Me calienta el novio de mi amiga

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Antes de leer chicos, quiero deciros que este y todos mis relatos los podéis encontrar con una semana de antelación en mi Patreon (link en mi perfil). Además, ya he comenzado uno de mis primeros spin-offs exclusivos del nivel «Cerdos» en patreon, que trata las aventuras de Alberto, personaje de Los vestuarios del insti, mientras está en un campamento únicamente masculino. ¡Pasaos por allí y leed las ventajas para saber qué nivel preferís! Ahora, sin más dilación, os dejo con el relato.

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Lista de contenido: infidelidad, agresividad, sustancias

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Tenía 18 años y acababa de empezar la universidad. Siempre había sido muy sociable, además de gracioso, así que hice amigos corriendo y no tuve problemas en integrarme. Conocí a un gran grupo de chicos y chicas, todos mezclados, y nos lo pasábamos muy bien. A pesar de esto, yo era una persona muy sencilla, y no era mucho de fiestas, a no ser que fueran muy locas. No soy la típica persona que sale todos los fines de semana y si no se emborracha piensa que no ha merecido la pena salir, pero las veces que salgo no recuerdo nada al día siguiente, y la verdad que lo agradezco, porque hago de todo.

Había hecho vida universitaria, pero llegaron las vacaciones de navidad y pude volver a mi ciudad por fin. Echaba de menos a mis amigos de siempre, y en este grupo había más chicas que chicos, pero nos llevábamos muy bien entre todos. Yo era, hasta donde yo sabía, el único gay del grupo, y mis amigas y amigos estaban liados entre ellos mientras que yo estaba a dos velas. No me importaba, porque al final ellos siempre acababan teniendo drama y yo era el único que estaba tranquilo, pero a veces me daba un poco de envidia ser el único que no se estuviese enrollando con alguien del grupo, sobre todo cuando tenía amigos que estaban buenísimos.

Fue por esta misma razón, el drama después del lío, por el que mis amigas decidieron que no iban a seguir liándose con mis amigos, sino que se echarían novios ajenos al grupo, y así fue como conocí a Andrés.

Andrés era el novio de mi amiga Laura, que era del grupo con la que mejor me llevaba, y ella siempre decía que yo era como su hermano pequeño. Había llegado a irme de viaje con su familia y todo muchísimas veces, por lo que realmente éramos mejores amigos, además, nos conocíamos desde que éramos mocosos, por lo que siempre estábamos juntos y era a la que más quería.

Andrés era, para sorpresa de todos los del grupo, el típico cani de barrio. Siempre iba en chándal, estaba todo el día fumando porros, tenía la cabeza rapada, una pequeña cicatriz en la ceja y un pendiente en la oreja. Además, estaba todo el día peleándose. Ya se había peleado con un amigo nuestro que era el ex de Laura, y con dos desconocidos de fiesta. Era extraño, porque Laura era la típica pija de insti privado que no iba a estar con alguien que fuera menos que ella, pero estaba con aquel tío. Todo en él era del rollo malote, y no le pegaba a ella para nada. Cuando nos lo presentó, todos nos sorprendimos mucho y creíamos que la pobre estaba perdiendo la cabeza, no porque Andrés no estuviera bueno, porque estaba buenísimo, sino porque a ella siempre le habían gustado pijos y aquello era un cambio completo a su prototipo.

Las semanas fueron pasando y Andrés no terminaba de integrarse en el grupo. Solo se llevaba bien con Laura, por ser su novia, y conmigo, por ser el mejor amigo de su novia. No era que el resto lo tratasen mal, pero simplemente preferían que no viniera, y él evidentemente se daba cuenta. Cuando eres mayor de edad ya no eres tonto, y captas las miradas extrañas y las indirectas. A mí me ponía nervioso que mis amigos soltasen comentarios con segundas, porque me preocupaba que Andrés pudiera soltarles una hostia en cualquier momento y que ya hubiese drama, y no me gustaba el drama. Cada vez estaba más incómodo con la energía que mi grupo estaba creando, porque el pobre de Andrés, a parte de pegarle al ex de Laura, no había hecho nada malo, pero nunca le tendían la mano.

Poco después, el cumpleaños de Laura llegó. Fue la última de todos en cumplir 18, así que había que celebrarlo por todo lo grande. Organizamos una grandísima fiesta. Andrés y yo nos encargamos de alquilar un local donde poder meter comida, bebida y dos altavoces gigantes. Otros amigos se encargaron de qué comida y bebida comprar, además de hacer un grupo para recaudar dinero porque, aunque nos encantaba la fiesta, ninguno trabajaba y no podíamos hacer gran cosa con el dinero que nuestros padres nos daban mensualmente. La encargada de decidir a quién invitar o no invitar fue Laura. Era su cumpleaños, así que lo más coherente era que ella se encargase de saber a quién quería y a quién no.

Yo nunca le decía a mis amigos qué tenían que hacer, ya éramos todos lo suficientemente mayorcitos como para saber dónde meternos y qué hacíamos, pero a Laura de vez en cuando le daba algún consejo. Desde que se anunció que íbamos a hacer la fiesta, ya veía las intenciones de Laura. Iba a invitar a su ex, nuestro amigo. No por nada, pues no le iba a poner los cuernos a Andrés, pero Laura siempre quería ser amiga de sus exnovios porque decía que no veía sentido a acabar mal con ellos, y yo lo veía bien, pero aquella era una situación especial. Su ex y su novio se habían pegado antes, y Andrés la verdad es que le dio una paliza. Andrés se estaba dejando la cabeza y el dinero en alquilar el local, y que Laura invitase al tío al que su novio más odiaba estaba feo, la verdad.

-Tía, no vayas a invitar a Pepe -le dije dos días antes del cumpleaños.

-¿Por qué? -me miró extrañada.

-Porque sabes que a Andrés no le cae bien -me llevé las manos a la cabeza-. Ya le has dicho que venga, ¿no?

-Sí, es que tú sabes que a mi no me gusta llevarme mal con nadie…

-Lo sé, pero esto no es por ti, es por tu novio. Vas a celebrar tu cumpleaños, ¿quieres que tu ex y tu novio acaben a palos otra vez?

-Tío pero es que la última vez fue porque Andrés estaba colocado…

-Sí, y porque Pepe estuvo toda la noche lanzándole miraditas e indirectas, que parece que no conoces a tu ex…

-Es nuestro amigo, tío…

-Haz lo que quieras -me encogí de hombros-, pero como haya pelea yo no quiero saber nada eh.

Estuvimos un momento en silencio, cada uno con su móvil, distraídos. Al poco levantó la mirada y yo se la devolví.

-Le diré que no venga -dijo por fin.

-Menos mal -sonreí-. Me cae bien el pobre, pero no es plan de que tengamos que llevarlo al hospital.

Los dos nos reímos.

