Mi hijo se convierte en mi amante

MI HIJO ES MI AMANTE

I PARTE

Me llamo Alejandra, pero para mis conocidos y amigos me dicen Ale o Aleja. Soy una mujer que en la actualidad tengo 41 años y un hijo de 21 años, de nombre Danilo. Antes de proseguir con el relato y como protocolo de toda confesión erótica, me permito describirme: Soy de constitución mediana, mido 1,65 y peso 59 kilos, pero bien proporcionada y conservada, a base de gimnasio y comida sana, (que practique después de dar a luz) ni muy guapa, ni muy fea, con un cabello largo negro y unos ojos marrones muy llamativos. A parte de ello soy maestra de escuela de nivel secundaria. (Bachillerato en otros países)

De mi vida privada les contaré algunas cosas. Primero mientras era estudiante de la carrera de pedagogía conocí a Alex un ex compañero de colegio, con quien terminé la secundaria, nos hicimos enamorados e incluso me acompañó a estudiar la misma carrera, sólo que él la abandonó porque se dio cuenta que no tenía vocación de maestro. Pero estando yo en el 4° año de estudio superior, me di con la sorpresa que estaba embarazada, y como era lógico se lo comuniqué a él. Alex al principio se alegró mucho por la noticia, pero luego de dos meses huyó sin dejar ningún rastro. Lo busqué por un buen tiempo, pero no tenía noticias de él y sus padres tampoco me daban razón. Entonces cargué con la responsabilidad de asumir mi embarazo y estuve a punto de dejar la carrera y empezar de cero (como decimos en mi país, iba a tirar la toalla)

Pero estando en ese momento de trance emocional, fue donde conocí a César, un compañero de la misma carrera, solo que éramos especialidades diferentes. Confieso que en un principio no quise estar con nadie, por la decepción explicada anteriormente, pero César digamos que fue ese apoyo que necesitaba en ese momento y así poco a poco le fui teniendo cariño, para luego tener un romance y fue algo especial para los dos. Tiempo después di a luz a mi hijo a quien puse el nombre de Danilo (en honor a mi difunto padre) y César le dio su apellido, ya que Alex nunca más volvió a aparecer en mi vida. Me olvidaba decir que mi esposo, logró ayudarme a terminar la carrera y así poder titularme.

Luego de graduarnos, la relación con mi marido fue bastante buena, logramos conseguir trabajo en la misma escuela, nos mudamos a otra ciudad norteña y allí empezamos nuestra vida familiar. Sin embargo, fue después de dos años de casados que comenzaron los problemas. Por más que los dos teníamos sexo para tener nuestros propios hijos, yo no podía concebir e incluso un tiempo estuve embarazada, pero lo perdí a los dos meses, luego otra vez lo intentamos e igual perdí al feto. César desesperado por tener un bebé conmigo, me llevó a una clínica y tras hacerme un chequeo, descubrí que mi matriz había sufrido una anormalidad, la cual, si bien no era muy grave, pero tenía como consecuencia, yo ya no podía volver a tener más hijos.

Para César esta noticia fue un golpe muy fuerte tanto a su felicidad, como a su orgullo de hombre. Fue a partir de allí que se alejó de mí, ya no quería dormir a mi lado, se iba por las noches a buscar prostitutas, a beber hasta emborracharse, e incluso cuando teníamos algunas oportunidades de reuniones sociales, laborales o familiares, él no quería ir conmigo, me ponía miles de pretextos y en el trabajo, era un completo extraño conmigo, en pocas palabras mi matrimonio comenzó a volverse si bien no en un infierno, porque jamás me gritó, ni me levantó la mano encima, pero si en una relación forzada.

Durante mi tiempo de casada, yo traté de salvar nuestra relación, (y más que todo no fue por amor, sino por la gratitud que le tenía, por haberme ayudado cuando más necesitaba de alguien a mi lado), Si bien el amor poco a poco se fue apagando, pero poniéndome en su lugar, tampoco no era justo que él se llevase todos los platos rotos.

En mi última opción, decidí consultar con una sexóloga, para poder ver una solución dándome algunos consejos para reconquistarlo: Lo provocaba con besos, caricias, aprovechaba cuando Danilo estaba en el colegio, me vestía muy sexy para él, me compré incluso lencería coqueta, cuando se duchaba, entraba con él para bañarnos, etc. Pero a pesar de todo, nada dio resultado, e incluso una vez, mientras estaba muy cariñosa con él, me empujó diciéndome:

_ Si tanto quieres sexo, ¡¡¡BÚSCATE UN AMANTE!!! Tienes mi autorización.

