Mi otra familia, de otro país me lleva a la locura

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—No me lo puedo creer, decía Natalia enfadada, pensé que esto lo habíamos dejado muy claro y ya no habría dudas, pero veo que eres un veleta y cambias continuamente de opinión.

—Que te quede bien claro que esa es la historia que TÚ te has montado en la cabeza. Desde el principio fui cristalino con mis intenciones y no las pienso variar. Si quieres vacaciones pagadas vienes conmigo, si no, te buscas la vida…seguro que pretendientes no te van a faltar para que los acompañes. Dije ya bastante molesto.

Natalia salió de la cama donde momentos antes habíamos hecho el amor como dos desesperados. Natalia era mi «novia» desde la universidad. Se que ella quería casarse conmigo, atarme a ella y vivir la gran vida como mujer de un millonario, ósea yo, pero su forma de ser, caprichosa, infantil, superficial, provocativa y poco inteligente, hacía que esa idea ni se me pasase por la imaginación.

¿Y por qué seguía con ella? Bueno, si la vieseis en persona lo entenderíais. Natalia era, es y será la chica más popular de la universidad, pero es tan cortita que con 25 años todavía estaba en tercero de carrera. Es como una top model, con un cuerpazo, un culo y unas tetas increíbles y además follaba de lujo y no decía no a nada, es muy viciosa y le puede el morbo y como os podéis imaginar mis corridas ocupaban todos y cada uno de sus orificios. Todos los días que estábamos juntos era inevitable que por arte de magia aparecieran sus «leales» regalándola los oídos por lo buena que estaba, lo bien que vestía y como arrasaba en las redes con sus fotos provocativas y algo subidas de tono.

Por cosas como esta y por otras que ya ni me molesto en contar, la idea de compartir mi vida con semejante zorra ni se me pasaba por la imaginación y me llamareis cabrón desalmado, pero estaba esperando que llegase la mujer adecuada para juntar mi vida con la de ella, pero mientras ocupaba mi tiempo follándome a esa belleza.

—Te lo advierto Luis y no bromeo, o haces lo que yo quiero o te juro que llamo a Borja y me voy con él a Marbella. Y sabes lo que eso puede significar. Dijo terminando de vestirse y muy enfadada.

—Bueno, dije con tranquilidad, tu veras que es lo que haces y si realmente te conviene. Por mi puedes irte con quien te dé la gana y follártelo si lo deseas, yo sigo con mis planes y no los pienso variar por ti ni por nadie.

—Pues vete a la mierda, dijo ya Natalia fuera de sí. Márchate a ese sitio frio y deprimente y olvídate de mí.

Borja, Borja, Borja. Borja era el pijo muerto de hambre más insufrible que os podáis imaginar. El más arrastrado pagafantas que había conocido y que bebía los vientos por Natalia de forma descarada. No se cortaba, ni delante de mí en demostrarle su admiración y sus ganas de poseerla. Pero tenía un problema que le evidenciaba, no tenía los millones que yo manejaba, para Natalia era un amor de hombre, pero era pobre y eso a ella no le venía bien para el nivel de vida que llevaba conmigo.

No lo puedo demostrar, bueno, y tampoco quiero saberlo, pero muchas de las veces que Natalia y yo nos habíamos enfadado, sé que iba corriendo a llorar en su hombro y el tal Borja tonto no es, tiene labia y con lo que le gusta a Natalia que le adulen los oídos, seguro que habrán terminado follando, pero realmente eso es lo de menos, yo no es que fuese un tipo fiel si veía a una mujer que me gustaba, que me gustaba mucho ya fuese soltera, con novio o casada, me la llevaba a la cama y follábamos como si no hubiese un mañana. Con esto creo que queda claro que Natalia me importaba un pimiento y que realmente solo la utilizaba para el sexo.

—Luis, te lo advierto, dijo Natalia ya con lágrimas en los ojos, si salgo por esa puerta quizás no vuelvas a verme.

—Antes de que te vayas solo una pregunta, ¿Esto es una ruptura? ¿Hemos terminado definitivamente? Sabes, no quiero que dentro de unas semanas vengas compungida diciendo que te has equivocado. Si sales por esa puerta lo nuestro se ha terminado para siempre, me tienes harto.

Natalia salió de mi casa llorando. Pensaba que tenía todo bajo control, pero estaba confundida, yo ni la quería ni la amaba con lo que los sentimientos hacia ella eran cero y de seguro que no me faltarían mujeres para poder divertirme. Egoístamente me fastidió, ya que mi madre se había ido de fin de semana con una amiga y tenía el pedazo de chalet en el que vivíamos a mi disposición y el plan de pasármelo follando con Natalia se había ido al garete por una pataleta de ella.

¿Y cómo habíamos llegado hasta este punto? Bueno, antes que nada, quiero decir que por suerte para mi nací en el seno de una familia muy rica. Tuve una niñez, una adolescencia y una juventud que muchos no podían ni soñar. Los mejores colegios y las mejores universidades privadas fueron el centro de mi formación, eso unido a mi interés por aprender y que mi padre me motivaba para seguir la senda del negocio de la familia que mi abuelo había creado, hizo que con 27 años tuviese dos carreras y un máster en economía.

Mi abuelo no tuvo una infancia fácil. Nació en agosto de 1929 y siendo un niño le pilló la guerra civil española. Como era hijo de un oficial de la Republica en el verano de 1937 y teniendo ocho años embarcó en El Habana en el puerto de Santurce con destino a la URSS. Mi abuelo fue uno de los miles de niños que fueron exiliados para evitar las atrocidades de la guerra, fue como se conocían, niños de la guerra o niños de Rusia, como nos contó esa fue la última vez que vio a sus padres. Pero parece ser que la guerra no se quiso ir de su lado y viviendo en Moscú le pilló la II guerra mundial siendo un adolescente. Nunca nos quiso contar las penalidades que tuvo que pasar, pero cada vez que lo recordaba las lágrimas surcaban su rostro.

No me quiero extender mucho con esta historia, pero a grandes rasgos la familia que acogió a mi abuelo tenía una buena posición dentro del partido y no vivían mal. Gracias a eso mi abuelo pudo ir a la universidad y sacar su carrera de ingeniería, conoció a una mujer rusa, se casaron y al año nació mi padre. Con la caída del muro de Berlín y la disolución de las dictaduras comunistas de Europa central, mi abuelo vio la oportunidad y en pocos años nadaba en la abundancia gracias al negocio que había montado y que abastecía al ejército de la Federación Rusa. Mi padre se crio viviendo ese negocio y en un viaje a España conoció a mi madre y con ayuda de mi abuelo montaron aquí un negocio y hasta la fecha.

Luego la vida transcurrió como debía, mis abuelos fallecieron y mi padre se hizo cargo de su negocio y del negocio de mi abuelo en Moscú. Eso le hizo hacer viajes todos los meses a la capital rusa durante muchos años y por periodos algo largos dejándonos a mi madre y a mi solos aquí, aunque de vez en cuando nos llevaba con él. Eso de alguna manera desembocó en que mis padres se alejasen entre ellos y no lo puedo asegurar, pero mi madre sé que tuvo un amante que la consolaba en las noches en que mi padre estaba fuera e imagino que mi padre haría lo mismo. Tanto viaje, tanto estrés y tantas preocupaciones hicieron que mi padre falleciese de un infarto estando en su empresa, con lo que con 29 años me vi al frente de un negocio que facturaba anualmente cerca de los mil millones de euros.

Lo primero que hice fue pedir las cuentas de la empresa, quería conocer los activos y los pasivos que poseíamos, así como pagos a los proveedores y deudas pendientes y aquí fue donde empezó toda esta historia. Revisando las cuentas había unos pagos de diez mil euros que todos los meses se ingresaban en una cuenta. No me fue difícil saber que esa cuenta era de un banco de Moscú, pero la pregunta era porqué todos los meses se ingresaba esa cantidad.

Nadie de administración me supo dar la razón. Eran órdenes de mi padre y eso no se discutía, si mi padre decía que se hiciese una cosa nadie le cuestionaba su decisión, se hacía y punto. Decidí ir a ver a su abogado un tipo que, aunque no me caía nada bien, mi padre tenía una fe ciega en él. Sabía que él y mi padre pasaban muchas horas juntos y seguro que ese picapleitos sabía un montón de secretos que yo desconocía de mi progenitor. Cuando le llamé y le dije que necesitaba hablar con él se mostró sorprendido y esa misma tarde quedamos en su despacho.

—Luis cuanto tiempo sin verte, dime ¿En qué puedo ayudarte?

—Se que mi padre y tú pasabais mucho tiempo juntos. Tú más que nadie sabe mucho de él y el caso es que repasando las cuentas de la empresa he visto que todos los meses hay un ingreso de diez mil euros en una cuenta, no tengo casi datos y nadie ha sabido darme una explicación, ¿Tú sabes algo de esto?

Ese hombre miró los papeles que le presentaba, pero puso cara de no tener ni idea de lo que era. Me los devolvió tal como se los había dado, pero algo dentro de mí me decía que ese tipo sabia algo que no me iba a contar.

—Luis, ¿Has hablado con tu madre de esto?

—¿Lo dices en serio? Sabes de sobra que mi madre no se metía ni en los negocios ni en las finanzas de mi padre, ella solo necesitaba una tarjeta de crédito y que en ella hubiese dinero para gastar a manos llenas.

—Luis tu padre y yo teníamos mucha confianza, pero no me contaba todo. No te puedo decir por qué se ingresa esa cantidad de dinero. Lo siento, aunque si lo deseas puedo indagar.

Seguro que él podría indagar, pero esa sensación de no confiar en él se hizo más patente con lo que decliné su ofrecimiento. Nos despedimos con un irónico «Nos vemos» teniendo la certeza de que eso si se podía evitar no ocurriría.

Mi siguiente visita fue al banco desde donde se emitían las transferencias y desde donde se hacían la mayoría de las transacciones de mi empresa. Era el típico banco que sabía todos los movimientos y pagos y por el volumen de negocio éramos unos clientes «VIP» No fue difícil que el director de ese banco me recibiera.

—Sr. Garay, mucho gusto en conocerle, antes que nada, quiero darle el pésame por la muerte de su padre, ha sido una gran pérdida. Dígame, ¿En qué puedo servirle?

De nuevo volví a preguntar el porqué de esas transferencias mensuales de diez mil euros. De nuevo presente las cuentas y los asientos de esas transferencias y vi la incomodidad del director al comprobar en su ordenador que esas transferencias se hacían desde esa entidad.

—Lo único que le puedo decir Sr. Garay es que su padre…

—Mi padre ya no está aquí y soy yo quien llevo las riendas de la empresa, dije cortando al director del banco. Si usted no es capaz de darme una explicación sobre ¿Por qué? Se hacen estas transferencias, quizás deba plantearme el cambiar de banco con quien trabajar y en quien confiar.

—Lo único que le puedo decir es que es una cuenta de un banco de Moscú, y que su padre fue claro en «blindar» esa transferencia. Dijo el director con evidente nerviosismo.

—A riesgo de parecer soberbio, espero que el mes que viene este asiento no aparezca en los gastos de la empresa. Si no se el uso que se hace de ese dinero, no pienso admitir esas transferencias y recuérdelo Sr. director, ahora soy yo el dueño de la empresa, no mi padre.

—Lo…lo tengo presente Sr. Garay, no lo olvidaré.

Di órdenes precisas en mi empresa y el banco y en efecto, esa transferencia dejo de ser efectiva y ya no aparecía en las cuentas de la empresa y fue así durante los siguientes meses en que ya ni me acordé de esa incidencia hasta una mañana que al llegar a mi despacho un sobre de una conocida agencia de mensajería estaba sobre mi mesa. No había remitente, solo donde y a quien debía de ser entregado y ese no era otro que yo mismo.

Cuando lo abrí, otro sobre con un sello lacrado estaba en su interior, estaba intacto, con lo que me decía que ese sobre no se había abierto en mucho tiempo dado su aspecto. Lo abrí y un pendrive salió de su interior. Miré a mi alrededor, me encontraba solo, no había nadie e hice lo que creo que cualquier persona hubiese hecho en esos momentos. Encendí mi ordenador y conecté ese pendrive, al poco el reproductor de video se iniciaba y lo que vi me encogió el corazón…era una grabación de mi padre.

«Hola hijo, si estás viendo esto es que ya estaré muerto y necesito que te hagas cargo de algo muy importante y de vital importancia para mí. Se que te vas a sorprender, pero eres la única persona en la que confío. En los muchos viajes que hice a Moscú conocí a una mujer maravillosa e iniciamos una bella historia ella y yo hasta el punto de formar una familia, pero sin estar casados. Ella se llama Katia y tuvimos una niña preciosa que se llama Aleksandra, aunque siempre nos hemos referido a ella como Sasha. Siento que te tengas que enterar así de que tienes una hermanastra»

Mi padre continuó hablando, informándome de fechas y datos y de cómo era su familia en Moscú. Terminó dándome un nombre de usuario y una clave para que accediese a un archivo almacenado en un servidor externo y así conocer a su otra familia.

«No te pido que lo entiendas, ni que me juzgues, continuó mi padre, solo quiero que esa familia tenga todo lo necesario para poder vivir bien, ese ha sido mi deseo en mi testamento para ellas y quiero que te asegures de ello. Te quiero hijo.»

Sorprendido, estupefacto, inquieto, nervioso…Mi padre me había confesado, creo, el mayor de sus secretos y ahora empezaba a entender muchas cosas que ocurrieron en su dilatada vida. Accedí a la página que me había dicho mi padre en su «confesión» e introduje el nombre de usuario y su contraseña. Ante mi aparecieron miles de fotos, correos, cartas de amor y conocí a su otra familia. Una mujer algo más joven que mi madre con una melena castaña que le llegaba a media espalda una cara preciosa y unos grandes ojos claros. Siempre risueña y siempre mirando a mi padre con devoción. Pero realmente quien me sorprendió fue mi hermanastra. Parecía una modelo, ya desde pequeñita se veía su hermosura y lo bella que era, pero según fui viendo las últimas fotos era una mujer impresionante, bellísima y de seguro que enamoraría a cualquier hombre.

Quise enfadarme con ellas por haberme robado tiempo de estar con mi padre. Quise despreciarlas por ser algo inesperado, un engendro de las relaciones humanas, algo inapropiado en la estricta educación unifamiliar que me habían inculcado…pero era algo de mi padre, algo que él amaba y no podía fallarle. Supe en ese preciso momento que me iría a Moscú a conocerlas en persona y también intuí que esas transferencias de dinero eran para ellas, su otra familia, y conociendo a mi padre, sabía que les habría dejado una muy generosa cantidad de dinero para que pudiesen vivir sin problema el resto de su vida. Tenía claro que de la mejor manera posible les iba a comunicar que ya no recibirían ni un euro y que las transferencias mensuales ya no se iban a reanudar.

Y en este punto es cuando mi queridísima ya exnovia empezó a ponerse nerviosa ya que le dije que ese verano me acercaría a Moscú a resolver unos asuntos y de paso podríamos conocer algo distinto a lo que hacíamos todos los años. Su cabreo fue monumental ya que ella había preparado unas vacaciones de ensueño en playas del caribe y en los mejores hoteles por el módico precio de trescientos mil euros, euros que lógicamente pagaría yo, pero lo siento mis planes eran otros y ella no entraba en ellos. Se creía que un buen polvo y cuatro cucamonas conseguirían convencerme, pero yo era más complejo que todo eso, empezaba a buscar a la mujer que me llenase y que hiciese que me enamorase de ella.

Planifiqué todo para irme a finales de julio a Moscú. Hacía ya un año que mi padre había fallecido y esperaba que su otra familia siguiese viviendo en la misma dirección que me dejó mi padre. Por fotos vi que la casa era una especie de palacete, con un amplio jardín y una gran piscina. Mal no tenían que vivir y ese viaje solo era para asegurarme de que todo estuviese en orden y así cumplir el deseo de mi padre.

Una vez se hubo marchado Natalia me quedé un poco indeciso en que hacer ese fin de semana. A ver, tenía muchos conocidos, que no amigos, con los que podía quedar e ir a tomar algo y pasar un rato divertido. Pero realmente no me apetecía eso, necesitaba tranquilidad y pensar en lo que iba a hacer cuando llegase a Moscú. Decidí pasar el día tranquilamente en la piscina de mi casa, comer una pizza que pedí a domicilio y ya por la tarde, tirado en el sillón frente al gran televisor que teníamos ver una de las muchas películas que tenía en Netflix con un gran cuenco de palomitas y una coca cola bien fría.

Estando a mitad de película llamáron al telefonillo de la entrada. Fastidiado por la interrupción fui a ver quién era y me sorprendí al ver a Erika una de las mejores amigas de Natalia. Erika era una niña de 22 añitos, pequeñita pasaba ligeramente del 1.50 pero con un cuerpecito lascivo y muy proporcionado, era una preciosidad y las veces que la podía ver en bikini, me ponía la polla con venas como rabos de lagartija. La quería mucho y si no había intentado nada con ella era porque era la amiga de Natalia y no quería que por un polvo rompiesen su amistad.

Abrí la puerta y esperé que Erika llegase a la puerta de entrada al chalet. Venia vestida con una minifalda de vuelo y una blusa sin mangas. Era un atuendo simple, pero en ella realzaba su ya de por si espléndida figura, se acercaba con una gran sonrisa dejándome ver su blanca dentadura.

—¡¡Erika!! ¿A qué debo el placer de tu visita? Aunque creo adivinarlo. Dije con una gran sonrisa.

Cuando Erika llegó hasta donde estaba se abrazó a mi cintura apoyando su carita en mi pecho. Yo era bastante más alto que ella.

—Bueno, dijo riéndose, si, vengo a hablar de Natalia, pero quiero que quede claro que ella no me manda, he sido yo quien ha venido a ver que os ha pasado.

—Pues más de lo mismo Erika, ella es muy caprichosa y se ha molestado porque sus vacaciones de ensueño que son un mes por el caribe no coinciden con las mías. Yo he de resolver un asunto en Moscú y a finales de Julio me marcho allí. Le dije que podíamos hacer turismo y conocer otros lugares, pero por lo que se ve no le gusta. Pero lo que ya me ha molestado mucho es que me ha amenazado con que se iría a Marbella con su amiguito Borja «con lo que eso puede significar» según sus palabras. Dije molesto.

—¿No me invitas a pasar? Aquí hace calor. Dijo Erika con una gran sonrisa.

—Por dios si, perdona.

Cuando llegó al salón y se sentó en el sillón donde momentos antes estaba tumbado, supe que lo iba a pasar mal con esa niña. Su faldita más bien tapaba poco y ya desde donde estaba podía ver el triangulito de su braguita blanca tapando su sexo y sus preciosas piernas mostrándose ante mí. Parece mentira que este tipo de situaciones me excitasen mucho más que estar viendo a esa niña con unos bikinis mínimos.

—¿Te apetece tomar algo? Le pregunté amablemente.

—Claro, una coca cola estaría bien, gracias. Me dijo con una gran sonrisa.

Me fui a la cocina y ese momento me vino bien para tranquilizarme un poco ya que no sé por qué motivo me perturbaba el tener en mi salón a Erika. Estaba solo en mi casa y lo único que llevaba puesto era un pantalón deportivo sin ropa interior y mi erección se iba a notar de inmediato. Esta pausa me vendría bien para subir a mi habitación y ponerme una camiseta y un slip. Cuando fui a dejar su refresco en la mesa fue inevitable fijarme de nuevo. Su faldita estaba ligeramente más subida y ahora su sexo se mostraba ante mi sin ninguna ropa interior de por medio, la muy cabrona se había quitado su braguita y mi polla ya se empezó a llenar de sangre.

—Emmm…me vas a perdonar Erika, pero voy a ponerme algo más presentable. Me excusé ya notando mi erección imparable ante semejante visión.

—No seas tonto, estas en tu casa y estas cómodo, por mí no lo hagas, hay confianza. Dijo dando unas palmadas en el asiento para que me sentase a su lado.

Sentado a su lado y desde mi posición veía claramente su pubis y el principio de su sexo sin un solo pelito. Hablamos de cosas intrascendentes y aunque quise ser discreto era inevitable que mi vista se fuese a su entrepierna. Ella me pilló en varias ocasiones y pude apreciar como sus pezones se endurecían queriendo atravesar la tela del sujetador y de su blusa y abría ligeramente más sus piernas para mostrarme aún mejor su sexo.

—Y bueno, ¿Qué me quieres hablar de Natalia que no sepa? Dije incomodo por mí ya incontrolable erección.

—¿Sabes dónde se encuentra tu amorcito en estos momentos? Preguntó Erika con maldad.

—Pues imagino que con su amiguito Borja llorándole en el hombro.

—Bueno, lo de llorándole en el hombro es otra manera de decirlo, pero si, esta con Borja.

Con solo lo que me acababa de decir Erika ya sabía que esa zorra se lo estaba follando en esos momentos y no lo niego, una punzada de celos se agarró a mi estómago. Erica me miraba esperando una reacción mía, pero no llegó, me mantuve sereno, que otra cosa podía hacer ante semejante visión. Estuvimos callados por largos minutos en los cuales esa niña abrió más sus piernas , fue casi imperceptible pero su precioso coñito se mostraba brillante ante mí.

—Vamos a dejarnos de juegos Erika, realmente, ¿A qué has venido?

Erika sonrió con malicia, se levantó y se sentó a horcajadas sobre mí ya incontrolable erección. Su coñito era un mar de fluidos que empapó mis pantalones y mi polla casi de inmediato. Esa niña me sonreía mientras se desabrochaba la blusa y sus caderas se mecían suavemente sobre mí.

—He venido a follarte Luis, no te lo voy a negar. Llevo tiempo deseándolo y sé que tú también me deseas, lo noto por cómo me miras cuando me pongo uno de mis bikinis para ti. Lo de Natalia solo ha sido una excusa para estar a solas contigo. Me decía excitada. Lo que os ha pasado hace unas horas ya es vox populi.

Al poco sus tetas las tenía frente a mí con unos pezones duros como piedras y su areola erizada. Tenían el tamaño perfecto, ni enormes ni muy pequeñas, se mantenían erguidas, desafiantes y mi boca empezó a apoderarse de ellas arrancando los primeros gemidos de esa niña.

—Ummmm…eso es cielo…cómeme las tetas, son tuyas, toda yo soy tuya.

Mis manos se aferraron a su perfecto culo, mis manos agarraban sus nalgas completamente. Tenía un culito pequeño y respingón que siempre me volvió loco y ahora lo manoseaba a mi antojo. Mis dedos jugaban con su anito y la entrada de su coñito y Erika buscó mi boca con desesperación en un morreo lascivo y húmedo.

Cuando terminó, me miró con una gran sonrisa y poniéndose en pie se deshizo de su minifalda quedándose completamente desnuda ante mí. Se arrodilló y con una mirada traviesa agarró mis pantalones tirando de ellos y dejándome desnudo ante ella con mi polla amoratada y pegada a mi abdomen.