-No veas la que le dio Andrés -me dijo Laura.

-Tía, menos mal que conmigo se lleva bien porque solo de escuchar los puñetazos que se llevó Pepe me asusté.

-Es que tú sabes que él no solo bebe… Cuando le da a otras cosas siempre se le va un poco la cabeza.

-Si Pepe no fuera un tocapelotas no le habría pasado nada.

Los dos volvimos a reírnos y estuvimos todo el día juntos. Comí en su casa e incluso dormí allí. Por la noche vimos una película con sus padres y luego nos fuimos a dar una vuelta en coche con Andrés. Andrés tenía 20 años, dos más que nosotros, y ya tenía coche y al pobre lo teníamos como chofer, pero a él le encantaba. Le gustaba mucho pasar tiempo con Laura y conmigo, y los tres nos divertíamos mucho.

Andrés era muy guapo. Como ya he dicho antes, tenía la cabeza rapada. Esto te podía quedar muy mal o muy bien, y a él le quedaba de maravilla, tenía la forma perfecta para que la cabeza rapada le quedase bien. Tenía una cicatriz en la ceja que le daba aquel aire de malote, y que a mí me hacía mucha gracia porque el día que Laura nos lo presentó, todos los del grupo se pensaban que él mismo se había rapado la ceja, y a él le molestaba que le dijeran eso porque según él era de “pijos que querían ser de barrio” y no le caían bien los pijos. Quizás decir aquello en un grupo de pijos no fue la mejor presentación posible, pero a mí me hizo gracia.

Era bastante alto, yo creo que rozaba el metro noventa, y era delgado. Tenía el típico cuerpo de chaval cani, era delgado, pero sin estar esquelético, y como había demostrado usando la cara de Pepe, tenía mucha más fuerza de lo que aparentaba. Tenía las manos grandes, algo que me encantaba, y los pies grandes también. Siempre iba en chándal, que solía ser Nike o Adidas de color negro, porque parecía que era su color favorito, y lo acompañaba con una riñonera, un colgante de oro y el pendiente de la oreja que era un aro del que colgaba una cruz. Además, siempre llevaba zapatillas que parecían desgastadas, y a mí me encantaba. Yo, poco a poco, había ido adoptando su estilo y cada vez llevaba más chandals, en vez de ir tan pijo vestido.

En cuanto a cara, era guapísimo. Tenía los labios gorditos, la sonrisa muy bonita y unos ojazos marrones que eran grandes y bonitos. La piel la tenía morena, y luego me enteré de que era porque era mestizo. Se llamaba Andrés, pero su madre era árabe y vivía en Marruecos, mientras que su padre, que era español, y él vivían aquí. No seguía su religión para nada, pero nadie podía quitarle la sangre árabe, y en mis ojos sólo lo hacía más sexy.

Era el novio de mi mejor amiga, y como cada vez que mis amigas se echaban novio, había fantaseado con él. Todos lo hemos hecho, o al menos yo, cada vez que me presentan a un novio nuevo me gusta imaginarme cómo sería desnudo, las cosas que haría en la cama, etc… Pero nunca intentaría nada con él. Le tenía respeto a mis amigas, o eso pensaba yo.

Yo era casi todo lo contrario a Andrés. Me llamo Julio, y era delgado, pero sin ser fuerte. La cara normal, diría que del montón, y antes de hacerme amigo de Andrés solía vestir rollo pijo, pero ahora era más de chándal. No diría que tenía mal cuerpo, ni que era feo, porque no lo era, pero si algo destacaba de mí era mi personalidad. Era muy gracioso y todo el mundo quería llevarse bien conmigo siempre, y era muy fácil. No había mucha gente que me cayese mal, por lo que era amigo de todos, y si alguien me caía mal simplemente pasaba de esa persona. No me gustaban ni las peleas ni los dramas.

Creo que por eso me llevaba tan bien con Andrés, porque era el más normal de mi grupo de amigos y pudo conectar conmigo más que con el resto. Era tranquilo y relajado, y solo me volvía loco cuando había una buena fiesta.

Al principio he dicho que no soy muy de fiestas, y es cierto, pero es porque mis amigos hacen fiestas “light”. Ponen música, beben y hablan, de vez en cuando bailan un poquito y se acabó. A mí me gustaba que pusieran la música a todo volumen, hasta el punto de no poder escuchar ni tus propios pensamientos, que nunca se acabase el alcohol, meterte de todo en el cuerpo y, para rematar, acabar follando borracho en tu casa, en un callejón, en un coche o en los baños. Aquello era para mí una fiesta, no acordarte de casi nada al día siguiente y no saber qué habías hecho, pero recordar que te lo habías pasado bien. Lo que hacían mis amigos era, en mi opinión, una simple reunión entre colegas. ¿Dónde estaba la droga? ¿Y el sexo? No había nada emocionante más que charlas, y tras mil conversaciones pues ya acababa aburrido.

El día de la fiesta llegó, y Andrés y yo fuimos los primeros en llegar al local porque éramos los que se habían encargado de alquilarlo y ahora teníamos que adecentarlo para la fiesta. Estábamos colocando las mesas, las letras que decían “FELIZ CUMPLEAÑOS” en grande, unos globos, etc. Cuando un chico entró por la puerta.

-Hola -dijo el chaval.

Me iba a acercar a él para ver qué quería, pero Andrés se puso delante de mí, como si me protegiese, y fue quien habló.

-¿Quién eres?

Su voz sonó grave, no como mientras habíamos estado hablando. Siempre me gustaba sentirme protegido por un tío, era un punto de morbo añadido.

-Hola, soy el DJ.

-¿DJ? -me miró Andrés, pero yo me encogí de hombros- No hemos contratado a ningún DJ.

-Me contrataron Paco y Sonia. Aquí es el cumpleaños de Laura, ¿no?

-Sí, ¿sus padres te han contratado?

-Sí -el DJ parecía tan confuso como nosotros.

-Bueno, pues ve montando las cosas donde te venga mejor. Yo soy Andrés -le dio la mano al DJ-, y este es Julio.

Yo simplemente levanté la mano en señal de saludo, y el DJ me sonrió.

-Yo me llamo Lucho, mi nombre artístico es DJ Luxx, pero vamos, podéis llamarme Lucho -dijo sonriente.

-Me gusta Luxx -dije yo.

Andrés se giró y, mirándome sorprendido, sonrió.

-Bueno, nosotros vamos a seguir preparando la decoración y eso -le Andrés dijo a Luxx-. Cualquier cosa que necesites ya sabes.

Luxx asintió y se fue a preparar sus cosas a una esquina, donde había varios enchufes que supuse serían perfectos para sus aparatos de DJ.

-¿Te ha molado o qué? -me dijo riéndose.

-¿Qué dices?

-“Me gusta Luxx” -dijo en tono de broma, imitando lo que yo había dicho mientras me susurraba al oído-. Vamos, lo has visto y se te ha puesto dura.

