Por fin te pude follar
Nos estábamos escribiendo por whatsapp, hablando un poco de todo, incluyendo algún comentario ligeramente subido de tono. De repente soltó sin pensar que le gustaría que le escribiera un relato erótico, como los que a mí me gustaba leer. Cuando le dije que hace unos años escribí alguno, el mundo se le paró, apagó la tele, abrió los ojos como platos y sus braguitas empezaron a mojarse.
La literatura erótica siempre había sido una de sus pasiones y el hombre que le gustaba, además de compartir afición, incluso había hecho sus pinitos escribiendo algo… No había cosa que le excitara más:
M: ¿En serio?
J: Sí, los escribí hace unos años
M: Uff… me encanta… me vuelven loca cosas así… no puedo ni creérmelo… quiero leer uno YA
J: No, hoy no… mañana lo leemos juntos…
M: No puedo esperar a mañana… vente ahora…
J: Sabes que no puedo María… pero mañana a las 10 estoy en tu casa y te lo leo…
M: No puedo esperar… necesito que me folles ahora…
J: No… mañana
Sonó el despertador y me levanté. Cogí el teléfono y tenía mensajes suyos. Decía que había estado toda la noche pensando en los relatos y que estaba muy excitada. Moriría y mataría por tener sexo en ese momento.
Habíamos quedado a las 10 de la mañana en su casa y me presenté puntual. Ella estaba terminando de preparar el ambiente y me hizo esperar unos minutos. A los 15 minutos me avisó y subí. Estaba nervioso, pero moría de ganas por verla, abrazarla y besarla.
Llamé a la puerta y la abrió despacio, mostrando como siempre su radiante sonrisa. Cuando entré me quedé de piedra. Iba vestida espectacular, llevaba un conjunto de lencería negra con bata, tanga y sujetador que hizo que sintiera un escalofrío por debajo del pantalón.
Entré y nos fundimos en un beso en el que nuestras lenguas jugaban sin parar. Con un brazo rodeé su cintura y con la otra le agarré del culo atrayéndola hacia mí. Sentía sus grandes pechos sobre mi cuerpo y me estaba empezando a excitar. Me junté más a ella para que notara la dureza bajo el pantalón.
Estábamos en el salón, todo estaba a oscuras y la única luz era la de las velas. Había música de fondo y el ambiente era muy sexual.
Nos sentamos en el suelo, sobre un fino colchón, uno frente al otro y mientras nos mirábamos cogidos de la mano, nos íbamos preparando para lo que iba llegar. Me puso una cinta sobre los ojos para que no viera nada. Después, comenzó a besarme el cuello, la oreja, los labios… su aroma era embriagador.
Después me quitó la cinta y comenzamos a leer el relato que le había prometido. Mientras ella lo leía fui acariciándole las piernas hasta llegar a su tanga… estaba empapado… llevaba así desde la noche anterior. Mientras lo leía hacía pausas para meter su lengua en mi boca mientras mi mano seguía jugando sobre su tanga dándole placer. Poco a poco metí la mano dentro e introduje un dedo. Tenía el coño suave, caliente y estrecho. A veces le acariciaba el clítoris y otras metía un dedo en su interior. Me gustaba ver su cara de placer mientras lo hacía.
Cuando terminamos el relato me tumbé sobre ella. Le besaba en la boca pasando mi lengua por la suya, por sus pechos, sus brazos, sus piernas. Poco a poco fui bajando a lo largo de su cuerpo besándole por los costados hasta llegar a sus piernas. En ese momento dio un largo suspiro y se tumbó sobre el colchón. Pasé mi lengua por sus ingles mientras su respiración se hacía más profunda. Le bajé el tanga y sin esperar un segundo metí mi lengua dentro de su sexo. Se retorcía de placer. Tenía un coño precioso con uno poco de pelo justo encima. Metí uno de mis dedos dentro de su coño mientras besaba sus labios, sus ingles, sus muslos…
Estaba muy excitado, así que empecé a desnudarme. Me bajé los pantalones y los calzoncillos y ella agarró mi polla y comenzó a masajearla con deseo. Le di un beso y me tumbé sobre ella. Nuestras lenguas seguían jugando como locas. Le quité el sujetador y vi que se había puesto unas pezoneras, las lamí y después se las quité para poder disfrutar de esos pechos. Eran grandes y preciosos.