—¡¡JO…DER!! Exclamo Erika. La zorra de Natalia no mentía sobre lo bien dotado que estás…grande y gorda, muy gorda.

Tomó mi balano entre sus manitas mientras la miraba con devoción. Pensé que me haría una mamada, pero se dedicó a masturbarme con suavidad mientras por mi uretra empezaba a salir líquido preseminal que ella se dedicó a extender con su mano dejando mi glande brillante y lubricado.

—Me vas a partir por la mitad con semejante pollón, pero no pienso dejar de probarlo.

Volvió a ponerse a horcajadas sobre mí y apuntó mi polla a su vagina dejándose caer suavemente, notando como mi verga la iba abriendo sin problema. Tenía sus ojos cerrados y una mueca de dolor, mitigándolo mientras se mordía su labio inferior. Llegó un punto que se quedó parada, abrió sus ojos y me miró con deseo mientras casi sacaba mi polla de su interior para seguidamente volver a dejarse caer y metérsela hasta que solo mis huevos quedaron fuera de su acogedor coñito.

—Diooooos que sensación…estoy llenisimaaaa. Exclamó moviendo sus caderas para acomodarla bien en su interior.

Acarició mi cara y volvió a besarme con pasión. Sus caderas tenían un baile armonioso, casi magnético que provocaba un placer sobre mí difícil de describir. Mis manos no sabían dónde posarse, su cuerpecito era pura lujuria, suave, sedoso, cálido…me aferré de nuevo a su culito y empecé a follarla con desesperación mientras devoraba sus tetas. Erika no tardo nada en correrse con mi polla entrando y saliendo de su coñito.

—Ahh…Ahh…Ahh…Ahhh…me corroooo…me corrooooooh.

Abrazó mi cara contra su pecho mientras su cuerpo temblaba por el orgasmo que estaba teniendo y yo la abracé contra mí buscando su boca para acallar sus gemidos de placer. Mi polla seguía pétrea dentro de ella cuando terminó su orgasmo, aun notaba los espasmos de placer de su vagina, se separó ligeramente de mí, mientras me miraba con cariño y acariciaba mi cara.

—Ufff Luis, hacía tiempo que no me corría de esta manera tan intensa, pero es que con semejante polla es fácil tener un orgasmo.

Erika seguía moviendo sus caderas con suavidad con mi verga rozando su útero. Me miraba con dulzura, acariciándome, sintiéndome.

—Aun no te has corrido, ¿Ocurre algo?

—Erika lo estamos haciendo a pelo y no sé si tu…

—Puedes estar tranquilo, me cuido, no me vas a dejar embarazada.

Volví a aferrarme a sus nalguitas y la levanté hasta casi sacar mi polla de su interior. Erika era una pluma, pesaba muy poco y la manejaba como quería, volví a dejarla caer de golpe clavándose mi balano con fuerza en su útero. Gimió herida de placer y la empecé a follar con fuerza sacando y metiendo mi polla en toda su extensión, con penetraciones muy profundas hasta que noté como su vagina volvía a contraerse sobre mi falo como preludio del orgasmo que se le avecinaba. Yo también estaba a punto y ya no la pregunté, solo me dejé ir en su interior y cuando notó el primer trallazo de semen en su útero Erika explotó en otro intenso orgasmo.

—Ahhhhhhhh…diooooos…no pareeees…me corrooooooh

Nos enganchamos como perros no queriendo que ese orgasmo terminase. Erika me estaba sorprendiendo por la intensidad que ponía cuando follaba. Se notaba que disfrutaba con cada movimiento, con cada caricia, con cada frase. Buscaba complacer y ser complacida y lo daba todo. Era un cielo de niña. Nos cubrimos de besos mientras recuperábamos nuestras respiraciones. Mi verga seguía en su interior más dura que el acero dejándose mimar por la vagina de Erika mientras deshacíamos el beso que nos dejó casi sin aliento, estábamos sudando debido al calor y a que ni se me había ocurrido poner el aire acondicionado

—Vaya corridón mi amor, me has dejado bien llenita…uffff, que gusto.

—Y esto solo es el comienzo, ¿Tienes algo que hacer el fin de semana?

—Nada de nada salvo estar contigo y pasarlo muy bien.

—¿Te apetece que nos demos un baño en la piscina? Le pregunté.

—Me encantaría.

Sin salirme de su interior me puse en pie. Erika se abrazó con fuerza a mi pasando sus piernas por mis caderas y con mis manos bien aferradas a sus nalguitas, dios, me moría de ganas de follarla el culito era lo más tentador que había visto. No me costó mucho, ella misma me lo ofreció según salimos de la piscina después de jugar entre nosotros y calentarnos más que el infierno. Se puso en cuatro en una hamaca y dándome un bote de aceite bronceador que tenía mi madre preparé bien su anito.

Fue increíble ver como mi ariete abría ese culito tan deseado por mí y se tragaba mi polla centímetro a centímetro hasta los huevos con Erika ronroneando como una gatita mimosa. Nos pasamos el resto de la tarde follando hasta que por la noche nos metimos en la cocina y preparamos algo de cena. Empecé a darme cuenta de lo diferente que era Erika al resto de chicas con las que había intimado y eso me atrajo aún más a ella. Por la noche nos duchamos juntos y aunque deseaba poder follarla de nuevo estaba tan cansado y seco que no fue posible.

Fue muy agradable compartir cama con Erika, era dulce, cálida y muy mimosa y eso me perdía. Nos dormimos haciendo la cucharita, con una mano mía acariciando una teta suya y mi polla en semi erección acomodada en la raja de su culito. Estábamos tan cansados los dos que no tardamos en quedarnos dormidos, aunque de buena mañana y ya con una erección imposible de dominar Erica y yo hicimos un 69 para terminar follando y caer rendidos en un devastador orgasmo que nos volvió a dormir hasta casi medio día.

Poco antes de la hora de comer, estando los dos en la piscina tomando el sol, Erika recibió una llamada en su móvil de Natalia. Ella me enseñó la pantalla y yo sonreí con malicia.

—Pon el manos libres porfa. Le sugerí.

Natalia sonrió y puso el manos libres iniciando la llamada.

—Erika: Natalia cielo ¿Qué tal?

—Natalia: Putón, ¿Dónde te has metido todo el fin de semana que no te he visto?

—Erika: Pues follando como tú, no vas a ser la única.

—Natalia: ¿Follar? ¿Quién, yo? No sé de dónde te sacas eso, además, ¿Con quién iba a follar si estoy enfadada con Luis?

—Erika: Natalia bonita que estás hablando conmigo y nos conocemos de hace años. Además, fui a casa de Borja y se oían tus gemidos desde la calle, so zorra.

—Natalia: Jajajajajaja…bueno si, me lo he follado un poquito, me quede a dormir en su casa y no paramos en toda la noche. Es una pena, le falta rabo y una buena cuenta en el banco, pero me hace unas comidas de coño que me dejan agotada. ¿Y tú? ¿Con quién has estado?

—Erika: Con un amigo de hace años, vino desde su ciudad a verme y no he salido del hotel desde el sábado por la tarde y a diferencia de tu Borjita, este tiene más rabo que el diablo, calza más de 20 cm, tiene entre las piernas un tótem de carne.

—Natalia: ¿Estas con él ahora? Tía, dime donde estáis y me voy para allí pitando que me hace falta una buena polla que me folle.

—Erika: De eso nada putón, este es solo mío y no lo vas a catar, ya me lo hiciste una vez y me dejasteis tirada, os lo montasteis entre vosotros. Además, ¿Qué pensaría tu amorcito si te oyese rogar por un buen rabo?

—Natalia: Luis es bobo, se pensará que estoy en mi casa hecha un mar de lágrimas. De él solo echo de menos su dinero y su polla, por este orden, una semana a pan y agua y vendrá a mi como un corderito.

—Erika: Cielo ayer le vi en el club de golf y muy bien acompañado por cierto, la morena con la que iba se lo comía con la mirada y con las manos. Tu sigue jugando a que eres el ombligo del mundo y quizás te lleves una sorpresa.

Se que ese comentario a Natalia le espoleó, de hecho Erika y ella siguieron hablando durante un rato y Natalia pensando en que solo hablaba con su «buena amiga» soltó una serie de «perlas» que me confirmaron, por si no lo tenía claro, lo zorra y lo puta que era. Por si me quedaban dudas, ahora tenía más que decidido que ya no quería nada con Natalia, ni follar siquiera. Después de esa conversación Erika y yo nos vestimos y nos fuimos fuera a comer, lejos de donde vivíamos y por donde solíamos parar para que nadie nos pudiese ver juntos, a mí no me importaba, pero Erika tenía sus reticencias. Ese fin de semana fue mucho mejor de lo que me esperaba. Antes de dejarla en su casa rozando la media noche estuvimos follando de nuevo.

Cuando nos despedimos nos confesamos que no queríamos ataduras de ningún tipo, solo pasarlo bien y que si eso lo teníamos claro los dos lo de este fin de semana se volvería a repetir, por qué no, como así fue hasta mi marcha a Moscú, reconozco que con esa niña disfrutaba mucho del sexo.

Fue inevitable el que tuviese que ver a Natalia. El hecho es que hice «Ghosting» con ella, ignoré todos los wasap y las llamadas que me hacía hasta que de la manera más inesperada se presentó en mi despacho visiblemente afectada.

—¿Se puede saber por qué no respondes a mis mensajes? ¿Por qué ni siquiera quieres responder a mis llamadas? Preguntaba Natalia sollozando.

—Como te dije en su momento si salías por la puerta de la habitación lo nuestro se terminaba para siempre. Además debes de ser más prudente, ese mismo día ya me dijeron que te estabas follando a tu amiguito Borja, incluso que pasaste la noche con él. Entenderás que después de esto ya no quiero nada contigo, ni follarte, solo desaparece.

Natalia no se creía lo que acababa de escuchar, abría su boca intentando decir algo pero solo boqueaba. La acompañé a la salida y con un «Hasta nunca» di por terminada esa relación que no me llevaba a ninguna parte. Natalia estaba muy buena, pero estaba vacía. Erika estando a su sombra era mucho mejor persona que ella y por supuesto el sexo con esa niña era tremendo.

**********

El día señalado llegó. Estaba en el aeropuerto esperando a tomar el avión con destino a Moscú. A mi madre le dije que me marchaba a ver a unos amigos, no quería que supiese que me iba a una ciudad que sé que ella odiaba y no deseaba someterme a un tercer grado por parte de mi primogénita intentando indagar que se me había perdido en esa ciudad.

Llegue cerca de las siete de la tarde, cuando ya había anochecido prácticamente a pesar de ser verano. El hotel donde me iba a alojar, cerca del Kremlin y de la Plaza Roja, mando un coche a recogerme al aeropuerto y sobre las 20.30 horas estaba ya instalado en una lujosa habitación de ese hotel. Ese día hice poco más, debido a la diferencia horaria, bajé al bar del hotel, tomé un par de cervezas admirando la belleza de alguna de las mujeres que estaban en la barra, cené algo ligero y me fui a mi habitación, me duché y me metí en la cama.

Podría decir que pasé buena noche, pero mi cabeza no dejaba de funcionar. Me encontraba asustado, pensando en cómo demonios me iba a presentar ante esa mujer y decirle que su pareja, el hombre con el que ella creía que había formado una familia estaba casado y con otra familia en España, ¿Sabría ella que mi padre había fallecido, que su pareja no se encontraba en este mundo?

Estaba lleno de dudas y en ese momento pensé si habría sido buena idea el venir hasta allí y hacerme cargo de «mi otra familia» pero el recuerdo de mi padre y su ruego en ese video que vi fueron los que me animaron a seguir adelante. Por otra parte otra idea se hacía presente en mi cabeza y no dejaba de aterrarme y esa no era otra que el enfrentarme a mi hermanastra. ¿Sentiría ella el mismo enfado que sentí yo al enterarme de la doble vida de mi padre? ¿Me aceptaría como familia suya? En mi fuero interno eso me asustaba. Siempre deseé que mis padres me regalasen un hermanito o hermanita, pero fui hijo único y no me quedo más remedio que aceptar ese hecho. El cansancio me venció y al final me quede profundamente dormido.

Al día siguiente me desperté un poco tarde, me aseé, baje a desayunar y me dirigí a recepción para que me indicasen en que punto de la ciudad se encontraba la dirección que poseía y si estaba muy lejos de donde estábamos. Una de las personas que se encontraba en la recepción me comentó que no estaba muy lejos, me lo indicó en un mapa, llamaron a un taxi y me llevó por el infernal tráfico de Moscú hasta esa casa que había visto en tantas fotos.

Cuando llegamos, me sudaban las manos y bueno, todo el cuerpo. Estaba asustado y el corazón parecía que se me iba a salir por la boca. Con miedo me acerqué a la cancela de entrada de ese pequeño palacete y llamé al timbre. Al poco una mujer se acercaba mirándome con curiosidad abriéndome la puerta y preguntándomelo.

—Доброе утро, чем я могу вам помочь? (Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?)

Decir que como mi padre nació, se crio y vivió parte de su vida en Rusia, me enseñó a hablar y entender ese idioma y aunque algo olvidado por no practicarlo no fue inconveniente en mantener una conversación con esa señora tan amable.

Pero todo no podía ser tan sencillo, no, la mujer que buscaba ya no vivía allí. De hecho esa mujer tan amable me dijo que solo hacia un par de meses que vivían en esa vivienda su marido y ella. Como alternativa me dijo que agencia les alquiló ese palacete y me proporcionó su número de teléfono y su dirección. Inmediatamente conseguí otro taxi y me personé en esa agencia pero con idéntico resultado. En el expediente aparecía el nombre de la mujer que yo conocía por mi padre pero el único teléfono de contacto ya no existía, no había manera de ponerme en contacto con ella y eso me desanimó mucho. Llegué al hotel muy desanimado y cariacontecido, las únicas pistas que tenía no habían servido de nada y ahora, ¿Cómo encontraba a esa mujer en esa gran ciudad?

Si hay algo que siempre me ha gustado es la atención que tienen los hoteles de lujo con sus clientes. Fui a pedir la llave de mi habitación y la mujer que me atendió no pudo dejar de ver mi cara de disgusto y desánimo y me lo preguntó con amabilidad.

—¿Va todo bien señor? ¿Le ocurre algo?

Le sonreí con cortesía y le respondí que todo iba bien, solo que estaba cansado. Me dirigí hacia los ascensores pero me detuve y me fui de nuevo al mostrador de recepción donde esa mujer me esperaba con una gran sonrisa.

—¿Sabe? Realmente no es que este cansado, estoy frustrado. Le dije a esa mujer sincerándome con ella.

—¿Hay algo que los empleados de este hotel puedan hacer por usted para que se encuentre mejor?

Su respuesta inmediata y su amabilidad me sorprendió gratamente; le conté la historia y le enseñé la foto de esas dos mujeres que me había traído a su país. Ella me escuchó atentamente y cuando terminé, me sonrió me pidió la foto y me dijo que intentaría ayudarme, que no me preocupase.

No preguntéis como, ni se cómo lo hizo, pero al día siguiente cuando bajé a desayunar esa mujer se acercó a mí con una gran sonrisa y me dejó un papel junto a la fotografía encima de la mesa.

—Espero que esto le ayude Sr. Garay, solo he podido obtener su dirección actual, pero no su teléfono, lo siento.

¿Qué lo sentía? Esa mujer dio un nuevo significado a la palabra amabilidad y servicial y de no ser porque estábamos en Rusia la hubiese contratado en mi empresa por su eficacia.

Poco antes del medio día me encontraba frente al domicilio de Katia y de mi hermanastra, o por lo menos eso creía. Me extrañó una cosa y es que ese edificio donde se supone que vivían estaba en uno de los barrios más humildes que había en el extrarradio de Moscú, me lo comentó el taxista que me llevó hasta allí. Cuando llamé a la puerta de su piso nadie respondió y eso volvió a desanimarme, aunque una mujer me preguntó a quien buscaba y cuando le dije sus nombres me dijo que Sasha no tardaría en llegar y que su madre lo haría algo más tarde.

Paseaba en la calle frente al edificio, parecía un oso enjaulado, nervioso, indeciso…acojonado, si, esa es la palabra, en eso estaba cuando vi llegar a mi hermanastra Sasha. Creo que no sabría definir lo que sentí al verla, pero solo pude admirar a una de las mujeres más bellas que había visto en mi vida. Su larga melena castaña se mecía al viento al andar y su vestimenta dejaba adivinar las voluptuosas curvas de su cuerpo.

Con miedo me acerqué a ella, pasó a mi lado y me sonrió pero creo que fue por la manera de mirarla, tan descarada y con cara de bobo. Pasó de largo y cuando no había dado ni tres pasos alejándose de mi salió de mi boca:

—¿Sasha?

Ella se dio la vuelta inmediatamente y me miró con curiosidad mientras daba un paso hacia donde estaba.

—¿Nos conocemos? Preguntó en perfecto ruso

—Si…bueno en principio no…pero…pero…ufff, a ver cómo te lo explico. Decía nerviosamente.

Sin haberme dado cuenta y debido al nerviosismo, esto último lo dije en español y mi hermanastra me miro risueña para seguidamente decírmelo en mi idioma con ese maravilloso acento de las mujeres del Este

—¿Hablas Español? Yo también lo hablo, mi padre me lo enseñó.

—Me lo imagino, al igual que el mío, quería que hablase las dos lenguas. Aleksandra lo que quiero decirte…

Mi hermanastra se quedó muy seria y ya no me miraba con curiosidad. En su rostro se empezaba a adivinar una mezcla entre miedo y tristeza.

—Solamente mi papá me llamaba así cuando se enfadaba conmigo. ¿Cómo sabes tú mi verdadero nombre? ¿Quién eres?

—Sacha, esto quizás te resulte poco creíble, pero tú y yo somos hermanastros, nuestro padre es la misma persona.

Mi hermanastra negó con la cabeza, mientras se alejaba ligeramente de mí. Saque unas cuantas fotos que había imprimido del archivo de mi padre y se las enseñé.

—Mira Sasha no te miento, estas fotos las he sacado de un archivo que tenía nuestro padre. Y en este pendrive, dije mostrándoselo, tengo todas las respuestas que te estas planteando ahora mismo.

Mi hermanastra cogió las fotos y el pendrive. Miro las fotos y vi una lágrima correr por su mejilla mientras acariciaba esas fotos con dulzura.

—Se que estas tan sorprendida como confundida. Yo tampoco sabía que existíais hasta hace unas semanas que me llegó un sobre sin remitente con toda la información, pero esto es lo que hay.

—¿Y qué quieres de nosotras? No tenemos dinero, sobrevivimos como podemos.

—NOOOO…no…no, yo solo quiero cumplir el deseo de mi padre y saber que os encontráis bien.

—¿Y por qué has venido tú y no ha venido él? Respondió dolida, hace más de un año que desapareció y no hemos vuelto a saber de él.

En esos momentos supe que ellas no sabían que mi padre había fallecido y yo tendría que ser el encargado de darlas la terrible noticia. Eché mis manos a la cabeza para alisar mi pelo y darme valor para seguidamente agarrar las manos de esa niña asustada.

—Sasha… nuestro padre falleció de un infarto hace un año. Falleció al mes de venir de uno de sus viajes a esta ciudad imagino que para estar con vosotras.

Los inmensos ojos de esa bella mujer se inundaron para desbordarse y empezar a llorar sin consuelo. Yo que siempre he estado tan seguro de mí y de mis acciones, no sabía muy bien cómo actuar con ella. No la conocía de nada y estaba en mitad de la calle con una joven bellísima llorando sin consuelo y con la gente mirándome no muy bien cuando pasaba a nuestro lado.

Por extraño que parezca, soy de esos hombres que aun llevan un pañuelo de tela con las iniciales en su bolsillo. Es algo que me inculcó mi padre que sé que era todo un caballero, «Hijo, si una mujer llora por cualquier motivo es más elegante ofrecerle un pañuelo de tela que sea tuyo antes que un vulgar kleenex”

Saqué del bolsillo de mi pantalón mi pañuelo y se lo ofrecí para que secase sus lágrimas. Ella lo aceptó y yo sin pensarlo la abracé para hacerla sentir que no estaba sola. Mi hermanastra apoyó su cabeza en mi pecho y se abrazó a mí. Así estuvimos durante muchos minutos, sin hablar y sin decirnos nada, solo abrazados sintiéndonos. Note que se tranquilizaba y había dejado de llorar, se separó de mí y me miró mientras se sonaba la nariz.

—¿Estas más tranquila? Pregunté.

Ella asintió con su cabeza mientras doblaba el pañuelo y me lo devolvía.

—No, tranquila, te lo puedes quedar.

—Perdona, dijo con una sonrisa, te lo lavaré y te lo devuelvo. Ven acompáñame.

Agarró mi mano y me llevó hasta su portal. Subía las escaleras detrás de ella admirando el increíble culazo que tenía. Era perfecto en forma y tamaño y el pantalón al ser blanco y estar ajustadísimo a su anatomía se adivinaba el tanga que llevaba puesto. Me estaba poniendo malo y creo que de no haber sido mi hermanastra me la habría follado en la misma escalera, «Joder Luis ya te vale, ¡¡QUE ES TU HERMANA!!» Me reñí a mí mismo mientras llegábamos a su piso.

Me hizo pasar al interior y me invitó a sentarme en un tresillo bastante viejo. Ella sin decirme nada me dejó solo y desapareció por una puerta. Miré a mi alrededor y todo era como muy viejo muy de los años setenta, no sé, demasiado «vintage» Me levanté, en una especie de aparador había muchas fotos. Una me llamó la atención, en ella estaban mi padre, Katia y Sasha. Mi hermanastra se veía que era muy jovencita aun.

—Esa foto nos la hicimos el día de mi cumpleaños, cumplía trece años y fue uno de los mejores días que recuerdo. Mi papá nos invitó a comer en un gran restaurante y al terminar, tocando la orquesta, se levantó hizo una reverencia ante mí y me lo pidió «Señorita, me haría el honor de concederme este baile»…Le quería tanto…

Vi como sus ojos volvían a humedecerse y quise distraerla para que no llorase.

—Podrías darme un vaso de agua, tengo la garganta seca.

—Claro, ahora mismo te lo traigo.

Volví a sentarme en ese tresillo y al poco vino Sasha con un vaso de agua y se sentó a mi lado, muy junto a mí, tan juntos que notábamos nuestro calor a través de las ropas. Encima de la mesa baja había un ordenador portátil que Sasha encendió. Al poco conectó en pendrive y el reproductor de video se inició, fue empezar a hablar mi padre y Sasha volvió a llorar con amargura mientras acariciaba la pantalla y susurraba en ruso:

—папа (papá)

Vio el video dos veces y luego me pidió ver las fotos, estuvimos cerca de dos horas viendo imágenes donde estaban mi padre y Katia, pasando por fotos del embarazo, fotos del hospital cuando nació Sasha y luego según fue cumpliendo años. Se que se emocionó, y descargué el archivo en el ordenador de mi hermanastra para que ella tuviese el recuerdo de su padre.