Escuchar estas palabras fueron el detonante de todo. Ese día lloré amargamente y decidí finalmente renunciar a ser esposa y mujer, y dedicarme a cubrir ese vacío con mi hijo (quien aún era menor de edad). Lo paradójico de todo esto, era que, si bien César conmigo era un distante atroz, con Danilo era lo contrario. El tiempo que vivió con él, jamás le gritó, ni le levantó la mano, es más era cariñoso, jugaban juntos, paseaban, es decir, le daba a mi hijo todo ese cariño que a mí me fue esquivo como esposa.

Luego los dos firmamos el divorcio, se me asignó una cantidad fija de pensión, César autorizó que la casa quedaba a nombre mío y de mi hijo y lo más triste de esto, mi ex marido, pidió su traslado de maestro a una escuela muy alejada de la zona donde vivíamos. No miento que en un principio no quise firmar el documento, pero veía que no podía atar a alguien más a mi lado que no me quería. Fue así que después de ese capítulo, solo me quedó en mi vida, Danilo.

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Ahora les voy a hablar de Danilo. A mi hijo lo quiero con locura, ya que por razones que dije anteriormente y al ser hijo único, los dos le dábamos todos los caprichos, nos volcamos totalmente con él, sobre todo yo, quien después de ser despreciada como esposa, me volví más cariñosa con mi hijo. Su cariño también era recíproco conmigo, nos abrazábamos y me llenaba de besos constantemente y por cualquier motivo, a mí me encantaba “consentirlo” y a él le encantaba que lo haga.

Nuestra relación madre – hijo era totalmente natural y digo era, porque a partir de un determinado momento comencé a notar como que algo estaba cambiando en el comportamiento de mi hijo.

Todo empezó cuando Danilo cumplió años, y estaba por terminar la secundaria, sin que apenas me diera cuenta, comenzó a suceder algo raro. En los momentos de cariño, él siempre se había dejado consentir, pero de pronto, ese cariño que era de forma suave, que incluía besos y caricias, sin darme cuenta, se fueron invirtiendo los papeles, pasando finalmente a ser yo la consentida y él el consentidor.

Al principio, eran simples caricias con sus manos en mis espaldas, pero poco a poco, sus manos se movían por todas las partes de mi cuerpo a su alcance, entre ellas, naturalmente mis nalgas, puesto que mis abrazos normalmente eran de frente, pero fue cuando el comenzó con su famoso SANGUCHITO (una variante morbosa del conocido ABRAZO DE OSO)

Cuando él cumplió los 18 años, medía 1,75, con lo que me saca 10 cm. y pesaba 70 Kg., y lo más notorio, tenía un físico muy hermoso (moreno, unos brazos bien fuertes, unos músculos bien marcados en el pecho, unas piernas bien trabajadas). Quiero explicarles que mi hijo cuando era muchacho, veía un programa de competencia llamado “COMBATE” y donde se veía a diario las competencias físicas que daban en ese programa. Desde entonces le nació el interés por la gimnasia y ahora se veían los resultados, por ello cuando se me acercaba me manejaba como si fuera una muñeca.

A todo esto, se le dio la costumbre de levantarme del suelo, cuando nos abrazábamos, para lo cual no tenía más remedio que agarrarme con fuerza por mis nalgas y en muchas ocasiones, cuando estaba con un vestido cómodo en casa, venía a subirlos y sus manos se posaban directamente sobre mis bragas.

Yo al principio, trate de no darle importancia, considerando que todo era normal, fruto de la efusión que poníamos en nuestros abrazos y cariños y sumado también al ímpetu que, como mujer, quería desahogar.

Pero mi intuición de mujer me decía que algo había cambiado, así es que comencé a poner una atención especial y detecté algunos detalles que iban confirmado mi sospecha de que su comportamiento para conmigo estaba cambiando. La alegría que sentía cuando yo le abrazaba, había pasado a ser otra cosa… y mi cuerpo había pasado a ser algo atractivo para él.

No sería hasta que él cumplió los 19 años, en plena efervescencia hormonal, que yo me estaba convirtiendo sin querer en el objeto sexual que más a mano tenia. Y si a esto sumo que su carácter comenzó a cambiar. Y esto se debió a que como les dije, después de mi separación, pretendientes comenzaron a aparecer a mi vida, y a veces algunos colegas me llamaban para pedirme orientaciones sobre evaluaciones, programaciones curriculares, entre otros documentos pedagógicos. A mi hijo esta situación le incomodaba e incluso en 4 ocasiones contestó mis llamadas y si era voz de hombre, respondía con cólera. A mí me daba algo de sorpresa que él se comportase así y le trataba de hacer ver que no era lo que él creía, pero estos celos no eran de esta época, recuerdo que en una ocasión cuando él estaba en 4 de media, del colegio me llamaron porque le había pegado a uno de sus compañeros y le dio como se dice “A MATAR” Cuando le reclamé a mi hijo por eso, Danilo me comentó que le pegó a su compañero, solo porque este le dijo a solas, algo que una vez le dijo su padre:

_ En serio esa profesora ¿es mamá de tu compañero?

