Me folle a una mujer mucho más joven

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Ella trabajaba en un café, todas las mañanas la veía, me aficionó a desayunar allí. Su belleza frágil y sensible me cautivó. Mientras trabajaba me acordaba de ella, quería quererla y protegerla, me había enamorado. Una mañana, después de más de un mes desayunando allí, me contó que no salía con nadie, que tuvo novio, un muchacho que le rompió el corazón y no quería más amores, que desde entonces disfrutaba de una vida en paz, también colaboraba con ayuda a los demas. Yo estoy casado, nada podía ofrecerle que fuera mejor que lo que le dio su novio, además ella tenía treinta años y yo cincuenta, atractivo dicen, pero con cincuenta tacos.

Marina se llama ella, vive con su madre y una hermana divorciada y algo amargada, según me contó. Le dije que yo estaba casado, después de más de un mes de charlas, cuando la cafetería estaba más vacía… al decírselo, por un segundo la tristeza se apoderó de su rostro, enseguida disimuló; ¡pero ese instante!, fue suficiente para saber que sentía algo por mí. Deseaba no perderla, y para ello intenté ganarla como amiga. Le propuse ver una exposición de pintura juntos, que me encantaría debatir los cuadros con ella (a los dos nos gusta el arte). Quedamos y me dio su teléfono para concretar si podría venir esa tarde, que la llamará al medio día. Tener su número era como un trofeo para mi. La llamé y quedamos, después le escribí un wuasap y pude ver su foto de perfil, tan dulce. Vimos la exposición y hablamos y hablamos más, se reía con mis críticas sarcásticas de algunas obras, me miraba con ojos brillantes… ¡sería posible que yo le gustara! También pensé que estaba falta de que le dieran amor carnal, que quizás era eso. La dejé en su casa y puse una frase de amor platónico en mi estado de wuasap, la puse a las doce de la noche y a los cinco minutos lo vio ella la primera. Después hice el amor con mi mujer, estaba muy excitado. Mi mujer es una rubia de cuarenta, cuerpo robusto y atractiva, lo hacemos mucho, pero por la joven Marina siento algo muy especial.

Al día siguiente en la cafetería estuvo menos habladora, esquivaba mi mirada, pero estaba ruborizada. Me fui al trabajo pensando que algo tenía que hacer, pero no sabía que. Sin saber que decirle, fui a esperarla a la salida del trabajo, al verme en la puerta al salir me dijo:

-Jaime, ¿y esas flores?

-Son para ti Marina.

-No se que decir Jaime.

No digas nada, Marina.

Cogió las flores y bajamos la calle caminando, ya era casi de noche, la abracé fuerte bajo unas sombras, mi pene erecto se aplastó contra su coño sobre su falda. Después del abrazo la besé en la boca, le comí los labios, la lengua; con mi lengua le limpié los dientes. Me dijo Marina:

-Jaime, nunca he hecho el amor, ni siquiera he tocado un miembro, tengo miedo.

-No te preocupes, tu decides y cuando quieras no seguimos.

Le puse las manos sobre la cabeza, indicándole que se agachara, detrás de unos arbustos se puso de rodillas, bajé la cremallera de mi pantalón y solté el botón y el cinturón, saqué mi grueso pene del slip, un garrote de más de dieciocho centímetros muy grueso y totalmente erecto. Puse mis manos sobre sus orejas y apunté a su boca con mi polla. Abrió la boca y me chupo la punta, le dio con la lengua, después y abriendo mucho la boca se la fue tragando, hasta que mis huevos se aplastaron contra su dulce barbilla. Me puso las manos en el culo y me la comió como una loba, no pude evitar correrme en dentro de su boca, al hacerlo, dio un blinco para atrás y brotó un chorro de su boca abierta y dilatada.

-Jaime, te has corrido en mi boca, jolines, nunca había tocado una y me has metido en la boca hasta tu leche, ¡que fuerte!, cuando se lo cuente a mi hermana. Vente a mi casa, y cenas con nosotras.

Bueno, vele, muchas gracias Marina.

Al llegar a su casa me presentó a su madre y a su hermana, me presentó como a un amigo, la hermana estaba de buen ver, de la edad de mi mujer más o menos, la madre de unos sesenta años muy simpática. Fui al aseo y me limpié una mancha de semen de la bragueta con la toalla de las manos. Después me lavé la polla en el lavabo y me seque con la misma toalla.

Cenamos tortilla de patatas recién hecha, buenísima, la hermana estuvo muy locuaz, se la veía nerviosa por ver a su hermana mojigata con un hombre de cincuenta tacos atractivo. La hermana me miró la bragueta al sentarme, normal, otra vez empalmado. Lorena, así se llamaba la hermana, le preguntó a Marina:

-Entonces hermanita, este hombre es solo amigo o hay noviazgo.

