empalmará y se esforzó en lograr que me corriera. Así estuvimos toda la noche. Juanma me folló otras dos veces más. Yo ya no podía más, pero él estaba desatado. Para él era un simple trozo de carne con el que disfrutaba sin importarle cómo me encontraba yo.

Ya por la mañana volvimos a follar otra vez. Cuando terminamos me fui a la ducha y me vestí para irme.

-Toma, aquí tienes mi móvil puedes borrar todas las fotos. Te has portada como un campeón.

-Como sé que no tienes más copias y que puedes volver a joderme

-Tranqui, soy un tío de palabra, te prometo que no volverás a saber nada de mí.

Borré todas las fotos de su móvil y me fui de esa casa. Nunca me había sentido así, como un trapo. A los pocos meses me cambié de trabajo. No podía soportar las caras que ponía Juanma cada vez que nos veíamos. Reconozco que a veces recordaba todo lo que había pasado y seguía sin explicarme cómo era posible que me hubiera empalmado cuando Juanma me sobaba o me comía la polla.