Sexo rápido en el baño

Hola soy yo de nuevo Alessandra, en esta ocasión les traigo algo corto pero satisfactorio en mi opinión. Ya saben cómo soy, piel blanca, cabello negro y de cuerpo promedio como todas las mujeres de 30 años.

Después de que mi marido regresará de ese viaje de negocios, la rutina entre mi hijo y yo se volvió un poco más normal a la que estábamos acostumbrados, no podíamos demostrar nuestro amor en la casa con él presente, pasaban los minutos, horas, días y mi marido no nos proporcionaba una oportunidad para tener nuestro momento, al principio podíamos lidiar con la idea de no coger pero realmente quien se rendiría de esos deseos morbosos de ser penetrada por tu propio hijo o en otro caso, de aguantar las ganas de follarte a tu propia madre que luce muy joven para sus 34 años.

Una noche como cualquier otra despierto a las 3 a.m. para ir al baño y pude ver desde el pequeño pasillo cómo mi marido sigue trabajando a esas largas horas de la noche en su estudio, ya que tenía su luz encendida y sin más entro en el baño a realizar mis necesidades pero en eso pienso un poco en esos momentos mágicos dónde estaba siendo penetrada por mi propio hijo, de tan solo pensarlo hice que me mojará un poco pero para mí buena suerte, cuando salía del baño pude encontrarme con mi hijo y es como si nuestras miradas nos delataran, ambos sabíamos muy bien lo que pasaría y más si mi marido se encontraba en su estudio encerrado, no le dirigí la palabra y solo entre de nuevo al baño, dejando la puerta abierta, esperando lo que sea que pueda suceder, él también sabía lo que quería de su madre, entro al baño y comenzó lo que ambos sabíamos que algún día iba a suceder en esta casa, este o no mi marido.

Una vez que entra mi hijo, cierra con cuidado la puerta y le pone seguro, nos abrazamos al principio y con algo de dudas sobre hacerlo o no pero me quito las mismas cuando nos empezamos a besar apasionadamente, unos besos que extrañamos por días, besos en las que nuestras lenguas juegan una con la otra, nuestra oportunidad estaba lista y no había que desperdiciarla, mi hijo lo entendió y me volteo a modo qué yo estuviera de espaldas y empezó a masajear mis tetas, esas tetas un poco pequeñas pero con las cuales su madre lo amamantaba, pero yo también empiezo a darle señales de lo que deseo y empiezo a tocarle la pierna, en eso el me desabrocha mi pijama y revela mis tetas con mi sujetador, me lo quita y me las empieza a morder, chupar, besar y masajear, con eso solo podía gemir, no aguantaba mucho esa sensación extraña de que tú propio hijo te esté haciendo eso con tu cuerpo, aún así también no me deje llevar y empezé a buscar ese bulto que se le resaltaba en su short, el no tenía camisa así que también yo aprovechaba y masajeaba su pene y al mismo tiempo si cuerpo, ambos estábamos excitados con esas caricias y besos, me hacía gemir mucho por lo que hacía con mis tetas, no podía gemir tan alto porque se encontraba abajo mi marido y podría venir a revisar que estaba sucediendo pero el solo pensar eso hacia que me calentará aún más.

Sin pensarlo 2 veces y con dudas me arrodillé para poder darle una buena mamada a mi hijo, como solo tenía un short, solo fue un moviendo rápido y pude ver esos 17 cm que me vuelven loca, se lo agarré con mi mano derecha, inmediatamente sentí sus pulsaciones en su miembro, comenzaba a ponerse firme, rígido y listo para la acción, mi mano izquierda se fue hacia sus testículos, una se la jalaba y sobaba mientras que con la otra apretaba su bulto, no tardó en ponerse en total erección, un descomunal miembro, grueso, largo, cabezón. No aguantaba más las ganas y comencé a metérmelo en mi boca, sentía que me atragantaba, empecé chupándosela lento, realmente me encantaba su sabor, muchos dicen que no lo tienen pero para mí tenía un sabor exquisito, mi hijo solo podía gemir por tal mamada que le estaba dando, también ví como quería más cuando empujó mi cara más al fondo, quería que se la mamará lo más profundo y rápido, así que le metí empeño, se lo hacía más rápido y hasta al fondo mientras el me tocaba y pellizcaba mis tetas, al final se vino en mi cara y me levanté, me apoye en el lavabo, entreabrió mis piernas, paso sus manos por debajo de ellas y se apropio de mis nalgas, me bajo el pantalón de mi pijama, bajo mis pantys, me miró con una cara que me demostraba el intenso deseo que quería calmar en mí por todo el tiempo que tuvimos que esperar para este momento. Sentí una presión fuerte en mi sexo, era su pene apuntando directamente en mis labios vaginales, empezó a penetrarme detrás mío, mí respiración me delataba, mis ojos se perdieron cuando sentí a hijo dentro de mi, mi voz estaba entrecortada y sólo se me salían pequeños gemidos que al mismo tiempo tapaba con mi mano para no hacer mucho ruido. Sentí su pene más grueso que de costumbre o solo era yo quien exageraba después de tantos días sin tener intimidad, pero lo que si sabía es que era mejor que la de mi marido, mi hijo continuaba penetrandome de una forma muy desesperada y salvaje, no tuve tiempo de decir nada por que sus manos subieron a mis tetas de nuevo, me las acariciaba, me las apretaba, me las lambía, me manoseaba toda, sin mi permiso, aunque realmente ya no lo necesitaba, pero lo hacía de una forma tan decidida, que yo solo atinaba a dejarme hacer, me tenía sumisa a sus deseos; es mas, estaba sintiendo, suplicando y rogando que me hiciera suya todas las noches de nuevo como esos días en que no estaba mi marido. Sus besos, sus abrazos, sus caricias me tenían encendida y mi excitación igualaba a la suya, su pene erecto, duro, lo sentía adentro mío, mientras el ritmo de sus embestidas aumentaba, también lo hacían nuestras caricias, nuestros jadeos, quería tenerlo más adentro, sentir como si me rompiera por dentro, cuando me venían los primeros espasmos del orgasmo, él acelero el ritmo, quería que nos corriéramos a la vez y así fue, nos corrimos al mismo tiempo, notaba su leche caliente dentro de mí, eso era lo que él quería y yo le deje. Estabamos cansados y un poco incómodos por el lugar, queríamos volver a hacerlo pero en eso se escuchamos que alguien venía, en efecto era mi marido, él tocó la puerta y me dijo que si tardaría, mi hijo solo podía callarse lo más que podía y yo trataba de hablar sin que se notará mi voz cansada y fatigada, le respondí que si un poco y se marchó para nuestra suerte, mi hijo se vestió lo más rápido que pudo y salió, mientras yo me tomaba mi tiempo para dirigirme a ver a mi marido.