Los dos nos reímos mientras que seguíamos colocando las cosas. Miré hacia la mesa de Luxx, y lo pillé mirándome. Ni siquiera intentó disimular, simplemente me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

-A ver, es mono -le dije a Andrés.

-Es muy poquilla cosa para ti, ¿no?

Aquello me sorprendió un poco, ya que Andrés nunca había visto a ninguno de mis ligues ni mis novios, por lo que no sabía dónde tenía el listón o si el resto de mis novios habían sido modelos u orcos.

-¿Tú que sabes? Si llevo a dos velas más tiempo que tú -me reí.

-Yo no estoy a dos velas, flipao -se hizo el orgulloso.

-Estúpido, tu novia es mi mejor amiga… sé cuándo folláis y cuando no. Me lo cuenta todo -le guiñé un ojo.

-Joder, las tías no se callan nada…

-Qué va. Nada de nada.

-Entonces… -se mostró dubitativo durante un momento.

-¿Entonces qué?

-Entonces te contó… -no era capaz de terminar la frase.

-¿Me contó que le pediste que te comiese el culo? Sí. Me lo cuenta todo.

Empecé a descojonarme, simplemente porque me hacía gracia verlo tan cortado por una tontería así, pero parecía que a él no le hacía gracia.

-Oye tío, no te rayes eh que no nos reímos de ti ni nada, simplemente siempre hemos hecho eso de darnos detalles y tal…

-Ya bueno… es que me dijo que no lo haría y ahora cuando me has dicho que te lo contó pensé que os estábais riendo de mí a mis espaldas.

Parecía algo dolido. Seguro que no era fácil para un tío hetero pedirle a su novia que le comiese el culo, y que se enterase que después de decirle que no fue corriendo a contáserlo a su mejor amigo pues no ayudaba mucho, pero en ningún momento nos reímos, simplemente me lo comentó como una anécdota y yo le di mi opinión, que básicamente es: comer culos es un placer. Ella, sin embargo, prefería no tener que hacerlo, cosa que no me sorprendía lo más mínimo. Le daba asco chuparla, ¿no le iba a dar asco comerse un culo? Era un desperdicio, porque Andrés tenía un culito la mar de mono y apetecible. No era gigante, pero estaba bien puesto y seguro que sabía a gloria. Los culos de los canis, todo de cualquier cani, sabe a gloria.

-Tronco nunca me reiría de ti -le dije apoyando mi mano en su hombro-. Te tengo mucho cariño, y yo he comido culos y me lo han comido, no pensaría nada raro ni me reiría de ti.

-Ya, pero tú eres gay, sois más guarros…

-Somos tíos, por eso somos tan cerdos -me reí-. Las tías son mas delicadas, le dan asco muchas cosas, a los tíos cuando estamos calientes es raro que algo nos de asco y no lo hagamos. He hecho cosas cachondo que luego las pienso y me dan ganas de potar, pero lo que cuenta es que cachondo las he hecho y las volvería a hacer…

Ambos nos reimos, y vi cómo se le pasó la vergüenza.

-Eso es verdad, yo me pajeo con cada cosa que si lo viese Laura me dejaría -sonrió de medio lado.

-Sí, el porno ese que tienes que buscar y buscar porque no lo encuentras en ninguna página normal es el mejor.

-Sí, tú me entiendes -me guiñó un ojo-. Cuando Laura me dijo que su mejor amigo era un tío me puse celoso, pero menos mal que eres tú.

-¿Un gay?

Los dos volvimos a reírnos y él negó con la cabeza, como si hubiese dicho una tontería.

-No, estúpido, un tío de puta madre. Ahora eres mi mejor amigo también, así que tengo que quererte igual que a Laura.

Yo sonreí ante el pensamiento de saberme querido. ¿No era lo que todos deseábamos? Alguien que nos quisiera y nos protegiera, pero sabía que él no lo decía en serio. Por muy amigos que fuéramos, nunca estaría al nivel de su novia. Tampoco me importaba, porque me alegraba que mi amiga estuviese con un chaval tan bueno, pero a veces no era lo más bonito estar en un grupo de tres y que los otros dos se liasen, y tú saber que desearías estar en el lugar de uno de ellos pero que nunca sería posible.

-No me digas que me vas a pedir ahora a mi también que te coma el culo -dije para romper el momento cursi.

Ambos reímos y me pegó en el hombro, como un gesto de broma y jugueteo.

-Debería, porque al menos a ti te gusta comerlo -se encogió de hombros-. Tendrías que convencerla.

-Que va, déjate. Esas son cosas vuestras y yo ahí no me meto. Que ella te coma lo que quiera y viceversa.

-Tío, no es justo, la verdad. Yo le comí el culo a ella mientras le comía el coño y lo flipó. Normal, porque no veo yo al tonto de Pepe comiéndose un culo, con lo pijito que es.

Me eché a reír. Era cierto, Laura me había dicho que Andrés fue el primer tío en hacerle eso, y por supuesto sabíamos que Pepe no lo hizo porque era demasido digno y pijo para hacer cosas demasiado guarras en la cama.

-Bueno, hablaré con ella hijo… Que pesadito eres.

-¡Ese es mi Julio!

Me pasó el brazo por los hombros, me acercó a él y me dio un beso en la frente, mientras yo mostraba una sonrisa tonta de bobo. Al pasar su brazo tras mi cuello noté cómo su aroma volaba cerca de mí. Olía a una mezcla entre One Million y un poco de sudor por haber estado adecentando el local. Me puso algo cachondo, noté un calorcillo por el cuerpo, pero me controlé.

Miré en dirección a la mesa de Luxx y vi cómo nos observaba mientras Andrés me daba el beso, y rápidamente apartó la mirada.

Pfff Luxx era gay de aquí a lima, y yo pensaba tirármelo aquella noche.

Terminamos de prepararlo todo. Los invitados fueron llegando, la comida empezó a desaparecer tan pronto como llegó a la mesa, y las bebidas ya estaban en el frigorífico.

-¿Has visto qué han comprado para beber? -me susurró Andrés, que seguía sin sentirse cómodo con el resto del grupo.

-Tres botellas de mierda, ¿no?

Él asintió con la cabeza y se pasó las manos por el pelo rapado, en un gesto de agobio. Los dos queríamos mucho a Laura, pero no aguantaríamos la fiesta sin más alcohol.

Yo necesitaba alcohol. Cada vez estaba más cansado de mis amigos porque eran unos aburridos que no sabían montar una fiesta en condiciones.

-Y ya se hab bebido una. Esto es culpa nuestra… -dijo Andrés- Dejar a los pijos a cargo de las bebidas. ¿A quién se le ocurre?

Miré a mi alrededor y comprobé que nadie nos miraba. Laura todavía no había llegado, y Luxx estaba a su bola con sus botones sin prestarme atención.