Quise pasar al baño, necesitaba vaciar mi vejiga y mi hermana (de aquí en adelante me referiré a ella así) me llevó hasta la puerta ofreciéndome entrar. Aunque la casa era «vieja» todo estaba muy limpio y muy bien ordenado. Vi las estanterías con infinidad de cremas y productos para maquillarse y cuidarse la piel, todo ordenado muy cuidadosamente. El baño olía a flores y con curiosidad miré detrás de la cortina de baño. Allí en dos cuerdas, colgados, unos diez tangas a cada cual más pequeño y sensual. Admiré las prendas y destendí sobre todos ellos uno blanco. Me llamó la atención porque era tan pequeño que creo que dejaría la parte superior de la vulva al aire y el cordoncito se metería entre los labios de su coño. Cerré mis ojos y aspire su aroma, olía a limpio y solo de pensar que esa tela había estado en contacto con su coñito empecé a empalmarme.

—¡¡Acuérdate a lo que has venido…joder!! ¡¡Es tu hermana!! Me reñí nuevamente a mí mismo en voz baja, mientras devolvía la prenda a su lugar.

—¿Va todo bien? Oí a mi hermana al otro lado de la puerta.

—Ehhh…si, salgo ahora mismo, me estoy lavando las manos.

Cuando abrí la puerta mi hermana me miraba con curiosidad, pero inmediatamente se abrazó a mí con fuerza dándome muchos besos en la mejilla. Yo también la abracé, rodeé su cuerpecito con mis brazos y note sus tetas su pubis y sus muslos pegándose a mí, cerré mis ojos y olí su pelo, su perfume, olía divinamente y fue inevitable el empezar a empalmarme de nuevo, con lo que muy delicadamente deshice el abrazo, pero ella me volvió a sorprender dándome un beso en los labios.

—Aun no sé cómo te llamas. Me dijo mi hermana.

—Me llamo Luis, como mi padre. Se que no es muy original, pero él lo quiso así. Dije turbado por ese beso.

—Me encanta tu nombre. He llamado a mi madre y la he dicho que cuando salga de la fábrica venga enseguida a casa, te quedas a comer con nosotras ¿Verdad?

—Por supuesto que sí, pero mejor ¿Por qué cuando venga tu madre nos vamos los tres a comer fuera? Dejarme invitaros.

—Me encantaría. Comentó mi hermana abrazándose a mi brazo y llevándome al salón.

Hasta que llegó su madre, Sasha y yo estuvimos conociéndonos mejor. Así me enteré de que estudiaba ingeniería aeroespacial, que tenía 24 años y que le quedaban dos años de carrera si todo iba bien. Que no tenía novio aunque si muchos pretendientes, pero ella estaba centrada en su carrera.

—Ya tendré novio o marido, eso el tiempo lo dirá, por ahora solo me divierto con mis amigos, nada más. Me dijo con picardía.

Eso me dio a entender que cuando le picaba el coño, llamaba a alguno de sus amigos y se lo follaba hasta acallar su furor uterino.

—Y tú ¿Tienes novia, estas casado? Preguntó directamente.

—Ni una cosa ni la otra, como tú tengo amigas con las que quedo de vez en cuando y también nos divertimos juntos, pero nada serio.

—¿Qué les pasa a las mujeres españolas? ¿No saben complacer y seducir a un hombre como tú? Quizás debas de conocer a una mujer rusa, estoy segura que colmaría todas tus fantasías y tus expectativas.

Mi hermana me estaba sorprendiendo. Iba a «saco» conmigo y no pude dejar de observar su cara de satisfacción al saber que estaba libre como un pájaro. Creo que todavía no era consciente que éramos hermanos agnados y aunque ella estaba buenísima y no me importaría follarla hasta la extenuación no dejaba de ser mi hermana y eso pesaba mucho para mí.

La llegada de su madre hizo que Sasha fuese más comedida en sus flirteos hacia mí. De hecho su madre cuando me vio en su casa no le hizo ninguna gracia y mostró su malestar ante su hija regañándola en ruso. Yo pensé en un momento que era por ser el hijo de su pareja, del hombre al que amaba, pero mi hermana me aclaró que no, que su madre le tenía prohibido subir chicos a su casa y por eso se había enfadado con ella.

Otra vez, otra vez tuve que volver a explicar a la pareja de mi padre quien era yo y otra vez tuve que ver como una mujer se rompía por dentro al saber que el amor de su vida había fallecido. Madre e hija lloraban y yo solo pude demostrarles mi cariño comentándolas que me encontraba allí para ver cómo estaban y ver que todo fuese bien y ayudarlas si era necesario, ese era el deseo de mi padre. Katia también vio el video que dejó mi padre y muchas de las fotos y era imposible que dejase de llorar. Ante eso mi hermana cerro el ordenador y miro a su madre con cariño.

—Anda mamá, vamos a arreglarnos, Luis nos invita a comer fuera.

Se levantaron las dos, Katia me trajo una cerveza y con un «Tardamos poco» se fueron a arreglar madre e hija. Lo de «Tardamos poco» era un decir, porque la espera se me hizo eterna, casi hora y media, ahora, todo hay que decirlo, la espera mereció la pena porque cuando aparecieron por la puerta babeé al ver a semejantes bellezas.

Vestidas impecablemente, con unos vestidos que realzaban su figura y un maquillaje que ensalzaba la ya de por si belleza natural que poseían, Katia me desveló porqué mi padre se había enamorado de ella, poseía un cuerpo perfecto y armonioso que para nada hacía ver que era una mujer madura y mi hermana, dios, no sé cómo describir a esa mujer, creo que en ese momento me enamoré de ella. Llevaba un vestido que se ceñía a sus curvas perfectamente. Una cola de caballo alta dejaba al aire su delicado cuello y sus orejitas, su culo… con esos taconazos que llevaba le hacia un culito tan respingón que fácilmente se podía haber dejado una copa de cava donde la espalda pierde su honesto nombre.

Debieron de ver mi cara de asombro, las dos dieron una vuelta sobre sí mismas y me miraron esperando un piropo.

—Creo que nunca he visto dos mujeres tan bellas como vosotras. Es difícil quedarse callado ante tanta beldad, pero me habéis dejado sin palabras.

Las dos sonrieron agradecidas y nos fuimos. Ya en el taxi me fije en la hora que era y vi que quizás sería complicado el que nos diesen de comer. Durante el trayecto no pude dejar de fijarme en las miradas soeces que el taxista echaba a mi hermana que iba sentada en medio y debido a su vestido, dejaba mucha piel a la vista.

Notaba la incomodidad de mi hermana que ponía sus manitas encima de su vestido para tapar lo máximo posible, pero sus tetas se marcaban sin problema y toda ella era un conjunto difícil de ignorar, así que en el siguiente semáforo que paramos, me bajé, ayudé a mi hermana a salir y me senté yo en medio con el consiguiente disgusto del taxista.

—Así mejor, ¿No crees? Hay que evitar distracciones. Dije en perfecto ruso.

Mi hermana y Katia sonrieron agradecidas y Sasha se agarró a mi brazo y besó mi hombro.

—Gracias. Me dijo en español.

Yo solo besé su cabecita y ella la apoyó amorosamente sobre mi hombro, detalle que no pasó desapercibido para Katia.

El taxista nos dejó cerca de mi hotel, ya que había visto varios restaurantes que si bien no los conocía, al estar cerca de la Plaza Roja imaginé que serían de calidad, pero por desgracia y como me temía, no nos podían dar de comer debido a la hora. Probamos en otros dos más con la misma suerte y vi la cara de decepción de mis acompañantes.

—No os preocupéis veréis como si comemos. Os lo garantizo. Comenté convencido. Os voy a llevar a mi hotel allí seguro que nos preparan una buena mesa.

No me equivoqué. Esa recepcionista increíble, según nos vio entrar esbozó una gran sonrisa y nos recibió como si nos conociese de toda la vida alegrándose de que por fin hubiese encontrado a las personas que buscaba. Solícita, llamó al metre cuando le comente el problema y a los pocos minutos nos abrieron un reservado solo para nosotros y procedimos a comer. La comida fue distendida y muy alegre aunque noté que Katia tenía unas ganas enormes de hablar conmigo y conocer más detalles y Sasha estuvo pendiente de que no me faltase de nada en la comida. Me sentía mimado por ella, pero quise achacarlo a la noticia de saber que tenía un hermano mayor.

Ya en la sobremesa abordé el asunto que realmente me había traído hasta allí y que realmente me tenía confundido.

—Katia, he venido hasta Moscú por deseo de mi padre y por asegurarme que no os faltase de nada pero estoy algo desorientado. Conociendo a mi padre estoy seguro que os tuvo que dejar algo en su herencia, aparte de que he descubierto que todos los meses se hacia una transferencia a una cuenta de un banco de Moscú, transferencia que he parado de inmediato porque nadie me ha dado explicaciones de a quién iba dirigida.

Si algo saqué en claro de esa sobremesa es que madre e hija desconocían que mi padre, bueno, la persona que nos vinculaba había fallecido. Que desconocían, al igual que yo, que mi padre tenía otra familia en España. Que desde hacía más de un año no recibían ningún soporte económico, salvo el sueldo de la madre en la fábrica donde trabajaba. Que nunca nadie se puso en contacto con ellas para, aparte de comunicarlas el fallecimiento de su pareja y padre de Sasha, comentarlas que había un testamento a su favor. Y por último y casi lo más sangrante, que esa cuenta donde se transfería el dinero, era la cuenta corriente de Katia, pero ella amablemente me enseñó los movimientos de su cuenta y no había ningún ingreso desde mi banco…alguien, quien fuera, se había quedado con mucho dinero.

—Tu padre nunca quiso que pasásemos penurias, comentaba Katia, no nos faltaba de nada, pero cuando desapareció y aunque había ahorrado algo de dinero, no fue suficiente para mantener el ritmo de vida que Luis nos ofrecía y tuvimos que hacer muchos recortes para sobrevivir. Por eso dejamos la casa donde vivíamos, vendí el coche que me regaló y nos tuvimos que ir a vivir donde nos has encontrado.

Creo que mi padre debía de temer algo al dejar ese pendrive con esa grabación suya. Pero ¿Por qué no hizo nada al respecto? Eso ya no lo sabríamos y desde luego ni Katia ni Sasha supieron darme ninguna explicación.

—Katia, mañana vamos a ir a otro banco, el que tu elijas y vamos a abrir una cuenta en él. Voy a cumplir el deseo de mi padre para con vosotras. Voy a transferiros dinero desde mi cuenta corriente particular. Quiero que busquéis, si lo deseáis, un lugar donde os guste vivir, creo que el piso donde he estado hoy es bastante deprimente. Os aseguro a las dos que a partir de este momento las cosas van a cambiar.

Las dos se abrazaron a mi emocionadas. Cuando vi la cuenta corriente de Katia había poco más de tres mil rublos, unos 44€ o menos una miseria para el nivel de vida de Moscú. Esas dos mujeres lo habían tenido que pasar muy mal y seguro que mi padre se estaría revolviendo en su tumba. Cuando terminamos la sobremesa y con esas dos espectaculares mujeres acompañándome no quise terminar la velada y me fui con ellas a tomar una copa a algún sitio que me aconsejó Sasha, pero Katia se retiró pronto alegando que al día siguiente ella trabajaba y tenía que acostarse temprano.

—Iros Sasha y tú que estáis de vacaciones, seguro que tu hermana te enseñará la noche de Moscú. Luis mañana cuando salga de trabajar nos acercaremos al banco y de verdad, me alegro de que estés aquí, hoy ha sido un día muy agradable.

Dejamos a Katia en su casa y Sasha y yo nos fuimos a tomar algo. En efecto Sasha me enseñó la noche moscovita. Me llevó a algunos de los garitos por donde se movía y conocí a su gente. Los amigos me miraron con cara de envidia y a las chicas Sasha las mantuvo a distancia de mí, se mostró en todo momento muy «protectora» conmigo y no dudó en tener muestras de cariño.

Nunca me presentó como su hermano, según me dijo sería muy molesto empezar a dar explicaciones y solo quería presumir del hombre que le acompañaba, pero algo me seguía incomodando y excitando de todo esto a partes iguales y eso era la actitud tan cariñosa que Sasha tenía conmigo. Al final de la noche me llevó a un sitio escondido y con una luz muy, muy tenue. Era un local de música donde se concentraban solo parejas y la música era excesivamente tranquila y relajante. Enseguida mi hermana me sacó a la pista de baile y empezó un baile muy sensual conmigo sin ser descarado. Llegó un momento en que su culo se pegaba a mi verga y mis manos abrazaban su cintura, notando la parte baja de sus tetas.

—No sé por qué, pensé que este tipo de sitios no te gustaban. Dije susurrando en su oído.

—Aquí solo traigo a hombres que merezcan la pena.

—¿Qué merezcan la pena? ¿Y a cuantos has traído? Pregunté intentando picarla.

—¿Quién te crees que soy? Dijo algo molesta. Ummmm, gimió frotando su culo sobre mí ya crecida polla. Solo a dos.

—¿Solo dos? Pregunté.

—Si solo dos, con el primero me equivoqué, dejaba mucho que desear como hombre y como persona.

—¿Y el segundo?

—El segundo promete. Me está dejando muy sorprendida.

—Entonces ¿Yo soy el tercero? ¿No?

Sasha se dio la vuelta y pasó sus brazos por mi cuello abrazándose a mí y dejándome sentir su cuerpo perfecto pegado al mío. Mis manos abrazaron su cinturita y por un momento me vi tentado de manosear su culo. Desde mi perspectiva veía como esas dos hermosísimas masas de carne se movían al son de los pasos que daba mi pareja de baile. Una mano suya acariciaba mi nuca con cariño y mi erección se hacía notar sobre el pubis de esa bella mujer, que lejos de zafarse del abrazo, se pegaba aún más a mi frotándose suavemente.

—Tu eres ese segundo hombre. Susurró en mi oído para besarme seguidamente en los labios.

Mi cabeza luchaba con mi ética y mis prejuicios, pero es que tener entre mis brazos a semejante belleza y poder besar sus labios creo que anulaba mi voluntad. Me mantuve fuerte pero muy excitado y cerca de las cuatro de la mañana dejaba a mi hermanita en su casa. Cuando nos bajamos del taxi que nos llevó me lo preguntó.

—¿Mañana te voy a ver?

—Claro Sasha, tenemos que ir al banco con tu madre para abrir una nueva cuenta, ¿Recuerdas?

—Si, claro que me acuerdo, pero más bien me refería a que vas a hacer el resto del día.

—Te diré que quiero hacer el resto de mis vacaciones. Quiero pasarlos con mi hermanita y seguir conociéndola. Dije con una gran sonrisa.

—Me encanta la idea. Dijo abrazándose a mí y volviéndome a besar en los labios.

Esa noche cuando llegué al hotel me di una ducha y me tuve que masturbar pensando en el voluptuoso cuerpo de Sasha, su culo, sus tetas, su boca, sus labios y esos ojazos increíbles que me miraban desnudándome. Se que no hubiese sido problema preguntar en la recepción por alguna chica de compañía y poder desfogarme del calentón que llevaba, pero no era de los que pagasen por tener sexo con una mujer.

Al día siguiente algo me dejó muy sorprendido. Yo pensé que Sasha me besaba en los labios en un ritual para poder seducirme, pero cuando llegó con su madre y nos encontramos, fueron las dos quienes me besaron en los labios como si fuese la cosa más natural, así que mis temores por que mi hermana me quisiese engatusar, se difuminaron con algo de pena por mi parte pensando que su comportamiento tan cariñoso era fruto de haberse enterado, al igual que yo, que tenía un hermano.

Durante esos días solucionamos todo lo referente a tarjetas de débito, domiciliación de servicios y otros trámites. Cuando terminábamos, Katia se iba a su casa alegando que estaba cansada y Sasha y yo nos pasábamos el resto del día juntos, yo haciendo turismo y conociendo más de esa gran ciudad con mi hermana como guía turística. Poco a poco y sin darme cuenta me fui enamorando de ella, quería negar lo que era más que evidente y además Sasha no me lo ponía fácil con abrazos, besos y detalles como ir cogidos de la mano por las calles de Moscú o ver atardeceres con ella muy abrazada a mí a las orillas del río Moscova.

En una de esas tardes, paseando por la ribera del rio con ella agarrada a mi brazo y hablando de cosas banales, me lo dijo:

—Me gustaría pasar unos días de vacaciones contigo, salir de Moscú.

—¿Y tu madre?

—¿Lo dices por que se venga con nosotros? Preguntó Sasha.

—Claro, además ¿Qué pensará de que nos vayamos tu y yo solos?

—Luis, mi madre hace su vida y yo la mía. Ella tiene su grupo de gente, sus amigos y sé que no pondrá ningún problema en que me vaya contigo, está encantada de tenerte aquí.

Tenía pensado quedarme hasta final de semana, pero la idea de irme con mi hermanita y estar ella y yo solos las 24 horas del día me parecía de lo más tentador. Aun así se lo pregunté a Katia y como me dijo Sasha no puso ninguna pega, al contrario, la idea le pareció magnifica.

Fue el propio hotel donde me alojaba el que me proporcionó el destino y los billetes de avión a la península de Crimea en un alojamiento a pie de playa en el Mar Negro. Me aseguraron que el sitio me iba a gustar y que de seguro repetiría. Lo único es que yo pedí dos habitaciones individuales, pero lo único que encontraron al ser temporada alta es una suite con dos habitaciones independientes. Me parecía muy fuerte el alojarnos los dos en una habitación con cama de matrimonio, más que fuerte, me parecía muy descarado y no sabía cómo iba a reaccionar Sasha ante esto.

El mismo día antes de ir al aeropuerto, Sasha vino a mi hotel y me esperó en la recepción para ir juntos a tomar el avión. Me avisaron de que había llegado y bajé rápidamente. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, me encontré a mi hermana a pocos metros acompañada de un hombre que imaginé ella conocía. Me la quedé mirando y es que era un sueño de mujer; vestida con una sudadera blanca unas mallas grises ajustadísimas a su cuerpo marcando perfectamente su anatomía y unas deportivas Nike blancas, hacía imposible el dejar de mirarla. Un gesto brusco por parte de mi hermana hacia ese hombre apartando su mano de alguna parte de su cuerpo me advirtió que algo no iba bien.

Cuando llegué a su altura oí que el hombre le agarraba del brazo con fuerza y se lo decía en perfecto español.

—Vamos no seas tan estrecha, seguro que tú y yo nos lo vamos a pasar muy bien.

Vi la cara de terror de mi hermana, quité la mano del tipo ese que atenazaba su brazo y el me miro con agresividad, abracé a Sasha contra mí y le miré de arriba abajo.

—¿Tienes algún problema? Pregunté con tranquilidad.

—¿Y tú quien coño eres? Preguntó el desconocido.

Podía haber dicho que su hermano y haber terminado eso rápidamente, pero no sé por qué me salió esa respuesta estúpida por mi parte.

—Soy su novio, te repito ¿Tienes algún problema?

Rió con suficiencia mientras echaba mano de su cartera y sacaba una tarjeta extendiendo su mano para que Sasha la cogiera.

—Llámame preciosa seguro que no te arrepentirás.

Fui yo quien quito esa tarjeta de sus dedos y la leí. «Gregorio del Amo. Director ejecutivo. SMCI Manufacturas en titanio»

—Bien Gregorio del Amo, ¿Qué parte de vete a tomar por culo no has entendido? Dije lanzándole la tarjeta a su cara. Si quieres follar, entra por aquella puerta, es el bar del hotel. En la barra encontrarás a unas mujeres increíbles que harán realidad tus más oscuras fantasías. Pero sus tarifas son desorbitadas, ¿Eso no será problema para ti? ¿Verdad?

—El dinero no es ningún problema, pero soy caprichoso y quiero follarme a tu putita. Me ha puesto el rabo como el mango de un azadón verla vestida así.

Esto estaba tomando un cariz que no me gustaba. Me había peleado pocas veces en mi vida, sabía que podía con el tipo ese, pero no me gustaba montar el espectáculo, y menos en ese hotel que tan bien me había tratado, pero ese muerto de hambre se estaba confundiendo con mi hermana.

—Veras Gregorio, dije con seriedad, creo que el precio a pagar por estar con esta belleza, no lo puedes asumir, porque antes de que la veas desnuda ya te he separado el alma del cuerpo.

Nos miramos retándonos, la situación no pintaba bien y al final este imbécil nos iba a fastidiar. Creo que mi hermana vio el cariz que estaba tomando todo esto y decidió tomar cartas en el asunto.

—Cariño, dijo Sasha mirándome mientras me guiñaba un ojo. Tenemos tiempo y a mí me apetece follar. Por qué no nos subimos a la habitación y ves como este semental me deja bien abierta para ti.

Esto último lo dijo mirando al tipo con coquetería mientras un dedo de mi hermana pasaba con sensualidad por el pecho del hombre. El tío ya babeaba solo de oír lo que había dicho mi hermana y se acercó a besarla. El golpe sonó seco, demoledor, la rodilla de mi hermana se incrustó con fuerza en las gónadas de ese desgraciado dejándolo arrodillado en el acto y blanco como el hielo.

—Umm, creo que no, dijo dirigiéndose a ese infeliz, mejor no subimos, no me aguantas ni un asalto y soy muy exigente cuando me follan.

Creo que ese tío tenía un serio problema y no aceptaba un no por respuesta y una retirada a tiempo. Con las mismas decidimos que ya era suficiente, agarramos nuestras maletas y salimos del hotel con una gran sonrisa donde un taxi nos esperaba para llevarnos al aeropuerto.

Fue inevitable el fijarme en el CULO, con mayúsculas que poseía mi hermana y fue inevitable ya en el taxi en fijarme en su entrepierna que debido a la prenda separaba los labios de su coñito. Estaba excitado, ver con esas mallas semejante cuerpo y oír hablar así a mi hermana me la había puesto dura y sé que ella también se dio cuenta de mi excitación, pero solo me sonrió y me besó en los labios como hacía siempre.

Bueno, el viaje en avión y la llegada al hotel fueron agradables, pero cuando subimos y nos enseñaron la suite y las dos habitaciones no pude evitar fijarme en la cara de decepción de Sasha. Creo que fue en ese momento en el que me di cuenta que Sasha no solo quería ser mi hermana, quería algo más, mucho más. No fue fácil para mí el contenerme ante los ataques de Sasha para romper mis defensas, lo demostró esa misma tarde cuando nos bajamos a la piscina del hotel…su bikini era lo más sensual que había visto y sobre el cuerpo de mi hermana era casi pornográfico.

Bien, sobra decir que nos comportamos como una auténtica pareja. Mi hermana no se separaba de mi lado en ningún momento y se mostraba tan cariñosa conmigo que me costaba alejarme de ella por la noche cuando nos íbamos a dormir, pero eso también me venía bien para mis prácticas onanistas, recordando momentos puntuales del día donde mi hermana me excitaba hasta puntos que nunca había experimentado. Prácticamente, sin premeditación y sin proponérmelo me había enamorado de una manera que no conocía y esos sentimientos que nacían en mí nunca los había conocido…estaba «coladito» por mi medio hermana y eso era un gran problema.

