Una jovencita demasiado curiosa

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Siempre me ha interesado el tema de la sexología, comencé a ver pornografía y más tarde, empecé a interesarme con el bdsm. Antes de todo debería describirme. Mi nombre es Sandra, tengo 18 años, tengo el pelo rubio largo y los ojos verdes. Soy alta, tengo el pecho y el culo voluminoso. Podría decirse que tengo un cuerpo normal.

Como venía diciendo, siempre me ha interesado el tema del bdsm y auqnue da cierto miedo, me gusta el riesgo. Por ello, comencé a investigar. Encontre muchas páginas y chats donde hablé con muchos que se hacían llamar «amos». Pero, nunca me había tomado a ninguno en serio, ya que para mi solo era una simple fantasía que no iba a salir de allí. Aunque me equibocaba, un día entré a curiosear a una página web sobre bdsm, pero no sabía que eso iba a cambiar mi vida por completo:

Al entrar a la página web me pide una fotogrfía, nunca pongo fotos mías en ninguna página web por miedo a que sepan quien soy, pero esta vez me apetecía sentir el riesgo. Así que me decidí por una que se me veía desde mitadpiernas hasta la boca, en esta se veía mi collar de oro del globo terráqueo que siempre llevaba conmigo, mi top blanco de tirantes donde mis rosados pezones se veían y mi braguita de leopardo. Con esta vestimenta se podía ver perfectamente mis piernas y mi ombligo desnudo. Luego puse en la descripción algo que sentía que me definía «No tengo talentos especiales, pero soy muy curiosa»

Comencé a curiosear, todos me parecían aburridos hasta que encontré una imagen de un hombre de unos 35 años, llamado con un esmoquín de espaldas. De su aspecto solo se podía deducir que su pelo era moreno y que tenía una ancha espalda. Bajé para curiosear más y en su descripción ponía: “Puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado” eso fue lo que más me llamó la atención, me parecía muy interesante, por ello decidí mandarle un mensaje:

– Hola, ¿quién dice que ser temido y no ser odiado es posible?- no sabía como empezar a hablarle, pero quería parecerle interesante y por eso no podía poner solamente un «hola»

– Buenas, no creo que seas tan curiosa como pone en tu descripción, sino habrías buscado en internet que es una frase de Maquiavelo. – esa reacción hizo que me entrase un poco de vergüenza, asi que decidí no contestarle.

Una hora más tarde me escribió, ya que había visto que yo no le había respondido a su mensaje.

– ¿Con que intención me has escrito antes? no creo que fuese tan solo para hacerme esa pregunta absurda. – me sentí un poco mal, ya que yo pensaba que era interesante, pero, al parecer, la diferencia de edad de 20 años hacían que lo que para mí era interesante para él no lo fuese.

– Bueno, solo me habías parecido interesante, pero parece que no quieres hablar con nadie porque me has respondido asi de desagradable.- mi proposito era hacerle sentir un poco mal por haberme respondido de malas maneras- me da miedo preguntarte más cosas por si reaccionas de una manera peor.

– Entonces, ¿te da miedo como te responda?- creía que lo había coneguido.

– Sí, la verdad.

– Pero, ¿me odias?- en ese momento me sentí humillada, sabía que solo podía contestar un «no» porque no había hecho nada para que lo odiase.

– Odiar es un término muy fuerte.- Había conseguido esquivar la pregunta.

– ¿Si o no?

No sabía que más responder para evitar la pregunta, asi que lo dejé en leído. Cinco minutos más tarde, al ver que había visto su mensaje, me escribió:

– A ver niña, yo solo te quiero enseñar, pero si me dejas en leído cada vez que no sabes que responder se me hace difícil y ya lo has hecho dos veces. Así que, este va ser el último mensaje por aquí, si quieres seguir hablando conmigo envía unas disculpas a este correo (xxx) y podremos seguir hablando.

Yo no sabía como reaccionar, me había sacado de mis casillas. En todas las conversaciones que solía tener todos estaban dispuestos a cualquier cosa por hablar conmigo y siempre acababan diciendoles que les hablaría al correo, pero nunca lo hacía. En esta ocasión no sabía como reaccionar, asi que me armé de valor y le escribí:

– Hola, lo siento.

Al tiempo recibí una contestación:

– Venga Sandra, ambos sabemos que puedes hacerlo mejor. – yo no le había dicho mi nombre, pero en mi correo aparecía, había sido un error por mi parte hablarle desde ese correo, pero con las prisas no me dí ni cuenta.

Decidí escribir otro correo, no sabía porqué, pero tenía la necesidad de hablar con él, aunque no sabía ni como se llamaba.