En ese momento aproveché y cogí de la mano a Andrés, que no intentó apartarla, y lo guié hasta la habitación del local donde teníamos las bebidas guardadas.

-¿Qué haces? -me preguntó confuso.

Me puse un dedo en los labios, diciendole que se callase. Cogí la botella que ya estaba abierta y derramé parte del contenido sobre el suelo. A continuación, cogí la botella que estaba vacía y la dejé caer sobre el charco de alcohol, haciendo que se rompiese en mil trozos.

Tan rápido como pude le di la botella completamente llena a Andrés, que de aquella manera se la metió bajo los pantalones. Gracias al color de los pantalones y a que Andrés siempre llevaba chandal, la botella se podía disimular como si fueran los músculos de su pierna.

-¿Qué ha pasado? -dijo Luxx, que apareció por la puerta.

-Nada, que se me ha caído una botella de alcohol y se ha roto -contesté yo.

-Menos mal, me había asustado -dijo con cara de alivio.

-¿Y a ti qué te importa lo que se rompa o no? -dijo Andrés.

Miré su cara y supe que había algo que no le cuadraba. Estaba pensando mientras Luxx intentaba decir algo, pero simplemente se encogió de hombros y se fue.

-Qué tío más raro… -dijo Andrés.

-Tronco, no seas borde con él que me lo quiero tirar hoy.

-¿Cómo? Ni hablar. Tú no te tiras a ese -parecía convencido de lo que decía.

-¿Por qué?

-Porque no me gusta para tí, es muy poquilla cosa.

-Bueno, me lo tiraré si yo quiero.

-Te digo yo a ti que no te lo vas a tirar -me sonrió.

-No me vaciles.

-No te estoy vacilando -se acercó a mi oído y comenzó a susurrar-. Te estoy diciendo que no te lo vas a tirar. Punto.

Se separó de mí y estaba sonriendo. No voy a mentir, que me dijera directamente que no me lo iba a tirar dando a entender que era porque a él no le daba la gana me puso cachondo, sobre todo cuando lo acompañaba con aquella sonrisilla de capullo.

-Eres bobo -le di una colleja y salimos de la cocina.

Cuando salimos, me abrazó por detrás y me dio un beso en la mejilla. ¿Por qué hacía eso? Nos llevabamos genial y nos teníamos cariño, pero nunca nos habíamos dado besos ni abrazos.

Ignoré aquel gesto y decidí seguir bebiendo de la copa que me había echado antes de “romper” la otra. Cuando me la terminé, Andrés cogió y me condujo al baño. Él a mí. Al baño. Como podréis imaginar mi corazón iba latiendo con furia, pero me controlé porque era el novio de mi mejor amiga. Si llegase a ser un desconocido ya le habría metido mano.

Cuando entramos al baño echó el pestillo y se sacó de los pantalones la botella y me la pasó. La botella de alcohol estaba un poco húmeda y caliente, del sudor de Andrés. Era el sudor de los muslos y los nervios a ser pillado, vamos lo sabía porque era imposible que aquella botella la escondiese en sus calzoncillos sin levantar sospechas.

-Vamos a echarnos otra y a esconderla -me dijo.

-Si ya tenemos escondite -dije con una mueca de picardía.

-Si, y mañana tendré los huevos bañados en alcohol. Tio yo quiero bailar y todo, no puedo hacerlo con la botella.

Le quité la botella y, con rabia, comencé a llenar ambos vasos hasta su límite máximo. Le di uno a Andrés y, analizando el baño, encontré un escondite.

-Nadie va a mirar detrás del retrete -dije sonriendo mientras metía la botella.

-Tío que asco, que ahí mea y caga la peña…

-Es aquí o en tus huevos toda la noche.

No habló y entendió que la mejor opción era detrás del retrete. Hicimos un brindis y nos bebimos casi media copa del tirón.

-Eres un maquina tío -me dijo.

-Que va, solo soy increíble -dije bromeando y riendome

-No, lo digo en serio, si no fuera por ti estaría ahora mismo solo aquí encerrado -sonrió dulcemente.

-Bueno, me gusta estar contigo y eres un buen tío y… -con la media copa se me estaba yendo la lengua- No te preocupes, seguro que en cualquier momento llega Laura.

Dicho y hecho. En el momento en el que dije eso todos fuera del baño empezaron a aplaudir, y tanto Andrés como yo pensamos que era ella, y salimos a recibirla.

Efectivamente, Laura había llegado por fin. Llevaba un vestido precioso, unos tonos más oscuro de blanco, y la verdad es que le quedaba genial. Era una chica que tenía muy buen cuerpo, era muy guapa de cara y ademas era alta. Ella y Andrés hacían una pareja genial si dejabas de lado la dinámica pija-choni que se llevaban entre ellos.

Andrés inmediatamente corrió hacia ella, la levantó en el aire y le comió la boca, y algo en mi interior se apagó. No sentía nada por Andrés, solo sentimientos de buen amigo, pero en ese momento me di cuenta de que siempre sería el tercero en un grupo de tres. El que sobraba cada vez que querían hacer algo de pareja. El que dormía solo.

Tampoco me entristecía, pues desde que lo dejé con mi ex ya estaba acostumbrado a tener solo líos de una noche y poco más, pero se notaba tanto que Andrés quería mucho a su novia que deseaba tener algo así. Alguien que me quisiera con Andrés.

Cuando todo el mundo felicitase a Laura lo haría yo, mientras tanto me acerqué al lugar del DJ. Luxx estaba a lo suyo, sin prestar demasiada atencion a la llegada de la cumpleañera, simplemente tocando su música.

-Oye, ¿eres ya famoso? -pregunté de broma, sonriendo.

-Anda que si fuera famoso iba a estar aquí.

Los dos nos reimos y nos miramos durante unos instantes.

-¿Tenéis una relación abierta? -preguntó de pronto.

-¿Cómo?

-Perdona, es una cosa personal, no debería habertelo preguntado -se cortó un poco.

-No, no. No te disculpes, es que no entiendo la pregunta -sonreí para que viese que iba de buen rollo.

-Pues… tienes ese rollito raro con el chaval del chandal -señaló a Andrés con la cabeza- y ahora viene la otra chica y se lían.

-¿Rollito raro? -me reí a carcajadas- Ella es mi mejor amiga, y él su novio, esa es nuestra relación. No hay ni relación abierta ni rollito raro.

-Bueno, esa será tu opinión.

-No te entiendo…

-Entro a la salita esa de ahí y os veo juntos, a solas. Cuando pregunto qué pasa él se pone a la defensiva. Estabais aquí juntos y solos antes de que yo llegase, y luego habéis estado como 15 minutos solos en el baño.

-Joder, hijo, me has estado estudiando -dije bromeando, pero todo lo que contó era cierto.

