Una cita demasiado cachonda gracias a Tinder

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Salió de la ducha reconfortada y se secó con cuidado cada trozo de su piel antes de aplicar esas cremas con las que tanto le gustaba cuidarse. Se puso el conjunto de lencería que había elegido para esa noche y lo que vio ante el espejo le gusto mucho. Tal y como pensaba el conjunto blanco que acababa de comprar le realzaba no solo los pechos, de buen tamaño todo sea dicho, si no también su piel morena fruto de los días de playa de ese verano.

Además se giró un poco y vió que su culo lucía espectacular. La parte de abajo del conjunto de lencería no llegaba a ser tanga, pero sí era lo suficientemente fina como para dejar a la vista gran parte de su espectacular trasero. Había trabajado mucho en el gimnasio para conseguir el resultado que estaba viendo y se sentía orgullosa. Le gustaba sentir como los hombres se giraban con mayor o menor disimulo cuando pasaba con pantalones estrechos. Le hacía sentir sexy. Deseada. Y le encantaba sentirse deseada.

Esperaba que su cita de esta noche acabara agarrándola bien del trasero mientras le echaba un buen polvo. Realmente más que esperarlo, lo necesitaba.

Estaba cachonda y a punto estuvo de dejarse llevar por la imaginación y empezar a tocarse pensando en el rubito con el que había quedado, un chaval de tinder guapo y bien definido, al menos según las fotos de estudio que este le había enseñado. Notaba la humedad en su entrepierna y tenía unas ganas locas de jugar, pero el reloj apremiaba y todavía tenía que vestirse. Además estaba convencida que la cita acabaría en una noche de sexo que la dejaría saciada.

Se puso una falda larga y colorida, pero con una gran apertura que dejaba a la vista sus preciosas piernas cuando caminaba. Unas sandalias y un top blanco sin mucho escote, aunque pensaba acabar desnuda encima de él no quería mostrar todas sus armas, completaba su vestimenta para la cita.

Llegó un poco tarde al bar donde habían quedado, lo justo para hacerse desear, y lo reconoció sentado en una mesa mirando el móvil.

Soy Sofía – dijo, mientras le daba los dos besos de rigor y le ofrecía una buena sonrisa

David – balbuceo levantándose torpemente sin todavía apartar los ojos del móvil

¿Llevas mucho esperando?

No. Bueno, la verdad es que no me ha parecido mucho – Bloqueó el móvil dejándolo boca arriba, para mirarla a ella por primera vez y ofrecerle su perfecta sonrisa de modelo

Era guapo – pensó ella – muy guapo, aunque lo imaginaba más alto, pero sintió que la noche acabaría como había planeado y en un par de horas estaría encima de ese chico satisfaciendo las ganas de sexo que arrastraba durante toda la semana.

¿Pedimos algo de beber?

Claro, yo quiero una coca cola zero

Pués una coca cola zero y una cerveza – Pidió ella dirigiéndose a la camarera, una joven morena y atractiva, seguramente estudiante universitaria, que atendía el local.

Le hubiera gustado más sentirse acompañada con la cerveza, había sido un día duro y desde luego no le apetecia una coca cola, pero no le quiso dar más importancia a ese hecho.

¿Has visto mis últimas fotos de instagram? – Le dijo él mientras le enseñaba su cuenta con 15.000 followers

Por supuesto que ella las había visto, de hecho fue una de las primeras cosas que él le pasó cuando empezaron a hablar. Su cuenta consiste en una retaila de fotos de David sin camiseta en varios lugares, especialmente en el gimnasio.

¿Te importa que conteste unos mensajes?

No, no te preocupes.

En ese momento se abrió la puerta e instintivamente, Sofía dirigió la cabeza hacia allí.

Su mirada se vio envuelta con la del hombre que acaba de entrar que no solo se la sostuvo, si no que sin ningún disimulo escaneo su cuerpo para volver a sus ojos y sonreír ligeramente.

Por primera vez en la noche Sofía sintió que la habían desnudado.

El hombre ocupó un taburete en la barra, enfrente de ella, mientras pedía una cerveza – bien fría, especificó – mientras sonreía a la camarera que le devolvió la sonrisa.

Perdona ¿Te he enseñado mi moto? – preguntó David

De pronto volviendo a la realidad ella puso la más coqueta de sus sonrisas.

No, enseñamela

Mira, es una suzuki1 GSX-S125, 1 cilindro, 4 tiempos, refrigerado por líquido – dijo sacando el móvil de nuevo – me la acaban de traer de Japón

Es muy bonita – dijo ella intentando mantener el interés

Ella le miró de nuevo aprovechando que él buscaba más fotos que enseñarle en el móvil – es muy guapo y sus músculos prometen una noche magnífica – volvió a pensar.

Sin embargo sus ojos volvieron a posarse en el hombre de la barra. Vestía vaqueros, camisa blanca y zapatillas. Muy clásico. Era grande, no muy guapo pero fuerte. Tenía algo atractivo aunque no sabría decir el que.

Él volvió a sorprenderla y sus miradas se cruzaron por otro instante. Avergonzada giró su cabeza hacia David – su presa de esta noche, recordo – aunque este seguía balbuceando algo de la moto sin levantar la cabeza del móvil.