Una entrevista de trabajo muy exigente
Christy avanzaba con paso firme por el pasillo de la discoteca que comunicaba con su despacho. Zancadas anchas, ruido de tacones como campanas tañendo en lo alto del campanario, botas altas con tres hebillas cada una. A su lado caminaba Javier, un chico que rondaba los treinta años. Bien formado. Cuerpo de gimnasio. No llevaba ojos de cordero degollado pero su lenguaje corporal denotaba que la seguridad de su mirada era impostada. Un traspiés por ahí, un carraspeo de garganta por allá , un mirar a la pantalla del móvil para hacerse el despreocupado … Fuera como fuera el camino a la puerta del despacho se le hizo corto. Tal vez porque adivinaba que lo que iba a pasar dentro sería bastante más largo. Christy le invitó a entrar por delante de ella. – Estás en tu casa.
Javier aceptó la invitación y se encontró una estancia verdaderamente amplia. Decorada con gusto y bastante dinero. Toda la tapicería era piel auténtica. Una mesa de roble ocupaba una de las alas del despacho y en la otra un sofá marrón claro cubría toda la pared. En mitad del despacho había un sillón un tanto extraño. El respaldo estaba bastante más encorvado de lo que debiera. Nadie que se sentara allí e intentara reposar su cabeza podía estar cómodo. Pero lo que más llamó la atención de Javier no fue nada de eso. Lo que impresionó a aquel chico fue la cristalera que cubría toda la pared a la que apuntaba aquel extraño sillón. Podía ver toda la discoteca por dentro. Toda aquella gente bailando sin cesar, bebiendo, gritando y sonriendo. – Un espejo al estilo de la policía – dijo Christy mientras colgaba su chaqueta de cuero en el perchero – Yo les veo a ellos y ellos se ven a sí mismos. Muy útil para mí y divertido para ellos. Todos contentos y a mí me ayuda a dirigir mi local. ¿ Quiéres tomar algo ? – No, muchas gracias. Estoy bien. – Ok, Javier. – Christy estaba de pie ligeramente apoyada en la mesa de roble. Le hizo un gesto a Javier para que se acercara y éste avanzó hasta plantarse delante de ella. Apenas medio metro los separaba. – Has pedido trabajar en esta discoteca como barman y has accedido a que te haga la entrevista de trabajo en mi despacho. Sé que has preguntado por ahí antes de venir. ¿ Qué te han dicho de mis entrevistas ? – Que das el trabajo si acabas satisfecha. – Es cierto. Obviamente tienes que tener una experiencia contrastada pero ese trabajo ya lo han hecho mis encargados. Has trabajado en sitios top. ¿ Tienes novia ? Javier guardó unos segundos de silencio antes de responder. Christy era alta. Mucho. Con aquellas botas podía llegar casi a un metro noventa. Pechos operados talla cien liberados hasta la mitad gracias a un escote muy generoso. Pezones marcados. Piernas interminables como columnas de mármol. Nunca nadie supo si los glúteos eran operados o no, pero eran un espectáculo. Un enorme espectáculo para ser más concretos.
Su media melena rubia era el último detalle que hacía que volvieras la cabeza por la calle si antes no lo habías hecho ya. – Sí, tengo novia. Llevamos dos años viviendo juntos. – Mejor así. Si no la tuvieras me habría decepcionado. Christy sonrió ante la mirada de miedo y extrañeza que le dirigió Javier. Deslizó una mano por debajo de su camiseta y empezó a jugar con uno de los pezones del chico. – ¿ Alguna vez has estado con una transexual ? – No, nunca. Soy hetero sexual. Christy volvió a sonreír. Era todo lo que necesitaba escuchar. – Muy bien amor. Quítate los pantalones y la ropa interior. Puedes dejarte la camiseta. Luego ponte de rodillas en ese sillón con la barbilla apoyada en el respaldo. Mirando a la cristalera. Javier la obedeció y se colocó en la silla tal y como le habían indicado. Al otro lado de la cristalera multitud de personas bailaban en silencio mientras bebían, gritaban y reían. Christy a su vez se despojó de su chaqueta de cuero, su falda y el tanga. Se dejó las medias puestas. Su pene erecto relucía bajo las luces led del despacho. Se acercó a Javier y paseó el dedo índice por todo el entorno del ano del chico que intentaba controlar los temblores que los nervios desbocaban. – ¿ Eres virgen por aquí ? – Mi novia a veces me mete un dedo. Cuando voy a eyacular. – Bueno cariño, yo te voy a