Sonaba sospechoso, como si estuviésemos liados, pero es que no era cierto. Simplemente dio la casualidad de que todas esas cosas ocurrieron.

-No te he estado estudiando, pero me doy cuenta de lo que pasa a mi alrededor -se encogió de hombros.

-Si tanta cuenta te dieses sabrías que no hay nada raro -me giré y vi lo acaramelados que estaban Andrés y Laura-. Solo hay que verlos para saber que no hay nada raro.

-Como tú digas…

Estuvimos un rato más hablando sobre la música. Luxx estudiaba fisioterapia y tenía 21 años. Vivía solo ya que no era de mi ciudad, sino que estaba como estudiante. Nos reimos mucho, era tan gracioso como yo, algo que siempre me atraía en los hombres. El sentido del humor era super necesario para mí.

Me confirmó mis sospechas, que era gay, y durante unos minutillos estuvimos hablando de pasadas relaciones y demás. Aquello parecía una cita.

-Oye, estoy intentando dedicarme a esto así que cuando trabajo me gusta mantenerme profesional, pero si quieres te doy mi Instagram y quedamos un día, o dos -me sonrió.

-Me encantaría -le devolví la sonrisa de manera cálida y amigable.

Si no surgía nada entre nosotros, al menos era amable y no parecía estar loco de la cabeza, por lo que me parecía genial quedar en alguna ocasión con él.

La fiesta estaba yendo bien, pero yo estaba aburrido. Hablar con Luxx fue lo mejor, pero tenía que trabajar y no podía estar robándole tiempo cada vez que me sintiese aburrido, por lo que bailé un poco, pero como bailé solo me senté. El resto de mis amigos estaban divididos en pequeños grupitos e iban hablando, mientras yo me dedicaba a acabarme la segunda copa que me había echado.

Andrés vio que me había sentado y cogió una silla y se sentó a mi lado. En ese momento, por puro instinto, miré a Luxx y lo pillé mirándonos. Estaba convencido de que había un rollo entre nosotros, pero estaba equivocado.

-Nos hemos currado la fiesta, pero qué coñazo -me dijo Andrés.

-Al menos Luxx está poniendo música buena.

-Sí, aunque tampoco es que sea muy difícil darle a unos botoncitos -puso los ojos en blanco.

-Entonces ponte tú ahí y anima la fiesta, ¿no?

-Uy, ¿ya lo estás defendiendo? Si ni siquiera os habéis liado todavía -se rio.

-Qué pesado eres -dije un poco molesto.

-¿Estás tonto o qué? Que estoy de broma -me dio una colleja.

-Perdona, es que estoy aburridísimo la verdad. Este tipo de fiestas no son mis fiestas.

Miramos alrededor y daba pena ver aquello. Seguro que para alguien que disfrutaba relajándose con una copa, una charla y música de fondo aquel ambiente era genial, pero para mí, que disfrutaba estando en una discoteca donde bailase todo el mundo pegado porque no habia hueco ni para pasar y que no supieras si estabas bailando con tu amigo o un desconocido, pues no estaba genial. Estaba, sinceramente, aburrido. Además, el pobre de Luxx se estaba currando la música o solo bailaban un par de personas y muy de vez en cuando, por lo que me daba pena. Él parecía estar pendiente de la música y poco afectado porque no bailasen, pero a mí me molestaba.

-Yo puedo hacer otra fiesta -susurró Andrés.

-¿Qué fiesta? -pregunté curioso.

-¡La que te va a dar esta! -exclamó mientras se agarraba el paquete sobre el chandal y lo movía un poco.

Comenzó a reirse como un chaval de instituto que acababa de soltar su primera broma guarra.

-Que básico eres a veces.

-Callate anda -se metió la mano bajo los pantalones-. Lo digo en serio.

Que tuviese la mano en los pantalones mientras decía que su polla me iba a dar fiesta me puso nervioso. ¿Se la iba a sacar ahí en medio? ¿Delante de su novia? ¿Frente a todos? Miré hacia Luxx y comprobé que no perdía vista del espectáculo. Aquel DJ parecía que siempre estaba en su mundo y que solo miraba hacia mi dirección cuando Andrés estaba haciendo algo sospechoso. Era muy oportuno siempre.

Finalmente se sacó la mano. Las ilusiones que me había hecho de verle la polla se desvanecieron, pero otra cosa nueva apareció. En la mano tenía una pequeña bolsita transparente, como el tamaño de un pulgar, y un polvillo blanco dentro.

-Eso es…

-Sí -me dijo sonriendo.

-Cabronazo -ambos nos reímos.

Nos levantamos sin perder ni un segundo y sin más dilación nos encerramos en el baño. Ni siquiera nos molestamos en echar el seguro, si alguien nos pillaba podía unirse o irse.

Para ser sinceros, yo no estaba muy acostumbrado a esas cosas. Había consumido más de una vez, pero de manera muy esporádica. Creo que nunca me había metido dos veces en un mismo año, por miedo a engancharme y porque no lo necesitaba para pasármelo bien, pero aquella noche mi cuerpo me pedía adrenalina, diversión y cualquier cosa que se pudiera beber, fumar o esnifar.

Andrés se preparó un poco con su tarjeta de crédito, y sin perder tiempo lo aspiró todo del tirón. No puedo mentir, me ponía ver a hombres fumando, metiéndose cosas, etc. Aunque no era algo que practicase comumente, las sustancias eran uno de mis incontables fetiches.

Se rascó la nariz y se limpió restos, pasándose el dedo por los dientes.

-Joder, que bien -dijo excitado.

-¿Te metes normalmente?

-Qué va, lo unico que hago mucho es fumar porros, pero esto es muy de vez en cuando, llevo meses y meses sin meterme nada de nada -sonaba convincente, así que me lo creí-. ¿Y tú?

-Creo que solo me he metido 2 o 3 veces.

Me daba un poco de corte porque él sonaba mucho más experimentado, pero tampoco había tenido mucho tiempo para darle a todo, y tampoco es que tuviera interés en engancharme, así que no pensé mucho en ello.

-¿Te la preparo? -preguntó Andrés, a lo que yo simplemente respondí asintiendo con la cabeza.

No tardó nada, y cuando ya estaba preparada me puso la mano en la nuca y acompañando mi cabeza, sin hacer fuerza ni empujar, hizo que lo aspirase todo.

La sensación era molesta cuando entraba en contacto con la nariz. Andrés me agarró con un poco de fuerza e hizo que inclinase la cabeza. Se acercó y lamió mi nariz, y creo que su lengua tocó levemente mi labio superior. Aquello me puso a mil, pero no entendía porqué lo hizo. Lo miré sorprendido e impactado.

-Tenías restos y no lo podía desaprovechar, que no es barata -se rio.

-Bueno pero lo hubiese aprovecharo yo -bromeé.

-Bastante tienes ya, no quiero que te de nada.

