Recién casada y confundida

Rate this post

Nunca sabes en qué extrañas circunstancias vas a conocer al amor de tu vida, ni cuando se va enterar ella sobre tu existencia.

Hace un tiempo, durante un viaje de trabajo, hice una escala habitual en el aeropuerto de la capital. Pero en esa ocasión, mi avión de transferencia tuvo un problema técnico y me pidieron pasar una noche en esa gran ciudad. Llamé a un viejo amigo de la escuela que vivía ahí para que me recomendara un hotel bueno y barato.

Mi amigo, en lugar de recomendar un hotel, me invitó a quedarme en su departamento esa noche. Dijo además, que de esa forma, podría yo conocer a su nueva esposa. Agregó que acababan de regresar de su luna de miel, y que a él le daría mucho gusto saludarme y presentármela. Pero me aclaró que no podía ir a recogerme al aeropuerto, porque estaban celebrando, y él ya no estaba en condiciones para manejar porque ya había bebido bastante.

Confieso que yo no tenía muchas ganas de socializar ese día, ya que estaba muy cansado y estresado por la demora en mi llegada a mi destino, y el impacto en mis planes de negocio que eso implicaba. Pero acepté la invitación porque de esa forma me ahorraría el costo del hotel. Claro que en ese momento, no sabía aún lo afortunado que yo iba a ser por sufrir este inesperado contratiempo en mi itinerario habitual.

Me tardé bastante en tomar un taxi y llegar a su departamento porque tuve que hacer algunas aclaraciones adicionales con la aerolínea antes de partir, y eso me tomó mucho tiempo de espera.

Cuando finalmente llegué a la casa de mi amigo, me recibió con una gran sonrisa. Pero ya se notaba muy tomado, y apenas pudo llegar a la puerta para dejarme pasar. A pesar de su avanzado estado alcohólico, me saludó muy afectuosamente. Teníamos mucho tiempo de no vernos, y se le notaba que realmente le daba mucho gusto poder ayudarme con el hospedaje esa noche.

Para mi sorpresa, su departamento era realmente muy pequeño, y solo tenía una habitación, un baño y una sala con dos sofás, uno mediano y otro grande. Yo por supuesto asumí que me iba a quedar en uno de los dos sofás. Pero su joven mujer, que se encontraba incluso más borracha que él, ya estaba tumbada y durmiendo profundamente sobre uno de ellos.

Con lo poco que pude ver de ella en ese primer momento, me bastó para darme cuenta de inmediato que era una mujer muy guapa, de tez clara, con un abundante cabello castaño, y con un cuerpo muy llamativo lleno de marcadas curvas. Pero al estar dormida, no la podía admirar descaradamente sin incomodar a mi amigo.

Además de su singular belleza, se me hizo muy curioso que ella parecía estar vestida con un traje blanco de novia. Y le pregunté a mi amigo sobre el porqué de ese atuendo. El me dijo que en la borrachera y el festejo, ella se había querido poner nuevamente el vestido que usó durante la boda sólo para recordar el memorable evento.

Platicamos un rato, y yo aprovechaba cualquier descuido de mi amigo para atisbar discretamente por unos segundos a la impresionante y misteriosa mujer que dormía plácidamente a un lado de nosotros. Su intensa belleza era extrañamente cautivadora. Su rostro era angelical y su maravilloso cuerpo era extremadamente sexy. ¿Dónde había encontrado mi amigo a esta peculiar mujer?

Me empezó de inmediato a dar bastante envidia la buena fortuna que había tenido mi querido amigo con este reciente matrimonio. Fue extraño que ella me atrajera tan profundamente con solo haberla visto un poco esa noche. Yo me sentía como un adolecente al conocer por primera vez a la mujer que pudo haber sido el amor de su vida, pero en este caso, ya era demasiado tarde para mi.

Después de una breve charla agradable pero superficial, él me pidió que me quedara yo en su cuarto para no tener que mover a su cansada esposa. Dijo que ellos se quedarían sin problema en la sala esa noche.

Yo acepté de inmediato para ya no incomodar más a la feliz pareja, pasé brevemente al único baño, luego me metí la habitación, cerré la puerta, me quité la ropa, apagué la luz y me acosté en la cama matrimonial que se encontraba todavía bien tendida.

Me quedé pensando en la increíble mujer que acababa de descubrir en la sala de mi amigo. Yo ya estaba deseando saludarla y conocerla mejor al día siguiente, porqué me había quedado con una gran curiosidad sobre ella. Quería platicar con la joven, y así tener una excusa para admirarla completamente y a plena luz del día.

