Dos zorras mirándose al espejo
Sentada en la sala de la casa, Mary se encontraba frente a la televisión mirando una serie en Netflix que en ese momento se encontraba pausada.
Miró hacia el reloj que colgaba de una de las paredes de la casa y vio que eran las 10 de la noche. Resopló; ella y su hermana Mira estaban solas en casa a raíz de que su tía abuela Carolina había fallecido, por suerte ellas nunca habían conocido a la mujer, por tal motivo sus padres les perdonaron de ir hasta el otro lado del país a un funeral, pero quedarse solas en casa un fin de semana, si bien antaño podría parecer el sueño de todo universitario que se apreciara, era una pesadilla en esos tiempos de pandemia. Al haber regresado el semáforo a naranja, todos los antros estaban cerrados y tras que unos cuantos de sus compañeros de clase se enfermaran de Covid a inicios de la pandemia, ahora se lo pensaban un poco más para arriesgarse a reunirse. Por tales motivos, ahora tenían que pasar el fin de semana, solas en casa, sin poder hacer otra cosa más que ver Netflix.
Escuchó unos pasos hasta que alguien se colocó a su lado en el sillón. Se giró a ver a la persona y vio a su hermana Mira: con su largo y liso cabello castaño, su piel blanca con su cara de muñeca y su cuerpo delgado, con pocas tetas y un trasero un poco respingón, enfundada en una pijama de cuadros rojos. Mira era su vivo retrato y por una muy sencilla razón: eran gemelas.
Mira llegó a su lado y le ofreció una de las dos tazas que llevaba con ella.
—¿Té de canela? —preguntó Mary tomando la taza.
Mira sonrió y dijo:
—Tu favorito —dijo su gemela sentándose a su lado.
Era verdad. Su hermana la conocía mejor que nadie.
—Bueno, ya ponle play a la serie que quiero ver en qué termina —pidió Mira mirando hacia la pantalla.
Mary le dio play y la imagen en la televisión comenzó a moverse. Le dio un trago a su bebida y sintió algo raro.
—¿Le pusiste algo al té? —preguntó mirando el líquido rojizo en su taza.
—No, ¿por qué? —preguntó Mira sin dejar de mirar a la pantalla.
—Me dio un sabor extraño ahora que lo probé.
—Igual y es la nueva marca que compró mamá —respondió Mira sin darle mucha importancia—. ¿Por qué? ¿Sabe feo?
Mary negó con la cabeza y dijo:
—No, es solo que me dio un sabor un poco más dulce de lo normal. Me sorprendió, eso es todo.
Mira rio pero ya no dijo nada, concentrándose en continuar viendo su serie. Mary decidió hacer lo mismo y se dedicó a también ver en qué terminaba la historia mientras de tanto en tanto le daba tragos a la bebida caliente.
Pronto terminó su bebida, dejó la taza en la mesa de centro y se dedicó a seguir mirando la serie. Pasó una hora y mientras seguía mirando su programa, Mira giró la cabeza y notó algo a su lado: Mary estaba cabeceando y se le estaban cerrando los ojos.
—¿Estás bien? —le preguntó a su hermana.
Mary la miró, bostezó y dijo:
—Creo que el té me dio más sueño, debiste hacerme un café.
Y se talló los ojos.
Mira rio y dijo:
—Mejor ya vete a dormir.
—Sí, eso haré —dijo Mary con otro bostezo—. ¿Vienes?
—Termino de ver este capítulo y te alcanzo —respondió Mira volviendo a mirar la pantalla.
—Bueno… —dijo Mary poniéndose de pie y yendo en dirección a las escaleras—. No te quedes hasta muy tarde.
Y así, subió las escaleras a la planta alta de la casa mientras que abajo, todavía mirando hacia la pantalla, una sonrisa malvada se esbozó en los labios de Mira.
Pasó algo de tiempo y Mira miró hacia el reloj colgado de la pared: ya habían pasado quince minutos desde que su hermana se había ido a la cama. Su sonrisa malvada volvió a dibujarse en su rostro y dijo:
—Ya debería ser suficiente.
Paró la serie y apagó la tele, se puso de pie y caminó hasta las escaleras para subir a la planta alta de la casa y de ahí, fue a la habitación que compartía con su hermana.
