Mi increíble e inolvidable primer orgasmo
Hola, me llamo Úrsula, tengo 25 años y, aunque es la primera vez que escribo en esta web, no es nada nuevo para mí (ni mucho menos) en lo que respecta al sexo.
Desde el primer orgasmo que experimenté estando todavía en mi época colegial, hasta el último que acabo de tener hace algo más de media hora antes de ponerme a redactar estas líneas, mi deseo y mi fuego interior han ido creciendo exponencialmente día tras día.
Ya con una edad bastante temprana sentía una enorme curiosidad por mi cuerpo propio y, en especial, por el de los demás. Me atraían y me fijaba tanto en los chicos como en las chicas, cosa que se sigue manteniendo en la actualidad.
Mis primeras exploraciones personales comenzaron a producirse cada tarde/noche a la hora del baño, etapa en la que me estaba convirtiendo en toda una mujercita y había aprendido a ducharme por mí misma. Dichas exploraciones, y la incertidumbre por querer conocerme más, se fueron viendo multiplicadas poco a poco siempre que mi prima me hablaba inocentemente de sus, también, juegos acuáticos del atardecer. Ella era 3 años mayor que yo y eso venía siendo, para entonces, casi un mundo de distancia entre ambas en lo que a desarrollo se refiere.
En una de aquellas tardes/noches mi mano estuvo más suelta de lo normal, cuando el gel comenzó a hacer espuma y pude notar cómo me provocaba, de repente, una sensación muy agradable. Se podría decir que, básicamente, lo había planeado a conciencia pues, además, había tenido en cuenta el instante en que mis padres se sentaban en el salón a ver la tele y se despreocupaban de mí. Con mi nulo conocimiento en el tema, pero dejándome llevar por los estímulos cada vez más placenteros que me iba produciendo el jabón (e intentando seguir asimismo los consejos prácticos contados por mi prima), deslicé unas cuantas veces los dedos con sumo cuidado por mi entrepierna. Definitivamente me gustaba lo que estaba pasando. La timidez aún podía conmigo, aunque no por ello me detuve. De hecho, mi tocamiento se aceleró y pasó a convertirse en un frotamiento mucho más intenso. Para poder ver bien lo que ocurría ahí abajo, aparté la espuma con los chorritos del agua caliente y aquello se disparó ya por completo. Estaba entrando en un universo que me fascinaba más y más, un universo que me envolvía en una nebulosa arrolladora.
En ese momento, recordé lo que había visto semanas atrás justo donde me encontraba ahora. Resulta que fui a llevarle una toalla limpia a mi padre entretanto él se duchaba, con intención de dejársela sobre el lavabo. Él tenía la radio encendida con un volumen ensordecedor y no se percató de mi presencia. Pude contemplar, a través de la mampara de cristal, por primera vez en mi vida, lo que era hacerse una paja para un hombre. Esa imagen se me quedó grabada en la retina, pero no la había vuelto a visualizar hasta entonces.
Mientras continuaba inmersa en mi fascinante universo llegué a la conclusión de que, de algún modo, sin saber ni cómo ni por qué, ambos hacíamos igual, cada uno a su manera. La escena de su mano sacudiendo incesante su gorda y peluda polla, arriba y abajo, con las venas hinchadas y los huevos colgando no se me iba de la cabeza al tiempo que un calor gigantesco comenzaba a salir de mi coño. Me estaba corriendo, ¡joder! Había descubierto un punto exacto en el que la yema de mi dedo corazón me hacía enloquecer, en la parte superior. Previamente, al notar que algo raro estaba al borde de ocurrir, me había tumbado con miedo sobre el piso de la bañera, por lo que me encontraba allí tirada con las piernas abiertas. Los deditos de los pies se me habían encogido y un ligero temblor aún persistía recorriéndome los muslos pese a haber culminado en un final apoteósico.
Por unos segundos me quedé inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido. El agua caliente seguía cayéndome encima y mi mano no quería despegarse de ahí. ¿Y esto se puede repetir? ¿Puedo volver a intentarlo ya o tengo que esperar a mañana? ¿Habrá sido culpa del jabón? ¿El agua quizás? ¿Debería de probar mejor en otro lugar? ¿Los demás también hacen esto? Innumerables preguntas me acribillaron los sesos mientras intentaba reponerme y analizar lo sucedido. Todo era una incógnita, no hallaba ni un cuarto de explicación, pero una cosa tenía clarísima: de aquí en adelante no pensaba parar hasta graduarme en la materia.