Me acomodé sobre ella, con nuestros cuerpos desnudos y seguíamos comiéndonos el uno al otro. Nuestros sexos estaban en contacto y comenzamos a frotarlos. Cuando nos quisimos dar cuenta, la punta de mi polla ya estaba dentro de ella, y al momento entró entera. No me había puesto condón, pero ese momento había que disfrutarlo piel con piel. A ella tampoco le importó y se acomodó para que la penetrara más.
Mi polla entraba y salía despacio, mientras veía en su cara un placer como pocas veces había sentido. Poco a poco los movimientos se fueron acelerando y los gemidos inundaban el salón. Mi polla entraba y salía con suma facilidad ya que estaba totalmente mojada. Me pedía más continuamente así que comencé a bombear más fuerte. Cogía su culo atrayéndolo hacia mí para penetrar más profundamente, era una sensación increíble.
Tras estar un rato más nos fuimos a la cama. A María le gusta fantasear, así que cogió una cinta para atar y un pañuelo. Me ató las manos y me puso el pañuelo en los ojos para que no viera. Se puso sobre mis piernas y comenzó a masajearme las piernas. No me dejaba hacer nada porque quería mandar. Notar sus pechos rozando en mis piernas y sobre mi sexo me volvió a excitar y mi polla comenzó a endurecerse de nuevo. Le pedí que me liberara, necesitaba ver y tocar ese cuerpo. Me encanta su cuerpo: sus pechos, sus caderas, su culo… aunque a ella no termina de convencerle, a mí me la pone muy dura…
Me desató y se subió encima de mí, metiéndose mi polla hasta el fondo. Empecé a empujar fuerte haciendo que sus tetas se movieran continuamente. Es fantástico ver como una mujer se mueve y gime de placer con tu polla bien dentro. Íbamos cambiando el ritmo, a veces más despacio y otras más rápido. Cuando la penetraba rápido se notaba que le gustaba y gemía más.
Después le dije que iba a penetrarla por detrás. Ofreció un poco de resistencia porque, aunque era su postura favorita, le daba un poco de vergüenza. Al final, se dio la vuelta tumbándose boca abajo, y pude observar su fantástico culo, que hasta ese momento no había podido admirar. Besé su espalda y poco a poco fui bajando hasta su culo. Abrí sus piernas e introduje un dedo en su coño, estaba empapado como siempre. Mi lengua siguió bajando hasta que llegó a su ano. Se lo lamí mientras le metía un dedo en su vagina. Ella decía que no quería, pero al mismo tiempo se ofrecía más para que siguiese.
No pude aguantar más, así que me incorporé y le penetré. Ella dio un gemido y comencé el bombeo. Al poco tiempo la cogí de las caderas haciendo que se incorporase levemente, quería follármela a 4 patas, y a ella también le encantaba. La visión de su cuerpo a cuatro patas, con el culo expuesto y su rajita empapada hizo que mi polla se pusiera más dura. Cogí mi polla y la restregué por su coño hasta que se la metí. Ver mi polla entrando en ella en esta postura era lo máximo. Se la metía hasta el fondo y se la volvía a sacar. Era espectacular ver como su coño se tragaba mi verga una y otra vez. Ella se movía como una loca disfrutando del placer que le estaba dando.
Poco después nos tumbamos en la cama por el cansancio. María se había corrido, pero yo todavía no y ella tenía muchas ganas de que lo hiciera. Me pidió que me masturbara yo mismo y así lo hice. Mientras lo hacía, ella se metía en la boca mis huevos, primero uno y luego el otro, y también mi polla. Su lengua jugaba con mi glande mientras yo notaba que no tardaría en correrme. Se tumbó a mi lado y mientras me besaba introduje un dedo en su culo, eso fue el desencadenante que necesitaba para terminar. El orgasmo llegó y varios chorros de semen cayeron sobre mi cuerpo. María me miraba con cara de felicidad mientras acariciaba mi torso tocando la corrida que había conseguido sacarme.
Fue una experiencia maravillosa que repetiremos en breve.