Ocurrió una noche de tormenta, como no, aunque también es cierto que conozco a muchas personas, ya sean mujeres u hombres que les aterra hasta límites de locura los relámpagos y los truenos que les siguen. Como os iba contando, la tormenta descargaba y rugía enfurecida. Los relámpagos y los truenos se sucedían sin descanso iluminando y haciendo temblar las paredes a partes iguales y entonces oí como unos nudillos golpeaban mi puerta muy suavemente.

—Lu…Luis…¿Estas despierto? La voz de Sasha sonaba asustada tras la puerta.

—Si, pasa cielo. Respondí inmediatamente.

Pero seguidamente me arrepentí, estaba completamente desnudo, me había hecho una soberana paja recordando la sensación de mi hermana sentada sobre mi regazo, notando como su culo se apoyaba sobre mi polla y mi mano acariciaba su muslo, suave, sedoso y cálido, mientras mi otra mano abrazaba su cintura y acariciaba su tripita. Según la vi entrar supe que lo iba a pasar muy mal, el resplandor de los relámpagos la iluminaban como a una deidad, solo llevaba una camiseta que no llegaba a tapar su braguita y se dirigía hacia mi lado moviéndose felinamente.

—Puedo dormir contigo, me dijo asustada, estoy aterrada, no me gustan las tormentas.

Estaba asustado, mi balano había reaccionado ante ella irguiéndose y poniéndose más duro que el mármol y encima me pedía meterse en mi cama y con toda seguridad, arrimarse a mí y pedirme que la estrechase entre mis brazos para sentirse protegida y a salvo de esa terrible tormenta. Creo que lo que hubiese dicho no la haría cambiar de opinión, pasó por encima de mí y se metió entre las sábanas buscando mi cuerpo para acurrucarse y que le abrazase. En esos momentos otro relámpago iluminó la estancia seguido de un estruendo que hizo retumbar toda la habitación haciendo que Sasha diese un grito y se apretase más contra mí.

—¡¡ABRAZAME!! Me pidió gritando.

Y eso hice. Me dejé llevar por su miedo y la abracé contra mi cuerpo y mis manos la acariciaron para que se sintiese protegida, pero una de esas caricias fue más allá de su espalda y acarició su nalga desnuda, suave y blandita y fue cuando me percaté de que debajo de esa camiseta iba completamente desnuda.

—Estas…¡¡¿¿ESTAS DESNUDA??!! Pregunté estúpidamente.

Sasha me miró con un punto de picardía y separándose un poco de mi se quitó su camiseta y volvió a abrazarse a mi buscando mis labios. Ese beso no fue fraternal, su lengua acarició mis labios que se abrieron de par en par para juntar nuestras lenguas y enredarlas. Sus piernas eran como lianas que se aferraban a las mías y sus brazos me atraían hacia ella dejándome notar sus tetas en mi pecho.

Mi polla estaba entre nuestros cuerpos y ella movía sus caderas delicadamente para frotarse contra mí. Cuando nos faltó el aliento se separó de mí y con dulzura me lo dijo.

—Ahora sí que estoy desnuda, desnuda para ti mi amor.

—Sasha, esto es una locura, somos hermanos.

—Medio hermanos cariño y déjame decirte que yo te veo como un hombre, un hombre al que amo casi desde el primer día, no te veo como mi hermano, nunca lo he hecho.

Volvió a besarme con amor. Todas mis barreras éticas y morales estaban cayendo sin solución de continuidad. Mis manos se aferraron a ese culo y pude disfrutar de él, era espectacular y estaba deseando follármelo. Mi hermana pasó una pierna por mi cadera y noté su coñito sobre mi piel, su humedad y como babeaba deseoso. Dejó de abrazarme y sus manitas bajaron buscando mi falo y acariciándolo suavemente haciéndome gemir de placer, el olor de su excitación empezaba a inundar el ambiente y los relámpagos y truenos habían pasado a un segundo plano.

Se levantó de la cama, encendió una pequeña luz y me dejó ver su magnífico cuerpo desnudo, fue a encender el aire acondicionado y vino hacia la cama de nuevo. Sus ojos brillaban de una manera especial y sus pezones estaban excitados y duros como piedras. Tiró de la sábana dejando mi cuerpo desnudo y vi su mirada de deseo. Mi polla estaba a reventar, dura como el mejor acero apoyada en mi tripa. Sasha entró a gatas en la cama y mirándome a los ojos besó la punta de mi glande para seguidamente meterse más de la mitad de mi balano en su boca.

—¡¡AHHHHH!! Sashaaaa que gustoooooh. Gemí cerrando mis ojos.

No sé cómo decirlo, pero mi hermana tomó carrerilla y mi polla prácticamente desaparecía dentro de su boca en una mamada como nunca me habían hecho. Sabía que aguantaba por la paja que me había hecho antes de venir ella, pero quería ver su coño, beberla, inundarme de su aroma y alargando mi mano creo que ella entendió perfectamente lo que quería, poniendo una pierna a cada lado de mi cabeza y mostrándome uno de los coñitos más bonitos que había visto.

No aguantamos mucho, mi hermanita se corrió casi de inmediato al notar mi boca y mi lengua devorando su coñito y su clítoris. Yo quería follarla, sentir como mi verga entraba dentro de ella, la abría y la llevaba a la cima del placer.

Según terminó su orgasmo mi hermana se puso de pie y dándose la vuelta se acuclilló dejando mi glande a la entrada de su coñito. Note su calor abrasador, sus babítas bañando mi polla y un estremecimiento recorrió toda mi espalda.

—Mi amor, se paciente conmigo, la tienes muy grande y gorda. Rogó Sasha excitada.

Hubiese preferido ponerla en cuatro y follármela a placer admirando su culazo y profanándolo con mi dedo gordo, pero ahora no me iba a poner a discutir sobre cuál era nuestra posición favorita, solo deseaba estar dentro de ella. Mi hermanita cerró sus ojos y empezó a dejarse caer sobre mi balano que debido a la lubricación que tenía entraba con facilidad.

Veía las expresiones de mi hermana hasta que llegó a un punto en que su mueca de placer se convirtió en una de dolor, me miró con infinito cariño y se dejó caer, metiéndose mis veinte centímetros hasta los huevos. El grito se tuvo que escuchar en todo el hotel e inmediatamente entendí que había desvirgado a mi hermana. Su coño era muy estrechito y apretaba mi polla como nunca lo había sentido con ninguna otra mujer, realmente, en mis 29 años nunca había desvirgado a nadie y ahora lo estaba experimentando.

Sasha se tumbó sobre mi pecho y buscó mis labios. La besé y la abracé dándola mucho amor y cariño mientras nos susurrábamos lo que nos amábamos. Pasados unos minutos, mi polla estaba abrasándose dentro del coño de mi hermana, el calor que desprendía su vagina era demoledor para el aguante de cualquier mortal y se lo hice saber. Ella me besó nuevamente y noté los espasmos de su coñito sobre mí ya inflamada polla, empezó a mover sus caderas subiendo y bajando sobre mi balano, gritando su orgasmo y provocando que se desatase el mío empezando a inundar su útero con descargas de semen que parecían no tener fin.

Este primer encuentro fue extraño pero muy placentero, me había corrido dentro de esa exuberante mujer y no había pensado en las consecuencias ni ella me lo había impedido. Seguimos en esa posición, con mi polla bien clavada en su coñito mientras nos recuperábamos de nuestro orgasmo. Su cabeza reposaba sobre mi mientras mis manos la acariciaban y ella ronroneaba como una gatita mimosa.

—Mi amor, ¿Por qué no me has dicho que eras virgen?

—No era necesario, aunque según vi tu «cosota» supe que tenía que ser yo la que estuviese encima para controlar.

—Mi vida, no hemos tomado precauciones y me he corrido en tu interior.

—No temas nada mi amor, puedes hacerlo las veces que quieras.

Sasha sacó mi polla de su interior y se fue al aseo. Yo me quedé extasiado en la cama mirando al techo y sintiéndome feliz. Amaba a mi hermana, la amaba como mujer, miré mi polla y la vi brillante y manchada de sangre prueba de la pérdida de la virginidad de mi hermana.

Sasha vino con una toallita húmeda y un poco de jabón y me lavó bien mis huevos y mi polla para seguidamente secarme con delicadeza. En estas casi dos semanas que llevaba con ella se había comportado de una manera que me sorprendía por lo atenta y detallista que era siempre conmigo.

—Mi amor, no hace falta que hagas esto, dije abrumado. Puedo ir al baño y hacerlo yo.

—Mi vida, creo que no eres consciente de lo que significa estar con una mujer rusa. Es nuestra manera de ser aunque te parezca arcaica o machista, pero disfrutamos haciendo sentir únicos a los hombres que amamos.

A este tipo de trato no estaba acostumbrado, no con Natalia, que estaba endiosada y casi parecía que te hacía un favor follando contigo. Erika fue mucho más cariñosa y me sorprendió gratamente, pero Sasha aparte de poseer una belleza impresionante, era atenta y disfrutabas de su compañía.

Cuando terminó pensé que volveríamos a follar nuevamente, pero mi hermana se acostó a mi lado dejando que la tormenta arreciase en el exterior. Hizo la cucharita conmigo y mi ya crecida polla se alojó entre los cachetes de su precioso culo, ella lo movió con sensualidad para que mi balano se acomodase bien y cogiendo mis manos las puso en sus tetas dejándose abrazar.

—Vamos a dormir mi amor, estoy agotada.

Yo solo me limité a abrazarla fuerte y besar su cuello. Tenía a la mujer más increíble pegada a mí, notando su calor y la suavidad de su piel y caímos los dos en un profundo sueño. Me desperté solo en mi cama. Creí que mi hermana se había ido a su habitación y eso me entristeció, pensé que habría analizado lo que pasó entre nosotros y se habría sentido mal. Me asustaba lo rápido que estaba ocurriendo todo y me asustaba incluso de mis propios sentimientos. Nunca me había enamorado, no como lo estaba ahora de mi propia hermana.

De pronto se abrió la puerta de mi habitación y entro Sasha completamente desnuda portando una gran bandeja, que dejo en una mesita auxiliar al lado de la cama. Vino a mi lado y sentándose a horcajadas sobre mí me besó hasta que los dos nos quedamos sin aliento.

—Buenos días mi amor, ¿Has descansado bien? Me preguntó mimosa.

—Muy bien cielo, pero te he echado de menos al despertarme.

—Lo siento, pero había pedido el desayuno al servicio de habitaciones y tuve que estar pendiente de la puerta para que no te despertase, quería sorprenderte trayéndote el desayuno a la cama.

Se levantó, me puso otra almohada a modo de respaldo y puso la gran bandeja encima de mí, ella se sentó enfrente y nos dispusimos a desayunar. Mientras, charlábamos y me contaba sus sensaciones de la noche anterior la curiosidad me pudo. No entendía cómo se «divertía» con algunos amigos y era virgen.

—Es muy sencillo, yo tenía claro a quien quería darle mi virginidad, eran mis normas. Mientras tanto alguna mamada, alguna comida de coño, y muchas pajas me servían para hacer más llevadera la espera, pero no es necesario que hablemos de esto ahora.

—No lo entiendo, ¿Por qué yo? ¿Apenas nos conocemos?

—Yo sabía que eras tú, algo en mi interior me lo dijo el día que te vi ahí parado en mi calle mirándome embobado. Un escalofrió recorrió mi cuerpo cuando pasé a tu lado, me pareciste un hombre guapísimo, pero…pero cuando pronunciaste mi nombre con esa voz tan varonil, se me erizó la piel y…y noté la humedad en mis braguitas. Dijo poniéndose colorada. Al finalizar ese día, sabía que eras tú la persona con la que quería compartir mi vida.

No quise contrariarla, quizás yo fuese más cerebral que ella o quizás ella tuviese las ideas más claras que yo. Lo que si es cierto es que el trato increíble con esa mujer distaba mucho del trato más superficial al que me tenían acostumbrado mis amigas en España. Era innegable que estaba enamorado de esa joven como nunca lo había estado de nadie y aunque pensaba que todo iba muy rápido tampoco hacía nada por pararlo.

—¿Cariño te ocurre algo? Te has quedado muy callado. Preguntó mi hermana.

—Nada cielo, solo pensaba en lo increíble que eres.

—Emmm…mi vida ¿Qué te apetecería hacer hoy? Preguntó Sasha con un deje de picardía.

Me apetecía no salir de la habitación y follarla. La tenía desnuda delante de mí veía sus generosas tetas con el pezoncito duro, erecto, excitado. Mi polla estaba a reventar y solo deseaba meterla en cualquiera de sus agujeritos, pero no quería asustarla.

—Bueno, nos pondremos el traje de baño y bajaremos a la playa. Dije sin mucha convicción.

Mi hermana se puso en pie y quitó la bandeja del desayuno. Me dejó ver de nuevo su espléndido cuerpazo, y ese culo perfecto, mientras se dirigía al ventanal y descorría los visillos. El día estaba nublado, plomizo y todavía llovía, invitaba a hacer otras actividades, la playa y la piscina quedaban descartadas. Vino de nuevo hacia donde estaba, su mirada estaba encendida y sus ojos brillaban de deseo, vio el empalme tan bestial que tenía y quitó las sábanas dejando mi cuerpo al descubierto, agarró mi polla y la pajeo con dulzura.

—Te propongo otra cosa, dijo con voz suave y excitada. Nos vamos los dos a la ducha y pasamos todo el día follando como conejos…ya he puesto el cartel de «NO MOLESTAR»

No hubo nada más que decir, agarró mi mano y tiro de mí. En la ducha me la follé y fue lo más excitante y delicioso que os podáis imaginar. Mi hermanita pedía más, mucho más, más adentro, más fuerte. Mi polla llenaba totalmente ese coñito estrecho y caliente y enlazaba orgasmos uno detrás de otro, hasta que su excitación y su entrega hizo que explotase en su interior y llenase su útero de semen hirviente que ella acogió con otro orgasmo.

De la ducha pasamos a la cama y ahí se desató la locura entre los dos. Por fin la tenía a cuatro y ante mi ese culazo que pedía a gritos ser follado, profanado y llenado de semen. No paramos ni a comer, estábamos los dos desatados y con Sasha aceptando todo lo que proponía.

La ducha, los dos dormitorios, una especie de salita y la pared de uno de los dormitorios fueron víctimas de nuestra pasión desatada. El misionero, a lo perrito, la cuchara y el tenedor, la lagartija y hasta el oso enfurecido, si es que esas posturas existen, fueron probadas y alguna que otra que no tiene nombre y ni quiero inventarlo. Sobre las siete de la tarde caímos los dos exhaustos, agotados de puro cansancio y con el coñito de mi hermanita, dado de sí y supurando todo el semen que llevaba en su interior. Me había corrido en su coño, su boca, en su cara, en sus tetas y estaba seco, si alcanzaba algún otro orgasmo de mi polla salían unas gotitas, algo parecido a un líquido transparente. Sasha perdió la cuenta de los orgasmos que había tenido y al final en un último esfuerzo caí a su lado rendido, se abrazó a mí y nos quedamos profundamente dormidos.

Sobre las once y media de la noche nos despertamos muertos de hambre, nos vestimos y bajamos a ver si nos daban algo de cenar. Lo bueno de alojarse en buenos hoteles y además ocupar una de las habitaciones más caras, digamos que te daba cierto margen y te atendían sin problemas. Nos atendió uno de los jefes de cocina, que además era español. Le pedí algo muy fácil para los dos, unos huevos fritos con bacón y patatas fritas, eso nos daría energía. Mientras esperábamos agarramos nuestras manos y nos miramos con cariño.

—Estoy agotada, pero muy feliz, uffff, me ha encantado el día de hoy. Me dijo Sasha con una gran sonrisa.

—Te amo. Me limité a decirla.

Me besó con ternura, vi sus ojos como se humedecían, junto sus labios con los míos y nos fundimos en un delicado beso. Cuando nos separamos me lo dijo emocionada.

—Yo también te amo mi amor, más de lo que puedas imaginar.

Cenamos con tranquilidad, aunque devoramos todo lo que nos habían traído, estábamos muertos de hambre. Cuando subimos a la habitación de nuevo, nos sorprendió por que las sábanas estaban cambiadas y las camas hechas. Nos duchamos juntos aunque solo nos dispensamos multitud de caricias. Yo puse mucho énfasis en ese culito que me tenía loco y ella se dio cuenta. No era difícil, me pase todo el día amasándolo, chupándolo y mordiéndolo. Cuando la follaba a cuatro mi dedo gordo se introducía dentro sin negación por parte de ella, al contrario la volvía loca. Y según la follaba hacía porque mis dedos buscasen su anito.

—Mi amor, quiero que me folles el culo, que me lo revientes con tu pollón. Me soltó mi hermana a bocajarro.

—Cielo, mira cómo estamos y ni se me ha levantado, dije con desesperación, necesito recuperarme.

—Tranquilo mi vida, ¿Quién te ha dicho que sea ahora? Quizás mañana no me apetezca bajar a la playa. Dijo Sasha con picardía. Además, necesito dejar descansar a mi coñito, me lo has reventado. Dijo rompiendo a reír.

Terminamos la ducha, nos metimos en la cama y volvimos a dormirnos como angelitos. Al día siguiente, bajamos a desayunar con mi hermana vestida de una manera que hacía volverse a los hombres a su paso. Una camiseta ajustada, sin sujetador y unos mini shorts tan mínimos que eran como unas braguitas.

—No entiendo cómo puedes esconder tus braguitas en este pantaloncito tan mínimo. Dije acariciando una nalga.

—¿Y quién te ha dicho que lleve ropa interior? Dijo mi hermana con obscenidad.

—¡¡JODER!! Exclamé en voz baja.

Mi polla se irguió inmediatamente solo con imaginarlo. Cuando nos sentamos, una mano de mi hermanita se posó en mi polla acariciándola y me miró con deseo.

—¿Te acuerdas del primer día que estuviste en mi casa? ¿Cuándo pasaste al baño? Preguntó Sasha susurrando en mi oído.

—Si, lo recuerdo perfectamente.

—Se que viste mi ropa interior colgada en el baño. Y me fijé que un tanguita blanco, mínimo te llamó la atención, lo sé por qué dejaste el olor de tu perfume en él.

—S…S…Siii, me…me pareció muy…muy erótico y sensual. Dije a punto de correrme.

—Pues ahora mismo lo llevo puesto para ti mi amor y esta empapadito. Terminemos de desayunar y subamos rápidamente a la habitación.

Aunque iba vestida como una vulgar putilla, Sasha no dejaba de destilar feminidad y elegancia y sabia comportarse, creo, aunque fuese totalmente desnuda. Terminamos y subimos a la habitación, me desnudó y tumbado en la cama vi cómo se despojaba de sus prendas hasta que se quedó con ese tanguita que como imaginaba tapaba escasamente su vulva.

Me hizo abrir las piernas y se tumbó apoyando su espalda en mi pecho mientras abría sus piernas exageradamente y ponía mis manos en el interior de sus muslos, cerca de sus ingles. Suspiró y pasó sus brazos hacia atrás agarrando mi cabeza y me lo susurró con sensualidad.

—Tócame mi amor.

Noté esa prenda metida entre los labios de su coñito, dejando casi al aire la entrada de su vagina y con un cordoncito mínimo que se metía entre los cachetes de su culo. Mi polla presa entre la parte superior de su culo y mi tripa iba a reventar de lo dura que estaba ya, pero eso me vino bien para, con mis dedos, hacer llegar al orgasmo a mi hermana un par de veces y al cabo de las dos horas y previa preparación por mi parte, estar viendo y sintiendo como mi polla desaparecía una y otra vez dentro del culito de Sasha que gemía desesperada por el placer que estaba sintiendo hasta que los dos estallamos en un orgasmo brutal que nos dejó rotos.

—¡¡DIOOOS MI VIDA…HA SIDO BESTIAL!! Casi gritó Sasha fatigada intentando recuperar su respiración.

Amaba a esa mujer, la amaba con delirio. En dos días me había dado todo, todo sin excepción y parecía que esto no iba a tener fin, aún quedaba mucho por descubrir de esta fascinante mujer. Ese día nos lo pasamos en la cama pero con más tranquilidad que el día anterior. Ese día hicimos el amor, lo otro fue follar para desquitarnos pero necesitábamos sentirnos, sentirnos con tranquilidad. El resto de las vacaciones lo pasamos entre la playa y la cama hasta que se agotaron nuestros días y no nos quedó más remedio que volver, enamorados hasta las trancas.

Ahora se nos avecinaba lo peor, el separarnos. Habían sido algo más de dos semanas muy intensas. Cuando llegamos a casa de Sasha, Katia nos estaba esperando. Su hija había hablado con ella casi diariamente e intuía que algo había pasado entre nosotros por lo feliz que la notaba y lo comprobó cuando vio a su hija y las muestras de cariño hacia mí. No puso mala cara ni hizo ningún comentario, solo me lo dijo cuando nos quedamos un momento a solas:

—Se que ha ocurrido algo entre vosotros, conozco a mi hija y nunca la he visto tan emocionada y feliz, comenzó diciendo Katia. No es que lo apruebe por que sois medio hermanos, solo te pido que no la hagas daño, es muy inocente todavía.

«¿Inocente?» Pensé para mí, «Katia, tu hija folla como las diosas y tiene mucho vicio»

—Katia no te voy a mentir, Sasha y yo hemos cometido incesto, pero estamos muy enamorados y desde luego no solo no pretendo hacerle daño, quiero ayudarla, que termine su carrera y luego ya veremos donde nos lleva la vida.

Esa noche me quede en casa de Katia y Sasha a dormir, mi avión salía al día siguiente. Solo había dos dormitorios y mi niña me cedió su cama para dormir, pero me negué por que a ella le tocaría dormir en ese incómodo sillón y se le ocurrió que compartiríamos cama. Su madre fue categórica con su hija. De ningún modo compartiríamos cama bajo su techo, no mientras no estuviésemos casados. Poco antes de media noche Katia se fue a dormir ya que madrugaba al día siguiente y se despidió de mí, ya que no nos veríamos hasta que pudiese regresar de nuevo.

—Luis, te podría decir muchas cosas, pero me alegro de haberte conocido, aunque nos dieses la noticia del fallecimiento de mi marido. Eres como tu padre, una bellísima persona. Bendigo el día que apareciste, y por cierto, cuando caigo en la cama no hay nada que me despierte, dijo guiñándome un ojo. Podéis quedaros y hablar. Me dio un beso en los labios al igual que a su hija y desapareció por la puerta de su dormitorio.

Sasha se abrazó con fuerza a mí y se echó a llorar con amargura, mientras decía con desesperación que no quería que me fuese. Los dos sabíamos que esto iba a ocurrir, pero no deseábamos que llegase el momento. Nos sentamos en el viejo sillón y mi hermana se acurrucó junto a mi mientras la abrazaba con cariño.