Me costó un poco conciliar el sueño esa noche, pero un poco de tiempo después de haberlo logrado, me desperté nuevamente al notar que alguien estaba abriendo lentamente la puerta de la habitación. A pesar de la obscuridad, logré darme cuenta con mucho asombro, que era la joven esposa la que estaba entrando misteriosamente a la habitación.

La atractiva joven se movía con lentitud y torpeza. Cerró la puerta suavemente, como para no despertarme, y como pudo, se situó de pie entre la cama y la ventana. Y ahí, para mi gran sorpresa, empezó a quitarse el vestido de novia que llevaba puesto.

Yo no supe que hacer, era obvio que la esposa de mi amigo no sabía que era yo quien estaba ahí acostado en la oscuridad de su cama. Ella quizás ya no soportaba ese elegante y ajustado vestido blanco, y había venido a cambiarse de ropa por algo más cómodo. Pude haberle advertido sobre mi presencia, pero mi curiosidad por ella ganó, y decidí hacerme el dormido, sin dejar de observar discretamente todos los interesantes movimientos de la hermosa joven.

Ella empezó a bajarse el cierre lateral del vestido de novia, le costó trabajo debido a su borrachera, pero para mi suerte, después de un rato lo logró. Sacó sus largos brazos por las mangas y la parte superior del vestido cayó de inmediato hasta la cintura, deteniendo su caída en sus amplias caderas. Luego se quitó despreocupadamente el sostén, dejándolo caer descuidadamente al piso.

Me emocioné mucho al ver que ella se había quedado completamente desnuda de la cintura para arriba. Y a pesar de la poca luz, pude notar que sus llamativos pechos tenían una forma muy hermosa y un buen tamaño. Yo empecé a sentir una marcada erección entre mis piernas. Y como no hacerlo, si ella estaba como para comérsela a mordidas.

Luego, ella deslizó hacia abajo el resto del elegante vestido, dejándolo caer al suelo. Por lo que pude apreciar con gran satisfacción, su bella silueta gracias al contraste de la luz de la ventana que había detrás de la joven.

Ya había confirmado lo que me pareció haber notado en la sala. Ella era una mujer extremadamente hermosa, y su joven cuerpo, lleno de intensas y pronunciadas curvas, me resultaba poderosamente atractivo. Su figura mostraba una muy delgada cintura, unas amplias caderas y un redondo y llamativo trasero.

Yo estaba completamente extasiado al ver semejante belleza desnuda justo en frente de mis incrédulos ojos. Pero luego me empecé a preocupar cuando la hermosa mujer también se quitó, sin pudor alguno, la pequeña ropa interior que le quedaba puesta. Y acto seguido, y sin dudarlo ni por un instante, se metió bajo las sábanas en la parte de la cama que aún quedaba vacía.

Yo me encontraba acostado de lado, paralizado, sorprendido, y con una inevitable y monumental erección a unos escasos centímetros de ella. Luego giró su cuerpo despreocupadamente, dándome la espalda. Y finalmente se movió un poco hacia atrás, con la clara e inocente intención de dormir calientita y en contacto con el cálido cuerpo de su compañero de cama.

Supongo que por la fuerte borrachera y por la oscuridad de la habitación, ella no se había percatado que el hombre al que le acababa de arrimar tiernamente su desnudo y apetitoso trasero, no era su marido. Probablemente ni se enteró que yo había llegado esa noche a pedir hospedaje de último minuto. Claro que a mi no me estaba molestando dicha confusión, sino todo lo contrario.

La situación fue toda una sorpresa para mi. Yo no esperaba una visita nocturna tan agradable y cariñosa. No conocía a la nueva esposa de mi amigo y ella tampoco me conocía a mi. Pero ella estaba resultando una insuperable anfitriona que estaba haciendo, sin proponérselo, que el afortunado visitante de esa noche, se sintiera bienvenido y consentido. Como en su casa, o incluso mejor.

Desde donde yo me encontraba, podía oler el agradable aroma de su cabello, podía sentir su respiración a través de su suave espalda que se apoyaba cariñosamente en mi pecho desnudo. Y sobre todo, podía sentir sus sabrosas y firmes nalgas que estaban presionando sin remordimiento alguno a mi duro pene que cada vez se ponía más firme, y que ya se estaba saliendo literalmente por el borde superior de mi ropa interior.

No sabía qué debía hacer, podía retroceder, salir de la cama y avisarle a mi amigo de la inesperada y extraña confusión de su despistada mujer. Al fin y al cabo yo estaba dormido y no era más que una inocente víctima de la borrachera de la bella joven. También podía no hacer nada y dormirme en esa misma posición toda la noche, disfrutando del agradable contacto con la cálida desnudez de la inocente y despampanante novia.

