Mi tía me domina y cumple mis fantasías sexuales

Había cerrado la puerta estaba completamente seguro de ello, así que o era bruja… o su mamá le había dado una copia de las llaves, a final de cuentas ahí estaba parada frente a él con una de esas delineadas cejas alzadas, mientras él está acostado en la cama con su verga en la mano.

–Dijo tu mamá que no podías cerrar la puerta.

–Cuando tenía 15 años, no ahora que estoy a dos días de cumplir 31.

— Su casa, sus reglas.

Aquella debería a verle calmado la erección que tenía pero su tía estaba buena, no solo buena, si no buenísima. Era una mujer baja con un poco de sobre peso pero con un culo para morir y unas tetas que se defendían de los años, era sin lugar a dudas una mujer madura con una vida que no le había dado lo mejor.

Según contaban los vecinos, su tía había estado comprometida pero días antes de la boda, su novio había huido con una de sus mejores amigas, después aquel episodio jamás le habían conocido alguna otra pareja, así que hasta donde él sabía su tía, su querida tía, era una mujer que necesitaba una buena cogida. Y él había soñado durante mucho tiempo en dársela.

A hora estaba frente a él, mientras estaba semi desnudo con su verga en la mano y de fondo el video porno que hasta hace un momento era su inspiración.

–Es una falta de respeto a esta casa y a tu madre que hagas tal cosa, ya estás lo suficientemente grandecito para seguir las reglas.

Contrario a lo que hubiera imaginado, su tía entro a la habitación y cerró la puerta tras de ella, como instinto trato de meter la verga dura dentro de su boxer pero la ceja alzada de su tía le indicó que no era lo que quería que hiciera.

–¿Para que haces eso? Los dos sabemos que en cuanto salga de aquí vas a terminar de jalartela y entonces tu madre es quien deberá limpiar tu mugrero mañana.

Y entonces hizo lo que jamás pensó que sucedería en su vida real. La delicada mano de su tía se metió dentro de su boxer y se cerró sobre su miembro, aquella caricia, y su ya antier excitación lo puso al borde.

–No te corras, hasta que yo te lo diga.

No le dio tregua, su mano subió y bajó, mientras se aprovechaba de su sorpresa y el silencio que nacía de aquella situación. Como soundtrack los golpes de los muslos del actor contra las nalgas de la actriz del video que había quedado en el olvido.

–¿Crees que no me daba cuenta de cómo me veías?, ¿Que no sentía tu verga dura contra mí culo cuando te rozabas «accidentalmente»?, ¿Que aquellas invitaciones a ejercitarnos era con el único fin de ver mis pechos rebotar para tu disfrute?

No podía formular palabra, era en shock, sentía que en cualquier momento iba a estallar de placer y de vergüenza, cada terminación de su cuerpo en aquel momento estaba prestándole atención exclusivamente a la mano que acariciaba su verga.

–¿Qué era lo que querías?, ¿Que buscabas?, ¿Cogerme?, ¿Quitarme lo frustrada?

A la vez pasó su pulgar por el glande y aquello le quitó la capacidad del habla, jamás lo habían masturbado de esa manera, era la presión exacta, el ritmo de la subida y bajada tan delicioso, las caricias tan perfectas, estaba a punto de llegar sin ninguna estimulación extra.

–Te estoy haciendo una pregunta, contesta

Detuvo las caricias, tan solo manteniendo la presión, debía de contestar.

–Quería cogerte

–No soy tu igual, mantén el respeto.

–Quería cogérmela

–bien, hazlo.

Y como si aquella no pudiera volverse más surreal, se detuvo frente a él y se quitó la blusa de tirantes que llevaba, y el corto short de tela que hacía de pijama, dejando unas piezas de lencería que hacían su cuerpo más sugerente.

–Aquí estoy, hazlo, pero tendrás que hacerlo como yo quiero si quieres repetirlo.

Él asintió, quería repetirlo, aún no lo hacían y ya quería repetirlo.

–Tienes que tocar, lamer y morder donde yo diga, pero lo harás justo después de que yo termine con esto, porque no creo que dures mucho así.

Entonces se puso de rodillas y metió su erección completa en su boca y succiono, como nadie lo había hecho antes. Está de más decir que con solo aquello perdió el control y se dejó ir entre aquellos labios que lo tenían prisionero.