—Mi amor, no llores, decía intentando reprimir mis lágrimas, me marcho pero cuando tenga un hueco me vengo aquí contigo, te lo prometo.

Ella solo asentía con la cabeza, pero sin convencimiento. Al poco se levantó, me besó y me dijo que me iba a preparar algo de cenar. Me fui con ella para que no estuviese sola y cené lo que me preparó con gusto. Esa noche dormimos juntos e hicimos el amor en varias ocasiones hasta que me desperté cerca del alba y me fui al sillón antes de que se levantase Katia.

La despedida en el aeropuerto fue dura, muy dura para los dos. Sasha no quería dejarme ir y se abrazaba a mí con desesperación. Llorábamos los dos como puñeteros críos, yo, que siempre me reía de mis amigos que lloraban como plañideras cuando una novia les dejaba, ahora si me viesen seguro que se burlarían de mí. No nos quedó más remedio que despedirnos. El vuelo fue triste y aburrido y ya echaba mucho de menos a Sasha.

Empecé a darle vueltas a la herencia de mi padre. Se que a su muerte les tuvo que dejar algo a su otra familia, nunca les hubiera dejado en la estacada y viendo el nivel de vida que llevaban antes de su muerte sería lo más lógico. Pero ¿Dónde había ido a parar ese dinero? ¿Quién se había apoderado de él? Y también importante ¿A dónde iban a parar los diez mil euros que todos los meses se ingresaban en un banco de Moscú? Seguía teniendo muchas preguntas sin respuesta.

Ya en mi casa me recibió mi madre tan cariñosa como siempre. Lucía un bronceado increíble y me llenó de besos a mi llegada pero me reprochaba que no le hubiese llamado aunque solo fuese una vez.

—Tienes razón mamá, pero tanto me cuesta llamarte a ti, como tú a mí, que tampoco has querido saber de mí.

Me dio un azote cariñoso y me miro con un mohín de desaprobación, pero enseguida se abrazó a mí y volvió a llenarme de besos.

—Cariño, he de decirte que dentro de un par de semanas me marcho de nuevo, Mamen y Fede, amigos de mi madre, me invitan a su barco a hacer una ruta por el mediterráneo.

—Bueno, me alegro por ti, disfrútalo yo voy a ir a la empresa a ver cómo va todo.

Con esa noticia, ya empecé a hacer planes en mi cabeza, pagar un billete de avión a Sasha y traérmela a casa para pasar más tiempo con ella.

Aunque ya era algo tarde, me acerqué a mi empresa y mi jefe de planta y mi secretaria me pusieron al día de lo sucedido en mi ausencia, que para ser sinceros no fue gran cosa. A la salida me encontré con un par de amigos y nos fuimos a tomar algo. Lo malo de tener el mismo círculo de amigos y parar por los mismos sitios hizo que esa noche me encontrase cara a cara con Natalia y su amiguito Borja, justo las personas que no deseaba ver por nada del mundo. Hizo amago de venir a saludarme, pero vi como Erika la sujetaba mientras yo le daba la espalda. Mis amigos se dieron cuenta de la situación y terminamos rápidamente nuestras cerveza saliendo del local.

—Lo sentimos Luis, no esperábamos que esa zorra estuviese dentro, hacia días que no la veíamos.

—¿Zorra? ¿Ahora os referís a Natalia como zorra?

—Emmm…Bueno, ya es de dominio público porqué rompisteis y que esa misma noche la pasó con Borja y bueno, dijeron mirándose los dos, se fue con Borja a Marbella y tres amigos más, te aseguro que Natalia ha estado muy, pero que muy bien «atendida» hay unas cuantas fotos que ya circulan por wasap bastante explícitas.

Sentí pena, pena por Natalia porque aunque era gilipollas no se merecía el trato que le estaba dando su amiguito Borja, pero bueno, Dios los cría y ellos se juntan.

Esa misma noche hice una videollamada por wasap a Sasha. Yo me quería hacer el fuerte pero se me inundaban los ojos al verla llorar con esa desesperación, diciéndome que se moría sin tenerme a su lado. Quise mantener la sorpresa, pero viendo como estaba se lo dije para que se tranquilizara.

—Cariño, no hagas planes para dentro de un par de semanas. Te voy a buscar un vuelo y te vas a venir aquí conmigo durante unos días o unas semanas, lo que puedas quedarte. ¿Te gusta la idea?

Vi como Sasha se echaba a llorar de nuevo mientras asentía con la cabeza. La idea, como no podía ser de otra manera, le encantó. Conseguí tranquilizarla y hablamos de nosotros, de todo durante más de una hora y al final nos calentamos e hicimos algo que por lo menos yo no hacía desde mi adolescencia, sexo a través de la web cam.

—Cariño, ¿A que no sabes que tanguita llevo puesta?

—Uffff cielo, el blanco, dime que llevas el blanco.

Vi como mi hermanita se levantaba y se quitaba el pantalón que llevaba mostrándome esa prenda tan atrayente para mí. Se sentó en la silla y se abrió de piernas mostrándome su coñito lampiño y brillante por la excitación. Mi polla saltó dentro de mis pantalones mientras miraba la pantalla embobado viendo como Sasha acariciaba su clítoris y se metía dos dedos dentro de su coñito para sacarlos y mostrármelos a la cámara viendo las babítas en forma de hilos que quedaban entre sus dedos.

—Mira cómo me tienes amor, estoy mojadita por ti. Mi coñito está esperando que tu pollón me llene…enséñame tu polla, déjame verla.

Obedeciendo su petición me quité los pantalones y los slips y mi polla saltó llena de venas y amoratada. Encendí la luz del escritorio para que mi niña la viese bien.

—Ummm mi amor como estás, gemía mi hermanita. Hazte una paja pensando que es mi mano la que lo hace…ummmm…como me gustaría tenerte dentro de mí, follándome como solo tú sabes hacerlo.

Los dedos de Sasha trabajaban rápido su clítoris mientras los dedos de su otra manos se movían frenéticamente dentro de su coñito. estuvimos así durante unos minutos, mirando absurdamente una pantalla sin pestañear, con nuestros ojos clavados en nuestros sexos, hasta que vi como mi amor empezaba a mover sus caderas y sus muslos empezaban a temblar.

—Me corro, mi amor, me corroooo…ahhhhhh. Gimió mi hermana.

—Sashaaaa…bufé en voz baja.

El primer latigazo de semen me llegó al pecho, mientras nuestros ojos eran testigos en la distancia de nuestras corridas. Vi como el coñito de Sasha babeaba por el orgasmo que estaba teniendo escurriéndose entre los cachetes de su culito y mi polla seguía largando semen como si no hubiese un mañana poniéndome perdido. Al final terminamos agitados mientras nos mirábamos con amor, pero una sensación de amargura me invadía al no poder abrazarla y sentir su calor en mi piel.

—Ha estado bien ¿Verdad amor? Preguntó Sasha.

—Me gusta más hacerlo en vivo. Esto aunque placentero es un quiero y no puedo.

—Mi amor, nos tenemos que conformar con esto de momento, pero no quiero que te olvides de mí.

—Sasha nunca me podre olvidar de ti. Te lo aseguro.

Solo hacia unas horas que había dejado a Sasha y la echaba de menos de una manera ilógica. Mi cabeza solo hacía que pensar en ella, en todo momento. Esa primera noche sin sentirla a mi lado fue complicada porque me desperté muchas veces buscándola.

Al día siguiente me fui a trabajar, quería mantener la cabeza ocupada, pensaba en como poder averiguar toda la maraña de la pérdida de la herencia y esos diez mil euros que me traían por la calle de la amargura. Solo pensaba quien estaría detrás de todo esto, pero me veía incapaz de avanzar por mí mismo. Todo estaba muy enmarañado, había muchas, como decirlo, muchas trabas para seguir cualquier pista por muy clara que esta estuviese y llegué a la conclusión que necesitaba ayuda profesional para desenmascarar a los culpables de este robo y que habían ocultado y blindado muy bien sus identidades.

Me acordé, que mi padre jugaba mucho al golf con un capitán de la guardia civil. Sabía que eran amigos por que alguna vez lo vi junto a su mujer comiendo en nuestra casa. La última vez que lo vi fue en el entierro de mi padre, era un hombre que imponía y estaba seguro que me podría ayudar. De hecho cuando se despidió, aparte de un abrazo sincero me lo dijo mirándome a los ojos «Si hay algo en lo que te pueda ayudar, no dudes en pedírmelo» Y ahora me hacía falta su ayuda o por lo menos su consejo. No tuve problema en contactar con él y comentarle que me hacía falta esclarecer algo referente a mi padre quedando a comer al día siguiente.

Ese día terminaba, recogí mi mesa y me dispuse a irme a casa, ponerme cómodo y llamar al amor de mi vida, pero cuando fui a salir del recinto de la fábrica, Natalia se puso frente a mi coche con el consiguiente susto, frené in extremis, pensé que la había dado ya que literalmente brincó hacia atrás apoyando sus manos en el capó. Bajé con el consiguiente susto y me dirigí hacia ella.

—¿Te has vuelto loca? ¿A qué viene esto Natalia? Podía haberte atropellado.

La miré, tenía los ojos rojos de llorar y esa belleza que ella siempre poseía en su rostro había desaparecido. Unas ojeras muy acusadas y la ausencia de maquillaje dejaban a la más bella como el patito feo del cuento.

—¿Por…por qué ya no me quieres? ¿Tan pronto me has olvidado? Decía llorando con amargura.

No quería ningún numerito frente a mi fábrica, quizás ya demasiados ojos habían visto la escena que me montaba Natalia y no lo quería llevar a más, no en ese lugar. Agarré del brazo a Natalia y abriendo la puerta del acompañante la invité a entrar. Cuando me monté mi enfado se hacía evidente, la miré con dureza, con cara de desaprobación y volvió a llorar.

—No te enfades conmigo, ¿Vale? Yo te quiero Luis.

—No te equivoques Natalia, tú solo sabes quererte a ti misma.

Conduje por una autovía de circunvalación hasta que vi la salida hacia un barrio del extrarradio de Madrid, lejos de los lugares donde la gente nos conocía. Busqué el primer sitio donde tomar algo y allí nos metimos, quería aclarar de una vez por todas todo con esa guarra y que me dejase en paz. Cuando nos sentamos en un lugar algo apartado, lejos de miradas y oídos finos, le hice las primeras preguntas:

—A ver Natalia, ¿Qué cojones quieres? ¿A qué viene esto?

—Quiero arreglar lo nuestro. Quiero que todo vuelva a ser como antes. Dijo sollozando.

—Natalia, eso es de todo punto IMPOSIBLE y lo sabes, métetelo en la cabeza. Te lo dejé bien claro en su día. Si salías por la puerta del dormitorio todo se había acabado. Me tenías harto.

—Pero mi amor yo te quiero. No es suficiente eso para ti.

—El problema es que yo nunca te he querido, te he utilizado para follar, lo mismo que tú que no me has querido nunca, me has utilizado por mi dinero y por mi polla y son palabras tuyas no mías y perdona que te lo diga así de claro, eso te convierte en una puta.

—Como…como dices eso después de todo lo que hemos pasado. Decía Natalia sin creer lo que oía y volviendo a sollozar.

—Tú y yo no hemos pasado nada, porque no había nada que pasar. Natalia, no había compromiso entre nosotros, y cuando te enfadabas por algo que no salía como tu pensabas, te ibas a follar con otros, ¿O te crees que no lo sabía?

Nos quedamos callados por unos minutos, Natalia sollozaba, mientras con sus dedos retorcía una y otra vez una servilleta de papel sin despegar su mirada de la mesa.

—Natalia, nunca pensé en ti como una pareja con la que compartir mi vida. Esperaba que cambiases pero lo tuyo es de psicólogo. ¿Qué hombre con sentido común compartiría vida contigo? Eres narcisista, manipuladora y por dios tienes 25 años y estas en tercero de carrera costándoles una pasta a tus padres y sin posibilidad de avanzar. Lo único que avanza en tu vida es tu Instagram, lleno de fotos muy, pero que muy sugerentes, ¿Tú crees que eso me gusta a mí? ¿Te paraste a pensar como me sentía, viendo a todos esos babosos como te adulaban los oídos, como te desnudaban con la mirada? ¡¡COMO TE DECIAN QUE QUERIAN FOLLARTE DELANTE DE MI!!

—¿Estas disfrutando? ¿Te divierte hacerme daño?

—En absoluto, pero tu para mí ya no eres nada y eso me da derecho a decirte las cosas como son. Estas vacía Natalia, si nos hubiésemos casado, a los pocos años nuestra vida marital se habría convertido en monótona, yo trabajando como un cabrón y tu lapidándote mi fortuna con cinco o seis amantes que te dejarían bien follada y a mí con unos cuernos de quince puntas como los venados.

—Yo…yo no soy así, nunca te haría eso. Lloraba con desesperación

—Natalia ya lo has hecho, el día que rompimos te follaste a tu amiguito Borja y pasaste la noche con él. Y luego me he enterado que te has ido a Marbella con el muerto hambre ese y tres tíos más, he visto las fotos y un video y he sentido asco, ¿Tú crees que después de lo que has hecho, puedo volver contigo? ¿Dime, en que posición quedaría yo?

Me levanté dispuesto a irme. Carecía de sentido el seguir allí, creo que con todo esto Natalia sabría que ya no volvería a estar con ella, más claro no podía ser, pero se lo quise dejar más claro aún:

—Pero lo más importante de todo Natalia, lo que realmente has provocado con esto, con tu provocación y tu salida de tono es que me he enamorado de otra mujer y te aseguro que vale mucho, muchísimo más que tú.

Natalia me miraba derrotada. Sus ojos estaban rojos de llorar y pensé por un momento que realmente yo le importaba, pero enseguida me di cuenta que lo que realmente le importaba es, con su actitud y su forma de ser, haber perdido una vida llena de lujo y placer.

—¿No…no vas a llevarme a casa? Preguntó viendo que me iba y no la decía nada.

—No, no quiero que me vean entrando en la urbanización contigo. Sería algo muy difícil de explicar y solo espero que el numerito que has montado a la salida de mi fábrica, no me traiga consecuencias.

—¿Y qué hago yo ahora?

—Fácil, llama a tu amiguito Borja y que te venga a buscar.

Me fui de allí sin ningún tipo de remordimiento. Natalia servía para lo que servía, es el mundo que ella se había creado. Aun así me paré y volví sobre mis pasos y vi a Natalia mirando su móvil de forma anodina, cuando me vio de nuevo se sorprendió.

—Antes de que me vaya…Aunque no lo creas me preocupas, Natalia, toma las riendas de tu vida y recondúcela por el buen camino, por que como sigas así lo vas a lamentar el día de mañana.

Di media vuelta y esta vez sí que me fui a mi casa. Tenía ganas de llegar ponerme cómodo y llamar a Sasha para charlar con ella y quizás, que me enseñase el tanguita que llevaba puesto hoy. Creo que eso es lo que mantenía con ganas de seguir adelante y despertarme cada día, saber que ella estaba esperándome, nunca había echado tanto de menos a una persona como lo estaba haciendo ahora con mi hermana.

Al día siguiente poco antes de las dos nos sentábamos a comer en una mesa, ese capitán de la guardia civil y yo. Después de los saludos de rigor y de preguntarnos por nuestras respectivas familias, me preguntó por el verdadero motivo por el que nos encontrábamos allí.

Le expliqué con pelos y señales todo lo que había averiguado, lo de la otra familia de mi padre, lo de los diez mil euros que se ingresaban todos los meses en una cuenta de un banco de Moscú, pero nadie sabía el destinatario y por último la herencia de mi padre, que Katia nunca había recibido.

Se mostró preocupado, me pidió que le dejase toda la documentación posible y el número de teléfono de Katia para poder, si llegaba el caso, ponerse en contacto con ella. El resto de la comida pasó entre conversaciones intrascendentales y preguntas sobre mi padre y sus actividades.

—Algo que quiero comentarte Luis, me dijo ese hombre, si nos ponemos a investigar quizás salgan a la luz, situaciones o actividades que quizás no quisieras escuchar. Si nos ponemos llegaremos hasta el final, es nuestro trabajo.

—Me da igual de veras, caiga quien caiga, dije con determinación, alguien se ha quedado con una gran cantidad de dinero que no es suya y debe de devolverlo.

Terminamos de comer y nos despedimos con la promesa que en cuanto supiese algo se pondría en contacto conmigo. Volví a mi trabajo y poco antes de media tarde me llamó mi madre para decirme que se iba unos días con unas amigas a un apartamento de Ibiza, que llegaría el lunes por la mañana. Era miércoles, se me presentaban unos días tranquilos, echando de menos a Sasha.

Pero esa tarde una sorpresa me esperaba, una sorpresa previsible, pero debido a mi embobamiento con mi hermanita, ni había pensado que sucedería, pero al poco de llegar a mi casa llamaban a la puerta exterior del chalet y al contestar la dulce voz de Erika me preguntaba si le abría. Cuando la vi llegar supe que tendría que ser muy fuerte para mantenerme fiel a Sasha, su vestimenta era simple, pero muy sensual, no llevaba sujetador, se notaban sus tetas libres y sus pezones perfectamente sobre la tela de su top y la faldita vaquera que llevaba tapaba lo justo dejando sus magníficas piernas al aire.

Cuando llegó no me preguntó ni como estaba, solo se puso de puntillas y me besó, en un beso largo, húmedo y lleno de cariño. No lo pude evitar, mis manos agarraron su perfecto culito y en vilo nos metimos dentro de la casa. Cuando se separó de mi me miró muy seria y me dio un puñetazo cariñoso en mi estómago.

—Que me tenga que enterar que estas enamorado de otra y no me hayas llamado me disgusta. Pensé que éramos muy buenos amigos.

—Tienes razón, pero desde que llegué no he parado y aunque no me creas estaba buscando un hueco para llamarte y vernos. Y…bueno, cuéntame ¿Qué te trae por aquí? ¿Qué tal tus vacaciones?

—Yo no me he ido de vacaciones, bueno, me pude ir con Natalia pero algo dentro de mí me dijo que no lo hiciera viendo a los tres tíos que se apuntaron y me alegro de haberlo hecho. Imagino que sabrás lo que pasó, ¿No?

—Bueno, me han puesto al día de las correrías de mi ex incluso me han dicho que hay fotos y todo.

—Bueno, sí, algo así, y eso es lo que me tiene aquí, aparte lógicamente de querer verte. Dime, ¿Qué pasó ayer con Natalia?

—Quería un imposible, que todo volviese a ser como antes, no sé si lo conseguí, pero le dije las cosas tal cual eran, es una zorra y una guarra y eso ya no hay quien lo borre.

—Pues algo debiste de decirle porque esta mañana tomando el aperitivo, ha llegado le ha cruzado la cara a Borja y le ha llamado «CERDO» a voz en grito, luego se ha ido llorando diciendo no sé qué de tomar las riendas de su vida, se ha armado mucho revuelo.

—Mira, si la charla que le di ayer le sirve para que retome su vida, me alegro por ella. Le dije sorprendido por la reacción de Natalia.

—Bueno, bueno, vale, Natalia me ha estado llorando parte de la noche y me dijo que te habías enamorado de otra, ¿Lo dices en serio? Es broma, ¿Verdad?

—No Erika, es todo cierto, me he enamorado hasta las trancas de una jovencita rusa impresionante.

No pude dejar de observar como el rostro de Erika tornó en seriedad y su sonrisa se borró de su cara. A raíz de mi confesión su actitud hacia mí fue más circunspecta y en ningún momento me provocó como era habitual en ella y tampoco intentó besarme. Poco antes de cenar, me lo dijo:

—¿Y cuándo podremos conocer a tu novia? Por lo que me has contado debe de ser increíble, superwoman como poco.

—Bueno, si quieres la puedes conocer ahora, todas las noches la llamo por Skype y charlamos, ¿Te gustaría?

—Claro, seria genial. Dijo mostrando poco entusiasmo.

Como siempre inicié la llamada y casi al instante apareció en la pantalla mi hermanita, preciosa, radiante. Erika se mantenía fuera del ángulo de la cámara pero la veía perfectamente, era consciente de que si Sasha la veía allí conmigo se podría molestar.

La miré un par de veces, estaba seria, observando la pantalla, siempre en segundo plano, miraba a Sasha fijamente y entonces caí en la cuenta, Erika estaba celosa, su gesto serio y sus respuestas algo cortantes me daban la pista durante el rato que estuvimos charlando, ¿Se había enamorado de mí? Joder, lo habíamos hablado y lo habíamos dejado claro antes de irme, nada de enamorarse, solo amigos o folloamigos. La voz melosa de Sasha me llamaba la atención.

—Mi amor estoy muy, muy cachonda, necesito ver tu preciosa polla. Me decía mi hermanita mientras se desnudaba frente a la cámara.

—Cariño, sabes que no disfruto mucho con esto, preferiría estar allí contigo. Dije intentando parar eso y que no lo viera Erika.

—Desde que te fuiste no dejo de pensar en ti y en cómo me follabas, me decía mi hermana, necesito sexo contigo a diario si no me muero.

Sasha se quitó su braguita, y se quedó completamente desnuda, se abrió completamente de piernas y me fijé que tenía algo metido en su coño. A mis espaldas se escuchó un casi imperceptible «JODER» y me fije que Erika se mordía su labio inferior y metía su manita entre las piernas

—Desnúdate mi amor, quiero verte desnudo, quiero ver tu polla, imaginar que me folla y que te corres dentro de mi coñito.

Obedecí su orden, estaba embobado mirando la pantalla sin percatarme que detrás de mí, Erika también se había desnudado. El coño de Sasha babeaba de excitación, mientras lo que fuera que tenía metido en el coño se oía zumbar.

—¿Qué es eso que tienes metido en tu coñito? Pregunté excitado a Sasha mientras mi mano ascendía y descendía por mi tronco.

—Es un Lush, me lo ha aconsejado una amiga y es una pasada, decía mi hermanita con la voz entrecortada. Y con el móvil y una aplicación lo controlas…ahhhh…diooooos

—¡¡¡TE QUIERO FOLLAR!!! Grite mientras me pajeaba furioso sin pensar que Erika estaba detrás.

—¡¡¡SI MI AMOR…FOLLAME…FOLLAMEEEE!!! Decía Sasha mientras sus dedos excitaban su clítoris y su otra mano jugaba con su teléfono.

El coñito de mi hermanita chorreaba de excitación, una babíta blanca que salía de su vagina y caía al suelo en forma de hilos. Los dos estábamos muy excitados y no apartábamos la vista de la pantalla hasta que un grito de mi hermana me anunció que se corría. En ese momento un gemido ahogado me hizo girar mi cabeza y vi a Erika desnuda, en cuclillas y metiéndose casi su mano dentro del coño y exploté yo también.

De mi polla empezaron a salir latigazos de semen que me embarraron el pecho, la tripa y la polla. Sasha miraba la pantalla con deseo, mordiéndose el labio y chupando sus dedos pringados de su corrida. Hablamos de lo que íbamos a hacer cuando estuviésemos juntos, básicamente follar como conejos y despidiéndonos con cariño pusimos fin a esa llamada.