Después de vacilar un poco, no pude soportarlo más, y pasé uno de mis brazos por encima de su fina cintura para abrazarla. Con este sencillo gesto, yo estaba respondiendo recíprocamente y de forma natural a su desinteresada amabilidad, y aceptaba tácitamente calentarla con mi cuerpo, que era lo que ella aparentemente estaba buscando de mi.

Pero claro que puse mi mano en el mejor lugar que pude encontrar. Coloqué mi mano sobre uno de sus redondos pechos desnudos. Qué grandes y exquisitos se sentían.

Agradecí mentalmente a mi amigo por haberme invitado esa noche, en la que estaba teniendo yo la extraña oportunidad de atestiguar y sentir en carne propia, las deliciosas cualidades anatómicas de su nueva y hermosa esposa. Si me hubieran pedido mi opinión, yo hubiera dicho que ella era insuperable. Yo estaba feliz, nunca había estado acostado con una mujer desnuda tan guapa como ella.

Después de abrazarla por unos minutos en absoluta tranquilidad y sin que ella tuviera ninguna reacción, empecé a acariciar su redondo pecho con suavidad y lentitud, y a jugar con su rico pezón con la punta de mis dedos. Ella siguió sin inmutarse.

Entonces fui un poco más allá, empecé a pasar mi mano de un pecho al otro, pellizcando y deformando delicadamente ambos pezones. Al poco rato, sus deliciosos pezones se endurecieron y se pararon, como unas gomas de borrar de las que usan los lápices, pero más grandes. Y ella empezó a mover repentinamente su cuerpo para frotar su trasero contra mi cuerpo. Sus firmes nalgas rozaban mi pene con lentitud, pero con una fuerza y pasión propia de una mujer joven y recién casada.

Me sorprendió mucho la facilidad con la que ella se empezó a excitar. Hasta parecía que ella ya estaba predispuesta, como si se hubiera acostado con muchas ganas contenidas. Así que al sentir su agradable movimiento, yo me bajé en un segundo el incómodo calzón y mi pene quedó libre y listo para disfrutar mejor de las caricias que la bella novia estaba ofreciendo con sus bondadosos y firmes glúteos.

Y al parecer ella sintió el contacto con mi nueva desnudez, porque reaccionó de inmediato moviéndose con mayor fuerza y velocidad. Al ver que la esposa de mi buen amigo se estaba emocionado más, pensé que no podía desaprovechar la asombrosa oportunidad que se me estaba presentando. Y que a pesar de los años de amistad con él, ella me estaba indicando claramente el inevitable y excitante camino por su cuerpo, que yo debía tomar justo en ese momento.

Así que me deslicé hacia abajo para encontrar un mejor ángulo entre nosotros, y con ayuda de mi mano, hice algunos ajustes, hasta que la cabeza de mi largo y endurecido pene quedó en la posición correcta para intentar explorar la parte más íntima del irresistible cuerpo de la jovencita que no dejaba de contonearse frente a mi.

Pude sentir que sus cálidos y cerrados labios vaginales eran extremadamente suaves y carnosos. Cuando ella sintió que yo puse la punta de mi pene en el sitio correcto, ella de inmediato levantó ligeramente una de sus piernas indicando claramente que ya estaba lista y dispuesta para ser penetrada. Eso significaba, que la borracha y excitada joven seguía sin saber realmente quien la estaba acariciando y tocando desde su espalda, pero estaba despierta y sintiendo todo lo que yo le estaba haciendo.

Entonces, apoyando mi mano en su fina cintura, empecé a empujar mi pene hacia adelante con lentitud y fuerza, y la deliciosa y estrecha entrada empezó a abrirse con exquisita suavidad.

Su increíble orificio vaginal estaba muy ajustado, pero la hermosa joven estaba bien lubricada, así que no tuve problemas para deslizar en su interior la gruesa punta de mi erecto pene. Ella empezó a emitir unos pequeños sonidos apagados al sentir como su vagina se ajustaba placenteramente al grueso tamaño del tieso visitante.

Al ver que ella estaba disfrutando tanto como yo, continué avanzando con movimientos lentos pero constantes. Ya no había ningún tipo de obstáculo que me detuviera. Un poco antes de meter por completo mi pene, pude sentir que había llegado al fondo de su adorable vagina. Ella seguía moviendo su cuerpo para aumentar el placer que estaba sintiendo. Y yo podía sentir el calor y la humedad de su apretada vagina que ya para entonces, estaba devorando la totalidad de mi endurecido miembro, con un intenso apetito, y con una total entrega y aceptación como si yo fuera su querido esposo.