-No me va a pasar nada.

-Bueno, te he dicho que ya has tenido bastante, ¿no?

Su voz autoritaria hacía que temblase de placer, y me gustaba que me diese órdenes y me mandase, pero tampoco iba a dejar que me pisotease.

-Bueno, haré lo que yo quiera.

-Harás lo que yo te diga -me guiñó un ojo y sin dejar que le respondiese salió del baño.

Lo seguí y vi que se dirigía hacia el DJ. Cuando quise acercarme, ya había terminado de hablar con él. Lo que le metió debió de haberle hecho efecto rápido, porque se puso en el centro del local y junto a la música de Luxx comenzó a bailar. No bailaba demasiado bien, como el tipico tio hetero de fiesta un sabado por la noche, pero al menos se movía. Lo daba todo con los brazos, con las piernas y con la cadera, y a diferencia de mis amigos él si disfrutaba.

Yo de verlo me animé. Pasaba de estar toda la fiesta aburrido, además lo que me había dado Andrés me había puesto a punto. Me lancé al centro del local con él y comenzamos a bailar. Lo estábamos dando todo. Estábamos sudando como si estuviesemos en una rave, yo tenía el pelo pegado en la frente y notaba la camiseta humedeciéndose, pero me daba igual. Andrés y yo estábamos bailando, saltando, cantando y riendonos.

Miré a Luxx y estaba sonriendo. Tenía claro que quería intentar algo con el porque era super mono y parecía super bueno.

De pronto, Laura se unió a nosotros, y poco a poco se unió el resto de mis amigos. Primero las tías, y como si oliesen un posible rollito con ellas se acercaron los tíos. Bailamos todos juntos, y vi cómo poco a poco iban incorporando a Andrés. Me alegraba ver que por fin le hacían sentir uno del grupo y le daban una oportunidad, y era feliz viendo que se lo pasaban tan bien con él como yo.

Algunas amigas de Laura bailaban con él, otros empezaban a saltar con él y yo estaba contento.

Llegó un momento en el que Andrés y yo necesitabamos descansar. No sabía que me había dado pero no recordaba que las veces anteriores que me había metido hubiesen sido tan fuertes. Nos dejamos caer sobre las sillas, super cansados, sudando y riéndonos.

-Que bien bailas -me dijo.

-Años de fiesta

Ambos nos reímos y estuvimos un minuto en silencio. Luego se giró hacia mí.

-Eres la mejor persona de aquí.

-Anda, cállate -dije de broma, estaba un poco cortado.

-Lo digo en serio. Eres un gran amigo y me lo estoy pasando genial gracias a ti.

Puso su mano en mi muslo y comenzó a acariciarlo lentamente. Debería haber apartado su mano, pero no lo hice, y dejé que siguiera acariciándome. Tenía la cabeza un poco reclinada y me miraba fijamente mientras sonreía. En los ojos se le notaba que iba colocado, y estaba seguro de que yo también parecía estarlo. Iba subiendo poco a poco la mano, y mi corazón latía cada vez con más fuerza. Estaba nervioso, mucho, y a la vez asustado. ¿Estaba haciendo aquello en público? ¿Era real o me lo estaba imaginando yo del colocón que llevaba? No tenía ni idea, pero no quería que lo dejase.

No fui yo el que lo hizo parar, sino otra persona. Lo miré a la cara y vi cómo abría los ojos de par en par hacia la puerta. Miré en la misma dirección y vi a Pepe, el ex de Laura, entrando a la fiesta. ¿Qué hacía allí? Se acercó a Laura y le entregó un regalo y le dio un abrazo. Aquella mano estaba demasiado baja, y no fui el único en darme cuenta.

Andrés, consumido por la furia, se levantó y rápidamente se lanzó hacia Pepe. Primero lo empujó, separándolo de su novia, en señal de advertencia. Pepe, reuniendo todo el valor que jamás había tenido, empujó a Andrés de vuelta. Esto fue lo único que le hizo falta al novio de mi mejor amiga para soltarle un puñetazo en la boca. Pepe cayó de espaldas, y sin perder tiempo Andrés se abalanzó sobre él y siguió pegándole puñetazos.

-¡Andrés para! -gritaba mi amiga.

Algunos de nuestros amigos intentaban meterse para separar a Andrés y evitar que la cosa pudiera acabar peor de lo que ya estaba, pero Andrés se los quitaba de encima rápidamente. Supe que tenía que separarlo yo. Me acerqué a él por la espalda, grave error, y cuando lo agarré de la camiseta se giró y me pegó un puñetazo en una mejilla.

Caí también al suelo, y al ver lo que había hecho su cara cambió y se agachó para ayudarme extendiendo sus manos. Yo le pegué un manotazo, me levanté solo y me metí corriendo en el baño.

No sé qué ocurrió después, pero escuché a Laura gritar “¿eres gilipollas?”. No sabía si se dirigía a Andrés o Pepe, y la verdad es que me daba igual. Me acababan de pegar un puñetazo y ya estaba comenzando a hincharse la mejilla.

Escuché gritos fuera. ¿Se estarían peleando de nuevo? Me daba igual, me daban igual los dos.

Pegaron en la puerta y pensé que era Andrés para disculparse o Laura para ver cómo estaba.

-¡Dejadme! -nunca había estado tan enfadado.

-Soy yo, era solo para saber si estabas bien.

La voz de Luxx sonó al otro lado de la puerta. No sé porqué pero aquel “era solo para saber si estabas bien” me hizo sentir bien, y el enfado se me rebajó, aunque seguía muy molesto.

Decidí abrirle la puerta. Lo hice, entró y cerró tras él.

-Déjame ver…

Me cogió con un par de dedos delicadamente de la barbilla y subió mi cabeza para poder ver el golpe a la luz. Su expresión de concentración era muy mona, aunque cualquier expresion le quedaría bien con aquella cara.

-Vas a tener una buena marca durante unos días.

-No sabía que los fisioterapeutas sabían de medicina.

-No puedo tratarte nada importante, pero sé sobre músculos, golpes, etc. -sonrió.

-Gracias por preocuparte por mí.

-¿Cómo no iba a hacerlo? Eres el único decente de esta fiesta y te llevas tremendo puñetazo…

-Andrés también es decente…

-¿Después del puñetazo que te ha metido lo defiendes? Y pretendes que no crea que estais liados.

-Es que no lo estamos, no ha pasado nada entre nosotros -me llevé la mano a la mejilla-, y el puñetazo ha sido porque estaba ciego de ira, no porque quisiera pegarme.

-Más le vale, porque si te vuelve a pegar… -vi que estaba molesto.

-¿Qué?

-Nada, que no te lo mereces.

-No me conoces -me encogí de hombros.

Se acercó a mí y dio un pequeño beso en los labios. Luego se separó y me miró sonriendo. Le devolví la sonrisa.