Enseguida vino Erika desnuda, su cara reflejaba el deseo que sentía en ese momento y se puso entre mis piernas. Empezó a lamer la corrida que estaba por todo mi torso e intenté evitarlo, sabía en lo que terminaría eso.

—Nooo Erika, por favor no lo hagas. Decía sin convicción.

—Shhhhh, mi amor, déjame hacer a mí. Tu relájate.

La obedecí, la deje hacer, estaba a su merced y no hacía nada para impedirlo. Deseaba que fuesen los labios y la lengua de mi hermanita, los que limpiaban mi corrida de forma tan sutil. Cuando llego a mi balano, algo caído de la corrida, ella lo limpió con mimo, en una mamada profunda que lo hizo revivir de inmediato. Mis gemidos resonaban por toda la casa y mis manos agarraban la cabecita de Erika para poder follarme su boquita a conciencia mientras me miraba golosa. Me hizo parar mientras se ponía en pie y se subía al sillón poniendo una pierna a cada lado de mi cuerpo y apuntando mi polla en su coñito.

—Mi amor, tu novia es una preciosidad pero no está aquí…déjame darte placer.

Al terminar de decir esto se dejó caer con fuerza sobre mi polla metiéndosela hasta los huevos y empezó a correrse como una bendita.

—Mi vidaaaa me corrooooooh…

La abracé contra mí y busqué sus labios. Nos fundimos en un beso lascivo y húmedo, y no dejamos de besarnos hasta que con bufidos, al rato me corrí dentro del coñito de Erika que acogió mi corrida con otro orgasmo largo.

Nos quedamos los dos fatigados, muy abrazados, recuperando el resuello. Erika tenía su carita entre mi hombro y mi cuello, llenándolo de besos y oí como lo susurraba.

—Te quiero.

Me quise hacer el sordo, pero sabía que Erika se estaba enganchando a mí. No me disgustaba, pero me preocupaba las consecuencias que podía traer. La besé de nuevo y se lo pregunté:

—¿Te quedas a pasar la noche conmigo?

—Claro que sí, me dijo con una gran sonrisa.

Como diría el dicho tradicional castizo «La jodienda no tiene enmienda» Aunque con algún remordimiento por mi parte, agarré del culo a Erika que se aferró a mi como un monito y con mi polla bien clavada en su interior, me subí a mi habitación presagiando que iba a ser una noche movidita.

Al mismo tiempo en Moscú.

Sasha.

Me quede mirando la pantalla del ordenador mientras el Lush vibraba a lo mínimo provocándome un cosquilleo muy placentero. Hacia solo un momento que Luis, mi hermano el amor de mi vida me había proporcionado otro ciber orgasmo viendo como su polla escupía semen que estúpidamente caía sobre su cuerpo en vez de llenarme el coño, el culo, o mi boca. Bueno es lo que hay, en esos momentos nos separaban más de cuatro mil kilómetros.

Me levanté, saque el Lush de mi coñito y fui a lavarlo y a recoger las babas que habían salido de mi coño mientras me corría viendo a mi amor y su pollón. Aun desnuda agarré el móvil busqué en la agenda y le di a llamar hasta que alguien contestó al otro lado.

—¿Sergey? soy Sasha, dentro de una hora recógeme en mi casa, ¡AH! Y compra condones, no lo voy a poner yo todo.

—… … …

—No, nada de cenas ni copas. Nos vamos a tu piso y me dejas bien follada, si acaso nos entra hambre pedimos una pizza.

—… … …

—Por mí no hay problema, toda la noche y mañana si quieres. Pero en veinticuatro horas tengo que estar en mi casa. Por cierto, me dijiste que tenías un amigo muy bien dotado, ¿No?

—… … …

—Pues tráetelo también.

—… … …

—Mucho, no te imaginas lo puta que puedo llegar a ser.

Di por finalizada la llamada y me dispuse a prepararme. Dejarme el culo bien limpio por dentro llevaba su tiempo y esa noche estaba dispuesta a que dos tíos me follasen a la vez, y quería que todo fuese perfecto.

Solo hacía cuatro días que mi hermanito se había ido dejándome un gran vacío. El primer día lloré hasta hartarme, pensando en cuando volveríamos a estar juntos. Solo por la tarde cuando hicimos una video conferencia y me masturbé para él me quede más contenta y tranquila, mi amor me comentó que en dos semanas me iba a reunir con él de nuevo…pero no fue suficiente, necesitaba su polla follándome.

Al día siguiente cuando me levanté estaba cachonda perdida, necesitaba follar, algo que entrase dentro de mí y que me follase, ya no me bastaban los simples dedos de mi mano. Rebusqué en las cosas de mi madre, sabía que lo tenía y lo encontré, un dildo de considerables dimensiones, joder con mi madre, no lo recordaba tan grande, al final y haciendo equilibrios tenía metido por mi culo un adorno de mi cama que parecía un plug y por mi coño el consolador, que entraba y salía con rabia hasta que exploté en un orgasmo devastador.

No estaba mal, pero me quedé con ganas de más. Me lo pensé, sabía que iba a engañar al amor de mi vida, pero mi coño pensaba por mí. No podía liarme con la gente de mi grupo de amistades, sería muy incómodo y de seguro que en pocas semanas estaría en boca de todos y me tacharían de puta insaciable.

Esa misma mañana me apunté a un gimnasio donde nadie me conocía, lejos de mi casa, donde poder ver el ganado que había. No buscaba enamorarme, eso ya lo tenía, quería sexo, sexo brutal, descarnado e impersonal, quería ser como una puta que la utilizaban y si te he visto no me acuerdo. Yo no era así, no sé qué me pasó cuando entregué la virginidad de mi coño y mi culo a mi hermano, pero necesitaba que me follasen, necesitaba sentir una buena polla dentro de mí a todas horas, me había convertido en una puta.

Cuando entré en la sala, todas las miradas se clavaron en mí. Iba marcando cada curva de mi cuerpo y no dudaba en mostrarme ante todos. El primero en insinuarse fue el dueño del gimnasio, pero le ignoré educadamente, luego vinieron los chulopiscinas, pero esos tampoco me interesaban aunque alguno marcaba un pollon enorme. Quería alguno que no fuese popular, que pasase desapercibido, que no alardease de haberse tirado a otra del gimnasio y entonces me fijé en Sergey.

No me costó nada llevármelo a la cama. Me puse a su lado, flirteé con él descaradamente y me fijé en el tremendo bulto que marcaba en sus pantalones, a la hora estábamos en su piso y lo tenía bombeando furiosamente dentro de mi coño con una polla muy parecida a la de mi hermano. El chaval ni se lo creía, follaba de película y tenía una aguante brutal. Me quiso follar sin preservativo, pero mis condiciones eran que sin condón nada de nada.

Sergey y yo follamos todos los días, ya no era necesario ir al gimnasio y entre polvo y polvo me comentó lo de su amigo Dima (Dmitri) y el pollón que gastaba, por eso al cuarto día de estar sin mi hermano, después de correrme viéndole en la pantalla del ordenador llame a Sergey para juntarnos esa noche y le dije que se trajese a su amigo, necesitaba una buena polla en mi coño y otra en mi culo, iba a hacer un trio por primera vez.

En efecto, Dima estaba muy bien dotado y entre los dos me follaron muy rico y me hicieron alcanzar infinidad de orgasmos. Sabía lo que estaba haciendo, sabía que estaba mal, muy mal, pero no podía parar, quería más. Cuando fuese a Madrid hablaría con mi hermano, con mi amor, con la persona que sabía que quería para compartir mi vida, pero estaba claro que no iba a ser con engaños ni mentiras, iba a ser complicado, si me aceptaba así, bien…si no, sería el hombre de mi vida, aquel al que deseé darle mi virginidad.

De vuelta a Madrid

Luis.

Acababa de terminar uno de los mejores polvos que había echado con Erika, saque la polla de su culito y ella cayó agotada. Ni habíamos cenado, nos metimos en la cama y entre follar, descansar, volver a follar, ducharnos, volver a follar, dormí apenas dos horas. Estaba agotado pero extrañamente feliz, mentiría si dijese que no había pensado en Sasha, la pobre, si supiese lo cabronazo y capullo que puede ser su hermano me enviaba a paseo.

Me traspuse pero sonó mi despertador, me dispuse a levantarme pero una mano de Erika me detuvo.

—No te vayas todavía amor, quédate un rato más conmigo.

—Cielo, tu sigues de vacaciones, pero yo tengo un negocio que atender.

—Seguro que tu negocio no se va a venir abajo porque llegues dos horas tarde. Además eres el jefe del mundo mundial, no rindes cuentas a nadie nada más que a ti mismo.

Erika se acurrucó contra mí y yo la abracé fuerte contra mi cuerpo. Buscó mi boca y nos besamos delicadamente, sin prisas, acariciándonos nuestros labios, jugando con nuestras lenguas. Erika era muy mimosa cuando el momento lo requería y transmitía cariño y amor con cada caricia, con cada beso y ese era uno de esos momentos. No me aguanté las ganas y se lo pregunté.

—Erika, ¿Te estas enamorando de mí?

—Aunque te dije que nada de enamoramientos, que solo follar y que solo amigos…te mentí. Llevo enamorada de ti mucho tiempo, pero estabas con Natalia y me daba miedo una negativa tuya. Me prometí a mí misma que a la mínima oportunidad te diría lo que siento, pero fui una cobarde y no fui honesta contigo.

—Joder Erika…susurré molesto.

—Lo siento mi amor. Dijo volviéndome a besar.

Cuando terminó me miro encendida y se tumbó llevándome con ella. Me metió entre sus piernas mientras nuestras bocas volvían a encontrarse, tenía mi polla de nuevo dura como el palo mayor de un barco y las caricias y besos de Erika me encendían aún más. Metió su manita entre nuestros cuerpos, agarró mi balano pajeándolo con cariño y lo enfiló a su pequeña vagina, yo solo me dejé caer sobre ella notando como mi polla entraba hasta que mis huevos tocaban su culo y oyendo el gemido agónico de placer de esa preciosidad.

—Diooooos amoooor…follameeeee.

No la follé, no quería follarla después de lo que me había dicho. A Erika la quería desde hace mucho también. Ahora tenía unos sentimientos raros con ella. Unos sentimientos que de haber estado con Natalia podía haber asegurado que eran de amor, pero Sasha estaba ahí presente y estaba colado por ella, joder me iba a volver loco.

Me centré en esa niña enamorada y la hice el amor, si se lo hice como si fuese para mí el ser más maravilloso, y es que lo era. Se comportaba de una manera que me recordaba mucho a mi hermanita y eso me gustaba demasiado. No se nos oyó gritar, ni decir palabras soeces. No se oyó el succionar de bocas ni el sonido de los chupetones lascivos. Solo se escuchaba el sonido apagado de los aleteos de nuestros labios besándose, buscándose, ahogando nuestros gemidos con besos pasionales que hacían que nuestra excitación subiese como la espuma. Notamos la proximidad de nuestros orgasmos por la respiración de cada uno y la acompasamos para que en una unión sobrenatural, alcanzásemos un orgasmo que conectó cada molécula de nuestro cuerpo.

Me desplomé agotado sobre ella que me recibió con cariño. Nos quedamos así hasta que caí en la cuenta de que Erika era menudita y la estaba aplastando con mi cuerpo. Me salí de su interior y me tumbé a su lado. Ella apoyó su cabecita en mi pecho y pasó una pierna por encima de mí, nos tapamos con la sábana y volvimos a quedarnos dormidos.

No sabía qué hora era, me desperté sobresaltado, había mucha luz en mi habitación y Erika ya no se encontraba a mi lado, pero oía trastear dentro de mi dormitorio. Cuando me incorporé vi a Erika desnuda, con el armario abierto y sacando ropa que dejaba delicadamente sobre el futón que tenía en mi habitación.

—Erika, ¿Qué haces? Pregunté somnoliento.

—Buenos días mi amor, respondió alegre, te preparo la ropa para cuando vayas al trabajo. ¡Ah! espera cielo.

Dándose la vuelta, agarró una bandeja y me la trajo, era mi desayuno. Café con leche, tostadas con mermelada y mantequilla y un vaso de zumo de naranja natural, no de botella. Me quede perplejo, mientras ella seguía a lo suyo.

—No…no era necesario que hicieses esto aunque me has dejado a cuadros.

—¿Natalia nunca te lo hizo? El llevarte el desayuno a la cama, me refiero.

—Yo a ella sí, un par de veces. Ella a mí nunca.

Erika hizo una mueca de desaprobación, mientras elegía entre tres corbatas la que mejor sentaba con el traje.

—Luis esa mujer no te quería y tú lo sabes…bueno, tú tampoco la querías, eso me lo dejaste claro.

Luis se la quedo mirando. De acuerdo, su rostro no tenía la belleza del de Natalia o Sasha, pero era muy guapa. Lo que realmente me atraía de esa joven era el cuerpo tan perfecto que tenía y que no dudaba en mostrarlo ante mí. Pequeñita, menuda, muy proporcionada, cariñosa, atenta, inteligente, muy divertida y en todos los años que hacía que nos conocíamos nunca la vi enfadarse y sé que tuvo motivos, por las jugadas que la hacía Natalia, pero su eterna sonrisa no desaparecía de su rostro. La pregunta salió como otra cualquiera.

—Erika, ¿De dónde eres?

—De dónde voy a ser, pues de aquí de Madrid. Dijo sorprendida por mi pregunta.

—Me refiero a que si has nacido aquí. Afirmé.

—¡¡Ahhh!! Bueno no, nací en Ucrania, mi madre es de allí. Los primeros años vivimos en Kiev y yo teniendo cuatro añitos nos vinimos a España y hasta ahora.

—Вы удивительная женщина и вы меня удивили (Eres una mujer increíble y me has sorprendido)

—Спасибо, моя любовь, я люблю тебя удивлять (Gracias mi amor me gusta sorprenderte) Respondió Erika en perfecto ruso.

—No me lo puedo creer, dije con una gran sonrisa, ahora entiendo muchas cosas.

No es que fuese costumbre en las mujeres rusas cuidar y hacer sentir únicos a los hombres que amaban. Creo que se podría decir que era costumbre en la Europa del este. Llamé a Erika a mi lado y la besé con amor.

—Tantos años juntos y sin saber que tenía a la mujer perfecta a mi lado. ¿Desde cuando hablas ruso?

—Desde niña, mi madre se encargó que lo aprendiera. Lo entiendo y lo hablo pero no se escribirlo.

Me encontraba muy a gusto con Erika, demasiado a gusto, pero ni se me pasaba por la cabeza parar aquello y sabía que me podía destruir, estaba jugando a dos bandas. Era tal las ganas de estar con esa niña que ni me lo planteé.

—Erika, vámonos de fin de semana tu y yo. Fuera de aquí, lejos, donde nadie nos conozca.

—¿Estás seguro amor?

—Nunca he estado tan seguro de algo.

—Tengo que ir a mi casa a hacer una pequeña maleta, dijo Erika. Me recoges dentro de una hora en la estación de cercanías ¿Vale?

—Vale cariño, así lo haré…Te quiero. Le dije convencido de ello.

Se vistió y dándome un beso se fue a su casa. Yo ya sabía el destino, como llegar y el hotel, lo tuve claro desde el principio que lo pensé. Iríamos a la ciudad de los canales, a Venecia. Sería un fin de semana increíble junto a una mujer fascinante.

Debido a lo precipitado de nuestra salida de Madrid, ni sabía cuándo podría llamar a Sasha, así que le mandé un wasap, comentándole que había un problema en la fábrica y no sabía cuándo podría llamarla. Algo que me extrañó es que no tenía actividad desde la noche anterior cuando hicimos la video conferencia y cuando recibió mi mensaje vi que sí, lo había recibido, pero no lo había visto. Para cuando lo vio, me imagino que Erika y yo ya estábamos en el hotel, con esa niña enloquecida follándome sin parar mientras no dejaba de correrse. Si, fue un fin de semana tan intenso como los últimos días de vacaciones con Sasha y eso hizo que de alguna manera mis sentimientos hacia Erika cambiasen y despertasen algo en mi muy intenso hacia ella.

Durante ese fin de semana ni me acordé de mi hermana. Parece mentira como algo tan importante puede difuminarse en tu cabeza tan rápidamente. Quizás fuese porque Erika estaba conmigo, bueno, estaba convencido de ello, su manera de comportarse tan cariñosa y atenta me tenía cautivado.

No fue hasta el martes que gestioné su billete de avión que volví a hablar con mi hermana pero fue muy extraño. En principio pensé que estaba molesta por no haber hablado con ella en poco menos de cinco días, su forma de comportarse era extraña, parecía como si entre nosotros no hubiese pasado nada y lo que lo terminó de rematar fue que no me provocó, no me buscó en ningún momento, solo charlamos como buenos amigos.

En esa video conferencia que le hice a mi hermana no estábamos ella y yo solos, como solíamos hacer. Erika y yo estábamos juntos todos los días y la mayoría de ellos dormíamos juntos. Cuando hice esa llamada para comentarle a Sasha que ya tenía su vuelo para el próximo lunes, Erika estaba en la misma posición que cuando la vio por primera vez, de vez en cuando la miraba y tenía una cara como si no entendiese que es lo que pasaba. Notaba a Sasha algo nerviosa como si quisiese terminar esa llamada, como si la incomodase y no dudé en despedirme de ella aunque antes se lo dije:

—Cielo, ¿Ocurre algo? ¿Te noto extraña?

—No, no, tranquilo, es que estoy cansada, llevo ya varios días en la biblioteca estudiando eso es todo.

Cuando cerré la tapa del ordenador, Erika salió de entre las sombras y se acercó a mí.

—Cariño, esa no es la mujer que vi el otro día que moría por estar contigo. La de hoy directamente te ha despachado.

—Sabes, quizás no haya sido tan buena idea el pagarla un billete de avión para que venga. Dije algo decepcionado.

—Esa, ha sido una malísima idea. Dijo Erika con tristeza.

Ninguno de los dos quería hablar de ello, pero ahora el escenario había cambiado y mucho. Erika estaba en ese escenario e iba a sufrir, al igual que sufriría yo si supiese que un «novio» suyo venía a estar con ella y follarían sin poder evitarlo. No sabía cómo iba a afectar eso en esta especie de relación que manteníamos, pero ahora no podía echarme atrás y decir a Sasha que no quería que viniese.

Sasha.

Esto se me estaba yendo de las manos. Pensé que lo tenía todo bajo control, pero mi cuerpo me pedía más y más y yo no solo no se lo negaba se lo proporcionaba sabiendo que volvería a exigirme mucho más aun.

Tanto Sergey como Dima no eran guapos. Vamos de seguro que eran los típicos que se iban a una discoteca y destacaban por nada, porque eran invisibles, nadie se fijaba en ellos. Pero eso tenía una cosa buena y es que al estar follandose a una chica como yo, daban lo mejor de sí mismos y se comportaban como unos amantes increíbles que te colmaban de atenciones y te obedecían con los ojos cerrados.

Ese día después de hablar y de correrme con mi hermano, llame a Sergey y le dije que se trajese también a Dima, fue un fin de semana que me cambió totalmente, tanto en mi forma de ser como en mis sentimientos hacia mi hermano.

En un principio en el coche deje claras mis condiciones y eran inamovibles.

—A ver chicos, y lo digo por ti Dima que aún nos conocemos poco. No quiero besos, ni con lengua ni piquitos en los labios. No hay mamadas ni comidas de coño. No quiero que vuestro semen toque mi cuerpo, con lo que no hay corridas en mi boca, cara, tetas y por supuesto siempre, siempre que follemos con condón, ¿Queda claro? Solo quiero que me folléis, por el culo y por el coño, única y exclusivamente.

—¿Y si por accidente te salpicamos, sin querer? Preguntó Dima

—Pues lo siento, me visto y me voy. Son mis normas, si las aceptáis bien, si no, para el coche que me bajo ahora mismo.

Por supuesto insistieron que no era necesario, habían entendido mis deseos y los iban a cumplir. Cuando entramos en casa de Sergey, yo me quite el vestidito que llevaba puesto y que cubría mi desnudez, no llevaba ropa interior. Sergey ya me había probado y visto desnuda, pero Dima se quedó embobado mirándome y fui yo quien le desnudé y le puse un preservativo al pollón que gastaba.

—Ven cielo túmbate aquí. Le indique en la cama.

Me puse encima de el con una pierna a cada lado de su cuerpo. Estaba tan cachonda que mi coño ya goteaba de excitación y fui yo quien me penetré experimentando un increíble placer.

—Ahhhhh Dima…que polla más rica tienes…ummmm… Sergey, ya sabes lo que tienes que hacer. Dije mimosa.

Sergey se puso detrás de mí y note el frio del gel lubricante para seguidamente notar como su ariete me abría el culito y me penetraba. Noté perfectamente las dos pollas metidas en mi interior muy profundamente y explotar en un orgasmo larguísimo mientras esos dos sementales me follaban. Fueron unos minutos increíbles en los que encadené al menos tres orgasmos. El primero en correrse fue Dima, que me miró con una cara de cariño que por poco hace que me lo comiese a besos y casi seguidamente noté los espasmos en la polla de Sergey corriéndose, mientras bufaba como un toro.

Esa noche dormimos poco y me follaron los dos a la vez o por separado infinidad de veces. En ningún momento me acordé de mi amado hermano, pobre mío, si supiese en lo que me he convertido al entregarle mi virginidad, huiría de mí.

Cuando nos despertamos el viernes por la mañana, miré mi móvil, lo había silenciado y solo sé que me enviaban algo cuando se encendía la pantalla. Muchos mensajes de mi gente preguntando donde me metía y uno de mi hermano diciéndome que tenía un problema en la fábrica y no sabría cuando podía llamarme. En mi cara se dibujó una sonrisa lasciva mientras miraba a mis sementales.

—Chicos, ¿Tenéis planes para este fin de semana? Dije abierta de piernas y tocándome el coño.

—Por supuesto que sí, casi dijeron al unísono, follar contigo, ¿no?

Y vaya si follamos, pero mi cuerpo y mi cabeza volvieron a pedirme más, mucho más y entonces decidí que tantas condiciones eran como intentar poner puertas al campo. Ya el viernes por la noche, les dije a mis sementales que tenía que irme a casa, pero que el sábado después de comer me recogiesen de nuevo, tenía una sorpresa para ellos. Me hacía falta adecentarme bien, repasar la depilación de mi cuerpo, de mi culo y de mi coñito y para eso debía de ir a un salón de belleza en el que ya me conocían.

El sábado ya en casa de Sergey, les ordené desnudarse, los dos se quedaron totalmente desnudos y entonces yo me quite mi camiseta y mi pantalón, quedándome con ese tanguita que tanto le gustaba a mi hermano. Los dos se quedaron embobados mirándome.

—Sasha eres preciosa. Dijo Dima viendo como su preciosa polla reaccionaba ante mí.

Me acerque a él, agarre su fea carita y le di un morreo lascivo y largo mientras me frotaba contra él. Ninguno dijo nada, pero cuando me separé vi sus caras de asombro.