_ si papá es su mamá y aparte está soltera.

_ Soltera, ¿entonces está buscando macho?,

_ jajajajaja no sé papá

_ creo hijo que pronto vas a tener nueva mamá.

Cuando escuché eso si bien, no aprobé la violencia, pero en una parte se lo merecía. Y por supuesto al padre de ese chico, aparte de una gritada, también le di una caricia para que se acuerde de mí, el resto de su vida. Desde entonces conocí que Danilo poseía un complejo de Edipo muy fuerte.

Después cuando mi hijo entra a la universidad, pensé que poco a poco comprendería las cosas, pero me terminé equivocando. Y por qué pasó eso. En cierta ocasión nos invitaron a una boda de la hija de un colega del colegio. Yo como no tenía pareja con quien ir, dije que no iría, pero fue donde un profesor amigo mío del trabajo llamado Roberto (era tres años mayor que yo, yo por ese entonces tenía 39 años) me pidió si podía ir a la fiesta siendo su acompañante. Al principio lo dudé, pero ante su caballerosidad, decidí ir con él.

Tres días antes de la reunión le dije a mi hijo que tenía ese compromiso el sábado y al decírselo su rostro de alegre que estaba conmigo, se convirtió en un aspecto de molestia, fastidio.

_ El sábado ¿y a qué hora vas a venir?

_ Pues a la hora que terminé por la madrugada o al día siguiente.

_ ¿Y vas a ir sola o acompañada? Dímelo.

_ Danilo ¿A qué tantas preguntas?

_ ¡¡¡ Sólo dímelo, vas a ir sola o acompañada!!!

_ Voy a ir acompañada.

_ Pues bien entonces ¡YO VOY CONTIGO!

_ Danilo ¿Estás seguro de ir conmigo? Pero si a ti te aburren esas fiestas.

_ ¡Si no voy yo entonces, tú tampoco vas!

_ Danilo ¡Qué significa esto!

_ Nada. ¡Adiós!

Danilo se fue aventando la puerta con violencia, ese gesto me hizo pensar que se había puesto celoso, como a la vez molesto, irritado. No lo busqué, porque consideré que necesitaba estar solo un momento, así que continúe con mi ritmo de vida normal, pero cuando llegué a casa, él no había llegado. Pasaban las horas de la noche y no había señales suyas, le timbré al celular y no me contestaba. ¿Qué le estaba pasando, porque ese comportamiento ya tan exagerado? Le envié mensajes de voz diciéndole que estaba preocupada y aun así ni siquiera los miraba. Llegó la media noche y decidí esperarla en su cama. Y, aun así, ninguna señal, de tanto esperarlo me quedé dormida. Pero cuando bajé a la sala, él estaba durmiendo en el sofá. Me quise acercar a decirle algo, pero me sintió y se fue de nuevo de la casa.

La situación siguió siendo la misma los otros días. Mientras yo estaba en la escuela, mis amigas y Roberto me dijeron para donde encontrarnos juntos e ir a la fiesta, allí fue cuando les dije que no iba a ir, entonces Roberto se me acercó y me preguntó el motivo y le dije que me dejará en paz, causando una sorpresa entre mis demás colegas que vieron mi actuar y sobre todo en él. Y la verdad, con el problema de mi hijo, no tenía cabeza para nada.

Cuando llegué a casa, encontré que la ducha había sido usada y en su cuarto había algo de ropa en el suelo. Así llegó el sábado, entonces recibí una llamada de Roberto, preguntándome si había cambiado de opinión y le dije que no iba a ir. Me propuso si podía venir a la casa a conversar conmigo (él sabía que yo estaba separada) y le respondí que no, que sola estaba mejor.

De pronto dieron como las diez de la noche y entonces Danilo abrió la puerta, prendió la luz de la sala. Su sorpresa fue grande al verme

_ ¿No te habías ido a la boda?

_ No decidí quedarme

_ Y eso ¿porque o qué?

_ LO HICE POR TI, para demostrarte que te quiero más que a nadie.

_ Mamá yo, lo siento.

_ Ven acércate por favor.