El cuarto era bastante grande, tenía que serlo considerando que dos chicas habían crecido ahí, tenía su closet, su tocador, un esquinero con adornos varios y lo más importante: dos camas, una para cada una de las gemelas. Y en la de la izquierda, se encontraba tumbada boca arriba Mary profundamente dormida.
Mira se acercó con las manos en la espalda a su hermana y preguntó:
—¿Mary? ¿Mary, estás despierta?
Pero no obtuvo respuesta.
Luego se inclinó sobre su hermana, le abrió el párpado… y nada: Mary continuó tan dormida como siempre.
Una pequeña risita salió de Mira antes de decir:
—Funcionó.
Mary había adivinado: Mira sí le había echado algo a su té. Era un pequeño fármaco que le había facilitado uno de sus amigos el cual, con un par de gotas diluidas en cualquier bebida, bastarían para caer profundamente dormido por un par de horas.
—Ahora eres mía, querida hermanita —dijo Mira apretando las piernas ya sintiendo humedad en medio de estas.
Así era: Mira era lesbiana, pero una con unos gustos un poco particulares, desde que era niña estaba enamorada de su propia hermana gemela y cuando llegaron a la pubertad y las hormonas empezaron a hacer lo suyo, deseaba hacer con su hermana algo más que solo tomarla de la mano o darle unos inocentes besos en la mejilla. Sin embargo, nunca tuvo oportunidad de hacer algo con Mary, tanto porque le constaba que su hermana era hétero como que siempre había alguien alrededor de ellas que impedía hacer algo, pero ahora que sus papás estaban lejos y gracias a ese milagroso fármaco que le habían facilitado, ahora Mira estaba en la mejor posición de hacer realidad sus más depravadas fantasías con el cuerpo de su hermana.
Lo primero que hizo fue montarse sobre su hermana y mientras con las manos apretujaba las pequeñas tetas de Mary, empezó a besar a la muchacha por la cara, el cuello y los labios, aunque esta por su estado no pudiera regresarle los besos con la misma pasión que ella le demostraba.
Pronto se cansó de esa posición y se levantó un poco para empezar a desabotonar el pijama de su hermana y al hacerlo, vio los pechos de Mary ya solo cubiertos detrás de un sencillo bra de tela blanca, el cual ella no tardó en bajar para dejar libres los pezones rosas de su hermana que por el manoseo previo, ya estaban un poco erectos y lo terminaron de estar una vez que con glotonería, Mira se los llevó a la boca y empezó a chuparlos, lamerlos y a mordisquearlos un poco, disfrutando del sabor de su hermana.
Cuando al fin se llenó la boca con la sensación y el sabor de esos bonitos pezones que ya habían quedado duros como pequeñas piedras, Mira levantó la mirada y vio hacia el rostro de su hermana: continuaba profundamente dormida, pero un leve rubor había aparecido en su rostro, lo que ella quiso interpretar que en su inconsciencia, lo estaba disfrutando.
Con más valor, se levantó de la cama para quitarle el pantalón de la pijama a Mary y de un tirón se lo sacó con todo y bragas, dejando al descubierto sus largas y delgadas piernas y su coño que tenía una mata de cabello castaño sobre él. Esa era una de las pocas diferencias entre las gemelas: mientras que a Mira le gustaba estar bien depilada de allá abajo, a Mary le daba flojera depilarse y prefería solo “podar” lo necesario.
Mira mientras tanto le abrió las piernas a su hermana para dejar mejor la vista a esa conchita rosa y vio un par de gotas de sus fluidos vaginales escurriendo.
—Pequeña zorrita —dijo Mira con una gran sonrisa—. Bien hétero pero bien que te encantó que tu gemela te besuqueara.
Y diciendo eso, le pasó el dedo por los labios vaginales para agarrar una de esas gotas perladas y llevársela a la boca, saboreando el sabor de la vagina de su gemela.
Aunque solo era una pequeña probada, a Mira le encantó el sabor y de inmediato quiso más, así que siguió el paso lógico: enterró la cara entre las piernas de su hermana y empezó a mamar la cueva rosa de Mary para extraer más de ese preciado néctar.