—Chicos se acabaron mis condiciones ridículas. Lo quiero todo, ¿Me habéis entendido?

Me arrodillé delante de ellos y empecé a hacerles una mamada a cada uno que hizo que se corrieran en mi boca y en mi cara. Y en ese momento es cuando empezó la locura total y cuando empecé a perder el control de la situación.

Eso sí que era follar en condiciones. Comidas de coño, mamadas, dobles penetraciones, mi coño y mi culo supuraban continuamente las corridas que tenía en mi interior. Creo que nunca he tragado tanto semen como ese fin de semana, estaba sin control pero disfrutando como nunca lo había hecho, mis labios buscaban continuamente sus besos de lujuria, nuestras lenguas se enredaban mientras me follaban, pero curiosamente a quien más buscaba era a Dima.

De acuerdo Dima no era muy agraciado, pero lo suplía con una sonrisa permanente en su cara, su simpatía y con el cariño que me trataba que me tenía enganchada a él. Estaba circuncidado, su polla era la más bonita, recta surcada de venas y la que me provocaba más placer. Sin planteármelo siquiera me empecé a enamorar de él hasta el punto que, a Sergey, le dejamos un poco aparte hasta que protestó. Tenía claro lo que quería y eso no era otra cosa que pasar un buen rato a solas con ese chico que me tenía loca.

El domingo por la noche cuando me dejaron en mi casa, le di a Dima sin que Sergey se enterase mi número de móvil y le hice la seña de que me llamase. El lunes, pase el día con él en su casa y me confirmó lo que estaba sospechando, mi hermano era un recuerdo increíble y nunca le olvidaría pero Dima era mi nuevo amor, alguien presente que siempre tendría a mi lado, no a cuatro mil kilómetros de distancia.

El martes estuve sola todo el día, quería poner en orden mi cabeza, estaba hecha un lio. ¿Cómo podía ser tan superficial, tan inmadura? ¿Cómo había podido olvidar en unos pocos días al hombre al que juré amar y entregué mi virginidad? Pero lo que más me inquietaba era como podía haber cambiado tanto frente al sexo y a los pocos días de que mi hermano se fuese, follar con un desconocido como si tal cosa, sin hablar del fin de semana que ya fue él no va más.

Tenía que aclarar mis ideas, saber lo que quería. No podía jugar con las personas de la manera que lo estaba haciendo porque al final alguien sufriría mucho y eso tampoco lo deseaba. Sabía que esa noche hablaría con mi hermano, no me apetecía, no quería hacer frente al problema que se me avecinaba. Hacía poco más de tres semanas, de vacaciones en un hotel y en una noche de tormenta, entregaba mi virginidad sin condiciones al hombre que pensé seria el dueño de mi vida y ahora mis sentimientos eran otros. Hablaría con mi hermano, no me apetecía en absoluto, pero debería de hacerlo

Sobre las nueve de la noche sonó la llamada de Skype, respire hondo mirando a la pantalla y cuando acepté la llamada vi la cara sonriente del que hasta hace unos días era el amor de mi vida. No quería verle, no me apetecía hablar con él, no por nada que me hubiese hecho él, solo porque me sentía avergonzada de lo que había hecho y lo que le estaba haciendo.

—Hola Luis, ¿Qué tal estas? Dije saludando con una sonrisa forzada.

Me di cuenta enseguida que había metido la pata, su cara cambió a un gesto serio le había llamado por su nombre, nunca lo hacía siempre era, mi amor, cielo, cariño o mi vida.

—Bien, muy bien, me respondió sin muestras de cariño. Ya tienes tu billete de avión, este domingo a las 21.00 horas llegas a Madrid, ¿Estas contenta?

No, no estaba contenta, de hecho si no hubiese sido una cobarde en ese mismo momento le hubiese dicho que lo cancelase. No me había ido y ya tenía ganas de estar de nuevo al lado de Dima.

Tuve que mostrar entusiasmo aunque era algo tan forzado que no me salía natural. Por sus expresiones notaba su desconcierto, hablamos como si fuésemos unos desconocidos y quise dar por terminada esa conversación, no estaba a gusto y las últimas palabras de mi hermano me confirmaron que no comprendía mi actitud.

— Cielo, ¿Ocurre algo? ¿Te noto extraña?

Su pregunta era de todo punto lógica, pero le di una respuesta evasiva para que me dejase tranquila, no quería dar explicaciones. Terminé la llamada deprisa, me iba a echar a llorar de un momento a otro y no quería que mi hermano lo viese. Sabia el daño que le iba a hacer, me acordé de mis propias palabras sobre las bondades de la mujer rusa y me sentí hundida, así no me había educado mi madre.

Miré mi móvil, busqué en la agenda «Dima» y le di a llamar, al primer tono ya había aceptado la llamada.

—Hola mi amor, ¿Qué haces? Pregunté

—… … …

—Te necesito, necesito estar contigo. Dije medio llorando.

—… … …

—En media hora estoy abajo, te quiero. Le respondí dando por terminada la llamada.

Me duché y en media hora estaba abajo. Tardó algo más por qué Sergey estaba con él y tuvo que acercarle a su piso. Dima no sabía nada de la relación con mi hermano y de lo pronto que lo había olvidado. No quería contarle nada, más ahora que el domingo iba a volar a verle. Creo que si le cuento todo no me hubiese dejado ir, pero tenía que hablar con mi hermano, dejar las cosas claras.

Luis.

La última video conferencia que hice con mi hermana abrió ante mí un mar de dudas. Sabía que algo ocurría e intuía, por situaciones parecidas con amigos a los que la novia les hizo una «liana” (No soltar a tu pareja hasta que tienes otra) que Sasha había conocido a otro hombre, casi podía asegurarlo. Aun así, esperaría a que llegase el domingo y ver como se comportaba, pero tenía claro que si no estaba a gusto, le propondría que regresase a su ciudad.

También estaba seguro que ya no la llamaría más por video conferencia, no después de la última llamada. Si ella lo deseaba ya me lo diría, pero por mi parte si acaso algún mensaje pero poco más, no quería parecer desesperado, en esos momentos tenia a Erika a mi lado y ella me demostraba todo el cariño y el amor que necesitaba. Aunque se moría por dentro, por la inminente llegada de Sasha, no me lo decía, solo me pidió que pasásemos todo el tiempo que pudiésemos juntos hasta que llegase.

Toda esa semana nos vimos, e incluso un par de noches nos fuimos a un hotel a follar como desesperados aunque notaba como Erika se iba apagando poco a poco según se acercaba el día de la llegada de mi hermana y fue inevitable, el domingo por la tarde la dejé en su casa hecha un mar de lágrimas y lo que es peor no sabía cómo poder calmarla. Ella solo sabía que venía mi novia, a follar con su amado y que no sabía el tiempo que se quedaría, y sinceramente, poniéndome en su lugar eso era desesperante.

Poco antes de las diez de la noche las puertas de la sala del aeropuerto por donde llegaba Sasha se abrían viéndola llegar como siempre bellísima. Se despidió de alguien que imagino habría conocido en el vuelo y vino hacia mí, con tranquilidad, nada de alegrías o corriendo a abrazarse a mi como era, creo yo, de esperar. Solo llegó, se puso de puntillas y me dio un beso en la mejilla. Supe en ese momento que Sasha se iría enseguida.

—Hola Luis. Dijo sin sentimiento.

—Sasha. Respondí seriamente con una inclinación de cabeza.

Agarré su maleta y nos dirigimos al parking en silencio. Una vez metidos en el coche se lo pregunté por mera educación.

—¿Qué tal tu vuelo?

—Bien. El chico que se sentó a mi lado me lo hizo más ameno .

—Me alegro. Dije sin mostrar entusiasmo.

Durante todo el trayecto hasta el chalet donde vivía ninguno dijo nada. Solo se oía de fondo la emisora de la radio emitiendo una de las últimas canciones de Rosalía. Noté la incomodidad de Sasha, sabía que no estaba a gusto pero no sería yo quien empezase a hablar. Cuando llegamos y vio donde vivía, solo se limitó a emitir un silbido de asombro. En otras circunstancias se lo hubiese enseñado diciéndole que estaba en su casa, pero intuyendo lo que quizás pasaría, preparé la habitación de invitados.

—Acompáñame, te voy a enseñar tu habitación. Dije cogiendo su maleta y empezando a subir al piso superior.

—¿Mi…mi habitación? Preguntó mi hermana extrañada.

—Claro, donde vas a dormir. Tienes tu propio baño, imagino que querrás refrescarte antes de cenar, ¿No?

—Ehhh…sí, sí, claro. Respondió Sasha confundida.

La dejé en su habitación y cerré la puerta. Yo me fui a poner algo más cómodo y a preparar la cena ligera que tenía en la cocina. La serví en una mesa que sin ser enorme nos tenía separados lo suficiente para que ella sintiese lo que estaba demostrando, que se había alejado.

Cuando bajó, noté que se había cambiado de ropa, pero era ropa normal nada provocativa. La recibí con educación y la invité a sentarse separando su silla. La ofrecí servirse el primer plato y me senté frente a ella, que me miraba decepcionada. El silencio reinaba entre nosotros y quise romperlo, a ver si se animaba a comentarme algo.

—¿Que tal tus estudios? Debes de estar muy liada para no haber sabido nada de ti en estos días.

—Eh…bien, bueno si…estoy muy liada. ¿Y tú con tu fábrica? ¿Se arreglaron todos los problemas?

—Bueno, sí. Pero todavía queda un fleco suelto que debo de solucionar, espero hacerlo pronto.

Ella sonrió por compromiso pero no captó la indirecta que iba dedicada a ella. Seguía notándose la incomodidad de la situación. No era capaz de mirarme a los ojos y desde que había llegado, bueno, desde el martes pasado ni una sola muestra de cariño. Su siguiente comentario, terminando el segundo plato, fue lo que desencadenó todo.

—Es una mesa muy grande para ti y para mí. Parecemos dos extraños.

—No Sasha, yo sé quién eres tú, y tú sabes quién soy yo. Ahora, no conozco a la persona que tengo sentada frente a mí, que hace algo más de quince días lloraba aferrándose a mí en el aeropuerto rogándome que no me fuese…Con la persona que desde el martes pasado demuestra su falta de cariño hacia mí, sin contar con el «efusivo» encuentro de hoy en el aeropuerto…Dime, ¿Tú cómo te tomarías esto? ¿Eres capaz de ponerte en mi lugar?

Con un «Luis, tenemos que hablar» Supe que todo se había acabado entre mi hermana y yo. Durante algo menos de una hora Sasha intentó explicarme su cambio, como se sentía, sus ganas de follar a todas horas y en lo que se había convertido. Me sorprendió su frialdad al contarme como había conocido al tal Sergey y como se lo había follado, pero casi me escandalizo cuando me conto su fin de semana y como la follaron sin descanso hasta que se enamoró del tal Dima.

No es que estuviese celoso, bueno un poco sí, pero esto había sido una liberación para ambos. Podía haberle contado que yo también me había enamorado de otra persona, pero sería estúpido, no lo consideraba ni como arma arrojadiza para hacerla daño y es que tampoco se lo quería hacer, aunque el que lo hubiese sabido, seguro, la hubiese hecho sentirse menos culpable. Bien, las cartas estaban encima de la mesa y mi siguiente pregunta despejó todas mis dudas.

—No quiero que estés a disgusto aquí, ya que tu cabeza y tu corazón están a miles de kilómetros. ¿Cuándo quieres irte?

—Mañana, no quiero alargar esto mucho más.

—De acuerdo, creo que mañana hay un vuelo antes de las doce del mediodía y llegarías a Moscú a las seis de la tarde.

—Eso estaría bien. Respondió sonriendo.

—Bueno, pues aclarado. Ahora me vas a perdonar, pero necesito digerir todo esto. Me voy a dar una vuelta y a tomar algo, espero que lo entiendas.

—Si quieres puedo acompañarte. Dijo conciliadora.

—Eso, hermanita, es muy mala idea, va a ser mejor que no. Vete a dormir si lo deseas o si quieres ve la televisión yo ya vendré. Pero mañana a las nueve de la mañana estamos en el aeropuerto.

Me despedí de ella y me fui en el coche a buscar a quien realmente me importaba en ese momento, Erika. No quiero justificarme ante nadie, fui tan culpable como ella y quizás algún día sepa que yo hice lo mismo, pero realmente lo que me jodió, fue que si no quería venir, me lo hubiese dicho y no me hubiese hecho pagar un billete de avión para solo cenar conmigo. Lo único que pude agradecerle, es que tuvo el valor de decírmelo a la cara, no por mensaje o por teléfono.

Una vez camino de casa de Erika la llame a su móvil y me contestó inmediatamente asustada, pero su voz denotaba que había estado llorando.

—Cariño, ¿Ocurre algo? Preguntó Erika alarmada.

—Todo va bien, muy bien amor, voy camino de tu casa a verte.

—¿Y tu novia? Preguntó extrañada.

—En mi casa, y no es mi novia, ya te cuento ahora lo que ha pasado.

Cuando estuvimos a solas y le expliqué todo lo que había ocurrido se sintió algo más tranquila, pero me comentó que no se sentiría bien del todo hasta que Sasha tomase ese avión de vuelta a su ciudad. Hicimos el amor en el coche, como dos adolescentes, en el asiento trasero, con calma, sintiéndonos. Notaba mi balano entrar muy dentro de ella, mientras sus caderas se movían de una manera fascinante haciendo que mi polla llenase cada hueco de su vagina. Explotamos los dos en un poderoso orgasmo que nos dejó abrazados mientras Erika seguía gimiendo con mi polla bien clavada en su interior y me lo susurraba.

—Te amo…te amo…te amo.

Me costó separarme de ella, siempre me costaba, le dije que a partir de mañana estaríamos todo el tiempo que quisiésemos juntos, ya no habría nada que nos separase y nos despedimos con un tórrido beso frente a la puerta de su chalet.

Cuando entré en mi casa serían las tres de la mañana. Sasha aún seguía despierta, esperándome. Según me vio entrar se levantó, vino corriendo hacia mí y se abrazó con fuerza llorando.

—Luis perdóname por favor, perdóname por lo que más quieras, no quería hacerte daño. Lloraba amargamente Sasha.

Yo no la abrazaba, solo me limitaba a acariciar su espalda para tranquilizarla. Intentó besarme pero le hice «la cobra» y ya llorando me dijo algo que sí que me molestó.

—Cariño, pasemos una última noche juntos, sintámonos de nuevo. Rogó Sasha intentando besarme de nuevo.

Me deshice de su abrazo, ella me miraba desconcertada, estaba preciosa y si hubiese sido más desalmado de seguro que si la habría follado, pero no, no quería seguir ese juego tan dañino que había comenzado y que la destruiría. El sexo puede llegar a complicar mucho las cosas y con la última poca dignidad que me quedaba se lo dije.

—Sasha por nada del mundo me volvería a acostar contigo. No después de saber lo que estás haciendo. Sabes, creo que no eres consciente del daño que provocas. Si esta noche follamos, tú mañana te iras con tu nuevo amor y yo me quedaré aquí, desolado, recordando lo mucho que te amé, perdona, pero NO, dije tajante.

—Mi amor, no es necesario que me vaya mañana. Si quieres me quedo unos días más.

—¿»Mi amor»? Pregunté irónico. Vaya, la primera palabra cariñosa en una semana. ¿Y qué va a ocurrir? ¿Follaremos todos los días? ¿Te volverás a enamorar de mí? ¿Y cuándo regreses, que crees que ocurrirá? Te lo diré, me echaras de menos durante las seis horas de duración del vuelo, y según veas al tal Dima, te lo volverás a follar y no te acordarás de mí. Hermanita tienes un grave problema, eres una puta, quédate con tus amantes allí y a mi déjame en paz.

Sasha agachó la cabeza y lloró nuevamente, pero no buscó mi consuelo. Solo dio media vuelta y subió a su habitación. Al día siguiente sobre las nueve y media de la mañana la despedía en el control hacia las puertas de embarque. Sasha me dio un tierno beso en la mejilla y yo besé su frente.

—Imagino que después de esto ya no querrás saber nada de nosotras. Afirmó mi hermana.

—Te equivocas, mi padre me encomendó el cuidado de vosotras y lo pienso cumplir hasta el final de mis días. Somos familia, recuérdalo. Además tu madre y tu tenéis mi teléfono, si ocurre algo quiero que contéis conmigo.

—Luis nunca te voy a olvidar, nunca, siempre te llevaré en mi corazón. Fuiste el hombre de mi vida, pero creo que no supe apreciarlo. Te quiero.

Diciendo esto último Sasha desapareció por el arco de seguridad y de mi vida. Me di media vuelta y me dirigí a mi coche, estaba deseando estar con Erika. La marcha de mi hermana me había quitado un gran peso de encima y un nuevo horizonte se abría ante mí.

Poco antes de salir de la terminal de salidas, me pareció ver a mi madre acompañada de alguien. Me quise cerciorar y confundido entre la gente logré acercarme a ellos, efectivamente, era mi madre y el hombre que la acompañaba, era ese abogado amigo de mi padre y que yo no aguantaba, pero lo peor de todo fue que iban agarrados de la mano y las muestras de afecto entre los dos desde luego no eran de abogado/cliente. No le quise dar mayor importancia, mi madre ya era mayorcita y sé que ese hombre pasaba muchas horas con mi padre y mi madre. Quien sabe lo que ocurrió a la muerte de mi padre y mejor no quería saberlo.

**********

Ya habían pasado nueve meses desde que mi hermana desapareció de mi vida. Mi relación con Erika había evolucionado hasta el punto que pasaba más tiempo en mi casa que en la suya y su carrera de derecho la estaba sacando sin problema.

El único escollo, por llamarlo de alguna manera, fue Natalia. Erika quiso mantener en secreto nuestra relación hasta que la hice ver lo equivocada que estaba. Natalia se podría enfadar, molestar, pero fue ella la que se lo buscó, no podría nunca culpar de nuestra ruptura a Erika

Así que un sábado como otro cualquiera, nos presentamos en el bar donde coincidíamos siempre todos los amigos y amigas agarrados de la mano y muy acaramelados, cuando nos vieron llegar ninguno se mostró sorprendido de hecho nos aplaudieron. La única nota negativa, como no, fue Natalia que levantándose de donde estaba sentada se acercó con cara de pocos amigos y nos lo espetó con desprecio.

—Esto no os lo voy a perdonar, dijo Natalia mirándonos con odio. Y tú puta, dijo a Erika, has tardado poco en follarte a mi novio, pensé que eras mi amiga.

—Natalia, empezó diciendo Erika, Luis nunca fue tu novio, solo te utilizaba para follar, lo mismo que tú a él. Yo no te he quitado nada porque nunca has tenido nada.

Cuando terminó de decir esto el mentón de Natalia temblaba y fue la última vez que la vimos, en mucho tiempo. A partir de entonces ya nada nos detuvo y no nos escondíamos de nadie, me gustaba como Erika hacia crecer nuestra relación y me tenía a sus pies sabiendo que ella era la persona que quería en mi vida.

Por otra parte la página de mi familia rusa seguía muy abierta. Katia y yo hablábamos cada cierto tiempo. Nunca me preguntó qué ocurrió entre Sasha y yo y por qué terminamos tan abruptamente nuestra relación, lo mismo que tampoco preguntó porque su hija viajó a Madrid para regresar al día siguiente.

Me comentó que gracias a la asignación que le pasaba todos los meses, se había podido cambiar de piso. Ahora estaba en un apartamento más nuevo y moderno y Katia vivía mejor. Cuando le pregunté por qué hablaba en singular, no en plural, se hizo un silencio y me lo contó.

—Esto es difícil decírtelo. Sasha me rogó que no te dijese nada pero me tiene muy preocupada. Hace cinco meses que se fue a vivir a Italia y desde entonces no sé nada de ella.

—¿A Italia? Pregunté sorprendido.

—Si, a Italia, en el viaje de vuelta desde Madrid, conoció a un diplomático italiano y se enamoró de él. No sé qué ocurrió, bebía los vientos por él, dejó su carrera y siguió a ese hombre hasta Italia.

—Bueno Katia, intentaré hablar con ella y comentarle que estas muy preocupada. Sasha es fuerte, seguro que está bien.

—NO, no quiero que lo hagas, se enfadará conmigo por habértelo contado, voy a dejar de ingresarla dinero en su cuenta, cuando se dé cuenta me llamará para ver que ocurre y podre echarla la bronca. Dijo riendo.

Quedaba aun un escollo que solucionar. Esa herencia que nadie sabía a donde había ido a parar y esas transferencias con un destino pero que nunca llegaban a quien iba dirigidas. El amigo de mi padre, el guardia civil, trabajaba en el caso, junto a dos compañeros suyos.

Había pistas, lugares, el dinero que se transfería desde la cuenta de mi negocio pasaba por ese banco de Moscú pero sin dejar huella y se ingresaba a una cuenta en Luxemburgo, un paraíso fiscal. Ahí y con miles de trabas burocráticas no se podía acceder al titular o titulares, la persona que hizo todo esto se tomó muchas molestias, conocía muy bien todos los recovecos legales y atajos bancarios para ocultar su identidad.

Lograron contactar con el notario que leyó la herencia de mi padre y lo que le dejaba a Katia que era uno distinto del que leyó la herencia que nos dejó a nosotros por razones obvias. Consiguieron tener acceso al documento y a la aceptación de esa herencia, todo estaba correcto y en orden, Katia o quien fuese había firmado esa aceptación y todos los documentos. De acuerdo pero si la verdadera Katia no había firmado, ¿Quién era la usurpadora que firmó? Según me dijo el amigo de mi padre se avanzaba, pero muy despacio.

Pero algo cambió, fue casi imperceptible y en su momento ni siquiera caí en la cuenta, pero fue lo que desencadenó todo.

Mi madre pasaba cada vez menos tiempo en casa. Gastaba dinero como si creciera en los árboles y más de una vez tuve que llamarla la atención por los extractos de su tarjeta bancaria.

—Mañana me marcho de viaje una semana cariño. Me dijo mi madre, mientras bajaba su troley y lo dejaba en la entrada.

—Mamá, no paras en casa, ¿Dónde te vas ahora?

—Nos vamos unas amigas y yo a Luxemburgo. Esa será nuestra primera parada, luego visitaremos otros países.

—¿A Luxemburgo? Pero si allí no hay nada.

—Buenooo…decía mi madre, algo interesante habrá.

Como dije al principio fue imperceptible, ni siquiera digno de mención. Mi madre se marchaba de viaje, como hacia últimamente muchas veces, pero aunque no me diese cuenta en ese momento, su destino me despertó de madrugada y con una pregunta en mi cabeza, ¿Y por qué Luxemburgo? Ya no me pude dormir, y para cuando mi madre salió de nuestra casa la seguí y vi que se reunía nuevamente con ese picapleitos impresentable.