meter algo más que un dedo. – ¿ Puedo verte las tetas ? Christy sonrió. – Eso vendrá mucho después. Cuando me pidas chupármela. Vamos poco a poco. Hoy sólo es tu entrevista de trabajo. Ya vendrán otras noches. Dicho esto Christy tomó las caderas de Javier entre sus manos y acercó su pene erecto hasta apoyarlo en la entrada de su ano. – Háblame de tu vida, nene. ¿ Dónde naciste ? Javier, tembloroso, comenzó a relatar su vida comenzando de cero. Cuando iba por su paso fugaz por la Universidad ya tenía introducido dentro de él la mitad del pene de Christy. Sus manos arañaban la piel del sillón pero aguantaba. Por ahora aguantaba. Christy deslizó sus manos de las caderas de Javier hasta sus hombros y se sujetó con fuerza. Él supo enseguida lo que se avecinaba pero no le dio tiempo a decir nada. Christy dio la primera embestida de la noche que supuso también el primer grito de Javier. – Tranquilo nene, hoy voy a ir lento. No quiero dañarte demasiado. Ahora chupa mientras te follo. Dicho esto Christy metió su dedo índice dentro de la boca de Javier haciendo un recorrido circular dentro de ella y luego de dentro a fuera. Javier obedecía totalmente sobrepasado por la situación. Allí estaban los dos. Christy con su enorme culo desnudo que empujaba a Javier contra el sillón y éste, con los dedos de ella en la boca, gimiendo mientras intentaba dejar la mente en blanco. Habrían pasado diez minutos cuando Christy sacó sus dedos de la boca de Javier y le susurró al oído: – ¿ Ves la pequeña trampilla de madera en la pared a tu izquierda ? Atento. Javier dirigió hacia allí la mirada y vislumbró una pequeña ventana de madera. En su tiempo debió de funcionar como pasamanos a una cocina contigua. De pronto aquella trampilla se deslizó y por ella apareció el rostro risueño de una chica rubia que apoyaba su escote en el quicio de la ventana. La expresión de su cara era relajada a la vez que divertida. Christy la dedicó una sonrisa mientras los ojos de Javier parecían salirse de sus órbitas.
Christy le informó de quién era sin parar de embestirle suavemente. – Ella es Susana, tu compañera de barra. Me gusta que esté observando y quede como testigo para que en ningún momento puedas decir que te he forzado a nada. Javier estaba recibiendo demasiada información esa noche, tanto en su mente como en su cuerpo. – ¿ Va a quedarse ahí mirando ? Susana rió abiertamente lo que provocó que sus pechos bailaran alocados sobre la ventana. – Tranquilo compi que no te voy a molestar. Como mucho ayudaré a la jefa al final. Javier no entendía nada y ya no tenía energías para esforzarse en ello. Christy había comenzado un ritmo vertiginoso y su respiración empezaba a acelerarse. Él se atrevió a volver un poco la cabeza y la pudo ver de soslayo mirándole fijamente y con los labios entreabiertos de placer. – No quiero que tu novia vuelva a entrar por aquí. Puedes follártela y hacer lo que quieras pero tu culo es mío. Cuando lo hagas con ella quiero que pienses en cómo te follo yo. Susana !!! Al escuchar ese grito Javier desvió la mirada hacia la ventana pero allí ya no había nadie. Susana había entrado en la habitación obedeciendo al llamamiento de su jefa. Se colocó detrás de Christy y agarró con fuerza sus dos nalgas. – ¿ Estás lista jefa ? – Estoy a punto … Dicho esto Christy sacó su pene del culo de Javier quien sintió un alivio infinito pero algo le decía que no debía de moverse de aquella posición. Susana abrazó a Christy por detrás y con su mano izquierda tomó su pene y empezó a masturbarla mientras la besaba en el cuello y con su mano derecha palpaba uno de sus pechos por debajo del escote. Christy mantenía los ojos cerrados en actitud de éxtasis total. Susana la masturbaba frenéticamente y al cabo de dos minutos eyaculó abundantemente sobre la espalda de Javier que a pesar de todo se alegraba de que todo acabase. Christy se volvió para besar en la boca a Susana y le pidió que volviera a su trabajo. Luego se dirigió a Javier con gesto sonriente. – Estás contratado nene. Al fondo del pasillo hay unas duchas. Empiezas mañana. Seguiremos viéndonos frecuentemente aquí en mi despacho. Empezarás con el salario básico y seguro que estarás interesado en un aumento. Hasta aquí el primer capítulo de Christy.