La nueva esposa de mi amigo estaba muy sabrosa por todos lados, yo me estaba estrellando literalmente en sus redondas y carnosas nalgas, mientras sus grandes y exquisitos pechos brincaban e intentaban escapar de mi mano por el movimiento que ambos estábamos haciendo. Y parecía que ella también estaba sintiendo muchísimo placer ya que sus ahogados gemidos empezaron a subir de tono.

Eso era como haberse sacado la lotería varias veces y en el mismo día. Primero tuve la fortuna de conocer en persona a la chica más bella que había visto en no sé cuánto tiempo. Y luego, ella se confunde y me hace un increíble show privado. Posteriormente, la inocente joven, me ofrece su suave y delicioso trasero, y me deja tocar libremente sus enormes pechos. Y finalmente, ella se excita, y me permite metérsela durísimo y hasta el fondo, como si no hubiera mañana.

No sé cuánto tiempo duré metiendo y sacando enérgicamente mi palpitante miembro en su húmeda vagina. Pero yo estaba disfrutando como nunca, hacer mía a esa increíble mujer, que en teoría era ajena, pero que justo en ese sublime momento no lo parecía, por lo íntimamente conectada que estaba a mí.

Todo su cuerpo se estremecía lleno de placer, muy pegado al mío, y mis manos no dejaban de explorar aleatoriamente, cada delicioso detalle de su anatomía.

Yo subí poco a poco el ritmo, y el placer también aumentó, llegando a niveles casi insoportables. Pude haber llegado en ese momento, pero me di cuenta que ella también estaba a punto de llegar. Así que mantuve el ritmo para esperarla, y cuando sentí que ella ya no podía soportarlo más, yo arremetí con todas mis fuerzas para alcanzarla.

El resultado de mi maniobra fue un largo e intenso orgasmo sincronizado por parte de ambos.

Y así fue como pasó, que la flamante nueva esposa, que mi viejo amigo me quería presumir esa noche con tanto orgullo, se estaba retorciendo de intenso placer entre mis brazos, mientras yo le vaciaba con todas mis fuerzas en lo más estrecho y profundo de su increíble y joven cuerpo, todo el semen que mi endurecido pene podía eyacular,

Después de que la inmensa tormenta de pasiones terminó, me quedé inmóvil por un buen rato con todo mi miembro aun dentro de ella, y disfrutando del placer obtenido y la energía descargada. Después me salí despacio de su ajustado y empapado interior, disfrutando todavía del último movimiento por tener el pene aun medio erecto.

Ella parecía dormir plácidamente, así que me levanté de la cama con mucho cuidado y me vestí. Salí de la habitación tratando de no hacer nada de ruido y me metí al baño. Luego de refrescarme la cara y hacer pipí, salí a la sala y desperté a mi amigo diciéndole que yo había ido al baño, y que cuándo intenté regresar al cuarto, me había dado cuenta que su esposa ya se encontraba ahí, que de seguro ella se había movido mientras yo estuve ausente. Él, medio dormido aun, me agradeció el aviso y se metió a su cuarto cerrando la puerta tras de él.

Yo me acosté en el sofá y traté de dormir. Me costó trabajo porque seguí recordando por un buen rato todo lo que había pasado esa inolvidable noche.

Al día siguiente, me desperté cuando mi amigo y su esposa estaban saliendo de su habitación. Me levanté y nos sentamos a desayunar todos juntos. Él me presentó finalmente a su linda esposa que lucía alegre y esplendorosa.

Me encantó su mirada y su hermoso rostro que la noche anterior no había podido apreciar bien. También me gustó mucho su dulce y tranquila voz. Ahora que la observaba despierta y vestida con ropa normal, pude volver a confirmar que ella era toda una belleza. Y que no necesitaba estar desnuda para verse atractiva.

La joven estaba muy contenta de conocerme, y fue extremadamente amable conmigo. Incluso me ofreció más comida, como para que yo me sintiera agradado y bienvenido en su casa. Yo me sentí extraño por ser el único en la mesa que sabía realmente lo que había ocurrido la noche anterior entre ella y yo. Disfruté en secreto cada segundo que pude platicar con ella, como si nada hubiese pasado.