Empecé a atar cabos, mientras lo hacia un nudo se apoderaba de mi estómago, quería negarlo pero para mí la evidencia empezaba a ser enorme. Llamé al amigo de mi padre enseguida y le conté mi estúpida teoría, que ese picapleitos y mi madre fuesen los artífices de ese robo. Quedamos esa misma mañana y fuimos a ver al notario que leyó el testamento de Katia y le enseñamos una foto de mi madre y fue categórico al identificarla como Katia Volkova y al abogado picapleitos que siempre acompañaba a mi madre como garante de que esa mujer era quien decía ser aportando su pasaporte, falso, como no podía ser de otra manera.

Mandaron inmediatamente a dos agentes a Luxemburgo donde siguieron a mi madre y a ese picapleitos. Cuando regresaron a España los detuvieron a los dos. Mi madre fue la primera que se derrumbó y confesó todo. El amigo de mi padre se comportó como cabría esperar de un hombre íntegro. Aunque quería a mi madre mucho, no le tembló el pulso a la hora de llevarla ante el juez. Al año más o menos, los dos eran condenados. El «amigo» abogado de mi padre a diez años e inhabilitación como abogado por un montón de cargos que ahora ni me acuerdo. A mi madre a siete años por apropiación indebida, suplantación de identidad y falsedad documental.

Como defensa mi madre argumentó «Esa zorra no tenía ningún derecho a quedarse con un dinero que le pertenecía a su hijo y a ella misma» Me quedé sin padre y sin madre, aunque solo fuese por un tiempo. Eso me hundió, me hizo ver lo egoísta que era mi madre y lo poco que respetó a mi padre en sus últimas voluntades. Me refugié en Erika, ella me ayudó a superarlo. Me encerré mucho en mí mismo, estaba deseando descubrir toda la verdad, pero creo que no estaba preparado para aceptar quienes eran los culpables.

Erika y yo viajamos a Moscú para reunirnos con Katia y entregarle lo que le había dejado mi padre en herencia. Viajé con Erika por si Sasha se encontraba allí, no quería quedarme a solas con ella, me encontraba vulnerable y aunque mi mundo era Erika en esos momentos, sabía que mi hermana podía ser muy persuasiva y terminar los dos follando de nuevo. Se que mi novia no era tonta. Nunca le comenté que Sasha era mi hermana, pero cuando llegamos a Moscú y nos vimos con Katia, fue inevitable el que hablásemos de lo contenta que se pondría mi hermana al saber que todo se había solucionado y que por fin se había hecho justicia.

Cuando nos quedamos solos, el malestar de Erika se hacía palpable. Nunca le conté la verdad, ella sabía que Sasha fue mi «novia» pero no sabía que era mi medio hermana.

—¿Y cuándo pensabas contármelo? Decía enfadada. Estas enfermo, acostarte con tu propia hermana…

Le conté como había ocurrido todo, esas vacaciones, el hotel, la noche de tormenta y los días que llevaba aguantando sus ataques y luego como degeneró todo hasta que apareció ella en escena.

—Puedo entender que fue difícil rechazar a semejante mujer desnuda en tu cama, decía Erika medio llorando. No quiero saber nada más, no quiero que me des más detalles, solo prométeme que si esa puta vuelve a llamarte o se acerca a ti me lo digas porque te juro que le saco los ojos.

—No creo que lo haga, estoy seguro, pero te prometo que si lo hace serás la primera en enterarte. Tu eres muchísimo más importante para mí.

Erika no quiso dejarme solo en ningún momento. Se vino a vivir conmigo a mi casa, era demasiado grande para mí y cuando me quedaba solo se me venía todo encima y me ahogaba. Ella era mi motivo para despertarme todos los días y para desear llegar a casa, era mi motivo de alegría y mis ganas de vivir. Erika me daba esperanzas y siempre me decía que todo volvería a ser como antes. Me contaba que debía tener la capacidad de perdonar y que cuando me quisiese dar cuenta mi madre volvería a estar en casa. Dios como amaba a esa mujer, nunca había amado de esa manera.

Al año de que mi madre ingresase en prisión, ocurrió algo que destrozaría mi vida, dejándola hecha mil pedazos. Ocurrió en enero, después de las navidades que pasamos en la nieve Erika y yo. Erika estaba en último año de carrera, había tenido los exámenes de enero y para cuando terminaron, se fue con su gente a celebrarlo, era viernes y le hacía falta salir a divertirse después de meses de no levantar cabeza de los libros.

—No llegaré tarde mi amor, imagino que para la hora de cenar estoy allí, si acaso veo que se alarga te llamaré. Me comentó Erika.

—Diviértete mi vida. Te lo mereces.

Esa…esa fue la última vez que hablé con ella. Me quedé hasta tarde trabajando, no quería estar solo en casa. Llegaría sobre las diez de la noche, todo estaba apagado en casa. Cuando entré la llamé, pero nadie respondió, mire mi móvil y no había ninguna llamada perdida de Erika. No quise preocuparme, me cambié me puse cómodo y me senté a esperarla, pero a las dos de la madrugada ya me empecé a preocupar, ella no era así. Me vestí y me fui a buscarla más o menos por donde ella solía parar con su gente, solo encontré a una amiga que no supo darme ninguna pista, iba bastante perjudicada por el alcohol y solo atinó a decirme que a media tarde la perdió de vista. Su teléfono estaba desconectado e incluso no había enviado ningún mensaje de wasap, no había actividad.

Fui a la policía, me dijeron que no me preocupase que seguro que estaría bien, que muchos jóvenes al terminar los exámenes se perdían por un par de días. Erika no era así. Pasé dos noches sin dormir, ahogándome en mis lágrimas sin saber si la había pasado algo o no. Estaba seguro que algo malo había ocurrido, si no ella se habría puesto en contacto conmigo. El domingo por la mañana llamaron al telefonillo de la entrada y fui corriendo. Cuando descolgué la voz de un hombre imitando a un homosexual se mofó al hablar.

—¡¡CARIÑOOOO, YA HE LLEGADOOOO A CASAAA!!

Para cuando llegué y abrí la puerta de la cancela exterior me encontré en el suelo a Erika hecha un guiñapo. No sabía por dónde agarrarla, estaba muy pálida y fría, pensé que estaba muerta. La llevé dentro de la casa, y la subí al dormitorio. Respiraba pausadamente, empecé a llenar la bañera para que entrase en calor rápidamente y empecé a desnudarla, me eche a llorar, no llevaba puesta su ropa interior, su cuerpo estaba lleno de moratones y en sus brazos se apreciaban muchos pinchazos y hematomas sobre sus venas como si fuera una drogadicta.

Pero lo que realmente me espanto fue que de su coño y su culo supuraban las corridas que llevaba. La habían violado y drogado. Pensé fríamente y llamé al teléfono de emergencias, puse una manta encima de su cuerpo y espere a que llegase la policía o la ambulancia o quien tuviese que venir. Me fije en un papel blanco que sobresalía de un bolsillo en él estaba escrito «www.cuelgalas.com» un nombre de usuario y una contraseña.

Encendí mi portátil y metí la dirección, usuario y contraseña…ante mi aparecía una galería de fotos y videos. Cuatro tíos se follaban a Erika una y otra vez…una y otra vez…ella parecía dormida o somnolienta y de vez en cuando veía que se despertaba y se ponía agresiva le inyectaban algo en la vena del brazo y ella caía drogada e inerte y vuelta a empezar. Lloraba amargamente. A Erika, a la mujer que más amaba en esta vida la habían violado y drogado, pero lo peor faltaba por llegar, al final de todas las fotos y videos la foto de un papel e impreso en él se leía en mayúsculas «OS DIJE QUE VUESTRA TRAICION NO LA IBA A PERDONAR» ¡¡NATALIA!! ¿Natalia era la culpable de esto?

Los servicios de emergencia llegaron y les tuve que explicar todo. Me dijeron que seguramente Erika se desinhibió debido al alcohol y que fuese todo consentido, ella no se drogaba y no bebía, la conocía bien, fue violada. Los servicios de emergencia la atendieron, pero algo ocurrió. Erica se despertó sobresaltada y nos miró a todos con pavor, gritó una y otra vez ¡¡DEJARME!! ¡¡DEJARME!! ¡¡NO ME TOQUEIS!! Echándose a llorar, se arropó con la manta y se agazapó en un rincón de nuestro dormitorio mirándonos aterrada.

Los siguientes días confirmaron que Erika había perdido el juicio, según los doctores tenía un shock post traumático severo. La tenían atada a la cama por sus episodios de miedo y agresividad, no me conocía, me miraba aterrada y si intentaba hacerle una caricia la rechazaba como si la quemase. Con el tiempo no mejoró mucho. La ingresé en una clínica privada y entre sus padres y yo nos hicimos cargo de los gastos. Los médicos después de miles de pruebas y evaluaciones nos dieron las peores noticias, sería muy difícil que Erika se recuperase. Durante un año vi como esa mujer que lo había sido todo para mí se fue hundiendo en un pozo de locura que la dejó como un vegetal inerte y con la mirada perdida.

No me iba a quedar parado. Natalia iba a pagar por lo que había hecho, sabía que la policía no iba a hacer nada aun cuando les enseñase esas fotos en las que solo se veía a una chica siendo follada por cuatro hombres sin ningún tipo de oposición por su parte. Creo que eso es lo que me mantuvo cuerdo, mis ganas de vengarme. Me hubiese gustado saber quiénes eran los cuatro animales que follaron sin descanso a mi novia, pero en todas las fotos sus caras no aparecían. La cámara solo enfocaba sus pollas entrando y saliendo de ella y cuando la pinchaban para meterle droga.

Durante un año planee como quería que Natalia sufriese. Pensé en pagar a unos hombres y que la violasen en repetidas ocasiones, pero eso solo quedaría como mera anécdota y conociéndola incluso le gustaría. Quería algo más refinado, que la hundiese y la humillase, que le quitase su modo de vida. Además Natalia esperaba un ataque frontal y quería que lo que ocurriese ni se lo esperase, la iba a atacar con tal crueldad, que no pensé en las consecuencias.

Conocía al padre de Natalia, un hombre de casi 60 años, ese sería el cabeza de turco. Tenía un puesto en el consejo de administración de una importante entidad financiera y era subdirector de esa entidad. Ante la sociedad, ese hombre orondo y campechano ocultaba a un pedófilo, a un depredador sexual. Alguna vez charlando con él al borde de su piscina, se le salían los ojos y se acariciaba el bulto de su bañador, mientras me comentaba por lo bajo lo que le gustaría follarse a alguna de esas niñas, adolescentes salidas, que de esas había muchas, según él.

Se que no hacía bien, usando a esa niña, pero el recuerdo de Erika y el querer ver como sufría Natalia me hicieron esconder mis prejuicios. Fue muy fácil hacer caer en la trampa a ese hombre con esa lolita que simulando haberse hecho daño se abría de piernas ante él enseñándole su braguita que tapaba escasamente su sexo. Al poco rato se la follaba detrás de unos setos no creyendo la suerte que había tenido.

Una grabación oportuna y hacérselo llegar a los padres de esa niña y ya todo estaba en marcha, la vida de ese hombre estaba arruinada. Aunque en la grabación se veía perfectamente como ella lo provocaba y él aseguraba que era inocente y esa niña era una putilla buscona, en el juicio y posterior sentencia dejó a ese hombre en prisión durante 40 años y a indemnizar con 250.000€ a esa niña.

Ese hombre ya no vería la luz del día. Arruinadas y sin saber dónde ir, la mujer y la hija intentaron rehacer de alguna manera su vida, pero los programas basura y otros medios las llevaron al límite y la madre de Natalia se terminó suicidando al no soportar la vergüenza y la humillación de su marido. Eso no lo esperaba, esa mujer siempre fue muy amable conmigo y sentí enormemente su fallecimiento. Fue un daño colateral inesperado pero que golpeó con fuerza la moral de Natalia, ella estaba muy unida a su madre.

Lo había conseguido, había dejado a esa zorra sin futuro y de seguro sabría más adelante quien lo hizo con una simple nota impresa en un folio con letras bien grandes, «OJO POR OJO» no había que ser muy listo para saber quién le había llevado a donde se encontraba ahora. Al cabo de los meses, por un amigo que era un putero, me dijo que mi ex se estaba prostituyendo como una vulgar fulana en un polígono industrial. Mi venganza se había consumado.

Aunque no haya hecho mención de Erika, no falte a mis visitas a ese horrible hospital para poder verla. Todas las veces que iba salía derrotado, llorando al ver a esa mujer que en su día lleno mi vida, con la mirada perdida, sentada en un rincón con sus piernas recogidas, acurrucada en sí misma.

Los doctores, lo único que podían hacer por ella es tenerla sedada para evitar que se autolesionase. Durante el siguiente año fue todo a peor, la tuvieron que atar a la cama y sedarla hasta dejarla sin sentido. En una de las comidas, había tomado un cuchillo y se lo había clavado repetidamente en su sexo hasta caer desmayada por el dolor. Aunque el cuchillo no tenía punta, era romo, la fuerza con la que se lo clavó le hizo profundas laceraciones y una fuerte hemorragia.

—Mire señor Garay, sabemos el amor que tiene por esta mujer, pero como médico y como persona, le sugiero que deje de visitarla y pase página. Se que es duro lo que le estoy diciendo, pero debe rehacer su vida ella ya no está con nosotros, está en su mundo.

—¿Sabe usted lo que me está pidiendo? ¿Quiere que me olvide de la mujer que más he amado? Decía llorando.

—Ni mucho menos, no he querido decir eso, ella siempre estará presente en su corazón, debe de conservar el último recuerdo agradable que tiene de ella y llevarlo siempre consigo, pero esto no le hace bien a usted. Hágame caso. Le prometo que si mejora, aunque sea lo más mínimo, nos pondremos en contacto con usted.

Cuando salí de ese hospital me di cuenta que mi vida como tal era una mierda. No tenía ilusión por nada, no tenía metas, no tenía ganas de continuar adelante. Me costó, me costó bastante el reiniciar por decirlo de alguna manera mi vida. Volver a salir con mis amigos, muchos de ellos casados, otros divorciados. Conocer a gente nueva, otras mujeres que abrían un abanico ante mí que no me dejaba ver lo que había detrás y eran decepcionantes.

Fui a ver a mi madre un par de veces a prisión. La primera vez ni se dignó a mirarme a la cara y ni habló conmigo. La segunda vez fue más duro aun. Agarró el teléfono, me miró a los ojos y me lo dijo, «Olvídate que tienes una madre. Tú para mí no eres nada» Fue otro golpe, otra piedra en mi camino del que tuve que volver a levantarme y seguir adelante. Mi madre no perdonaría que hubiese ayudado a meterla en prisión. En esos momentos me encontraba solo, muy solo y únicamente mi negocio era lo que me animaba a seguir adelante.

Todo en esta vida tiene un tiempo, tiempo que pasa de largo si no se aprovecha en ese momento lo que se te ofrece. Pero tengo la teoría de que si ese no es el momento de decidir nada, el tiempo lo guarda en su memoria para ponerlo en tu camino de nuevo en un futuro.

Ya ni recuerdo el día ni el mes, bueno si era primavera. Iba de camino a casa y sonó mi móvil, un numero desconocido me llamaba, bueno, de los muchos que me llamaban al cabo del día por negocios, así que acepté esa llamada.

—¡Si?

—¿Hola? ¿Luis? Preguntó la voz de una mujer.

—Si soy yo, dígame.

—Holaaa, soy Sasha.

—¿Sasha? Madre mía, que alegría, pero como… ósea tú como…

—¿Cómo tengo tu número? Siempre lo he tenido, tú me lo diste…hace mucho tiempo, ¿No?

—Desde luego, dije abrumado, ¿Hace cuánto no hablamos? ¿cinco, seis años?

—Bueno realmente para mí ha sido una eternidad, dijo Sasha. Siempre quise saber de ti, pero como no terminamos muy bien, me daba vergüenza llamarte.

—No seas boba, somos hermanos y no debemos de perder el contacto…de veras me encantaría tomarme un café contigo, verte de nuevo y que me cuentes que ha sido de tu vida.

—Bueno, nada lo impide, ¿Quieres que sea ahora? Dijo mi hermana divertida.

—¿Ahora? Pero…pero ¿Dónde estás?

—Jajajaja, rio divertida, te vas a enfadar conmigo, llevo ya seis meses viviendo en Madrid.

Me quede en shock. Sasha me dio una dirección y a los quince minutos estaba frente a un edificio de apartamentos y al poco apareció ella y se me volvió a quedar cara de bobo según la vi. Estaba preciosa, bueno, siempre lo había sido, pero ahora cerca de los treinta años estaba espectacular.

Según nos vimos, nos dimos un abrazo como hacía tiempo nadie me lo daba. Miles de sensaciones, recuerdos e ilusiones afloraron en mí. Me sonrió, acarició mi cara y nos fuimos a tomar ese café. Hablamos, hablamos de nosotros y de la relación que tuvimos, de su vida y de la mía.

—¿Te acuerdas cuando estábamos en tu casa y te dije de pasar una última noche juntos? Preguntó mi hermana.

—Si me acuerdo, lo nuestro nunca lo he podido olvidar.

—Me dijiste algo que se me grabó en la mente, que tardaría en olvidarte lo que duraba el vuelo de regreso a Moscú.

—Si, me acuerdo de eso. Dije con una sonrisa.

—Pues te equivocaste, sentenció Sasha, solo hubiese tardado dos horas.

—¿Solo dos horas? ¡¡Si que me hubieses olvidado rápido!! Dije sorprendido.

—Jajajaja, rio Sasha con ganas. Ocurrió que cuando tome asiento, al poco se sentó a mi lado un italiano guapísimo que me vio muy triste y se puso a hablar conmigo. Me olvidé de todo, el chico tenía una labia…sus manos empezaron a acariciarme y eso me puso muy cachonda, más o menos a las dos horas me estaba follando en uno de los baños del avión.

—Lo que te dije, estabas hecha un putón de cuidado.

Sasha perdió ese gesto de alegría y paso a ser de tristeza. Me pidió que nos fuésemos y diésemos un paseo, la cafetería estaba llena y había muchos oídos pendientes de nosotros. Cuando salimos y nos pusimos a andar, Sasha agarró mi mano y entrelazó sus finos dedos con los míos mientras me sonreía con dulzura.

—Si, reconozco que era muy promiscua, continuó diciendo, pero desde que te entregué mi virginidad y sentí lo que es tener una polla dentro de mí, algo empezó a funcionar mal en mi cabeza, parecía una niña de catorce años que no sabía lo que quería. Mis sentimientos y mis deseos iban por libre y lo que hoy amaba con pasión, al día siguiente lo odiaba con todas mis fuerzas.

—¿Y qué paso con Sergey y Dima? Pregunté casi sabiendo la respuesta.

—Los borré de mi cabeza. Cuando llegamos a Moscú no me separé de Luca, ya sabes, el italiano que me folló en pleno vuelo. Dima me esperaba con un ramo de flores, pobre mío, pero fui tan cruel que delante de él me colgué del cuello de Luca y nos besamos como dos enfermos mientras me agarraba del culo. Pasé por su lado y ni le miré, fui cruel y le humillé, en esos momentos pensé que por que iba a estar con un hombre tan feo si Luca lo tenía todo y encima era guapísimo.

—¿A qué venia esto? ¿Por qué me estaba contando toda esta historia que no sabía dónde iría a parar? Pensé para mí.

—Me enamoré de ese italiano, como no podía ser de otra manera y a los seis meses tuvo que volver a su ciudad. Ni me lo pensé, deje mi carrera, hice mi maleta y le seguí hasta Italia, donde estuve dos años con él. Pero la cosa no podía salir bien. Luca era y es un gigoló aparte de un funcionario de embajadas. Viajaba mucho y como los marineros tenía un amor en cada puerto. Empezamos a ser una pareja liberal, él follaba con unas y yo follaba con otros y alguna vez nos juntábamos tres o cuatro…mi vida empezaba a no gustarme, yo no quería esto.

Pasamos por delante de un pub muy tranquilo y ella me dijo de entrar a tomarnos algo. Se notaba que estaba a gusto disfrutando de mi compañía y necesitaba sentir siempre mi contacto ya fuese agarrando mi mano o caminando agarrados por la cintura.

—Me acuerdo que una noche me acosté sola, mi cabeza era como una inmensa orquesta con todos los instrumentos tocando a su aire, pero cuando me desperté al día siguiente, no sé cómo explicarlo, era como si un director estuviese dirigiendo esa orquesta, tocando una delicada melodía y mi primer pensamiento…ese primer pensamiento intenso…fue para ti. Deseé con todas mis fuerzas tenerte a mi lado pero ya hacía muchos años que no hablábamos y no tenía nada que ofrecerte para que te sintieses orgulloso de mi. Abandoné a Luca y me volví a Moscú, terminé mi carrera de ingeniería aeroespacial, tenía un objetivo en mi vida y ese eras tú.

—Vaya no esperaba tanta franqueza, estoy abrumado Sasha, yo nunca he dejado de quererte. Dije algo aturdido.

—Solo pido que no sea tarde. Continuó Sasha. Sabes siempre pensé que cuando nos conocimos no era el momento de que estuviésemos juntos, tenía claro a quien le daba mi virginidad, a quien quería con locura y con quien compartiría mi vida, pero ese no era el momento. En cambio ahora tengo muy claras mis prioridades. Cuando terminé mi carrera encontré trabajo en la fábrica de Airbus en Sevilla, pero debido a mi especialización en sistemas espaciales me trasladaron a Madrid a la fábrica del Ariane 6 y bueno…aquí estoy, donde deseaba estar, si no te he llamado antes ha sido por un miedo atroz a que me rechazases, a que tuviese pareja o te hubieses casado.

—Has arriesgado mucho ¿No crees? Pregunté con mil ideas en mi cabeza.

—Bueno, quien no arriesga no gana. Me respondió mi hermana.

Nos quedamos mirando, seguía siendo tan bella o más de como recordaba. La besé, la besé, con delicadeza, despacio, saboreando sus labios. Ella me respondió enredando su lengua con la mía, en un beso tranquilo, sin prisas, hasta que nos separamos y nos miramos profundamente.

—¿Tienes algo que hacer ahora? Pregunté.

—Nada mi amor, solo estar contigo, eso es lo que quiero hacer. Respondió Sasha susurrando en mi oído.

—Ven, vámonos a cenar. Le dije dándole la mano y ayudándola a levantarse del asiento.

Cenamos, seguimos charlando y le conté mi relación con Erika y lo que había ocurrido. No pude evitar llorar, el recuerdo era, es y seguirá siendo muy doloroso. Mi hermana me dio cariño y calor humano, me consoló e hizo que me sintiese mejor, pero fue consciente del daño que tenía en mí.

Cuando terminamos, la llevé a un sitio muy tranquilo donde poder terminar la noche. Terminamos muy abrazados en mitad de una pista de baile casi vacía, besándonos, notando nuestra excitación, deseando sentirnos desnudos. Se separó de mí y me miró de una forma sensual y provocativa mientras acercaba su boca a mi oído y me susurraba:

—Mi amor, ¿A que no adivinas que braguitas llevo puestas?

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