Las lamidas y besos de Mira no tardaron en hacer efecto y pronto esa cueva se convirtió en una cascada que la muchacha sorbía con lujuriosa glotonería, llenándose el paladar con el sabor íntimo de Mary mientras que esta, en su inconsciencia, solo podía gemir por el placer que estaba recibiendo, lo que solo servía para aumentar en Mira la ilusión de que su hermana al fin había abrazado el lesbianismo así como ella y ahora estaba disfrutando del sexo entre mujeres.
Luego de varios minutos así, Mira al fin se despegó un momento de los labios inferiores de su hermana, con la boca embarrada por los fluidos de su gemela y con el coño de esta brillando por tanta humedad. Mira acarició esos labios hinchados por el tratamiento con el índice y lamentó que su hermana estuviera K.O. porque ella también quería que le comieran el coño… pero luego de pensarlo un poco decidió que haría lo más cercano que pudiera.
Se levantó de la cama, se quitó la ropa quedando completamente desnuda y entonces miró el rostro de Mary. Una sonrisa se dibujó en su rostro para acto seguido treparse de nuevo a la cama, esta vez subiendo sobre la cabeza de Mary y apuntando su coño lampiño a la boca de ella. Su plan era restregar un poco su vagina en los labios de su hermana y que eso fuera lo más cercano que estaría jamás a que Mary le diera sexo oral.
Empezó a bajar su cintura de a poco para ir calculando el tiempo que tardaría en sentarse en la cara de su hermana, sintió el aliento de Mary en el culo y al fin los labios de las dos hermanas hicieron contacto.
Mira se quedó un momento así, disfrutando de la sensación y entonces su cadera empezó a moverse de a poco, para tallar su coño en la cara de Mary, lo que solo hizo aumentar su excitación.
Sin embargo, algo inesperado ocurrió: Aun en su inconsciencia, Mary sacó la lengua y empezó a darle unas lamidas al coño de Mira.
Los gemidos de placer de Mira aumentaron al sentir esas lengüetadas en su coño. Claro, no eran lamidas vigorosas que buscaban estimularla y meterse lo más profundo dentro de ella para saborear mejor sus fluidos vaginales, pero considerando que Mary estaba, o se suponía que estaba K.O., eso era mucho más de lo que ella esperaba que fuera a recibir.
Se quedó así un rato ya sin moverse, dejando que su hermana le diera ese tratamiento que no sabía que estaba dando y disfrutándolo de sobremanera, hasta que tras varios minutos en esa posición, ocurrió lo que tenía que pasar y un delicioso orgasmo recorrió todo el cuerpo de Mira, tan fuerte que casi la hace caer sobre el cuerpo de Mary, pero usó todas sus fuerzas para sostener su cuerpo.
Cuando el orgasmo terminó, Mira se dejó caer al lado de su hermana, recuperando el aliento luego del mejor orgasmo que podía recordar. Se levantó un poco y contempló un poco divertida como la lengua de Mary se continuaba moviendo, todavía buscando probar de aquel néctar plateado de su gemela, mientras que alrededor de sus labios estaba toda embarrada de dichas babas.
Mira sonrió, todavía tenían una larga noche por delante…
***
Ya había amanecido y en ese momento Mira se encontraba en el desayunador de la casa comiendo un plato de cereal. Pronto escuchó pasos en las escaleras y se giró, viendo bajar a Mary. Se sentó en el desayunador con Mira y bostezó.
—Buenos días dormilona, ¿qué tal amaneciste? —saludó Mira.
Mary se pasó la mano por el cabello antes de responder.
—Pues dormí mucho, pero por alguna razón me siento cansada.
Mira sonrió con burla y dijo:
—Quizá tuviste algún sueño raro.
Mary se puso roja y preguntó:
—¿De qué estás hablando?
Mira rio y dijo:
—Ayer te estuviste moviendo mucho y hasta escuché que gemías.
Mary evadió la mirada burlona de su hermana. De verdad no podía ocultarle nada a su gemela.
—Bueno… te confesaré que tuve un sueño húmedo como no tenía en un buen rato. Supongo que fue eso.
Mira soltó una carcajada y dijo:
—¡Ay zorra! Creo que ya te falta un novio.
—Quizá —dijo Mary resignada—. En fin, ¿qué hay de desayunar?
La sonrisa burlona de Mira cambió a una maliciosa y respondió:
—¿No quieres que te prepare un té?