En algunos momentos, cuando ella me hablaba a mi, mientras me veía directamente con sus hermosos ojos y me sonreía, yo me sentía sonrojado porque no podía dejar de recordarla al natural, como había estado la noche anterior pegada a mi. El mismo efecto me causaba su ligero escote, que me dejaba ver sólo una pequeña parte de esos hermosos pechos, mismos que no hace mucho se me escapaban suavemente por entre mis traviesos dedos. Toda la situación me estaba generando un fuerte morbo.

Después de una larga y amena charla en el desayuno, mi amigo se ofreció a llevarme al aeropuerto. Nos despedimos de su muy guapa esposa y nos subimos al automóvil donde empezamos a platicar.

-Oye, ¿Y a dónde fueron de luna de miel? – pregunté yo.

-Estuvimos una semana en una cabaña en medio de un bosque de coníferas con hermosos paisajes y lejos de la civilización.

-Qué bien, suena que estuvo muy bonito.

-Si, aunque, si te soy honesto, tuvimos algunos problemas de suministros.

-¿A qué te refieres? – pregunté curioso.

-Te vas a reír, pero no había cerca de ahí un lugar donde yo pudiera comprar condones, jejeje.

-¿Condones? ¿Y no llevabas?

-La verdad es que se me olvidaron y solo tenía dos en la cartera. Y lo peor es que el primero de ellos ni lo usamos completamente.

-¿Por qué?

-Bueno, lo que pasa es que ella tiene apenas 23 años y pertenece a una familia muy católica, así que llegó virgen a nuestro matrimonio, y pues la primera noche le dolió un poco, y ya no pudimos terminar bien. Así que solo pudimos hacerlo bien hasta el día siguiente donde gastamos nuestro segundo y último condón.

-Wow ¡qué joven es ella! ¿y qué hicieron el resto de la semana entonces?

-Pues solo estuvimos besándonos y acariciándonos, pero ya sin nada de sexo.

-¿Y ella no quería hacerlo sin condón?

-Si, ella si quería y tenía muchas ganas de hacerlo, pero era yo el que no quería correr el riesgo de embarazarla tan pronto. Urge ver al doctor para que le receten pastillas anticonceptivas.

-Wow, y supongo que cuando regresaron, luego luego compraste condones. ¿No?

-Así fue, pero llegamos apenas ayer cuando tú también llegaste.

-¿Y no se molestó por el hecho de que me hayas invitado a tu casa ayer?

-Ella ni se enteró, cuando tu me hablaste, yo estaba solo en la farmacia de la esquina, comprando los condones. Y luego nos pusimos los dos a seguir bebiendo y a celebrar nuevamente nuestro matrimonio. Pero ya no lo hicimos, porque yo sabía que tu ibas a llegar en cualquier momento y no quería que nos atraparas en la maroma mientras tocabas la puerta, además estaba yo muy borracho ya. jejeje.

Esta pequeña plática me aclaraba muchas cosas. La candente joven se había estado aguantando las ganas toda una semana después de hacerlo solo una vez. Por eso fue tan fácil para mi excitarla, y por eso ella estaba tan entregada y dispuesta. Su esposo, sin saberlo, me la preparó muy bien y la dejó completamente vulnerable a cualquier caricia. Y lo hizo con varios días de tormento y frustración.

Y además ahora podía entender porque esa rica vagina se sentía tan ajustada y perfecta. Prácticamente yo también estrené a la muy joven e inexperta recién casada. Fue casi como si él me hubiera invitado, sin darse cuenta, a participar en un trío en su noche de bodas para darle la segunda pasada a su querida y virginal esposa. Hasta vestida de novia me la encontré.

Al llegar al aeropuerto, me bajé pensativo del automóvil y tomé mi maleta. Cuando ya me estaba yendo, él me dijo esto último desde la ventanilla:

-Ah por cierto, mi esposa va a tener que ir a tu ciudad en un par de meses a un curso de su trabajo.

-Pues puedo regresarles el favor ofreciendo mi casa para que se quede. – comenté de inmediato.

-Ah gracias, yo le digo, espero que no se moleste tu esposa.

-Por eso no te preocupes, tu esposa es bienvenida, me avisas para ir por ella al aeropuerto.

Ya no le aclaré que yo llevaba un año separado de mi esposa. Por lo que no habría nadie más en la casa. Pero creí que era mejor, que por lo pronto, él no lo supiera para que no tuviera ninguna objeción en dejarla quedarse conmigo.

Y cuando ya iba en el avión me quedé pensando que esta última escala fue todo un placer. Y que acababa de conocer a la mujer perfecta para mí. Que lamentablemente ya estaba casada, pero al menos me iría a visitar en un par de meses que se me harían eternos.