Cuando lo hizo, me abrazó y comenzó a llorar amargamente. Yo lo consolaba diciéndole que no tenía por qué enojarse, y que no debía ponerse celoso si alguien me invitará a salir o acompañarme a una reunión. Una vez calmado, me levanté y preparé unos tallarines a lo alfredo que tanto le encantaba, junto con dos copas de vino. Una vez sentados en la mesa, nos sentamos a comer y luego a brindar.

_ ¡SALUD!

_ ¿Y por qué brindamos mamá?

_ Por nosotros por nuestro amor de madre e hijo

_ Salud.

Y así brindamos contentos, aunque no era la reunión que quería ir, pero estar con mi hijo y reconciliarme con el después de casi 3 días de ausencia, valía la pena.

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Desde que César me dejó de tocar como mujer y se fue de la casa, mi vida sexual se fue apagando de a pocos. Más aun sus palabras de que me buscara un amante, eran términos que cada día hacían eco en mi conciencia. Pero nunca me atreví a hacerlo, después de todo, ya había tropezado dos veces, primero con el padre de mi hijo y ahora con mi ex marido. Por ello era mejor ESTAR SOLA que MAL ACOMPAÑADA.

Sin embargo, ¿Qué haces cuando los deseos de amar y ser amada vuelven de nuevo a hacerte presa de tus emociones? No miento, los abrazos de Danilo de vez en cuando me excitaban y sobre todo cuando lo veía sin polo o en dos ocasiones desnudo (viéndose absolutamente todo), me dieron ciertas cosas y verle, sobre todo, semejante dote.

Dirán que soy estúpida o enferma, pero en esos momentos ver a mi hijo tal como vino al mundo, me estaba dando cosas por experimentar. Pero luego reaccione ¿Qué haces mujer, es tu HIJO? No está bien eso. Por ello decidí, aunque sea por última vez, me daría la oportunidad de conocer a alguien.

Fue entonces conocí a Roberto. Era uno de los profesores de ciencias sociales. Físicamente no era mal parecido: alto, mirada bien varonil, siempre de ropa formal, aunque no era un adonis de cuerpo, pero si un trato bien gentil y en especial, en el colegio todos los chicos, en especial de secundaria, le tenían un respeto absoluto. Llevábamos trabajando juntos 9 años y durante ese tiempo me hizo muchas invitaciones, pero nunca aceptaba (ni antes y después de mi separación). Pero después de algunos años, de estar sola y sin dar cuentas a nadie, acepté salir con él.

La primera vez que salimos, él me invitó a tomar un café al salir del colegio. Yo le dije que por mí no habría problema pudiéramos conocernos y si las circunstancias lo permitían hasta podríamos ser buenos amigos, esto al parecer lo emocionó y empezó a seducirme con su galantería. La verdad era la soledad que viví de casada y aún mi separación, lo cual me amorillaron a decidirme a probar algo con él.

La segunda vez quedamos de vernos un domingo. Aproveché ese día ya que César vino a llevar a Danilo a visitar a su abuela política, lo cual para mí fue la coartada perfecta, ya que le dije a mi hijo que supuestamente tenía una capacitación en la escuela. Coordinado todo con mi nuevo pretendiente, quedamos de vernos en la esquina del palacio municipal en el centro de la ciudad ya que era un lugar público. Llegó la hora y yo estaba nerviosa, me sentía como cuando vas a tu primera cita y sinceramente no sabía que pasaría de ese momento, me sentía segura de mi misma, pero en ese momento tenía sentimientos encontrados, por un lado, estaba el entusiasmo de salir con alguien que se había convertido como un confidente en mi trabajo y la otra que sentía de ver a otro hombre a espaldas de mi hijo. Pero todo eso se disipó cuando Roberto llegó puntual en donde quedamos.

Fue en esa cita, cuando él ya dejó de verme como amiga y ahora me veía como mujer y en mi caso pasó lo mismo Camine hacia él y nos saludamos con un beso en la mejilla y fuimos caminando conversando de muchas cosas y llegamos a una cafetería donde pedimos dos capuchinos y unos pasteles.

El me preguntó – ¿Alejandra?

– asentí con un sí

– Gracias por salir conmigo de nuevo. De verdad muchas gracias.

-De nada le dije y seguíamos conversando frente a frente. Él me pregunto por mi hijo y se le notaba nervioso y la conversación transcurrió normalmente.

Y así empezamos a mantener una amistad especial por casi 2 años. Fue en una de esas ocasiones, cuando Danilo (quien ya estaba en la universidad en su segundo ciclo de Ingeniería Civil) me avisó que no llegaría hasta el día siguiente, debido a que debía quedarse con unos amigos a hacer trabajos para la universidad.