-No lo sé Lorena, ya lo iremos viendo.

Terminamos de cenar y Marina me acompañó al portal, la cogí de la mano y la llevé hasta mi coche, aparcado en la oscuridad, nos metimos en la parte de atrás, le alcé la falda y le bajé las bragas por las rodillas, en pompa ella, ¡que culazo!, le chupé y le mordí los cachetes, luego me comí el coño y el culo desde atrás, luego me centré en el agujero de su culo, gemía, le metí la lengua dentro del culo, luego se lo abrí tirando de sus cachetes y le escupí en el agujero…me bajé la cremallera de la bragueta y me saqué la polla, dura y firme. Si preservativo, me escupí en la mano y me humedecí el glande. La agarré por las caderas y se la clavé en el culo casi de golpe, no me costó mucho clavarsela en «el desagüe». Se lo amasé a base de bien, mis huevos chocaban con su vagina, ¡joder que gusto! Me corrí a borbotones dentro de su año, la leche le salía del culo y le resbalaba por la raja del coño, hasta depositarse en la tapicería del coche.

Me la guardé en el pantalón y me subí la cremallera, le di un azote y le subí las bragas, se sentó alisándose la falda junto a mi y me dijo:

-Jaime, ¡me has follado por el culo casi en la puerta de mi casa!

-Si, como se te ha quedado el culo, preciosa.

-Estoy como abierta, distinta, empapada hasta los muslos, el corazón acelerado pero, feliz.

Se bajó del coche y me marché.

A la mañana siguiente en el café estaba más dinámica, desenvuelta y alegre que nunca. Desayune y me fui a trabajar, habiendo quedado con ella en recogerla por la tarde. Por la tarde entré en la cafetería y me tomé un refresco mientras cerraba ella el local, me dijo:

-Hoy solo estoy yo, mi jefe se marchó antes.

-Baja las persianas, Marina.

-Vale.

Después de bajar las persianas apagó todas las luces. La cogí en brazos y la tumbé encima de la barra, después le alcé la falda y le bajé las bragas, tirando estas encima del montón de suciedad que había barrido ella. Se había afeitado el coño, cuando le di por el culo el día antes, tenía mucho vello, ahora estaba como una muñeca. Me saqué un preservativo de la cartera y me lo puse, me subí a la barra y le comí el coño, un rato. Después se la meti en el coño como un animal, el sonido de chapoteo de su vagina era terrible. Se lo hice de frente, ella mirándome a los ojos desde abajo, con las piernas separadas como una rana, esperando mi polla. Me corrí en tres golpes, se la saqué y me quité el preservativo, con tiento, le acerqué el preservativo a la boca, ella abrió la boca como una carpa esperando el pan y se lo vacié dentro de la boca… Marina tragó todo, me quitó el preservativo y lo chupó hasta sacarle todo el jugo. Después arrastré mis rodillas por la barra hasta poner mi polla junto a su boca, ella me la chupó limpiando todo.

Después de ese día le dijo a sa hermana y a su madre que éramos novios, y a mi que ocultara que estaba casado. Con estas, cenaba todas las noches en su casa y después nos metíamos en su cuarto. Cerca del comedor, y follabamos como leones, alaridos mordiscos, colchoneta chillando, joder, eramos animales. Marina tomaba la píldora y me corría en su coño, en su boca o en su culo. Las cenas eran tensas, la hermana cada vez se ponía ropa más sexi y cada vez estaba más nerviosa.

Un día llegué a casa de Marina directamente, habíamos quedado allí, subiendo en el ascensor sonó un wuasap, lo abrí cuando ya había tocado a su puerta:

(Suspendido el polvo y la cena de hoy, estoy con mi madre de compras y luego visitaremos a la tita.)

Abrió la puerta su hermana Lorena y me dijo:

-No está

-Ya acaba de mandarme un wuasap, bueno me marcho entonces.

-Jaime, tengo la cena preparada, ¿quieres cenar conmigo?, no te vallas, sin comer.

-Como quieras, la verdad es que tengo hambre.

Cenamos, y en los postres fue al baño y volvió desnuda, diciéndome:

-Jaime, ¿a que tengo buen cuerpo con cuarenta años?

-Pues si, eres preciosa, estás para follarte ahí mismo.

Se puso de rodillas y alzó su trasero desnudo. Me subí y me la follé a pelo, por el coño, un buen rato, dándole azotes en las cachetes y diciéndole que era una gran zorra. Cuando me iba a correr se la saqué del coño y se la metí en el culo, entró como la seda, joder. Se la saqué del culo y me corrí sobre sus espaldas, varios chorros, me dijo cerdo y se fue la baño.

Fin