-Espero conocerte más… Me voy a ir ya y solo quería asegurarme de que estabas bien.

-Estoy bien, no te preocupes.

-Pues me voy preocupado, así que pasa del tío ese y escríbeme cuando llegues a casa -me abrazó.

-Lo haré.

Nos despedimos, me dio otro beso, esta vez mucho más largo e intenso y salió del baño.

Yo me quedé dentro todavía. Ahora que Luxx se iba a ir y que la cosa parecía haberse calmado fuera, no quería salir y enfadarme otra vez al ver a Andrés. ¿Cómo había sido capaz de pegarme un puñetazo cuando solo intentaba ayudarle? Y no era posible que no me hubiese visto, porque se giró antes de dármelo, o sea que había visto mi cara antes de lanzar el puñetazo.

Tenía ganas de llorar, ¿qué coño hacía Pepe allí? Laura me había dicho que no lo iba a invitar, y allí estaba. Conocía lo suficiente a mi amiga, mi mejor amiga, como para saber que no le estaba poniendo los cuernos a Andrés, pero seguía empeñada en llevarse bien con Pepe. ¿No se daba cuenta de que lo único que Pepe quería era provocar a Andrés y volver con ella?

Alguien pegó en la puerta.

-¿Luxx?

-No -dijo Andrés que abrió la puerta y entró. Había olvidado echar el pestillo después de que Luxx saliese.

Nos quedamos un rato en silencio, mirándonos el uno al otro. Él vio cómo me había dejado la mejilla y agachó la cabeza arrepentido, yo no quería ni hablar con él, pero no podía echarlo.

-Julio…

-Déjame, no me apetece hablarte.

-Julio… por favor… ha sido sin querer.

-Andrés, en serio, no me apetece hablar ahora mismo.

Intenté salir del baño, pero Andrés se interpuso entre la puerta y yo, cortándome así la salida. Forcejeé con él, intentando hacer que se apartase, pero no lo conseguí porque era mucho más fuerte que yo.

-¡Dejame salir! -le pegué un puñetazo en el pecho.

Pareció no afectarle lo más mínimo. No se movió, ni mostró ninguna expresión de daño, simplemente me miró como esperando a que se me pasase el enfado para poder hablar él.

-No voy a hablar contigo. ¡Quitate! -le pegué otro puñetazo, pero siguió igual que antes.

-Julio…

No le dejé terminar e intenté forcejear con él de nuevo, sin éxito. Le iba a pegar nuevamente, pero me agarró la muñeca en el aire.

-Te estás pasando, Julio -me dijo en un susurro con un tono serio en la voz.

-¿Que me estoy pasando? ¡Me has pegado un puñetazo! -le grité en la cara.

-¡Ha sido sin querer! -me devolvió el grito. Él era mucho más intimidante que yo.

-¿Sin querer? Te has girado y me has dado un puñetazo que me ha tumbado. ¿Tú pegas con tanta fuerza a alguien por accidente?

-Te juro que ha sido así, Julio. ¿Por qué cojones iba a querer pegarte? -se notaba que estaba furioso porque no le comprendía.

-Cuando te pones violento pierdes la cabeza. ¿Para qué coño le pegas a Pepe?

-¿Has visto cómo estaba tocando a Laura?

-¡Laura lo ha invitado! -grité molesto- No puedes ir pegándole a la gente cada vez que te parezca. Si Laura lo ha invitado te aguantas.

-¡¿Que me aguante?! -me gritó a escasos centimetros de mi cara- Sabes que no puedo ni verlo y me dices que me aguante.

Nos quedamos en silencio un tiempo. Yo tocándome la mejilla, y él intentando calmarse. Nunca nos habíamos peleado, por lo que aquella era nuestra primera discusión, y desde luego que no se sentía bien. Yo tenía ganas de llorar, no sabía si por el dolor de la hostia o el dolor de discutir con el que a aquellas alturas ya consideraba mi mejor amigo, pero no fui yo el que lloró. De pronto, sin esperarlo para nada, Andrés comenzó a llorar. Lloraba en silencio, supongo que porque le daba vergüenza hacer algun ruido, y las lágrimas le caían a montones desde los ojos.

-No llores -no me apetecía consolarlo pero me sentía en la obligación de hacerlo-. Que Laura haya invitado a Pepe no significa nada.

-No lloro por Laura -dijo entre sollozos-. Quiero protegerte y lo primero que he hecho ha sido pegarte. Cuando me agarraste creía que eras algún amigo se Pepe que quería darme por la espalda, y reaccioné sin pensarlo. Si me hubiera dado cuenta de que eras tú jamás te habría tocado ni un solo pelo. Solo quiero que nadie te haga daño.

-¿Por qué te preocupes en protegerme? Puedo hacerlo solo -dije sintiendome débil ante sus palabras.

-Eres mi mejor amigo, y te quiero mucho. Quiero protegerte tanto como a Laura, o incluso más.

-Andrés…

-No debería decir eso, lo sé, pero es la verdad -se secó los ojos con los dedos.

-Si la gente escuchase lo que has dicho pensarían que pasa algo raro.

Se acercó a mí y me abrazó. Me abrazó muy fuerte, y noté que respiraba relajado por saber que ya no estaba enfadado y que no intentaba apartarlo de mí. Sentir su calor se sentía de maravilla, y era como si curase mi alma, por supuesto que no quería apartarlo de mí. Jamás.

-Solo somos amigos… -dije, aunque deseaba equivocarme.

-Mejores amigos…. -me corrigió él.

Levantó la cabeza y me dio un beso en la comisura de los labios. No sabía si lo había hecho queriendo o si había sido un error, pero me gustó y mucho. No me moví, simplemente dejé que hiciera lo que le daba la gana. Siguió dándome pequeños besos con los labios en la comisura, en la mejilla donde me había dado el golpe, en el cuello… En ese momento no pude evitar gemir, y él lo notó. Lo tomó como una señal, y sacó la lengua y la pasó desde mi clavícula hasta la mandíbula, lamiendome todo el cuello.

-Andrés…

-Cállate -me dijo con voz autoritaria, pero se dio cuenta de que después del puñetazo no tenía mucha autoridad en mi- Por favor.

Decidí callarme. Secretamente había deseado aquello durante mucho tiempo. Muchísimo. ¿Estaba realmente dispuesto a hacer algo con el novio de mi mejor amiga, aquella a la que consideraba mi propia hermana, cuya familia me había tratado como uno de los suyos desde el primer momento y que confiaba en mí más que en nadie? Aquel era un nivel de traición mayor que cualquier otro, y no estaba seguro de querer traicionar a Laura.

Andrés notó mis dudas.

-Por favor… -suplicó- Lo necesito.

No sé porqué, pero llevé mi boca a la suya para intentar besarlo. Cuando estaba escasos centímetros de su cara, puso un dedo sobre mis labios y evitó el beso.