Cuando escuchó esta noticia Roberto, me invitó a cenar y como una manera de compensar el desplante de no haber ido a la boda, acepté. Quedamos de acuerdo de comer comida china, ya que había un lugar a 10 minutos del colegio, caminamos hacía ahí, el detrás de mí, yo llevaba un jeans con zapatos bajos y una blusa floreada con manga larga con un escote que dejaba ver mis senos (claro todo tapado con el chaleco del colegio) yo ya no quería ir a casa maquillarme, ya que el toque de maquillaje, que me había puesto al venir a trabajar, aún se notaba. Como él iba detrás de mí, podía sentir su mirada enfocada en mi trasero. Me di cuenta de eso y le permití ya que al ser un hombre muy limpio y muy cuidado en su aspecto personal y sobre todo un verdadero caballero, le daban ese derecho de contemplarme.

Durante la comida no separaba sus ojos de mi escote (todo porque me quité el chaleco, debido al calor del lugar) y aprovechaba cualquier instante para decirme lo bien que me veía y que le había dado mucho gusto que salgamos. Mientras cenábamos, él me confesó que le gusté desde que me conoció en el colegio y que sentía mucha cólera por mi ex marido que no sabía darme mi lugar.

Al escucharlo me puse triste, pero él me tocó la cara y me dijo que ahora estábamos solos. Ese gesto provocó cierto ímpetu que logré disimular. Pensé que solo lo decía por quedar bien, terminamos de comer y salimos a caminar, estábamos cerca del parque principal y nos sentamos a platicar yo le conté de mi situación desde mi matrimonio, la separación, la conducta de celos de mi hijo y lo más triste, estaba muy sola hace mucho tiempo. Recordar esto me salieron algunas lágrimas y en eso Roberto me abrazó para consolarme, pero por estar en la plaza tuve miedo de que alguien nos viera juntos y le pedí que me llevará a mi casa. Mientras caminábamos él me dijo que sentía mucho mi situación y que no le parecía que una mujer atractiva, joven y con muchas cualidades me sentía tan infeliz. En eso me tomó de las manos y en seguida se disculpó por hacerlo, yo como reacción a esto estire mis manos poniéndolas en su cuello y enseguida lo abracé, cuando me di cuenta de que lo tenía abrazado, él junto sus labios con los míos y nos dimos un beso torpemente, nos reímos y enseguida ese beso paso a un beso pasional que duro un poco más de 1 minuto que para mi paso muy rápido, pero lo disfrute. Llegamos a mi casa y nos despedimos con otro beso, dejándome contenta y con la esperanza de que algún día poder recuperar el tiempo perdido.

Desde ese día hablábamos más por WhatsApp. Me empezaba a gustar y ya solo me moría de ganas de volver a salir con él, y en especial mi cuerpo anhelada que me hiciera el amor, sentirlo dentro de mí, estar en una cama desnudos y yo se lo hacía saber que me moría de ganas de estar con él.

Y fue en una de esas salidas, que lo invité a mi casa a tomar un vino. Llegamos y nos acomodamos en el sofá, brindábamos, preguntó por mi hijo y le dije que no iba a venir hasta las 11 por lo tanto teníamos como tres horas para estar solos. Brindamos, me tocaba las piernas, mi piel se erizaba, me dio otro beso y allí ocurrió todo. Nos besamos, poco a poco me fue desnudando, acariciaba mis piernas y mis pechos y yo metía la mano debajo de su entrepierna (les soy sincera llevaba muchos años sin tocar un pene) y ya estaba demasiado extasiada. Apagamos las luces y nos fuimos a mi habitación, nos echamos en mi cama y me quitó la blusa y el pantalón, quedándome solo en mi tanga y brasier, él se quitó el saco y la camisa, mostrándome su torso desnudo, seguíamos besándonos y cuando estaba recorriendo sus manos debajo de mi ropa interior, un grito violento y lleno de cólera, nos sorprendió.

_ ¡¡ MAMÁ!! ¡¡QUÉ SIGNIFICA ESTO!!

Mi reacción fue tardía, Danilo estaba frente a mí con una cara totalmente enfurecida, en la cual, si su odio pudiese matar, hace rato yo estuviese muerta.

Lo que sí puedo decir que aquella noche mis sueños de volver a ser mujer y sentirme amada, se esfumaron, pero a la vez, me permitió descubrir los sentimientos e mi hijo hacia mí.

NOTA: Este es la version mejorada de mi anterior relato «COMO LLEGUÉ A ENAMORARME DE MI HIJO», les recuerdo que mi anterior cuenta fue victima de un hakeo. Por ello publicaré los relatos anteriores en versiones mejoradas, gracias a sus comentarios.