– Buenas noches, espero que me perdones por no haberte contestado – me estaba humillando, yo esto nunca lo había consentido, siempre he sido muy orgullosa – se que solo querías ayudarme y yo me he comportado como una niñata. – no se que me pasaba, pero sabía que él tenía razón, no debería haberle dejado en leido.- me alegra que me hayas querido enseñar y que me hayas dado dos oprtunidades. Espero que te sirva de disculpa. – me sentía ansiosa por saber su respuesta.

Mi ansia tuvo que esperar dos días, hasta que me escribió:

– Tranquila, te perdono, espero que no te comportes como hasta ahora, sino tendré que irme.

– Hola – escribí- trataté de ser más respetuosa, ¿podemos empezar de nuevo?

– Genial. Empecemos por el principio, ¿por qué me has escrito en esa página web? -dijo.

– Me pareciste interesante, ya te lo había dicho- respondí.

– Parece que hay que preguntarlo todo, ¿interesante para qué?- no sabía que responder, pero sabía que no podía dejarlo en leído, ya que sino se enfadaría.

– Pues no sé, para hablar… – estaba confusa

– Jajaja, así que ¿has entrado a una página de bdsm, has escrito a un extraño porque te parecía interesante te has humillado pidiendole perdón solo para hablar? Dejemos pasar esto porque sino me enfadaré… bueno niña, pregunta lo que quieras.

– ¿De dónde eres?- sería imposible que fuese de mi misma ciudad, pero quería estar segura.

– De tu misma ciudad jaja- me quedé en shock, no sabía como reaccionar.

– No me vuelvas a dejar en leido, acuérdate que portarse mal tiene consecuencias, además se quien eres.

En ese momento me entro mucho miedo y dejé de hablar y me fui a la cama aterrada.

Al día siguiente me levanté y me fui al colegio, allí, a media mañana, descubrí que de la página web no la había borrado mi perfil, así que decidí no ir a clase para ir a la clase de informática que estaba vacía ahora, ya que no había clase. No estaba abierta, pero al lado había una clase donde había un profesor nuevo de filosofía, pretendía pedirle las llaves diciéndole que me había dejado unas cosas dentro que necesitaba. Y así hice:

– Buenos días, ¿podrías dejarme las llaves que me he dejado unas cosas dentro?- estaba un poco nerviosa, pero aún lo cenvencí, ya que asintió y me prestó las llaves.

Corrí para ir lo más rápido posible, pero cometí otro error que fue ponerme en los ordenadores que estaban más cerca de la puerta, ya que con las prisas no pensé mucho en cual ponerme. A los cinco minutos, sin que yo lo viese entró el profesor de filosofía al que le había pedido las llaves. Conseguí cerrar la página web a tiempo, pero el se acercó y dijo:

– Así que cuanto la niña se ha dado cuenta de que le habían reconocido ha venido aquí, ¿no podías haberlo hecho ayer en casa?- no quería admitir a que se refería.

– Venga perra no seas tonta, se que estabas intentando borrar tu perfil de la página web. – no sabía que responder, él comenzó a buscar el historial del ordenador en el que estaba y me confirmó que era más listo que yo.

– Jajaja te has quedado pálida. Dame tus bragas zorra, a ver si son igual de provocativas que las de tu perfil – me puse roja- jaja ahora estás roja, tranquila no hace falta que lo borres, si te portas bien nadie sabrá que por las noches entras en páginas guarras para humillarte ante el primero que pasa.

No sabía como reaccionar, así que me quité las braguitas y se las dí para que nadie descubriera que yo estaba en esa página. Daba gracias por llevar vestido ese día, sino seguramente habría sido más vergonoso de lo que fue.

– JAJAJA están super mojadas, pero que puta eres te pone que te haya encontrado.

-A partir de ahora quiero que vengas sin ropa interior a clase, nos lo vamos a pasar bien y recuerda, portate bien, me gustan las perritas obedientes.

Me sacó de la sala de informática y me quedé sola y sin ropa interior alli fuera. En ese momento me di cuenta del problema que tenía al llevar vestido, cosa que antes no me había dado cuenta. Me fui corriendo al baño para poder llamar a mi padre, quien estaba seguro de que no era necesario tener internet en el movil y menos a mi corta edad:

– Hola papá, me encuentro un poco mal, ¿puedes venir a por mi?

– Ahora me es imposible cariño, estoy en el médico. Si te esperas una hora y media voy.

– Vale, ven cuanto antes porfa.

– Sí princesa.

No sabía que hacer en ese momento, así que decidí esperarme a que sonase el timbre para exigirle al nuevo profesor de filosofía que me devolviese mi ropa interior, pero esa es otra historia.