-No podemos besarnos -lo miré extrañado-. Por Laura sería mejor que no hubiera sentimientos entre nosotros. Solo somos mejores amigos.

Aquello me dolió un poco, pues además de sentir cosas hacia él como mejor amigo, también notaba otro tipo de sentimientos, pero decidí callármelos, no iba a ser yo el tonto que los reconociese.

Agaché la cabeza por la decepción, pero noté la mano de Andrés levantándome la barbill. Se inclinó y me dio un leve beso en los labios, sin lengua. Se lo devolví.

-Es lo único que puedo prometerte -me susurró mientras nuestros labios quedaban a milímetros de distancia.

-Es suficiente -sonreí.

Sin perder más tiempo, me acarició levemente el pelo y empujó de mi cabeza hacia abajao. Sabía lo que quería. Me arrodillé sin oponer resistencia, y mientras hacía esto oí como él echaba el pestillo de la puerta del baño.

Cuando estuve de rodillas comencé a acariciar su polla sobre la tela negra del chándal. Ya llevaba una erección importante, y se le marcaba bajo los pantalones. No había nada que me pusiera más cachondo que un tío en chándal y empalmado, así que no pude resistir el impulso de rodear la punta de aquel bulto con mis labios y comenzar a lamer, aunque le dejase el chándal babeado. Andrés simplemente gemía de una forma muy suave, como si estuviera suspirando, y me agarraba la nuca firmemente pero sin apretar.

Estaba a punto de traicionar a mi mejor amiga, a mi hermana, pero me daba igual.

Le bajé los pantalones y, como la puta que he sido siempre, comencé a pegarme en la cara con aquel pedazo de carne duro mientras que miraba a Andrés. El sonrió.

-¡Joder! -exclamó al verme sonreir mientras me pegaba pollazos con su rabo.

Llevé la cabeza de su cipote a mis labios y comencé a chupar y succionar como un bebé de su biberón, todo mientras lo miraba. Él mientras tanto me acariciaba la mejilla y me sonría. De verdad me quería y me protegía, y se preocupaba por mi, sino no estaría haciendo aquello conmigo y lo estaría haciendo con Laura, ¿no?

Empujó un poco la cabeza, de nuevo sin ser agresivo, y supe lo que quería con aquello. Comencé a chupársela de una forma más activa. Pasaba la lengua por su prepucio y su cabeza, que estaban ya húmedos y sabrosos. Daba círculos alrededor de su falo y no apartaba ni un solo cm de mis labios de aquella polla. Era perfecta, y parecía hecha a medida para mi boca.

Tenía pelitos en la polla. No una gran mata, pero se notaba que llevaba un par de semanas sin afeitarse, y honestamente me volvía loco. Quería oler aquellos pelos, NECESITABA saber a que olía el tío que me estaba dando de comer. Necesitaba saber a qué olía el aroma de mi mejor amigo y el novio de la que consideraba mi hermana.

Hundí mi cabeza lo máximo que pude, y debido al placer las caderas de Andrés se fueron hacia atrás. No iba a desperdiciar aquella oportunidad, así que lo agarré por el culo y empujé su cuerpo contra mi cara.

Me hundió la polla hasta el fondo de la garganta, haciendo que soltase una sonora carcada y que mi boca produjese una cantidad exagerada de babas. Mi nariz quedó contra su pelvis por fin, y no dudé en respirar. Aspiré su aroma, y olía maravillosamente a hombre. A no haberse euchado aquel día, a huevos y polla sudados por tanto bailar, a calzoncillos que me encantaría tener hundidos en mi boca para poder beber de ellos como si fuesen una bolsa de té.

Quería todo de él, y de momento me lo estaba dando.

-Sigue, Julio, sigue -dijo entre gemidos.

Me puso cachondo que dijera mi nombre mientras vivía el placer, y eso me hizo darle más potencia a la mamada. Subía y bajaba ahogándome en ella, dejando la polla babeada y mi lengua dormida, casi no la notaba ya. Con una mano pajeaba aquel rabo mientras que con la boca cubría su cabeza y con la lengua realizaba pequeños círculos y movimientos suaves y rápidos en la zona de su frenillo. Cuando echaba su prepucio hacia atrás y conseguía saborear al máximo su polla sentía que estaba a punto de correrme.

De pronto algo cayó en mi frente, y me saqué la polla de la boca.

-¿Qué coño? -dije limpiandome aquel polvo de la frente.

-Perdón tío, se me ha caído.

Miré hacia arriba y vi a Andrés haciéndose una raya del tamaño de mi cabeza. Era enorme. Sin ni siquiera dudar se la metió del tirón.

-¿Quieres?

Me encogí de hombros, y él lo interpretó como un sí, pero hizo algo que no me esperaba. Se echó un poco sobre su polla y con su DNI lo puso de la mejor manera posible para que pareciese una línea. La linea mas blanca y apetecible del mundo entero sobre su polla mestiza morena. No dudé ni un instante, acerqué mi nariz a aquella polla e inspiré aquella magia.

Miré hacia arriba, hacia la cara de Andrés, y él me acariciaba el pelo y la mejilla en la que me había dado el golpe mientras sonreía. ¿Estaba contento por lo que le estaba haciendo? ¿Estaba orgulloso de mi? Nada me gustaría más que aquellas cosas.

Me cogió de la nuca y esta vez con más fuerza me metió la polla tan profunda como pudo. Comenzó a follarme la boca de una manera brutal y bestial, tanto que me dolía, pero no se me ocurriría quejarme. Mis babas caían sobre mi pecho y mis pantalones, y me estaba poniendo perdido. Andrés me cogió de las orejas como si fuese una simple mujer y pegó mi cabeza al lavabo, y sin malgastar tiempo siguió follándome la garganta. Me daba con la cabeza en el mármol del lavabo, pero parecía no importarle. Lo que de había metido lo había convertido en un depredador y a mi en su presa.

Solo tuvo que dar dos estacadas más y mi boca comenzó a recibir trallazos de semen caliente y espeso que caían por las paredes de mi garganta. Yo me lo intenté tragar todo, pero era imposible y me salió por la comisura de los labios. Se me saltaron las lágrimas de la presión que Andrés estaba ejerciendo, y cuando soltó mi cabeza pude respirar. Absorbía bocanadas y bocanadas de aire como podía, mientras intentaba tragarme la saliva y el semen que tenía todavía en la boca.

Andrés ni siquiera me ayudó a levantarme. Simplemente se guardó el sobrecito pequeño en el bolsillo, se subió el chándal y salió por la puerta. No sé a dónde se dirigió, ni qué pasó con él, pero yo salí corriendo del baño para que nadie me viese e hice una carrera hasta mi casa.

Cuando llegué y me tiré en la cama y vi un whatsapp de Andrés que decía “Lo siento.” justo antes de bloquearme.